El Salvador: un momento difícil y peligroso de la transición.Roberto Pineda 7 de octubre de 2020

Introducción

El Salvador vive un momento difícil y peligroso como resultado de la pugna entre la vieja clase dominante, derrotada electoralmente en 2018 y 2019, y un  bloque de poder  emergente, de carácter autoritario y populista,  representado por el presidente Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas.

La resolución electoral de este conflicto está planteada para febrero 28 del 2020, pero parece ser que existen sectores en ambos bloques de fuerza que aspiran a una resolución anticipada, vía ruptura del orden constitucional (la salida boliviana) o mediante la construcción de una crisis social y política que vuelva al país ingobernable, en vista también de la posibilidad de un cambio de inquilino en la Casa Blanca.  A continuación exploramos los antecedentes de esta crisis, las correlaciones de fuerza, el papel de la izquierda y posibles escenarios de futuro.

1.Antecedentes de la crisis.

La errada y costosa decisión de expulsar a Nayib Bukele del partido FMLN, hace tres años, en octubre de 2017, siendo este Alcalde de la capital, fue el desencadenante de una profunda crisis (social, política y económica) que afectaba ya al desgastado sistema político salvadoreño, surgido de la reforma política de enero de 1992, y que se fundamentaba en el predominio de dos fuerzas políticas en la conducción del estado, una de derecha y otra de izquierda, ARENA y el FMLN.

A partir de ahí se fueron precipitando una serie de acontecimientos  que configuran la actual coyuntura de transición hacia un nuevo sistema político. Entre estos eventos se encuentra la derrota electoral, municipal y legislativa, sufrida en 2018 por el FMLN y la capacidad comprobada de Bukele de influir sobre el electorado, así como la victoria electoral de Nuevas Ideas en febrero de 2019, lo que le permitió pasar de una posición defensiva a  una de ofensiva en toda la línea, y ya desde la presidencia.

Desde entonces  se ha desarrollado un intenso enfrentamiento  entre esta nueva fuerza política NI contra ARENA y el FMLN, las dos fuerzas principales del sistema político en crisis y a punto de ser desplazadas de sus posiciones en la asamblea legislativa y las principales alcaldías del país.

 1.El conflicto entre grupos empresariales

Tanto Nuevas Ideas como ARENA, las dos fuerzas políticas principales en pugna,  representan a grupos empresariales locales. En el caso de ARENA representa a sectores empresariales del capital comercial, de servicios  e industrial, mientras que NI representa a un sector del capital comercial árabe en alianza con el capital transnacional.

ARENA además tiene como pilares de apoyo a la derecha mediática (TCS, Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, Diario El Mundo) mientras que Bukele ha logrado afianzar ya desde la presidencia o incluso de antes, cuatro pilares estratégicos de respaldo: un innegable respaldo popular dentro del país y en la diáspora,  un partido político de masas propio NI, respaldo de la Fuerza Armada y Policía Nacional Civil, y el apoyo de la administración Trump.

La estrategia de la derecha representada en ARENA y la ANEP consiste en tratar de erosionar ese respaldo popular mediante una serie de acciones –legislativas, judiciales, mediáticas  e incluso de calle- que le permitan descarrilar, desestabilizar a este gobierno antes que se consolide electoralmente en febrero 2021 con el control legislativo y como complemento lograr arrastrar al FMLN a subirse a este barco.

ARENA necesita la convulsión social. Y mediante esto mitigar, reducir la esperada derrota política de febrero del 21, así como  crear las condiciones políticas que les permitan sobrevivir en una situación post-electoral de alto riesgo.

Por su parte, la administración Bukele necesita para mantenerse y predominar, el realizar cuatro manejos estratégicos: controlar el problema de seguridad  con índices bajos del accionar de las pandillas; controlar el problema de salud, provocado por la pandemia del coronavirus; garantizar una reactivación económica que le permita oxigenarse y last but not least, evitar que se le reactive el problema de las caravanas de migrantes hacia el norte. Nuevas Ideas necesita la estabilidad.

La fuerza que logre estabilizar o descarrilar el país durante estos pocos meses que faltan para febrero 21, será la fuerza que logre imponerse, en el caso de ARENA lograr  mantenerse como oposición  y prepararse para el 2024 y en el caso de NI, imponer un nuevo sistema político.  No sería extraño que a futuro  ARENA logre un arreglo político con NI, ya que sus intereses empresariales  son de mayor coincidencia a largo plazo, que con el FMLN.  

2.La preocupante desmovilización popular frente a la crisis

En este panorama de enfrentamiento feroz entre dos fuerzas de las clases dominantes, los sectores de izquierda tanto políticos, el FMLN, como sociales, brillan por su ausencia como actores y protagonistas de la actual situación, han sido relegados  a un papel marginal, no obstante que la crisis estructural y  coyuntural provocada por el coronavirus golpea fuertemente a los sectores populares, incluso en sus salarios.

La debilidad del movimiento popular y social hoy se manifiesta como ausencia, como vacío, que es ocupado por sectores de capas medias, profesionales, académicas, que son los que hoy se enfrentan mediáticamente a las arbitrariedades del actual régimen. Y el covid al imponer  una cultura de la prevención, contribuye a la vez por medio del distanciamiento social a la desmovilización popular.

La reconstrucción del movimiento popular y social, hoy debilitado, dividido, y derrotado, además en disputa por Nuevas Ideas, se vuelve una necesidad estratégica para la izquierda social, en el camino de las nuevas batallas futuras por la democracia política y la justicia social. Y hoy más que nunca se necesita para enfrentar estos nuevos desafíos, de un entendimiento entre  el sujeto social con el sujeto político[1]

3.La necesidad de construir una salida  popular y alternativa a la crisis

 Aunque el detonante histórico de estas crisis se origina en el FMLN, a partir del 1 de junio de 2019, el enfrentamiento social y político pasa a ser entre  ARENA/ANEP y Nuevas Ideas/Bukele[2].

La oposición  política, ARENA y el FMLN fundamentalmente,  han coincidido  en la respuesta  a las principales provocaciones y atentados de Bukele: los despidos en CAPRES, el estado de emergencia en centros penales, la militarización el 9 de febrero de la Asamblea Legislativa, el abordaje autoritario del Covid 19 con centros de retención de ciudadanos, el abandono de las personas varadas por el cierre del aeropuerto,  la torpe entrega de insumos de bioseguridad al personal de salud, la negativa a permitir la apertura de los  archivos de la fuerza armada sobre el caso del Mozote, el retraso en el pago de salarios de los trabajadores de la Corte Suprema de Justicia y Asamblea Legislativa, los conflictos laborales en alcaldías de  Santa Tecla y San Salvador, la negativa a entregar el FODES a las alcaldías, entre otros conflictos. Han coincidido en las principales acciones tanto legislativas, como de calle. Pero el FMLN no posee los instrumentos mediáticos con que cuenta ARENA.

El FMLN, al llegar a sus 40 años de vida este 10 de octubre, necesita con urgencia construir una plataforma de naturaleza popular y alternativa, fundamentada en la defensa de la democracia y los intereses populares (seguridad, salud, empleo, educación y vivienda) que coadyuve a romper con la nueva competencia binaria existente y le permita a los sectores populares orientarse en el maremágnum de acontecimientos que se precipitan de manera desordenada pero que reflejan este enfrentamiento de fuerzas. Nada es casual en política y cada hecho sirve para fortalecer o debilitar determinada posición.

4. Conclusiones

En el horizonte pueden observarse la presencia social de tres fuerzas, que pugnan por predominar y determinar el escenario: la salida oligárquica, la salida populista, y la salida popular. Tanto ARENA como NI  alegan credenciales democráticas, aunque en el caso de Nuevas Ideas se inclina por justificarse en el respaldo popular. 

La alternativa populista, y que cuenta con mayores posibilidades de predominar es la de Nuevas Ideas.  Y representa una amenaza a conquistas democráticas alcanzadas mediante los Acuerdos de Paz de 1992, así como un nuevo sistema político excluyente.

La alternativa oligárquica, pretende presentarse con ropajes democráticos, pero en el fondo pretende la restauración oligárquica en el manejo del Estado, privilegiando la modalidad neoliberal, que ha sido una de las razones de la actual crisis.

Y la alternativa popular debe entenderse como una respuesta a corto plazo, con un proyecto a mediano plazo. A corto plazo diferenciarse de ARENA es lo principal, y la campaña electoral vigente puede servir a este objetivo, en la medida que se rompa con el estilo electorero y se convierte en una gran escuela de educación política de los sectores populares.

A mediano plazo, el FMLN y la izquierda salvadoreña en general, necesitan debatir y construir una visión y estrategia que le permita recuperar la confianza de los sectores populares, en una situación compleja de disputa de estos sectores por Nuevas Ideas. El debate en la izquierda está planteado.


[1] Ver Pineda, Roberto. Sujeto político, sujeto social y poder popular en El Salvador. https://www.alainet.org/es/articulo/209076

[2] Ver Pineda, Roberto. El Salvador, horizonte electoral 2021 https://www.alainet.org/es/articulo/208702

Sujeto político, sujeto social y poder popular en El Salvador.

Roberto Pineda[2]                                                       Septiembre  de 2020


[1] Documento base para ponencia el 2 de octubre en el Curso Virtual de Formación Política e Ideológica para Funcionarios Públicos del FMLN, organizado por la Secretaría nacional de Educación Política e Ideológica ,SNEPI, del FMLN.

[2] Roberto Pineda (1959) ha publicado Fuego Cruzado(San José, C:R:1982); las luchas de los movimientos populares1810-2010 (san salvador, 2014); El Salvador: voces de la memoria rebelde (San salvador, 2015); Ideas emancipadoras y tradiciones de lucha Tomo I,II y III (San Salvador, 2016,2017); Crónica de los Patriarcas (San Salvador, 2017); Los Ríos de la Memoria del jaguar rebelde (San Salvador, 2018); y Nace la esperanza, viene el cambio (San Salvador, 2020).

SUMARIO

El tratamiento de los temas del sujeto político, el sujeto social y la construcción de poder popular, son asuntos de carácter urgente, para poder avanzar como izquierda política y social en El Salvador, el debate postergado temporalmente sobre los nuevos desafíos estratégicos,  impuestos por la actual situación nacional y global.  Este es el propósito de este trabajo.

Palabras clave: sujeto político, sujeto social,  poder popular, burocracia, formas de lucha

ABSTRACT

The discussions about the political subject, the social subject and the building of peoples power are key topics of the political and social left in El Salvador, as part of a delated but urgent debate about the new strategical challenges, imposed by the changing national and international situation. This is the objective of this work.

Key words: political subject, social subject, peoples power, bureaucracy, forms of estruggle

Resumen

Para contribuir a este debate[1], entre los temas que trataremos en esta reflexión se encuentran los siguientes: Introducción: ¿Cómo desarrollar un pensamiento crítico?2.Aclaración de términos: sujeto social, sujeto político, poder popular 3. El viejo debate entre reforma y revolución 4. Aparato de estado y lucha de clases, lo político y la política 5. Las formas de lucha: parlamentaria, popular y social 6. Las tres direcciones del instrumento político7. El empleado público como servidor público, visiones sobre la burocracia 8. Las relaciones entre la burocracia política (empleados públicos)  y la organización y lucha popular: conflictos y dilemas9.  La subordinación, la autonomía o el compromiso del movimiento popular con la construcción de poder popular y 10. Conclusiones: la lucha continúa.

1. Introducción: ¿Cómo desarrollar un pensamiento crítico?

Deseo iniciar esta presentación con algunas ideas acerca de lo que se conoce como pensamiento crítico[2], el que considero es un valioso instrumento[3] para la comprensión y debate de los temas de esta sesión, vinculados al sujeto político, al sujeto social y al poder popular.

Entre los elementos del pensamiento crítico[4], hay uno fundamental y es la capacidad de abrirnos a otras ideas, a otros pensamientos, el desarrollar una actitud de búsqueda, de permanente interés en lo que nos rodea, de ruptura con el dogmatismo, una actitud diría socrática de interrogarnos sobre la validez, la actualidad,  la vigencia de nuestros pensamientos. Debemos ser siempre amigos del porqué, del para qué, y del a beneficio de quién, sucede determinado acontecimiento, porque en política nada es casualidad.  

Mantenernos siempre en permanente interrogación, dudar de todo, cuestionar nuestras propias narrativas. Y para esto se necesita que nos informemos, que leamos, que investiguemos, que observemos con una mirada crítica nuestro entorno.  La información nos proporciona una perspectiva, una base para opinar. Y necesitamos beber de diferentes fuentes, de nuestros amigos pero principalmente de nuestros enemigos.

Algunos compañeros lamentablemente solo leen el Colatino y solo escuchan la Mayavisión, están totalmente errados, dogmatizados, parcializados, solo ven una parte del problema, caen en la unilateralidad.   Hay que  conocer  a nuestro enemigo, y para eso hay que leerlo, hay que verlo, hay que analizarlo.[5] Y me refiero a CNN, TCS, LPG, EDH, DEM, etc.

Hay que aprender  a interpretar lo que dicen, ver cuáles son los intereses que están defendiendo, poder leer entre líneas, inferir contenidos de pensamiento, analizar y sacar nuestras propias conclusiones, tener una posición definida, propia. Y además aprender a expresarla, a articularla en pensamientos e ideas, construir nuestro propio punto de vista, y estarlo revisando constantemente, viendo sus lados fuertes y sus lados débiles, evaluarlo con el recurso de la práctica. 

Rosa Luxemburgo[6] , una revolucionaria polaco-alemana, nos hubiera criticado fuertemente por este tipo de conferencias, nos hubiera dicho: la militancia se educa en la lucha de las masas, en las calles, ahí adquiere su conciencia socialista. Estoy exagerando, pero deseo que capten la esencia del mensaje.

Pero como aquí estamos trabajando en el esquema de maestro-alumno, trataré de compartirle ideas alrededor de la temática establecida.[7] Pero nos queda el desafío de cambiar, de ser coherentes entre nuestro discurso y nuestra práctica, incluso en el marco de esta pandemia, de como manejamos la educación política de nuestra militancia de izquierda, en la calle luchando.  

Inicio esta presentación con una conocida cita de Paulo Freire: “Nadie educa  a nadie, nadie tampoco se educa solo, los hombre se educan entre sí, mediatizados por el mundo…Todos aprendemos de todos.”[8]

2. Aclaración de términos: sujeto político, sujeto social, poder popular

El sujeto político

Cuando hablamos del sujeto político en términos generales estamos hablando de “una instancia política para conseguir los objetivos de cambio social.”[9]  Nos estamos  refiriendo a los partidos políticos o a los movimientos y frentes políticos de izquierda, incluyendo también a lo que fueron las organizaciones político-militares.  Pero incluso algunos hablan del sujeto social como el sujeto político, y más concretamente, de las mujeres y los jóvenes como el nuevo sujeto político. [10] A veces se le refiere también como el sujeto revolucionario, y antes, la vieja escuela hablaba, quizás algunos escucharon todavía,  de la vanguardia política.

En concreto nos estamos refiriendo al FMLN, al instrumento político para conducir la lucha de clases, aunque hay que señalar que hay en nuestro país otras fuerzas que entran en esta misma categoría., no debemos ser sectarios.

En el pasado, como PCS[11], de 1930 a 1970, pero  incluso como FMLN[12] durante la guerra, nuestro entendimiento del sujeto político era el siguiente: hablábamos del partido de la clase obrera, de la vanguardia que luchaba por la toma  o conquista o incluso asalto del poder; de dictadura del proletariado  opuesta  a la democracia burguesa, y del movimiento popular o social como organizado, subordinado, manipulado por  el partido de vanguardia, y uno de los  problemas fue que aquí en los años setenta, hubo en algún momento no una o dos, sino más de cinco vanguardias, todas verticalistas, de las que había que esperar que “bajara la línea”.  

No se orientaba sino que se suplantaba. Y esta fue la relación del FMLN con el Bloque Popular Social, BPS,  a principios de este nuevo siglo. Y lo fue antes, en los años ochenta, de la UNTS con el FMLN. Y lo fue antes, a principios de los ochenta, de la CRM con la primera expresión de unidad, la Tripartita (FPL, RN y PCS)  y luego con la DRU, ya con el ERP integrado. Y esta es nuestra herencia, así es que fuimos políticamente educados.

En síntesis, éramos el clon local, tropical, del antiguo partido bolchevique de Lenin, y quizás más de Stalin que de Lenin. Ellos fueron el modelo, el partido guía, el hermano mayor, la madre patria rusa decíamos con sincera ingenuidad, refiriéndonos a su naturaleza proletaria y socialista.   

Estas visiones moldearon fuertemente un tipo de organización y cultura altamente autoritaria, y esto fue reforzado por una larga dictadura y luego por una guerra que requirió altos niveles de compartimentación y de una cultura militarista. Esta es nuestra realidad, nuestra herencia. Y este tipo de organización y cultura genera una militancia dócil y obediente, “disciplinada”, sin debate, sino veamos las votaciones unánimes en las asambleas partidarias, nadie se atreve a disentir, el que levanta la mano pierde.  Se discutía más durante la guerra.

Pero nuestra realidad nos exige romper con estas visiones del siglo XX,  a la vez que rescatar la necesidad de una conducción política que garantice que los estallidos sociales se conviertan en revoluciones victoriosas. Pero esto no es fácil, es una tarea muy compleja que requiere de esfuerzos teóricos, ideológicos  y políticos, de renovación de estilos a la vez que de defensa de nuestros principios. Ese es nuestro desafío.

La experiencia enseña en el Ecuador del 2018,  o el Chile del año pasado 2019, que si no hay conducción tampoco hay revolución, fueron grandes movilizaciones populares diarias, con las plazas llenas de decenas de miles de personas protestando, que no pudieron derribar a sus gobiernos por falta de una conducción única.   

El sistema capitalista es capaz de asimilar las rebeliones, las protestas sin dirección, la resistencia, aunque sean de millones de personas, las aplasta y las asimila. Chile del año pasado y principios de este debe ser  nuestra escuela. El covid no salvó a Piñera, lo salvó la falta de conducción de los combativos sectores populares chilenos.

Las revoluciones triunfantes –Cuba, Nicaragua, Venezuela- triunfaron y se mantienen porque tuvieron conducción política, sujeto político, programa político, alianzas políticas, etc.   

El sujeto social

En relación al sujeto social, este consiste de aquellos actores, fuerzas o movimientos populares y sociales[13], que luchan por un cambio de sistema. El concepto de sujeto social está relacionado con la necesidad de luchar por el reconocimiento, es un papel que no se otorga, se gana en la lucha, se adquiere mediante el esfuerzo en la calle, en la rebelión, en la resistencia, en la lucha por el poder. 

El sujeto social era denominado por la vieja escuelas como fuerzas motrices de la revolución así como existía el concepto de masas (Luxemburgo, Kautsky). Para Luxemburgo, las masas de manera espontanea son las grandes protagonistas  de la transformación social; mientras que Kautsky y Lenin se refieren al  papel orientador del instrumento político sobre esas masas.

Este debate se enriquece en los años sesenta cuando surgen nuevos y poderosos movimientos sociales no vinculados directamente a las estructuras productivas, así como nuevas reflexiones teóricas, tales como el movimiento feminista[14], de la diversidad sexual, indígena, racial, religioso[15], ambientalista[16], de educación dialógica[17] y liberadora, de liberación nacional[18], etc., que se constituyen en desafíos a una visión  economicista y clasista, que se tornaba reduccionista, aislacionista, obrerista.  

Y la posmodernidad en los años ochenta viene a cuestionar el papel rector de la clase obrera y del gran relato socialista. A la posmodernidad siguió el neoliberalismo, modificando de nuevo la visión acerca del sujeto social. De estos últimos desarrollos es que surge el concepto de actor o sujeto emancipador.  

El movimiento popular salvadoreño

En El Salvador los primeros movimientos populares surgen al calor de las luchas independentistas, de las luchas unionistas morazanistas y de las luchas liberales anti oligárquicas, del siglo XIX[19], así como la gesta indigenista de Anastasio Aquino en 1832, que rompe con el esquema de la modernidad. Son cuatro grandes momentos de la lucha emancipadora del siglo XIX.

En el siglo XX con la huelga de los sastres en 1919 inicia una nueva etapa, que pasa por la construcción de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS en 1924, la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, en 1957, la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños, UNTS en 1986, y el Bloque Popular Social, BPS en 2003, entre otros esfuerzos.

Desde el surgimiento del sujeto político, del Partido Comunista en marzo de 1930, las organizaciones populares y sociales fueron ya creadas o estuvieron bajo la “influencia” de la llamada vanguardia política, fuera esta, el PCS; y posteriormente, desde octubre de 1980, el FMLN, hasta la actualidad.  

El problema del poder

Y hoy hablemos del poder  y de la construcción de poder popular[20]. El término se originó en las jornadas de lucha de los trabajadores en el gobierno chileno de la Unidad Popular, de los tiempos de Salvador Allende (1970-1973). Es posteriormente retomado por los movimientos populares argentinos particularmente en el marco de las combativas jornadas de diciembre de 2001: “que se vayan todos”  refiriéndose a la clase política. Y luego regresa a Chile y a América Latina, como una reflexión teórica y a la vez una práctica política.

Por muchos años el poder fue percibido como una cosa, como un objeto o un lugar. Incluso en nuestro  imaginario popular el poder se vincula con una fruta, con el olor de la guayaba.  Cuando estemos en la guayaba, se decía. La vieja escuela hablaba de tomar, arrebatar, conquistar, asegurar, asaltar al poder.

Y el poder se encontraba allá en San Jacinto, en Casa Presidencial, en Las historias prohibidas del Pulgarcito de Roque[21]  hay una narración sobre el poder, una marcha que del Zoológico espontáneamente decide dirigirse a casa Presidencial.   Otro edificio simbólico del poder, era el Telégrafo, sobre la calle Rubén Darío, era un espacio clave controlarlo para cualquier golpe de estado. Para la vieja escuela marxista-leninista  el fin es la “toma del poder.”  Y para esto se necesitaba de un partido revolucionario constituido por el sujeto social, por el proletariado, para establecer su dictadura.

Por cierto existe en la actualidad una concepción que es opuesta a esta, de pensadores europeos pero también de movimientos populares y políticos latinoamericanos, que hablan del rechazo, de la “huida del poder.” Entre estos tenemos  a los zapatistas, y se habla del anti-poder, del contra-poder, de la contrahegemonía, de la negación del poder.  

Pero hoy sabemos que el poder es básicamente una relación social de subordinación, y que el poder se construye[22], es una construcción social  determinada por múltiples factores. Lo mismo sucede con el saber, el conocimiento se construye[23], no se enseña…Y esta es como una tercera visión, que algunos militantes de izquierda compartimos.  

Partimos del criterio con Gramsci que el poder no puede empezar a construirse después de tomar el poder, porque entonces, como la experiencia ha enseñado dolorosamente, únicamente se aspira  a ocupar el sitio de los antiguos dominadores, a sustituirlos.  Consideramos que el poder es una relación social de reconocimiento.

Es una relación que se transforma de manera permanente. Y en este marco, todos ejercemos y se ejerce poder sobre nosotros, en la escuela, en la familia, en la iglesia, en la organización popular y  en el partido político. En todos estos espacios circulan relaciones de poder, hay micropoderes[24], redes de poder[25].

El desafío de edificar nuevas relaciones humanas

Por lo que el desafío de la construcción de un nuevo poder, de un poder popular significa básicamente el de crear, edificar, imaginar[26] -como en la canción de John Lennon-, ¿la han escuchado? Estamos hablando de nuevas relaciones humanas, nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones políticas[27].  Y estas solo pueden y deben organizarse desde nuestra cotidianidad, desde nuestra militancia política o social, desde nuestra vida familiar y de residencia.

Pero si el otro es un objeto para mi, un instrumento, una escalera para ascender socialmente,  y no un camarada, lo que estamos haciendo –óigase bien- es reproducir el poder de dominación. Por lo que no basta llamase camarada repetidamente, o revolucionario del diente al labio, sino pensar y actuar de manera diferente, esto es construir poder popular.  Esta es la esencia de esta cuestión, de esta vaina como dicen los caribeños. No es fácil, pero es posible, lograr una coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre nuestra discurso y nuestra práctica.

Por otro lado, hoy sabemos que existe el poder real y el poder formal. Y que el poder no se somete a elecciones, es permanente. La familia Poma no somete al voto su propiedad sobre Metrocentro, los Dutriz no someten a voto su propiedad sobre la Prensa Gráfica, los militares no someten al voto su propiedad y uso privativo de las armas, los Estados Unidos no someten al voto su dominación global. Pero al voto si es sometido el ejecutivo, el legislativo, lo judicial  y lo municipal, aquí está la clave.

Nuestra experiencia de construcción de poder popular

En El Salvador, desde 1925 la visión fundamental de la izquierda, el derrotero estratégico, ha sido el de la lucha por la toma del poder. Fue hasta principios del siglo XXI que empezamos a manejar el concepto de construcción de poder popular, e inicialmente desde los movimientos populares y sociales centroamericanos.

Me acuerdo que en julio de 2003 viajamos una delegación salvadoreña, -de la red Sinti Techan y del Movimiento Popular Revolucionario12 de Octubre- a Honduras al IV Foro Mesoamericano, que fue celebrado allá en la Universidad Pedagógica , y ahí parte sustancial del discurso era la construcción de poder popular. 

En esos momentos, las organizaciones populares vinculadas al FMLN estábamos en plena campaña por la postulación de Schafik Handal como precandidato del FMLN para las elecciones presidenciales de 2004. Éramos un grupo de fuerzas que luego en octubre de ese año constituimos el BPS, entre estas ANDES 21 de Junio, MCS, STSEL, ANTA, Cordecom  y el Sector Iglesia (básicamente éramos luteranos y bautistas santanecos).

Luego con la creación del Bloque Popular Social; BPS, en octubre de 2003, esta idea –lo de Schafik-fue retomada, y posteriormente fue incluso aceptada y promovida por la comisión de movimiento social  del FMLN.  En 2004, celebramos en la UES el V Foro Mesoamericano, siendo anfitriones el MPR-12, la red Sinti Techan y el BPS, y de nuevo al centro del programa estaba la tesis del poder popular. 

Luego, el FMLN -mediante FUNDASPAD- incluso realizó en octubre de 2006 el 1er. Foro de Constitución de Poder Popular en El Salvador, con el lema: “Forjamos Poder Popular Local con los pasos de todos y todas avanzando hacia un país con justicia.”

En diciembre de ese mismo año se celebra un taller por el G-7 (aglutinamiento de siete fuerzas sociales, incluyendo el MPT, MPR-12 y el BPS)  y se discute un documento de análisis, con el título  América Latina y el Caribe: Movimientos Sociales, Partidos y Gobiernos de Izquierda en el Nuevo Contexto Regional y Continental, en el que uno de sus énfasis es el de “construir poder popular.” Y la idea fuerza era que no se podía construir fuerza política sin fuerza social. Todo esto en el marco de la celebración en San Salvador, en enero de 2007 del XIII Encuentro del Foro de Sao Paulo.

3 El viejo debate entre reforma y revolución

Uno de los debates teóricos más conocidos en el marxismo es el que se da entre los conceptos de reforma y revolución. Rosa Luxemburgo, una destacada teórica marxista escribió una obra precisamente con ese nombre. En este libro explica porque la lucha electoral y la lucha sindical son claves para construir lo que ella llamaba entonces el factor subjetivo de la revolución y nosotros llamamos la construcción de poder popular.

En nuestro país, en 1970 una de las razones que esgrimió Salvador Cayetano Carpio, entonces de pseudónimo Saúl,  para separarse del PCS fue que su dirección (de la que formó parte de 1945 a 1970) era reformista. Esta dirección por su parte, lo acuso de ser ultraizquierdista.  Actualmente, el FMLN es acusado por otras fuerzas de izquierda de ser reformista por privilegiar la lucha parlamentaria, incluso se acusa a muchos ultraizquierdistas de antes de ser hoy reformistas. Miren como da vueltas la rueda de la historia.

Pero, durante estos veinte años pasados del siglo XXI, en América Latina la lucha parlamentaria, la vía electoral ha sido el camino preferido por la izquierda para enfrentar la ofensiva neoliberal. Incluso se llegó al gobierno en muchos países, (Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, El Salvador) la década pasada fue una etapa de importantes avances electorales para la izquierda. Pero esta tendencia en estos últimos años entró en crisis, a nivel latinoamericano y también en nuestro país, ya que salimos del gobierno. Y esto amerita un balance.[28]

Pero regresando al terreno de la teoría, podemos decir que todavía el grueso de la izquierda latinoamericana se encuentra vinculada al camino parlamentario. Y podemos preguntarnos si el seguir este camino electoral coloca automáticamente a la izquierda latinoamericana en el terreno del reformismo.

Y la respuesta es un rotundo no. Es claro que se puede luchar por reformas dentro del capitalismo y seguir siendo revolucionarios. Pero también es claro que es un camino rodeado de muchos peligros, entre estos el que se termine justificando, acomodándose y embelleciendo el orden oligárquico e imperial.

Pero otra pregunta que debe formularse es en el sentido de ¿cuándo es conveniente luchar por reformas? Cuáles son las condiciones que justifican el uso del camino de las reformas de la vía parlamentaria, del método electoral?  

Desde una óptica de construcción de poder popular, una condición sine qua non radica en que estas reformas permitan fortalecer al movimiento popular[29]. Cada obra gubernamental, proyecto de ley, cada decreto municipal, cada carretera, puente, escuela, pozo de agua, responde a un interés de clase.

Donde se hace, por quien se hace, como se hace, para quién se hace es clave.  No es lo mismo construir en El Espino que en Soyapango. Los lugares, proyectos y el gobierno no son neutrales, no hay proyectos técnicos, son todos políticos, responden a intereses. Y en nuestra visión deben servir para organizar, para concientizar, para movilizar a los sectores populares. En caso contrario, se convierten en un simple juego de intereses de partidos políticos del sistema, o de intereses de grupos económicos.  

Otro aspecto importantísimo es que toda reforma y toda campaña política, particularmente la electoral, debe tener un trasfondo de educación popular. Debe servir para la educación política de los sectores populares, la gente debe involucrarse en la discusión del proyecto o de los puntos del programa, y no podemos crear ilusiones en las reformas en el capitalismo,  sino denunciarlo y esto es construir poder popular. 

Otro punto es que no podemos continuar con el marketing electoral, con cancioncitas pegajosas, o con esbeltas modelos, chineando bichitos chorreados, pintando casas, regalando huacales o laminas o medicinas, igualito a como lo hace la derecha.  Para algunos el cargo se convierte en un fin en sí mismo[30], que deben mantener o mejorar, esto explica el individualismo en las campañas electorales, la búsqueda individual de recursos, la promoción individual en las redes.  

Estoy seguro que la gente espera más de nosotros por ser de izquierda, espera  proyectos o campañas alternativas, diferentes, separadas de las que hace la derecha. Somos diferentes o debemos tratar de ser diferentes. Debemos ser y parecer diferentes que la derecha. Casi siempre somos diferentes, pero ante los ojos de la gente muchas veces parecemos lo mismo.

Otras  veces caemos en el pragmatismo, nos adaptamos al escenario neoliberal, lo que nos lleva  a la defensa del sistema, recomendamos moderación, hasta a veces decimos: hay que pasar de la protesta  a la propuesta, condenando la lucha social, de calle y empujándola a soluciones de oficina, supuestamente técnicas: elaboren un proyecto, a veces decimos.   

O cuando estábamos en el gobierno algunos funcionarios nuestros  decían: hay que ser responsables, hay que obrar con madurez, no hay que desestabilizar, miren que es nuestro gobierno, hay que ser razonables, condenando de nuevo la lucha social, adaptándose al sistema, al orden oligárquico vigente. Incluso hubo casos en que se reprimió la protesta social y popular, y todavía no nos autocriticamos por esto.  Y la gente lo vio, lo experimentó, y lo rechqazó.  

Y finalmente la gente espera de nosotros una ética revolucionaria. Si perdemos la confianza de la gente será difícil recuperarla, es como en una relación de pareja, la confianza es vital. Y esto ha sucedido, porque en política no solo se trata de ser decente, sino también de parecer decente.  La gente nos observa y le resulta fácil interpretar cuando hay un cambio de vida, cambio de vehículo, de vecindario, y en definitiva, esto conduce a un cambio de mentalidad, los negocios se colocan por encima de la lucha. Conozco jóvenes de barriadas populares que ya hoy de diputados no se bajan el saco y la corbata[31]. Es su nuevo uniforme de triunfador.

Hay compañeros que ven las candidaturas o puestos como parte de su carrera política, y manejan la idea de ir ascendiendo, de asesor a diputado, de concejal a alcalde, de diputado a ministro o por lo menos  a miembro de comisión política.  Y los vemos siempre robando cámara, apareciendo en los medios, las mismas personas.  

Algunos hasta tienen el don de la ubicuidad, no es broma, se fotografían en varios lugares a la vez.   El problema con esto es que se pierde la perspectiva de lucha y se concibe como una degradación, como castigo  el regresar a ser militante de base.[32] Esta es una grave deformación ideológica y tiene como raíz el hecho que la base militante mira a la dirección y sigue su ejemplo. Ya decía Schafik y lo repetía insistentemente : hay que predicar con el ejemplo.

La mayoría de la dirección política ocupa o ocupaba, no se ahora, puestos clave en el aparato de estado. Y este es un problema de la izquierda latinoamericana, en un momento el Partido de los Trabajadores de Brasil, el PT,  diseño un interesante método para combatir este flagelo: decidieron rotar periódicamente los cuadros políticos en tres espacios: el aparato administrativo, el partido y el movimiento popular. No sé si continuaran con esta medida, aunque lo dudo.

En definitiva el sistema cuenta con miles de recursos para cooptar al militante de izquierda, y asimilarlo, desde los salarios que son totalmente diferentes a los del obrero común, pero además están los viajes, los viáticos, los asesores, los guardaespaldas, los vehículos oficiales, y el status social de diputado, alcalde, concejal, ministro, etc. El desafío radica en estar dentro del sistema pero seguir siendo un partido alternativo, de ideales de lucha social.

El problema de las relaciones entre ética y política recorre las trayectorias de la izquierda latinoamericana y caribeña. Un caso emblemático es el del PT brasileño, el partido de Lula. Escuchemos a Frei Betto al respecto: “El PT, nacido de los movimientos sociales, al llegar al Gobierno asumió la lógica del estado. Se volvió partido de Gobierno, cuando debería haberse mantenido como partido de la sociedad junto al Gobierno. No es la corrupción lo que más amenaza al PT. Es el riesgo de que el partido no cumpla su papel histórico de agente de la transformación social.”[33] Schafik lo llamaba a esto su misión histórica. [34]

4. Aparato de estado y lucha de clases, lo político y la política

La sociedad es una totalidad compleja en donde coexisten diversas estructuras y procesos. Como una herramienta para entenderla se utilizan diversas imágenes, entre estas la conocida figura marxista del edificio. La base del edificio es la estructura económica mientras que la superestructura la integran lo jurídico-político y lo ideológico. En la realidad, repito, las cosas no son tan sencillas, ya que existen superposiciones y traslapes, fusiones y bordes, etc.  Y lo económico, es solo determinante en última instancia.

Pero tomando esta idea como base podemos decir que el aparato jurídico-político, el estado[35]lo político está integrado por aquellas instituciones y procesos –leyes, ministerios, funcionarios, tribunales, fuerza armada, policía, parlamento, sistema de partidos políticos, y otros- , es el territorio del orden establecido, mientras que la política es el movimiento, la lucha popular y social,  la protesta, la resistencia, la denuncia, es el territorio donde se desarrolla la lucha de clases.  Ambos están interrelacionados.

El aparato jurídico-político reproduce y conserva las relaciones de producción, el sistema capitalista, el orden oligárquico, la dependencia, la sociedad de consumo. Cuando los partidos de izquierda son legales integran el aparato jurídico-político. Cuando son ilegales, están fuera de este  sistema.  Como FMLN hemos estado fuera y hoy estamos dentro.

Los partidos políticos de derecha, por su parte, son funcionales a este  sistema, son partidos del orden capitalista, mientras que a los partidos de izquierda se les generan conflictos y dilemas, incluso rupturas. Aunque algunos optan por volverse funcionales y se adaptan, se integran al sistema, pero otros desde dentro del sistema  luchan por su transformación. Estas son las vías alternativas: ruptura o acomodamiento al sistema, al orden establecido. Como se da esa ruptura esos son otros cinco pesos.

En el caso del FMLN, luego de su fundación en octubre de 1980, hace 40 años,  estuvo fuera del sistema por 12 años, y no solo fuera sino que luchando violentamente por su destrucción, era una fuerza alzada contra el sistema, enemiga del sistema.  Hoy lleva 28 años, desde 1992,  dentro del sistema y contra el sistema, en una relación compleja, contradictoria, de sí pero no, con muchos dilemas y conflictos, como el vinculado a la relación pendular de defensa o rechazo del orden constitucional.

Fíjense que los funcionarios electos –de todo signo-juran públicamente defender la constitución, pero sucede que esta es la constitución contrainsurgente de 1983, la de DAubuisson. Es un conflicto y un dilema. La pregunta clave, fundamental, permanente, cotidiana es: se es fiel con el sistema o con su transformación.

No hay respuestas  sencillas, hay conflictos y dilemas. Pero si existe el peligro del acomodamiento al sistema,  es lo que le paso a Joaquín Villalobos, de la Comandancia General del FMLN por 12 años, quien después de los acuerdos de paz en 1992 planteo que ya no había porque luchar, que la revolución democrática había sido ya consumada.  Y la gente lo escuchó y comprendió la jugada de simulación y lo abandonó, su Partido Demócrata, el PD,  en el 97 desapareció del mapa electoral. 

5. Las formas de lucha: parlamentaria, popular y social

El marxismo admite todas las formas de lucha,  pacíficas y violentas, legales e ilegales, a partir del análisis concreto de la situación concreta, del nivel de desarrollo del factor subjetivo así como de las modalidades de la dominación capitalista.

En la adopción por parte del sujeto político de la forma  de lucha principal, tanto a nivel nacional como local,  debe cuidarse de no cometer dos errores: por una parte, el de confundir sus ideas con el estado de ánimo de la gente e imponer de manera prepotente una determinada forma de lucha, a esto se le llama voluntarismo. Ejemplo: plantear el regreso a la lucha armada en la actual situación cuando nos dirigimos hacia un proceso electoral. Otro error en que puede caerse es el espontaneismo, el confiar en que la gente sin conducción alguna podrá realizar luchas victoriosos, no va suceder así ya que siempre se necesita la conducción.

