Introducción a Poder político y clases sociales en el estado capitalista. Nikos Poulantzas. 1969

Introducción

1) El marxismo está constituido por dos disciplinas unidas pero distintas, cuya distinción se funda en la diferencia de su objeto: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico.[1]

El materialismo histórico -o ciencia de la historia- tiene por objeto el concepto de historia, a través del estudio de los diversos modos de producción y formaciones sociales, de su estructura, de su constitución y de su funcionamiento, y de las formas de transición de una formación social a otra.

El materialismo dialéctico -o filosofía marxista- tiene por objeto propio la producción de los conocimientos, es decir, la estructura y el funcionamiento del proceso de pensamiento. Propiamente hablando, el materialismo dialéctico tiene por objeto la teoría de la historia de la producción científica.

En efecto, si el materialismo histórico fundó, en un mismo movimiento teórico, el materialismo dialéctico como disciplina distinta es porque la constitución de una ciencia de la historia, es decir, de una ciencia que define su objeto como constitución del concepto de historia -materialismo histórico- , condujo a la definición de una teoría de la ciencia, que comprende la historia como parte integrante de su objeto propio.

Esas dos disciplinas son distintas: existen, en efecto, interpretaciones del marxismo que reducen una disciplina a la otra. Ya sea el materialismo dialéctico al materialismo histórico: es el caso típico de las interpretaciones historicistas, tales como las del joven Lukács, de Korsch, etc., para las cuales el marxismo es una antropología histórica, pues la historia es una categoría originaria y fundadora y no un concepto que haya que construir. La reflexión de las estructuras, la “toma de conciencia de su sentido”, es función, por el sesgo de una interiorización mediadora, de ésas mismas estructuras.

Ya sea el materialismo histórico al materialismo dialéctico: se trata aquí de las interpretaciones positivistas-empiristas, que diluyen el objeto propio del materialismo histórico subsumiendo todo objeto histórico en la misma ley “abstracta”, universalmente válida, que regula toda “concreción” histórica.

El materialismo histórico, como lo mostró Marx en la Introducción del 57, en el Prefacio a la contribución a la critica de la economía política y en El capital, contiene una teoría general que define conceptos que dominan todo su campo de investigación (conceptos de modos de producción, de formación social, de apropiación real y de propiedad, de combinación, de ideología, de política, de coyuntura, de transición).

Esos conceptos le permiten definir el concepto de su objeto: el concepto de historia. El objeto del materialismo histórico es el estudio de las diversas estructuras y prácticas enlazadas y distintas (economía, política, ideología), cuya combinación constituye un modo de producción y una formación social; pueden caracterizarse esas teorías como teorías regionales.

El materialismo histórico comprende igualmente teorías particulares (teorías de los modos de producción esclavista, feudal, capitalista, etc.), cuya legitimidad está fundada en la diversidad de las combinaciones de las estructuras y prácticas que definen modos de producción y formaciones sociales distintas. Este orden aún no es más que el de una enumeración: Será modificado y fundamentado en un instante.

Sabido es que las dos proposiciones fundamentales del materialismo (dialéctico e histórico) son las siguientes:

1) La distinción de los procesos reales y de los procesos de pensamiento, del ser y del conocimiento.

2) La primacía del ser sobre el pensamiento, de lo real sobre su conocimiento.

Si la segunda proposición es bien conocida, hay que insistir sobre la primera: la unidad de los dos procesos -del proceso real y del proceso pensado- se funda en su distinción.

Así, el trabajo teórico, cualquiera que sea el grado de su abstracción, es siempre un trabajo que se sustenta en los procesos reales. Sin embargo, ese trabajo que produce conocimientos se sitúa enteramente en el proceso de pensamiento: no hay conceptos más reales que otros. El trabajo teórico parte de una materia prima compuesta no de lo real-concreto, sino ya de informaciones, ya de nociones, etc., sobre ese real, y la trata por medio de ciertos útiles conceptuales, trabajo cuyo resultado es el conocimiento de un objeto.

