GLADYS BÁEZ, UNA LEYENDA EN LA LUCHA ANTISOMOCISTA

GLADYS BÁEZ, UNA LEYENDA EN LA LUCHA ANTISOMOCISTA
Sindicalista y sobreviviente de dos masacres

Edgard Barberena
END – 20:55 – 22/05/2010

Hija de un matrimonio campesino de Juigalpa, Chontales, fue capitana de las “Hijas de María”, se fogueó con el Partido Socialista Nicaragüense (PSN) y luego fue reclutada por uno de los primeros dirigentes del FSLN en Moscú, en los años 60 y llegó a ser diputada, cargo que todavía conserva en Asamblea Nacional.

Nos referimos a legendaria ex guerrillera Gladys Báez, sobrevivientes de las masacres cometidas por la Guardia Nacional en Pancasán en 1967, así como en el barrio Monseñor Lezcano el 4 de noviembre de ese año, donde fue asesinado Casimiro Sotelo, Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez, a manos del coronel de la GN, Alesio Gutiérrez.

Gladys con su gran trenza donde amarra su larga cabellera, portando anillos en cuatro dedos de su mano izquierda y dos en la derecha, así como una cadena, un collar y una estrella de madera (con la imagen del Che Guevara, la hoz y el martillo) que pende sobre su pecho, narró para END aspectos de lo que fue su lucha contra el somocismo.

Nació en Juigalpa, Chontales el 27 de enero de 1942 donde la gente es de mentalidad conservadora como su madre, aunque su padre era liberal, pero no somocista.

El arte de negociar
Esa diferencia le permitió desde niña comenzar a desarrollar el arte de la negociación. “Yo aprendí que en esta vida se necesita negociar y con los primeros que negocié fueron mis padres, Cándida Báez Osorio y Rómulo Álvarez” recuerda.

“Todo lo que soy se lo debo a mi madre”, dice Gladys quien se creó solamente con su progenitora, al tiempo que recuerda que lo primero que su madre quiso para ella era la iglesia y por eso llegue a ser capitana de las Hijas de María, a la edad de 10 años.

Enfrentó una enfermedad de la que los médicos le recomendaron a su progenitora que no siguiera estudiando por “lo que llegue hasta tercer grado de primaria”. Continuó estudiando hasta que triunfó la revolución de 1979, en primaria acelerada, proceso que los completó con la “escuela de la vida”.

Primera prueba de fuego
Su primera prueba de fuego en la lucha contra el somocismo fue en 1956 después del ajusticiamiento de Anastasio Somoza García en León, lo que provocó el apresamiento de “todos los cachurecos”.

A Gladys, que estaba chavala en esa época, la enviaban a dejarle comida y ropa a los presos del régimen somocista. “A la cárcel solo íbamos mujeres, las madres, las esposas, las novias y yo llego como sobrina para sus familiares que estaban presos”, cuenta.

Así conoce a la madre de Manolo Morales y a Carlos Molina de Chontales. A pesar de ser una chavala le impactó lo que vio en las cárceles del régimen somocista. En ese ínterin —de ir a dejar comida y ropa a los presos— se topó con Miguel de Castilla que estaba estudiando en León y le lleva el libro “La Madre” de Máximo Gorka lo que se convirtió en el instrumento que le provoca un cambio a Gladys.

Recuerda que una vez las esposas de los presos acordaron ir donde el jefe de la guardia de la prisión para ver si le mejoraban las condiciones a los detenidos, “porque las condiciones eran terribles ya que los guardias le agarraban la comida y se las echaban en periódicos con excrementos y era terrible ver eso, no les daban sol”.

Solidaria hasta el final
Gladys dice que fue solidaria con todos los que cayeron presos después de la muerte de Somoza García, porque salieron sus familiares, pero ella no dejó de ir a dejar comida a la prisión. El último que salió fue Carlos Molina.

Para esa época la gente del Partido Socialista Nicaragüense ya se había fijado en Gladys, lo mismo los del incipiente Frente Sandinista. Para entonces era costurera, oficio que aprendió a los 10 años de edad. A ella le gustaba el bordado pero la máquina de coser que había en su casa era de su tatarabuela y no podía bordar.

Se involucra en la educación
En Juigalpa, le decían “loca”, “vaga”, “marimacha”, “puta”, “sandino-comunista” por el hecho que en su pueblo no entendían el porqué andaba metida en todo. Ahí “saboreó” la discriminación por el hecho de ser mujer.

En ese ínterin se va al “clan” de los intelectuales de Chontales y le dice a Gregorio Aguilar “Goyo” que le enseñe a fichar libros. Después comenzó a leer otros como “Por quien doblan las campanas” de Ernest Hemingway, “El hombre mediocre”, del sociólogo y médico argentino José Ingenieros, entre otros.

En esa etapa la gente del PSN se apareció en Juigalpa porque querían formar un sindicato. Gladys comenzó a trabajar con lo que se llamó el “Sindicato de oficios varios”, pero no aparecía públicamente como directivo de la naciente estructura sindical. Es ahí donde enfrenta nuevamente la discriminación por ser mujer.

En ese contexto volvió a utilizar la negociación con su progenitora logrando que los del sindicato llegaran a su casa para realizar las reuniones. Ese sindicato logró formar la primera escuela nocturna en Juigalpa donde “impartimos clases los dizques dirigentes del sindicato y ahí nos ayudó mucho los del clan intelectual del pueblo”.

Después se metió a organizar a los campesinos en el campo y los municipios de Chontales. Para entrar a la directiva del sindicato, Gladys se alió con Manuel Solís quien era del clan intelectual y ya ella, había aprendido el sindicalismo y llegó a ser la Secretaria de conflictos del sindicato.

Como educadora en el campo sufrió los efectos de los que no quieren que la gente aprenda a leer, y utilizaron la iglesia al comenzar a regar la bola de que ella le estaba inculcando una especie de ateismo a los niños y hasta le echaron encima a un cura.

Gladys logró participar en la organización desde Acoyapa, Santo Tomás, La Libertad, Santo Domingo hasta el Rama. Cuando se estaba construyendo la carretera hacia el Rama se produjo una huelga en la que participó como organizadora por parte del PSN y de Movilización Republicana.

Conspiraciones y viaje a Moscú
La ahora diputada llegó a convertirse en la mujer que celebraba los cumpleaños de los chavalos del pueblo en su casa, con el objetivo de reunir a la gente para comenzar a prepararlos políticamente, y si llegaba la Guardia o algún “oreja”, se ponían a bailar como que estaban en una fiesta.

En una ocasión, de un 1 de mayo, Gladys se autopreparó leyendo y así ofreció un discursos sobre el por qué de la celebración. A ese acto llegaron dirigentes de la CGT independiente, entre ellos Domingo Vargas, quien constató que una mujer explicaba muy bien esa historia.

En 1963 cuando se iba a realizar un congreso mundial de mujeres en Moscú, Domingo Sánchez “Chagüitillo” la propuso como candidata para viajar a la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URRS. La trajeron de Juigalpa a Managua donde la tuvieron ocho días aprendiendo todo lo que debía decir en el evento porque no podía llevar nada escrito.

Fue la única mujer por Centroamérica que participó en el evento cuando había un debate sobre la toma del poder por la vía pacífica y la armada donde estaban debatiéndola Moscú y Pekín, pero ella jamás se metió a ese “berenjenal”.
La recluta el FSLN en Moscú
La Oficina de Seguridad Nacional, OSN, nunca se imaginó que una campesina de Juigalpa había viajado a representar a Nicaragua al evento en Moscú, porque hasta logró engañar a los agentes a su regreso a Managua y cuando la entrevistó Radio Moscú —del cual la seguridad de Somoza tenía una copia de la grabación— ella cubrió el micrófono con un trapo para modificar el timbre de su voz, además que se había identificado con el nombre de Orquidia Negra.

Antes de viajar a Moscú “me dijeron que si me encontraba con Oscar Turcios no le hiciera caso”, pero éste la llegó a buscar al hotel en el que estaba alojada.

Turcios se dio cuenta que Gladys era una mujer sana y le comenzó a explicar la vida de Sandino, algo que ella no conocía, ya que solamente había oído hablar de que Sandino era un bandolero y que los del Frente Sandinista eran burgueses, algo que se decía en el PSN en los años 60.

“Aprendí a conocer el FSLN con Oscar Turcios” y en 1964 ingresa a la organización político-militar como correo, en casas de seguridad donde hizo papeles como la “primera dama”. La sacan de Chontales porque ya las condiciones no eran favorables y así opera en el Norte, León y Managua. Anduvo legal, semi legal y clandestina.

Estuvo con Selin Shible en una casa de seguridad que existió en una colonia militar, conoció a Carlos Fonseca en Managua, en un vehículo donde el fundador del Frente le hizo una serie de preguntas sobre sus hijos y el porqué se separó de su marido.

En las montañas utilizó seudónimos como “Maruca”, “Olga”, “Luisa” y “Adelita”. La tuvo presa la Guardia y se puso en huelga de hambre durante ocho días. Recuerda que el 22 de enero de 1967, cuando Somoza producía la masacre en la Avenida Rooselvet en la montaña estaban Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge.

Ahí Mayorga preguntó por Gladys y posteriormente se hicieron los arreglos para que ella se fuera a la montaña “donde tuve la dicha de conocerlos a todos”. “En la montaña éramos 35 personas”. Con respecto a la escuadra que cayó en Pancasán, Gladys hubiera sido una de las muertas porque estaba en esa estructura, pero resulta que cuando llegó Oscar Danilo Rosales, dijo que yo estaba enferma e hicieron todo lo posible por bajar a la ciudad y cuando lo estaba haciendo la Guardia estaba entrando”.

De ahí la llevaron a casa de seguridad en Monseñor Lezcano donde atacó el coronel GN Alesio Gutiérrez y después de capturar a Casimiro, Hugo, Roberto y Edmundo, los asesinó en los cuarteles de la Seguridad Somocista.

Gladys, fue apresada y torturada quedando inválida por tres años. La OSN le puso chuzo eléctrico en la cabeza. Se recuperó en una finca en Juigalpa.

ebarberena@elnuevodiario.com.ni

Segunda Declaración de La Habana

Segunda Declaración de La Habana
[Discurso: Texto completo]
Fidel Castro Ruz

Vísperas de su muerte, en carta inconclusa porque una bala española le atravesó el corazón el 18 de mayo de 1895, José Martí, Apóstol de nuestra independencia, escribió a su amigo Manuel Mercado: «Ya puedo escribir… ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber…, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…

»Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos… más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los Imperialistas… el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia –les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos.

»Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: –y mi honda es la de David.»

Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al imperialismo por su nombre: Imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanqui despreciadora de los pueblos latinoamericanos.

Y con su propia sangre, vertida por Cuba y por América, rubricó las póstumas palabras que en homenaje a su recuerdo el pueblo de Cuba suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración.

Han transcurrido sesenta y siete años. Puerto Rico fue convertida en colonia y es todavía colonia saturada de bases militares. Cuba cayó también en las garras del imperialismo. Sus tropas ocuparon nuestro territorio. La Enmienda Platt fue impuesta a nuestra primera Constitución, como cláusula humillante que consagraba el odioso derecho de intervención extranjera. Nuestras riquezas pasaron a sus manos, nuestra historia falseada, nuestra administración y nuestra política moldeada por entero a los intereses de los interventores; la nación sometida a sesenta años de asfixia política, económica y cultural.

Pero Cuba se levantó, Cuba pudo redimirse a sí misma del bastardo tutelaje. Cuba rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas, reivindicó su cultura y desplegó su bandera soberana de Territorio y Pueblo Libre de América.

Ya los Estados Unidos no podrán caer jamás sobre América con la fuerza de Cuba, pero en cambio, dominando a la mayoría de los demás Estados de América Latina, Estados Unidos pretende caer sobre Cuba con la fuerza de América.

¿Qué es la historia de Cuba sino la historia de América Latina? ¿Y qué es la historia de América Latina sino la historia de Asia, África y Oceanía? ¿Y qué es la historia de todos estos pueblos sino la historia de la explotación más despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero?

A fines del siglo pasado y comienzos del presente, un puñado de naciones económicamente desarrolladas habían terminado de repartirse el mundo, sometiendo a su dominio económico y político a las dos terceras partes de la humanidad, que, de esta forma, se vio obligada a trabajar para las clases dominantes del grupo de países de economía capitalista desarrollada.

Las circunstancias históricas que permitieron a ciertos países europeos y a los Estados Unidos de Norteamérica un alto nivel de desarrollo industrial, los situó en posición de poder someter a su dominio y explotación al resto del mundo.

¿Qué móviles impulsaron esa expansión de las potencias industrializadas? ¿Fueron razones de tipo moral, «civilizadoras», como ellos alegaban? No: fueron razones de tipo económico.

Desde el descubrimiento de América, que lanzó a los conquistadores europeos a través de los mares a ocupar y explotar las tierras y los habitantes de otros continentes, el afán de riqueza fue el móvil fundamental de su conducta. El propio descubrimiento de América se realizó en busca de rutas más cortas hacia el Oriente, cuyas mercaderías eran altamente pagadas en Europa.

Una nueva clase social, los comerciantes y los productores de artículos manufacturados para el comercio, surge del seno de la sociedad feudal de señores y siervos en las postrimerías de la Edad Media.

La sed de oro fue el resorte que movió los esfuerzos de esa nueva clase. El afán de ganancia fue el incentivo de su conducta a través de su historia. Con el desarrollo de la industria manufacturera y el comercio fue creciendo su influencia social. Las nuevas fuerzas productivas que se desarrollaban en el seno de la sociedad feudal chocaban cada vez más con las relaciones de servidumbre propias del feudalismo, sus leyes, sus instituciones, su filosofía, su moral, su arte y su ideología política.