Vean, todo esto está relacionado. Entre las diferentes formas de lucha que admiten los marxistas para enfrentar a la dominación de la burguesía, se encuentran la lucha parlamentaria, así como la popular y social. Esto en el marco de tres grandes dimensiones del enfrentamiento  entre clases y grupos sociales, de la llamada lucha de clases.

En términos generales se habla de lucha económica, lucha política y lucha ideológica. La lucha económica tiene como propósito el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares, mejores salarios y condiciones de trabajo, educación, salud, vivienda, empleo, etc. El sujeto social – los sindicatos, organizaciones comunitarias, estudiantiles- se forma en la medida que inicia y encabeza estas luchas, que son luchas por reformas en el marco del sistema capitalista.

La lucha política tiene como elemento central la lucha por la toma del poder  y transcurre desde la ilegalidad como organizaciones político-militares que despliegan la lucha armada[36] o insurreccional, o desde la legalidad como partidos políticos que desarrollan la lucha parlamentaria y participan en procesos electorales. La lucha política puede manifestarse en tres dimensiones: como lucha armada, lucha electoral y lucha de masas, o de los sectores populares y sociales, por objetivos políticos.  

La lucha ideológica[37] tiene como eje rechazar la concepción del mundo, la ideología de la burguesía, así como el promover procesos de educación política, que le permitan a los sectores populares comprender  las causas de su situación de pobreza así como de la necesidad de una transformación de la sociedad para resolver los problemas de marginalidad y dependencia.

Pero a veces sucede que los medios, los caminos, las formas de lucha, se convierten en fines y esto ha pasado con la lucha armada, durante la guerra, para algunos solo se era revolucionario luchando en las montañas, o con la lucha de masas, solo se era revolucionario luchando en las calles, o con la lucha electoral, solo se era revolucionario luchando desde el parlamento. No podemos ni debemos absolutizar ninguna forma de lucha porque estas cambian al cambiar las condiciones históricas. Lo importante es pasar de una a otra y hacerlo de manera disciplinada y adecuadamente.

Nuestra experiencia

La experiencia de la izquierda política y social salvadoreña es muy variada. La izquierda política, el PCS, surge en el marco de una gran efervescencia, de una gran movilización  popular de los años 20, que desemboca en una revolución que es derrotada, y viene luego una gran matanza, la de enero de 1932. En días, se pasa de  la legalidad  a la ilegalidad, de locales abiertos y campaña electoral a la lucha armada y luego a la más  profunda clandestinidad, tanto que si dos comunistas se miraban  por la calle ni se saludaban.

En nuestra experiencia, el sujeto político y el sujeto social  han transitado por tres grandes torrentes de la lucha de clases, por tres grandes expresiones del enfrentamiento contra la dictadura militar  y en el nuevo periodo abierto a partir de la reforma política de 1992 : la lucha armada, que abarca básicamente de 1970 a 1992[38], la lucha electoral a partir de 1992 y vigente, y la lucha de masas, que en su modalidad de lucha contra la burguesía, inicia en 1919 con una huelga de sastres y sigue vigente, ya por más de cien años. 

Durante 60 años (1932-1992) el sujeto político actúa desde la ilegalidad y en diversos momentos haciendo uso de la violencia revolucionaria (1932, diciembre de 1944, y 1970-1992), así como utilizando la legalidad burguesa directamente o mediante frentes políticos encubiertos, en seis momentos  (1932, 1944,1958-60,1966-67, 1970-77 y 1992-2020).

El sujeto social, por su parte, actúa también desde la ilegalidad o desde la legalidad conquistada o asumida, desde lo pacífico hasta ejerciendo la violencia. Momento de legalidad fueron los siguientes: 1919-1932, algunos meses de 1944, 1948-52, 1957-1980, y de 1957 hasta nuestros días. Momentos de ilegalidad: 1934-1944, 1944-48, 1952-1957, y el peligroso momento bajo el asedio de la contrarrevolución disfrazada de escuadrones de la muerte 1981-83, similar al vivido en enero de 1932.  También hubo momentos en que el sujeto social asumió la violencia contra el sistema: el periodo 1978-79 y el periodo 1988-89, de violentas demostraciones de calles, huelgas (me acuerdo del heroico AGEMHA, del STISSS) y tomas de instituciones.

Fíjense que casi toda la década del 30 es de ocultamiento, pero el sujeto político sigue vivo, no lograron destruirlo[39]. Y esto permite que se aproveche la coyuntura de la lucha mundial contra el fascismo para sacar la cara, y ya en el 38-39[40] y mucho más en el 40 surgen las primeras expresiones antifascistas[41] de sectores democráticos, civiles y militares que conspiran y se levantan,  el 2 de abril de 1944[42] contra la dictadura martinista, el levantamiento es derrotado pero inspira la movilización de los estudiantes universitarios[43].

Aquí es el sujeto social –no el político- el que hace uso de manera creativa de la forma de lucha de la resistencia pasiva, se declara la huelga general de brazos caídos, nadie va a trabajar, el país se paraliza[44].  Martínez renuncia. En todos estos esfuerzos participan los comunistas, pero escondidos, encubiertos, sin mostrar la cara. 

Fíjense que al General Martínez le preguntaron porque usted triunfó contra experimentados militares el 2 de abril y fue derrotado un mes después, el 8 de mayo,  y por jóvenes estudiantes y el  confesó: no tenía contra quién disparar. La forma de lucha definida lo derrotó.

Lugo se abre un corto periodo de apertura democrática, regresan los exilados, y el sujeto político y el sujeto social, se unifican en un solo organismo, la Unión Nacional de Trabajadores, UNT, para participar en elecciones. Surge de nuevo en mayo de 1944 la lucha política en su vertiente electoral, este es el capítulo dos de lo electoral, el primero fue en 1932. En octubre de 1944 se cierra esta posibilidad y de regreso al exilio, a la cárcel y a la clandestinidad.

Pasa a primer plano la lucha sindical, el sujeto social, pero clandestino. En 1948 el sujeto social, el Comité de Reorganización Sindical, CROS,  sale a la luz pública y es prontamente reprimido, en 1951 y 1952. De esta época es la obra testimonio Secuestro y capucha de Cayetano Carpio[45]. Pero ya en 1957 los comunistas logran derrotar una maniobra divisionista del régimen y se posicionan en la dirección de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, el sujeto social  había ganado su legalidad[46].

Y también los comunistas, el sujeto político, logran reactivar la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños, AGEUS[47], que publica Opinión Estudiantil, un poderoso instrumento de lucha ideológica. Pero faltaba lo político y es en 1959 que surge el Partido Revolucionario Abril y Mayo, el PRAM, que era ilegal pero abierto, y participa de las jornadas contra la dictadura de Lemus.

Luego vienen los años sesenta, en los que la Revolución Cubana, Fidel Castro, el Che,  la Sierra Maestra, cautivó la imaginación de la juventud de esa época. Frente a la continuación de la dictadura en 1961 se forma el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, y una nueva generación  retoma, treinta años después de 1932, los preparativos para el  despliegue del camino de la lucha armada. Pero el régimen es hábil y clausura esta posibilidad mediante reformas democráticas.  Y ya para 1963 la situación se había enfriado.

Y entonces se retoma la lucha sindical y estudiantil. Y en 1966 surge de nuevo el sujeto político abierto, mediante un frente político, el Partido Acción Renovadora, PAR  Nueva Línea  y la candidatura presidencial del Dr. Fabio Castillo. Era la segunda vez, la primera fue en 1944 con la UNT y la candidatura del Dr. Alejandro Dagoberto Marroquín. La historia seguía marchando.

La campaña fue una gran escuela política, ojo, una gran escuela política, como debe ser toda campaña política de la izquierda. No se ganó en lo electoral, se quedó en tercer lugar,  nos superó el PCN, y hasta el PDC, pero se ganó y mucho, en lo político, en la lucha ideológica, se hablo de reforma agraria por primera vez desde 1932, de reforma urbana, de Cuba, etc. Esta es una gran lección para el desafío que enfrentamos en febrero del próximo año.  

Un viejo amigo de la Jotace, de la Juventud Comunista, me aconsejaba sobre este aspecto: “siempre hay que soplar la llama de la rebelión ( y hacía el gesto de soplar) para que no se apague, para que la derecha no logre apagarla…”[48]

En 1970 el sujeto político se bifurca, la izquierda se divide, un sector, el PCS, continua en la forma de lucha electoral hasta 1977 por medio de una gran alianza política, entre democratacristianos (PDC), socialdemócratas (MNR) y comunistas (UDN),  llamada Unión Nacional Opositora, UNO,  y por otra parte, emerge otro sector, inicialmente las Fuerzas Populares de Liberación, FPL “Farabundo Martí”  y el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, que inician el camino de la lucha armada contra la dictadura militar. 

Posteriormente surge en 1975 la Resistencia Nacional, RN,  y en 1976 el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos, PRTC. Ambos sectores, luego de una enconada lucha ideológica, se unifican en diciembre de 1979 y asumen la lucha armada como la principal forma de lucha.

En el periodo 1974-1980 el sujeto social adquiere volúmenes gigantescos en combatividad y masividad, reflejado en las llamadas organizaciones revolucionarias de masas, Bloque Popular Revolucionario (BPR), Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), Ligas Populares LP-28 de Febrero, Movimiento de Liberación Popular (MLP)  y el partido Unión Democrática Nacionalista (UDN). Juntas forman la Coordinadora Revolucionaria de Masas(CRM) . Esta gigantesca movilización popular se agota por la represión ya en agosto de 1980. En octubre de 1980 se crea el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

En enero de 1981 el sujeto político unificado en el FMLN realiza una ofensiva que fracasa,  pero que inicia lo que se llamó la Guerra Popular Revolucionaria[49], que concluye en 1992 y que incorpora una gran variedad de formas de lucha, además y junto con la armada, la lucha conspirativa, la lucha clandestina, la lucha en las cárceles, la lucha diplomática, la lucha de solidaridad, la lucha de los refugiados, la lucha mediática[50] y ya casi al final de la guerra, se gana los espacios políticos para la lucha electoral[51].

En fin cada sector del sujeto político y del social aportó su valiosa contribución en estas diversas formas de lucha, que se presentaban como únicas, no obstante la existencia de cinco partido unidos en un solo frente político-militar, el FMLN. A la vez existía una poderosa alianza con fuerzas democraticas, aglutinadas en el Frente Democrático Revolucionario (FDR)[52]. Este periodo es históricamente, nuestra principal experiencia política de lucha por el poder.

En 1992 se logra una solución negociada al conflicto militar que modifica  el sistema político y en septiembre de ese año el FMLN se convierte en partido político legal y asume la lucha electoral como principal[53]. Esto conduce a través de un proceso de acumulación electoral, a ocupar el ejecutivo durante diez años, de 2009 a 2019. Y conduce también luego a dos severas derrotas electorales en 2018 y 2019.  Ahí estamos.  

En el 2020, en esta época del coronavirus, de las caras tapadas, hay que preguntarse de nuevo cuál es la forma de lucha más adecuada al momento, en qué medida la lucha electoral sigue siendo la modalidad más adecuada de lucha, con que la vinculamos en el camino de construcción de poder popular. Febrero de 2021 seguramente nos dará elementos para responder  a esta pregunta. [54]

Las cinco grandes tareas de Schafik junto con un llamado enérgico

Schafik, nuestro principal teórico y conductor  político,  comprendió con claridad el inmenso daño que las practicas electoreras iban a provocarle  al FMLN y el peligro de una derrota ideológica, por eso en su testamento político[55], documento escrito un mes antes de su fallecimiento  plantea a la dirección entrante[56]cinco grandes tareas así como hace un llamado enérgico a la militancia.  Estas tareas y el llamado sigue teniendo –quince años después-una gran vigencia y urgencia en la actualidad.

Como primera tarea plantea Schafik que “se necesita combatir la corrupción en las estructuras de poder en que estamos participando” y hace propuestas al respecto, una contraloría. Dos, “hay que combatir la corrupción y el maltrato a la gente, desde la autoridad que tenemos en esos cargos. Combatir el engaño de ofrecer y después hacer otra cosa”.

Tres  darle tratamiento a “los métodos de intolerancia y verticalismo, que yo los llamaría monárquicos,  en distintos niveles. Cuatro, fomentar la modestia en los dirigentes a todo nivel, su capacidad de escuchar, sobre todo cuando se trata de la base. Cinco, construir y defender la unidad del partido. El partido revolucionario debe ser un colectivo altamente organizado, unido y disciplinado, donde existe diversidad de opiniones y debate, donde se práctica la crítica y la autocrítica, pero no la división.”

Y el llamado lapidario que hace es el siguiente: “el principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo.” Y reconoce autocríticamente que estas enfermedades se hallaban  incluso “del lado en que yo me encuentro.”

6. Las tres direcciones del instrumento político.

El partido de izquierda puede conducir a su militancia por tres grandes caminos, en tres direcciones: el partido como luchador social, como instrumento para la toma del poder y como administrador del sistema.

El partido como luchador social (construir poder popular  es construir socialismo)

El partido como luchador social, constructor de poder popular es una novedad teórica, forma parte de  la contribución que desde América Latina se ha ido construyendo, comenzando desde la teoría de la  dependencia, la teología de  la liberación, la educación liberadora de Paulo Freire, pero fundamentalmente de las luchas populares que han desafiado al sistema capitalista, incluyendo las luchas por la democracia y contra el modelo neoliberal.  

Esta tesis plantea que el poder no se construye  a posteriori sino que a priori, en la cotidianidad social, desde antes de llegar al gobierno, desde antes de controlar el aparato de estado. El poder es una relación social, relación de reconocimiento y es fluida, circula, cambia, a diferencia de las estructuras[57] que son estables, permanentes. Cada persona ejerce cierto tipo de poder y a la vez se ejerce poder sobre nosotros.[58] 

El argentino Dri propone que “crear poder popular significa crear nuevas relaciones humanas, crear nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones políticas…”[59] Y estas solo pueden estar basadas en la comunión de ideales, de principios, de compañerismo, de una estrategia decidida de manera participativa,  y son refractarias a la manipulación, el servilismo y la imposición. Surgen del corazón y de una razón emancipadora.

Uno de los requisitos básicos para que las organizaciones populares, el sujeto social,  como el partido, el sujeto político, puedan construir poder popular, construir un proyecto social alternativo propio, diferente al capitalismo, al que podemos llamar socialismo o nueva sociedad, es que sea un movimiento autónomo tanto del Estado como del sujeto político.

Nosotros podemos construir un El Salvador diferente en la medida que nos organicemos y lo decidamos. Nuestro sueño de una sociedad más justa y democrática es posible. Construir poderes horizontales que rompan con la lógica del capitalismo es posible. El socialismo es una aventura horizontal, decían unos compañeros argentinos.[60]

Lo vivimos en la cotidianidad de la amistad. Podemos construirlo desde lo local, desde el territorio, incluso desde lo electoral, en la medida que lo vinculemos siempre a una lucha más amplia, al horizonte nacional, y al horizonte global, en cualquier temática.  En los últimos tiempos hemos olvidado  la perspectiva global, nos hemos enconchado.  Pero contamos con experiencias al respecto.

En 1998-1999 constituimos el capítulo nacional de SAPRIN (Red Internacional de la Sociedad Civil para la revisión Participativa de los Programas de Ajuste Estructural (que estaba coordinada por FUNDE, primero por Alfonso Goitia y luego por Roberto Rubio); y nos movilizábamos semanalmente a nivel global, desde Seattle con un horizonte de lucha planetaria anti-globalización.

Incluso hemos olvidado la perspectiva regional, a principios del siglo nos coordinábamos como movimientos populares (MPR-12, BPS y Red Sinti Techan) mediante el Foro Mesoamericano, incluso realizamos en julio del 2005 el V Foro Mesoamericano en la UES. El sujeto político, el FMLN, por su parte,  mantiene su presencia en el Foro de Sao Paulo, FSP, esta es una presencia clave, estratégica, sino nos auto aislamos. Y esto es parte de la construcción de poder popular.

El movimiento popular construye poder con sus asambleas y sus luchas, son poderes locales, sectoriales que se enfrentan sea al poder del capital o del aparato de estado. Confrontan, negocian, adquieren protagonismo, reconocimiento, eso es poder popular y por medio de redes este puede crecer y desafiar al poder establecido, disputarle su poder. Al crecer este enfrentamiento se necesita una estructura  nacional o regional y esto abre el peligro de la burocratización, del que hablaremos más adelante.

Pero es necesario porque hay que tener claridad que “no se puede esperar que una lucha social no tenga dirigentes que la conduzcan, que sean visibles, que produzcan confianza en la gente que protesta, que inspiren con su ejemplo.[61]

Construir poder popular es construir nuevas relaciones sociales, de reconocimiento, horizontales, que rompa con el esquema de jefe-subordinado, de ordenar y obedecer, que es el corazón del sistema del poder tradicional, basado en el amo y el esclavo, el señor y el siervo, el dirigente y el dirigido.

Modificar el esquema autoritario y patriarcal es un proceso a largo plazo, pero es importante como primer paso comprenderlo, para ir gradualmente desestructurándolo, deslegitimándolo, desarmándolo. Y saber que se puede y se debe construir algo diferente, alternativo, desde lo local, desde la cotidianidad.  

El poder popular desde abajo: la lucha de las comunidades como horizonte emancipatorio

Cuando nuestras comunidad salen a bloquear, a cerrar una   calle ya están ejerciendo poder, poder popular, pero cuando el estado satisface esa demanda –de agua, o de electricidad, o de una pasarela-  este poder de la organización y la movilización se evapora, se diluye, se escapa, queda como experiencia pero no se reproduce en estructuras, no hemos tenido la capacidad de construir una red nacional de comunidades en lucha, a veces lo que sucede es que mediante esta protesta una ONG o una red de ONGs  presenta un proyecto a la cooperación internacional, y se ejecuta mediante la alcaldía, y entonces la lucha se mediatiza.

Fíjense que la gente de las comunidades sale con sus propios recursos, con sus llantas viejas y huacales, y cuando cierran la calle, y queman llantas, se enfrentan al poder del estado, haciendo uso de la violencia o amenaza de violencia, en un acto ilegal, pero justo. Es un acto de fuerza, es un desafío abierto a los poderes constituidos, se está desobedeciendo al orden burgués (a la PNC, a la UMO), es una narrativa local de rebelión emancipadora.

Y luego llega la PNC, la UMO, la PDDH, motoristas envalentonados, a veces la Fiscalía, etc., a amenazar con capturas o a tratar de apagar el fuego de la protesta, negociando: abran aunque sea un carril, manifiestan los representantes del orden establecido. La gente los ha enfrentado y ese enfrentamiento es una alta escuela política de construcción de poder popular, vale por mil cursos y lecciones de teoría. Es la gente empoderándose en la calle, en la práctica, en la lucha popular.

El poder popular desde arriba: las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador

Durante las primeras dos décadas del siglo XXI se desarrollaron en América Latina interesantes procesos de cambio político de naturaleza emancipadora, que se plantearon no la tradicional toma del poder, sino la transformación del Estado –figura central del poder- como objetivo último así como la ruptura con el orden neoliberal mediante el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares[62], y usaron en sus narrativas de manera diversa, la figura de construcción de poder popular, pero desde el Estado.  

Este novedoso proceso inicia en Venezuela con la victoria de Hugo Chávez en 1998, y se extiende en el 2005 a Bolivia con la victoria de Evo Morales y a Ecuador en 2007 con el triunfo electoral de Rafael Correa, así como se manifiesta en Uruguay y Argentina. En la actualidad tanto en Bolivia como en Ecuador  la derecha pudo recuperar su control del estado y únicamente subsiste Venezuela insurgente,  en una situación de acoso imperial agresivo y  permanente.

En estos procesos un rasgo común es que se pretendió construir poder popular desde las alturas del poder, desde el Estado, es más, en Venezuela, los ministerios se llaman “del poder popular.” La visión fue la de un Estado como herramienta de transformación, en el cual la llamada “sociedad civil” iba ir gradualmente empoderándose y asumiéndose como parte de “una democracia participativa y protagónica”.

Inicialmente, en estos tres procesos,  se dan proceso de coincidencia entre diversos actores populares   (Movimiento V Republica, sindicatos de cocaleros, movimientos ciudadanos) que construyen  frentes electorales para disputarle el gobierno a la derecha, impulsando a candidatos de izquierda (Chávez, Evo, Correa) que logran la conquista de los gobiernos nacionales.

Se desarrolla una dinámica política, con un nuevo tipo de organización  de naturaleza “movimiento-partido”  que  luego se convierte en una organización “movimiento-gobierno”[63] que constituye una contribución latinoamericana a las luchas emancipadoras, en tiempos de neoliberalismo.

Son procesos que transcurren desde caminos electorales, pacíficos, legales y gradualistas, y que impulsaron un amplio programa de reformas económicas y políticas, calificadas por algunos como expresiones del socialismo del siglo XXI y por otros como modalidades de gobiernos neodesarrollistas y extractivistas, que no rompieron con el capitalismo.

En el caso venezolano que lleva ya 22 años,  la principal expresión de poder  popular la constituyen los Consejos Comunales, que fueron creados en 2006 “de arriba hacia abajo, adscritos a la Comisión Presidencial del Poder Popular.”[64] Antes de los Consejos Comunales estuvieron los Círculos Bolivarianos, creados también por medio de un decreto presidencial. 

El partido como instrumento para la toma del poder  (el poder como relaciones de orden y obediencia)

El partido como instrumento para la toma del poder es el discurso tradicional y vigente en la práctica de la mayoría de la izquierda latinoamericana. Esta fue la experiencia fracasada de los países que construyeron el llamado “socialismo real”. Y expresa la crisis actual de la izquierda.

Esta visión de toma del poder, es bastante difícil modificarla  ya que se sustenta, se alimenta de una cultura nacional, y de una cultura de izquierda autoritaria, que sostiene que  unos pocos saben, dirigen  y la mayoría (la base, los compitas, los sectores populares) necesita ser educada, dirigida, orientada [65]y de esta manera justificar una lógica elitista donde unos mandan y otros obedecen, unos enseñan y otros aprenden.  

En este esquema existe una élite revolucionaria que pretende iluminar a los sectores populares a partir de la tesis que la conciencia viene desde fuera.

Fíjense que uno de los más interesantes debates sobre la toma del poder se encuentra en los evangelios, en la Biblia. Los discípulos se hacen los bigotes y discuten sobre qué puesto van a ocupar en el futuro gobierno, sobre cómo se van a distribuir el poder en el riquísimo templo de Jerusalén, y Jesús los bajo de un tajo de esa nube, explicándoles que en su reino la situación será diferente, el poder será para servir, no para aprovecharse de él y los discípulos quedan confundidos, era difícil entender esta nueva lógica de servicio y no de dominación.[66]

El espirítu electorero

Por otra parte, fíjense que las guerras, las elecciones y mucho más los cargos públicos transforman  a las personas. Una persona común y corriente se vuelve valiente o cobarde en los combates de una guerra, es una situación  extraordinaria estar bajo las balas. Es una situación extrema.

Lo mismo sucede en las elecciones, cuando no hay claridad sobre la construcción de poder popular, una persona digamos reservada, cuando va de candidato es como tocada mágicamente por la misericordia, y comienza a abrazar niños, a pintar casas, a llevar ayuda, a saludar con besito, cuando nunca lo habían hecho, etc.,  y la gente analiza, evalúa, la gente es muy observadora, valora la sinceridad y rechaza la hipocresía, la pose.   

El espíritu electorero es como el espíritu de Navidad, mágico pero breve. A Schafik le gustaba contar un chiste al respecto: se muere alguien y llega donde san Pedro  y este le pregunta, donde querés  ir y él le dice, dejame ir a ver, y se va para el cielo, y ve serafines tocando violines con música clásica y se regresa y le dice, está muy aburrido, y san Pedro le dice: anda ve entonces al infierno, y cuando llega esta un gran cumbión y la gente bailando, comiendo, chupando guaro  y divirtiéndose y entonces regresa donde san Pedro y le dice: envíame al infierno, y lo hace, pero esta vez cuando llega esta todo quemado, en llamas y un gran calor, y les pregunta: pero acabo de venir y había un fiestón y el diablo le dice: es que veniste en tiempo de elecciones, pero ya pasaron.

Bueno, y  ese candidato sonriente y bondadoso,  cuando ya está en el cargo difícilmente regresa  a esas comunidades que visitaba en campaña, hoy hay que gestionar una audiencia. No es broma, lo hemos visto y vivido. Esto tiene mucho que ver con nuestra concepción del poder, para que queremos y buscamos el poder. Y tiene mucho que ver con la situación actual.

Cuando fuimos gobierno hicimos muchos puentes, pero no organizamos a las personas que los transitan, entregamos útiles escolares, vaso de leche, pero no organizamos ni a los jóvenes ni a sus padres y madres, ni transformamos la educación, ni siquiera hicimos una reforma educativa progresista, y esto explica porque la gente no se identificó con esas obras, no se apropió de estos proyectos, los considero ajenos y parte de las obligaciones de todo gobierno. No pudimos ni quisimos construir poder popular, porque la visión era diferente, es una cuestión ideológica, además de política.  

El partido como administrador del sistema  (el gobierno como sumisión  al poder)

El partido como administrador del sistema es un peligro[67] que amenaza a aquellas fuerzas de izquierda que por años han sembrado y cosechado exclusivamente en el campo electoral, que es un campo que responde a la lógica, al discurso de los intereses de la clase capitalista.  

Marta Harnecker opinaba al respecto que existe “una izquierda neoliberalizada que ha reemplazado la creencia en el socialismo por la creencia en el capitalismo democrático, una izquierda que simplemente no cuestiona el sistema…”[68]

Las clases dominantes cuando son inteligentes, descubren que resulta más adecuado para sus negocios un gobierno de izquierda, moderado, cauteloso, prudente, que un gobierno de derecha, reaccionario, que va entrar en choque con el movimiento popular.  Al final se termina como izquierda jugando el triste papel de  administrador de la finca o de la maquila capitalista. Este ha sido el papel de la socialdemocracia y también de algunos partidos o frentes de izquierda.

No podemos seguir administrándole la crisis a la oligarquía, lo hicimos durante diez años,  y peor en alianza con el partido ARENA,  porque con esta conducta política corremos el riesgo de cerrar por un largo, pero largo periodo la opción de izquierda representada por el FMLN.

Ni tampoco podemos actuar bajo la premisa pragmática que hay que ser realistas y que la política es el arte de lo posible,   porque esto nos conducirá tarde o temprano a adaptarnos, a acomodarnos al sistema existente.  No seremos alternativa, opción de ruptura, posibilidad de cambio.

Y para los que sueñan con los cambios, la política no es el arte de lo posible, sino “el arte de descubrir las potencialidades que existen en la situación concreta para hacer posible lo que en ese momento aparece como imposible.”[69]

7. El empleado público como servidor público, visiones sobre la burocracia

Cuando hablamos de la burocracia[70], se debe precisar que los burócratas no son una clase social sino una capa intermedia. Los altos funcionarios responden a los intereses de las clases dominantes mientras  los empleados públicos forman parte del sujeto social  y a veces en los últimos años en nuestro país, a partir de los años ochenta, incluso encabezan las luchas populares, el sujeto social.

La burocracia política[71] es el conjunto de funcionarios y empleados públicos, que llenan las oficinas estatales.  Es un cuerpo jerárquico, autoritario, con una división del trabajo centralizada[72]. Hay también burocracia privada, religiosa, etc.[73]

El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920)  sostuvo la teoría de la dominación de la burocracia[74] y describió magistralmente sus principales características: carácter legal de normas y reglamentos, jerarquía de la autoridad, máxima división del trabajo,  profesionalización,  racionalidad, e impersonalidad. 

Consideraba que la burocracia era un instrumento de dominación[75], mediante el cual los gobernantes justificaban su poder y el sometimiento de sus súbditos, a través de la organización administrativa. 

En su concepción, Weber planta tres tipos de sociedad de autoridad legítima, de poder: la tradicional, donde el poder se trasmite por herencia como en las monarquías,  la carismática, que surge de un líder extraordinario que rompe con el sistema existente y establece un nuevo orden, y la burocrática,  o legal, basada en la racionalidad de normas impersonales, como en las democracias burguesas, con sus partidos políticos y sistema electoral.  

La burocracia en El Salvador

En nuestro caso, con la fundación del estado en 1841[76] nace también la burocracia  en sus dos niveles: funcionarios y empleados públicos. Por mucho tiempo el estado fue muy débil  y eran pocos los funcionarios y empleados públicos. Es hasta la llegada del coronel Osorio en 1944 que comienza a modernizarse el estado.

Históricamente, el partido político en el gobierno ocupa los puestos del estado con su militancia y allegados. Así fue con los funcionarios del Pro-patria del general Martínez; del PRUD del coronel Osorio, del PCN del coronel Julio Adalberto Rivera, del PDC del Ingeniero Duarte, de la ARENA del mayor DAubuisson, del FMLN de Schafik y hoy de NI de Bukele.

Los partidos políticos han sido básicamente partidos de empleados públicos y no es casual, ambas instancias, Estado y partidos, forman parte de la superestructura jurídico-política de la sociedad[77]. Pero entonces el desafío es la ruptura de este orden histórico y cultural, expresión de este sistema de capitalismo neoliberal dependiente, como lo caracterizaba Schafik.[78]

La burocracia de las revoluciones triunfantes

Las revoluciones triunfantes del siglo XX, de origen marxista, comenzando con la rusa de 1917, destruyeron la vieja máquina burocrática del estado zarista, pero se vieron obligados a construir sobre sus cimientos, un nuevo aparato burocrático proletario.  Estos bolcheviques, bajo la conducción política de Lenin, se vieron forzados a utilizar los cuadros técnicos del ancien régime, para garantizar el funcionamiento (de donde viene funcionarios) del nuevo orden proletario socialista.

Incluso los generales zaristas, intelectuales de la nobleza, fueron obligados a enfrentar a la contrarrevolución, a servir al ejército rojo como jefes, pero bajo el control estricto de “comisarios políticos”[79] del partido comunista bolchevique. Todo esto origina una burocracia mayor que la existente durante el zarismo y por supuesto, mucho más poderosa, manejando muchos más recursos.

Los empleados del nuevo estado proletario rápidamente buscaron los medios para ingresar al partido gobernante  y desde ahí alzando la bandera roja, y ya con el anhelado carnet, garantizar su permanencia y privilegios. El mismo Lenin se preocupó pero se vio rebasado por este fenómeno, aunque lo combatió enérgicamente.[80] Por su parte, Stalin supo astutamente provecharlo a su favor.

En el caso de la China de Mao, incluso diez años después del triunfo revolucionario de 1949, él se ve obligado a lanzar la Revolución Cultural para enfrentar ya en el socialismo, y con la fuerza de la juventud, el orden cultural imperial de los mandarines, el “demonio” del espíritu burocrático y clasista todavía vigente en la mentalidad de los funcionarios[81] y pueblo chino. La dominación política era ya proletaria, pero se mantenía el yugo cultural de los mandarines, de naturaleza feudal.

La burocracia y el peso de la tradición se convierten en la palanca de freno de las revoluciones triunfantes. En Cuba, en 1963 el Che se pronuncia categóricamente contra el burocratismo[82] y lo mismo en el caso de Fidel.  Decía Fidel: “El burocratismo tiene muchas causas. Pero, bien, es un mal en parte pasado y en parte presente. Y creo de todo corazón que el socialismo tiene que cuidarse del burocratismo tanto como del imperialismo. No olvidarse de eso, porque es más peligroso, porque es un enemigo clandestino.”[83]

En la Revolución Popular sandinista (1979-1990) el país se vio invadido por decenas de nuevas siglas de nuevas instituciones estatales. Bueno, incluso los zapatistas, allá en Chiapas, con el Sub Comandante Galeano otrora Sub Comandante Marcos[84], que le huyen al poder, seguramente no se han visto libres de este flagelo de la burocracia y en sus caracoles han de existir los famosos funcionarios o representantes de la comunidad.

La burocracia en los procesos de cambio latinoamericanos

En los recientes procesos latinoamericanos de irrupción de la izquierda a los gobiernos, iniciados con la victoria de Hugo Chávez en Venezuela en diciembre de 1998, que fue seguida por una cadena de victorias que pintó de rojo el sur e incluso sus vientos llegaron hasta la región centroamericana. Hablamos de Uruguay, Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, y Nicaragua y El Salvador.

En el caso de El Salvador, el ejército guerrillero (1981-1992) convertido en partido político ocupa a partir de 1994 espacios legislativos y municipales. En 1997 gana la capital San Salvador  con Héctor Silva, y en 2009 gana la presidencia, con el periodista Mauricio Funes.  En este proceso de ocupar oficinas públicas se ve obligado a recurrir inicialmente a sus antiguos comandantes, luego a cuadros del movimiento popular, y finalmente a personal de naturaleza técnica  pero supuestamente “de confianza”.

Y el mismo proceso de ocupación de espacios públicos va exigiendo y permitiendo la influencia de una cultura burocrática así como la inyección de un nuevo contingente, esta vez de decenas, quizá centenares,  de empleados que llevan al partido sus ideas de estabilidad y privilegios, y que se especializan en el manejo de las campañas electorales locales y nacionales, que incluso garantizan con sus conocimientos para el sistema, la totalidad del juego electoral, pero que por su formación ideológica, por su mentalidad burocrática, son inmunes y refractarios, alejados del mundo de la organización y lucha popular.

Pero esto no significa que no puedan ser ganados a la idea de construir poder popular, sino que ese es el desafío político e ideológico al que nos enfrentamos, y aunque no será fácil la tarea es que hay que ganarlos a la causa de la lucha popular. 

8. Las relaciones entre la burocracia política (empleados públicos)  y la organización y lucha popular: conflictos y dilemas

Las relaciones entre la burocracia política[85]  y el movimiento popular a lo largo de los últimos años ha sido una historia de desencuentros, en su mayor parte de confrontaciones y pocas veces de concertaciones. La naturaleza de sus funciones, de conservar y reproducir el sistema, empuja a este desenlace, incluso si el funcionario es de izquierda.  El estado se nos presenta como un aparato burocráticamente estructurado.[86]

Y la democracia en el estado capitalista se fundamenta en lo político, en una supuesta ciudadanía, con base en una igualdad jurídica formal de carácter universal, “todos tenemos los mismos derechos” nos alegan, pero que contrasta en lo económico, con la necesidad de ese ciudadano libre de vender su fuerza de trabajo para poder subsistir, ahí ya no somos iguales.  A final, ambas relaciones, la política y la económica, obedecen a un único sistema de subordinación del trabajo al capital. Y la burocracia, los  funcionarios públicos, se orientan a la reproducción de este sistema injusto.

En el caso de los veinte años de los cuatro gobiernos de ARENA, inicia con Alfredo Cristiani (1989-2004), Armando Calderón Sol (1994-1999) , Francisco Flores ( 1999-2004 , Antonio saca (2004-2009) las relaciones fueron básicamente de choque, de conflicto y lo interesante es que el conflicto se dio entre los funcionarios areneros, al servicio del gran capital nacional y transnacional y los empleado públicos sindicalizados como el sector mejor organizado y más combativo del movimiento popular, y en alianza con el sujeto político, con el FMLN. 

Entre los sectores de empleados públicos más combativos sobresalieron los del Ministerio de Hacienda, Educación y Salud. Durante el gobierno de Cristiani se aprobaron los programas de ajuste estructural (PAE) que vinieron a elevar drásticamente el costo de la vida  para los sectores populares. El tercer presidente arenero en 2003 enfrentó la furia popular al pretender privatizar el sistema de salud.

En el caso de los diez años de los dos gobiernos de FMLN, incia con Mauricio Funes( 2009-2014) y sigue y concluye con Salvador Sánchez Ceren (2014-2019)  (2009-2019) el movimiento popular organizado (CSTS, MPR-12, FSS, Conphas,Cirac) jugó un papel pasivo y únicamente aplaudió los programas sociales implementados desde la presidencia.

En el caso del actual gobierno de Nuevas Ideas, que inicia con Nayib Bukele (2019-2014) , el movimiento popular vinculado al FMLN se encuentra paralizado y los sectores populares organizados, en particular los empleados públicos,  son objeto de disputa por esta nueva fuerza política.

9. La subordinación, la autonomía o el compromiso del movimiento popular con la construcción de poder popular

La subordinación  del sujeto social al sujeto político o vanguardismo

El dirigente socialdemócrata alemán Karl Kautsky es el padre ideológico de la criatura llamada vanguardia[87] mientras que V.I. Lenin es su padre político, que universalizó el término[88] de vanguardia revolucionaria, en el marco del desplazamiento de la conducción del movimiento obrero internacional, de la II a la III Internacional, del Partido Socialdemócrata Alemán al partido bolchevique ruso. 

Y es preciso a esta altura diferenciar entre esta famosa  metáfora militar de vanguardia, que seguramente fue inspirada originalmente por el ejército prusiano,  con lo que ha sido en realidad su papel, que más que vanguardia ha sido el estado mayor  que conduce las luchas del proletariado y los sectores populares. 

En nuestra cultura política salvadoreña, autoritaria y militarista,  por décadas de dictadura castrense, el concepto de vanguardia impactó, inspiró  y movilizó a varias generaciones de comunistas y revolucionarios marxistas, fue un instrumento de lucha, es parte de nuestra tradición, ya que nos permitió sobrevivir.  

Aunque originó también diversos fenómenos de  fetichismo del partido[89]. El partido se vuelve de medio en fin, de instrumento de lucha en divinidad por la que hay que sacrificarse, y rendirle culto, cuando el fin es la emancipación de los sectores subalternos.

En nuestro proceso político, por décadas, el sujeto social ha estado subordinado al sujeto político, a veces incluso ha surgido del sujeto político, la llamada por muchos años vanguardia.  No obstante, que originalmente en el caso nuestro el sujeto político nace del sujeto social, el PCS[90] nace en 1930 de las luchas de la FRTS (1924). Lo mismo sucedió con el PT brasileño, que surge en febrero de 1980, derivado del movimiento sindical y de las comunidades eclesiales de base,  entre otras vertientes.