Puede decirse que sólo existen, en el sentido estricto de la palabra, los objetos reales, concretos y singulares. El proceso de pensamiento tiene por fin último el conocimiento de esos objetos: Francia o Inglaterra en un momento dado de su desarrollo. El conocimiento de esos objetos no los supone así, en el punto de partida, en la materia prima, ya que es precisamente, como conocimiento concreto de un objeto concreto, resultado de un proceso que Marx designa con las palabras “síntesis de una multiplicidad de determinaciones”.

Por otra parte, el proceso de pensamiento, si tiene por objeto final y como razón de ser el conocimiento de los objetos reales-concretos, no siempre se refiere a esos objetos: puede referirse también a objetos que se designarán como abstracto-formales, que no existen en sentido estricto, pero que son la condición del conocimiento de los objetos reales-concretos: es el caso, por ejemplo, del modo de producción.

Según su lugar riguroso en el proceso de pensamiento y el objeto de pensamiento sobre el cual versan,[2] pueden distinguirse los diversos conceptos según su grado de abstracción, desde los más pobres a los más complicados y ricos en determinaciones teóricas. Los conceptos más concretos, los que conducen al conocimiento de una formación social en un momento determinado de su desarrollo, no son, como tampoco lo son los objetos reales-concretos, la materia prima del proceso de pensamiento; tampoco son deducidos de los conceptos más abstractos, o subsumidos en estos últimos, añadiendo a su generalidad una simple particularidad.

Son resultado de un trabajo de elaboración teórica que, operando sobre informaciones, nociones, etc., por medio de los conceptos más abstractos, busca la producción de los conceptos más concretos que conducen al conocimiento de los objetos reales, concretos y singulares.

Tomemos como ejemplo dos conceptos fundamentales del materialismo histórico que ilustran bien la distinción entre objetos formales-abstractos y objetos reales-concretos: modo de producción y formación social.

Por modo de producción no se designará lo que se indica en general como económico, las relaciones de producción en sentido estricto, sino una combinación específica de diversas estructuras y prácticas que, en su combinación, aparecen como otras tantas instancias o niveles, en suma como otras tantas estructuras regionales de aquel modo. Un modo de producción, como dice de una manera esquemática Engels, comprende diversos niveles o instancias: lo económico, lo político, lo ideológico y lo teórico, entendiéndose que se trata ahí de un esquema indicativo y que puede operarse una división más completa. El tipo de unidad que caracteriza a un modo de producción es el de un todo complejo con predominio, en última instancia, de lo económico, predominio en última instancia para el que se reservará el nombre de determinación.

Este tipo de relaciones entre las instancias se distingue del que presentan ciertas interpretaciones del marxismo. No se trata, por ejemplo, de una totalidad circular y expresiva, fundada sobre una instancia central-sujeto, categoría fundadora de los orígenes y principio de génesis, de la cual las otras instancias, partes totales, sólo serían la expresión fenoménica.

Tampoco se trata de relaciones de simple analogía o correlación de instancias externas la una respecto de la otra. No se trata, en suma, de una causalidad lineal, de una mediación expresiva, ni tampoco de una correlación analógica. Se trata de un tipo de relación en cuyo interior la estructura determinante del todo exige la constitución misma -la naturaleza- de las estructuras regionales, asignándoles su lugar y distribuyéndoles funciones: las relaciones que constituyen así cada nivel nunca son simples, sino que están superdeterminadas por las relaciones de los otros niveles.

Más aún: la determinación en última instancia de la estructura de todo por lo económico no significa que lo económico retenga siempre allí el papel dominante.

Si la unidad que es la estructura con predominio * implica que todo modo de producción posee un nivel o instancia predominante, lo económico en realidad sólo es determinante en la medida en que asigna a tal o cual instancia el papel dominante, es decir, en la medida en que regula el desplazamiento de predominio debido a la descentralización de las instancias.

(*Marta Harnecker prefirió dejar estructura a dominante en forma literal en su traducción de La revolución teórica de Marx (México, Siglo XXI Editores, 2a. edición, 1968, pp.166 « : sobre todo la nota del traductor de la p. 169 ) , pero nosotros hemos preferido darle aquí la expresión más libre de estructura con predominio. T.)