Nuevas ideas filosóficas y políticas, nuevos conceptos del derecho y del Estado fueron proclamados por los representantes intelectuales de la clase burguesa, los que por responder a las nuevas necesidades de la vida social, poco a poco se hicieron conciencia en las masas explotadas. Eran entonces ideas revolucionarias frente a las ideas caducas de la sociedad feudal. Los campesinos, los artesanos y los obreros de las manufacturas, encabezados por la burguesía, echaron por tierra el orden feudal, su filosofía, sus ideas, sus instituciones, sus leyes y los privilegios de la clase dominante, es decir, la nobleza hereditaria.

Entonces la burguesía, consideraba justa y necesaria la revolución. No pensaba que el orden feudal podía y debía ser eterno, como piensa ahora de su orden social capitalista. Alentaba a los campesinos a librarse de la servidumbre feudal, alentaba a los artesanos contra las relaciones gremiales y reclamaba el derecho al poder político. Los monarcas absolutos, la nobleza y el alto clero defendían tenazmente sus privilegios de clase, proclamando el derecho divino de la corona y la intangibilidad del orden social. Ser liberal, proclamar las ideas de Voltaire, Diderot, Juan Jacobo Rousseau, portavoces de la filosofía burguesa, constituía entonces para las clases dominantes un delito tan grave como es hoy para la burguesía ser socialista y proclamar las ideas de Marx, Engels y Lenin.

Cuando la burguesía conquistó el poder político y estableció sobre las ruinas de la sociedad feudal su modo capitalista de producción, sobre ese modo de producción erigió su estado, sus leyes, sus ideas e instituciones. Esas instituciones consagraban en primer término la esencia de su dominación de clase: la propiedad privada. La nueva sociedad basada en la propiedad privada sobre los medios de producción y en la libre competencia quedó así dividida en dos clases fundamentales: una poseedora de los medios de producción, cada vez más modernos y eficientes; la otra, desprovista de toda riqueza, poseedora sólo de su fuerza de trabajo, obligada a venderla en el mercado como una mercancía más para poder subsistir.

Rotas las trabas del feudalismo, las fuerzas productivas se desarrollaron extraordinariamente. Surgieron las grandes fábricas, donde se acumulaba un número cada vez mayor de obreros.

Las fábricas más modernas y técnicamente eficientes iban desplazando del mercado a los competidores menos eficaces. El costo de los equipos industriales se hacía cada vez mayor; era necesario acumular cada vez sumas superiores de capital. Una parte importante de la producción se fue acumulando en número menor de manos. Surgieron así las grandes empresas capitalistas y más adelante las asociaciones de grandes empresas a través de carteles, sindicatos, «trusts» y consorcios, según el grado y el carácter de la asociación, controlados por los poseedores de la mayoría de las acciones, es decir, por los más poderosos caballeros de la industria.

La libre concurrencia, característica del capitalismo en su primera fase, dio paso a los monopolios que concertaban acuerdos entre sí y controlaban los mercados.

¿De dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente, de la explotación del trabajo humano. Millones de hombres obligados a trabajar por un salario de subsistencia produjeron con su esfuerzo los gigantescos capitales de los monopolios. Los trabajadores acumularon las fortunas de las clases privilegiadas, cada vez más ricas, cada vez más poderosas. A través de las instituciones bancarias llegaron a disponer éstas no sólo de su propio dinero, sino también del dinero de toda la sociedad. Así se produjo la fusión de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero.

¿Qué hacer entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia, comenzaron a apoderarse de las riquezas naturales de todos los países económicamente débiles y a explotar el trabajo humano de sus pobladores con salarios mucho más míseros que los que se veían obligados a pagar a los obreros de la propia metrópoli. Se inició así el reparto territorial y económico del mundo. En 1914, ocho o diez países imperialistas habían sometido a su dominio económico y político fuera de sus fronteras a territorios cuya extensión ascendía a 83.700.000 kilómetros cuadrados, en una población de novecientos setenta millones de habitantes. Sencillamente se habían repartido el mundo.

Pero como el mundo era limitado en extensión, repartido ya hasta el último rincón del globo, vino el choque entre los distintos países monopolistas y surgieron las pugnas por nuevos repartos originados en la distribución no proporcional al poder industrial y económico que los distintos países monopolistas en desarrollo desigual habían alcanzado. Estallaron las guerras imperialistas que costarían a la humanidad cincuenta millones de muertos, decenas de millones de inválidos e incalculables riquezas materiales y culturales destruidas. Aún no había sucedido esto cuando ya Marx escribió que «el capital recién nacido rezumaba sangre y fango por todos los poros, desde los pies a la cabeza».

El sistema capitalista de producción, una vez que hubo dado de sí todo lo que era capaz, se convirtió en un abismal obstáculo al progreso de la humanidad. Pero la burguesía desde su origen llevaba en sí misma su contrario. En su seno se desarrollaron gigantescos instrumentos productivos, pero a su vez se desarrolló una nueva y vigorosa fuerza social: el proletariado, llamado a cambiar el sistema social ya viejo y caduco del capitalismo por una forma económico-social superior y acorde con las posibilidades históricas de la sociedad humana, convirtiendo en propiedad de toda la sociedad esos gigantescos medios de producción que los pueblos y nada más que los pueblos con su trabajo habían creado y acumulado. A tal grado de desarrollo de las fuerzas productivas, resultaba caduco y anacrónico un régimen que postulaba la posesión privada y con ello la subordinación de la economía de millones y millones de seres humanos a los dictados de una exigua minoría social.

Los intereses de la humanidad reclamaban el cese de la anarquía en la producción, el derroche, las crisis económicas y las guerras de rapiña propias del sistema capitalista. Las crecientes necesidades del género humano y la posibilidad de satisfacerlas exigían el desarrollo planificado de la economía y la utilización racional de sus medios de producción y recursos naturales.

Era inevitable que el imperialismo y el colonialismo entraran en profunda e insalvable crisis. La crisis general se inició a raíz de la Primera Guerra Mundial con la revolución de los obreros y campesinos, que derrocó al imperio zarista de Rusia e implantó, en dificilísimas condiciones de cerco y agresión capitalista, el primer Estado socialista del mundo, iniciando una nueva era en la historia de la humanidad. Desde entonces hasta nuestros días, la crisis y la descomposición del sistema imperialista se han acentuado incesantemente.

La Segunda Guerra Mundial, desatada por las potencias imperialistas, y que arrastró a la Unión Soviética y a otros pueblos de Europa y de Asia, criminalmente invadidos, a una sangrienta lucha de liberación, culminó en la derrota del fascismo, la formación del campo mundial del socialismo y la lucha por su soberanía de los pueblos coloniales y dependientes. Entre 1945 y 1957 más de mil doscientos millones de seres humanos conquistaron su independencia en Asia y en África. La sangre vertida por los pueblos no fue en vano.

El movimiento de los pueblos dependientes y colonizados es un fenómeno de carácter universal que agita al mundo y marca la crisis final del imperialismo.

Cuba y América Latina forman parte del mundo. Nuestros problemas forman parte de los problemas que se engendran de la crisis general del imperialismo y la lucha de los pueblos subyugados: el choque entre el mundo que nace y el mundo que muere. La odiosa y brutal campaña desatada contra nuestra Patria expresa el esfuerzo desesperado como inútil que los imperialistas hacen para evitar la liberación de los pueblos.

Cuba duele de manera especial a los imperialistas. ¿Qué es lo que se esconde tras el odio yanqui a la Revolución Cubana? ¿Qué explica racionalmente la conjura que reúne en el mismo propósito agresivo a la potencia imperialista más rica y poderosa del mundo contemporáneo y a las oligarquías de todo un continente, que juntos suponen representar una población de trescientos cincuenta millones de seres humanos, contra un pequeño pueblo de sólo siete millones de habitantes, económicamente subdesarrollado, sin recursos financieros ni militares para amenazar ni la seguridad ni la economía de ningún país?

Los une y los concita el miedo. Lo explica el miedo. No el miedo a la Revolución Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana. No el miedo a los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias que han tomado revolucionariamente el poder en Cuba; sino el miedo a que los obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y sectores progresistas de las capas medias tomen revolucionariamente el poder en los pueblos oprimidos, hambrientos y explotados por los monopolios yanquis y la oligarquía reaccionaria de América; el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a sus opresores y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América.

Aplastando la Revolución Cubana creen disipar el miedo que los atormenta, y el fantasma de la revolución que los amenaza. Liquidando a la Revolución Cubana, creen liquidar el espíritu revolucionario de los pueblos. Pretenden en su delirio que Cuba es exportadora de revoluciones. En sus mentes de negociantes y usureros insomnes cabe la idea de que las revoluciones se pueden comprar o vender, alquilar o prestar, exportar o importar como una mercancía más.

Ignorantes de las leyes objetivas que rigen el desarrollo de las sociedades humanas, creen que sus regímenes monopolistas, capitalistas y semifeudales son eternos. Educados en su propia ideología reaccionaria, mezcla de superstición, ignorancia, subjetivismo, pragmatismo y otras aberraciones del pensamiento, tienen una imagen del mundo y de la marcha de la historia acomodada a sus intereses de clases explotadoras. Suponen que las revoluciones nacen o mueren en el cerebro de los individuos o por efecto de las leyes divinas y que además los dioses están de su parte. Siempre han creído lo mismo, desde los devotos paganos patricios en la Roma esclavista, que lanzaban a los cristianos primitivos a los leones del circo y los inquisidores en la Edad Media que, como guardianes del feudalismo y la monarquía absoluta, inmolaban en la hoguera a los primeros representantes del pensamiento liberal de la naciente burguesía, hasta los obispos que hoy, en defensa del régimen burgués y monopolista, anatematizan las revoluciones proletarias. Todas las clases reaccionarias en todas las épocas históricas, cuando el antagonismo entre explotadores y explotados llega a su máxima tensión, presagiando el advenimiento de un nuevo régimen social, han acudido a las peores armas de la represión y la calumnia contra sus adversarios. Acusados de incendiar a Roma y de sacrificar niños en sus altares, los cristianos primitivos fueron llevados al martirio. Acusados de herejes, fueron llevados por los inquisidores a la hoguera filósofos como Giordano Bruno, reformadores como Hus y miles de inconformes más con el orden feudal. Sobre los luchadores proletarios se ensaña hoy la persecución y el crimen precedidos de las peores calumnias en la prensa monopolista y burguesa. Siempre en cada época histórica, las clases dominantes han asesinado invocando su sociedad de minorías privilegiadas sobre mayorías explotadas la defensa de la sociedad, del orden, de la Patria: «su orden clasista», que mantienen a sangre y fuego sobre los desposeídos, «la patria» que disfrutan ellos solos, privando de ese disfrute al resto del pueblo, para reprimir a los revolucionarios que aspiran a una sociedad nueva, un orden justo, una Patria verdadera para todos.

Pero el desarrollo de la historia, la marcha ascendente de la humanidad no se detiene ni puede detenerse. Las fuerzas que impulsan a los pueblos, que son los verdaderos constructores de la historia, determinadas por las condiciones materiales de su existencia y la aspiración a metas superiores de bienestar y libertad, que surgen cuando el progreso del hombre en el campo de la ciencia, de la técnica y de la cultura lo hacen posible, son superiores a la voluntad y al terror que desatan las oligarquías dominantes.

Las condiciones subjetivas de cada país, es decir, el factor conciencia, organización, dirección, puede acelerar o retrasar la revolución según su mayor o menor grado de desarrollo, pero tarde o temprano en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce.

Que ésta tenga lugar por cauces pacíficos o nazca al mundo después de un parto doloroso, no depende de las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad, que se resisten a dejar nacer la sociedad nueva, que es engendrada por las contradicciones que lleva en su seno la vieja sociedad. La revolución es en la historia como el médico que asiste al nacimiento de una nueva vida. No usa sin necesidad los aparatos de fuerza, pero los usa sin vacilaciones cada vez que sea necesario para ayudar al parto. Parto que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza de una vida mejor.

En muchos países de América Latina la revolución es hoy inevitable. Ese hecho no lo determina la voluntad de nadie. Está determinado por las espantosas condiciones de explotación en que vive el hombre americano, el desarrollo de la conciencia revolucionaria de las masas, la crisis mundial del imperialismo y el movimiento universal de lucha de los pueblos subyugados.

La inquietud que hoy se registra es síntoma inequívoco de rebelión. Se agitan las entrañas de un continente que ha sido testigo de cuatro siglos de explotación esclava y feudal del hombre desde sus moradores aborígenes y los esclavos traídos de África, hasta los núcleos nacionales que surgieron después: blancos, negros, mulatos, mestizos e indios que hoy hermanan el desprecio, la humillación y el yugo yanqui, como hermana la esperanza de un mañana mejor.

Los pueblos de América se liberaron del coloniaje español a principios del siglo pasado, pero no se liberaron de la explotación. Los terratenientes feudales asumieron la autoridad de los gobernantes españoles, los indios continuaron en penosa servidumbre, el hombre latinoamericano en una u otra forma siguió esclavo, y las mínimas esperanzas de los pueblos sucumbieron bajo el poder de las oligarquías y la coyunda del capital extranjero. Esta ha sido la verdad de América, con uno u otro matiz, con alguna que otra variante. Hoy América Latina yace bajo un imperialismo más feroz, mucho más poderoso y más despiadado que el imperio colonial español.

Y ante la realidad objetiva e históricamente inexorable de la revoluci6n latinoamericana, ¿cuál es la actitud del imperialismo yanqui? Disponerse a librar una guerra colonial con los pueblos de América Latina; crear su aparato de fuerza, los pretextos políticos y los instrumentos seudolegales suscritos con los representantes de las oligarquías reaccionarias para reprimir a sangre y fuego la lucha de los pueblos latinoamericanos.

La intervención del Gobierno de los Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina ha ido siendo cada vez más abierta y desenfrenada.