Por eso causó una gran sorpresa y rechazo, luego de décadas de subordinación,  en febrero de 1992, cuando el movimiento popular y social recibió la noticia que “quedaban en libertad”, que el FMLN ya no se hacía responsable de su accionar. Se entendió como que al movimiento popular lo dejaban a la deriva,  como un abandono paterno inexplicable, como un gesto ofensivo y censurable. Habíamos asumido esa relación equivocada como un derecho que se nos arrebataba.

En el imaginario de la vanguardia, la subordinación del movimiento popular y social es consustancial al cumplimiento de su papel,  y en el caso nuestro, cuenta con una larga tradición, que incluye hasta 1970, al CROS  y a la FUSS, y después del 70 al FAPU,BPR, LP-28, MLP, Comité pro1 de Mayo, MUSYGES; UNTS, MPR-12, BPS, etc.

Hacia el movimiento popular, la vanguardia diseñaba la estructura y definía su dirección, y luego acompañaba y  evaluaba su actividad práctica, realizando ajustes, quitando y poniendo dirigentes. Era el vanguardismo en su expresión máxima, con su correspondiente dosis de autoritarismo y arbitrariedad. Y esta es una práctica nociva quizás todavía vigente en algunos espacios.

La autonomía  del sujeto social y el peligro del basismo

Por otra parte, dado el nivel de organicidad alcanzado históricamente en nuestro país y las características de dependencia de la organización popular  hacia el partido político, construir la concepción y práctica de la  autonomía requirió altos niveles de audacia, ruptura y apertura  a los cambios.

Surge únicamente luego de los Acuerdos de Paz de 1992 en algunos sectores del movimiento sindical y estudiantil universitario, así como organizaciones de mujeres y ambientalistas, que asumen la autonomía y se separan de la obediencia  a la línea. Como reacción a lo que fue el vanguardismo, surgen diversas manifestaciones de democratismo, de basismo,  de la concepción que todo debe ser resuelto y decidido por todos, así como de actitudes en contra de todo lo que huela a política, como las elecciones, o las organizaciones de izquierda y en particular en contra del FMLN.

No obstante algunas resistencias conservadoras, diversas organizaciones, en particular algunos sindicatos como Fenastras y recién surgidas organizaciones de mujeres como las Dignas asumieron el desafío de construir organizaciones autónomas, de construir su propia agenda, mientras que el grueso del movimiento popular regreso al seguro redil de la orientación partidaria,  a la tradicional obediencia a la “vanguardia.”

La tesis de la construcción de poder popular

Surge con fuerza en el marco de las batallas antiglobalización  latinoamericanas, ya en el siglo XXI, e influye en organizaciones tanto fuera como dentro del FMLN,  y se entiende en ese momento, como un esfuerzo por balancear el énfasis electoral y enfocarse en la necesidad de trabajar en y desde los territorios.

Pero en realidad ha sido muy exigua la reflexión acerca del significado profundo del concepto político de construcción de poder popular, ya que incluso se impulso desde la misma organización partidaria, sin ningún tipo de planteamiento autocritico o viraje en términos de la actitud tradicional de buscar la subordinación del movimiento popular y social.

El discurso del poder y la literatura

Los discursos del poder[91]quedan retratados no solo en las alocuciones teosófica-políticas pronunciadas desde el paraninfo universitario, por el General Martínez, sino también en los discursos de la  literatura (Salarrué con Cuentos de Barro[92], 1933) e incluso en el discurso teológico (Monseñor José Alfonso Belloso y Sánchez[93]).

Ocurre el choque de visiones entre los discursos de la generación literaria (ilustrada) la de la contrarrevolución de 1932  (Salarrué, Lars, Ambrogi, hermanos Espino[94], etc.) y la de la insurgencia popular de 1956 (Dalton, Cea, Argueta, Armijo, etc.) ambas comprometidas con proyectos políticos antagónicos, la primera populista de derecha y la segunda socialista.

No obstante el respaldo de la primera a la represión martinista, debe señalarse que tuvo algunos atisbos democráticos.[95]  En pintura, se enfrentan la visión idílica y pintoresca de José Mejía Vides (G32) con la clara posición política militante de los grabados de Camilo Minero (G56).

Las dos expresiones literarias (o discursos) más poderosas de la generación de 1932 son Cuentos de Barro de Salarrué (1933) y Jícaras Tristes de Alfredo Espino (1936). Esta generación literaria tiene como antecedente filosófico el pensamiento reformista  de Alberto Masferrer  y el acompañamiento político del régimen bonapartista del general Martínez.

Salarrué y Espino en sus discursos describen magistralmente la soledad, el dolor y sufrimiento de nuestros campesinos, su tecomate y sombrero de nostalgia, pero se esmeran en esconder, ocultar, negar  su machete y grito de rebeldía, su terca y ruda resistencia frente a la opresión, su dignidad.

Los campesinos de Salarrué y Espino han sido derrotados. No obstante esto, Espino con su poema Un rancho y un lucero refleja tímidamente la lucha por la tierra así como denuncia la violencia machista contra la mujer campesina en su poemas La mataron un día y Allá.

Ya antes de la derrota real (militar de la insurrección de enero de 1932) había ocurrido la derrota literaria (ideológica). Enero de 1932 estuvo precedido por una derrota cultural del horizonte emancipador, encabezada por intelectuales orgánicos al proyecto oligárquico autoritario. La derrota literaria sucede antes de la derrota política y militar.

Políticamente en 1932 la incapacidad de la vanguardia, del sujeto político, de forjar alianzas  con las fuerzas araujistas, para aislar y derotar al enemigo principal, la conspiración martinista, bloquearon la posibilidad de enfrentar con éxito o al menos de nivelar la posterior represión y masacre. Se fueron solos al combate, error que fue corregido por el sujeto político en 1981 con la participación del FDR. En 1932 ya había una derrota cultural previa que posibilitó la derrota política y luego militar.

Una de las  expresiones (o discursos) más poderosas de la generación de 1956 son Las historias prohibidas del pulgarcito de Dalton (1974). La generación del 56 es la generación de la ruptura, del acompañamiento al movimiento popular y la militancia política marxista, con el antecedente literario de Oswaldo Escobar Velado y el político de Jorge Arias Gómez, dirigente del PCS. Roque Dalton es la expresión más lograda –aunque trágica-de esta generación. 

Es hasta los años 70 que surge una nueva generación literaria, la Generación del 75, en el marco de la eclosión de un gigantesco movimiento popular que fue el fundamento histórico para la guerra popular revolucionaria (1980-1992).

La prolongación del conflicto armado por doce años (1980-1992) solo pudo ser posible por la existencia de una ofensiva ideológica, que previamente había derrotado la hegemonía cultural oligárquica, y que fue iniciada en 1970 con la emblemática canción El planeta de los cerdos, música y letra de Carlos Francisco Aragón, e interpretada por La Banda del Sol.   Con los Acuerdos de Paz de 1992 esta generación languidece, pero una de su ultimas expresiones fue el centro cultural Quinto Sol, en el centro capitalino, iniciativa del grupo musical Tepeuani.

Los paradigmas de la rebeldía y la sumisión

Resulta interesante desde una perspectiva histórica y política, como las generaciones rebeldes al alcanzar la madurez condenan a las nuevas generaciones a la sumisión y la obediencia, hasta que surja una generación que de nuevo se vuelve rebelde y rompe con estas cadenas y con este paradigma del sometimiento.

Esta es la experiencia de la generación bolchevique que gobierna la URSS –primero con Lenin y después con Stalin-por más de 45 años. Es la experiencia de la generación de Mao que desde los años 30 hasta los70 condujo a la revolución, y que llega incluso  a los años 80 con el viraje capitalista de Deng Siao-ping.

Es la experiencia de los sandinistas, ya que Daniel es el representante de la generación de los años sesenta-setenta, que derroca a Somoza  y que hoy sigue conduciendo al FSLN y gobernando el país, cincuenta años después.

En nuestro caso, la generación de los setenta, la que irrumpe en la política nacional de manera clandestina con las armas en la mano, y rechazando airadamente las ilusiones en el sistema democrático burgués, y lanzados a la construcción entusiasta de  organizaciones político-militares, cincuenta años después, siguen en la práctica conduciendo al FMLN. Ellos y ellas      (aunque más ellos) fueron rebeldes y luego comandantes, y luego diputados, alcaldes, ministros. 

Y resulta interesante que ha habido momentos en que los que fueron conocidos por  su radicalismo estudiantil, y que en su juventud suspendían clases y cerraban la UES; hoy ya en su madurez se volvieron reaccionarios, e incluso hacen enérgicos llamados al orden y contra “la anarquía y el caos.”

10. Conclusiones: la lucha continúa…

Debemos de prepararnos política e ideológicamente para un nuevo periodo histórico, para un nuevo ciclo político, y aprender a nadar en esas aguas, lo que significa impulsar desde ya la movilización popular por la democracia…pero con una nueva visión, la visión de construir poder popular. La lucha continúa…

De otra forma, repetiremos los mismos errores y obtendremos los mismos resultados que obtuvimos en las elecciones de 2018 y 2019. Le gente necesita vernos acompañándolos en sus luchas, pero no para la foto, sino para la planificación, para la desvelada, para la elaboración de los carteles, para la protesta, para la negociada, para la fiesta de la victoria o para la chillada de la derrota. No se trata de llegar e irse como visitante bondadoso, hay que estar ahí siempre, solo así recobraremos el respeto y el cariño perdido. 

Para enfrentar estos nuevos momentos se necesita un polo de conducción política, que defina rumbo estratégico, de manera participativa, que defina el enemigo principal, que defina alianzas, que defina formas de lucha, sea este el resultado de la coordinación entre el sujeto político y el sujeto social, o de un sujeto político renovado, dialogante y concertador. La vida nos enseñará de que se trata, o si no lo logramos.

Hay dos criterios para juzgar la orientación ideológica y política que llevamos, el primero es que el sujeto tanto político como social debe funcionar en el marco de la más amplia democracia y  dos, que es el protagonismo de los sectores populares el fundamento de cualquier proyecto de emancipación.

Es importante asimismo, rescatar el espíritu de camaradería que debe de identificar nuestro accionar y la forma como nos relacionamos. Muchas veces la lucha por el poder nos ha incluso deshumanizado, y esto es triste, porque no podemos ofrecer lo que no tenemos. Desde ya debemos de construir nuevas relaciones sociales entre nosotros. Esto es poder popular.

El ejemplo de entrega y de heroísmo del Che[96] sigue alimentando nuestros sueños.[97] Así como el ejemplo internacionalista y combativo de Farabundo Martí. No podemos ni debemos tener como sueño ser funcionarios públicos para volvernos millonarios, eso no forma parte ni de nuestra historia ni de nuestra ética, como izquierda salvadoreña.

Y trabajar en redes, en redes locales y globales, y partiendo de sólidos principios como el respeto a la dignidad, los derechos humanos, la justicia, la amistad, entre otros, que se han venido acumulando como expresión de una nueva humanidad. Y el vínculo estará dado por el fuego de la lucha como criterio de valor de cualquier manifestación emancipadora, incluso la electoral. Las elecciones como un espacio para acumular fuerzas, para la educación política, y vinculadas a las luchas populares  por la democracia.

Creo y espero que una de las condiciones que permitan la renovación de la izquierda salvadoreña en su vertiente política y social, académica y religiosa, va a estar vinculada al surgimiento de una nueva generación rebelde, protagónica, contestataria, iconoclasta, como lo fue la generación de Lito Aguiñada, Felipe Peña, Lil Milagros Ramírez y Rafael Arce Zablah.

Si esa generación rebelde ya ha llegado o está todavía por venir solo la práctica lo dirá. Un amigo  describió esta expectativa usando  lenguaje de la vieja escuela, dijo: hay que estar listo para sumarse a las nuevas vanguardias. La historia sigue su marcha…

San Salvador, septiembre de 2020

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[1] Pineda, Roberto. Algunos apuntes sobre la lucha ideológica en la izquierda salvadoreña. Febrero de 2020. https://www.alainet.org/es/articulo/204646

[2] En 1967 surge la emblemática  revista cubana Pensamiento Crítico, dirigida por Fernando Martínez Heredia (1939-2017) , que plantea en su  presentación lo siguiente: “Nuestro punto de partida: por una parte, que las teorías surgen o se desarrollan en el análisis de las situaciones concretas; por otra, que la formación teórica es indispensable a los investigadores.” Pensamiento Crítico, Habana, febrero de 1967, número 1.

[3] Ver Salomone, Mariano Javier. Dilemas del pensamiento crítico: notas sobre la recuperación del marxismo. Revista Colombiana de Sociología. Bogotá. 2012

[4]  Ver Casas, Alejandro. Pensamiento crítico y marxismo en América Latina: algunas trayectorias entre Bolívar y Mariategui. CLACSO. Buenos Aires. 2006

[5] Ver Guerra, Sergio. Forjadores del pensamiento crítico latinoamericano. Ediciones La Tierra. La Habana, 2011.  Farabundo Martí 1893-1932 ( pág. 147)

[6] Luxemburgo, Rosa. Reforma y revolución. Akal Editores. Madrid. 1975

[7] Ver Pineda, Roberto. ¿Cómo pensar desde el sur? La construcción de nuevas epistemologías. https://pensamientocriticoxxi.wordpress.com/2018/10/07/como-pensar-desde-el-sur-la-construccion-de-nuevas-epistemologias-roberto-pineda/

[8] Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI. México, 1977

[9] Harnecker, Marta, Acerca del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo XXI. Abril de 2003.

[10] Salazar, Robinson. La construcción del nuevo sujeto político en América Latina. Estrategia para buscar la emancipación desde lo popular en el siglo XXI. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-05652013000200006

[11] Pineda, Roberto. Ideas emancipadoras y tradiciones de  lucha: el Partido Comunista de El Salvador 1930-1975 (tres tomos) Ediciones Prometeo Liberado. San Salvador, 2017.

[12] Handal, Schafik. Legado de un revolucionario (tres tomos). Ocean Sur. La Habana. 2014

[13] Houtart, Francois. Los movimiento sociales y la construcción de un nuevo sujeto histórico. DEI, San José C.R. 2006  http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Costa_Rica/dei/20120710033708/movimientos.pdf

[14] Ver Lagarde, Marcela. Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. Siglo XXI, 2018

[15] Gutiérrez, Gustavo. Teología de la Liberación. Sígueme, Salamanca, 1994

[16] Ver Leff, Enrique. La ecología política en América Latina: Buenos Aires, CLACSO,2006

[17] Ver Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siclo XXi, México, 1972

[18] Gunder Frank, Andre. Lumpenburguesía, lumpenproletariado: dependencia, clases y política en América Latina. Laia, 1972

[19] Ver Pineda, Roberto. Las luchas de los movimientos populares en El Salvador 1810-2010. Ediciones Prometeo Liberado. San Salvador.2014

[20] Acha, Omar. Reflexiones sobre el poder popular. Santiago, Tiempo robado editoras, 2014

[21] Dalton, Roque. Las historias prohibidas del pulgarcito. Siglo XXI. México D. F. 1974

[22] Dri, Ruben. Debate sobre el poder en el movimiento popular. Buenos Aires.

[23] Ver Iovanovich, Marta Liliana. El pensamiento de Paulo Freire: sus contribuciones para la educación. Buenos Aires, CLACSO.

[24] Foucault, Michael. La microfísica del poder.

[25] Foucault, Michael. Un dialogo sobre el poder y otras conversaciones. 1981

[26] John Lennon:  Imagina que no hay cielo/es fácil si lo intentas/Ningún infierno bajo nosotros/sobre nosotros solo el cielo/Imagina toda la gente/viviendo por hoy/ah/ Imagina que no hay países/No es difícil de hacer/nada por lo que matar o morir/Y sin religión también/Imagina toda la gente viviendo la vida en paz/Tu puedes decir que soy un soñador/peor no soy el único/espero que algún día te nos unas…

[27] Dri, idem.

[28] Ver Pineda, Roberto. Nace la esperanza, viene el cambio. Notas sobre la Administración Funes 2009-2014. Ediciones Prometeo Liberado. San salvador, 2020.

[29] Ver Harnecker , Marta. Acerca del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo XXI. 2003

[30] Ver Handal, Schafik. El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador. 2005

[31] Frai Betto. La mosca azul.

[32] Harnecker, Marta. Acerca del sujeto político capaz de responder  a los desafíos del siglo XXI. 2003.

[33] Betto, Frei. La mosca azul. Ocean Sur. México. 2011

[34] Handal, Schafik. El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El salvador. San Salvador, diciembre de 2005.

[35] “El Estado, como suprema forma de la vida social, ha constituido durante varios siglos, el objeto precipuo, sino exclusivo de la historia.” Navarrete, Sarbelio. El estado centroamericano (1913)  , tomado de En los jardines de Academo. Pag. 46, Editorial Universitaria. San Salvador, 1977

[36] En el intenso debate de los años setenta  en la izquierda salvadoreña, las formas de lucha jugaron un papel principal. Ver: “este debate acentúo inicialmente la atención sobre las formas de lucha  en el cual se llegó hasta la caricaturización de las posiciones: así los de Moscú estaban por la vía pacífica y los de Pekín por la vía violenta.” Gutiérrez, Dagoberto. La persona, la fe y la revolución. Ven y Sígueme ACJ-CJE. San Salvador, 1993

[37] En los años setenta en la izquierda salvadoreña se desarrollo un riquísimo debate, de lucha ideológica,  alrededor de problemas teóricos como formas de lucha, alianzas políticas, el carácter de la revolución y sus fuerzas motrices, el programa y la unidad de la izquierda, y a principios de los años ochenta, entre la naturaleza de nuestra guerra, si era Guerra Popular Prolongada, GPP o Guerra Popular Revolucionaria, GPR.

[38] Martínez, Antonio. A 20 años de los Acuerdos de Paz. San Salvador, CENISCH, 2012

[39] Ver Dalton, Roque, MIGUEL MARMOL. Educa, San José, C:R. 1972

[40] En mayo de 1939 surge la Unión Popular Salvadoreña, UPS, aglutinamiento antimartinista auspiciado por el PCS

[41] En 1942 surge la Asociación de Escritores Antifascistas,  compuesta por Oswaldo Escobar  Velado, Matilde Elena López y Alfonso Morales  (información tomada de Pleitez Vela, Tania. Análisis de Situación de la expresión  artística en El salvador. San Salvador,  Fundación Accesarte, 2012

[42] Ver Arias Gómez, Jorge. El golpe del 21 de octubre de 1944. Impresos Arte y Creaciones, San Salvador, 1976

[43] Ver Moran, Francisco. Las jornadas civicas de abril y mayo de 1944. Editorial Universitaria, San Salvador, 1979

[44] En memoria de Raúl Castellanos Figueroa. Domingo Santacruz. 2018

[45] Carpio, Salvador Cayetano. Secuestro y capucha. San Salvador. 1967

[46] Ver Genovés, Edito. Mi vida en el movimiento obrero salvadoreño. Ediciones Prometeo Liberado, san salvador 2020 ( próxima a ser publicada)

[47] Ver Arias Gómez, Jorge. En memoria de Roque Dalton, San Salvador, 1999

[48] Conversación con José Luis Merino, 27 de marzo de 2017.

[49] Handal, Schafik. Consideraciones acerca del viraje del PCS hacia la lucha armada. CEM. 1983

[50] Mediante entre otros medios, Radio Venceremos (ERP) y Radio Farabundo Martí (FPL)

[51] Por medio de Convergencia Democrática, CD y el partido UDN.

[52] En un primer momento, el FDR reflejó la alianza entre fuerzas revolucionarias y democráticas, su primer presidente (de abril a noviembre de 1980) fue Enrique Álvarez Córdoba. En un segundo momento, aglutino al MIPTES (profesionales y a los partidos políticos MPSC y MNR.

[53] Handal, Schafik. La lucha política electoral desde una perspectiva revolucionaria. Instituto Schafik Handal. San Salvador, 2017

[54] Pineda, Roberto. El Salvador: horizonte electoral 2021. https://www.alainet.org/es/articulo/208702

[55] Handal, Schafik. El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador. San Salvador, diciembre de 2005

[56] Encabezada por Medardo Gonzalez, electa el 7 de noviembre de 2005, propuesta por la Corriente Revolucionaria Socialista, CRS, creada y conducida por Schafik Handal y Salvador Sánchez Ceren. 

[57] Ver Dri, Ruben. Acerca del poder popular.

[58] Ibid.

[59] Ibid.

[60] Mazzeo, Miguel. Stratta, Fernando. Reflexiones sobre el poder popular. Buenos Aires. 2014

[61] De la Cruz, Vladimir. La desobediencia civil, una nueva forma de lucha. San José, C.R. Septiembre de 2020.

[62] Moreno, Octavio e Ibarra, Carlos. La construcción de poder popular en los gobiernos nacional-populares de Latinoamérica. México. 2014

[63] Ibid.

[64] García-Guadilla, María Pilar. La praxis de los consejos comunales en Venezuela. Poder popular o instancia clientelar? Caracas, 2008.

[65] Schafik en entrevista con Marta Harnecker comparte que en el marco de la Guerra Popular Revolucionaria, “incurrimos en el error de intentar conducir el movimiento de masas por ordenes. Una expresión de esta forma, fue por ejemplo, incluir la lucha de los trabajadores dentro de las fechas del plan militar. Así hubo huelgas que nos e pudieron producir, porque las masas querían hacerlas antes, las necesitaban antes. Hubo casos en que estuvimos demorándolas contra la voluntad de las masas”. Handal, Schafik. El socialismo ¿Una alternativa para América Latina? Publicaciones Alternativa. San Salvador, 1991.

[66] Evangelio de Marcos 10:42-45. Biblia Latinoamericana. México. 1989 :                                                                                                               «Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. 43. Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos, 44. y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos. 45. Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.»» https://www.bibliacatolica.com.br/biblia-latinoamericana/evangelio-segun-san-marcos/10/

[67] Harnecker, Marta. La izquierda en el umbral del siglo XXI (version preliminary) 1998

[68] Ibid.

[69] Ibid.

[70] Marquez, Viviane, Godau, Rainer. Burocracia y políticas públicas: una perspectiva desde América Latina. 1983

[71] Evers, Tilman. El estado en la periferia capitalista. Siglo XXI, México, 1979

[72] Lerne, Bertha. La teoría marxista clásica y el problema d ela burocracia. UNAM.1979

[73] Oszlak, Oscar. Notas críticas para una teoría de la burocracia estatal. 1979

[74] Weber, M. Economía y sociedad. Madrid: S.L. Fondo de Cultura Económica de España.1933

[75] Smith, Peter. El laberinto del poder. El Colegio de México. México, 1981

[76] Ver Cuenca, Abel. El Salvador: una democracia cafetalera. ARR. México, 1957

[77] Ver Dalton, Roque. Imperialismo y Revolución en Centroamérica. Ocean Sur. 2013

[78] Handal, Schafik. El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador. Diciembre de 2005

[79] Esta tradición de los “comisarios políticos” se extiende hasta los años ochenta en nuestro país, cuando las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL, brazo armado del PCS, contaba en sus diversas unidades militares con “responsables políticos.”

[80] Ver Lenin, V. I. Carta a P. A. Bogdánov. https://www.elviejotopo.com/topoexpress/carta-a-p-a-bogdanov/

[81] Ver Zedong, Mao. Contra las ideas burguesas en el partido. (1953) Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing,

[82] Che Guevara. Contra el burocratismo. 1963. https://www.marxists.org/espanol/guevara/03_63.htm

[83] Castro, Fidel. Discurso contra el burocratismo.1965.  http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1965/esp/f020165e.html

[84] Marcos. Instrucciones para cambiar el mundo (escritos 1984-1989). México, 1991

[85] “Concebimos la burocracia política como una categoría social, que tiene una unidad en su funcionamiento y una autonomía relativa respecto a las clases sociales. La burocracia política es una categoría social en tanto se define en relación al estado y no en relación a la economía.”Lerner, Bertha. La protesta pasiva de la burocracia política. Revista Mexicana de Sociología. México. 1985

[86] Piva, Adrian. Burocracia y teoría marxista del Estado. 2012

[87] Kautsky, Karl. El camino del poder. 1910

[88] Lenin, V.I. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. 1902.

[89] Bihr, Alain. Ajustes a la noción de vanguardia. La breche, 2008.

[90] Fernández Anaya, Jorge. La fundación del Partido Comunista de El salvador. CEMOS, México, 1985

[91] Rojas Osorio, Carlos. M. Foucault. El discurso del poder y el poder del discurso. Bogotá, 1984

[92] Rivera Larios, Alvaro. ¿Y si condenamos a Salarrué?  El Ágora. El Faro. 2012

[93] Chanta Martínez, René. El pensamiento social cristiano salvadoreño: el caso de Monseñor José Alfonso Belloso y Sánchez (1927-1935) TEORÍA Y PRAXIS No. 22, Enero-Mayo 2013; 83-94</p

[94] Ver Hernández, David. El Salvador modelo para armar: historia analítica d ela literatura salvadoreña 1932-92. San salvador, UES, 2006.

[95] Salarrué. Mi respuesta a los patriotas ( yo no tengo patria). Carta del 27 de febrero de 1932. https://www.jstor.org/stable/25596066

[96] Guevara, Ernesto Che. El Socialismo y el hombre en Cuba. La Habana, 1965

[97] “Es indudable que el Che supo expresar en forma extraordinaria el carácter de la juventud de nuestros días, su idealismo, su nobleza, su generosidad, su heroísmo, su vocación de libertad, su ira, su prisa, su impaciencia Y es esto, justamente, lo que explica que la juventud tome al Che como un símbolo propio y que el nombre del Che figure en estos momentos a la cabeza de tantos movimientos juveniles en variados países.” Castellanos Figueroa, Raúl. Nota a en torno al Che. Revista Universidad. San Salvador. 1968

Recordando a Raul Castellanos Figueroa. Domingo Santacruz, 29 de octubre de 2018

Hace 48 años la familia Castellanos Figueroa y también la familia Braña, pierden al hijo, al padre, al esposo muy querido. El Partido Comunista de El Salvador y el movimiento popular pierden a uno de sus más grandes cuadros dirigentes, ni no el más grande en esa época.

Con seis años mayor que Schafik, Raúl fue uno de los dirigentes que influyó mucho en la conducta revolucionaria de la generación de cuadros y militantes  de los años 50 y 60, y de no haber fallecido a temprana edad, con apenas 45 años su influencia hubiera llegado mucho más lejos.

Raúl fue hijo de Jacinto Castellanos Rivas, con un historial sumamente interesante. Jacinto fue un intelectual, periodista, amigo de muchos intelectuales de los años 30, como Salarrué, Masferrer. Como alumno de la Escuela de Cabos y Sargentos, la Escuela Militar de entonces, Jacinto recibió clases del General Maximiliano Hernández Martínez, antes de ser el dictador, juntamente con otros oficiales como Joaquín Castro Canizález, otro intelectual conocido como “Quino Caso”. Ya siendo Oficial del Ejército, Jacinto fue atraído por las ideas filosóficas impartidas por el General Hernández Martínez, con quien trabó cierta amistad y hasta dio colaboración en la formación de un movimiento político que lo postuló en las elecciones de 1930. Junto con su amigo y colega Quino Caso, Jacinto participa en los círculos intelectuales de la época, lo cual junto con  éste  figuraban en el grupo de amigos de don Alberto Masferrer y por lo tanto, en colaboradores del periódico PATRIA. En esta actividad conoció y trabó amistad con Farabundo Martí y con otros profesionales progresistas de esos años.

 Jacinto acompañó al General Martínez en el giro político para una alianza con el Ingeniero Arturo Araujo en donde participa como parte de la fórmula presidencial para la disputar la Vicepresidencia en las elecciones de 1931. Las actividades periodísticas junto a Don Alberto Masferrer, le dieron a Jacinto cierta notoriedad en los círculos políticos progresistas.  Durante el período electoral que culminó con la victoria  de la alianza Araujo Martínez, Jacinto y Quino Caso fortalecieron su relación con el General Maximiliano Hernández Martínez y su círculo de militares amigos. Esa relación explica su involucramiento en la formación del Comité Militar que derrocara al Presidente Araujo el 02 de Diciembre de 1931, en el Quino Caso fue uno de los integrantes y Jacinto fue escogido como Secretario Privado del General Martínez en la Presidencia de la República, al menos por un tiempo.

Después de las masacres de indígenas y campesinos de 1932, y del fusilamiento de su amigo Farabundo Martí, el 01 de Febrero de 1932, que para él fue un vil asesinato, Jacinto se apartó del General y de inmediato se transformó en un fuerte crítico y opositor de Martínez y su dictadura militar. Con el tiempo, siendo un luchador social perseguido, Jacinto emigra a México, ingresa al Partido Comunista Mexicano, junto con su hijo Raúl y tiempo después regresa al país e ingresa al PCS y se convierte en uno de sus dirigentes en los años 50. Por testimonio de Jacinto conocimos detalles sobre el fusilamiento de Farabundo y sus camaradas Alfonso Luna y Mario Zapata, así como de su digno comportamiento durante el ilegal juicio militar para quitarlos del camino. Por él nos enteramos de las últimas palabras pronunciadas por Farabundo antes de morir frente al pelotón de fusilamiento.

RAÚL CASTELLANOS F. INTEGRANTE DEL COMITÉ DE HUELGA DE BRAZOS CAÍDOS DE ABRIL Y MAYO 1944

Raúl Castellanos Figueroa desarrolla su juventud en medio de intensas luchas sociales de la época que fueron creciendo en contra de la dictadura militar. Desde muy joven, contagiado por las ideas de su padre y estimulado por la profunda crisis política de la dictadura y del país,  fue uno de los estudiantes universitarios integrantes del Comité Estudiantil Universitario que organiza y llama al pueblo a la Huelga General de Brazos Caídos. Raúl fue elegido para representar a los estudiantes de Ingeniería. Otros de sus compañeros en dicho Comité de Huelga fueron los Estudiantes Jorge Bustamante, Fabio Castillo Figueroa, Julio Oliva y otros;

Ya desde antes de los acontecimientos de abril y mayo, Raúl ya colaboraba como redactor del periódico Opinión Estudiantil, desde cuyas páginas atacaba  duramente a  la Dictadura Militar de Martínez. Otros compañeros en la plana de redacción del periódico, fueron Jorge Arias Gómez, Juan José Vides, Gabriel Gallegos Valdez e Italo López Vallecillos;

Hay que decir que Raúl Castellanos, por muchos años, fue objeto de una sistemática persecución policial por la dictadura militar que prevaleció en nuestro país por muchos años; desde los acontecimientos de abril y mayo y meses posteriores Raúl fue acosado por el sanguinario Coronel Osmín Aguirre y Salinas, Director de la Policía Nacional en los meses que siguieron al golpe militar del 21 de Octubre de 1944 y los meses posteriores mientras ocupó la presidencia de la República.

Raúl emigró a la ciudad de México en donde vivió por varios años junto con su padre. En México, como hemos dicho, además de estudiar la carrera de Economía Política en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, participó activamente en  actividades políticas con el movimiento estudiantil revolucionario de México  de aquellos años.

DIRIGENTE DESTACADO DEL PCS

Lo conocí como uno de los dirigentes más destacados de la Dirección del PCS. Miembro de la CP, del Secretariado y del CC desde finales de los años cincuenta, a Raúl casi siempre lo encontrábamos en reuniones clandestinas, en alguna charla en la Universidad Nacional, escasamente en un mitin del FNOC o del FUAR y desde luego, en el PRAM. Muchos documentos, manifiestos o pronunciamientos del PRAM  y del CC del PCS eran elaborados por Raúl. Con el tiempo pude apreciar el respeto que la Dirección tenía en Raúl. Casi siempre otros compañeros ponían en sus manos para revisión trabajos preparados para acontecimientos importantes, incluso los de Schafik, a pedido de éste.  Durante varios años publicó  artículos de orientación y educación política en el periódico LA VERDAD, órgano del CC del PCS y en otras publicaciones como “Abril y Mayo”, órgano del PRAM, en “VOZ OBRERA”, en revistas y en diversas publicaciones de las organizaciones dirigidas  por el PCS o vinculadas a él.

Colaboraba con Periódicos como La Tribuna, “El Independiente, El Latino, La Crónica, Primera Plana, este último de la Escuela de Periodismo. Todos ellos, especialmente Opinión Estudiantil, le abrieron las páginas a sus artículos.  También publicó muchos artículos en los periódicos de derecha, como La Prensa Gráfica y el Diario de Hoy, utilizando nombres falsos.

ORGANIZADOR DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO ABRIL Y MAYO, (PRAM) Y DEL FRENTE NACIONAL DE ORIENTACIÓN CÍVICA, FNOC.

Por decisión de la Dirección del PCS, Raúl fue designado como responsable de la organización y dirección política del Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM, que inició actividades como Movimiento Abril y Mayo a principios de 1959. Fue una tarea política necesaria, encaminada a organizar un instrumento político abierto capaz de atraer a la intelectualidad y personalidades progresistas, a las masas populares, de las y los trabajadores y luchadores sociales  para hacer trabajo político abierto y de ser posible, legal, sin aferrarse. El escenario socio político era propicio,  creado con el triunfo de la Revolución Cubana, el cual iba en aumento. Pero también se necesitaba crear un instrumento político no tan rojo para aglutinar y atraer a otras fuerzas sociales y políticas a un frente democrático que facilitara atraer las distintas fuerzas en contra de la dictadura militar.

Raúl dudó un poco en sus capacidades para asumir la tarea. Sin embargo, pronto se dio cuenta que no estaría solo. Una buena cantidad de cuadros con mucho entusiasmo le fueron asignados y otros que llegaron por su cuenta. Me refiero a Tirso Canales, Roberto Armijo, Raúl Padilla Vela, Gabriel Gallegos Valdez, Mario Salazar Valiente, Pedro Mancía Cerritos, Rafael Aguiñada Carranza, Pepe Rodríguez Ruiz, Miguel Parada, y Muchas y muchos cuadros de jóvenes que saliendo de las organizaciones juveniles pasaron a integrarse al PRAM. Muchas brigadas de voluntarios fueron creadas en el PRAM para reunir las firmas exigidas por el CCE para intentar su legalización, que fue rechazada.

Pero también fueron miles de obreros, campesinos, empleados y otros sectores que buscaron y se afiliaron a este partido político de izquierda, porque sentían la necesidad de realizar trabajo político en amplios sectores y territorios del país. Con toda esa gente y con mucho entusiasmo, no fue difícil para el PRAM, para Raúl y otros compañeros darle forma al partido y dar los primeros pasos  para la creación del Frente Nacional de Orientación Civica, FNOC, al cual se unieron: La Asociación General de Estudiantes Universitarios, AGEUS; la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS; el Partido Acción Renovadora, PAR: el Partido Radical Democrático, PRD. Varias otras organizaciones juveniles, sindicales, gremiales y otras en formación se unieron al esfuerzo para darle vida al FNOC, cuya misión era derrocar a la dictadura militar del coronel José María Lemus y sustituirla por un gobierno democrático. La tarea de derrocar  a Lemus fue lograda el 26 de octubre de 1960, de donde surge el gobierno democrático con la Junta de Gobierno.

LA JUNTA CÍVICO MILITAR Y EL DIRECTORIO MILITAR

Con el derrocamiento de Lemus y la llegada de la Junta Cívico Militar, se produce una apertura democrática que apenas duró  tres meses. No fue posible aprovechar ese corto tiempo para impulsar ni siquiera un plan mínimo de acción y menos de cambios estructurales.

Vino el contragolpe del Directorio Cívico Militar del 25 de enero de 1961 y con él la reinstalación de la dictadura militar. La represión fue general contra todas las organizaciones sociales, culturales, y políticas. Algunos de los cuadros políticos conocidos afiliados y dirigentes del PRAM pasaron a la clandestinidad.

Con gente menos conocida, menos quemada, como decimos, se procede a la reestructurar la Directiva Nacional del PRAM, eligiendo como coordinador al abogado  Roberto Carías Delgado. Otros compañeros y compañeras se mantuvieron al frente del Partido realizando actividades combinadas, abiertas y secretas. Raúl pasó a ocupar otro cargo sin dejar de ser el cuadro político ideológico y de conducción del PCS, esperando decisiones de la CP del PCS.

Por varios años se mantuvo el esfuerzo del PRAM como una organización política generadora de organización, orientación, denuncia y lucha política abierta.

CAPTURA Y SECUESTRO DE RAUL JUNTO CON ANTONIO VELASCO IGLESIAS

Raúl era uno de los cuadros dirigentes del PCS permanentemente perseguido por los cuerpos de seguridad. Muchas veces fue capturado y expulsado del país. En Octubre de 1962, Raúl Castellanos y el dirigente obrero Antonio Velasco Iglesias, fueron capturados y secuestrados en un descuido del comando operativo responsable de su seguridad. Los dos compañeros fueron capturados violentamente, como era la costumbre de los esbirros policiales. Ya en sus manos, los compañeros fueron objeto todo tipo de violaciones a sus derechos  incluyendo la aplicación de  torturas. La campaña por su liberación adquirió volumen fuerte. La dictadura los acusaba de ser agentes al servicio de la Revolución Cubana, sólo por haber participado en actos de solidaridad con Cuba durante la crisis del Caribe, conocida como la crisis de los misiles.

No era la primera captura y secuestro ni de Raúl Castellanos, ni de del dirigente obrero Velasco Iglesias.  Todo revolucionario sabía en esos momentos el grave riesgo que corría su vida y la de su familia; la Dirección del PCS era perseguida con mucha minuciosidad. Raúl Castellanos sabía muy bien ese ambiente, pero siempre desafiaba y se las arreglaba para evadir los chequeos visuales de la inteligencia  enemiga. Por ello teníamos que organizar todo un plan de entrada y salida de los oradores a la plaza Libertad durante las concentraciones públicas.