Así, Marx nos indica cómo, en el modo de producción feudal, la ideología -en su forma religiosa- es la que detenta el papel predominante, lo que está rigurosamente determinado por el funcionamiento de lo económico en aquel modo.

Lo que distingue, pues, un modo de producción de otro, y que, por consiguiente, especifica un modo de producción, es esa forma particular de articulación que mantienen sus niveles: es lo que en adelante se designará con la palabra matriz de un modo de producción.

Dicho de otro modo, definir rigurosamente un modo de producción consiste en descubrir de qué manera particular se refleja, en el interior de éste, la determinación en última instancia por lo económico, reflejo que delimita el índice de predominio y de super-determinación de aquel modo.

El modo de producción constituye un objeto abstracto-formal que no existe, en sentido estricto, en la realidad.

Los modos de producción capitalista, feudal, esclavista, constituyen igualmente objetos abstracto-formales, porque tampoco poseen esa existencia. Sólo existe de hecho una formación social históricamente determinada, es decir, un todo social -en el sentido más amplio- en un momento de su existencia histórica: la Francia de Luis Bonaparte, la Inglaterra de la revolución industrial.

Pero una formación social, objeto- real-concreto, siempre original porque es singular, presenta, como lo demostró Lenin en el Desarrollo d el capitalismo en Rusia, una combinación particular, una imbricación específica de varios modos de producción “puros”.

Así es como la Alemania de Bismarck se caracteriza por una combinación específica de los modos de producción capitalista, feudal y patriarcal, cuya combinación sólo existe en el sentido estricto de la palabra; sólo existe una formación social históricamente determinada como objeto singular.

La formación social constituye por sí misma una unidad compleja con predominio de cierto modo de producción sobre los otros que la componen. Se trata de una formación social históricamente determinada por un modo de producción dado: la Alemania de Bismarck es una formación social capitalista, es decir, dominada por el modo de producción capitalista.

El predominio de un modo de producción sobre los otros en una formación social hace que la matriz de ese modo de producción, a saber, el reflejo particular de la determinación (en última instancia por lo económico) que lo especifica, marca el conjunto de esa formación.

En este sentido, una formación social históricamente determinada es especificada por una articulación particular -por un índice de predominio y de superdeterminación— de sus diversos niveles o instancias: económico, político, ideológico y teórico, que es, por regla general, teniendo en cuenta las diferencias que se encontrarán entre las etapas, la del modo de producción predominante.

Por ejemplo, en una formación social dominada por el modo de producción capitalista, el papel predominante por regla general lo detenta lo económico, lo que no es sino el efecto del predominio, en esa formación, de ese modo, que a su vez se caracteriza, en su “pureza”, por el papel predominante que detenta lo económico.

2) Estos datos son esenciales para captar la operación mediante la cual una estructura regional se constituye en objeto de ciencia, por una parte, y el orden lógico de la elaboración científica, a saber, el orden necesario que enlaza legítimamente los diversos conceptos, según su lugar en el proceso de pensamiento, por otra.

Este ensayo, en efecto, tiene por objeto la política, más particularmente la superestructura política del Estado en el modo de producción capitalista, es decir, la producción del concepto de esa región en dicho modo, y la producción de conceptos más concretos relativos a lo político en las formaciones sociales capitalistas. El método que seguiremos se funda en la teoría expuesta.

La teoría general del materialismo histórico[3] define un tipo general de relaciones entre instancias distintas y unidas -lo económico, lo político, lo ideológico- : define también, en su propio nivel y en relación necesaria con sus conceptos de modo de producción, de formación social, de estructura con predominio, etc., conceptos relativamente abstractos de esas instancias.

Propiamente hablando, se trata de conceptos que circunscriben lugares formales asignados a toda estructura social posible. Se trata, por ejemplo, del concepto más abstracto de política, que funciona en todo el campo de investigación de la teoría general del materialismo histórico, a saber, en los modos de producción y en las formaciones sociales en general, divididos en clases más particularmente.

Aquí encuentra su justo lugar teórico el problema de la relación de lo político y de la historia, concepto cuya construcción es el objeto propio del materialismo histórico.