La Junta Interamericana de Defensa, por ejemplo, ha sido y es el nido donde se incuban los oficiales más reaccionarios y proyanquis de los ejércitos latinoamericanos, utilizados después como instrumentos golpistas al servicio de los monopolios.

Las misiones militares norteamericanas en América Latina constituyen un aparato de espionaje permanente en cada nación, vinculado estrechamente a la Agencia Central de Inteligencia, inculcando a los oficiales los sentimientos más reaccionarios y tratando de convertir los ejércitos en instrumentos de sus intereses políticos y económicos.

Actualmente, en la zona del Canal de Panamá, el alto mando norteamericano ha organizado cursos especiales de entrenamiento para oficiales latinoamericanos de lucha contra guerrillas revolucionarias, dirigidos a reprimir la acción armada de las masas campesinas contra la explotación feudal a que están sometidas.

En los propios Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia ha organizado escuelas especiales para entrenar agentes latinoamericanos en las más sutiles formas de asesinatos; y es política acordada por los servicios militares yanquis la liquidación física de los dirigentes antiimperialistas.

Es notorio que las embajadas yanquis en distintos países de América Latina están organizando, instruyendo y equipando bandas fascistas para sembrar el terror y agredir las organizaciones obreras, estudiantiles e intelectuales. Esas bandas, donde reclutan a los hijos de la oligarquía, a lumpen y gente de la peor calaña moral, han perpetrado ya una serie de actos agresivos contra los movimientos de masas.

Nada más evidente e inequívoco de los propósitos del imperialismo que su conducta en los recientes sucesos de Santo Domingo. Sin ningún tipo de justificación, sin mediar siquiera relaciones diplomáticas con esa República, los Estados Unidos, después de situar sus barcos de guerra frente a la capital dominicana, declararon con su habitual insolencia que si el Gobierno de Balaguer solicitaba ayuda militar, desembarcarían sus tropas en Santo Domingo contra la insurgencia del pueblo dominicano. Que el poder de Balaguer fuera absolutamente espurio, que cada pueblo soberano de América debe tener derecho a resolver sus problemas internos sin intervención extranjera, que existan normas internacionales y una opinión mundial, que incluso existiera una O.E.A., no contaban para nada en las consideraciones de los Estados Unidos. Lo que sí contaban eran sus designios de impedir la revolución dominicana, la reimplantación de los odiosos desembarcos de su Infantería de Marina, sin más base ni requisito para fundamentar ese nuevo concepto filibustero del derecho que la simple solicitud de un gobernante tiránico, ilegítimo y en crisis. Lo que esto significa no debe escapar a los pueblos. En América Latina hay sobrados gobernantes de ese tipo, dispuestos a utilizar las tropas yanquis contra sus respectivos pueblos cuando se vean en crisis.

Esta política declarada del imperialismo norteamericano de enviar soldados a combatir el movimiento revolucionario en cualquier país de América Latina, es decir, a matar obreros, estudiantes, campesinos, a hombres y mujeres latinoamericanos, no tiene otro objetivo que el de seguir manteniendo sus intereses monopolistas y los privilegios de la oligarquía traidora que los apoya.

Ahora se puede ver con toda claridad que los pactos militares suscritos por el Gobierno de Estados Unidos con gobiernos latinoamericanos, pactos secretos muchas veces y siempre a espaldas de los pueblos, invocando hipotéticos peligros exteriores que nadie vio nunca por ninguna parte, tenían el único y exclusivo objetivo de prevenir la lucha de los pueblos; eran pactos contra los pueblos, contra el único peligro, el peligro interior del movimiento de liberación que pusiera en riesgo los intereses yanquis. No sin razón los pueblos se preguntaban: ¿Por qué tantos convenios militares? ¿Para qué los envíos de armas que si técnicamente son inadecuados para una guerra moderna, son en cambio eficaces para aplastar huelgas, reprimir manifestaciones populares y ensangrentar el país? ¿Para qué las misiones militares, el Pacto de Río de Janeiro y las mil y una conferencias internacionales?

Desde que culminó la Segunda Guerra Mundial, las naciones de América Latina se han ido depauperando cada vez más, sus exportaciones tienen cada vez menos valor, sus importaciones precios más altos, el ingreso per cápita disminuye, los pavorosos porcentajes de mortalidad infantil no decrecen, él número de analfabetos es superior, los pueblos carecen de trabajo, de tierras, de viviendas adecuadas, de escuelas, de hospitales, de vías de comunicación y de medios de vida. En cambio, las inversiones norteamericanas sobrepasan los diez mil millones de dólares.

América Latina es además abastecedora de materias primas baratas y compradora de artículos elaborados caros. Como los primeros conquistadores españoles, que cambiaban a los indios espejos y baratijas por oro y plata, así comercian con América Latina los Estados Unidos. Conservar ese torrente de riqueza, apoderarse cada vez más de los recursos de América y explotar a sus pueblos sufridos: he ahí lo que se ocultaba tras los pactos militares, las misiones castrenses y los cabildos diplomáticos de Washington.

Esta política de paulatino estrangulamiento de la soberanía de las naciones latinoamericanas y de manos libres para intervenir en sus asuntos internos tuvo su punto culminante en la última reunión de cancilleres. En Punta del Este el imperialismo yanqui reunió a los cancilleres para arrancarles, mediante presión política y chantaje económico sin precedentes, con la complicidad de un grupo de los más desprestigiados gobernantes de este continente, la renuncia a la soberanía nacional de nuestros pueblos y la consagración del odiado derecho de intervención yanqui en los asuntos internos de América; el sometimiento de los pueblos a la voluntad omnímoda de Estados Unidos de Norteamérica, contra la cual lucharon todos los próceres, desde Bolívar hasta Sandino.

Y no se ocultaron ni el Gobierno de Estados Unidos ni los representantes de las oligarquías explotadoras ni la gran prensa reaccionaria vendida a los monopolios y a los señores feudales, para demandar abiertamente acuerdos que equivalen a la supresión formal del derecho de autodeterminación de nuestros pueblos; borrarlo de un plumazo en la conjura más infame que recuerda la historia de este continente.

A puertas cerradas entre conciliábulos repugnantes, donde el ministro yanqui de colonias dedicó días enteros a vencer la resistencia y los escrúpulos de algunos cancilleres poniendo en juego los millones de la Tesorería yanqui en una indisimulada compraventa de votos, un puñado de representantes de las oligarquías de países que, en conjunto, apenas suman un tercio de la población del continente, impuso acuerdos que sirven en bandeja de plata al amo yanqui la cabeza de un principio que costó toda la sangre de nuestros pueblos desde las guerras de independencia. El carácter pírrico de tan tristes y fraudulentos logros del imperialismo, su fracaso moral, la unanimidad rota y el escándalo universal, no disminuyen la gravedad que entraña para los pueblos de América Latina los acuerdos que impusieron a ese precio. En aquel cónclave inmoral la voz titánica de Cuba se elevó sin debilidad ni miedo para acusar ante todos los pueblos de América y del mundo el monstruoso atentado y defender virilmente y con dignidad que constará en los anales de la historia, no sólo el derecho de Cuba, sino el derecho desamparado de todas las naciones hermanas del continente americano.

La palabra de Cuba no podía tener eco en aquella mayoría amaestrada, pero tampoco podía tener respuesta; sólo cabía el silencio impotente ante sus demoledores argumentos, la diafanidad y valentía de sus palabras. Pero Cuba no habló para los cancilleres; Cuba habló para los pueblos y para la historia, donde sus palabras tendrán eco y respuesta.

En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo.

Los acuerdos obtenidos por Estados Unidos con métodos tan bochornosos que el mundo entero critica, no restan, sino que acrecentan la moral y la razón de Cuba, demuestran el entreguismo y la traición de las oligarquías a los intereses nacionales y enseña a los pueblos el camino de la liberación. Revela la podredumbre de las clases explotadoras, en cuyo nombre hablaron sus representantes en Punta del Este. La O.E.A. quedó desenmascarada como lo que es: un ministerio de colonias yanquis, una alianza militar, un aparato de represión contra el movimiento de liberación de los pueblos latinoamericanos.

Cuba ha vivido tres años de Revolución bajo incesante hostigamiento de intervención yanqui en nuestros asuntos internos. Aviones piratas procedentes de Estados Unidos lanzando materias inflamables han quemado millones de arrobas de caña; actos de sabotaje internacional perpetrados por agentes yanquis, como la explosión del vapor «La Coubre», ha costado decenas de vidas cubanas; miles de armas norteamericanas de todos tipos han sido lanzadas en paracaídas por los servicios militares de Estados Unidos sobre nuestro territorio para promover la subversión; cientos de toneladas de materiales explosivos y máquinas infernales han sido desembarcados subrepticiamente en nuestras costas por lanchas norteamericanas para promover el sabotaje y el terrorismo; un obrero cubano fue torturado en la Base Naval de Guantánamo y privado de la vida sin proceso previo ni explicación posterior alguna; nuestra cuota azucarera fue suprimida abruptamente y proclamado el embargo de piezas y materias primas para fábricas y maquinaria de construcción norteamericana para arruinar nuestra economía; barcos artillados y aviones de bombardeo procedentes de bases preparadas por el Gobierno de Estados Unidos han atacado sorpresivamente puestos e instalaciones cubanas; tropas mercenarias organizadas y entrenadas en países de América Central por el propio Gobierno han invadido en son de guerra nuestro territorio, escoltados por barcos de la flota yanqui, y con apoyo aéreo desde bases exteriores, provocando la pérdida de numerosas vidas y la destrucción de bienes materiales; contrarrevolucionarios cubanos son instruidos en el ejército de Estados Unidos y nuevos planes de agresión se realizan contra Cuba. Todo eso ha estado ocurriendo durante tres años, incesantemente, a la vista de todo el continente, y la O.E.A. no se entera. Los cancilleres se reúnen en Punta del Este y no amonestan siquiera al Gobierno de Estados Unidos ni a los gobiernos que son cómplices materiales de esas agresiones. Expulsan a Cuba, el país latinoamericano víctima, el país agredido.

Estados Unidos tiene pactos militares con países de todos los continentes; bloques militares con cuanto gobierno fascista, militarista y reaccionario haya en el mundo; la O.T.A.N., la S.E.A.T.O. y la C.E.N.T.O., a las cuales hay que agregar ahora la O.E.A., intervienen en Laos, en Viet Nam, en Corea, en Formosa, en Berlín; envía abiertamente barcos a Santo Domingo para imponer su ley, su voluntad y anuncia su propósito de usar sus aliados de la O.T.A.N. para bloquear el comercio con Cuba; y la O.E.A. no se entera… Se reúnen los cancilleres y expulsan a Cuba, que no tiene pactos militares con ningún país. Así, el Gobierno que organiza la subversión en todo el mundo y forja alianzas militares en cuatro continentes, hace expulsar a Cuba, acusándola nada menos que de subversión y de vinculaciones extracontinentales.

Cuba, el país latinoamericano que ha convertido en dueños de las tierras a más de cien mil pequeños agricultores, asegurando empleo todo el año en granjas y cooperativas a todos los obreros agrícolas, transformado los cuarteles en escuelas, concedido sesenta mil becas a estudiantes universitarios, secundarios y tecnológicos, creado aulas para la totalidad de la población infantil, liquidado totalmente el analfabetismo, cuadruplicado los servicios médicos, nacionalizado las empresas monopolistas, suprimido el abusivo sistema que convertía la vivienda en un medio de explotación para el pueblo, eliminado virtualmente el desempleo, suprimido la discriminación por motivo de raza o sexo, barrido el juego, el vicio y la corrupción administrativa, armado al pueblo, hecho realidad viva el disfrute de los derechos humanos al librar al hombre y a la mujer de la explotación, la incultura y la desigualdad social, que se ha liberado de todo tutelaje extranjero, adquirido plena soberanía y establecido las bases para el desarrollo de su economía a fin de no ser más país monoproductor y exportador de materias primas, es expulsada de la Organización de Estados Americanos por gobiernos que no han logrado para sus pueblos ni una sola de estas reivindicaciones. ¿Cómo podrán justificar su conducta ante los pueblos de América y del mundo? ¿Cómo podrán negar que en su concepto la política de tierra, de pan, de trabajo, de salud, de libertad, de igualdad y de cultura, de desarrollo acelerado de la economía, de dignidad nacional, de plena autodeterminación y soberanía es incompatible con el hemisferio?

Los pueblos piensan muy distinto, los pueblos piensan que lo único compatible con el destino de América Latina es la miseria, la explotación feudal, el analfabetismo, los salarios de hambre, el desempleo, la política de represión contra las masas obreras, campesinas y estudiantiles, la discriminación de la mujer, del negro, del indio, del mestizo, la opresión de las oligarquías, el saqueo de sus riquezas por los monopolios yanquis, la asfixia moral de sus intelectuales y artistas, la ruina de sus pequeños productores por la competencia extranjera, el subdesarrollo económico, los pueblos sin caminos, sin hospitales, sin viviendas, sin escuelas, sin industrias, el sometimiento al imperialismo, la renuncia a la soberanía nacional y la traición a la Patria.

¿Cómo podrán hacer entender su conducta, la actitud condenatoria para con Cuba, los imperialistas; con qué palabras les van a hablar y con qué sentimientos, a quienes han ignorado, aunque sí explotado, por tan largo tiempo?

Quienes estudian los problemas de América suelen preguntar qué país, quiénes han enfocado con corrección la situación de los dirigentes, de los pobres, de los indios, de los negros, de la infancia desvalida, esa inmensa infancia de treinta millones en 1950 (que será de cincuenta millones dentro de ocho años más), sí, ¿quiénes, qué país?

Treinta y dos millones de indios vertebran –tanto como la misma Cordillera de los Andes– el continente americano entero. Claro que para quienes lo han considerado casi como una cosa, más que como una persona, esa humanidad no cuenta, no contaba y creían que nunca contaría. Como suponía, no obstante, una fuerza ciega de trabajo, debía ser utilizado, como se utiliza una yunta de bueyes o un tractor.