A Raúl y demás cuadros dirigentes y militantes del PCS estaban conscientes que mantener en alto la bandera del  PRAM en los meses de lucha del Frente Nacional de Orientación Cívica, 1959-60, como en los años del Directorio Militar hasta 1962 constituía todo un desafío. Raúl  Castellanos recibió la decisión de  asumir la  Secretaría General de este partido abierto en los momentos en que el movimiento popular había entrado en un difícil reflujo revolucionario. El régimen había aprobado una nueva Constitución Política, con  una reforma constitucional que facilitaba por primera vez la representación proporcional en la Asamblea Legislativa. El FUAR regateaba la disolución por orientación de Salvador Cayetano Carpio, a nombre supuestamente, de la Dirección del PCS. No pudimos entender por varios años, la verdadera razón esgrimida por Carpio para disolver el FUAR.  A los cuadros con responsabilidad nacional en las Columnas se nos creó una situación difícil para explicar y convencer a la militancia revolucionaria que aceptara la nueva orientación de dejar sin efecto la estructura y el funcionamiento del FUAR. Schafik y Raúl Castellanos no pudieron incidir en la votación de la CP y CC. Con el tiempo supimos que la destitución de Schafik del FUAR y la disolución de éste, eran parte de los planes de Carpio para deshacerse de los intelectuales pequeño burgueses de la Dirección del PCS. Logró sus propósitos ganando a la mayoría de los organismos de dirección. De esa manera el PCS perdió, a mi juicio, una buena oportunidad para construir y desarrollar una experiencia de lucha político militar con importante apoyo popular.

El vacío de abandonar la lucha política combativa, fue llenado parcialmente con la presencia del PRAM y los fogosos discursos de Raúl Castellanos Figueroa,  pronunciados en las tribunas públicas.

Pero también el PRAM fue sometido a revisión. Las difíciles condiciones de la clandestinidad no permitieron ampliar y desarrollar un movimiento político abierto, como lo era el PRAM, así como tampoco fue posible que el FUAR se desarrollara como organización político militar; pero indudablemente, esas dos tribunas permitieron que numerosos cuadros desarrollaran sus cualidades de organización, agitación y lucha popular con primeros pasos de autodefensa y educación política en las bases populares.

Raúl, Schafik y Roberto Castellanos eran inseparables, aunque con edades diferentes. Raúl nació en 1926, Schafik en 1930 y Roberto en 1923.  Había otros compañeros en ese tiempo  que compartían una generación de luchadores formados dentro del PCS. Sin embargo, hay que decirlo, aunque Schafik era el de edad menor, siempre fue respetado y querido por todos ellos. Raúl respetaba mucho a Schafik por su seriedad, por su conducta y reputación intachables. Lo mismo se apreciaba en Schafik sobre Raúl. Ambos se estimaban por su abnegada y sacrificada labor como cuadros dirigentes revolucionarios. Ambos desarrollaron una relación de trabajo político con funciones diferentes con otros camaradas de la Dirección del PCS, como fueron los casos de  Roberto Castellanos Calvo, de Jorge Arias Gómez, y otros cuadros.

Para Raúl, sin descuidar responsabilidades como docente universitario de la UES, su trinchera de combate por encargo del PCS fue el PRAM,  era su frente de lucha abierta, pero también tenía las tareas internas en la Comisión Política y el Secretariado del Comité Central, que nunca descuidó y atendió con mucha diligencia y disciplina.

Raúl construyó un sólido equipo de trabajo colectivo, con varios de los cuales se apoyó para realizar una labor de organización, orientación y agitación política en todo el territorio nacional. Las figuras más conocidas eran Tirso Canales, Raúl Padilla Vela, Mario Salazar Valiente, Rafael Aguiñada Carranza y otros dirigentes obreros en la Junta Directiva, también José Domingo Mira, Hildebrando Juárez, y varios intelectuales y profesionales.

Con el apoyo de varios otros compañeros, entre los cuales siempre figuraba Víctor Manuel Sánchez, “El Niño”, Ricardo Rivera, “Marino”, Los hermanos De León (René y Armando), Alejandro Montano, “Chiricuto”, El Ronco Carrillo, Pedro Santacruz y varios otros, con ellos se preparaban los vehículos para penetrar romper el cerco policial y  la salida de los oradores  de la plaza pública después del mitin. Nadie debía saber el destino final hacia donde se dirigía en cada actividad. Esa era responsabilidad del propio Cuadro Dirigente. Claro, siempre había una forma de verificar el éxito de la operación.  A mediados de 1962 el PCS había sufrido la penetración de la inteligencia enemiga en las estructuras intermedias. En ese año varias estructuras del PCS, incluidas las de impresión y distribución de propaganda interna fueron golpeadas. Varios Centros fueron asaltados y capturados los cuadros responsables.

Tiempo después supimos de los planes del enemigo para caerle a la Dirección, especialmente a  los tres cuadros dirigentes más conocidos,   Raúl, Schafik y Roberto Castellanos Calvo. Cada quien se movía y funcionaba de manera conspirativa; los tres planificaban a su manera la forma de funcionar. Los tres se diferenciaban entre si, tanto en su personalidad, como en la forma de operar. Eran diferentes pero con un rasgo común: su lealtad,  firmeza ideológica a toda prueba.

Raúl era el cuadro culto, educado, elegante, sencillo, humano, de palabra suelta, penetrante en sus análisis y observaciones, amigo, capaz de ganar el respeto y el cariño de sus camaradas;

Habiéndolo tratado regularmente desde 1962, tanto en reuniones y charlas en el PRAM como en el FUAR y en diferentes escenarios del PCS, siempre recibí algo positivo de Raúl Castellanos: como la capacidad de síntesis de su experiencia, de su modo de ser, su don de gente, como lo decía  Schafik. Nos preocupó mucho su desaparición producto de la captura de Octubre de 1962. El PCS, el PRAM y el movimiento popular realizaron una campaña nacional muy combativa  exigiendo la liberación de los dos compañeros. A finales de ese año, Raúl y Velasco Iglesias aparecieron en territorio del estado de Tapachula, México. La dictadura militar salvadoreña y con el apoyo de la similar dictadura guatemalteca, que eran ratas del mismo piñal, a los dos camaradas los dejaron en ese lugar sin dinero, sin papeles, sin alimentos.  Era la modalidad común aplicada por las dictaduras y tiranías de Centro América en ese tiempo.

Después de los problemas internos que culminaron con la renuncia de Salvador Cayetano Carpio de la militancia y cargos dentro del PCS, pese a que Carpio en muchas ocasiones se refirió a Raúl como el pequeño burgués, jamás escuché un reproche o una injuria o frase hiriente en contra de Carpio.

El VI Congreso del PCS, celebrado el 30 de Agosto de 1970, ratificó a Raúl Castellanos Figueroa como miembro del Comité Central y de la Comisión Política. Nadie puso en duda su integridad moral y ética revolucionaria, menos su capacidad teórica y política como para apartarlo, al contrario, cuando su nombre fue pronunciado como candidato a los cargos mencionados, fue elegido por aclamación.

Raúl fue fundador del Departamento de Periodismo de la Universidad de El Salvador, el cual se convirtió en la Escuela de Periodismo. La muerte   sorprendió a Raúl cuando apenas cumplía los 46 años. La C. P. decidió enviarlo junto con Rafael Aguiñada Carranza a representar al PCS a una Comisión de apoyo de los Partidos Comunistas y Obreros, que se reuniría en  Budapest a principios de Octubre de 1970, después de  la Conferencia Mundial de los Partidos Comunistas celebrada en Moscú en 1969.

No logró cumplir con la tarea encomendada. Desde que salió de El Salvador había mostrado síntomas de problemas de salud. Fue su última misión. De Budapest fue trasladado a Moscú, en donde le fue practicada de  urgente una  intervención quirúrgica por especialistas soviéticos, ya era demasiado tarde, la amibiasis había invadido gravemente el hígado y otros órganos vitales.  Falleció el 29 de Octubre de 1970.

Su esposa y compañera Rosa Brañas, su hija Florencia y su hijo  Roberto fueron enviados a Moscú a repatriar los restos de nuestro camarada Raúl Castellanos.

Los restos de Raúl llegaron al Aeropuerto Internacional de Ilopango. La Dirección del PCS decidió recibirlos con la bandera del PCS que fue colocada en el féretro con los restos del camarada. Desde Ilopango hasta la Universidad de El Salvador ondearon las banderas rojas del PCS por primera vez desde 1931, cuando era un partido legal.

Durante varios días se le rindieron homenajes en varios locales del movimiento social popular y en cada uno los respectivos homenajes de las y los camaradas y pueblo en general.

Hay un discurso de despedida de Schafik que conmovió a la militancia y a quienes acompañamos los restos de Raúl Castellanos Figueroa en el Cementerio General.

El PCS y el Movimiento Popular de nuestro país perdieron físicamente a uno de sus mejores hijos.

¡GLORIA ETERNA A RAÚL CASTELLANOS FIGUEROA!

Órbitas de un pensamiento: Lenin y el marxismo en América Latina. Jaime Ortega Reyna, 2017.

Desde hace un siglo Vladimir Ilich Lenin es el símbolo de una ruta de transformación social que algunos pueblos eligieron para ensayar vías de desarrollo alternativas a la capitalista. Esta ruta se inició en octubre de 1917 y tuvo su descarrilamiento en 1989 ante el colapso de los socialismos realmente existentes. Sin embargo, un siglo después, podemos afirmar que aquel acontecimiento definió el siglo XX en sus manifestaciones políticas y culturales.

Quizá por ello, a pesar del fracaso de la forma específica de aquel proyecto, la figura de Lenin siga siendo tan icónica, ya no sólo por las luchas sociales, el movimiento sindicalista o el surgimiento de partidos de izquierda, como lo fue la centuria pasada, sino también por la cultura de masas que lo ha representado en el cine y en la literatura.

Pero no sólo la cultura de masas se apropió de Lenin, también la filosofía, la teoría política y el pensamiento social, particularmente las corrientes críticas de la realidad, que son las que se exponen en este artículo. El objetivo es construir un “archivo” alrededor de la figura de Lenin, es decir, reconstruir los momentos de despliegue que giraron en torno de su obra al interior del pensamiento marxista en América Latina, el cual procesó, se apropió e interpretó en distintos contextos del devenir de la realidad latinoamericana. Pensaremos a Lenin no sólo como motivo político o ideológico, sino como intelectual, disparador de distintas órbitas de reflexión.

En la segunda mitad el siglo XX accedimos a las obras de Marcel Liebman y de Luciano Gruppi, quienes nos entregaron a un Lenin más versátil, conflictivo y productivo, aunque la apertura del problemático se abrió con la conferencia de Louis Althusser titulada “Lenin y la filosofía”, después, con la intervención de Domenique Lecourt y su lectura de Materialismo y empiriocriticismo, así como con los debates sobre la categoría de formación económica social que se lanzaron a partir de 1965 y que tuvieron eco en Italia, Francia y América Latina.

Otras obras fueron tensionando la lectura del autor ruso, destacando de manera sobresaliente Las 33 Lecciones sobre Lenin de Antonio Negri y el ensayo de Mario Tronti “Lenin en Inglaterra”. Recientemente, figuras como el reconocido filósofo francés Jean Salem, el canadiense Alan Shandro, el norteamericano Lars T. Lih y en un plano más cosmopolita Slavoj Zizek y Sebastian Bugden (y con ello una pléyade de intelectuales europeos), han insistido en la significativa presencia de Lenin.

En América Latina el argentino Atilio Borón lo ha reintroducido a partir de la obra emblemática ¿Qué hacer? [1] para el debate de los movimientos populares latinoamericanos; el colombiano Manuel Guillermo Rodríguez, ante la necesidad de posicionar la obra del revolucionario ruso en la filosofía política elaborada desde el sur,[2]así como un grupo amplio de intelectuales cubanos (entre los que se encuentran Jorge Luis Acanda y Armando Hart Dávalos), han discutido la importancia de su pensamiento para el siglo XX;[3] de igual forma, a cien años de publicada la obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, se generó una discusión colectiva en el ámbito académico argentino.[4]

Así pues, el nombre de Lenin no ha estado exento de disputas, discusiones y apropiaciones diversas, y América Latina ha contribuido con reflexiones plurales sobre el pensamiento leninista. En el presente trabajo pretendemos, a título de exploración, indagamos algunas de las órbitas por las cuales su nombre y obra han sido frecuentadas.

Exploraremos tres órbitas de apropiación: la del imperialismo; la del anticolonialismo y la de la teoría política. Dichas órbitas permiten ejemplificar la apropiación de una obra de importancia ideológica en todas sus tensiones, pues estas tres órbitas buscan apropiarse de segmentos de la obra para hacerla productiva, es decir, utilizarla no sólo como un argumento de autoridad, aunque no siempre se desprenda de los marcos interpretativos dominantes. En el preludio expondremos brevemente el surgimiento del “leninismo” como apuesta teórica y política de poder, además de hacer una selección de autores que muestran las sendas plurales por las que la obra de Lenin se volvió motivo de interés.

Por razones de espacio hicimos una selección representativa de tres órbitas de un universo que es inmenso. Hemos excluido el análisis de la órbita comunista, que cuenta con autores nada desdeñables como el uruguayo Rodney Arismendi o el chileno Carlos Cerda; igualmente dejamos fuera la intervención del cubano Jesús Díaz, quien desde las páginas de Pensamiento Crítico presentó una sugerente lectura de Lenin.

Otros registros merecen tratamiento especial, como lo es el de la poesía (con Roque Dalton y Vicente Huidobro a la cabeza) y también el de la filosofía, en donde autores tan enfrentados en sus posicionamientos como Adolfo Sánchez Vázquez y el althusseriano Raúl Olmedo se ocuparon de su pensamiento, en tanto que en el terreno de la teoría política excluimos el trabajo conjunto de Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra. El universo Lenin es tan amplio en América Latina que tuvimos que explorar apenas algunas cuantas órbitas, que, consideramos, representan el inicio de un trabajo más amplio.

La invención del leninismo

Es lugar común entre los investigadores marxistas de nuestro tiempo adjudicar a José Stalin la invención del “leninismo” como categoría. Con ello se le dota de un sentido claro: era la ideología de un poder, de un (aparentemente) todo poderoso Estado, que dominó desde los años veinte hasta finales de los años ochenta en un territorio inmenso que se conoció como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En nombre de esta ideología se realizaron crímenes, represiones y silenciamientos.

Su existencia era inherente a la de aquel poder y sirvió como discurso legitimador ante millones de personas que se sintieron convocados por el fenómeno comunista del siglo XX. Evidentemente, el “leninismo” inventado por el poder del Estado soviético, no fue un fenómeno tan liso como podría parecernos a la distancia, cuando ese poder ya no existe. Explorar en los pliegues y dobleces de aquel universo es parte del trabajo de construcción de un “archivo” alrededor de la figura y obra de Lenin.

Una búsqueda más profunda nos lleva a determinar que el “leninismo” fue un invento de legitimidad de la dirigencia soviética y no sólo de una persona, en este caso de Stalin, pues se podría mostrar cómo los personajes más distantes en sus concepciones y nociones contribuyeron a la formulación de esa ideología de poder, aun situándose fuera de éste. Con la invención del “leninismo”, además de una legitimación de un poder ante los comunistas del mundo, también se estableció una manera de interpretar a Marx y al marxismo en su conjunto, derivado de la época histórica que se inauguraba a partir de 1917.

Efectivamente, Stalin apuntaló la directriz fundamental del “leninismo” y con él la interpretación del marxismo: la obra de Lenin sería la correspondiente a la época del capital monopolista, del imperialismo y de la estrategia de la revolución socialista.[5]

Según el dirigente soviético, Marx habría interpretado el capitalismo de libre competencia” en una época en donde la clase obrera aún no era madura políticamente y se encontraba subordinada a las iniciativas democráticas de la burguesía. Esta interpretación de Marx no es exclusiva de Stalin, otros dirigentes de la primera etapa de la revolución, como Zinoviev, también definieron la especificidad del leninismo”[6]respecto a Marx de forma similar.

Otro que contribuyó a este fenómeno fue el “teórico del partido” ruso, Nicolás Bujarin, en su trabajo Lenin marxista. Otro más, a pesar de ser expulsado de la Unión Soviética y ser derrotado por los tres anteriores en una alianza creada para tal fin, fue León Trotsky. Esto se comprueba tanto en sus trabajos biográficos sobre Lenin y Stalin, como en su propia autobiografía: Lenin aparece siempre como el criterio de legitimación de distintas posturas políticas. No es casual que en los primeros años Trotsky se negara a aceptar el epíteto de “trotskismo” y optara por el de “bolchevique-leninista”.

Sin duda, el “leninismo” fue la ideología de un poder estatal, cuya construcción venía forjándose antes de que se afianzara por completo e involucró también a opositores. La paradoja es que más allá de las disputas inmediatas en la lucha por el poder sostenidas por los dirigentes soviéticos, todos compartían ciertas directrices de interpretación del marxismo, que serían finalmente las que confluirián en el aceitamiento de una maquinaria ideológico-discursiva que ponía a Lenin en el centro de todas las referencias.

Órbitas imperiales

Todas las órbitas por las que Lenin circuló se topan en determinado momento con el imperialismo como categoría teórica, de la que se desprendía la comprensión de una época histórica que definía las posibilidades de la práctica política. Nos interesan algunas obras que pusieron énfasis en la construcción conceptual del término imperialismo, pero que también voltearon al tema del desarrollo capitalista como premisa. Quizá sea ésta la impronta más evidente en la construcción conceptual del “leninismo” del que se hizo referencia líneas arriba: es decir, aquel constructo del poder soviético que estableció una línea de demarcación tajante entre la época histórica que Marx teorizó y la que correspondió a Lenin conceptualizar.

Aquella demarcación aseguraba que la obra de Marx se enfocaba a la comprensión de la “época de la libre competencia”, en tanto que la de Lenin lo hacía sobre el capitalismo contemporáneo, es decir, aquel que se asentaba sobre el creciente poder de los monopolios. Varias escuelas de pensamiento a lo largo de América Latina se hicieron eco de aquel planteamiento. Por ello, exploraremos tres de estas apropiaciones que elaboraron tres intelectuales latinoamericanos. Las dos primeras, que se produjeron en México y Venezuela respectivamente, son las más acabadas y complejas. Finalmente nos referiremos a la que se produjo en Colombia, que es en cierto sentido subsidiaria de las anteriores; sin embargo, es importante considerarla pues surge en un momento que se plantea trabajar empíricamente algunas de las nociones más clásicas sobre el imperialismo.

En 1977 se publica el libro La teoría del desarrollo capitalista en Lenin, del economista e historiador venezolano Vladimir Acosta. En la actualidad Acosta sigue siendo un militante (ahora chavista), profesor universitario y recientemente conductor de programas de radio. El texto de Acosta ronda en los antecedentes teóricos y políticos previos a la construcción de la categoría de imperialismo. Su incorporación en nuestro argumento resulta relevante porque además de ahondar en la obra de Lenin, permite entender el contenido de las disputas que se abrirán a partir de 1916 con la publicación de El Imperialismo, fase superior del capitalismo.

La exposición de Acosta se divide en dos apartados. El primero de ellos abreva de la discusión de distintos marxistas con los populistas, la inclusión del llamado “marxismo legal” ruso y la intervención de los revisionistas, particularmente Bulgakov y Tugan-Baranowki. El segundo es aquel en donde se exploran con claridad los argumentos de Lenin a propósito del mercado interno, de la posibilidad para la realización de la plusvalía y finalmente la incursión del mercado externo en el despliegue conceptual.

El objetivo de Acosta es demostrar cómo Lenin tuvo razón frente a los populistas de su época, quienes abogaban por una comprensión del capitalismo en donde éste no podía realizarse plenamente, debido a la presencia campesina y comunitaria. Por otra parte, frente a los “revisionistas”, el “marxismo legal” emprende una batalla en torno a la posibilidad de que los esquemas de la reproducción presentados por Marx en El Capital sean leídos en un cierto nivel de abstracción y no en un nivel empíricamente inmediato. En ambos casos se trata de afirmar la necesidad de estudiar el capitalismo vigente pero sin descuidar las categorías formuladas por Marx.

El economista venezolano penetra en los textos de Lenin en donde éste plantea las siguientes diferencias: la economía capitalista, distinta a la “economía natural” (autosuficiente) y a la economía mercantil (de pequeños propietarios). En cierta medida Acosta nos presenta a un Lenin que toma un ejemplo histórico para demostrar el argumento de Marx a propósito de la acumulación originaria. Ese es el combate central contra los populistas, que aún consideraban la posibilidad de encontrar vías no capitalistas en nombre de una comunidad campesina devastada por el paso del capital y el nacimiento del mercado con la fuerza de trabajo, elemento este último fundamental para entender la transformación de lo mercantil en lo capitalista. El análisis que Acosta nos presenta es el de un Lenin preocupado por establecer el carácter capitalista del desarrollo económico ruso.

El embate frente al revisionismo se da en otro plano: el de respetar la obra de Marx y considerar la validez de los esquemas de reproducción. Así, se critica a los “marxistas legales” y a los “revisionistas” que buscan explicaciones fuera del marxismo, como en las obras de Sismondi o incluso las de Adam Smith. El combate de Lenin aquí es teórico y político al mismo tiempo, pues defiende al marxismo de las teorías del subconsumo que indican que la plusvalía no puede realizarse adecuadamente (y con ello el desarrollo capitalista sería imposible) y por el otro, frente a los “marxistas legales”, les critica su ansia por demostrar que el capitalismo es un sistema armónico: para Acosta estas dos versiones combatidas por Lenin son la cara de una misma moneda, resultado del abandono de la teoría crítica de Marx.

Con Lenin tenemos el combate contra la teoría del subconsumo (imposibilidad de realización de la plusvalía) y el armonicismo (posibilidad de equilibrio sin crisis). Esta polémica, emprendida por Lenin, tendrá mayor resonancia en el debate que sostendrán Rosa Luxemburgo con otros teóricos, en donde Lenin no será mencionado a pesar de ser el primero en lanzar la defensa tanto de la explicación del desarrollo como la de sus contradicciones.

Finalmente, el punto más revelador es cómo el propio Lenin tiene que ejercer la crítica a ciertas dimensiones de la teoría de Marx, en particular con respecto al nivel de abstracción en el que se ejecutan los esquemas de reproducción de Marx. Lenin es consciente de que ese nivel de abstracción le impide considerar una serie de determinaciones históricas que son necesarias para cualquier análisis. En su obra El desarrollo del capitalismo en Rusia y en otras posteriores, evidenciará la necesidad de trabajar con variables más concretas, aunque manteniéndose en el marco de las coordenadas legadas por Marx.

Lenin llega a la consideración de que el “mercado externo” es una categoría necesaria para explicar el desarrollo capitalista. Su existencia está problematizada en tanto que Lenin asume que no son las fronteras y las aduanas las que determinan la diferencia entre “mercado interno” y “mercado externo”. Aquí el combate se centra contra los revisionistas que suponen la necesidad de preservar el colonialismo:

Lenin insiste en el problema de la periferia, esto es, de las colonias, sean “internas” o “externas”, como necesario elemento de la comprensión del mercado exterior, vinculando entonces “mercado interno” más bien al área del desarrollo capitalista (independientemente del problema de las fronteras) y “mercado exterior”, a todas las áreas que sufren el proceso de descomposición de la economía “natural” y de las pequeña producción mercantil para ser incorporadas al dominio del capitalismo, independientemente de que tales áreas formen parte del territorio nacional o que sean exterior a él. Aquí, sin embargo, Lenin, a diferencia de lo que hará más adelante Rosa Luxemburgo, prefiere no definir del todo la cuestión…[7]

La obra de Acosta no está exenta de críticas al propio Lenin, quien por momentos fuerza los argumentos para salvar la “aplicación” de Marx a ciertas realidades. Sin embargo, no deja de ser sugerente que un autor de origen venezolano escarbe en las profundidades del “archivo” para revelar temas aparentemente cerrados, a fin de construir un puente con lo que serán las teorizaciones más “populares”, es decir, las que tienen su referencia con el imperialismo. Acosta demuestra que Lenin no era un neófito en esos campos de discusión y que entendía el complejo desarrollo capitalista, desde la forma específica del mercado y como tarea política. A partir de ella es que podemos proceder a la parte referente de la órbita imperial estudiada por otros autores latinoamericanos.

Dentro de las construcciones elaboradas cabe destacar en primer lugar la de Alonso Aguilar Monteverde. Aguilar formó parte de los núcleos políticos ligados, primero al Movimiento de Liberación Nacional (MLN), y posteriormente a la revista Estrategia, que se publicó por varios años. Su trayectoria teórica puede ser equiparada a la del grupo Montly Review, revista en la que también publicó. [8]En el plano teórico se les ubica como parte de quienes defendían la categoría denominada “Capital monopolista de Estado”.[9]

En la práctica política eran defensores de la Revolución cubana y seguidores de la experiencia de planificación de la extinta República Democrática de Alemania (RDA). Este grupo también ocupó un lugar central en la consolidación del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM a través del Seminario de Teoría del Desarrollo, que contribuyó a editar un conjunto de publicaciones avocadas al estudio de la categoría del imperialismo.[10]

De la amplia producción académica generada por este grupo, sin embargo, la más importante recae en la pluma de Alonso Aguilar Monteverde, particularmente su monumental Teoría leninista del imperialismo, publicada en México y Cuba. Varias son las directrices del trabajo de Aguilar que lo hace original. En primer lugar su estudio del imperialismo no se concentra en una etapa única del pensamiento de Lenin, pues efectúa una operación de comprensión global del fenómeno dentro del corpus de su obra. Lo hace a partir tanto de sus estudios del capitalismo ruso de principios de siglo XX como sobre el desarrollo de la lucha política en las versiones reformistas de la II Internacional.

El objetivo central del texto de Aguilar Monteverde es doble, por un lado demostrar que la categoría de imperialismo se construye en el pensamiento de Lenin, tanto teórica como políticamente más allá de su obra de 1916, y por el otro consolidar la categoría de Capital Monopolista de Estado (CME). Sobre el primer aspecto tenemos que decir que el texto de Aguilar cumple excelsamente un rastreo minucioso tanto de las polémicas políticas como de la evolución metodológica que Lenin realizó en sus análisis económicos. Destaca su estudio de los “Cuadernos sobre el imperialismo”, en donde destaca las críticas de Lenin a John Hobson, el primero dentro de los sectores de izquierda en formular la categoría de imperialismo. Asimismo, también rastrea las distintas polémicas, tanto con las figuras de la II Internacional que se afianzaban en posiciones eurocéntricas, como dentro del ala izquierda de los bolcheviques, siendo Trotsky y Bujarin sus principales blancos.

Sobre la segunda temática, habría que tener más reservas. Para Aguilar, Lenin es un criterio de autoridad para afianzar la noción de CME. Textualmente demuestra que Lenin utilizó tal categoría y emprende un segundo asedio a los textos para mostrar la centralidad del Estado interventor en la economía después de la famosa obra de 1916. Según esta hipótesis, el imperialismo ya no sólo sería definido como la época de la fusión del capital bancario y el industrial con el correspondiente dominio de los monopolios, sino que estos mismos se habrían fundido con la estructura burocrática estatal. El CME surge de la estrecha relación entre los monopolios y el Estado, y que en las palabras de Lenin actúan a través de “un solo mecanismo […] deviene parte fundamental de la estructura económica misma, explota un creciente número de trabajadores asalariados, extrae en forma directa grandes masa de plusvalía y adquiere una importancia decisiva en el proceso de acumulación”.[11]

Es cuestionable el asedio de Aguilar no sólo por la noción tan estrecha de Estado que supone, la cual se deriva del instrumentalismo más puro, sino que además la teoría del CME, según estudiosos de la época, corresponde directamente a la versión soviética que se entregó de Lenin. Para demostrar esto, José María Vidal, estudioso del marxismo, destaca los trabajos pioneros de Stalin, los del economista Eugene Varga y sobre todo las teorizaciones del Partido Comunista Francés, así como los de las escuelas soviéticas postestalinistas.[12]

Las concepciones de Aguilar Monterverde dieron otros frutos, por ejemplo, su insistencia en que el régimen político mexicano no era la construcción de una burocracia que gobernaba por arriba de las clases sociales (y sus conflictos) sino que más bien era el resultado de la fusión de la burguesía con el Estado. Su obra titulada La burguesía, la oligarquía y el Estado, busca dar muestra de ello con un estudio empírico sobre las relaciones empresariales de la élite política mexicana. Sin duda, aunque con aires de renovación, Aguilar permanecía en la órbita prosoviética, bajo un concepto reduccionista del fenómeno estatal y con una metodología preponderantemente empirista. Ello no obsta para que su obra sea releída con interés como un intento de renovación, producto de la Revolución cubana, como se manifiesta cuando escribe que en Mariátegui, Mella y Che Guevara está “el leninismo que hace falta”.[13]A medio camino entre la renovación y las certezas, Aguilar entrega una obra útil para el estudio de la obra de Lenin, aunque limitada en sus concepciones.

Por último, revisaremos la obra del colombiano José Consuegra titulada Lenin y la América Latina. Consuegra recoge una gran cantidad de declaraciones afines al pensador ruso, las cuales expone en una línea de congruencia entre los objetivos latinoamericanistas de Bolívar y Martí, hasta el surgimiento de los gobiernos populistas, representados por Cárdenas en México o por el gobierno truncado de Jorge Eliecér Gaitán en Colombia, para terminar con un Fidel Castro afín al ruso. Una base documental de la primera mitad del siglo XX le sirve a Consuegra para su objetivo primero: mostrar la presencia positiva de Lenin entre la intelectualidad y las dirigencias antiimperialistas de la región. Traza, como será común después de 1959, un paralelismo entre Martí y Lenin, o entre Fidel Castro y Lenin. Sin embargo, el punto central del autor colombiano se encuentra en la segunda parte de su estudio.

En este segundo apartado, Consuegra demarca en la clave ya antes dicha la diferencia o complementariedad de Marx con Lenin: “Lenin amplía y concreta a la realidad de comienzos del siglo los aportes de Marx en el estudio de la etapa monopolista del capitalismo.”[14] A partir de ese momento, el autor colombiano utiliza una serie de variables empíricamente constatables para dar forma a la categoría del imperialismo. Avanza entre las citas del texto de 1916 y estudios estadísticos de las economías de la región, demostrando los altos índices de concentración de capital; el papel de los bancos, que habrían colocado bajo su dominio al sector industrial o la exportación de capital hacia espacios donde la fuerza de trabajo era más barata.

Además de lo anterior, Consuegra realiza una crítica de las teorías eurocéntricas, destacando cómo Lenin fue el primero en hacerlo al estudiar en concreto la formación social rusa de principios del siglo XX. Al respecto señala: “Lenin, alejándose sabiamente de los esquemas y de la rigidez del modelo clásico europeo, estudia la realidad concreta de su patria […]. La similitud de la Rusia agraria de entonces con la América Latina agraria de hoy, elevan los estudios de Lenin a la categoría de manuales de indispensable consulta.”[15]

De esta manera, el Lenin de Consuegra nos ofrece una confluencia política con el antiimperialismo, así como una crítica metodológica del eurocentrismo. Apenas anunciada, esta segunda opción resulta interesante de ser explotada, pues hilvana la situación rusa con la latinoamericana al centrarse no sólo en el desarrollo industrial, sino en el ámbito campesino. Se trata de un Lenin desagregado, por supuesto, una selección que ha realizado el colombiano para hacer la crítica de los modelos tradicionales del estudio de las economías en América Latina.

Órbitas anticoloniales

El “huracán” cubano trajo nuevas notas al continente teórico marxista. Los aires de renovación que se dieron tras el XX Congreso del PCUS (1956) sólo se reforzaron de manera efectiva a partir de 1959. Y fueron precisamente los cubanos quienes buscaron abrir una veta nueva sobre el eje articulador de la propuesta de Lenin con respecto de la situación de los pueblos colonizados. Dos publicaciones ejercen fuerte atractivo para nuestro objetivo, ambas fueron publicadas en 1970 con motivo del primer centenario del nacimiento de Lenin, se trata del número 59 de la revista Casa de las Américas y del número 2 de la revista Unión, publicación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, sin embargo, nos limitaremos a la primera, que resulta teóricamente más relevante para nuestro objeto de estudio.

El camino que tuvo que seguir el Lenin que presentaron algunas de las personalidades más importantes de la intelectualidad revolucionaria cubana, no fue sencillo. Este número 59 de Casa de las Américas es muestra de ello. Se destacan dos colaboraciones: la de Carlos Rafael Rodríguez, que abre el número con el artículo titulado “Lenin y la cuestión colonial” y la del propio director de la revista, Roberto Fernández Retamar con el titulado “Notas sobre Martí, Lenin y la revolución anticolonial”: estos textos tendrán la fortuna de ser difundidos ampliamente en los sectores de la izquierda latinoamericana.

Ambos autores comienzan demarcando sobre el “eurocentrismo” de Marx y la necesidad de comprender la utilidad del instrumental marxista a pesar de ciertas declaraciones, frases o concepciones. Rodríguez debate con Hélène Carrére D’Encausse, autora de Marxismo y Asia, cuyo objetivo es articular el concepto de “revolución democrática burguesa” con las condiciones posteriores a 1959. A partir de algunas consideraciones sobre las incomprensiones del marxismo hacia los países colonizados es que podemos entender la posición de Rodríguez. En primer lugar debemos señalar dos aspectos, uno de carácter teórico y otro de carácter político: las posibilidades de mirar al mundo colonial que tuvo Lenin se deben, en primer lugar, a desautorizar las insistencias populistas de pasar al socialismo por vías no capitalistas (como lo era la comuna rural) y por el otro lado, el combate político de las vertientes más eurocéntricas de la socialdemocracia, que llegaron a apelar a una “política colonial socialista”.

El recuento de Rodríguez no abreva tanto de la tesis teórica sobre el populismo y las vías no capitalistas o comunitarias sino más bien abreva más profundamente de la tesis política antirreformista y anticolonial. Así, Rodríguez reconstruye, a partir de los textos y documentos políticos redactados por Lenin, el cambio de posición, cada vez más radical, con respecto a la política colonial de los socialdemócratas. Según el cubano, habría sido la Revolución china la que abrió las puertas para entender el problema colonial en su doble dimensión. Una de ellas versaría sobre el concepto de autodeterminación de las naciones y la otra sobre la revolución democrática burguesa.

Aunque ambas nociones se encuentran estrechas, una no sigue a la otra. En realidad la tesis de la autodeterminación es compartida por casi todo el movimiento revolucionario (con excepción, quizá, de Rosa Luxemburgo). En cambio, la comprensión del concepto de “revolución democrática burguesa” responde a una elaboración política distinta, aquella que pone énfasis ya no en el mundo central europeo, sino en el colonial, colocando el énfasis en el lugar de los campesinos y la diversidad de formas políticas existentes:

Si en toda la primera fase de la revolución socialista, hasta la paz de Brest, sus esperanzas para el desarrollo de la revolución mundial tenían su centro en Europa y en el proletario de los grandes países capitalistas desarrollados, su genio estratégico le permitió comprender -en ese momento de reflujo revolucionario europeo- la enorme reserva que la Revolución rusa tiene en este otro lado de sus fronteras.[16]

El descubrimiento del “Oriente”, principalmente campesino, sus discusiones tras la fundación de la Internacional Comunista con el hindú Roy, así como la derrota de la revolución europea, le permiten a Lenin elaborar una estrategia política distinta. De esta manera, la “revolución democrática burguesa”, concepción elaborada por Lenin, tendría un contenido más profundo al mirar, no a la “gran burguesía” aliada de los países coloniales, sino que apelaría a medidas antiimperialistas (“nacionales”) en tanto que apuntaría a la conquista de la dirección política de sectores medios afectados por el imperialismo, la política colonial y las alianzas de los centros metropolitanos con un sector de la gran burguesía local.

Curiosamente, la “revolución democrático-burguesa” que Rodríguez reconstruye en Lenin es poco burguesa (por el “sujeto” que la lleva adelante), pero sí campesina y con pretensión de construcción hegemónica. Quizá tensando el texto, con el Lenin de Rodríguez, lo que tenemos es un revolucionario ruso más cercano a Ho-Chi-Minh y a Fidel Castro, es decir, más convencidos de la necesidad conquistar a las mayorías de sus poblaciones y menos preocupados por la fraseología radical. Es decir, más cercano al propio Lenin que a las construcciones posteriores de su figura.

El texto de Fernández Retamar avanza por una senda similar. En este caso, desde el comienzo, no se pone tanto énfasis en los dichos de Marx en general sobre el mundo colonial, particularmente de América Latina (aunque los repasa brevemente), sino que, tal como lo hará Bruno Bosteels en nuestros días, repasa sobre la “lógica del desencuentro”[17] entre Martí y Marx. Según Retamar, es el primero el que “no parece haber reconocido las verdades esenciales del marxismo”,[18] es decir, el que no pudo entender la potencialidad del discurso inaugurado por Marx contra la lucha anticolonial, en tanto que “a Marx no le era posible apreciar debidamente el que sería el planteo de Martí”,[19] dado que las estructuras sociales existentes en el mundo colonial hacían imposible la práctica marxista. El marxismo, en ese sentido, no era posible por falta de lecturas o de entendimiento, sino por su propia configuración material. Sobre la base de estos desencuentros es que el también poeta cubano elabora una estrategia de acercamiento entre Martí y Lenin en quienes ve, por el contrario, profundas posibilidades de encuentro.

Para Fernández Retamar, el punto de articulación de dos prácticas tan diversas es por la época histórica del imperialismo y por tanto en razón por la lucha con contenido anticolonial. No sólo porque, siguiendo a Lenin, el cubano reafirmaría que el trabajo explotado en las colonias es fundamento del propio capitalismo, sino que la práctica martiana: “fue la primera acción organizada contra el imperialismo yanqui y consecuentemente, inaugura por el lado colonial la época presente”.[20] Es decir, Martí inaugura en su práctica política lo que Lenin categorizará como la época de la revolución. Como puede observarse, el Lenin anticolonial que presenta Fernández Retamar es aquel que se encuentra con la práctica de lucha inaugurada en las colonias, en donde revolución y anticolonialismo se traslapan en la época imperialista.

El Lenin para estas dos figuras cubanas es sin duda uno que está atravesado por la potencia renovadora de la Revolución cubana. Resulta convincente presentarlo porque articula a través de discusiones propias de mediados de los años sesenta una posible lectura del líder ruso a partir de las especificidades del mundo colonial. Se trata de un Lenin que aprende de las lecciones políticas de Asia, particularmente de China, al tiempo que coincide con los esfuerzos de otras zonas del mundo colonial, justo cuando éste se encuentra subsumido en una lógica inexistente que en la época de Marx: la del imperialismo, es decir, la del dominio formal y real del capitalismo a lo largo y ancho del mundo.

Órbita teórico-política

En esta órbita se encuentra el segmento más complejo de la trama que hemos reconstruido. Lo es porque los marxistas que buscaron renovar el horizonte de sentido de la época posterior a la Revolución cubana tenían que enfrentarse al dilema de contrastar la obra de Marx y la de Lenin, la experiencia rusa y la cubana, las pesadas herencias ideológicas y los bríos de cambio.