En consecuencia, la teoría regional de lo político no puede pasar a los conceptos más ricos en determinaciones, si no es localizando su objeto en un modo de producción dado. Según los principios que nos condujeron a la construcción del concepto de modo de producción, una instancia regional -en este caso lo político—-puede constituir un objeto de teoría regional, en la medida en que es “destacada” en un modo de producción dado.

Su constitución en objeto de ciencia, es decir, la construcción de su propio concepto, no depende de su naturaleza, sino de su lugar y de su función en la combinación particular que especifica ese modo de producción. Puede decirse que esa instancia, así localizada, ocupa el lugar asignado formalmente a lo político por su concepto abstracto, que depende de la teoría general.

Más particularmente, la articulación de las instancias propia de ese modo de producción es lo que define la extensión y los limites de esa instancia regional, asignando a la teoría regional correspondiente su predominio. Lo económico, lo político, lo ideológico, no constituyen esencias preexistentes, que entran después, según el esquema ambiguo -si se le toma al pie de la letra- de la base y de la superestructura, en relaciones externas.

La articulación propia de la estructura del todo de un modo de producción, exige la constitución de las instancias regionales. En suma, construir el concepto del objeto de la ciencia política, pasando de las determinaciones teóricas más pobres a las determinaciones teóricas más ricas, supone la definición rigurosa de lo político como nivel, instancia o región de un modo de producción dado.

Aquí se opera, en el materialismo histórico, la unión de lo que se ha definido como teorías regionales, de las que forma parte la teoría de lo político, y teorías particulares, es decir, las teorías de los diversos modos de producción. Esa unión no es efecto del azar, se opera según un orden de derecho que es el del proceso de pensamiento: la teoría regional de lo político en el modo de producción capitalista supone la teoría particular de ese modo de producción.

El lugar asignado a lo político en el modo de producción capitalista depende de la teoría particular de ese modo – de su tipo específico de articulación, de su índice de predominio y de superdeterminación- , tal como Marx la expuso en El capital.

La teoría particular del modo de producción capitalista posee sus conceptos propios, que funcionan en el conjunto del campo de su investigación, y que gobiernan también la producción de los conceptos propios de la teoría regional de lo político de ese modo.

Sin embargo, al mismo tiempo el modo de producción capitalista y lo político en ese modo, por ejemplo, el Estado capitalista o las formas políticas de lucha de clases en ese modo, constituyen objetos abstracto-formales, puesto que sólo existen, en sentido estricto, los Estados de formaciones capitalistas históricamente determinados.

El proceso de pensamiento tiene finalmente por razón de ser la producción de los conceptos más concretos, es decir, los más ricos en determinaciones teóricas, que permiten el conocimiento de los objetos reales, concretos y singulares, que son cada formación social siempre original. Este orden lógico, que lleva de los conceptos más abstractos a los conceptos más concretos, va de los conceptos de la teoría general del materialismo histórico a los que permiten proceder al análisis concreto de una situación concreta, según la expresión de Lenin.[4]

3) Conviene igualmente tomar en consideración los problemas relativos a las informaciones, nociones, etc., que constituyen la materia prima de los diversos soportes del proceso histórico seguido en este texto, por una parte, y relativos a la posición de los textos de los clásicos del marxismo concernientes a lo político, por la otra.

En lo que respecta a la materia prima, se la fue a buscar allí donde se encuentra: en los textos de los clásicos del marxismo, en los textos políticos del movimiento obrero y en las obras contemporáneas de ciencia política. En este último caso se hizo una primera selección según el grado de seriedad de las obras: hay que decirlo, el carácter marxista o no marxista de esas obras no constituye de ningún modo, en el estado actual de las investigaciones, y en lo que concierne a que se tomen en consideración como materia prima de la investigación, un criterio pertinente de su seriedad o su carencia de ella.

Obras de ciencia política, relativa más particularmente al Estado capitalista, en lengua francesa en primer lugar: hallándose esta ciencia relativamente poco desarrollada en Francia, se recurrió con frecuencia a obras en lengua inglesa -inglesas o norteamericanas- y en lengua alemana.