¿Cómo podrá creerse en ningún beneficio, en ninguna Alianza para el Progreso, con el imperialismo, bajo qué juramento, si bajo su santa protección, sus matanzas, sus persecuciones aún viven los indígenas del sur del continente, como los de la Patagonia, en toldos, como vivían sus antepasados a la venida de los descubridores, casi quinientos años atrás? ¿En dónde los que fueron grandes razas que poblaron el norte argentino, Paraguay y Bolivia, como los guaraníes, que han sido diezmados ferozmente, como quien caza animales y a quienes se les ha enterrado en los interiores de las selvas? ¿En dónde esa reserva autóctona, que pudo servir de base a una gran civilización americana –y cuya extinción se la apresura por instantes– y a la que se la ha empujado América adentro a través de los esteros paraguayos y los altiplanos bolivianos, tristes, rudimentarios, razas melancólicas, embrutecidas por el alcohol y los narcóticos, a los que se acogen para por lo menos sobrevivir en las infrahumanas condiciones (no sólo de alimentación) en que viven? ¿En dónde una cadena de manos se estira –casi inútilmente– por sobre los lomos de la cordillera, sus faldas, a lo largo de los grandes ríos y por entre las sombras de los bosques para unir sus miserias con los demás que perecen lentamente, las tribus brasileñas y las del norte del continente y sus costas, hasta alcanzar a los cien mil motilones de Venezuela, en el más increíble atraso y salvajemente confinados en las selvas amazónicas o las Sierras de Perijá, a los solitarios vapichanas, que en las tierras calientes de las Guyanas esperan su final, ya casi perdidos definitivamente para la suerte de los humanos? Sí, a todos estos treinta y dos millones de indios que se extienden desde la frontera con los Estados Unidos hasta los confines del Hemisferio Sur y cuarenta y cinco millones de mestizos, que en gran parte poco difieren de los indios; a todos estos indígenas, a ese formidable caudal de trabajo, de derechos pisoteados, sí, ¿qué les puede ofrecer el imperialismo? ¿Cómo podrán creer estos ignorados en ningún beneficio que venga de tan sangrientas manos? Tribus enteras que aún viven desnudas; otras que se las supone antropófagas; otras que en el primer contacto con la civilización conquistadora mueren como insectos; otras que se las destierra, es decir, se las echa de sus tierras, se las empuja hasta volcarlas en los bosques o en las montañas o en las profundidades de los llanos en donde no llega ni el menor átomo de la cultura, de luz, de pan, ni de nada.

¿En qué «alianza» –como no sea una para su más rápida muerte– van a creer estas razas indígenas apaleadas por siglos, muertas a tiros para ocupar sus tierras, muertas a palos por miles por no trabajar más rápido en sus servicios de explotación por el imperialismo?

¿Y al negro? ¿Qué «alianza» les puede brindar el sistema de los linchamientos y la preterición brutal del negro de los Estados Unidos a los quince millones de negros y catorce millones de mulatos latinoamericanos que saben con horror y cólera que sus hermanos del norte no pueden montar en los mismos vehículos que sus compatriotas blancos ni asistir a las mismas escuelas, ni siquiera morir en los mismos hospitales?

¿Cómo han de creer en este imperialismo, en sus beneficios, en sus «alianzas» (que no sean para lincharlos o explotarlos como esclavos) estos núcleos étnicos preteridos?

Esas masas, que no han podido gozar ni medianamente de ningún beneficio cultural, social o profesional, que aun en donde son mayoría, o forman millones, son maltratados por los imperialistas disfrazados de Ku-Klux-Klan; son arrojados a las barriadas más insalubres, a las casas colectivas menos confortables, hechas para ellos, empujados a los oficios más innobles, a los trabajos más duros y a las profesiones menos lucrativas, que no supongan contacto con las universidades, las altas academias o escuelas particulares.

¿Qué Alianza para el Progreso puede servir de estímulo a esos ciento siete millones de hombres y mujeres de nuestra América, médula del trabajo en ciudades y campos, cuya piel oscura –negra, mestiza, mulata, india– inspira desprecio a los nuevos colonizadores? ¿Cómo van a confiar en la supuesta «alianza» los que en Panamá han visto con mal contenida impotencia que hay un salario para el yanqui y otro salario para el panameño, que ellos consideran raza inferior?

¿Qué pueden esperar los obreros con sus jornales de hambre, los trabajos más rudos, las condiciones más miserables, la desnutrición, las enfermedades y todos los males que incuba la miseria?

¿Qué les pueden decir, qué palabras, qué beneficios podrán ofrecerles los imperialistas a los mineros del cobre, del estaño, del hierro, del carbón, que dejan sus pulmones a beneficio de dueños lejanos e inclementes; a los padres e hijos de los maderales, de los cauchales, de los yerbazales, de las plantaciones fruteras, de los ingenios de café y de azúcar, de los peones en las pampas y en los llanos que amasan con su salud y con sus vidas las fortunas de los explotadores? ¿Qué pueden esperar estas masas inmensas que producen las riquezas que crean los valores, que ayudan a parir un nuevo mundo en todas partes, qué pueden esperar del imperialismo, esa boca insaciable, esa mano insaciable sin otro horizonte inmediato que la miseria, el desamparo más absoluto, la muerte fría y sin historia al fin?

¿Qué puede esperar esta clase, que ha cambiado el curso de la historia en otras partes del mundo, que ha revolucionado al mundo, que es vanguardia de todos los humildes y explotados, qué puede esperar del imperialismo, su más irreconciliable enemigo?

¿Qué puede ofrecer el imperialismo, qué clase de beneficio, qué suerte de vida mejor y más justa, qué motivo, qué aliciente, qué interés para superarse, para lograr trascender sus sencillos y primarios escalones, a maestros, a profesores, a profesionales, a intelectuales, a los poetas y a los artistas; a los que cuidan celosamente las generaciones de niños y jóvenes para que el imperialismo se cebe luego en ellos; a quienes viven con sueldos humillantes en la mayoría de los países; a los que sufren las limitaciones de su expresión política y social en casi todas partes; que no sobrepasan, en sus posibilidades económicas, más que la simple línea de sus precarios recursos y compensaciones, enterrados en una vida gris y sin horizontes que acaba en una jubilación que entonces ya no cubre ni la mitad de los gastos? ¿Qué «beneficios» o «alianzas» podrá ofrecerles el imperialismo que no sean las que redunden en su total provecho? Si les crea fuentes de ayuda a sus profesiones, a sus artes, a sus publicaciones, es siempre en el bien entendido de que sus producciones deberán reflejar sus intereses, sus objetivos, sus «nadas».

Las novelas que traten de reflejar la realidad del mundo, de sus aventuras rapaces; los poemas que quieran traducir protestas por su avasallamiento, por su ingerencia en la vida, en la mente, en las vísceras de sus países y pueblos; las artes combativas que pretenden apresar en sus expresiones las formas y contenido de su agresión y constante presión sobre todo lo que vive y alienta progresivamente, todo lo que es revolucionario; lo que enseña; lo que trata de guiar, lleno de luz y de conciencia, de claridad y de belleza, a los hombres y a los pueblos a mejores destinos, hacia más altas cumbres del pensamiento, de la vida y de la justicia, encuentra la reprobación más encarnizada del imperialismo; encuentra la valla, la condena, la persecución maccarthista. Sus prensas se les cierran; su nombre es borrado de las columnas y se aplica la losa del silencio más atroz…, que es, entonces –una contradicción más del imperialismo–, cuando el escritor, el poeta, el pintor, el escultor, el creador en cualquier material, el científico, empiezan a vivir de verdad, a vivir en la lengua del pueblo, en el corazón de millones de hombres del mundo. El imperialismo todo lo trastrueca, lo deforma, lo canaliza por sus vertientes para su provecho, hacia la multiplicación de su dólar; comprando palabras o cuadros, o mudez, o transformando en silencio la expresión de los revolucionarios, de los hombres progresistas, de los que luchan por el pueblo y sus problemas.

No podíamos olvidar en este triste cuadro la infancia desvalida, desatendida; la infancia sin porvenir de América. América, que es un continente de natalidad elevada, tiene también una mortalidad elevada. La mortalidad de niños de menos de un año, en once países, ascendía hace pocos años a ciento veinticinco por mil, y en otros diecisiete, a noventa niños. En ciento dos países del mundo, en cambio, esa tasa alcanza a cincuenta y uno. En América, pues, se mueren tristemente, desatendidamente, setenta y cuatro niños en cada mil, en el primer año de su nacimiento. Hay países latinoamericanos en los que esa tasa alcanza, en algunos lugares, a trescientos por mil; miles y miles de niños hasta los siete años mueren en América de enfermedades increíbles: diarreas, pulmonías, desnutrición, hambre; miles y miles, de otras enfermedades, sin atención en los hospitales, sin medicinas; miles y miles ambulan, heridos de cretinismo endémico, paludismo, tracoma y otros males producidos por las contaminaciones, la falta de agua y otras necesidades. Males de esta naturaleza son una cadena en los países americanos en donde agonizan millares y millares de niños, hijos de parias, hijos de pobres y de pequeños burgueses con vida dura y precarios medios.

Los datos, que serán redundantes, son de escalofrío. Cualquier publicación oficial de los organismos internacionales los reúne por cientos.

En los aspectos educacionales, indigna pensar el nivel de incultura que padece esta América. Mientras que Estados Unidos logra un nivel de ocho y nueve años de escolaridad en la población de quince años en adelante, América Latina, saqueada y esquilmada por ellos, tiene menos de un año escolar aprobado como nivel en esas mismas edades. E indigna más aún cuando sabemos que de los niños entre cinco y catorce años solamente están matriculados en algunos países un 20 por 100 y en los de más alto nivel el 60 por 100. Es decir, que más de la mitad de la infancia de América Latina no concurre a la escuela. Pero el dolor sigue creciendo cuando comprobamos que la matrícula de los tres primeros grados comprende más del 80 por 100 de los matriculados; y que en el grado sexto, la matrícula fluctúa apenas entre seis y veintidós alumnos de cada cien que comenzaron en el primero. Hasta en los países que creen haber atendido a su infancia, ese porcentaje de pérdida escolar entre el primero y el sexto grado es del 73 por 100 como promedio. En Cuba, antes de la Revolución, era del 74 por 100. En la Colombia de la «democracia representativa» es del 78 por 100. Y si se fija la vista en el campo, sólo el 1 por 100 de los niños llega, en el mejor de los casos, al quinto grado de enseñanza.

Cuando se investiga este desastre de ausentismo escolar, una causa es la que lo explica: la economía de miseria. Falta de escuelas, falta de maestros, falta de recursos familiares, trabajo infantil. En definitiva, el imperialismo y su obra de opresión y retraso.

El resumen de esta pesadilla que ha vivido América, de un extremo a otro, es que en este continente de casi doscientos millones de seres humanos, formado en sus dos terceras partes por los indios, los mestizos y los negros, por los «discriminados», en este continente de semicolonias, mueren de hambre, de enfermedades curables o vejez prematura alrededor de cuatro personas por minuto, de cinco mil quinientos al día, de dos millones por año, de diez millones cada cinco años. Esas muertes podrían ser evitadas fácilmente, pero sin embargo se producen. Las dos terceras partes de la población latinoamericana vive poco, y vive bajo la permanente amenaza de muerte. Holocausto de vidas que en quince años ha ocasionado dos veces más muertes que la guerra de 1914, y continúa… Mientras tanto, de América Latina fluye hacia los Estados Unidos un torrente continuo de dinero: unos cuatro mil dólares por minuto, cinco millones por día, dos mil millones por año, diez mil millones cada cinco años. Por cada mil dólares que se nos van, nos queda un muerto. Mil dólares por muerto: ese es el precio de lo que se llama imperialismo! ¡MILLARES POR MUERTO, CUATRO VECES POR MINUTO!

Mas a pesar de esta realidad americana, ¿para qué se reunieron en Punta del Este? ¿Acaso para llevar una sola gota de alivio a estos males? ¡No!

Los pueblos saben que en Punta del Este los cancilleres que expulsaron a Cuba se reunieron para renunciar a la soberanía nacional; que allí el Gobierno de Estados Unidos fue a sentar las bases no sólo para la agresión a Cuba, sino para intervenir en cualquier país de América contra el movimiento liberador de los pueblos; que Estados Unidos prepara a la América Latina un drama sangriento; que las oligarquías explotadoras, lo mismo que ahora renuncian al principio de la soberanía, no vacilarán en solicitar la intervención de las tropas yanquis contra sus propios pueblos y que con este fin la delegación norteamericana propuso un comité de vigilancia contra la subversión en la Junta Interamericana de Defensa, con facultades ejecutivas, y la adopción de medidas colectivas. Subversión para los imperialistas yanquis es la lucha de los pueblos hambrientos por el pan, la lucha de los campesinos por la tierra, la lucha de los pueblos contra la explotación imperialista. Comité de vigilancia en la Junta Interamericana de Defensa con facultades ejecutivas significa fuerza de represión continental contra los pueblos a las órdenes del Pentágono. Medidas colectivas significan desembarcos de infantes de Marina yanqui en cualquier país de América.

Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: Las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos.

Lo que Cuba puede dar a los pueblos y ha dado ya es su ejemplo.

Y ¿qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla, que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación de los pueblos.

Nuestro triunfo no habría sido jamás factible si la revolución misma no hubiese estado inexorablemente destinada a surgir de las condiciones existentes en nuestra realidad económico-social, realidad que existe en grado mayor aún en un buen número de países de América Latina.