Lenin fue problemático, se le asedio con un propósito: encontrar en su obra las coordenadas que permitieran evitar o solucionar los problemas teóricos de lo que después sería categorizado como crisis del marxismo. Por crisis del marxismo entendemos, como aduce Louis Althusser, la ausencia de una teoría política específicamente marxista, es decir, una teoría de lo político de acuerdo a las condiciones del siglo XX: Estado, transición, democracia y otras categorías de la época se encuentran aquí tensionadas con respecto a los procesos sociales y políticos que acontecieron en los años sesenta y setenta.

Quienes afrontaron a Lenin desde la órbita que desarrollaremos, pretendieron encontrar en su obra algunos registros problemáticos de esta situación de ausencia de una teoría política en el marxismo. Para ello recurrieron a la obra de Lenin, pretendiendo no sólo usarlo como argumento de autoridad, sino como un referente en el terreno del método. Por momentos nos presentan a un Lenin distanciado del estalinismo o alejado de algunas ideas comunes en torno a su pensamiento, a menudo también se ensayan críticas a ciertos planteamientos de su obra.

A continuación abordaremos tres obras que deben ser consideradas en el marco de una intención de dotar al marxismo de una teoría política, por lo que abrevaremos de las lecturas de J. R. Núñez Tenorio, Tomás Moulian y Álvaro García Linera.

La primera parada de nuestro recorrido será por la obra de J. R. Núñez Tenorio, militante comunista primero y después intelectual de izquierda, quien produjo una cantidad inmensa de libros sobre economía política y metodología, con incursiones en la filosofía a partir de sus trabajos sobre Sartre y Althusser. La obra que dedicó a Lenin, prácticamente desconocida, apareció en 1969 y se tituló Lenin y la revolución, es pionera pues por primera ocasión se exponían algunas de las categorías de Lenin dispersas en sus obras, no con la finalidad de encontrar un argumento de autoridad, sino como un conjunto de conceptos que permitieran evaluar situaciones específicas. Ese mecanismo se popularizará muchos años más tarde cuando al calor de los conflictos en Centroamérica, Martha Harnecker publica en 1986 su obra La revolución social: Lenin y América Latina.

Sin embargo, nos encontramos unas décadas atrás, en donde Núñez Tenorio demarca algunos momentos de su lectura de Lenin para poder pensar la realidad política de su tiempo. En primer lugar ubica el concepto de lucha de clases como un concepto identificado con la lucha política, es decir, no ubica centralidad en la confrontación económica, ni sindical. En segundo lugar, establece que, según Lenin, la lucha política es al mismo tiempo una ciencia y un arte.

Como ciencia por su carácter objetivo que apela al estudio y a la comprensión de las condiciones en las que los sujetos se encuentran, lo que permite comprender cuáles de todos los factores de la realidad social son verdaderamente determinantes y a partir de ellos detallar la estrategia que involucra el nivel de los actores, de sus capacidades y de sus límites: la acción se fundiría con la ciencia en la medida que hay programas políticos y elaboración de tácticas. En tanto que como arte sería sobre todo por el reino de lo subjetivo, el nivel en donde actuaría la “conciencia” y la acción de los sujetos.

Núñez se plantea, siguiendo a Harnecker, definir los conceptos elementales de la lucha política. Táctica, por ejemplo, es definida como la acción (sobre la base del conocimiento científico de las determinaciones) en periodos cortos. En cambio, la estrategia se desarrollaría a partir de un gran periodo histórico. En Lenin la táctica siempre aparecerá, según nos dice Núñez, subordinada a la estrategia. Pero esa táctica también se pensará no desde la simple voluntad de los sujetos, sino también desde la cualidad y la capacidad organizativa.

Núñez alerta que táctica y estrategia son conceptos arrebatados desde el lenguaje militar, y sin embargo en Lenin no deben de ser considerados en ese sentido. Por ello, insiste en que la política, al ser ciencia, también es indudablemente arte. El arte de la política tiene su corazón en la dirección política, así se desplaza la metáfora militar. El arte de conducir la política es la de lograr caracterizar al movimiento social y poder ubicar e intervenir en las “fuerzas motrices” de dicho movimiento. Apoyándose en Lenin y del ejemplo de la “revolución burguesa”, que no estaría encabezada por las burguesías, sino por otros sectores que se enfrentan a una situación dada y que actúan de acuerdo al conocimiento de ella. No hay posibilidad de “saltar” fases, puesto que existe una comprensión adecuada de las determinaciones fundamentales de la sociedad, ello no implica inmovilismo, sino todo lo contrario, una acción, un arte, que cambie el terreno de la disputa política.

A partir de estas explicaciones Núñez pasa a definir las categorías principales del arte de la política: la capacidad de ubicar al “enemigo principal”, pues no todo enemigo lo es para siempre y ello depende de cada etapa de la lucha política; las “capas intermedias”, que en determinados momentos son aliados y no necesariamente adversarios; la “política de alianzas”, que justamente se mueve entre la táctica de un periodo y los objetivos estratégicos, y “la fuerza principal” de cualquier lucha política, que no está dada a priori ni como regla universal, sino que se construye a través de la historia.

Es importante señalar que a finales de los años sesenta, para Núñez Tenorio existen dos formas predilectas que la historia habría marcado como el arte de la conducción política. Por un lado la insurrección y por el otro la guerra popular. La primera correspondería al “ejemplo” ruso y la segunda a la Revolución china. Aunque no profundiza, es claro que ambas opciones se presentan como formas de dirigir la fuerza política, de construir alianzas y de derrotar al “enemigo principal” de forma distinta.

De todo ello, sin embargo, destaca algo que aparece como una lección política de la historia y es que no habría clases politizadas de antemano (no habría proletariado ni campesino per se revolucionario) ni tampoco presencia de grupos que volverían infalible la acción política. Grupos, clases y sectores políticos no son nada sino a condición de dominar el arte de la dirección política y para ello es necesario la tradición de lucha, la escuela de aprendizaje y la capacidad práctica, elementos que no dependen de la voluntad individual ni colectiva, ni de poseer una “concepción del mundo”, sino el de asimilar las victorias y las derrotas históricas.

El Lenin de Núñez Tenorio presenta a un autor más prolífico, nada dogmático en la teoría ni sectario en la política; a un teórico que se apoya en las lecciones de la historia y que pretende trascenderlas. Nos presenta también y quizá aquí valga por fin citarlo, un Lenin autocrítico, una vez que los periodos van transformándose. Dice Núñez sobre la concepción del partido: “Los partidos de la revolución no son un fin en sí mismos, son un instrumento de las masas, cuyo papel es, precisamente, llegar hasta las masas.”[21]

El partido no es un fetiche y depende también de las lecciones aprendidas en la historia: se trata de un intento de romper con las versiones “leninistas” de finales de los sesenta.

Nuestra segunda parada en la órbita teórica-política recae en la aportación que el reconocido sociólogo chileno Tomás Moulian elaboró en el contexto del gobierno de la Unidad Popular y después en el periodo de la dictadura de Pinochet. En estos trabajos se encuentra un intento de exposición distinta, no tanto de conceptos, sino de problemas que acarrea la lectura de Lenin y ciertos efectos de ella.

Una primera aproximación de Moulian a Lenin se presenta en los Cuadernos de la Realidad Nacional, importante publicación de la intelectualidad que se reunía en Santiago, en donde el sociólogo explora la forma en que Lenin construyó teóricamente la alianza entre la clase obrera y el campesinado.

Sin embargo, este aspecto específico no es tan relevante para nuestro propósito, como sí lo es en la manera en que el chileno se desmarca de lo que denomina la lectura “empirista” y la “dogmática”: la primera realiza una operación de lectura de Lenin como un historiador de la situación rusa, sin posibilidad de universalidad, en tanto que la segunda traslada cualquier cita y referencia a situaciones contemporáneas, sin mediar trabajo teórico de por medio.

Para Moulian, en cambio, “Lo específico y creador en él son sus intentos de proporcionar una orientación científica a la práctica política de la clase obrera. Para conseguir ese objetivo, él trabaja por elaborar una ciencia de la política, de la lucha política de clases”.[22]

Moulian considera, en esta primera aproximación, que la obra de Lenin es teórica y política, siendo la dimensión práctica la que imponga el ritmo de construcción, pues se debe a que la “teoría” no existe antes de la propia práctica que él va desarrollando. Este ritmo marca entonces un límite en el campo de lo específicamente teórico: “Todo esto significa que la ciencia de la política (territorio del cual Lenin es colonizador, aunque no sea descubridor) se encuentra en su obra en estado práctico.”[23]

Es decir, que la construcción de una forma con pretensión de universalidad sólo viene con posterioridad. Es sólo con el trabajo en la formalización y sistematización que aleje de la lectura imperialista (un contexto específico) y de la dogmática (cualquier contexto). Esto posibilita hablar de Lenin desde la ciencia de la política.

Es a partir de este momento que Moulian procede a desarrollar algunos puntos de lo que considera es la tarea de formalización y sistematización. Los aportes de Lenin estarían en un despliegue de la categoría de “coyuntura” que permita ubicar los momentos específicos y con ello la ruptura de cualquier concepto de linealidad.

De la categoría de “coyuntura” se desprende la de análisis de relación de fuerzas, categoría ésta que depende del entramado sobre determinado por las coyunturas y que no es autónomo de ellas. Así, a lo largo de su análisis de la formulación del programa agrario y la manera en que se construye la política de alianzas entre obreros y campesinos, Moulian destaca que sin una comprensión de la metodología del análisis de “coyuntura” no hay posibilidad de una lectura adecuada de Lenin.

La teoría de la “coyuntura”, decíamos, rompe la linealidad, permite ubicar la diversidad de tiempos históricos (el “desarrollo desigual”) captando los “entrecruzamientos”, es decir, la diversidad de problemas de determinadas formaciones sociales o en un lenguaje que después será común en el marxismo, “las articulaciones” entre distintas intensidades del devenir histórico. Con esto último se refiere a los periodos de crisis, y a la articulación de los momentos de determinación de lo “económico” (fuerzas productivas) y lo político (la toma de decisión, la dirección del movimiento).

Hasta aquí el primer esfuerzo, que debe ser contextualizado en la época del gobierno de Allende, donde la preocupación por la “teoría de la transición” se impone sobre otras temáticas. Moulian aborda positivamente en un primer momento la obra de Lenin, en una clave althusseriana como es palpable en la terminología, aunque su perspectiva se centra en los problemas de la conflictiva realidad chilena del momento.

En un periodo posterior al de la experiencia de la Unidad Popular, elabora una crítica a Lenin a propósito de la relación entre ciencia y política. El reto para Moluian es enfrentar a Lenin con él mismo o las distintas formas de entender el marxismo que éste tuvo a lo largo de su trayectoria. Tensar la producción para mostrar que había dos momentos, demarcados claramente a partir de la obra ¿Quiénes son “los amigos del puebloy cómo luchan contra los socialdemócratas? y en “¿Qué hacer?” Moulian erosiona el grillete más pesado del estalinismo: la afirmación de que Lenin construyó una “ciencia de la política”, es decir, una teoría de la revolución para el periodo en que se vivía. Dice el sociólogo chileno: “No hay que buscar en Lenin leyes de la práctica revolucionaria, sino una manera de abordar el análisis de la acción.”[24]

La crítica que Moulian realiza al primer Lenin (al de ¿Quiénes son “los amigos del pueblo” y…?) se encuentra asentada en la construcción de la categoría de “necesidad histórica”. Según Moulian, Lenin prima un reduccionismo que provoca falsas totalizaciones, donde la estructura primera siempre se impone sobre lo superestructural o secundario. Ello es así porque la cárcel cientificista se le impone al revolucionario ruso, el reduccionismo de la “última instancia”, de la “esencia” o de la determinación última, aparecen como el eje articulador de su discurso: las relaciones de producción son ese concepto determinante, esencialista y totalizador, son la expresión de la cárcel cientificista.

Para Moulian, esto se debe a que Lenin construye en esa obra una teoría de la formación social capitalista donde sólo pesa lo estructural (las relaciones de producción), siendo el marxismo el discurso que aprendería su dinámica a partir de leyes sociales que operarían equivalentemente a las leyes de la naturaleza. El cientificismo del que es presa lo obliga a reducir los elementos “totalizadores” y en donde otras tramas de la vida social (como la cultura, la política o la ideología) no son sino expresiones de dicha totalización. Es perceptible la crítica de corte althusseriano que Moulian realiza en su argumento. Dice Moulian sobre el entramado categorial del texto que critica: “Lenin deriva el [concepto] de necesidad histórica. Las nociones de formación social y de proceso histórico natural tienen una significación precisa dentro del discurso: indicar que existe un nivel determinante, las relaciones de producción.”[25]

La cárcel cientificista se romperá con la irrupción teórica contenida en ¿Qué hacer?: desde el punto de vista del sociólogo chileno es con esta intervención de Lenin que el tema de la praxis deja su carácter instrumental y accesorio y asume centralidad, desplazando la omnipresencia de las “fuerzas productivas”.

Con dicho texto aparecerá una “tesis materialista de la conciencia”, en donde se muestra el conflicto de la conciencia obrera que se encuentra subordinada por la cultura burguesa. Esto para Moulian es un avance que permite mover radicalmente la perspectiva marxista, así, al observar la respuesta que Lenin le da a la pregunta del por qué la conciencia obrera aparece limitada en su estado puro, escribe: “Las razones que indica se refieren a la organización de la cultura burguesa, al carácter más perfeccionado de la concepción del mundo y de los aparatos ideológicos”.[26]

El Lenin de 1903 es entonces el que emplaza la práctica política, el proceso de politización y subjetivación. Dejada a su inmediatez la conciencia obrera queda atrapada en el “obrerismo” burgués, es decir, en la política sindicalista, inmediatista, donde la sociedad no aparece nunca como una totalidad y en donde no hay politización ni subjetivación real. La salida de Lenin a esta situación es la conocida teoría de la importación de la conciencia desde afuera, motivación que no aparecerá en ¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y…? debido al determinismo que en él se jugaba.

Según Moulian, Lenin da algunos pasos muy relevantes, que apuntan a la desacralización del “leninismo”. El punto más relevante es el de la primacía de la política sobre otras instancias. Ello obliga a restablecer el lugar de lo político, su trama, sus determinaciones, la contingencia que ella suscita y su importancia frente al determinismo. Sólo ello podrá evacuar definitivamente el determinismo, pues la política socialista no sería ya más “socialización de los medios de producción”, sino avocarse en la construcción de una acción socialista en clave democrática. Además de dar paso a una noción en donde lo más importante era la acción de los sujetos y no las representaciones de “actores” que ya tienen predefinida su tarea en el escenario estructural. Esto último es lo que apuntamos como proceso de politización y subjetivación.

La conclusión de Moulian es que Lenin dio en la práctica los pasos adecuados, aunque en términos teóricos nunca terminó de consumarlos. Sin embargo, en la crítica práctica fue más allá de la teórica, es decir, en ese espacio sí fue consumada. En un intento de desacralizar, Moulian pasa factura a las ambigüedades y limitaciones, cargado de un arsenal que ronda entre Lukács, Korsch y Althusser.

El sociólogo chileno no se permite concluir con una “teoría de la revolución” o una “sociología de la revolución”, sino que expone los límites de las ambigüedades del máximo exponente de la práctica transformadora. Al igual que la lectura anteriormente visitada, se trata de un aporte desafiante, que rompe con las dimensiones “estalinistas” del “leninismo”.

La última visita que haremos será a la obra de Álvaro García Linera. Se trata de una de las últimas producciones previas a 1989, pues se publica de manera clandestina en 1988. Se trata de una obra de escasa difusión dentro y fuera de Bolivia y que se da en medio de la formulación de la última guerrilla: el Ejército Guerrillero Tupak Katari. Titulada Las condiciones de la revolución socialista en Bolivia (a propósito de obreros, aymaras y Lenin), el ahora vicepresidente boliviano realiza un ejercicio teórico y político de comprensión de la dinámica política boliviana, particularmente de la manera en que la izquierda se ha comportado y a la que califica sin empacho como “izquierda reaccionaria”.

De este trabajo, sin embargo, lo que nos interesa es destacar la manera en que se hace uso de Lenin. Destacamos dos partes, una primera que versa sobre los aspectos que García Linera ve en Lenin como analista político y uno segundo que valora la aportación principal del dirigente ruso.

Álvaro García Linera observa que existen cuatro aspectos de los procesos políticos revolucionarios que deben ser destacados a partir de la obra de Lenin. En primer lugar señala que en todo proceso existe una dimensión que versa sobre los objetivos: destaca los procesos de construcción de proyectos (lo que se quiere lograr), con respecto a las condiciones sociales políticas existentes (es decir, lo que se puede lograr).

En esta primera instancia juega sin duda el ánimo “objetivo” de las condiciones materiales y sociales de la acción política. En segundo lugar, considera que en Lenin existe una dimensión de análisis que distingue entre las fuerzas sociales y su heterogeneidad, es decir, su capacidad.

Así, sigue a Lenin en la distinción de las “fuerzas sociales dirigentes” y la “vanguardia”. De dicha diferenciación García Linera distingue los factores “subjetivos”, que son aquellos que tienen que ver con la posibilidad de movilización, con la iniciativa, con la capacidad de trazar líneas políticas, alianzas, tácticas diferenciadas.

A diferencia de la primera instancia, aquí un sujeto localizado históricamente es lo más importante. En tercer lugar examina sobre la consideración de los “métodos”, de las formas de lucha: a diferencia de los interlocutores con los que polemiza (el anarquismo, el comunismo y el troskismo boliviano) García Linera aduce que no hay método preestablecido, sino convocatoria de lucha según las condiciones y la experiencia histórica de los sujetos con iniciativa (las “fuerzas sociales dirigentes”). Finalmente, de estas tres condiciones (sujeto, objeto y método) desprende, con Lenin, la posibilidad de los tipos de alianza.

Como podrá observarse, no parece haber gran originalidad o distancia con los otros planteamientos. Lo que hace peculiar la lectura de Lenin por parte del boliviano es su profundización sobre el carácter subjetivo de las condiciones de la revolución.

El combate de García Linera consiste en derruir cualquier equiparación entre el factor subjetivo de la revolución y el desarrollo y despliegue de una forma partidaria. Así, escribe: “el partido se convierte en la esencia original hegeliana, que da origen y explicación a todo”.[27]

Denunciando el fetiche del partido, el intelectual boliviano pretende desplazar la problemática hacia otro lugar: el definir, con Lenin, los verdaderos momentos de la subjetividad política.

Define entonces la condición subjetiva como la actitud y decisión de las clases sociales. Si las condiciones subjetivas no se dan en el partido, entonces deben encontrarse en otro lugar: es la capacidad de movilización de las “masas”. Aquí es conveniente preguntarse qué se entiende por condiciones subjetivas. La respuesta de García Linera a esta interrogante no deja lugar a dudas, se trata de la capacidad histórica, situada y concreta de quienes se movilizan.

Condición subjetiva no es desarrollo del partido, sino iniciativa social, confluencia de aspiraciones entre distintos sectores de clase y entre distintas clases, ánimo de lucha y movilización. Además de todo ello, que parecería recaer en un plano de la intencionalidad, también existe la parte práctica: condición subjetiva es también habilidad organizativa, disposición material de lucha y rabia.

Por condiciones subjetivas no debe entenderse, según García Linera, y de acuerdo con Lenin, un fetiche partidario, ni tampoco el desarrollo de una “conciencia” en abstracto. Condición subjetiva es siempre un ánimo práctico y material, que descansa en las grandezas y limitaciones de quienes se movilizan.

La condición subjetiva tiene que ver con la historia, la experiencia y la capacidad de aprendizaje e incluso con la furia del oprimido, recordando una frase de René Zavaleta. Escribe García Linera: “El papel del partido es el de impulsar, reforzar, generalizar, desde adentro de las mismas masas a partir de sus experiencias.”[28]

La obra de García Linera es mucho más amplia que lo que ahora destacamos, sin embargo, es útil para los fines propuestos, que son los de observar una determinada apropiación de la obra de Lenin. Su lectura de Lenin es curiosamente la de un Lenin antipartido, un Lenin que más bien apunta a los elementos práctico-materiales de organización de las clases que se movilizan y conservan cierta memoria de sus luchas. Es un Lenin sumamente original y que se aborda en clave de una lectura de “crítica de la economía política”, sin dejar de lado ciertos elementos centrales para el análisis estratégico.

Para finalizar, es importante considerar que en los años que transcurren entre la publicación del texto de Núñez Tenorio y la propuesta de García Linera, el marxismo se ve fuertemente cuestionado en cuanto a la centralidad de una teoría de la política en su seno. Estos tres autores pretendieron establecer las coordenadas para cubrir esa falencia, que se volvía evidente al momento de pasar revista por temas candentes en el continente.

Una lectura latinoamericana de Lenin en gran medida se puso en guardia ante los cambios que sucedían en el marxismo centroeuropeo, que viraban hacia el liberalismo al no encontrar en el marxismo los elementos suficientes para pensar la política moderna. El registro latinoamericano da cuenta, por un lado, de la insistencia en pensar con Lenin la política moderna y por el otro, establecer una ruptura con las versiones estalinistas, aunque este último intento no tuvo siempre su mejor logro. Más allá de la evaluación que se realice ahora, es significativo registrar su existencia.

Bibliografía

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Recibido: 18 de Febrero de 2017; Aprobado: 09 de Junio de 2017

Jaime Ortega Reyna. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha sido profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es integrante del Grupo de Trabajo de clacso “Herencias y perspectivas del marxismo”. Es co-coordinador del libro Antología del pensamiento crítico mexicano (CLACSO, 2015); junto con David Gómez coordinó el libro Pensamiento filosófico nuestro americano (México, EON, 2014). Fue ganador del Primer Concurso de Ensayo Reinaldo Carcanholo que otorga la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico.


[1] Atilio Boron, “Actualidad del ¿Qué hacer?”, en V.I. Lenin, ¿Qué hacer?, Buenos Aires, Ediciones Luxemburgo, 2004, pp. 13-73.

[2] Manuel Guillermo Rodríguez, ¿Filosofía política?… al sur, Bogotá, Utopía-Textos, 2007, pp. 22-41.

[3] Jorge Luis Acanda, Pablo Arco, Rafael Cervantes, Román García Armando Hart, Joaquín Santana, Dolores Vilá, Rubén Zardoya, “Mesa redonda: Lenin”, en Paradigmas y Utopías: Revista Trimestral, núm. 7, México, mayo-julio de 2003.

[4] “Seminario a 100 años del libro de Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo”, en Periferias, núm. 24, Buenos Aires, 2016.

[5] José Stalin, Fundamentos del leninismo, Pekín, Ediciones de Lenguas Extranjeras, 1972.

[6] Gregori Zinoviev, “El leninismo”, en El gran debate 1924- 1926: II. El socialismo en un solo país, México, Cuadernos de Pasado y Presente, 1977.

[7] Vladimir Acosta, La teoría del desarrollo capitalista en Lenin, Caracas, UCV, 1977, p. 151.

[8] Josefina Morales, Irma Portos e Isaac Palacios, “Presentación”, en Economía política del desarrollo: antología de Alonso Aguilar Monteverde, México, IIEc/JP, 2005, p. 13.

[9] Carlos Maya Amiba, Ilusiones y agonías de los nietos (teóricos) de Lenin, México, Siglo XXI, 1994.

[10] Vale la pena mencionar algunas de ellas: El imperialismo: algunas contribuciones clásicas, publicado en 1979 por Nuestro Tiempo y que recoge trabajos de Armando Córdova, Ana Mariño, Pío García (encargado del ensayo sobre Lenin) y Arturo Guillén; otra publicación relevante fue Economía política del imperialismo: autores estadounidenses, con trabajos de Sergio Bagú, Josefina Morales, Arturo Guillén y Víctor Bernal; finalmente, en 1985 apareció Economía política del imperialismo: autores europeos, que albergaba numerosos textos, entre ellos algunos firmados por Raúl Olmedo, Víctor Manuel Durand, José Valenzuela Feijoo, Rosalío Wences Reza, Aurora Cristina Martínez, entre otros.

[11] Alonso Aguilar Monteverde, Teoría leninista del imperialismo, México, Nuestro Tiempo, 1978, pp. 180 y 181.

[12] José María Vidal Villa, Teorías del imperialismo, Barcelona, Anagrama, 1976, pp. 213-225.

[13] Aguilar Monteverde, op. cit., p. 461.

[14] José Consuegra, Lenin y la América Latina, Barranquilla, Universidad del Atlántico, 1972, p. 58.

[15] Ibid., p. 76.

[16] Carlos Rafael Rodríguez, “Lenin y la cuestión colonial”, en Casa de las Américas, núm. 59, marzo-abril de 1970, p. 19.

[17] Bruno Bosteels, Marx y Freud en América Latina, Madrid, Akal, 2016, p. 43.

[18] 18Roberto Fernández Retamar, “Notas sobre Martí, Lenin y la revolución anticolonial”, en Casa de las Américas, núm. 59, marzo-abril de 1970, p. 117.

[19] Ibid., p. 118.

[20] Ibid., p. 123.

[21] J. R. Núñez Tenorio, Lenin y la revolución, Caracas, Crítica Marxista, 1968, p. 74.

[22] Tomás Moulian, “Acerca de la lectura de los textos de Lenin: una investigación introductoria”, en Cuadernos de la Realidad Nacional, núm. 13, Santiago de Chile, julio de 1972, p. 188.

[23] Ibid., p. 190.

[24] Tomás Moulian, Cuestiones de teoría política marxista: una crítica de Lenin, Santiago de Chile, Flacso, 1980, p. 17.

[25] Ibid., p. 25.

[26] Ibid., p. 28.

[27] Álvaro García Linera, Las condiciones de la revolución socialista en Bolivia (a propósito de obreros, aymaras y Lenin), La Paz, Ofensiva Roja, 1988, p. 221.

[28] Ibid., p. 226.

El desmoronamiento del poder, Manuel Hinds, 24 de septiembre de 2020

Las últimas semanas no han sido positivas para el presidente, ni adentro ni afuera del país. En los primeros meses de su mandato, el presidente obtuvo una imagen internacional envidiable que ahora parece estar por los suelos, como lo muestran las cartas que ha ido recibiendo de poderosos senadores y congresistas de EE.UU. y de varias instituciones multilaterales de defensa de los derechos humanos, criticándolo por sus violaciones continuas a la Constitución y a los derechos de los ciudadanos, por su invasión de la Asamblea con fuerzas militares del 9F, y advirtiéndole de los efectos negativos que podría tener una comprobación de las negociaciones con la Mara Salvatrucha de la cual ha sido acusado su gobierno. Los firmantes son los que aprueban o desaprueban los fondos de ayuda y otras medidas que nos afectan a nosotros y a los hermanos lejanos.

Nacionalmente, el presidente ha derrochado enormes cantidades de dinero y no quiere dar cuenta de ellas. Esto se une con los problemas fiscales cada vez peores que enfrenta su gobierno, con la escasez de empleos y con la falta de servicios ciudadanos, que, dadas las cantidades de dinero con las que ha contado el presidente, deberían de estarse prestando sin problemas y en cambio están cada día peores y más escasos. Parte del mito de este presidente es que el pueblo sigue prefiriéndolo a pesar de todos estos problemas, ignorando que, en este momento, por ejemplo, muchos gremios que lo han apoyado con mucha fuerza en el pasado, ahora están haciendo demostraciones enormes en contra de él en el ministerio de Hacienda.

Estas protestas se van a ir haciendo cada vez más frecuentes porque el gobierno, a pesar de haber recibido enormes cantidades como resultado de la pandemia, está gastando demasiado y ya no puede seguirse endeudado. Esto, con el tiempo, le está erosionando su popularidad y su poder.

Mucha gente piensa que la popularidad del presidente es a toda prueba porque es una persona carismática. Sin embargo, una reciente encuesta de la UFG mostró que la gente que está dispuesta a darle sus votos al presidente para que tenga una asamblea a favor de él ya no es, como se pretendía, más del 97% sino sólo el 48%. Y eso era de esperarse. La historia ha demostrado que no hay carisma a toda prueba. En realidad, el carisma ha probado ser algo temporal. Con el tiempo, igual que el poder, se desmorona, sea porque el líder carismático ha sido exitoso, o sea porque ha sido un fracaso.

La gente piensa que los líderes nacen, no se hacen, y que la característica que los define es el carisma, algo que va con la persona, no con las circunstancias. Esto puede ser cierto, pero también es cierto que los líderes tienen su tiempo, de tal forma que, por mucho carisma que piensen que tienen, éste existe o no existe dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, nadie puede dudar que Winston Churchill fue uno de los líderes más carismáticos del siglo XX, si no el más carismático de ellos. La Segunda Guerra Mundial creó la oportunidad para su ascenso, pero perdió las elecciones convocadas apenas la ganó. El propio éxito de Churchill nulificó su carisma, que ya no era necesario. Pero hay casos, como el de aquí, que pierden su carisma porque han fracasado en la función para la que fueron electos.

¿Qué fue lo que creó la oportunidad de nuestro presidente actual?
Su oportunidad la crearon los líderes de los partidos políticos existentes, que llegaron a creer que en ellos residía todo el poder político del país porque los ciudadanos tenían que votar por alguno de ellos, aunque no les gustara lo que estaban haciendo, porque no tenían alternativa. La insatisfacción popular con esto causó un aumento continuo del abstencionismo, pero esto no les importaba a esos líderes tradicionales porque pensaban que ellos igual iban a ser electos, aunque fueran muy pocos los que votaran. Esto creó la oportunidad para alguien que llegara de afuera. El actual presidente llegó así. Logró ser electo convenciendo a la ciudadanía de dos cosas: una, que todos los políticos eran sinvergüenzas, y, dos, que él, que había sido miembro por varios años de un partido político y alcalde de dos ciudades y era un consumado político, no era político.

El presidente tuvo éxito en esta campaña. Sin embargo, es claro que su liderazgo político será muy breve porque el descontento que creó su oportunidad no se cura sólo con la sustitución de los líderes de los partidos tradicionales con una persona nueva. Requiere su sustitución con personas más competentes para enfrentar los problemas del país. Y esto no lo puede proveer el actual presidente. En realidad, su incompetencia y la de su equipo son mucho peores que las de los gobiernos anteriores. Y lo que viene es peor. El presidente estuvo muy bien posicionado cuando el reto era sustituir a unos desprestigiados. Está desmoronándose ante los retos de manejar un país.

Es decir, el vacío que llenó el presidente con su elección está vacío nuevamente. La oportunidad está disponible otra vez para el que quiera tomarla.

El problema es que entre los otros partidos no parece haber ninguno que haya comprendido que para llenar ese vacío tiene que presentar a la ciudadanía una visión del país que quieren lograr y una ruta que de una manera creíble los pueda llevar a volverla una realidad. No pueden seguir respondiendo a los insultos del presidente con otros insultos. Necesitan dar sustancia a la población, una ruta hacia el desarrollo y la inversión en capital humano que lo posibilite.

El que comprenda esto no solo va a ganar muchos diputados, sino que se va a colocar en la recta final para la presidencia en 2024. No hay nada peor que no dar una batalla creyendo que está perdida cuando en realidad es bien factible ganarla.

La Desobediencia Civil, una nueva forma de lucha. Vladimir de la Cruz, 23 de septiembre de 2020

En la tensión que vive el país desde hace varias semanas, por la presión, de diferentes grupos organizados, y de ciudadanos disconformes, contra la actuación del Gobierno, especialmente, centrada su protesta contra el Presidente Carlos Alvarado Quesada, no solo de crítica a su gestión sino hasta de pedir, irracionalmente, su renuncia, lo que se evidencia es una forma de lucha, la Desobediencia Civil, solo que a mi manera de ver, sin contenido concreto de cómo llevarla a cabo, y convocada de manera casi espontánea, incluso señalando que su éxito deriva de que no tiene dirigentes políticos conocidos que la convoquen, y que no esperan, tampoco, que de ella salgan dirigentes oportunistas que se aprovechen de esas protestas, como he leído recientemente en uno de sus activistas o defensores.

Esto último es un error de fondo. No se puede esperar que una lucha social no tenga dirigentes que la conduzcan, que sean visibles, que produzcan confianza en la gente que protesta, que inspiren con su ejemplo. Desear o destacar que no deben tener dirigentes es casi llamar a la lucha anarquista de la manera más amplia, y a la lucha espontaneísta social, sin rumbo, sin norte, sin salida misma, sin saber hacia dónde ir.

La Desobediencia Civil es la forma de reaccionar contra normas o acciones del Gobierno, que de manera pacífica se manifiesta o realiza. Es obvio que el solo acto de desobediencia a la autoridad de gobierno es un acto de fuerza en sí mismo. Y su fuerza y eficacia  dependerá del mayor número que desobedezca, o de la capacidad jurídica que se tenga para respaldar esa desobediencia ante los actos de gobierno que se imponen para su cumplimiento.

Se pide desobedecer o desacatar normas jurídicas, decretos ejecutivos o leyes de la República, que surgen de la Autoridad facultada para emitir esos actos jurídicos.

Aunque se conocen formas de lucha de este tipo desde el siglo XVI, el origen de esta forma de lucha se debe, en los tiempos actuales, al gran poeta, escritor y ensayista norteamericano Henry David Thoreau, quien a mediados del siglo XIX, en 1849, escribió la obra “Desobediencia Civil”, con el objetivo de negarse él, y llamar a negarse, a pagar impuestos del gobierno norteamericano que se justificaban para financiar la intervención de rapiña que estaban realizando en México, período en el que Estados Unidos se apropió de gran parte de los territorios mexicanos, en esa época, incluso con colaboración de William Walker, que después lo tuvimos en Centroamérica y en Costa Rica, intentando expandir los dominios esclavistas de los estados sureños norteamericanos y de someter a la esclavitud a los pueblos centroamericanos.

Thoreau protestaba contra la guerra que consideraba injusta, en el período en que el gobierno también justificaba la esclavitud. Para él «el gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir». Así la Desobediencia Civil es una forma válida de lucha y de participación política.

Estas formas de lucha se han dado, históricamente, también como movimientos por el cambio social y político, como en la lucha por la Independencia de la India, dirigido por Mahatma Gandhi o por Desmond Tuto en Sudáfrica.

La Desobediencia Civil es propia  de realizarse en sociedades democráticas y no democráticas, y en aquellas sociedades arropadas de democracia que se consideran ilegítimas.

Gandhi llamó a boicotear al gobierno colonial con huelgas, movilizaciones, negándose a acatar la autoridad colonial, realizando movilizaciones masivas contra las leyes discriminatorias, y  contra los impuestos.

En Estados Unidos Martin Luther King, quien lideraba la lucha por los derechos civiles, en la década de 1960, llamaba a no aceptar las leyes racistas existentes. En Estados Unidos, también formaron parte de estas luchas las huelgas de hambre de las mujeres que luchaban por el reconocimiento del sufragio femenino, a principios del Siglo XX.

Las luchas populares y callejeras que siguieron en Estados Unidos, ante el asesinato de George Floyd, recientemente, adquirieron la forma de luchas de Desobediencia Civil, para lograr imponer el sometimiento a la justicia de sus policías asesinos.

La Desobediencia Civil se puede entender como todo aquel acto o lucha de oposición pública a una ley, un decreto, una norma o una acción política impulsada por un gobierno legítimamente establecido  cuando quienes protestan  tienen conciencia de que los actos impugnados pueden ser ilegales o de discutible legalidad, razonabilidad y necesidad, que son arbitrarios, odiosos y que repugnan o rechazan los ciudadanos, porque los consideran injustos. Así la Desobediencia Civil se realiza, se lleva a cabo y se mantiene para conseguir los propósitos de la protesta que la origina.

La Desobediencia Civil tiene que hacerse públicamente, debe provocar la clasificación de ilegalidad por parte del Poder establecido, sabiendo los que la realizan que pueden ser objeto de detenciones y acusaciones, por esos actos.

La Desobediencia Civil se orienta a llamar la atención pública sobre el problema contra el que se actúa, para sumar ciudadanos en esa lucha y tratar de eliminar o derogar las normas que se impugnan, de manera pacífica, por presión popular de las movilizaciones que se logren, considerando que los actos de gobierno conculcan derechos o libertades ciudadanas. La lucha de Desobediencia Civil debe tener objetivos posibles de lograr, como todas las luchas sociales y políticas. No se puede convocar a luchas con objetivos imposibles.

La Desobediencia Civil debe dirigirse contra las autoridades de gobierno, de modo que se les identifique claramente, en la protesta a realizar. La Desobediencia Civil rechaza el acatamiento a las normas jurídicas que se impugnan con esta acción. La Desobediencia Civil es una forma de acción política clara, deliberada, intencional, moralmente sustentada en quienes la ejercen. Es una forma de disidencia política orientada a quebrar la legalidad existente o concreta contra la que se actúa, de eliminarla y de sustituirla, si es del caso, por otra más acorde con los intereses generales de los ciudadanos, que logre imponerse de la misma forma, por el procedimiento democrático de la formación de la voluntad, de la formación de las leyes.

Los actos que se realizan de protesta contra las políticas fiscales, de última hora, que quiere imponer el Gobierno, y de los que derivan de la negociación con el préstamo del Fondo Monetario Internacional, calzan dentro de esta forma de lucha de Desobediencia Civil, que es reconocida internacionalmente, como parte de las libertades de los ciudadanos, en uso de sus derechos de organización, manifestación, libertad de opinión y de expresión, y de acción contra actos que se consideren ilegítimos u opuestos al buen gobierno, a la armonía que debe existir entre gobernante y gobernados, entre el Primer Mandatario de la Nación y sus mandantes políticos, cuando estos consideran que en su actuar ha roto el Pacto Social de su mandato.  

La Desobediencia Civil está implícita en la existencia misma del Estado Derecho y del Estado Social y Democrático de Derecho, que responde a sociedades y sistemas democráticos maduros como el costarricense.

Quienes se manifiestan en la Desobediencia Civil deben guardar relación, implícitamente, con los principios de Justicia y de Bien Común. La Desobediencia Civil se hace acatando y usando  las reglas del orden constitucional, de tal modo que se considera que no es revolucionaria en tanto respeta las reglas democráticas de los cambios políticos. Por su esencia la Desobediencia Civil es pacífica, no es violenta en sus actos.