Ocurre inevitablemente que en las naciones donde es más fuerte el control de los monopolios yanquis, más despiadada la explotación de la oligarquía y más insoportable la situación de las masas obreras y campesinas, el poder político se muestra más férreo, los estados de sitio se vuelven habituales, se reprime por la fuerza toda manifestación de descontento de las masas, y el cauce democrático se cierra por completo, revelándose con más evidencia que nunca el carácter de brutal dictadura que asume el poder de las clases dominantes. Es entonces cuando se hace inevitable el estallido revolucionario de los pueblos.

Y si bien es cierto que en los países subdesarrollados de América la clase obrera es en general relativamente pequeña, hay una clase social que por las condiciones subhumanas en que vive constituye una fuerza potencial que, dirigida por los obreros y los intelectuales revolucionarios, tiene una importancia decisiva en la lucha por la liberación nacional: los campesinos.

En nuestros países se juntan las circunstancias de una industria subdesarrollada con un régimen agrario de carácter feudal. Es por eso que con todo lo duras que son las condiciones de vida de los obreros urbanos, la población rural vive aún en más horribles condiciones de opresión y explotación; pero es también, salvo excepciones, el sector absolutamente mayoritario en proporciones que a veces sobrepasa el 70 por 100 de las poblaciones latinoamericanas.

Descontando los terratenientes que muchas veces residen en las ciudades, el resto de esa gran masa libra su sustento trabajando como peones en las haciendas por salarios misérrimos, o labran la tierra en condiciones de explotación que nada tienen que envidiar a la Edad Media. Estas circunstancias son las que determinan que en América Latina la población pobre del campo constituya una tremenda fuerza revolucionaria potencial.

Los ejércitos, estructurados y equipados para la guerra convencional, que son la fuerza en que se sustenta el poder de las clases explotadoras, cuando tienen que enfrentarse a la lucha irregular de los campesinos en el escenario natural de éstas, resultan absolutamente impotentes; pierden diez hombres por cada combatiente revolucionario que cae, y la desmoralización cunde rápidamente en ellos al tener que enfrentarse a un enemigo invisible e invencible que no le ofrece ocasión de lucir sus tácticas de academia y sus fanfarrias de guerra, de las que tanto alarde hacen para reprimir a los obreros y a los estudiantes en las ciudades.

La lucha inicial de reducidos núcleos combatientes se nutre incesantemente de nuevas fuerzas, el movimiento de masas comienza a desatarse, el viejo orden se resquebraja poco a poco en mil pedazos y es entonces el momento en que la clase obrera y las masas urbanas deciden la batalla.

¿Qué es lo que desde el comienzo mismo de la lucha de esos primeros núcleos los hace invencibles, independientemente del número, el poder y los recursos de sus enemigos? El apoyo del pueblo, y con ese apoyo de las masas contarán en grado cada vez mayor. Pero el campesinado es una clase que, por el estado de incultura en que lo mantienen y el aislamiento en que vive, necesita la dirección revolucionaria y política de la clase obrera y los intelectuales revolucionarios, sin la cual no podría por sí sola lanzarse a la lucha y conquistar la victoria.

En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a éste, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas.

Situadas ante el dilema imperialismo o revolución, sólo sus capas más progresistas estarán con el pueblo.

La actual correlación mundial de fuerzas y el movimiento universal de liberación de los pueblos coloniales y dependientes señalan a la clase obrera y a los intelectuales revolucionarios de América Latina su verdadero papel, que es el de situarse resueltamente a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo.

El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios acude a las mentiras más sutiles para sembrar divisionismo e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias que sólo a los intereses de los poderosos explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.

El divisionismo, producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras; el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yanquis y los señores feudales de la tierra.

Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humilladas también por las misiones militares yanquis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington.

Allí donde están cerrados los caminos de los pueblos, donde la represión de los obreros y campesinos es feroz, donde es más fuerte el dominio de los monopolios yanquis, lo primero y más importante es comprender que no es justo ni es correcto entretener a los pueblos con la vana y acomodaticia ilusión de arrancar, por vías legales que ni existen ni existirán, a las clases dominantes, atrincheradas en todas las posiciones del Estado monopolizadoras de la instrucción, dueñas de todos los vehículos de divulgación y poseedoras de infinitos recursos financieros, un poder que los monopolios y las oligarquías defenderán a sangre y fuego con la fuerza de sus policías y de sus ejércitos.

El deber de todo revolucionario es hacer la revolución.

Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de América significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos. Aun cuando los imperialistas yanquis preparen para América un drama de sangre, no lograrán aplastar las luchas de los pueblos, concitarán contra ellos el odio universal y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola sistema.

Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero.

Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy le ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.

Pero esta lucha, más que aquélla, la harán las masas, la harán los pueblos; los pueblos van a jugar un papel mucho más importante que entonces; los hombres, los dirigentes importan e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquélla.

Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados, la van a escribir las masas progresistas; los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina; lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño. Nos consideraba rebaño impotente y sumiso; y ya se empieza a asustar de ese rebaño; rebaño gigante de doscientos millones de latinoamericanos en los que advierte ya a sus sepultureros el capital monopolista yanqui.

Con esta humanidad trabajadora, con estos explotados infrahumanos, paupérrimos, manejados por los métodos de foete y mayoral no se ha contado o se ha contado poco. Desde los albores de la independencia sus destinos han sido los mismos: indios, gauchos, mestizos, zambos, cuarterones, blancos sin bienes ni rentas, toda esa masa humana que se formó en las filas de la «patria» que nunca disfrutó, que cayó por millones, que fue despedazada, que ganó la independencia de sus metrópolis para la burguesía, esa que fue desterrada de los repartos, siguió ocupando el último escalón de los beneficios sociales, siguió muriendo de hambre, de enfermedades curables, de desatención, porque para ella nunca alcanzaron los bienes salvadores: el simple pan, la cama de un hospital, la medicina que salva, la mano que ayuda.

Pero la hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la viene señalando, con precisión, ahora, también de un extremo a otro del continente. Ahora, esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir. Porque ahora, por los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o en el tráfico de las ciudades o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros. Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se les ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas sus consignas; haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos. Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.

Porque esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia.

¡Patria o Muerte!
¡VENCEREMOS!
EL PUEBLO DE CUBA
La Habana, 4 de febrero de 1962

Debate Nacional por el Cambio

Debate Nacional por el Cambio

Chencho Alas

He leído con mucha atención la propuesta de Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador, que apareció el 24 de mayo en el correo enviado por José Mario Zabaleta. Me parece algo muy necesario que se tenga un Debate Nacional por el Cambio y que se convierta a ser posible en permanente para poder avanzar a través del diálogo y los acuerdos en el proceso democrático que por primera vez se tiene en El Salvador.

La democracia no es algo que puede construir un partido político, aunque sí y desde luego, la puede empujar poniéndose a la cabeza. La idea de invitar a todas las fuerzas activas y pensantes del país me parece necesaria y, si se sabe ordenar el diálogo, va a ser muy fructífero.

La derecha desde luego, como fiera salvaje, está asediando al FMLN y a Mauricio Funes, lo que obliga a ambas partes a evitar los exabruptos que de nada ayudan a gobernar sabiamente. Funes no es un hombre privado sino público y cualquier comentario que haga repercute en la salud del país. Su misión no es construir un partido que le ha llevado al poder sino el partido debe darle elementos de juicio que por su profundidad le obliguen a tenerlos en cuenta o como lo afirma su Vicepresidente Sánchez Cerén “no va a buscar unir a la sociedad sobre la base de un partido que está decidido a unirse con él para buscar los cambios”. En este sentido me parece que los hombres y mujeres del FMLN han sido mucho más sensatos que el Presidente.

Muchos tienen la idea de que el presidente de un país tiene el poder y que, por lo tanto, mueve un dedo o dice una palabra y las cosas se llevan a ejecución. El poder de un presidente es muy limitado inclusive dentro de una estructura dictatorial. Una anécdota ilustra mi afirmación. Allá por el año 1964 estaba dando un Cursillo de Cristiandad (retiro de tres días de duración) en los Planes de Renderos. Entre los participantes estaba el Presidente Julio Rivera quien había caído en la cuenta que necesitaba revisar su mundo espiritual y darle un nuevo rumbo a su vida y al país. Una noche, al filo de las 12, estábamos conversando a solas y entre otras cosas hablábamos acerca de la situación que vivía el país. Dada la confianza que me inspiraba, se me ocurrió hablarle acerca de la necesidad de llevar a cabo una reforma agraria para acabar con la explotación y el hambre de los campesinos. Después de escucharme, Julio me respondió: “Mire, padre, eso no es posible. Si mañana anuncio que habrá una reforma agraria, Miguel Dueñas y su gente me dan golpe de estado”. Yo le respondí: “Pero Julio, usted es el presidente” y él me dijo: “pero un presidente no tiene poder”. No me esperaba semejante comentario. Julio agregó: “Si lo anuncio, de inmediato se reúne Dueñas y cuatro más de los que mandan en este país, contribuyen con un millón de colones y sobornan a los militares para dar el golpe”. A la luz de este comentario de Julio creo que debemos de tener en cuenta las palabras amenazantes de Cristiani hace unos cuantos meses.

Un presidente salvadoreño no sólo está bajo la presión de un puñado de oligarcas que pueden pagar un golpe de estado o sacar la plata de los bancos y enviarla al exterior, también tiene la presión imperial. Me pregunto por qué Mauricio se ha empeñado en apadrinar a Lobo y el retorno de Honduras al seno institucional latinoamericano. Creo que la respuesta es sencilla: no se debe a la buena voluntad de un hombre de gran corazón sino a las presiones de Hillary Clinton.

Un presidente no manda, pero si tiene el apoyo del pueblo organizado desde el campesinado hasta los obreros e intelectuales la cosa cambia. La estrategia de la derecha es evitar esa relación de pueblo-presidente. Esto no significa que no dialogue con las fuerzas que controlan la economía y las finanzas, pero tiene que hacerlo desde el pueblo, desde la mayoría, teniendo en cuenta que el bien común es la brújula que le debe guiar.

Roberto Pineda nos dice que el debate “debemos de celebrarlo, conjuntamente, de manera crítica pero constructiva”. La crítica si es positiva es constructiva; sin ella no se puede avanzar en el camino de la democracia. Creo que debe pensarse seriamente en la metodología que debe seguirse para el debate. En mi experiencia de trabajo que cubre un poco más de 50 años, el método que últimamente estoy siguiendo me ha ayudado a construir un movimiento vibrante de paz. Es el método de la investigación apreciativa que tiene unos 30 años de existencia. En lugar de comenzar por el mapeo de problemas, algo que nada cuesta enumerar, se inicia el proceso con el “descubrimiento” de lo que está trabajando, que ayuda, que inspira y sobre esa base ya existente se monta la visión de lo que queremos, se crea el plan estratégico y se ejecutan los proyectos. Los problemas se resuelven creciendo, de manera indirecta.

Roberto nos dice: “Funes necesita de una poderosa movilización popular de apoyo, de mayores niveles de organización popular, de impulsar permanentes campañas de educación política e ideológica que permitan rescatar a los elementos políticamente más atrasados de la población de las garras políticas y religiosas de la derecha”. El FMLN y cualquier otra asociación que quiera montarse en el carro de la democracia, tienen la capacidad de montar esa organización poderosa. Desde luego, para lograr ese objetivo se necesita de una “firme voluntad política para…avanzar. Si esto no existe es una empresa condenada al fracaso.

Mucho me gustaría participar en un debate como el propuesto por Roberto. Espero que lo empuje comenzando por la Universidad madre de todas las universidades salvadoreñas.

Austin, Tx, 28 de mayo de 2010

La derecha salvadoreña frente al primer año de Funes

Nunca en la historia de El Salvador la derecha había estado en la oposición. La derecha fue siempre el factor dominante de la gramática del poder, el elemento determinante del bloque de poder. Lo fue durante la dominación de las dinastías oligárquicas, durante la larga temporada de dictaduras militares, durante el periodo especial de la contrainsurgencia y durante la posguerra. En cada uno de estos cuatro periodos la derecha fue construyendo sus haciendas y cuarteles ideológicos, sus iglesias y universidades políticas y sus bancos, partidos y entes mediáticos financieros. La dominación antecedió a la hegemonía.

El 1 de junio de 2009 la derecha presencio el fin de una época con grandes temores. El FMLN, agente de un proyecto histórico alternativo asumía la presidencia en alianza con sectores democráticos. La campaña electoral fue larga e intensa y polarizo la sociedad. ¿Se podía confiar en que Funes y el FMLN respetarían las reglas del juego democrático o había que esperar cambios bruscos de la política y de la economía?

Hoy podemos hablar con propiedad, el tiempo nos proporciona las respuestas, la experiencia ha sido realizada. Una conclusión inicial es que la política y la economía del país sustancialmente no han cambiado. El modelo neoliberal sigue en pie. Y esto es fundamental. No hay la correlación para cambiarlo en el marco del actual sistema político. Los temores apocalípticos de la derecha se desvanecieron. Algunos lo sabían, otros no.

Pero si ha cambiado la forma de gobernar. Y al final fue esto lo que se decidió. Nada más y nada menos. Y sí, han cambiado los énfasis, las prioridades, los estilos. ¿Cómo evalúa la derecha estos cambios? Escúchemelo por boca de los representantes más autorizados de estos partidos políticos de derecha, iniciando con el ex partido oficial ARENA, siguiendo con el recién creado GANA, luego con el veterano PCN y concluyendo con el PDC, con la aclaración que únicamente ARENA ha presentado una evaluación oficial por boca de su presidente Cristiani.

Alianza Republicana Nacionalista: Funes dirige un gobierno desorientado, conflictivo e incapaz

ARENA nace en septiembre de 1981 para enfrentar la amenaza de una izquierda alzada en armas. Aglutina en ese momento a los sectores más conservadores y militantes de la oligarquía agro-exportadora. En 1989 alcanza la presidencia. El primer presidente de ARENA, Alfredo Cristiani, que negoció los Acuerdos de Paz de 1992, es de nuevo el personaje encargado de conducir a este partido en esta compleja situación actual.