Con la Desobediencia Civil además se trata de influir en la opinión pública, por ello es un medio de persuasión más que de coacción. Es una forma pedagógica del discurso político.

La Desobediencia Civil, como un derecho, es una forma de no cooperar con el Gobierno, cuando se llama a no acatar o a rechazar una norma, de manera pacifica, porque se le considera injusta.

Hoy, en muchos países del mundo se llevan a cabo estas formas de lucha dentro del concepto de Desobediencia Civil, cuando en esos países se lucha, o ha luchado,  por la libertad de presos políticos, o de detenidos injustamente por razones políticas, cuando se actúa colectivamente para proteger, como escudos humanos, instalaciones de medios de comunicación atacados por los gobiernos, las que se hacen para defender a vida de líderes políticos, huelgas estudiantiles que se realizan dentro de este concepto, las movilizaciones sociales y populares en 1989 en Alemania para derribar el muro, las que se han hecho para oponerse a la obligatoriedad de entrenamientos militares de la población o del servicio militar obligatorio, para oponerse a la construcción de edificios y bases militares, los movimientos que se realizaron para bloquear las concesiones de tierras israelíes a los árabes, después de los acuerdos de Oslo, también los bloqueos de carreteras. 

En Pakistán en el 2014 se llamó a la Desobediencia Civil para no pagar impuestos y otros servicios públicos con la intención de hacer caer al gobierno. Los movimientos de Desobediencia Civil pueden conducir al cierre completo de todas las oficinas gubernamentales e instituciones públicas,  del transporte público, de empresas, escuelas y universidades. En la lucha contra la guerra en Vietnam la Desobediencia Civil se usó como una de las formas de lucha más desarrolladas y eficaces del estudiantado, la juventud y el pueblo norteamericano, junto a las luchas por los derechos civiles y del Movimiento Indio Americano. En la lucha que gira alrededor del Cambio Climático se han dado muchas formas de Desobediencia Civil en distintos países. El movimiento de los indignados que sacudió España y otros países fue parte de estas luchas.

Las acciones de Desobediencia Civil si son fuertes provocan necesariamente un diálogo político con todos los actores interesados en solucionar la causa de la Desobediencia Civil.

La Desobediencia Civil es en su ejecución una forma consciente de actuación, pública, pacífica y no violenta, manteniendo una actitud de protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los errores que se considera que esta autoridad  haya cometido, a juicio de quienes protestan.

En un sistema democrático, el desobediente civil viola la norma como medio de apelación a la mayoría para que ésta rectifique, aunque siempre recurriendo, en la expresión de la protesta, a los mismos principios constitucionales a los que la mayoría recurre para legitimarse. En el marco de sistemas no democráticos, la Desobediencia al derecho, con motivación política se hace, más bien, al amparo del derecho de resistencia.

En nuestra sociedad democrática las prácticas movilizadoras de ciudadanos, que se han venido haciendo, calzan en este marco de la Desobediencia Civil. De distinta manera participan, desde los medios de comunicación hasta la marchas que se han organizado, en la calle, hacia la Casa Presidencial, en Zapote, o la casa particular del Mandatario, en Santa Ana, sectores empresariales hasta sindicales y comunales protestando contra las mismas medidas, pero desarticulados entre sí. Los hay desde quienes piden la renuncia del Presidente hasta los que piden echar atrás con las políticas de impuestos y no aprobar el préstamo del Fondo Monetario Internacional. Hasta ahora estas movilizaciones no tienen apoyo de partidos políticos parlamentarios o extraparlamentarios. 

Defiendo la Desobediencia Civil como una forma democrática de lucha, pero no dejo de observar que el  peligro que tienen estas marchas, de continuarse sin dirigencia política reconocida, y organizada debidamente, es que sirvan de caldo para entusiasmar populistas y populismos que puedan desembocar en el desbarranco de la vida democrática que hasta ahora tenemos. Lo peor es cuando hay en ellas también políticos activos del pasado, que aparecen convocando estos movimientos sin ton ni son, aun cuando tengan derecho, como ciudadanos a manifestarse y movilizarse. 

A los movimientos de este tipo que se han venido dando les falta orientación política clara en sus objetivos de lucha. No basta solo movilizarse contra los impuestos y el FMI. La Desobediencia Civil no es solo resistencia a la autoridad, no es solo una manifestación de rebeldía. La Desobediencia Civil es, por ahora, una forma de sustituir las convocatorias de sindicatos, aunque ya una de estas marchas fue convocada por una asociación sindical, pero dentro la protesta típicamente sindical.

Los sucesos de la Huelga de Brazos Caídos en 1947 contra el gobierno de Teodoro Picado, bien podrían analizarse dentro de esta perspectiva de la Desobediencia Civil, por los objetivos que tenía esa lucha, el control del aparato electoral y el de seguridad que se quería controlar.

La Desobediencia Civil es la forma de la justificación del rechazo público, consciente, colectivo y pacífico a acatar leyes o políticas gubernamentales consideradas injustas o inmorales.

Se limita esta lucha a una reivindicación  precisa, razonable que se estima injusta. Puede ser contra una Ley, un Decreto Ejecutivo, una política o acción de Gobierno, o hasta una Sentencia Judicial. Es una protesta canalizada contra actos de la autoridad que se basan o justifican en la potestad coercitiva del Estado o del Poder político. Los desobedientes políticos no forman por sí un partido político. Generalmente pertenecen a distintos partidos políticos. Ante procesos electorales se subsumen en ellos, o desaparecen las movilizaciones de Desobediencia Civil, que se canalizan por las luchas partidarias específicas de los propios desobedientes. En estas luchas los desobedientes no tratan de ganar votos, a lo sumo hacer perder votos al Partido Político que está en el Poder o a los partidos políticos que aprueban ciertas leyes contra las que se lucha. En la Desobediencia Civil siempre está implícita la presión no violenta, la tolerancia y la posibilidad de negociación.

En la protesta de la Desobediencia Civil no está implícita la lucha por el Poder, en el área política electoral, como pareciera que en Costa Rica, algunos de los que convocan a este tipo de movilizaciones se lo proponen, como cuando piden la renuncia del Presidente. Solo en los Estados no democráticos la Desobediencia Civil pasa a jugar un papel político más activo, donde la conciencia de la protesta se asocia a la liquidación de lo no democrático y a ganar votos si es del caso.

En la teoría política, la Desobediencia Civil se tiene como un último recurso de lucha, cuando están agotados los medios políticos y los jurídicos, o sabiendo que por medio de ellos no se va a tener ningún resultado ni ganancia. Se trata, en esta forma de lucha, de obtener resultados, para realizar los cambios por los que se lucha. En este tipo de luchas, como en todas las luchas sociales, hay que procurar no caer en actos que, por su naturaleza, los califiquen de delitos comunes, para evitar persecuciones penales y castigos judiciales.

En estas protestas, convocadas a movilizarse en autos, ¿quiénes se movilizan?, ¿la clase obrera?, ¿la clase trabajadora?, ¿los trabajadores del campo?, o ¿las clases medias, en general? ¿Es esta forma de protesta una forma de lucha de las clases medias que están siendo fuertemente golpeadas con las políticas económicas, salariales y  tributarias por parte del Gobierno? ¿Es una protesta de gente que siente cada vez más desesperada en el horizonte político y nacional electoral?

En la lucha actual, general de muchos sectores, entre ellos empresariales, se podría estar a las puertas de la organización de una posible Huelga de Brazos caídos, como la de 1947, contra las políticas tributarias, encabezada por los sectores empresariales, pero necesariamente, apoyándose en las clases medias y asalariadas.

Pareciera que entramos, en esta época de la pandemia,  a una nueva etapa de las luchas sociales en Costa Rica, la de las marchas de esta naturaleza, de Desobediencia Civil y de movilización ciudadana en autos, en lugar de a pie,  por las calles, especialmente de los nuevos movimientos sociales.

(Artículo publicado en la Columna Pizarrón, publicada en el periódico La República, en su edición digital, larepublica.net, el miércoles 23 de setiembre del 2020)

La suerte no está echada: es 48%, no 97%. Manuel Hinds, 21 de septiembre de 2020

La UFG publicó hace unos días una encuesta que tituló “Las cartas están echadas” (https://www.disruptiva.media/las-cartas-estan-echadas/) que causó mucha felicidad entre los que apoyan al presidente y mucha consternación entre los que se le oponen porque, supuestamente, mostraba que Nuevas Ideas y GANA prácticamente ya ganaron, anticipadamente, las elecciones de febrero de 2021. En un artículo asociado, llamado “Jugada Maestra”, publicado por la misma universidad, se usan los datos de la encuesta para decir que estos dos partidos podrían ganar hasta 70 diputados, con lo cual tendrían mayoría calificada en la nueva Asamblea (https://www.disruptiva.media/e2021-ni-y-gana-podrian-llegar-a-tener-hasta- 70-diputados/). Esto ha logrado que muchos en los partidos de oposición se sientan pre- aplastados y por lo tanto desmoralizados, que es lo que la propaganda del presidente trata de lograr.

Esto es sorprendente porque la única conclusión firme que se pueden sacar de la encuesta, si uno cree en sus resultados, es que el apoyo para el presidente ha disminuido precipitosamente en los últimos meses. Con respecto a la proyección de que el presidente podría contar con 70 diputados, es claro que los cálculos usados para estimarlos son inaceptables técnicamente. El número de diputados que podrían conseguir los dos partidos es mucho, mucho menor que lo estimado, aun si se acepta como válido el número de votos que la encuesta pronostica para Nuevas Ideas y GANA.

Con respecto al apoyo que la población da a la presidencia, todavía hasta hace dos o tres meses todas las encuestas la estimaban entre 95 y 97%. Pero la encuesta de la UFG no midió la popularidad del presidente sino una cifra más importante: cómo esta popularidad se traduce en votos para diputados. En esta nueva medida, la cifra de apoyo a Nuevas Ideas, el partido del presidente, resulta ser 48%, prácticamente la mitad de la popularidad medida antes, y si sumamos GANA, el 54%. Pero, medido de otra forma en la misma encuesta, sólo el 47% de los votantes dijeron que querían una Asamblea que apoyara al presidente y el 46% una Asamblea equilibrada, lo cual confirma que lo más probable es que los que quieren apoyar al presidente sumen entre 47 y 48%. Esto es la mitad, la mitad, del 95% de las encuestas anteriores.

La caída tan estrepitosa de su “popularidad” es muy ominosa para el presidente porque, como cualquier político le puede explicar a uno, una vez que ésta comienza a bajar es casi imposible de revertir. Al ritmo al que va, para las elecciones tendría muy pocos votos. Más ominoso todavía es que la caída se ha dado en un periodo en el que el ha gastado, o dice haber gastado, $6.6 mil millones, en rubros que, aunque no ha querido dar cuenta de ellos, se puede asumir que al menos algunos fueron a parar en manos de la población. Ahora viene un periodo de ajuste porque el país no puede seguir endeudándose así (la deuda aumentó en $3.3 mil millones), y menos aun con las medidas que el gobierno tomó que redujeron la actividad económica mucho más que lo que hicieron los países vecinos, y por la arbitrariedad que sigue mostrando en todas sus acciones, que ahuyenta las inversiones y el empleo que ellas traen. Sin $6.6 mil millones adicionales para gastar, o decir que se gastan, en los siguientes meses, la caída se va a acelerar. Esta suerte no está echada.

Pero también la manera en la que se ha estimado el número de diputados que el presidente podría ganar es injustificable técnicamente. El artículo pretende demostrar que el 48% o el 54% de los votos pueden resultar en la elección del 83% de los diputados (70 diputados es el 83% de la Asamblea) y se encuentra con graves problemas. Para lograrlo necesitaría un sistema que contara como dos votos cada uno de los que los partidos del presidente lograran. Y el sistema no funciona así, por lo menos no legalmente. Para dar una idea de lo que el 48% de los votos podría lograr, recuerde usted que en la Asamblea ahora en funciones ARENA tuvo el 43% de los votos, una cifra muy cercana al 48%, con los que consiguió 37 diputados. Con el número de votos que le costó cada diputado a ARENA, (24,924), si ese partido hubiera sacado el 48% hubiera tenido 4 diputados más, o sea 41 en total, no 70. Si hubiera tenido 54%, hubiera tenido 9 diputados más, o sea 46, no 70. Con esto tendría una mayoría simple, pero 24 diputados menos que lo estimado en el artículo “Jugada maestra”.

Pero aun este número es bien dudoso, porque para tener confianza en los números se necesitan 1,300 entrevistas multiplicadas por 14 porque las elecciones en cada departamento son independientes de los demás departamentos. Así, si un partido gana el 48% de los votos nacionales, pero sólo en San Salvador, el máximo que podría ganar es el número de diputados que representan a San Salvador. No ganaría ni un diputado de ningún otro departamento. Por eso, para pronosticar el número de diputados que un partido va a lograr es necesario saber la intención de voto por departamento.

Aquí entra el problema técnico. Para hacer esta estimación con el nivel de confianza que clama la encuesta, se necesitan 1,300 entrevistas en cada departamento. Así, al nivel nacional se necesitarían 18,200 entrevistas, no las 1,300 que hay ahora, que dan menos de 100 entrevistas en promedio en cada departamento. Como usted puede preguntar a cualquiera que haya estudiado estadística, 100 entrevistas no sirven para hacer ninguna proyección.
En resumen, podemos sacar 4 conclusiones.

Primero, la preferencia por los partidos del presidente ha caído radicalmente, casi a la mitad, en unos cuantos meses. La preferencia no es 97%, es 48%.

Segundo, probablemente seguirá cayendo así en los próximos meses por la natural inercia de estos procesos y porque el país se enfrentará ahora a las consecuencias del mal manejo que el presidente ha hecho de la pandemia, en términos de salud, economía y administración pública.

Tercero, asumiendo que la preferencia de votos por los partidos del presidente es de 48 a 54%, es imposible que el presidente obtenga 70 puestos en la Asamblea. Lo más que podría lograr estaría en la vecindad de 46, si es que su popularidad no sigue cayendo. Pero todo indica que sigue haciéndolo. La conciencia de esto explicaría la urgencia del presidente de pasar de un régimen democrático a uno militarizado.

Cuarto, la suerte no está echada y no hay ninguna jugada maestra de nadie, porque el apoyo al presidente se ha deteriorado, no mejorado, y porque este deterioro lo ha causado nadie más que él mismo.

Por lo tanto, los partidos de oposición harían muy mal en pensar que la llevan perdida. Y los que apuestan a ganador, tienen que tener cuidado.

Ajustes a la noción de vanguardia. Alain Bihr, 2008.

Hoy parece que la noción de vanguardia pertenece, definitivamente, al museo de antigüedades de la historia del movimiento obrero o, peor aún, a los famosos basureros de la historia. Puede en rigor interesar académicamente a determinados investigadores del movimiento obrero, pero ni siquiera este tipo de referencias existe en las organizaciones que se reivindican herederas del mismo.

Algunas, de tradición anti-autoritaria (libertaria o consejista), siempre la rechazaron considerándola directamente enfrentada al proyecto de auto-emancipación, central en la lucha de los oprimidos. Otras, sobre todo las provenientes de la tradición leninista, en su inmensa mayoría, ni se atreven a mencionarla o explícitamente renunciaron a ella, a causa de los dramas y crímenes cometidos en su nombre.

Por eso es arriesgado tratar de retomar la discusión del concepto de vanguardia, sobre todo cuando se reivindica (como es mi caso) una concepción no-autoritaria de la revolución social. Dicho de otra manera, cuando se piensa que, tal como afirma el preámbulo de los estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores (la Primera Internacional) “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de los trabajadores mismos” y en consecuencia no habrá “salvadores supremos”, “ni Dios, ni César, ni tribuno”, como bien dice Eugène Pottier en las estrofas de La Internacional. A más de uno, sin duda, esto podrá parecerle inconsecuencia o provocación.

Para aclarar mi propósito, lo presentaré bajo la forma de tesis. Es también una manera de indicar que el artículo no pretende agotar la cuestión, que deja en suspenso o en la sombra muchos de los problemas que hoy plantea la noción de vanguardia y que gran parte de la argumentación necesaria no está desarrollada. Espero que permita, al menos, relanzar la discusión referida a la cuestión de las vanguardias.

Tesis 1. No hay que confundir vanguardia y estado-mayor

Pienso en efecto que toda la discusión sobre la noción de vanguardia está falseada por la confusión entre vanguardia y estado-mayor. Por ello es que hay que comenzar diferenciando ambas nociones.

Puesto que las dos provienen de una metáfora militar, nos referiremos al arte de la guerra y la organización de los ejércitos. En este terreno, son dos nociones claramente distintas. En la organización militar, modelo si no prototipo de organización jerárquica y autoritaria, el estado-mayor es el órgano que dirige, organiza y controla los movimientos del conjunto de la tropa, de acuerdo con una estrategia que sólo él conoce, de la que se derivan distintas tácticas según las circunstancias.

Exige y obtiene -al menos normalmente- una obediencia sin fallas en los niveles de mando inferiores y, por supuesto, en la simple tropa. Sus órdenes bajan a lo largo de la cadena de mandos y espera recibir, desde los escalones inferiores, el balance de su ejecución e informaciones que permitirán rectificaciones, de ser necesario.

La vanguardia es, por su parte, la pequeña parte de la tropa en movimiento que se adelanta al grueso de la misma para reconocer el terreno, obtener información sobre las posiciones ocupadas por el enemigo y sus intenciones y a veces enfrentar de urgencia alguna imprevista maniobra ofensiva del mismo, estableciendo una primer línea defensiva. De manera que aunque su rol puede ser precioso y muchas veces decisivo, no deja de estar totalmente subordinada a la conducción del estado-mayor y de ninguna manera podría sustituirlo.

Dejemos el terreno militar para volver al terreno político. En el movimiento obrero, la confusión entre vanguardia y estado-mayor se remonta a la constitución de los partidos políticos federados en el seno de la IIª Internacional, fundada en 1889 principalmente alrededor del Partido Socialdemócrata Alemán. En efecto, emergió entonces un modelo muy particular de movimiento obrero, el modelo socialdemócrata (en el sentido que el término tenía entonces y hasta 1914) que, subordinando la emancipación del proletariado a la toma y al ejercicio del poder del Estado, hace del partido político la organización de vanguardia del conjunto de la clase.[[1]]

De hecho, en el espíritu de quienes lo concibieron y sobre todo en la práctica de sus dirigentes, este partido es mucho más un estado-mayor que una vanguardia: dirigido por “intelectuales” socialistas que, esclarecidos por el marxismo, poseerían la ciencia de las leyes de la historia y serían los únicos capaces de comprender y explicar el devenir presente y futuro del capitalismo. El partido socialdemócrata sería depositario de los intereses históricos del movimiento obrero y el único capaz de conducir al proletariado en la vía de su emancipación.

Posiblemente sorprenda que atribuya esta confusión entre vanguardia y estado-mayor a la tradición socialdemócrata y no al leninismo, como frecuentemente se hace. De hecho el principal texto fundacional del leninismo en este sentido, ¿Qué Hacer? (1902), no hace más que repetir -adaptándolos a las circunstancias de la Rusia zarista- los principios generales de la organización socialdemócrata que todos los grandes partidos afiliados a la IIª Internacional practicaban.

Es como un digno discípulo de Kautsky, al que además se refiere muchas veces, que Lenin elabora en el ¿Qué Hacer? los principios de la reforma del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que dará nacimiento a su tendencia bolchevik (mayoritaria). Y posteriormente el leninismo de ninguna manera tendrá el monopolio de esos principios, pese a que sería en la corriente que surgió del mismo, sobre todo en el seno de la IIIª y la IVª Internacional, en donde esos principios serían aplicados más rigurosamente. Con los resultados ya conocidos…[2]

Inversamente, ¿qué es una vanguardia política? En general, es el punto más avanzado de un movimiento social. Reagrupando cierto número de “francotiradores” individuales, de grupos aislados o en red, de organizaciones más o menos formalizadas, de distinta naturaleza, semejante vanguardia debe tener la vocación de explorar teórica y prácticamente el horizonte de ese movimiento, reconocer y señalizar el terreno sobre el cual se debe avanzar, elaborando en consecuencia proposiciones teóricas, programáticas, estratégicas y tácticas que debe someter a la discusión y la deliberación colectivas en su seno.

Pero esto no le confiere ningún derecho a pretender dirigir el conjunto del movimiento instituyéndose en comandante en jefe para luego sustituirlo. Una vanguardia no debe, pues, tratar de “dirigir” el movimiento del cual es la avanzada; debe limitarse a ilustrarlo con sus informaciones y análisis; aconsejarlo con proposiciones tácticas y estratégicas, instruirlo, pero también y recíprocamente debe escuchar y aprender del movimiento.

Porque “el educador mismo necesita ser educado”; [[3]] y las vanguardias deben estar preparadas para recibir rudas lecciones por parte del movimiento al cual quiere abrir camino. Y esto, precisamente, porque no deben considerarse poseedoras de una verdad absoluta, de la fórmula única y definitiva, sino que deben estar abiertas al devenir histórico, a la evolución de las relaciones de fuerza en el seno de la lucha de clases y las peripecias en el interior de ellas, a la inventiva del proletariado en lucha, rectificando cada vez que sea necesario sus propias posiciones y proposiciones.

Resumiendo. Una vanguardia está situada en el movimiento social, del que es una parte integrante, es su punto avanzado, su cabeza investigadora. El estado-mayor, por el contrario, se sitúa fuera del movimiento y busca dirigirlo en función de una estrategia o un plan de batalla elaborado desde el exterior.

Tesis 2. Las vanguardias son necesarias

Incluso necesarias por partida doble. Por una parte, son inevitables debido a las desigualdades del desarrollo (en las luchas, en la organización, en la conciencia de la clase, en la elaboración de un proyecto político autónomo) que se evidencian en el seno del movimiento general de emancipación del proletariado. Esas desigualdades resultan de múltiples factores que se superponen y se refuerzan o, al contrario, se atenúan según los casos: concentración y centralización de la clase acompañando las del capital, posiciones respectivas de sus diferentes capas y fracciones en la división social y espacial del trabajo, experiencia acumulada de luchas anteriores, estructuras y tradiciones políticas nacionales, en definitiva, posición de la formación nacional en el sistema capitalista mundial, etc.

Actualmente, el proletariado europeo tiene la rica experiencia de dos siglos de lucha y organizaciones políticas y sindicales, acumulando victorias y derrotas, de las que pueden sacar provecho sectores del proletariado de formaciones sociales periféricas que cayeron más recientemente bajo la dominación del capital industrial debido a la transnacionalización (las “deslocalizaciones”); mientras que, inversamente, éste acumuló una experiencia de articulación de sus luchas con las del campesinado pobre o proletarizado, así como de auto-organización de la producción de bienes  y servicios colectivos, necesarios para la supervivencia cotidiana, de las que el proletariado de las formaciones centrales debe aprender recíprocamente.

Contribuir en cada ocasión a sintetizar esas experiencias, formalizarlas, hacerlas conocer, constituyendo y enriqueciendo así el patrimonio común de una lucha de clase con dimensiones históricas y mundiales simultáneamente, es precisamente una de las tareas de las vanguardias que se pueden constituir en las situaciones que acabamos de evocar, cuyas particularidades pueden llegar a ser un obstáculo para la unificación de la clase, pero que pueden convertirse por el contrario en su fuerza si se las arranca de esa particularidad para convertirlas en parte de un patrimonio común.

De igual modo, las vanguardias son también necesarias para permitir el progreso del movimiento de emancipación del proletariado en su conjunto. Sin su mediación (porque lo que deben realizar es un trabajo esencialmente de mediación), cada fragmento o sector de la clase corre el riesgo de quedar prisionero de su propia particularidad, y obligado algunas veces a repetir el largo y doloroso camino recorrido por otros fragmentos o sectores; o, inversamente, no pudiendo beneficiar al resto de la clase con las enseñanzas teóricas y prácticas de su propia experiencia.

Es precisamente esa función de mediación la que Engels y Marx asignan a los comunistas en el Manifiesto escribiendo: “Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios, por un lado por el hecho de que, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, enfatizan y hacen valer los intereses comunes de todo el proletariado, independientes de la nacionalidad; por otro, por el hecho de que, en los diferentes estadios de desarrollo que recorre la lucha entre el proletariado y la burguesía, siempre representan el interés del movimiento total”. [[4]]

Tesis 3. No hay vanguardia de derecho, únicamente vanguardias de hecho

Esto surge directamente de lo anterior. Contrariamente a un estado-mayor que obtiene su poder de una instancia externa y superior que, simultáneamente, lo legitima y confiere autoridad (el Estado como depositario del “monopolio de la violencia legítima” en el caso del estado-mayor militar, la supuesta “ciencia de las leyes históricas” en el caso del estado-mayor político) y en cuyo nombre ejerce su comando, una vanguardia tal como la concebimos, no se puede decretar: no puede auto-instituirse ni auto-proclamarse.

Como la situación social en que se encuentra y de la que no es de alguna manera más que la conciencia refleja, una vanguardia es siempre un simple estado de hecho. Además solo podrá jugar el rol de vanguardia a condición cobrar precisamente conciencia del privilegio de su situación (y de las obligaciones que implica), llegando a obtener conquistas válidas para el conjunto del movimiento y que puedan ser compartidas. Esto exige, pues, que toda vanguardia deba pasar por una especie de prueba: que llegue a destacarse e imponerse como tal en el seno del movimiento, probando en cada momento la corrección de sus orientaciones mediante la capacidad de hacerlas compartir por el conjunto del movimiento y enriqueciéndolas en consecuencia cualitativamente. En suma, debe hacerse reconocer como vanguardia por el conjunto del movimiento en relación a lo que le aporta. Y el reconocimiento se mantendrá en función de ese aporte.

Tesis 4. No hay vanguardia total, únicamente vanguardias parciales

El movimiento de emancipación del proletariado es un fenómeno social total, que refracta, incluso en las situaciones particulares o singulares que se consideren (cierta lucha en una empresa, tal organización sindical, una tradición nacional, determinada expresión de conciencia de clase, etcétera), al conjunto de aspectos, elementos, niveles, dimensiones de la actividad social. Por lo tanto es completamente imposible que un grupo o una organización llegase a sintetizar la totalidad de la experiencia del movimiento, incluso en un limitado marco espacio-temporal.

Esto implica que, en el mejor de los casos, cualquier vanguardia consigue asimilar una parte de la situación o de la experiencia total en la que participa y de la que trata de dar cuenta para ponerla a disposición del conjunto del movimiento. Según la implantación en el movimiento, las actividades, su proyecto, la tradición de la que proviene, etcétera, cuanto mucho la vanguardia podrá asimilar y dar cuenta de una parte de esa situación o experiencia socio-histórica.

Otras vanguardias, en función de otras implantaciones, otras actividades, u otras preocupaciones, captarán necesariamente otros aspectos, y no por ello menos sino más ricos en enseñanzas. De aquí se deriva evidentemente que toda vanguardia es parcial y, por consiguiente, también relativa. Así, un grupo u organización que puede estar a la vanguardia del movimiento de emancipación en tal o cual cuestión teórica o práctica, que haya podido captar toda la novedad o potencial radicalismo de tal o cual experiencia de lucha o forma de organización, de tal o cual idea, concepto, etcétera, estará en la retaguardia del movimiento sobre otras determinadas cuestiones, defendiendo posiciones superadas o abandonadas por gran parte del movimiento. ¡Una buena razón para morigerar los ardores vanguardistas!

Tesis 5. No existe una sola vanguardia, sino siempre una pluralidad de vanguardias

De lo precedente resulta también la inevitable pluralidad de las vanguardias. Debido a las continuas opciones que implica un combate político, debido a la complejidad de los problemas teóricos y prácticos planteados al movimiento de emancipación del proletariado en cualquier situación histórica, debido finalmente a la diversidad esencial de las tradiciones políticas e ideológicas que constituyen la herencia y el sustrato de las vanguardias, también las opciones estratégicas y tácticas son inevitablemente múltiples y distintas en cada ocasión. En tal sentido, es bueno y deseable que así ocurra: que el movimiento en su conjunto tenga siempre la posibilidad de escoger entre diversas vanguardias, portadoras de una pluralidad de diferentes opciones políticas, teóricas y programáticas, y pueda confrontarlas juzgando sus actos y sus obras.

De esta manera, más que de una vanguardia constituida, sería conveniente hablar de un polo de vanguardia, necesariamente diversificado y en movimiento, en el seno del cual es deseable que “cien flores florezcan” [[5]] permanentemente. Sin embargo, este polo de vanguardia no puede cumplir su misión con respecto al conjunto del movimiento sino es a condición de que se establezcan entre las distintas vanguardias relaciones fundadas en la tolerancia recíproca, y más aún, en una discusión permanente, una confrontación de puntos de vista y opciones con mutuo respeto. La riqueza y resultados de esa discusión es la mejor garantía de la contribución de las vanguardias al progreso del conjunto del movimiento.

También acá la distinción entre vanguardia y estado-mayor es esencial. Sólo a condición de que las vanguardias renuncien a toda pretensión de “dirigir” el movimiento en su conjunto se pueden crear las condiciones de semejante debate democrático entre ellas. En suma, una relación democrática entre las vanguardias tiene como condición de posibilidad una relación democrática de éstas con el conjunto del movimiento.

Tesis 6. Toda vanguardia no es más que una mediación orientada a crear las condiciones de su propio fin

De lo dicho anteriormente es fácil deducir lo que deberían ser la forma, la estructura y el funcionamiento de las vanguardias tal como las concebimos.

Está claro en primer lugar que de ninguna manera pueden retomar y asumir la forma partido, que es solidaria de la vieja cultura estatista del modelo socialdemócrata de movimiento obrero. En efecto, el partido es una forma de organización política que se constituye con el único fin de conquistar y ejercer el poder de Estado; un partido le imprime una forma estatal a los intereses, la voluntad y el proyecto de una clase social o, más en general, de un bloque social (en el sentido de un complejo sistema de alianzas entre diferentes clases, fracciones de clase, capas o categorías sociales).

En consecuencia, en todos los aspectos de su funcionamiento (relaciones con las masas y la sociedad en general funcionando con la delegación del poder; organización burocrática basada en la reproducción ampliada de la división entre funciones de dirección y funciones de ejecución; acaparamiento  de la dirección de la organización por cúpulas que escapan cada vez más al control democrático de la base, sean cuales fueren las garantías formales de control que se ofrezcan; inamovilidad de los dirigentes y opacidad de sus actividades; carácter codificado de sus discursos; obediencia más o menos incondicional exigida a los militantes que puede llegar hasta la militarización de la organización; fetichismo del partido en cuanto tal, etc.), el partido político aparece como un calco del aparato de Estado. En tales condiciones, el individuo que adhiere a un partido (el mismo término es significativo), aliena en todo o en parte su autonomía intelectual y moral. Las grandes orientaciones de la organización escapan a los militantes, salvo a lo que pueden acceder a las instancias dirigentes.

Así, en tanto se quieran al servicio de reforzar la auto-actividad del proletariado para hacer posible su auto-emancipación, lo que implica destruir y deconstruir el aparato de Estado, las vanguardias no pueden compartir ni las finalidades ni los modos de funcionamiento de los partidos políticos. Tampoco pueden identificarse con las sectas políticas elitistas (en lo que cierta ultra-izquierda leninista, consejista e incluso situacionista se ha especializado durante las décadas pasadas) que se han considerado depositarias exclusivas de una verdad intangible, desde cuya altura juzgan el curso de la lucha de clases, a falta de poder tener una mínima participación.

Por el contrario, la estructura de estas vanguardias ajustarse estrictamente a principios federalistas. Porque en la misma medida en que deben convertirse en la punta del movimiento anticapitalista en su conjunto, su cabeza investigadora, sus estructuras y sus modos de funcionamiento deben prefigurar la sociedad comunista en tanto “libre asociación de los productores” (Marx).

De ahí la necesidad de la auto-gestión colectiva del poder en su seno con todo lo que ello implica: rotación de tareas, ausencia de funcionarios rentados vitalicios, circulación de la información, muy amplia democracia interna basada en la descentralización de la decisión y la acción, garantías a las minorías eventualmente opuestas a las decisiones mayoritarias, etc.

En cuanto a las funciones de las vanguardias, las mismas no pueden sino favorecer la auto-actividad del proletariado en la pluralidad de sus dimensiones: su auto-determinación (capacidad de elaborar su proyecto político, orientaciones programáticas, estrategias y tácticas en función de las relaciones de fuerza en la lucha de clases), su auto-organización (las formas de organización que permitían movilizarse como clase social y ejercer colectivamente su poder en tanto clase), su auto-reflexión (capacidad de elaborar por si misma su conciencia de clase) [[6]] En una palabra, la función de las vanguardias es trabajar estimulando y reforzando las capacidades de auto-emancipación del proletariado.

En esta misma medida, toda vanguardia está colocada en el corazón de una contradicción que debe tratar de manejar. Por una parte, debe buscar influenciar al movimiento social en su conjunto, proponiéndole (pero no imponiéndole) análisis teóricos, orientaciones estratégicas, modalidades organizativas, tácticas de lucha, etc. Mientras que, por otra parte, tratando precisamente de estimular y reforzar las capacidades de auto-actividad del proletariado, la vanguardia trabaja para lograr que su propia acción sea innecesaria. En suma, debe trabajar creando las condiciones de su propia desaparición.

Artículo publicado en La Breche Nº 4, octubre-noviembre-diciembre 2008, traducido para Herramienta por Aldo Casas.


[1]Sobre el modelo social-demócrata de movimiento obrero, que terminó imponiéndose sobre el desafortunado rival que fue el sindicalismo revolucionario, que floreció hacia la misma época, ver Entre Bourgeoisie et proletariat. Le mouvement ouvrier européen en crise. Editions Ouvrieres (Editions de l’Atelier), 1991.

[2] En la fuente histórica de la noción social-demócrata de partido de vanguardia, derivada de la confusión entre estado-mayor y vanguardia, existe sin dudas (como en otros muchos aspectos) la herencia burguesa del Iluminismo, en particular la idea de que el pueblo solo puede ser emancipado (conducido por el camino del Progreso) por una elite esclarecida. Esta idea se encuentra enraizada en todas las revoluciones burguesas, sobre todo en sus tendencias más radicales, que realizan la alianza temporal de algunos elementos de la burguesía con elementos de las clases populares (campesinos y proletarios). En la Revolución Francesa, por ejemplo, esta idea está en el corazón del jacobinismo.

[3] K. Marx, Tesis sobre Feuerbach.

[4] K. Marx, F. Engels, El manifiesto comunista, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2008, pag. 41.

[5] Posiblemente habría que distinguir entre una vanguardia informal (lo que acabo de llamar polo de vanguardia), en cuyo seno existe necesariamente una pluralidad de vanguardias “formales” (grupos y organizaciones en posiciones de vanguardia).

[6] Sobre el conjunto de estos conceptos ver mi artículo “Elementos para una teoría de la auto-actividad del proletariado”, revista Carré Rouge Nº 34, París, 2005.

Como viejos amigos! Ricardo Olmos, Agosto 2020

El tiempo corría como los más veloces maratonistas de la época. No era para menos pues los días estaban llenos de mucha actividad política revolucionaria. Particularmente,  luego del golpe militar del 15 de octubre de 2009 y el ascenso de nuevos gobiernos locales en la conducción de la actividad política administrativa de los municipios, decisión que adoptó el PCS ante el vacío del poder generado.

Aunque la lucha ideológica en torno a las vías de ascenso al poder durante toda la década había sido intenso, las realidades sociales, políticas y la naturaleza de la acumulación de los frentes guerrilleros en algunos casos, planteaban con las incursiones realizadas por los comandos de diferentes fuerzas guerrilleras urbanas, la confirmación que una nueva época se preveía y la lucha revolucionaria entraría en el corto plazo a su máximo nivel.

Ya para esa época, los viejos militantes del PCS conocían de la actividad de Iván en la ciudad de Chalchuapa, pues se había desempeñado como dirigente estudiantil a lo largo de los cinco últimos años habiendo abarcado su rol desde del municipio de Ahuachapán, Turín Atiquizaya etc. con los municipios más cercanos a Chalchuapa y desde Metapán, Texistepeque, Santa Ana, etc. y ya para esa época de diciembre de 1999 como profesor destacado en el cantón El Coco y por las tardes con su actividad como estudiante universitario en el Centro Multidisciplinario de Occidente.

Esos roles le permitieron desarrollarse de manera rápida. La relación temprana entre camaradas con uno de sus mejores compañeros, integrantes de la misma célula con Lázaro Arias y Edmundo Nazario  fueron elementos claves para el desarrollo político precoz. De manera frecuente en su moto llevando en ancas a su “alma gemela”, compañero “Lachi” que fuera capturado, torturado y asesinado por los Escuadrones de la Muerte el 29 de mayo de 1979.

Al igual que Lachi se había formado una especie de una generación de nuevos compañeros profesores en Ciudad Normal “Alberto Masferrer” habiendo fundado para ese entonces el periódico “Horizonte” en la Ciudad Normal desarrollando amplias gestas de trabajo político. Y ya para finales, del año 1978 así como de diciembre del año 1980 en los Congresos de Andes 21 de Junio, un buen grupo de jóvenes había sido parte de la delegación del Departamento de Santa Ana que había marcado la urgente necesidad histórica de la unidad revolucionaria de la izquierda política y militar como asunto estratégico.

En el Congreso de 1978 fue una de las últimas oportunidades de escuchar al “Choco” Guerrero y a Lázaro Arias, conocer las capacidades teóricas y políticas de esos dirigentes de la izquierda política del PCS pues al día de hoy hacen falta camaradas con ese talante en el movimiento social y político salvadoreño.

El 24 de diciembre de ese mismo año de 1979 a eso de las 7:30 p.m. sin razón más que estar reunidos y para echarse unos tragos, y así aprovechar la platicadita sobre algunos temas compartimentados el “Seco” Julio Castro, Manuel Vallecillos, Oscarito Contreras, sin tener cita alguna, Santiago, el “Chinito” Jorge Aguilar sacó la botella de “Carta Vieja”, la puso en una mesita de centro de la pequeña habitación del mesón en donde vivía Vallecillos, ahí por la entrada al “callejón de los gatos”.

El más expresivo de todos era el “Seco” Julio que junto con el “Chinito” eran además los más vinculados con la dirección del partido a nivel local, departamental y nacional. Esa tarde fue una escuela sin reglas y como viejos amigos pues primó el diálogo y la reflexión crítica poniendo atención a esos “viejos” luchadores sociales que venían desde los años 60 desarrollando las diferentes, modalidades de trabajo político. Fue un encuentro inolvidable!

Ya para los primeros meses del año 1980 Iván, había sido elegido Secretario Municipal de Andes 21 de junio, en una coyuntura en la que los asesinatos de maestros era la constante y que marcó ese año; pues a lo largo del conflicto más de 240 maestros fueron vilmente asesinados.  

Al calor de los primeros tragos, el conversatorio se puso más interesante sobre qué pensábamos y si era preferible la renuncia de los gobiernos locales, el desarrollo de nuestras fuerzas político militares en el municipio, etc. Por cierto, para esa época, se tenía como Alcalde municipal interino, en la ciudad de Chalchuapa como representante del Partido a Michel Calderón, uno de los militantes más prestigiosos en la ciudad que fue también, posteriormente vilmente asesinado, solo por pensar diferente al régimen militar establecido.

Renunciar a los gobiernos locales fue como la condición para pasar a otras formas de lucha de manera unificada con las otras fuerzas políticas y militares de la izquierda. Con ello se enviaba el mejor mensaje político y construir condiciones para consolidar la unificación y de paso se enviaba un mensaje a la población de no representar a ningún gobierno represivo, tal como lo decían los hermanos revolucionarios de las otras organizaciones político militares. De esa manera el proceso de la unificación fue expedito lo que efectivamente se concretaba con la marcha histórica del 22 de enero de 1980.

La noche y la buena plática fueron dominando el ambiente, y ya para las nueve de la noche por cuestiones mínimas de seguridad Iván y Santiago fueron a dejar Oscarito a su respectiva vivienda, y luego el resto salió y se confundió con la noche.

Ya en el año 1979, para muchos comenzaron las labores de autodefensa armada y cualquier mitin, en cualquier parte del territorio, era clave la seguridad del personal que conducción política. Las labores de movilización y de denuncia nacional e internacional fueron vitales. Las modalidades de trabajo con las masas fueron modificándose, y pasaron a niveles de autodefensa, y nadie mostraba más que la disposición por continuar y desarrollar la lucha política, por otros medios. Fue así que ya para el 10 de enero de 1981, los políticos designados y aquellos que ya gozaban con instrucción militar fuera del país definían los teatros probables de guerra que se avecinaban en la ciudad de Chalchuapa.

Iván  con la experiencia acumulada y Santiago fueron los encargados de la conducción política de la ciudad para las gestas del 11 de enero de 1981. Desde hacía meses se tenían compas con pequeños campamentos móviles en el sur de la ciudad, principalmente desde San Juan Chiquito hasta Santa Rosa Senca. Por el lado norte de la ciudad, principalmente, por la calle del Arado hasta la finca de Don Miguel Portillo, a unos diez kilómetros de distancia, y que había sido lugar de prácticas constantes y de acumulación de compañeros que venían ya con instrucción militar.

Había comunicación con compañeros del Municipio de Cara Sucia y del Municipio de Atiquizaya que luego se les dio la instrucción de participar en esa gesta del 10 de enero de 1981 en el municipio de Santa Ana. Y otros que estaban ya en la ciudad en algunas casas de compas del Partido en el barrio Santa Cruz y las Ánimas, principalmente.

El 10 de enero de 1981 con la “ofensiva final” fue otra de las experiencias que se guardan en la memoria histórica siendo un proceso de acumulación, pues muchos “compas” acompañaron el proceso que se emprendió con la guerra civil, pudiendo a lo largo de los años estar en diferentes actividades de naturaleza político militar.

El “seco” Julio, seis años después, fue capturado y casi al mismo tiempo fue también capturado Santiago que fueron posteriormente liberados. El “seco” Julio tuvo que atender los problemas de salud fuera del país dadas las consecuencias de las constantes torturas infligidas por el enemigo, de las cuales no se pudo completamente recuperar habiendo dejado el ejemplo de su trabajo político revolucionario. Por su lado, Vallecillos fue capturado en el departamento de la Unión cuando realizaba trabajo logístico y ya nunca más apareció.

La lucha en efecto continuó y los resultados de la guerra motivaron para que luego con la ofensiva final “hasta el tope” de 1989 dio el marco general para los acuerdos de la finalización de la dictadura político militar fuera derrotada para dar paso al proceso democrático que vive el país.

Homenaje a Rafael Aguiñada Carranza en el 45 aniversario de su muerte. Domingo Santacruz. 18 de septiembre de 2020

I RECUERDOS SOBRE RAFAEL AGUIÑADA, EL CONTEXTO EN QUE LE CONOCÍ

A Rafael Aguiñada Carranza lo recuerdo como un destacado luchador social, como un  cuadro militante y dirigente revolucionario del Partido Comunista de El Salvador PCS, entregado por entero a las tareas organizativas y de construcción de un movimiento popular consciente de asumir la conducción del pueblo a la  lucha por un país y un mundo mucho más justo, más humano. En aquellos tiempos, de principios de los años 60 del Siglo XX, a pocos meses del triunfo de la Revolución Cubana, cuando lo escuchaba, me parecía tener frente a mí a un cuadro político muy seguro de sí mismo, muy seguro del camino que había escogido. Estoy consciente que las palabras no le abundaban mucho, especialmente para las y los compañeros mejor dotados de cualidades retóricas, pero lo poco que expresaba y por la fuerza y énfasis que ponía en sus palabras, eran suficientes para convencerse y convencer a los sectores sociales del movimiento obrero, a las capas medias asalariadas en situación paupérrima o casi paupérrima. 

Rafael no era propiamente un obrero, más bien era un técnico dibujante arquitectónico calificado, pero en sus venas corría sangre proletaria y se sentía orgulloso de poseerla.

Por referencias de compañeros que le conocieron antes y de él mismo, supe que sus primeros vínculos fuertes con el movimiento popular fueron en torno a la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños surgida a finales de 1957, más concretamente, el 25 y 26 de septiembre, que fue el Congreso de fundación.  Aunque sus primeros pasos los realizó en la Asociación Juvenil 5 de noviembre de 1955, al menos es lo que recuerdo de las conversaciones que le escuchaba y ratificadas por referencias de otros compañeros que le trataron y han escrito sobre esa parte de su militancia política.

A Rafael me lo encontré en el PRAM a principios de 1959 y con esa bandera marchó en las filas del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, a finales de ese año, de donde no se desprendió y dentro del cual se originó la Columna 9 de Mayo del FUAR en 1961.

En la medida que fui adentrándome en las filas del Frente FNOC, Rafael permaneció siempre junto a Fernando Lizanne, Juan Ramirios, Jesús Paz, y otros compañeros. Coordinaba un equipo diseñador y productor de propaganda popular; se distinguía como el organizador, el capacitador y orientador de los responsables de propaganda de las Columnas del FUAR. Recuerdo muy bien sus intervenciones para asegurar que la propaganda que se producía llegara a las diferentes estructuras encargadas de recibirla y redistribuirla en cada una de las Columnas. Se movía como dirigente de la Columna 9 de Mayo y estaba vinculado estrechamente con Raúl Castellanos Figueroa, con Jorge Arias Gómez, con Schafik Hándal y con otros cuadros dirigentes.  Junto a Rafael funcionaba un colectivo de Propaganda que se esmeraba por ponerle corazón y mente a todo cuanto se producía y distribuía en materia de orientación política. Recuerdo a Fernando Lizanne, a un compañero de apellido Marchelly que le apoyaban y a Juan Ramirios, que era un experto en el manejo de mimeógrafos, pero también en diseño e impresión de carteles a dos y tres colores, impresos en mimeógrafos Stencil electrónicos.  Varios de los cuadros responsables de propaganda de las direcciones (Cabezas) de las  Columnas recibieron cursos de capacitación impartidos por Rafael, apoyado por Juan Ramirios y Fernando Lizanne. Al menos así se logró uniformar mucho la metodología de la producción, los repartos y pintas simultáneos en zonas asignadas previamente. Así estuvo funcionando el FUAR por año y medio hasta que apareció el agente policial encubierto Augusto Domínguez, que logró infiltrarse en el Comité Departamental del PCS de San Salvador. Desde esa posición, lógicamente, logra conocer la parte fundamental de la red de producción y distribución de propaganda, ocasionando daños de consideración en el aparato de propaganda del PCS, pero también del FUAR.

Rafael fue uno de los primeros cuadros que tomó parte en los debates a favor de la creación del FUAR y defendiendo la posición de Raúl Castellanos y de Schafik, frente a la oposición de Salvador Carpio en el CC del PCS. Desde su militancia en la Asociación 5 de noviembre y el FNOC, Rafael se forjó como un fogoso organizador de Grupos de Acción Revolucionaria, GAR, al grado que, en la estructura de la red de producción y distribución de propaganda, se ocupó en fomentarlos

  1. DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO ABRIL Y MAYO, (PRAM), AL FRENTE UNIDO DE ACCIÒN REVOLUCIONARIA, (FUAR).1959-1961.

Siguiendo los pasos de la experiencia reciente del PRAM-FNOC que jugaron un rol destacado en la lucha contra la dictadura militar, Rafael Aguiñada no vaciló en aplicarla con mucho entusiasmo para combatir la obstinada continuidad de la dictadura militar en nuestro país, surgida el 2 de diciembre de 1931, la cual debía enfrentar mediante la aplicación de una política de Frente Único integrado por todas las fuerzas sociales, políticas populares y democráticas del país. La decisión de crear el FUAR fue del Partido Comunista de El Salvador. Se trató de asegurar la  continuación del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, (1959-60). Solo que, a diferencia de éste, cuya estructura orgánica y de funcionamiento abierta, de movilización de masas, pluralista (amplio), tomaba las decisiones con el principio de consenso. El FUAR, en cambio, con objetivos políticos revolucionarios de cara al Poder, debía funcionar, bajo el centralismo democrático, combinando su accionar con formas de lucha abiertas o semi- abiertas, un paso importante en el proceso de construcción de un Frente Único, constituido por los elementos más conscientes de las diversas organizaciones de masas.

Bastaba, decía, asegurar el compromiso de luchar de las y los compañeros contra el imperialismo yanqui, contra sus lacayos y títeres nacionales, dependiendo del tipo de actividad laboral o política para poder ingresar a cualquiera de las Columnas que conformaban en la estructura orgánica del mismo.


Prácticamente, en ese tiempo, en nuestro país  no había sector social popular organizado que no tuviera su representación dentro de la estructura del FUAR. Estaban frescas las acciones políticas combativas del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, que seis meses antes había derrocado al Dictador José María Lemus y los tambores de la Revolución cubana del 1º. de enero de 1959 sonaban y vibraban en los corazones de las masas trabajadoras del pueblo salvadoreño. Diversos sectores sociales de nuestro país se sintieron contagiados y estimulados por la gesta heroica del pueblo cubano, del Movimiento 26 de Julio dirigido por el comandante Fidel Castro y otros compañeros revolucionarios, que expulsaron de Cuba al dictador Fulgencio Batista”.

En este marco, en El Salvador surge no solo el Partido Oficial, el Partido de Conciliación Nacional, PCN, como era la tradición dentro del sistema político imperante, que aspiraba facilitaba el paso de los militares a la silla presidencial. También surgió el Partido Demócrata Cristiano un par de meses antes, con planteamientos e ideas novedosas, derivadas del ambiente de reforma prevaleciente en la Iglesia Católica mundial, del cual surge el proceso del Concilio Vaticano II y con él la nueva Doctrina Social de la Iglesia.

El Mercado Común Centro Americano se abría paso en la región como parte del Modelo sustitutivo de Importaciones. La Oligarquía salvadoreña desafiaba las orientaciones reformistas de la Alianza para el Progreso, ALPRO, que la administración Kennedy de EE. UU. impulsaba para promover las medidas reformistas destinadas a enfrentar la crisis y la influencia de la Revolución Cubana. La Junta de Gobierno Cívico Militar surgida de la caída del gobierno de José M. Lemus que apenas tuvo una duración de tres meses, fue sustituida por el Directorio Militar del 25 de enero de 1961, que se interpuso para reactivar la dictadura militar.

Dicho Directorio se vio en dificultades de aceptar las reformas que debía impulsar, aunque necesarias, ellas significaban un claro desafío a la dictadura, porque esas reformas que eran las indicaciones del norte afectaban la estructura económica de la oligarquía.  Además, en ese tiempo apareció el Concilio Vaticano II con la nueva doctrina social de la Iglesia Católica que resonaban fuertes en un país convulsionado que coincidió con el programa de la Administración Kennedy que se afanaba para atenuar el auge revolucionario de las masas entusiasmadas por la Revolución cubana. El Directorio no tuvo más remedio que abrirle paso a una política de zanahoria y garrote como táctica para manejar las posiciones recalcitrantes de una Oligarquía obstinada y una administración USA empeñada en detener la influencia revolucionaria cubana.

El 20 de mayo de 1962 tuvo lugar la 3ra. Plenaria Nacional, la reunión se llevó a cabo en el Edificio Chaín, lugar donde funcionaba la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador. Este Edificio estaba ubicado frente a la venta de vehículos y repuestos Chrysler sobre la Calle Rubén Darío, entre la 23 y 21 Av. Sur.

Rafael Aguiñada realizó trabajo de preparación organizativo para asegurar la asistencia a esta plenaria, que sobrepasaba las 100 personas, de las 7 estructuras o llamadas “Columnas” del FUAR; además, había una mínima representación del Consejo Nacional y del Comité Ejecutivo Nacional, los organismos de dirección que estaban obligados a participar por derecho propio y uno o dos invitados especiales. Recuerdo a Roberto Carias Delgado, que fungía como Secretario General del Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM. Tratándose de una reunión clandestina, era una buena cantidad de personas, cuya organización y preparación significó un plan especial, minuciosamente elaborado: una parte debía entrar y dormir en el local; cada grupo de columna tenía asignado un tiempo, el cual debía respetarse disciplinadamente, de tal manera que en ese lapso debían entrar dos personas cada 2 minutos, con máximo de 3 minutos de espacio. Eso no podía violarse por ningún motivo, había que ser muy estricto. Los puntos de Agenda principales del evento, que recuerdo: Informe de la situación política nacional e internacional, el cual fue presentado por Juan (Schafik). Roberto Carias Delgado tuvo una breve intervención relativa a su participación en la reciente Conferencia Mundial por La Paz y el Desarme, realizada en Moscú, así como de los encuentros en su paso por Conakry, con el jefe del gobierno de Sekou Toure.

En el análisis de la situación nacional se destacaron, entre otras cosas: las fuertes contradicciones entre los grandes terratenientes y otros sectores conservadores exacerbadas por las políticas de la administración de J. F. Kennedy de los EE.UU. con su Programa Alianza para el Progreso, ALPRO. En esos días ya estaba anunciada la visita al país, de su coordinador general para América Latina, el señor TEODORO MOSCOSO.

Rafael Aguiñada fue uno de los cuadros dirigentes de apoyo a Schafik Hándal, quien tuvo a su cargo la organización y coordinación de  la Columna “9 de Mayo”, originada del seno del PRAM. Por ello Rafael Aguiñada Carranza fue uno de los delegados a la III Plenaria Nacional, junto con Raúl Castellanos Figueroa, Tirso Canales, Fernando Lisanne, Raúl Padilla Vela., etc.

  • OFENSIVA DEL SINDICALISMO LIBRE DE LOS EE. UU. EN EL SALVADOR

Las décadas de los años 50 y 60 fueron decisivos para el imperialismo norteamericano en la lucha contra el movimiento sindical revolucionario a nivel internacional. En 1962 la administración norteamericana creó el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, IASDL, el cual apoyaba los planes de la ORIT encaminados a debilitar el trabajo revolucionario en los sindicatos y gremios, contando con el apoyo del gobierno y la  dictadura militar. En el informe internacional quedó dicho que el Instituto estava formado por conocidos elementos empresariales norteamericanos. (La constitución del CONSEJO DIRECTIVO  DEL Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, IADSL:

  • JOHN P. GRACE, PREIDENTE (ACCIONISTA PRINCIPAL DE WR-GRACE AND CO, DIRECTOR RESPONSABLE DE LOS ASUNTOS INTERAMERICANOS DE AFL-CIO, AGENTE DE LA INTERNATIONAL ORGANIZATION DIVISION (IOD) DE LA CIA (CLANDESTINA); DIRECTOR DEL CENTRO DE ENTRENAMIENTO SINDICAL DEL FONT ROYAL, DONDE LA CIA INVIERTE EL 90 % DE LOS COSTOS; INVERSIONISTA CON GRANDES CAPITALES EN A. L.
  • BERENT FRISTE, ACCIONISTA Y HOMBRE DE CONFIANZA DE ROCKEFELLER;
  • JOHN TRIPPS, PRESIDENTE DE PAA AMERICAN;
  • CHARLES ARIENKERHOF, PRESIDENTE DE ANACONDA, LA PRRINCIPAL EMPRESA MINERA DE COBRE EN  CHILE;
  • SERAFINO RUMUALDI, SECRETARIO GENERAL DE LA ORIT, AGENTE DE LA CIA. Y JOHN D. ROCKEFELLER, DE GENERALES CONOCIDAS).

Rafael Aguiñada Carranza pasó a la Comisión Nacional Sindical del PCS, se ocupó de los lineamientos divisionistas y liquidacioncitas de la ORIT y del IADSL orientados a los sindicatos y gremios de pensamiento revolucionario. Los organismos yanquis  se apoyaban en las políticas represivas gubernamentales y al mismo tiempo, creando y dirigiendo la organización paralela en los tres niveles organizativos: los sindicatos, federaciones y confederaciones.

 El PCS contaba con la CGTS bastante diezmada, con apenas 7 de los más de 40 sindicatos que la formaron, pero  resistieron la embestida imperialista. Con esa membresía sindical ni siquiera se podía defender como una Federación y menos como Confederación. La ORIT comenzó su trabajo en los años 50, creando la Confederación General de Sindicatos, CGS, en 1958, su dependiente. Con el financiamiento de la AFL-CIO y de la ORIT apoyados por dirigentes patronales, René Barrios Amaya, el Chele Saravia, el Negro Rodríguez y otros elementos vendidos, que habían traicionado a su clase para apoyar las orientaciones imperialistas en el seno del movimiento sindical.

Como respuesta, los trabajadores, bajo la orientación del PCS, crearon el Comité de Unidad Sindical de El Salvador, CUSS, en 1963, con dos orientaciones concretas: dar la pelea por organizar nuevos sindicatos, y tratar de arrancarle a la CGS todos aquellos sindicatos que se fueron engañados con la complicidad de sus dirigentes corruptos. Un poco más tarde apareció otra orientación encaminada a trabajar y preparar condiciones para disputar las direcciones de los sindicatos controlados por las Federaciones corruptas afiliadas o no en la CGS. Varios Grupos de Acción Revolucionaria (GAR) surgieron al interior de dichas organizaciones, lo que permitió, en este ambiente, en medio de mucha euforia revolucionaria, el surgimiento y fortalecimiento del FUAR.

  • VIAJE A LA ESCUELA DE CUADROS DE MOSCÚ

En agosto de 1963 viajó a la Escuela de Cuadros de Moscú, junto con  Carlos “El Ratón” Hidalgo, El Chiquitín Alfonso García, Armando Herrera, Toño Díaz, (Benjamín), Alfredo Acosta Díaz y otros. En los estudios de dos años se encontraba cuando recibió en 1964 noticias sobre su ratificación como miembro del Comité Central y miembro suplente de la CP, en las resoluciones del V Congreso del PCS. Su regreso al país tuvo lugar a finales de 1965, en tiempo de negociaciones con dirigentes del PAR para aprovechar las reformas al sistema electoral del país a realizarse en el año 1966.

Meses después nos enteramos que el Chele Aguiñada había sido designado para integrar la fórmula electoral del PAR Nueva Línea, para el Consejo Municipal de la ciudad de San Salvador.

4. PARTICIPACIÓN EN CAMPAÑA ELECTORAL DEL PAR-NVA. LÍNEA

En las reuniones preparativas para las elecciones municipales de 1966 se organizaron varios grupos de apoyo en los temas de seguridad, organización, comunicaciones, movilización, etc. Rafael formó parte del Comité Departamental del PCS de San Salvador y yo también. Ahí se conoció la decisión de la CP del PCS de los aspectos fundamentales de la campaña electoral. El candidato a alcalde era el Dr. Napoleón Rodríguez Ruiz, el Síndico era Rafael Aguiñada Carranza, y el resto recuerdo los nombres de Carlos el Ratón Hidalgo, Dr. Roberto Bracamonte, el locutor de la Voz de América y otros.

Para el grueso de la militancia del PCS esta campaña electoral era la primera asumida por el partido, aunque algunos sabíamos que hubo en el pasado algunos ensayos, siempre con el PAR. La experiencia obtenida con el FNOC y el FUAR, en los años recientes, logramos estructurar varios organismos de apoyo para defender la participación abierta y legal, para enfrentar la ofensiva de los carros patrullas y otros medios de los cuerpos de seguridad. Casi toda la actividad se realizaba con cuadros activistas voluntarios, sin salarios ni alimentos, pero hubo mucho entusiasmo. La principal propaganda se realizaba en vehículos automotores con equipos de sonido, así como con material impreso.

Los locales del PRAM en varios municipios sirvieron para el PAR Nueva Línea. Los mítines relámpagos fueron empleados, acompañados de activistas para repartir materiales y proteger los equipos de sonidos y los oradores. Rafael Aguiñada tuvo oportunidad de lucirse como orador por primera vez y el Ratón Hidalgo explotó con los estudios que había realizado sobre el origen de los Partidos Demócrata Cristianos.

La experiencia realizada fue evaluada con buenos resultados, aunque con más de 400 presos políticos y varios vehículos confiscados por la Policía Nacional. Además, la jornada fue una grata experiencia para realizar una agitación política que elevó sustancialmente el pensamiento político de amplias masas populares.

Inmediatamente después fueron estructuradas las medidas organizativas, de comunicación, divulgación, movilización

La siguiente campaña electoral de 1967 fue presidencial, con la fórmula de los Dres. Fabio Castillo Figueroa y Ángel Góchez Castro. En ella, la participación de Rafael Aguiñada fue como candidato a Diputado a la Asamblea Legislativa.

II.-PARTICIPACIÓN EN EL VI CONGRESO DEL PCS: 30 agosto 1970

El VI Congreso se realiza el 30 de agosto de 1970. Fue convocado en la casa del veterano Virgilio Guerra. El ambiente político que prevalecía en la base del partido era la crisis interna que dio origen a dudas por la renuncia de Cayetano Carpio, las cuales fueron correctamente abordadas, aclaradas y reorientado el trabajo político contra la dictadura y el imperialismo norteamericano.

El CC electo lo colocó en la Comisión Política del partido y lo asignó al frente de la Comisión Nacional de Organización. También formó parte del secretariado del Comité Central, junto con Schafik y Alfredo Acosta. En octubre de 1970 le fue encomendada la tarea de viajar a Hungría, junto con Raúl Castellanos Figueroa para atender tareas en la Comisión surgida de la reunión de los Partidos Comunistas y Obreros del reciente encuentro internacional en Moscú. Lamentablemente, Rafael Aguiñada no pudo cumplir  la misión debido a crisis de salud sufrida por Raúl Castellanos que tuvo que viajar a revisión a Moscú, lugar donde falleció el 29 de octubre de 1970.

En los debates del VI Congreso se abordaron los problemas político-ideológicos que ocasionaron la renuncia de Salvador Cayetano Carpio y Rafael Aguiñada tomó parte, habiendo señalado parte de los debates con el secretario general en torno a su participación en el proceso electoral del PAR Nueva Línea en las jornadas de los años 1966-67. Su labor fue evaluada por las y los delegados de forma positiva, pero también su  rol jugado en el movimiento sindical y gremial.

2.- DURANTE EL VIRAJE ORGANIZATIVO E IDEOLÓGICO DEL PCS

Rafael Aguiñada libró las batallas organizativas e ideológicas del PCS en las bases sindicales dirigidas por los comunistas, además de las propias en los organismos de dirección. En los sindicatos de la FUSS se encontró con Carlos Alberto (El Ratón) Hidalgo, quien como hemos dicho antes, fue parte del grupo de estudiantes que junto con Rafael viajó a la Escuela de Cuadros de Moscú. A su regreso al país, en su calidad de experto negociador de conflictos, el  ratón cayó en casos de corrupción de negociar para fines personales algunos de los conflictos de compañeros que al sentirse traicionados lo denunciaron y hasta abandonaron las filas sindicales. Haciendo uso de su capacidad teórica deformada y de su capacidad ya como Abogado, Hidalgo fue uno de los cuadros que mayor daño provocó en las filas sindicales. Por eso fue enfrentado por algunos de nosotros y particularmente por Rafael, que lo conoció y trató mucho más. Por eso se sintió con todo el derecho y la solvencia de desenmascararlo frente a los trabajadores, en los activos y congresos sindicales.

El Ratón, al sentirse derrotado prefirió cambiar la afiliación del Sindicato de Tipógrafos de la FUSS y llevarlo a FENASTRAS. Pero no era lo único negativo, también se reunía y conspiraba en compañía del Cuche Zaldívar y con otros dirigentes corruptos de Fesincontrans y CGS en contra de la FUSS, FESTIATSCES y más tarde contra la CUTS. Para nosotros fue un elemento que entró a la corrupción, pero para otra organización fue un traidor y le aplicó la medida militar cuando fue nombrado por la Primera Junta de Gobierno presidente de la Lotería Nacional en 1980. También confrontó con Carlos Marín, uno de los veteranos del sindicato de Sastres, que prefirió retirarse cuando recibió las primeras críticas por su actitud poco agresiva en el trabajo, por su descuido y casi desprecio en estudiar para enseñar a otros, adoptando una posición acomodada, prefirió replegarse y renunciar de su calidad de veterano dirigente de los sastres,  cuya militancia sindical venía desde los tiempos del UNT (1944)- CROSS (1947-51) y de la CGTS (1957-62),  elegido a miembro del Comité Central y de la Comisión Política del PCS por el V Congreso en 1964. Este compañero contaba con importantes méritos para mantenerse y ganar el reconocimiento de sus compañeros, pero no fue lo suficientemente maduro para aceptar los señalamientos críticos por los viejos métodos espontáneos en el seno de los sindicatos. No se fue con Carpio en 1970 porque también fue uno de los elementos criticados por él, pese a su anterior rol de apoyo para convertirlo en secretario general del PCS no tuvo más que rendirse y retirarse.

Otros cuadros veteranos, como Hipólito Calles de UTF, Carlos Quijano de los zapateros, Alfredo Torres, de Camas Capri, aunque no ejercieron una oposición abierta en contra del PCS sí la aplicaron contra Rafael Aguiñada, argumentando los métodos duros de éste, pero en realidad fueron diferencias de lineamientos políticos e ideológicos.  Otros menos negativos, como Antonio V. Constanza, el tipógrafo de apellido Rojas, con sus méritos ganados por muchos años, se dejaron influenciar y anduvieron por el sendero del licor y otros vicios. Varias compañeras de la industria del Vestido, las costureras, y de otras ramas, se incorporaron con mucho coraje en apoyo a esta línea de trabajo y orientación. Con varios otros hicimos no pocos esfuerzos por convencerlos a rectificar, pensando en reeducarlos y ganarlos a ser parte del proceso de rectificación.

Rafael cumplió muy bien su misión. Desde que recibió la orientación de asumir la responsabilidad de dirigir el trabajo sindical, lo primero que hizo fue afiliarse a un sindicato y tratar de ganarse el derecho de entrada a la Federación Sindical de El Salvador.  Poco a poco se ganó el espacio para optar al cargo de Secretario General de la FUSS, venciendo los argumentos de quienes se oponían a que el PCS ganara una mayor influencia en los sindicatos. Estos compañeros enfermos del economismo acusaban a la Comisión Política y a quien hablara en su nombre, de imposición, de paracaidistas. Así definían estos compañeros, el esfuerzo de la CP que se empeñó en derrotar la influencia del economismo en los sindicatos revolucionarios e independientes. Rafael, con nuestro apoyo y respaldo de la Dirección del PCS le declaró la guerra a la política divisionista y liquidacioncita de la ORIT-y a su Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, IADSL.

Con su apoyo montamos la Escuela de Formación de Cuadros Sindicales en el local 630 de las federaciones para contrarrestar el espontaneísmo economista de algunos de los compañeros veteranos. Mediante ese esfuerzo y otras medidas de sustitución de cuadros dirigentes de los sindicatos, se enfrentaron sin descanso contra quienes solo pensaban y se dedicaban a tareas sindicales y rechazaban cumplir tareas políticas. Desenmascaró a quienes negaban los conflictos laborales buscando  negociaciones en el Ministerio de Trabajo, negándole el papel y el derecho de las y los trabajadores y la conveniencia de movilizarse y desarrollar su capacidad de lucha contra los malos empresarios. Esto explica el desplazamiento de Julio César Castro Belloso y de otros cuadros sindicales de la dirección de la FUSS y FESTIAVSCES sin desplazarlos de las Directivas Federales de las mismas.

La pelea por el viraje en el partido continuaba, como parte del proceso de rectificación orgánica, comenzando por resolver la elección de  Schafik como secretario general del PCS, y realizar algunos cambios de responsabilidades individuales de la misma Comisión Política. En 1973 Rafael Aguiñada Carranza pasó a conducir la Comisión Nacional Sindical, dejando la Comisión de Organización bajo la dirección de Alfredo Acosta Díaz, a cada una de las cuales fueron asignados compañeros de dirección nacional e intermedia y otros militantes veteranos con experiencia. A Schafik siempre le quedó, ya  como Secretario General, la  coordinación tanto del Secretariado como la Comisión Política. Durante algún tiempo se percibía la coordinación de ambos organismos con agendas separadas, pero con el tiempo se fue dando el fenómeno de la concentración de funciones que hubo que atender.

“El viraje político planteado por la Dirección del PCS en 1973 fue de carácter orgánico, pero también  ideológico. No era fácil  tratar de aplicar los principios revolucionarios al interior del Partido, procurando estimular su aplicación  en el movimiento sindical y popular de ese entonces, de tal manera que ejercieran peso en contra  de  las principales desviaciones del apoliticismo que se fue convirtiendo en anacrónico. Era una vieja herencia que, dejada por veteranos dirigentes, pasando por Salvador Cayetano Carpio, como el economismo, el sectarismo, el legalismo y el dogmatismo. Pero la dedicación principal del esfuerzo estaba dirigida al interior del partido, no solo para lograr un funcionamiento partidario desde la dirección a la base, sino, sobre todo, en la reorientación de la estrategia revolucionaria hacia el poder que el partido debía tener y ejecutar, asumiendo el papel constructor y conductor del movimiento popular y social. En las discusiones sobre  la aplicación  del centralismo democrático, recuerdo las exigencias de muchos militantes por poner el concepto de manera inversa, democracia con centralismo, creyendo ingenuamente que con sólo invertirlo se corregiría. Se hacía bastante énfasis sobre la dirección colectiva, recomendando no repetir los errores cometidos por el mismo Secretariado en varios momentos al asumir hasta las funciones centralizadas de la Comisión Política y del Comité Central.

 Así fueron desfilando en la discusión los temas de la disciplina, la crítica y autocrítica y de la célula, que  fue de mucha utilidad  para definir la estructura fundamental del Partido, pensando en la necesidad de vincularse con las bases populares y de éstas asegurar los mejores métodos de reclutamiento de las y los elementos para el Partido. Por supuesto, la crítica fundamental recayó en los organismos nacionales de dirección del Partido. Otros  temas relacionados con la Construcción y Desarrollo del Partido se relacionaron con la composición social y la formación política ideológica del mismo.

El diagnóstico presentado por Schafik puso sobre la mesa una realidad aparentemente oculta pero que todo el mundo la percibía: la mayoría de los organismos contaba con un  mayor porcentaje de elementos “no proletarios” y cómo ese detalle se reflejaba en la misma Dirección del Partido, sobre ella se descargaba el mayor centro de la crítica. De acá sale la conclusión de orientar un crecimiento dirigido hacia las y los trabajadores fabriles y otros sectores claves como la juventud, las mujeres y el campesinado y la intelectualidad revolucionaria. En ese sentido, debíamos convencernos de que el crecimiento y desarrollo del partido no consistía únicamente en el reclutamiento solo por el hecho de ser proletario, o por aparentar serlo. El crecimiento debía responder al trabajo con la gente, al tipo de  relación que trae esa persona con su sector social organizado, si se trata de un activista, de una persona luchadora o simplemente de un sindicalista pasivo sin influencia demostrada en la lucha junto a esas masas trabajadoras. Además, de su identificación y acción consciente a favor de los intereses de las amplias masas populares”

“Un poco más tarde, en los momentos de discusión sobre la  crisis y los avances de la escalada neofascista o claramente fascista, recuerdo que Schafik sometió a discusión en la Comisión Política, como algo urgente, la necesidad de acelerar la ejecución de las tareas sobre el crecimiento del partido a nivel nacional, acompañada de una disputa de la conducción de las amplias masas populares amenazadas con intentos reformistas de derecha, emanados en la misma burguesía y el gobierno. Para el área rural, por ejemplo, estaba planteada la idea de una Central de trabajadores rurales y lo mismo para las masas organizadas en las federaciones de sindicatos afines y sindicatos independientes. El Partido estaba obligado a dar respuestas claras para desafiar esos retos del viraje en el partido. Así, como parte del proceso de definición del viraje, además de resolver la elección de Schafik como secretario general del PCS, se aprovecha la coyuntura para realizar algunos cambios de responsabilidades individuales de la misma Comisión Política. Rafael Aguiñada Carranza pasó a conducir la Comisión Nacional Sindical, dejando la Comisión de Organización bajo la coordinación de Alfredo Acosta, a cada una de las cuales fueron asignados compañeros de dirección y militantes veteranos con experiencia. A Emilio como Secretario General le correspondía conducir tanto el Secretariado como la Comisión Política”. (Idem, p.13)

3.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA CENTRAL ÚNICA DE TRABAJADORES DE EL SALVADOR, CUTS.

La tarea de construir la central única de trabajadoras fue parte de las orientaciones estratégicas de la Dirección Nacional del PCS. Todos los organismos inferiores y comisiones nacionales del PCS tenían orientaciones de ejecutar dicha decisión. Las discusiones que teníamos en la Comisión Nacional Sindical, CNS, casi siempre nos enfrentábamos a los argumentos con enfoques negativos, de que no se podía hacer nada. En el fondo, algunos de estos compañeros buscaban convencernos de que dejáramos las cosas tal como estaban. Algunos miembros de la CP nos reuníamos antes para ponernos de acuerdo en las medidas a tomar, más que perder el tiempo en discusiones estériles.

Contando con el apoyo de muchos militantes y de la misma CP, Rafael se lanzó al ruedo, organizando la participación de la militancia partidaria en los Activos Sindicales de cada sindicato, en las asambleas y Juntas Directivas, pensando en las dos federaciones nuestras, pero luego en FENASTRAS, después de haberla desafiliado de la CGS. Rafael demostró poseer no solo la capacidad sino la decisión y disposición de enfrentar al enemigo en este terreno, disputarles la dirección y conducción del movimiento obrero, sin dejar de lado la lucha hasta con algunos de nuestros anquilosados cuadros sindicales. En esos momentos nos enfrentábamos a varios compañeros que habían caído en las garras del oportunismo de derecha que los arrastraba a las desviaciones del acomodamiento y hasta del apoliticismo en el movimiento.

Para enfrentar estos problemas no bastaba tener la visión política estratégica, la teoría sobre el proyecto popular, sino la valentía, la decisión y los métodos apropiados para enfrentar al enemigo, enfrentar al oportunismo de derecha sin dejar de tratar de recuperar a los elementos ganables y depurar a quienes no fuera posible mantener.

Claro, la vida demostró que Rafael carecía del mejor método, él mismo estaba consciente de ello. Su temperamento y su modo de ser chocaban con otros compañeros con temperamentos iguales o peores al suyo. Pero lo acompañamos, le dimos respaldo, varios compañeros de la CP y del CC nos dimos cita en los activos y congresos sindicales para abrirle paso a las nuevas orientaciones de la Dirección del Partido. Rafael cumplió muy bien su misión. Lo primero que hizo fue afiliarse a un sindicato y tratar de ganarse el derecho de entrada a la Federación Sindical de El Salvador.  Poco a poco se ganó el espacio para optar al cargo de Secretario General de la FUSS, venciendo los argumentos de quienes se oponían a que el PCS ganara una mayor influencia en los sindicatos.

Estos compañeros enfermos del economismo acusaban a la Comisión Política de imposición, de paracaidistas. Así definían estos compañeros, el esfuerzo de la CP por sacar de la influencia del economismo a los sindicatos revolucionarios e independientes. Rafael, con nuestro apoyo y respaldo de la Dirección del PCS le declaró la guerra a la política divisionista de la ORIT- IADSL, al economismo, se enfrentó sin descanso contra quienes solo pensaban y se dedicaban a tareas sindicales y rechazaban cumplir tareas políticas. Desenmascaró a quienes solamente buscaban resolver los conflictos laborales en negociaciones en el Ministerio de Trabajo, negándole el papel y el derecho de las y los trabajadores y la conveniencia de movilizarse y desarrollar su capacidad de lucha contra los malos empresarios. Esto explica el desplazamiento de Julio César Castro Belloso y de otros cuadros sindicales de la conducción de la FUSS, sin desplazarlo de la Directiva Federal de la misma.