Alfredo Cristiani en un discurso el pasado 21 de mayo evaluó que “durante un año los salvadoreños hemos estado viviendo como aquel pacto entre el FML y Mauricio Funes se transforma en un gobierno desorientado, conflictivo e incapaz de afrontar los problemas más serios del país, como son la delincuencia, el alto costo de la vida y la generación de empleos…En lugar de asumir su responsabilidad, el FMLN pretende que los salvadoreños que votaron sobre su bandera el año pasado crean que no son ellos los causantes del descalabro gubernamental que estamos viviendo, el FMLN quiere montar, sobre el fraude de su mal gobierno, el fraude de que ahora son la oposición. Por esta y otras razones, juzgamos irrelevantes discutir si son reales o no las diferencias que públicamente muestran el Presidente y el partido oficial. La realidad del día a día del país no miente: la seguridad publica es una ficción, la educación va a la deriva, el sistema de salud es deficiente.”

Gran Alianza por la Unidad Nacional.

GANA surge este año como una división del partido ARENA. Esta integrado por cuadros vinculados a la ultima administración arenera, la del Presidente Antonio Saca, a quien se identifica como inspirador de esta nueva fuerza política, que activamente le disputa el espacio al ex partido oficial. Cuenta con 12 diputados en la Asamblea Legislativa. El 20 de mayo quedo inscrito como un nuevo partido político. Públicamente aparece como líder el empresario José Andrés Rovira Canales. Se consideran como el partido de la nueva derecha en El Salvador. GANA respalda a Funes pero critica la gestión gubernamental en los ministerios dirigidos por militantes del FMLN.

A principios de este mes, GANA; por medio del jefe de su fracción parlamentaria, Mario Tenorio anuncio el respaldo de este partido a diversas medidas sobre el tema seguridad del Presidente Funes. Expreso Tenorio que “vemos con muy buenos ojos esas iniciativas del Señor Presidente, si la Fuerza Armada se le amplía estas acciones a través del mandato del Presidente, lo veo bastante bien y esperaría que rinda sus frutos a nivel de acciones para sumarse al combate de la delincuencia…Sobre reorientación de prestamos dijo que “si viene a sumarse al combate de la delincuencia, lo vemos bien. Lo dijimos desde hace meses atrás. Eso daría la posibilidad que se fortalezca el Sistema de Emergencia 911, que la PNC mejore la logística…Si se requiere el apoyo al Gobierno, estamos dispuestos a apoyar (esas medidas) porque hemos visto el mal manejo que se ha estado haciendo de los centros penales, de las políticas si es que las tienen. Esto no va a hacer en todos las cárceles, entiendo, sino en aquellas que se consideren más vulnerables”. (www.gana.org.sv)

Partido de Conciliación Nacional.

El PCN es el antiguo partido político de la dictadura militar. Surge en 1961. Encabeza cuatro gobiernos militares. Logra sobrevivir al golpe de estado del 15 de octubre de 1979. Ha sido un aliado fiel de ARENA durante veinte años. Su máximo dirigente es el avezado político Ciro Cruz Zepeda, actual presidente de la Asamblea Legislativa. Cuentan con 11 diputados.

Mario Ponce, diputado del PCN afirmo que “El FMLN se ha equivocado al pretender amarrar a Funes a una agenda partidaria porque el mandatario, desde que era periodista, ha sido independiente y no se deja atar, no vela por intereses particulares”

Partido Demócrata Cristiano

El PDC surge en 1960 como expresión de sectores de capas medias opuestos a la dictadura militar. En 1971 se une al MNR y a la UDN para formar la Unión Nacional Opositora, UNO, participa en 1972 y 1977 en elecciones presidenciales. En 1972 el candidato a la presidencia por la UNO fue el líder histórico del PDC, Ing. José Napoleón Duarte. En 1980 el PDC decide aliarse con las Fuerzas Armadas y convertirse en el partido político de la estrategia contrainsurgente estadounidense. En 1984 Duarte gana las elecciones presidenciales y hace gobierno hasta 1989. Rodolfo Parker es el actual dirigente máximo del PDC, fue el candidato presidencial en las elecciones de 1999.

El 17 de abril apareció una entrevista realizada por el periodista José Zometa con Parker en el Diario de Hoy, la temática era relacionada con el RNPN, pero retomamos algunas partes para ejemplificar la visión del PDC. Ante la pregunta si hay un divorcio total entre el Presidente Funes y el FMLN, Parker responde que: “No lo creo. Lo que se está caracterizando es que el Presidente Funes no les va hacer los mandados al FMLN. Hasta hoy lo que se está destacando es que el Presidente está compenetrado en un trabajo de Jefe de Estado y no de mandadero de un partido político.”
(www.pdcelsalvador.com)
Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador

Cambio Democrático,5 años en la historia de El Salvador en el nuevo siglo

Como iniciativa de la Secretaría Departamental de Finanzas de San Salvador, el pasado 15 de enero, CD realizó un Conversatorio con el tema : “Cambio Democrático, 5 años en la historia de El Salvador en el nuevo siglo”.

Fundadores de CD, como el Dr. Dada Hirezi, que proviene de Iniciativa Ciudadana; el Ing. Aquilino Duarte, de los ex PDC y el Lic. Juan José Martel, del CDU, fueron ponentes en el cónclave, donde expusieron sobre cómo inició el proyecto CD y su desarrollo a través de los años.

Además, se contó con la presencia en la mesa de honor, del Secretario General de Cambio Democrático, Dr. Oscar Kattán, y el Secretario General Departamental de San Salvador y Diputado de la República, Lic. Douglas Avilés.

Más de 120 participantes del sector profesional, militantes y simpatizantes del partido, así como dirigentes de varios municipios de San Salvador, asistieron y tuvieron la oportunidad de opinar y hacer preguntas a los ponentes

I. “Historia de Cambio Democrático en resumen”.

2004 El proyecto Cambio Democrático nace el 21 Septiembre con 174 fundadores, después de la cancelación de todos los partidos, con la excepción del FMLN y ARENA. Las vertientes que lo constituyeron originalmente fueron: antiguos PDC, Iniciativa Ciudadana, miembros de FMLN insurgente, CDU y sociedad civil.

2005 CDU se reinscribe con 5 mil firmas en el TSE. Ese mismo año se reforman los primeros dos artículos del Estatuto y se inscribe con nuevo nombre y bandera el Partido Cambio Democrático.

2006 CD Participa en el primer Evento Electoral (Diputados y Alcaldes). A pesar de la polarización sobrevive con el 3.05% de la Votación Nacional.

2007 El 19 de agosto se celebra el Primer Congreso donde se establecen todos los compromisos para la creación de una Estructura Nacional que llevará a participar en las elecciones de 2009.

2008 Juan Pablo Durán con su “Movimiento Social Cristiano” se incorpora a CD. Durante el año CD se prepara para enfrentarse al resto de partidos en el espectro político, marcado por el enfrentamiento bipolar propio de las Elecciones Presidenciales.

2009 CD Logra alcanzar una considerable cantidad de Concejales (la mayor parte en Coalición con el FMLN). En el período de 19 de Enero al 15 de Marzo, CD contribuyó con su trabajo hacia la existencia de una Alternancia en el Órgano Ejecutivo a través de la firma de un protocolo estratégico con el actual Primer Presidente de Izquierda: Mauricio Funes. CD fue protagonista fundamental en la construcción de lo que se denominó “La Unidad Nacional por el Cambio (UNC)”.

En Congreso extraordinario, previo al II Congreso Nacional, se aprobó la Reforma Estatutaria, compromiso adquirido en agosto del 2007, y con ello se cortan los candados que impedían el crecimiento. Este fue un esfuerzo colegiado que contó con el liderazgo de naturaleza democrática del Dr. Héctor Dada Hirezi.

En Noviembre se realiza el Congreso Nacional donde se eligen nuevas autoridades. Estas autoridades actualmente trabajan bajo la guía de la reforma estatutaria, la línea política y orgánica aprobada en dicho congreso. Además, ejecutan planes de trabajo por secretaría con el fin de hacer crecer aun más el partido.

II “La consolidación de la izquierda democrática: condición indispensable para una alianza política y social estratégica que garantice la continuidad de los cambios que país necesita”

Cambio Democrático, CD, no solo es el Nombre de un Partido Político, se trata de la construcción plural de un proyecto de Izquierda Democrática de este país, como una real garantía para el proceso de cambios que recién se ha iniciado.

Lo anterior solo será efectivo si se mantiene el partido (nombre, bandera y filosofía) por el rumbo correcto.

(Tomado de Boletin No. 1 de Cambio Democrático Enero-Febrero de 2010)

La izquierda salvadoreña frente al primer año de Funes

Las opiniones de la izquierda salvadoreña con respecto al primer año de gestión del gobierno conducido por Mauricio Funes y el FMLN son reveladoras sobre la diversidad ideológica de este importante sector político, con fuerte arraigo en los sectores populares de nuestro país.

El espectro de la izquierda política, a nuestro juicio, inicia en Cambio Democrático, pasa por el partido gobernante FMLN, incluye a la TR, llega a las novedosas versiones trotskistas del BPJ y del PSOCA y concluye con la Coordinadora Anarquista. Puede haber más expresiones en los ámbitos académico y social, incluso en el religioso y medios de comunicación, las cuales no incluiremos en este escrito. Las trataremos después.

El Cambio Democrático

De naturaleza socialdemócrata, surge en el año 2004 luego de múltiples metamorfosis. Sus orígenes los encontramos en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado, en los partidos MNR y PDC. Un núcleo histórico de dirigentes como Rubén Zamora, Jorge Villacorta, Héctor Silva y Juan José Martel garantiza su continuidad. El 28 de febrero de 2009 firmaron un Protocolo con Mauricio Funes con una agenda mínima de temas coincidentes como “la garantía de respeto a la propiedad privada y a las normas de competencia del mercado.”

La presencia de sus actuales máximos lideres, el Dr. Héctor Dada como Ministro de Economía y del Dr. Oscar Kattan como Presidente del ISSS refleja el respaldo que siguen brindando a este primer gobierno de izquierda. Sostienen como tesis que “la consolidación de la izquierda democrática es condición indispensable para una alianza política y social estratégica que garantice la continuidad de los cambios que el país necesita.” (Ver Boletín No. 1 de Cambio Democrático www.cambiodemocraticosv.org) No encontramos ninguna posición oficial del partido respecto al primer año de gobierno, pero su posición de respaldo es clara.

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional

Surge el 10 de octubre de 1980 de la unidad de cinco organizaciones político militares: el Partido Comunista, las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, el Ejercito Revolucionario del Pueblo, la Resistencia Nacional y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos. Es el partido político que junto con Mauricio Funes derrotaron a ARENA el 15 de marzo de 2009.
Una de sus más representativas dirigentes, la diputada Norma Guevara, escribe este lunes 24 de mayo en el periódico Colatino, (www.diariocolatino.com) el articulo de opinión titulado “A un año del primer gobierno de cambio, ¡sigamos adelante!”Y plantea luego de enumerar las dificultades y logros lo siguiente:

“El 15 de marzo 2009, el pueblo decidió cambiar, luchó para que se reconociera su voluntad y abrió con su coraje una nueva época histórica para nuestro país. El Presidente y Vicepresidente juramentaron el 1 de Junio y pronto se cumplirá el primer año de su gestión que es evaluada por el pueblo como lo prometido, cambio a favor del pueblo. Por supuesto que la derecha que se vio frente a lo inevitable sabe que el gobierno por sí solo es insuficiente para dejar atrás, el poder edificado con mañas, con aparatos organizados; y su conducta frente a la nueva realidad ha sido diversa; es hora entonces de hacer un balance de este histórico proceso abierto, de sus novedades, de sus problemas, de su expectativas…Por medio de los hechos, en medio de la adversidad de condiciones encontradas, el cambio camina a pesar del ruido y la confusión que la derecha busca crear. La esperanza tiene rostro en niños, madres, ancianos, campesinos; jamás debe caer, el impulso del cambio será continuada los años por venir.”

La Tendencia Revolucionaria

Surge en 1995 del seno del FMLN. Su salida obedece a que “comenzamos a dudar de lo conveniente que era para la defensa y avance de las conquistas populares, que el FMLN se convirtiera totalmente en parte del sistema político y todo su empeño se orientara en mejorar ese sistema político y no en cambiarlo. (Ver ¿Qué es la TR? www.tendenciarevolucionario.org)

Dagoberto Gutiérrez es un respetado dirigente revolucionario salvadoreño. Y dirigente de la TR. Sobre este primer año concluye en un artículo titulado Movimiento Popular y Partidos Políticos que:

“Por supuesto que estamos frente a un sector de las derechas con una cabeza política mas elaborada que empieza a ver al FMLN como una especie de Partido Revolucionarios Institucional (PRI) y empieza a avizorar la conveniencia y hasta necesidad de un sistema bipartidista que haga posible un régimen duradero en donde el cambio sea una figura que no signifique ningún cambio. Es el gobierno de Funes el mejor gobierno para representar esta realidad: Un gobierno del cambio pero sin cambio, si a esto le agregamos, como una especie de aderezo culinario, un partido FMLN de izquierda pero solo frente a la derecha y no frente a la realidad, tendremos el guiso perfecto para un bipartidismo, frente a esto toda mención de un Movimiento Popular sudoroso, lleno de angustias, de insatisfacciones, de reclamos, odios y tenga el nombre que tenga no puede ser del agrado de los oligarcas que llenos de miedo a todo lo que parezca pueblo o huela a pueblo, prefieren confiar en sus partidos FMLN y ARENA.”
El Bloque Popular Juvenil.
Surge en el año 2001-2002 en el marco de la lucha en contra de la privatización de la salud, como expresión de lucha combativa de sectores juveniles capitalinos del FMLN, en particular de Ciudad delgado y Mejicanos. Participan decididamente en las famosas Marchas Blancas y en la Alianza Ciudadana contra la Privatización de la Salud y luego en el Bloque Popular Social. En junio de 2008, en su III Congreso deciden adherirse a la Corriente Marxista Internacional, de orientación trotskista.
Un dirigente del BPJ, Luis Valle analiza los primeros ocho meses de Funes en un articulo titulado Ante al incapacidad del reformismo luchemos por cambios reales. (www.bloquepopularjuvenil.org) Plantea que:
Llevamos ocho meses del gobierno del cambio. Para algunos no se están haciendo los cambios prometidos y pueden caer en la desesperación. Otros piensan que hay que esperar más tiempo y hay que tener mucha paciencia porque el gobierno va lento pero seguro. Lo cierto es que aún hay mucha reserva de apoyo entre la mayoría de la población. Recordemos que el triunfo del FMLN se da en una situación de mucha desventaja con respecto a la derecha. Funes esta sometido a presiones de clase muy fuertes. Su intento de quedar bien con la burguesía y con la clase trabajadora es hasta cierto punto utópico… Las direcciones de las organizaciones de masas tienen una enorme responsabilidad en sus manos en este momento. Debemos abandonar las ilusiones reformistas que no tienen sentido en medio de una crisis profunda del capitalismo. De lo contrario el proceso será más convulsivo y doloroso donde las masas pagaremos un precio muy alto. Como dijo León Trotsky: “La crisis de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección proletaria”.
La sección salvadoreña del Partido Socialista Centro Americano

El PSOCA se formo recientemente, en el 2009, pero aglutina a esfuerzos anteriores. Antes fue en El Salvador el Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT. Consideran como norte la “perspectiva de lograr la reunificación de los países de Centroamérica en un Estado Federal, bajo el sistema socialista con democracia para los trabajadores, jóvenes y sectores populares.”
(www.elsoca.org)

Sobre el gobierno de Funes opinan en el numero 96 de El Socialista Centroamericano, en un articulo firmado por Francisco Sánchez, EL SALVADOR.- ¿Hacia dónde va el FMLN y los burgueses amigos de Funes?

Plantean que:
“La burocracia estalinista que copo al FMLN en sus ansias por llegar al Ejecutivo y consolidarse como un nuevo grupo burgués tuvo que pactar en las pasadas elecciones 2009 con sectores burgueses, llevando como candidato al periodista Mauricio Funes, y que por un pequeño porcentaje relegó a la derecha representada por el partido ARENA. Funes y el FMLN durante la campaña electoral hicieron ofrecimientos electorales en beneficio a todos aquellos sectores de la población que durante los gobiernos areneros habían sido golpeados mediantes. Después de un año de estar en el gobierno, el pueblo que le dio el voto de confianza está empezando a pasarle la factura…La dirección stalinista del FMLN está culpando al Presidente Funes y manteniendo al mismo tiempo el discurso revolucionario, para mantener cautivas a las bases del FMLN. Se está produciendo un juego político en el que el FMLN goza de los privilegios en el poder, pero critica a la figura visible como es el presidente Funes para distanciarse del desgaste que este inevitablemente sufrirá.

La Coordinadora Anarquista

Y finalmente nos encontramos con los Anarquistas. Que regresan luego de estar ausentes por más de ochenta años de la vida política nacional. Surgen a la escena política salvadoreña en el 2002, por medio del Movimiento Anarquista Salvadoreño, MAS. Luego marchan por primera vez el 1 de mayo de 2003 ante la sorpresa de la otra izquierda. En el 2008 constituyen la Coordinadora Anarquista. (www.punksluchando.blogspot.com)
Con respecto al gobierno de Funes y del partido de gobierno FMLN opinan en un artículo sobre el 1 de mayo, contra toda forma de gobierno, contra toda autoridad.
Establecen que:

“Una vez mas se demostró la injusticia de este sistema autoritario, esta vez protagonizado por el partido FMLN y su ciervos, el pasado 1ro de Mayo se dio lugar como todos los años la marcha en conmemoración a los mártires que lucharon dignamente por las 8 horas laborales, a diferencia de pasados años los colectivos anarquistas actuamos esta vez no como coordinadora anarquista, siendo violentados y acusados de infiltrados de la derecha (absurdo).Durante la marcha se podían escuchar a lo lejos los altavoces de los dirigentes de la “marcha” del partido FMLN pidiendo a los policías que los defendieran de estos grupos desestabilizares. Los policías acudieron en su vos y comenzaron con sus provocaciones para poder así atacarnos y poder justificar las capturas. 30 de nuestras compañeras y compañeros fueron detenidos bajo los cargos de agrupaciones ilícitas, desorden publico y daños a la propiedad publica y privada. Por fortuna 10 de nuestras compañeras y compañeros fueron dados en libertad por ser menores de edad no obstante aun 20 de ell@s aun siguen presos. El autoritarismo mostrado por el partido FMLN solo demuestra la enfermedad que este sistema esta forjando marginando y repudiando así a los que no son o piensan como ellos. Mientras celebraban que Funes se sentó en la cilla presidencial, cómodamente lanzaron sus perros represivos a la caza de los verdaderos revolucionarios, a las compañeras y compañeros anarquistas.”

Estuve en 1957 en la creación de la CGTS…Entrevista con Raúl F. (2)

SAN SALVADOR, 11 de mayo de 2010 (SIEP) “Soy de Ahuachapán, naci en 1930 en el municipio de Guaymango, y de un año me llevaron para la ciudad de Ahuachapán, ahí estuvo hasta como los cinco años…” nos relata Raúl F., revolucionario salvadoreño y destacado dirigente del Sindicato de Sastres.

Agrega que “después nos fuimos a vivir a Atiquizaya, en búsqueda de la vida, en búsqueda de trabajo. Ahí estuve con mi familia hasta los catorce años, todavía tengo gente conocida, amigos. Éramos muy pobres. Estudie hasta tercer grado y luego tuve que trabajar para ayudar en la casa: trabajaba vendiendo diarios. Valía 5 centavos tanto la Prensa como La Tribuna. Me ganaba un centavo por periódico vendido, también pintaba casas, lustraba zapatos y hacia mandados. Trabajo desde los nueve años…”
“Luego me puse a aprender un oficio, estuve tres meses como aprendiz de sastre en el taller de Don Rafael (Lito) López. Aprendí mi poco. Luego Don Ángel Rivera me ofreció 25 centavos por pantalón, y acepte. Luego llegaron a buscar operarios y decidí trasladarme a Juayúa, que era donde tenían el taller. Había mucho movimiento, se requería de sastres…andaba ya por los catorce años…y la hechura del pantalón me lo pagaban ya a un colón, hacia un pantalón por día…”
“Ahí en Juayúa fue donde por vez primera vi faroles iluminando las calles, no había luz eléctrica, era un pueblo cafetalero…Un día decidí regresar a Atiquizaya, pro pronto me encontré con la realidad que ahí no había empleo y tuve que volver a salir, esta vez me fui para Ataco, ahí estuve trabajando una temporada…y luego en Sonsonate, otra temporada en Acajutla, y de regreso a Atiquizaya, donde vivía mi mamá, era el menor de cuatro hermanos, así vivía uno de un lado para otro, buscando empleo…”
Un día un amigo me contó que se iba para San Salvador a trabajar de motorista y me dijo: ¿si queres nos vamos? Decidí irme, me vine para San Salvador con él. El tenia donde llegar. Llegamos al barrio San Miguelito, a la panadería Quiñonez que quedaba sobre la calle 5 de Noviembre, ahí vivía, dormía en el camión. Tenía 17 años, me aceptaron como pantalonero en la Sastrería La Tijera de Oro, el dueño conocía a un tío mío de santa Ana y eso me valió. De entrada me dijo: ¿ sos familiar de Don Manuel Farfán Castro? Y al aceptar eso le dio confianza. Ahí aprendí a hacer chumpas, me hice chumpero. También ayudaba en ventas ya que era taller y a la vez almacén. Don Manuel Corces, el dueño, me tenía confianza.
“Estando ahí se me planteo un dilema de lealtad complicado: había compañeros que robaban mercadería y no quería denunciarlos. Decidí mejor irme con un amigo para Honduras, pasamos por Tegucigalpa hasta llegar a San Pedro Sula. Íbamos en un conocido transporte de esa época llamado “El Buen Amigo.” Fueron tres días de viaje. En el año 51 regrese de Honduras…me fui para Atiquizaya, a la casa de mi mamá. Luego me regrese para San Salvador. Trabaje en la Sastrería Monterrey. Quedaba en la 2da. Avenida Norte y 9na. Calle. Ya entonces cobraba tres colones por pantalón. Era un taller grande, éramos 20 los operarios. Se hacían sacos y me pegue con los saqueros. Una vez me pregunto el dueño: ¿podes hacer sacos? Respondí afirmativamente. Me dijo: vas a trabajar conmigo. Nos turnábamos, a veces el hacia el trabajo a mano y yo en la maquina y luego cambiábamos. Ahí aprendí también a hacer gorras y birretes.”
“Fue aquí donde oí por vez primera hablar de sindicatos. Nos pasaban visitando sindicalistas para invitarnos a reuniones y nos hablaban de la necesidad de organizarse. Yo escuchaba con atención. Corría el año 52 y me empecé a pegar a los sindicalistas. Después supe que eran a la vez militantes del clandestino Partido Comunista de El Salvador, PCS, dirigido en ese entonces y por muchos años, por un sastre, el camarada Daniel Castaneda, el famoso Pío.”
“Pasaba tiempo en el local de los Sindicatos, que todos estaban en un mismo local, que quedaba en la 5ta. Calle Oriente y antes había estado frente al Cine Apolo. De esa época me acuerdo de los dirigentes sindicales Ramón Argueta, Fernando Marenco, Daniel Rubio, entre otros. Eran los tiempos en que Cayetano Carpio dirigía el sindicato de Panificadores, el siempre andaba metido en todo, el ya era dirigente sindical, yo era todavía un aprendiz de sastrería y luego fui un aprendiz de la revolución…”
“Ramón Argueta se tomaba tiempo conmigo para explicarme como es que funcionaba un sindicato y también poco a poco me iba explicando acerca del Partido, a uno lo iban midiendo antes de aceptarlo, lo tenia que conocer bien primero para evitar infiltraciones, así me fue llevando, en reunioncitas, me hablaba de la historia del 32, de Farabundo Martí, hasta que me recluto…”
“Me acuerdo que en septiembre de 1952, cuando Osorio reprimió al movimiento sindical, el local quedaba frente a la Iglesia de Concepción, y la Policía Nacional atacó el local, nos cercaron, me quede encerrado junto con otros compañeros, me acuerdo de Leticia Payés, que también estaba…luego pudimos escapar por una ventana. En esa ocasión se me quedo grabado en la mente que un cura con sotana nos llevo comida en una bolsita. En esa época fue un gesto audaz…
“En el 53 me fui a trabajar un año a Guaymango. Y les preguntaba a la gente por el 32 y me contaban que fue una gran matazón, que la gente no salía d sus casas por temor a ser asesinado, pero que los comunistas “andaban metidos en la gente” y muchos se salvaron de ser fusilados.

En el 54 hubo otra represión…y se llevaron presos a muchos sindicalistas. Y a mi me toco que asumir entonces diversas responsabilidades. Había ya acumulado experiencia…y como estaba cerrado el local formamos el Comité de Acción Sindical, CAS y trabajábamos sin local, los contactos los hacíamos en al calle, en cafeterías, en parques…ese año ingreso al Partido.

Mi primera célula en el PCS era una célula de sastres. Estaba Daniel Castaneda, el la dirigía. Estaba Salvador Carrillo, militante histórico que venia también desde el 32, y que tenía un taller donde nos reuníamos que quedaba por la Plazuela Ayala, y que antes lo tuvo por Santa Anita. El taller le daba cobertura a Pío. Estaba también en la celula Ramón Argueta y Miguel Ángel Iraheta. Me acuerdo por esa época de una reunión ampliada ala que me invitaron que fue en una finca en Cojutepeque, que era propiedad de la familia de José Napoleón Rodríguez Ruiz., de Pepe.

A mi el Sindicato (de Sastres) me educo, me enseño a caminar por la vida. Era un lugar donde uno aprendía mucho. Por ejemplo, aprendí a hacer actas de las reuniones y de las asambleas, y fui electo en la directiva como Secretario de Actas. El siguiente año asumí la responsabilidad como tesorero, luego fui de conflictos, y en cada área iba aprendiendo, hasta llegar a secretario general en el año 58.
Con Carpio trabajamos en muchas actividades y también tuvimos diferencias. Como cuando en el 67 llego al local de la FUSS y me encuentro con una reunión de dirigentes sindicales para apoyar la huelga de hambre que estaba desarrollando Carpio junto con otros panificadores. No me habían invitado. Me sorprendo ya que no me habían convocado. Me dicen: pase adelante compañero, siéntese. Me piden mi opinión y les expreso que considero que el movimiento sindical esta debilitado luego del esfuerzo con la Huelga de Acero, que recién concluíamos. Se inicia un tenso debate. Carpio estaba ya en huelga en el Predio Universitario y me voy a apoyarlo.
Al llegar, Carpio me ve y me manda a llamar, ya le habían contado de mi posición. Me pregunta sobre mi posición. Le planteo que: a mi me parecía que el secretario general del PCS no podía declararse en huelga de hambre como sindicalista y abandonar sus responsabilidades políticas. Y peor si se hacia sin haber explicado previamente a los militantes que era lo que se perseguía con esta acción, como sucedió. A mi me tomo por sorpresa esta acción no obstante mis responsabilidades partidarias y sindicales. Me pregunta Carpio: y esto que me expresa ¿Quién se lo ha dicho? Me enoja. Le respondo secamente: nadie me lo ha dicho, yo tengo criterio propio. Me responde: ah bueno, esta bien, para eso es que lo llamaba.
Después que terminó la huelga de hambre llevamos a Carpio y a los otros huelguistas al local de la CGTS, que estaba entre la 7ma. y 8 va. Avenida norte, para darle tratamiento. ..Estaba Chepe Martínez, también panadero, que acaba de morir, el marido de la Chila.
El último secretario general del Sindicato de Sastres fue Leopoldo Quintanilla.