La misma suerte corren otros compañeros como Carlos Marín y Carlos Alberto (El Ratón) Hidalgo y Alfredo Torres del sindicato de muebles Capri, que no fue capaz de soportar las críticas de sus compañeros y prefirió adoptar una posición de oposición cerrada a la influencia del PCS en los sindicatos. Otros cuadros veteranos, aunque no ejercieron una oposición abierta en contra del PCS sí la aplicaron contra Rafael, argumentando los métodos duros de éste, pero en realidad fueron diferencias de lineamientos políticos. Carlos Quijano, Antonio V. Constanza, el mismo Hipólito Calles, con sus méritos, se dejaron influenciar y anduvieron por este sendero. Con varios de ellos hicimos no pocos esfuerzos por convencerlos a rectificar, pensando en reeducarlos y ganarlos a ser parte del proceso de rectificación, pero fracasamos. Uno de los veteranos, Carlos Marín, que prefirió retirarse cuando recibió las primeras críticas a su conducta poco agresiva y acomodada fue el veterano dirigente de los sastres, cuya militancia sindical venía desde los tiempos del UNT (1944)- CROSS (1948) y de la CGTS (1957), que fue elegido a miembro de la Comisión Política por el V Congreso. Este compañero contaba con importantes méritos para mantenerse y ganar el reconocimiento de sus compañeros, pero no fue lo suficientemente maduro para aceptar los señalamientos críticos por su acomodamiento a los viejos métodos espontáneos el seno de los sindicatos “

 El Oso Belloso era un cuadro sindical originario de Santa Ana y de la industria de la construcción, que se había formado a finales de los años 50, fue dirigente de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, creada en 1957. El, junto con Felipe Cativo y Antonio Velasco Iglesias fueron dirigentes de la CGTS. Eran cuadros sindicales del Comité Central quienes junto con Carlos El Ratón Hidalgo, y otros compañeros constituían el equipo principal del PCS en el movimiento sindical. Carlos Hidalgo, después de haber regresado de la URSS estudia Derecho, supuestamente para desarrollar una mejor asesoría jurídica al servicio de  los trabajadores, una idea muy buena, pero en realidad esa capacidad  la utilizó para beneficio personal. No fueron pocos los casos denunciados en su contra, como el hecho de vender los juicios laborales a los empresarios, cobrando sus honorarios a cambio de indemnización de los compañeros sindicalistas despedidos. El grupo anti PCS se fue conformando con el zapatero Carlos Quijano, Alfredo Torres, e Hipólito Calles, con el cual el Oso Belloso fue intensificando su relación.

Además de esta práctica unipartidaria se fue desarrollando una relación con el Cuche Felipe A. Zaldívar, dirigente del Sindicato Unión de Trabajadores de la Construcción, SUTC, claramente identificada con el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, IADSL, relación que lo afectó políticamente hasta degradarlo en términos de confianza con los trabajadores. Fue una lástima, pues el Oso fue uno de los pocos dirigentes que se enfrentó a la dictadura por muchos años en defensa de los intereses de las y los trabajadores”.

 En el medio sindical también participaba el veterano y militante comunista Raúl Padilla Vela, maestro de generaciones de revolucionarios, reclutador nato, un excelente reclutador y organizador del partido. No era por gusto que los compañeros y compañeras, de forma cariñosa le decían “Guacalada”. Raúl en sus charlas explicaba su llega al PCS a mediado de los años 50, en las luchas contra la dictadura de los coroneles Osorio y José María Lemus. Raúl contaba que venía de la época de otro de los veteranos comunistas, el Chino Carlos Ramírez. Raúl era profesor de secundaria, de Física, alguien estudioso, agitador político de barricada, junto con Tirso Canales, Pedro Mancía Cerritos, Roberto Armijo, Gabriel Gallegos Valdez, a quien cariñosamente le decíamos “Gaby” y por supuesto, Raúl Castellanos Figueroa, Raúl formó parte del equipo organizador del Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM, en 1959.

Estando Rafael Aguiñada en la coordinación de la Comisión Sindical del PCS, Alfredo Acosta al frente de comisión Nacional de Organización, CNO,  en el marco de visión estratégica de construir un amplio movimiento popular nacional y una alianza política con las diversas fuerzas democráticas, la tarea trazada por la conducción del Partido en el movimiento sindical fue la de avanzar hacia la construcción de la Central Única de Trabajadores Salvadoreños, CUTS, mediante procesos de unidad entre la Federación Unitaria Sindical de El Salvador, FUSS, la Federación Salvadoreña de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador, FESTIAVTSCES, y la Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreños, FENASTRAS y algunos sindicatos independientes como el  Sindicato de Trabajadores de la Industria Textil STIUSA. Varios compañeros comunistas afiliados en algunos sindicatos le apoyaron mucho a Rafael en esta importante tarea. Me atrevo a mencionar algunos nombres pidiendo disculpas por no mencionarlos a todas y todos.

Por ejemplo, Ricardo Martínez, conocido cariñosamente como el Chele Foremost, un sólido dirigente del sindicato de la empresa lechera Foremost, que luego ascendió a la secretaría general de Fenastras: Jorge Mendoza Santos del sindicato de Cines y teatros; Jorge Alberto Morán Cornejo, conocido como el Beatle; Concha Marina y otras compañeras del sindicato de costureras y de la industria textil; Juan Edito Genovés del sindicato de la industria de la construcción; Adán Chicas, del sindicato de empleados particulares, etc. Los debates ideológicos crearon malestar en algunos compañeros que se consideraban caciques del movimiento sindical desde los tiempos de la CGTS. Las capturas de compañeros por los cuerpos de seguridad en ese tiempo y por los interrogatorios a que eran sometidos, daban pistas para creer la existencia de planes siniestros por parte del enemigo.  En esas tareas de construcción de la Central Sindical andaba el Rafael Aguiñada cuando fue emboscado y lo asesinaron en la esquina de la octava avenida norte y tercena calle oriente, al costado nor-poniente del mercado cuartel. La primera reacción nuestra fue culpar al gobierno y a sus cuerpos de seguridad. Sin embargo, lo mataron los mismos elementos sectarios del grupo militarista que antes había asesinado a Roque Dalton. Eso quedó plenamente comprobado en su tiempo. Rafael manejaba un carro verde oscuro marca Volvo.

Esa noche del 26 de septiembre de 1975 quedó grabada en la memoria del movimiento sindical como la más grave y abominable agresión de uno de los dirigentes mas queridos. Para el PCS significaba una pérdida muy sensible. Se trataba de un miembro de la Comisión Política del Comité Central, Diputado por el UDN-UNO en la Asamblea Legislativa y Secretario General de la Federación Unitaria Sindical de El Salvador, FUSS. A esas alturas no teníamos una mínima idea de que Rafael era el segundo dirigente asesinado. Jorge Alberto Morán Corneja, el Vétale, también había sido asesinado por los mismos asesinos el 23 de agosto de 1974, un poco más de un año antes. Siendo responsable de la Comisión Sindical, Rafael Aguiñada debía ser reemplazado inmediatamente para no interrumpir el proceso de unificación del movimiento sindical independiente, lo sustituyó en la Comisión Sindical, Adán Chicas, un veterano cuadro obrero forjado en las luchas del FUAR desde principios de los años sesenta.

 Rafael fue bastante crítico, dicho sea de paso, contra la concentración de funciones en una sola persona u organismo que por lo general conducen a debilidades y deformaciones de la democracia interna y del principio del centralismo democrático, ya que desfigura y desnaturaliza el carácter democrático que nos debe caracterizar como fuerza política revolucionaria. En este punto no había discrepancias en su definición teórica, ni en la Comisión Sindical ni en los activos sindicales, ni en la dirección del partido. El problema surgía a la hora del desempeño, cuando operaba   la influencia de la fuerza de la costumbre, afectando el equilibrio entre la necesaria centralización de un movimiento revolucionario y al mismo tiempo una voluntad única surgida del principio democrático, que asegura la legitimidad de la conducción y sus decisiones.

Los enfrentamientos con cuadros apoltronados y en proceso de descomposición; apoyos y oposición: Julio César Castro Belloso, Adán Chicas, Bernardo Cárcamo, Ricardo Martínez, varias compañeras y otros compañeros del Activo Sindical (Chacalín, Mario Rivera, Concha Marina y su esposo, Constanza, Miguel Cea, Juan Edito Genovés, Morán de Santa Ana, y varios otros cuadros sindicales, algunos militantes del PC y otros.

Sin embargo, Rafael estaba consciente de las graves limitaciones del movimiento sindical que el PCS había logrado construir y conducir hasta ese momento, estaba consciente que no era fácil combatir la influencia de la ORIT- IADSL, tampoco sería fácil vencer el miedo a la represión de la dictadura. Rafael tenía en cuenta la tendencia de algunos de nuestros dirigentes sindicales a tratar de resolver los conflictos en el escritorio o en las negociaciones con el Ministerio de Trabajo. Por eso Rafael planteaba, este trabajo no puede ser responsabilidad sólo de la Comisión Nacional Sindical, sino de la militancia del PCS a nivel nacional.

Carlos Alberto (El Ratón) Hidalgo, como hemos dicho antes, fue parte del grupo de estudiantes que junto con Rafael viajó a la Escuela de Cuadros de Moscú. A su regreso al país, en su calidad de experto negociador de conflictos, cayó en no pocos casos de corrupción de negociar para fines personales algunos de los conflictos de compañeros que al sentirse traicionados lo denunciaron y hasta abandonaron las filas sindicales. Haciendo uso de su capacidad teórica deformada y de su capacidad ya como Abogado, Hidalgo fue uno de los cuadros que mayor daño provocó en las filas sindicales. Por eso fue enfrentado por algunos de nosotros y particularmente por Rafael, que lo conoció y trató mucho más. Por eso Rafael se sintió con todo el derecho y la solvencia de desenmascararlo frente a los trabajadores, en los activos y congresos sindicales.

Carlos Marín, uno de los veteranos del sindicato de Sastres, que prefirió retirarse cuando recibió las primeras críticas por su actitud poco agresiva en el trabajo, por su descuido y casi desprecio en estudiar para enseñar a otros, adoptando una posición acomodada, prefirió replegarse y renunciar a su calidad de veterano dirigente de los sastres,  cuya militancia sindical venía desde los tiempos del UNT (1944)- CROSS (1947-51) y de la CGTS (1957-62),  elegido a miembro del Comité Central y de la Comisión Política del PCS por el V Congreso en 1964. Este compañero contaba con importantes méritos para mantenerse y ganar el reconocimiento de sus compañeros, pero no fue lo suficientemente maduro para aceptar los señalamientos críticos por los viejos métodos espontáneos en el seno de los sindicatos. No se fue con Carpio en 1970 porque también fue uno de los elementos criticados por él, no tuvo más que rendirse y retirarse.

Otros cuadros veteranos, como Hipólito Calles de UTF, Carlos Quijano de los zapateros, Alfredo Torres, de Camas Capri, aunque no ejercieron una oposición abierta en contra del PCS sí la aplicaron contra Rafael Aguiñada, argumentando los métodos duros de éste, pero en realidad fueron diferencias de lineamientos políticos.  Otros menos negativos, como Antonio V. Constanza, el tipógrafo de apellido Rojas, con sus méritos ganados por muchos años, se dejaron influenciar y anduvieron por el sendero del licor y otros vicios. Varias compañeras de la industria del Vestido, las costureras, y de otras ramas, se incorporaron con mucho coraje en apoyo a esta línea de trabajo y orientación. Con varios otros hicimos no pocos esfuerzos por convencerlos a rectificar, pensando en reeducarlos y ganarlos a ser parte del proceso de rectificación.

III.- ¿QUIÉNES Y POR QUÉ ASESINARON A RAFAEL AGUIÑADA CARRANZA?

1.- TESTIMONIO DE ANGEL MARIO FLORES

En los años 70 del siglo pasado, como se sabe, nos enfrentábamos a una estrategia de escalada militar fascista impulsada por la Dictadura Militar. Eran muy frecuentes las capturas de los activistas y dirigentes políticos y del movimiento popular. Las torturas como método de ablandamiento o de quiebre de la moral revolucionaria estaba en pleno apogeo. No era nada extraño que alguno de nuestros compañeros desapareciera y apareciera, si tenía suerte, expulsado del país. Rafael Aguiñada fue capturado y expulsado varias veces en esos tiempos y apareciera en Guatemala o Nicaragua, de donde organizábamos su retorno como algo normal. Varios de nuestros cuadros activistas habían desaparecido y nunca fueron encontrados, tales fueron los casos de Carlos Humberto Rivera en 1971, del Chiquitín Alfonso García y del pelón Torres en 1970, los casos de Luis Moreno de San Martín, de Aparicio y Urbina en 1973-74, el caso de Jorge Alberto Morán Cornejo, el “Beatle” en agosto de 1974, para solo mencionar algunos casos. Muchos de nosotros habíamos sufrido la terrible experiencia de los secuestros y torturas salvajes.

Por eso, cuando Rafael, el “Chele” Aguiñada, como le decíamos sus amigos, fue emboscado la noche del 26 de septiembre de 1975, la primera reacción y nuestra respuesta inmediata fue condenar a los cuerpos de seguridad de la tiranía. Nuestro periódico “Vos Popular” y otras publicaciones de medios amigos y de derecha, abundaron en detalles con los señalamientos que hicimos a la Dictadura Militar.  Nunca pasó por nuestra mente la idea de que Rafael pudiera ser asesinado por una organización de izquierda, aún y a pesar de las profundas diferencias políticas e ideológicas que nos separaban y nos mantenían enfrentados, no tenía sentido. Claro que estaba el antecedente del asesinato de Roque Dalton y de Pancho, como también los atentados fallidos y la persecución que sufrieron algunos compañeros por comandos del ERP que se habían separado de él producto de las graves desviaciones sufridas por los dirigentes del ERP en esos meses recientes.

Esos casos de Roque y Pancho fueron muy lamentables y duramente condenados por el PCS, pues casi de inmediato tuvimos información de que fueron ejecutados por diferencias ideológicas y justificadas con falsas acusaciones. En nuestros análisis sacamos conclusiones de que Roque Dalton había sido víctima de una mano criminal posiblemente ordenada por los servicios de inteligencia enemigos infiltrados dentro de esa organización. Pero en el caso de Rafael no nos atrevimos a señalar con el dedo en esa dirección, no obstante haber leído algunas de sus publicaciones en donde se señalaba al Partido Comunista de El Salvador como el enemigo principal que debía ser apartado, quitarlo como el principal obstáculo para hacer la revolución.

Algunas publicaciones posteriores de la RN y del mismo ERP nos fueron dando otras señales que nos indujeron a ciertas sospechas, pero no llegamos a contar con pruebas contundentes para sacar las conclusiones de señalarlos como responsables. Los cuerpos de seguridad echaron al vuelo algunas conjeturas que nos llamaron la atención: “hay fuertes indicios de que los subversivos se están matando entre ellos” Recuerdo los rostros sonrientes de algunos agentes vestidos de civil cuando nos miramos frente a frente en los momentos de sacar el cuerpo de Jorge Alberto Morán Cornejo de las aguas del Río Acelhuate.

 Sentía en su mirada el dedo acusador. Así pasaron los años. Hasta que Ángel Mario Flores, un viejo militante del UDN, que servía de anfitrión para los encuentros entre el ERP y el PCS, decidió hablar y revelarnos el secreto que mantenía compartimentado supuestamente para proteger a sus hijas de una posible represalia si revelaba la información. De mi parte, lo confieso, no le había puesto mucho cuidado que este viejo compañero pudiera tener una información tan compartimentada y me sorprendió cuando al marcharse Jorge Meléndez, se me acerca y me pide unos minutos para plantear un asunto delicado. Tomé asiento y preparé una pequeña libreta por si era necesario tomar nota.

Ángel Mario, que se encontraba solo en ese momento, también se sienta y comienza con un relato que me puso, como decimos los salvadoreños, los pelos de punta. “Mire camarada, me dijo, acabo de escuchar las palabras del compañero que acaba de retirarse y de momento me ha entrado una preocupación de que pudiera repetirse una reacción delicada de los compañeros del ERP en contra del PCS. No me dio tiempo a preguntarle nada, pues a continuación me traslada un testimonio con detalles imposibles de olvidar sobre los preparativos para el ajusticiamiento de un Diputado, parte de los cuales se realizaron en su casa de residencia de la ciudad de San Miguel en el año 1975.

Entre los detalles que anoté ese día tengo bien grabado lo siguiente: “A mi casa llegó un  grupo de 3 compañeros, que habían sido citados por el compañero  Balta, quien se hizo presente minutos después, para recibir instrucciones sobre una tarea revolucionaria: ajusticiar al  Diputado revisionista Rafael Aguiñada Carranza”.  Cuya ejecución debía realizarse por la noche del día siguiente, el 26 de septiembre. Dos compañeros debían esperar su salida del local sindical de la UTF, verificar la ruta que casi siempre seguía después de las reuniones de ese local y una vez confirmada, debía emboscarse en el lugar convenido. Un vehículo le obstruía el paso y los dos compañeros debían asegurar la ejecución sin perdida de tiempo y desaparecer de la zona. Al preguntarle detalles sobre la identidad de Balta, si se trataba del mismo comandante del ERP de nombre Juan Ramón Medrano, la respuesta fue afirmativa. “Si, se trata de Juan Ramón, él fue quien llegó a mi casa a dar las instrucciones. Ese hecho político no me ha dejado tranquilo durante todos estos años, fue su respuesta”.

¿Por qué hasta hoy nos está informando sobre este crimen compañero Flores? ¿Por qué tuvo que esperar cuatro años para informarnos sobre un hecho tan grave?

_Por miedo, por temor, no tanto por mi seguridad, sino por la seguridad de mis dos hijas. Una de ellas en ese tiempo era militante del ERP, la otra, la menor, militaba en las FPL. Debo aclararle, camarada, me dijo, como deseando una comprensión benévola de mi parte por ocultarnos la información, en esos momentos de la instrucción del comando yo no sabía a quién iban a ajusticiar. Eso lo supe después de los hechos, hasta el día 27 de septiembre, cuando los medios informaron algunos detalles que coincidieron con las instrucciones de Juan Ramón Medrano.

Esta información me impactó tremendamente, provocándome una indignación muy difícil de controlar, y no pude evitar hacerle un fuerte y duro reclamo al compañero Flores por habernos ocultado una información tan grave y delicada como esa que estaba trasladando 4 años después.

Varias veces nos habíamos encontrado con Jorge Meléndez y Sonia Medina en su casa, primero en la casa conocida como El Palomar, en la segunda avenida norte, casi enfrente de la calle 5 de noviembre, y después en la Colonia Santa Úrsula, ubicada al final de la 25 avenida sur.  Cada mes o cada dos meses, según lo conveníamos, nos dábamos cita en casa de Ángel Mario, que nos facilitaba su casa con mucho agrado, pensando en lo maravilloso que sería si lográramos la unidad de nuestras fuerzas. Pero sucedió el Golpe de la Juventud Militar del 15 de octubre de 1979; el Foro Popular recibió la propuesta del Comité Permanente de la Fuerza Armada, COPEFA, encabezada por los coroneles Arnoldo Majano y Abdul Gutiérrez, así como por los Capitanes Mena Sandoval, Vladimir Cruz Cruz, entre otros, a participar con ellos en la llamada Primera Junta  Revolucionaria de Gobierno. Sobre este hecho político se ha dicho y escrito bastante y no voy a repetir.

Lo que recuerdo sobre este hecho repudiable realizado por  la vieja Dirección del ERP, que resultó ser un reducido grupo militarista sectario que se había enquistado en la dirección de esa organización,  fueron varias de sus publicaciones en donde no era muy difícil llegar a la conclusión de que al calificar al PCS como el enemigo principal y como el obstáculo principal para realizar la revolución,  esa información proporcionada por el compañero Ángel Mario encajaba plenamente con su visión terrorista y contrarrevolucionaria de liquidar a los principales obstáculos para realizar sus planes de una grande y dudosa reputación.  Es más, le pregunté a Ángel Mario si sabía algo sobre el asesinato de Jorge Alberto Morán Cornejo y de otros compañeros asesinados años después, que se denunciaron como asesinatos de los Escuadrones de la Muerte.  Estaba pensando en los Profesores Orlando Guerrero Chamul, en Lázaro de Jesús Arias, de Salvador Sánchez Hidalgo y de otros camaradas. Ángel Mario se quedó pensando, confrontó fechas, me preguntó sobre los detalles de algunos de los compañeros asesinados y en su información quedó en firme que el asesinato de Jorge Alberto Morán Cornejo, que fue a finales de agosto de 1974, me dijo, si fue ejecutado por el comando del ERP.

Le aclaré que Jorge Alberto, conocido cariñosamente como “El Beatle”(1), era dirigente de la Federación Sindical de Trabajadores de la Industria del  Alimento Vestido Similares y Conexos, de El Salvador, FESTIAVTSCES y había sido asesinado el 23 de Agosto de 1974. Con el testimonio de Ángel Mario nos quedaba la sensación de que los asesinos podían ser los mismos, aunque la modalidad operativa fuese similar a la utilizada por los cuerpos de seguridad. Pero la información proporcionada por el compañero Ángel Mario quedo confirmada, los asesinos de Jorge Alberto fueron instruidos en su casa de la ciudad de San Miguel. Lo raro es que apareció la noticia de que la Policía Nacional había presentado pruebas extrajudiciales sacadas a base de torturas, en donde habían logrado que 4 elementos del hampa reconocieran la autoría del asesinato de Morán Cornejo, cuando un tipo de apellido Durán Salamanca los amenazó con matarlos si revelaban el plan, eso era común en esos tiempos. (1) Voz Popular había informado en su Edición No 4 del 3 de octubre de 1974, una versión proporcionada por la viuda de Morán Cornejo de que “ninguna de esas personas son las que sacaron a su esposo de su casa de habitación”

La Comisión Política del Comité Central del PCS que fue convocada recibió esta información en todos sus detalles. Todos quienes participamos en dicha reunión, escucharon la información, se analizaron todos los casos conocidos: Morán Cornejo, Roque Dalton (2), Armando Arteaga y Rafael Aguiñada Carranza. Se adoptaron algunas medidas de seguridad para evitar sorpresas. Era bastante lamentable y complicada la situación que se presentaba por cuanto teníamos acuerdos del VII Congreso del PCS de apostarle a la lucha por la Unidad de la Izquierda Revolucionaria y hasta recuerdo que habíamos acordado no responder ante ninguna provocación que pusiera en riesgo esa decisión.  Pero al conocer este testimonio, la CP tomó el acuerdo de dejar en suspenso todo contacto con el ERP, así como conversarlo con los compañeros de la Dirección de la RN para observar reacciones y posibles comentarios que dejasen en duda algunos de los hechos denunciados. Fue Schafik quien conversó con Neto Jovel sobre este delicado asunto, cuando ambos se encontraron en La Habana en ocasión del primer encuentro unitario del 17 de diciembre de 1979, de donde salió la Coordinadora Político Militar.

 Por cierto, al analizar el tema de la forma de cómo continuar los esfuerzos unitarios en el futuro inmediato, ambos coincidieron con la preocupación de que este elemento pudiera enfrascarnos con métodos militares para  dirimir diferencias políticas al interior de la Coordinadora. Nuestra Comisión Política adoptó la posición de oponerse al ingreso del ERP si éste no reconociera públicamente la responsabilidad en los hechos señalados, debían ser reconocidos frente a testigos y, además, el compromiso a desterrar de sus filas este método para dilucidar diferencias. Pero este elemento fue incorporado como preocupación seria en el caso se presentará el ingreso del ERP a la Unidad, porque no existía la menor confianza en que cumpliera.

(2) Con respecto al caso de Roque Dalton, en octubre de 1979 ya contábamos con información básica, y, sobre todo, la declaración del mismo ERP de asumir la autoría del asesinato, aunque desconocíamos detalles sobre los debates que marchaban hacia una división interna. No abundaban mucho, pero nos llegaban algunas publicaciones y algunas informaciones de amigos dentro de dicha organización que completaban el confuso panorama que se estaba configurando en su interior.

Después del doloroso y condenable crimen del ERP cometido en contra de Roque Dalton y de Armando Arteaga, ampliamente denunciado en el plano nacional e internacional, se desvanecieron completamente las reservas que algunos sectores pudiesen seguir abrigando de que un crimen tan abominable como ese pudiese cometerse a nombre de la revolución, respaldado por una Dirección Colectiva. Con el surgimiento de la RN y sus  publicaciones, como “Por La Causa Proletaria”, “El Combatiente”, y otros, fue aclarando el escenario que permitió entender.

Conocimos en “Por La Causa Proletaria” No 25 de Marzo-Abril de 1976 y otras publicaciones, en donde algo se da a conocer sobre el proceso de división interna, sobre el asalto al poder interno por el grupo militarista, sin dar a conocer los nombres, pero que poco a poco fueron apareciendo en el transcurso del tiempo. La RN habla de que ese problema se inicia a mediados de 1974, principios de 1975. “El grupo de la camarilla militarista comienza en la práctica a negar el partido, a negar la necesidad de ligarnos a las masas… a negar el predominio de lo político sobre lo militar” (3) “En el mes de enero de 1975, transcurre para la dirección nacional en un profundo proceso de lucha ideológica… las posiciones militaristas  no presentan argumentos ideológicos ni políticos, y se sostienen a base de declaraciones cada vez más radicales, aventureras y voluntaristas” (pág. 15, Por la Causa Proletaria. No. 25 marzo- abril 1976).

2.- ACEPTACIÓN A MEDIAS DEL ERP PREVIA  LA REUNIÓN DE CREACIÓN DE LA DRU-22 MAYO 1980

Después de dos cartas dirigidas a las organizaciones de la Coordinadora Político Militar en los meses de enero a marzo de 1980, en donde solicitaba le aceptaran su ingreso a la unidad, y teniendo en cuenta las sugerencias recibidas del comandante Fidel Castro, quien ofreció las condiciones en Cuba para realizar el encuentro y algo similar recibido del Frente Sandinista de Liberación Nacional, proponiendo la inclusión del ERP a la unidad. Después de agotar reuniones previas la RN y el PCS se tomaron las decisiones de aceptar bajo la condición de realizar bilaterales previas con la delegación del ERP, en La Habana, antes de la reunión. Schafik Hándal y Domingo Santacruz fueron a cubrir la reunión.

“Se acordaron bilaterales  previas entre las organizaciones, es decir, entre RN y ERP y entre ERP y el PC. En la bilateral con el PCS, Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez, quienes representaron al ERP ante la DRU, aceptaron sin discusión haber asesinado al dirigente sindical comunista JORGE ALBERTO MORÁN CORNEJO, conocido como El Beatle. El crimen había sido cometido después de haberlo sacado de su casa de habitación el día 23 de agosto de 1974. Fue un asesinato cobarde al estilo de los cuerpos policiales. Con respecto al caso de Rafael Aguiñada al principio no lo aceptaron abiertamente, pero en la medida que fuimos proporcionando los detalles de la forma de cómo  obtuvimos la información, de que fue el comandante Balta quien se reunió con el comando que ejecutó la misión en una casa de personas amigas, en San Miguel. Luego, otras personas amigas nos hicieron llegar los datos del Taxi, número de Placa y hasta de la casa donde lo tuvieron escondido por varios meses.” (El Rostro Oculto del comandante Marcial, Pág. 24, DS)

3.- PUBLICACIÒN DEL ERP DE 1975, CON EL TÌTULO “EL PODER NACE DEL FUSIL, EN EL CAPÌTULO I CON EL TÌTULO “SURGE EL EJÈRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO”, EN LA 4ª. PAGINA SE DICE: “Combatimos también al Partido Comunista Salvadoreño para eliminar su influencia nociva en las masas”.

Al conocer esta información no quedó ninguna duda de que el PCS, al igual que la RN con el caso de Roque Dalton, también fue víctima, en ese tiempo, del sectarismo militarista de la dirección del ERP. El Beatle Morán Cornejo fue asesinado el 23 de agosto de 1974, Roque Dalton el 10 de mayo de 1975 y Rafael Aguiñada Carranza el  26 de septiembre de 1975.  La Dirección del PCS y las organizaciones sindicales y populares  se equivocaron al responsabilizar a la Dictadura de los crímenes de sus militantes. Quién sabe si en el fondo, algunos de los autores ya cumplían orientaciones del enemigo para destruir al movimiento popular. Basta ver el papel que jugaron después Joaquín Villalobos, Ana Guadalupe Martínez, Alejandro Rivas Mira y otros de esa talla. En el proceso de la unidad de la izquierda en El Salvador, este tema de la inclusión del ERP no estuvo ausente. Tanto el 17 de diciembre de 1979 durante la creación de la Coordinadora Político Militar, CPM, como en LA CONSTITUCIÒN DE LA DRU, EL 22-05-80, el problema fue planteado por las direcciones de la RN y el PCS. En esta ocasión, JOAQUIN VILLALOBOS Y ANA GUADALUPE MARTÌNEZ fueron emplazados a responder por los crímenes y a renunciar a tales métodos. AMBOS, AL ACEPTAR EL CRIMEN, ASUMIERON EL COMPROMISO A ERRADICAR LAS PRÀCTICAS MILITARISTAS PARA RESOLVER DIFERENCIAS POLÌTICAS E IDEOLÒGICAS.

26-09-75= ASESINATO DE RAFAEL AGUIÑADA CARRANZA, MIEMBRO DE LA COMISIÒN POLÍTICA DEL PCS, DIPUTADO DEL PARTIDO UDN-UNO, SECRETARIO GENERAL DE LA FUSS, ORGANIZADOR DE LA CENTRAL ÚNICA DE TRABAJADORES SALVADOREÑOS, (CUTS). SEGGÙN TESTIMONIO DEL TESTIGO MARIO ANGEL FLORES, PADRE DE UNA MILITANTE DEL ERP, DECIDIÒ CONFESAR, QUE, EN SU CASA, EN LA CIUDAD DE SAN MIGUEL, SE REUNIÒ EL COMANDO ENCARGADO DE EJECUTAR EL CRIMEN.  TESTIFICÓ QUE EL RESPONSABLE DE HABER DADO LAS INSTRUCCIONES DE “AJUSTICIAMIENTO A UN DIPUTADO DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (QUE RESULTÓ SER RAFAEL AGUIÑADA CARRANZA) ESTUVO A CARGO DEL COMANDANTE “BALTA”, UN MIEMBRO PROMINENTE DE LA DIRECCIÒN DEL ERP, ES DECIR, DE JUAN RAMÒN MEDRANO. TAMBIÉN DE OTRO DIRIGENTE SINDICAL  JORGE ALBERETO MORAN CORNEJO, (EL “BEATLE”), LA INFORMACIÒN LA PROPORCIONÓ EL SEÑOR FLORES UNA SEMANA DESPUES DEL GOLPE DE ESTADO REALIZADO POR LA JUVENTUD MILITAR EL 15 DE OCTUBRE DE 1979.

4.- DURANTE EL VIRAJE DEL PCS

La pelea por el viraje del partido continuaba, como parte del proceso de rectificación orgánica e ideológica, comenzando por resolver la elección de  Schafik como secretario general del CC del PCS, y realizar algunos cambios de responsabilidades individuales de la misma Comisión Política. En los cambios en 1973 Rafael Aguiñada Carranza pasó a dirigir la Comisión Nacional Sindical, dejando la Comisión de Organización bajo la dirección de Alfredo Acosta Díaz, a cada una de las cuales fueron asignados compañeros de dirección nacional e intermedia y otros militantes veteranos con experiencia. A Schafik siempre le quedó, ya  como Secretario General, la  coordinación tanto del Secretariado como la Comisión Política. Durante algún tiempo se percibía la coordinación de ambos organismos con agendas separadas, pero con el tiempo se fue dando el fenómeno de la concentración de funciones que hubo que atender.

Rafael Aguiñada Carranza se vio involucrado en el viraje político planteado por la Dirección del PCS en 1973, el cual fue de carácter orgánico, pero también  ideológico. No era fácil  tratar de aplicar los principios revolucionarios al interior del Partido, procurando estimular su aplicación  en el movimiento sindical y popular de ese entonces, de tal manera que ejercieran peso en contra  de  las principales desviaciones del apoliticismo que se fue convirtiendo en algo anacrónico. Era una vieja herencia que, dejada por veteranos dirigentes, pasando por Salvador Cayetano Carpio, como el economismo, el sectarismo, el legalismo y el dogmatismo. Pero la dedicación principal del esfuerzo estaba dirigida al interior del partido, no solo para lograr un funcionamiento partidario desde la dirección a la base, sino, sobre todo, en la reorientación de la estrategia revolucionaria hacia el poder que el partido debía tener y ejecutar, asumiendo el papel constructor y conductor del movimiento social popular. En las discusiones sobre  la aplicación  del centralismo democrático, recuerdo las exigencias de muchos militantes por poner el concepto de manera inversa, democracia con centralismo, creyendo ingenuamente que con sólo invertirlo se corregiría. Se hacía bastante énfasis sobre la dirección colectiva, recomendando no repetir los errores cometidos por el viejo Secretariado en varios momentos al asumir hasta las funciones centralizadas de la Comisión Política y del Comité Central.

 Así fueron desfilando en la discusión los temas de la disciplina revolucionaria, la crítica y autocrítica, desde la célula, que  fue de mucha utilidad  para definir la estructura fundamental del Partido, pensando en la necesidad de vincularse con las bases populares y de éstas asegurar los mejores métodos de reclutamiento de las y los elementos para el Partido. Por supuesto, la crítica fundamental recayó en los organismos nacionales de dirección del Partido. Otros  temas relacionados con la Construcción y Desarrollo del Partido se relacionaron con la composición social y la formación política ideológica del mismo.

El diagnóstico del PCS presentado por Schafik puso sobre la mesa una realidad aparentemente oculta pero que todo el mundo la percibía: la mayoría de los organismos contaba con un  mayor porcentaje de elementos “no proletarios” y cómo ese detalle se reflejaba en la misma Dirección del Partido, sobre ella se descargaba el mayor centro de la crítica. De acá salió la conclusión de orientar un crecimiento dirigido hacia las y los trabajadores fabriles y otros sectores claves como la juventud, las mujeres, el campesinado y la intelectualidad revolucionaria. En ese sentido, debíamos convencernos de que el crecimiento y desarrollo del partido no consistía únicamente en el reclutamiento solo por el hecho de ser proletario, o por aparentar serlo. El crecimiento debía responder al trabajo con la gente, al tipo de  relación que trae esa persona con su sector social organizado, si se trata de un activista, de una persona luchadora o simplemente de un sindicalista pasivo sin influencia demostrada en la lucha junto a esas masas trabajadoras. Además, de su identificación y acción consciente a favor de los intereses de las amplias masas populares.

“Un poco más tarde, en los momentos de discusión sobre la  crisis y los avances de la escalada neofascista o claramente fascista, recuerdo que Schafik sometió a discusión en la Comisión Política, como algo urgente, la necesidad de acelerar la ejecución de las tareas sobre el crecimiento del partido a nivel nacional, acompañada de una disputa de la conducción de las amplias masas populares amenazadas con intentos reformistas de derecha, emanados en la misma burguesía y el gobierno. Para el área rural, por ejemplo, estaba planteada la idea de una Central de trabajadores rurales y lo mismo para las masas organizadas en las federaciones de sindicatos afines y sindicatos independientes. El Partido estaba obligado a dar respuestas claras para desafiar esos retos.

En las discusiones que teníamos en la Comisión Nacional Sindical, CNS, casi siempre nos enfrentábamos a los argumentos con enfoques negativos, supuestamente apolíticos, de que no se podía hacer nada. En el fondo, algunos de estos compañeros buscaban convencernos de que dejáramos las cosas tal como estaban. Algunos miembros de la CP nos reuníamos antes para ponernos de acuerdo en las medidas a tomar, más que perder el tiempo en discusiones estériles. Contando con el apoyo de muchos militantes y de la misma CP, Rafael se lanzó al ruedo, organizando la participación de la militancia partidaria en los Activos Sindicales de cada sindicato, en las asambleas y Juntas Directivas, pensando en las dos federaciones nuestras, pero luego en FENASTRAS, después de haberla desafiliado de la CGS. Rafael demostró poseer no solo la capacidad sino la decisión y disposición de enfrentar al enemigo en este terreno, disputarles la dirección y conducción del movimiento obrero, sin dejar de lado la lucha hasta con algunos de nuestros anquilosados cuadros sindicales. En esos momentos nos enfrentábamos a varios compañeros que habían caído en las garras del oportunismo de derecha que los arrastraba a las desviaciones del acomodamiento y hasta del apoliticismo en el movimiento. Por ejemplo, poco a poco se fueron acostumbrando a negociar los conflictos laborales en el Ministerio de Trabajo y en no pocas ocasiones con los propietarios de las empresas.

 Para enfrentar estos problemas no bastaba tener la visión política estratégica, la teoría sobre el proyecto popular, sino la valentía, la decisión y los métodos apropiados para enfrentar al enemigo, enfrentar al oportunismo de derecha sin dejar de tratar de recuperar a los elementos ganables y depurar a quienes no fuera posible mantener.

Claro, la vida demostró que Rafael carecía del mejor método, él mismo estaba consciente de ello. Su temperamento y su modo de ser chocaban con otros compañeros con temperamentos iguales o peores al suyo. Pero poseía la justeza, la visión estratégica, las orientaciones políticas surgidas de los colectivos sindicales  partidarios, por eso recibió el apoyo y acompañamiento, le dimos respaldo, varios compañeros de la CP y del CC nos dimos cita en los activos y congresos sindicales para abrirle paso a las nuevas orientaciones de la Dirección del Partido.

LA HEROICA FAMILIA AGUIÑADA CARRANZA

La lucha revolucionaria de El Salvador contra la dictadura militar de 60 años ocasionó centenares de miles de mujeres y hombres asesinados, desaparecidos, caídos en combates. Los organismos de Derechos Humanos manejaron aproximadamente 75.000 personas muertas y desaparecidas, sin incluir a las y los caídos en combate de ambos ejércitos. Basta revisar los informes y reportes diarios y mensuales de las cinco organizaciones del FMLN y de los organismos señalados para darse cuenta de realidad de los 20 años de la guerra popular revolucionaria.

La familia de Rafael Aguiñada Carranza aportó en la lucha política y en el conflicto armado con no menos de 10 personas, comenzando  con los asesinatos de Oscar Gilberto Martínez Carranza y Saúl Santiago Contreras, torturados y asesinados en 1968; Rafael, asesinado en 1976; Rafael Aguiñada Deras, asesinado en 1981; Alex, hijo de Mario Aguiñada C; Galia, hija de Rafael y Fabricio, esposo de Dinora Aguiñada Deras, todas y todos vinculados al PCS. En otras informaciones aparecen personas familiares que también fueron víctimas de la represión y de la lucha revolucionaria. Mas de 50 años de represión de la dictadura militar que vertió el odio contra el pueblo, en defensa de los intereses de la clase dominante se descargó contra militantes del PCS, dirigentes sindicales y personas que se atrevieron a expresar su solidaridad con la huelga de los maestros y de las y los trabajadores salvadoreños.
Fueron mártires del Partido Comunista, capturados, torturados, asesinados y “despedazados por torturadores de la extinta Guardia Nacional, por su combativa solidaridad con la primera gran huelga de los maestros salvadoreños, que inició en febrero de 1968.”