Movimiento Popular y Partidos Políticos

Movimiento Popular y Partidos Políticos
Lunes, 24 de Mayo de 2010
Dagoberto Gutiérrez.

Las últimas semanas han sido de una intensidad gran intensidad política, unas son franjas esperables, otras no son visibles aun, y otras serán inesperadas, el crecimiento del descontento y el desengaño popular ante la desnudez derechista del gobierno, es algo esperable y la decisión de anunciar el Movimiento Ciudadano por el cambio, también era esperable, la decisión del partido FMLN de simularse como partido de gobierno sin problemas mayores con el presidente Funes, es igualmente esperado.

No resulta igualmente esperable la posición de las derechas frente al anuncio de Mauricio Funes de construir su Movimiento Ciudadano para el Cambio. A las derechas no le resulta simpático la figura de los Movimientos Sociales y están apareciendo adheridas a los partidos políticos como garantes del régimen; en realidad tienen razón los oligarcas cuando comprenden que en el país los Movimientos Sociales y los partidos políticos no duermen en la misma cama, porque los segundos son los instrumentos mediante los cuales se expresa el sistema político y monopolizan la representación del pueblo dentro del gobierno, digamos que el Estado confía en los partidos políticos como un padre confía en su hijo y los partidos confían en el Estado y al mismo tiempo le sirven como un hijo lo haría ante su padre.

La figura del Movimiento Social es una criatura de otro jardín, del jardín popular o del jardín privado de los pobres o de los ricos, pero no del Estado y, aunque se trate de un Movimiento al servicio de un gobierno como el Movimiento Ciudadano para el Cambio, y aunque se trate de un gobierno de derechas como el de Mauricio Funes, para los oligarcas resulta mejor lo viejo conocido que lo nuevo por conocer y no se arriesgan.

Por esta y otras razones el editorialista de la Prensa Gráfica clama por la defensa de “nuestro partidos” refiriéndose a ARENA y el FMLN, ante la amenaza expresada por movimientos con el del presidente Funes. No se detiene la oligarquía a pensar mucho sobre los problemas del gobierno actual, pero no simpatiza con los pleitos de alcoba entre Funes y el partido FMLN, los oligarcas entienden que el FMLN tiene condiciones para ganar su confianza y Funes no hace bien cuando saca a la calle sus problemas domésticos con este partido.

Por supuesto que estamos frente a un sector de las derechas con una cabeza política mas elaborada que empieza a ver al FMLN como una especie de Partido Revolucionarios Institucional (PRI) y empieza a avizorar la conveniencia y hasta necesidad de un sistema bipartidista que haga posible un régimen duradero en donde el cambio sea una figura que no signifique ningún cambio. Es el gobierno de Funes el mejor gobierno para representar esta realidad: Un gobierno del cambio pero sin cambio, si a esto le agregamos, como una especie de aderezo culinario, un partido FMLN de izquierda pero solo frente a la derecha y no frente a la realidad, tendremos el guiso perfecto para un bipartidismo, frente a esto toda mención de un Movimiento Popular sudoroso, lleno de angustias, de insatisfacciones, de reclamos, odios y tenga el nombre que tenga no puede ser del agrado de los oligarcas que llenos de miedo a todo lo que parezca pueblo o huela a pueblo, prefieren confiar en sus partidos FMLN y ARENA.

Una calle llamada Venezuela

Lunes, 24 de Mayo de 2010 / 09:04 h
Una calle llamada Venezuela

Dagoberto Gutiérrez

Es como una culebra que nace en un nido de ruido, de humo, de sol y de gente apresurada, llamado Bulevar del Ejército. Allí nace, tímidamente, como cubriéndose los oídos para luego deslizarse, en fuga y en carrera plateada, hasta encontrarse mucho tiempo después con la avenida Manuel Enrique Araujo, a la entrada o a la salida de San Salvador. Es una de las calles que caracteriza a la capital porque atraviesa en su apresurada ruta, zonas populares y populosas, dialoga con cementerios, se llena de compradores y vendedores, tiembla ante el fervor de las parejas de enamorados y, antes y durante la guerra, presenció con sus ojos abiertos, asesinatos políticos, y recibió en sus brazos de plata, más de un cadáver de muchos patriotas asesinados por las derechas.

También resonaron en sus oídos telúricos enfrentamientos armados, seguidos de persecuciones o fugas y, más de una vez, un cuchillo asesino cegó la vida de una víctima inocente. La calle Venezuela tiene, desde la mitad del siglo pasado, un lugar en la memoria urbana de los capitalinos, y seguirá allí aunque la palabra Venezuela no sea hoy del agrado de las derechas.

En la década del 60 del siglo pasado, cuando los estudiantes de bachillerato de Santa Ana veníamos a San Salvador a examinarnos los privados para obtener el título de bachiller, conocimos el Bulevar Venezuela, porque éste pasa, como quien no quiere la cosa, por la terminal de buses de occidente, y era una de las entradas a la capital.

La alcaldía de San Salvador ha decidido cambiarle el nombre a esta arteria y sin duda que esta decisión política es parte de las funciones y atribuciones del Concejo Municipal, porque poner un nombre y cambiar un nombre es parte del ejercicio del poder, y así, los padres le ponen nombre a sus hijos y éstos a los suyos. El Estado, y en este caso el gobierno local, puede poner y cambiar los nombres. Por supuesto que estaremos ante decisiones políticas que expresan una identificación o un rechazo con el nombre, que puede ser una fecha histórica, el nombre de un personaje o, como en este caso, el nombre de un país.

El país llamado Venezuela tiene grandes resonancias en El Salvador por ser la patria de Simón Bolívar, grande entre los grandes del continente, la patria de Andrés Bello, de Rómulo Gallegos, la patria de Maneiro, la casa del río Orinoco y del Arauca, la Zona de las torres petroleras, la patria de valientes guerrilleros que cayeron combatiendo por nuestra revolución, durante la guerra de 20 años, y es, actualmente, la sede de una de las revoluciones más importantes de la contemporaneidad. Es la patria de Hugo Chávez, dirigente de esa revolución.

Estoy diciendo que un país llamado Venezuela resulta ser, en efecto, un país y mucho más que un país, es fuente de amores, de encuentro, identificaciones y también de odios irreconciliables.

Frente a Simón Bolívar, pareciera haber unanimidades, pero solo es un parecer, porque al acercarse a su anti imperialismo, las aguas se bifurcan. Frente a la Revolución Bolivariana, hija legítima de Bolívar, las aguas nacen bifurcadas, como debe ser ante una revolución de verdad. Así, los odios y temores cubren todo el diapasón de las conductas sociales, ideológicas y políticas, porque nadie, ni hoy ni mañana, podrá ignorar el peso político de la revolución Bolivariana de Venezuela y tampoco se podrá ignorar el peso personal de Hugo Chávez en ese proceso.

Quitar la palabra Venezuela de una arteria principal de San Salvador es parte del enfrentamiento con la Revolución Venezolana y, desde luego, con todo un país llamado Venezuela, porque es ese país el que está hoy en revolución y esa revolución se desarrolla en un país que se llama Venezuela. El solo nombre de Venezuela produce escalofríos a los poderosos y a los privilegiados de siempre y, a lo mejor, se piensa que cambiándole el nombre a una calle que se llama así, se conjurará el peligro de que el pueblo salvadoreño haga lo mismo que el pueblo Venezolano y tome en sus manos el diseño y la construcción de su destino.

Este cambio de denominación enseña que la confrontación es en todos los terrenos y es el escenario ideológico el fundamental, porque sin duda que el nuevo nombre corresponderá a un personaje con méritos innegables, sobre todo para la historia del Estado de Israel, pero la decisión y el momento de la decisión forman parte de las oleadas de escalofríos que los “malos ejemplos”, políticos, ideológicos y sociales de otros pueblos y de otros países, producen en las derechas locales, y sobre todo, ante la pesadilla para las derechas, de que el pueblo salvadoreño siga los caminos abiertos por otras revoluciones del continente.

En todo caso, quitar la palabra Venezuela del nombre de una calle importante hace que este país esté más presente en El Salvador, porque si su revolución no gusta a la minoría, sí interesa y gusta a las mayorías. Los ataques a la revolución bolivariana aumentan el interés sobre este proceso porque si las derechas locales odian, temen, atacan y persiguen hasta el nombre de un país en revolución, eso quiere decir que lo que está ocurriendo en ese país hay que conocerlo, hay que aprenderlo, hay que aprehenderlo, para asimilar las lecciones necesarias e inevitables.

A un año del primer gobierno de cambio, ¡sigamos adelante! (1ra. Parte)

Lunes, 24 de Mayo de 2010 / 09:31 h
A un año del primer gobierno de cambio, ¡sigamos adelante! (1ra. Parte)

La esperanza tiene rostro en niños, madres, ancianos, campesinos.

Licda. Norma Guevara de Ramirios

El 15 de marzo 2009, el pueblo decidió cambiar, luchó para que se reconociera su voluntad y abrió con su coraje una nueva época histórica para nuestro país. El Presidente y Vicepresidente juramentaron el 1 de Junio y pronto se cumplirá el primer año de su gestión que es evaluada por el pueblo como lo prometido, cambio a favor del pueblo. Por supuesto que la derecha que se vio frente a lo inevitable sabe que el gobierno por sí solo es insuficiente para dejar atrás, el poder edificado con mañas, con aparatos organizados; y su conducta frente a la nueva realidad ha sido diversa; es hora entonces de hacer un balance de este histórico proceso abierto, de sus novedades, de sus problemas, de su expectativas.

Lo primero en este balance es darse cuenta de las condiciones en que se recibió el país luego de décadas de gobiernos de derecha y del impacto de los fenómenos externos de crisis financiera y económica internacional; y debe evaluarse las respuestas de este nuevo gobierno ante semejante crisis. Se heredó una economía dolarizada, un Estado debilitado y saqueado, con una economía débil y un sinfín de necesidades insatisfechas. Desde 1990 a 2009, la estructura tributaria fue modificada para sacar más fondos de impuestos indirectos, del IVA, de la renta de los trabajadores, mientras se reducían los tributos de las importaciones; se abrió el país y se debilitó la capacidad productiva y exportadora; a esto se suman, desde 2008, los impactos externos en la economía y las finanzas públicas, primero con altos precios de petróleo, alimentos, materias primas; las alzas de precios internos, disminución de la capacidad adquisitiva y en consecuencia del consumo familiar; la recesión global estalló el 2009, y nuestro país terminó de ser impactado por la crisis financiera y la recesión estadounidense.

Cayeron las remesas, las importaciones y las exportaciones y en consecuencia cayeron los ingresos fiscales. Fue necesaria una operación de endeudamiento gigantesca realizada en Mayo del año pasado para finalizar el funcionamiento de la administración saliente por un volumen cercano a los dos mil millones de dólares.

Así llegó el Presidente Funes a la Presidencia; con un presupuesto imposible de cumplirse por el lado de los ingresos, los supuestos de aquél presupuesto 2009, resultaron falsos, se creía que la economía mundial crecería 3% y apenas llegó al 1.3%, se creía que la economía salvadoreña crecería 4% y decreció hasta menos 3.5%, se creía que las exportaciones crecerían 13% y más bien decrecieron en menos 16%; se creía que las importaciones crecerían 10% y bajaron en 26%, se creía que las remesas aumentarían hasta 7.5% y en verdad disminuyeron 8.5%; todo ese castillo de naipes representó el déficit fiscal más grande desde 1990.

Al nuevo gobierno ganado por el FMLN y presidido por Mauricio Funes, se le presentó una realidad más dramática; su manera de encarar la crisis ha tenido una dirección coherente con la promesa de sacar al país de la crisis; le llevó tomar las medidas que permitan evitar que el impacto de esa crisis descrita afecte irreversiblemente a los más pobres, a las familias más desfavorecidas y a las capas medias bajas. El Plan Anti Crisis, responde a esta realidad encontrada; y en medio de esa realidad plantearse además que las medidas asumidas sirvan al otro objetivo de programa de gobierno, dar pasos hacia el desarrollo y fortalecer la democracia.

Sin duda, cuando la ciudadanía expresa que sí hay cambio, está reconociendo las dificultades y los esfuerzos del gobierno para superarlas. Con más restricciones que sus antecesores, el Gobierno del Cambio atiende necesidades ancestrales: Se eliminaron las cuotas mal llamadas voluntarias en la red de hospitales, se fortaleció financieramente a FOSALUD, se amplió la vacunación incorporando vacunas nuevas para proteger a nuestros niños del neumococo y de la gripe A H1 N1, se adquirió terreno para construir el Hospital de Maternidad, se amplió la cobertura de salud, se compran equipos para diagnostico de enfermedades, se abastece mejor de medicamentos, antes compraban 42 millones, ahora 72 millones. Se amplió la cobertura de alimentación escolar, se dota de útiles, zapatos, cuadernos, se imparte bachillerato sin pago de colegiatura en los centros oficiales; se amplió la transferencia de recursos en programas de protección como pensiones a adultos mayores en los municipios más pobres.

Por medio de los hechos, en medio de la adversidad de condiciones encontradas, el cambio camina a pesar del ruido y la confusión que la derecha busca crear. La esperanza tiene rostro en niños, madres, ancianos, campesinos; jamás debe caer, el impulso del cambio será continuada los años por venir. (Continuará).