Obras relativamente desconocidas en Francia: es conocido el provincianismo característico de la vida intelectual francesa, una de cuyas consecuencias, y no la menor, consiste en derribar frecuentemente puertas abiertas, es decir, en creer serenamente en la originalidad de una producción teórica cuando se encuentra ya mucho más elaborada en autores extranjeros.

No obstante, se tomaron en consideración mediante un trabajo crítico sobre su método y sobre la teoría, muchas veces implícita, que les sirve de base. Por lo demás, esas obras contienen a veces, en el estado de elementos científicos en un discurso ideológico, conceptos teóricos auténticos que dicho trabajo crítico nos permitió depurar.

En cuanto a los textos de los clásicos del marxismo, desde el punto de vista de su tratamiento como informaciones concernientes más particularmente al Estado capitalista, fue igualmente necesario completarlos y someterlos a un trabajo crítico particular. Dado el carácter no sistemático de esos textos, las informaciones que contienen parecen a veces parciales, o hasta inexactas, a la luz de las informaciones — históricas, políticas— de que se disponen actualmente.

La segunda serie de problemas concierne a los textos de los clásicos del marxismo, aun los textos de Marx, Engels, Lenin y Gramsci relativo al tratamiento propiamente teórico de lo político. En efecto, es preciso ante todo comprobar, y ésta es una observación de orden general, que éstos no trataron específicamente, en el nivel de la sistematicidad teórica, la región de lo político.

En otras palabras, entregados al ejercicio directo de su propia práctica política, no hicieron explícitamente la teoría, en el sentido estricto de la palabra.

Lo que se encuentra finalmente en sus obras es ya un cuerpo ordenado de conceptos en “estado práctico”, es decir, presentes en el discurso y destinados, por su función, a dirigir directamente la práctica política en una coyuntura concreta, pero no teóricamente elaborados; ya elementos de conocimiento teórico de la práctica política y de la superestructura del Estado, es decir, conceptos elaborados pero no insertos en un discurso teórico sistemático; ya, en fin, una concepción de lo político en general implícita en la problemática marxista, concepción que sirve de base, con gran rigor, pero con los azares indudables que contiene todo pensamiento que no es contemporáneo de sí mismo — es decir, sistemáticamente explícito en sus principios— a la producción de esos conceptos.

Este estado de cosas, que aquí sólo se trata de comprobar, se refiere al orden real del desarrollo -de hecho- del materialismo histórico, que no hay que confundir con el orden lógico -de derecho- del proceso teórico que acaba de exponerse; acarrea grandes dificultades, relativas al contexto de los textos que se tomarán en consideración.

a)La primera dificultad se refiere a la localización de la problemática original del marxismo en las obras de Marx y Engels. Esa problemática, que es una ruptura en relación con la problemática de las obras de juventud de Marx, se dibuja a partir de La ideología alemana, texto de ruptura que contiene aún numerosas ambigüedades.

Esa ruptura significa claramente que Marx ya se hizo marxista entonces. Por consiguiente, señalémoslo sin dilación, de ningún modo se tomará en consideración lo que se ha convenido en llamar obras de juventud de Marx, salvo a título de comparación crítica, es decir, sobre todo como punto de referencia para descubrir las “supervivencias” ideológicas de la problemática de juventud en las obras de madurez. Esto es particularmente importante para la ciencia política marxista, porque es sabido que las obras de juventud están centradas principalmente sobre la teoría política.

‘Supervivencias”, hemos dicho, pero la palabra es engañosa: de hecho, las nociones de las obras de juventud que se encuentran en las obras de madurez toman, en ese nuevo contexto, un sentido diferente, ya como referencias de indicación de problemas nuevos, ya como simples palabras que recubren abusivamente una manera nueva de plantear las cuestiones, ya como escollos para la producción de conceptos nuevos: funcionamiento que se procurará descubrir.

Por otra parte, la localización de la problemática reviste importancia igualmente para otros autores, principalmente Gramsci, cuyas obras, a pesar de las rupturas que se encuentran en ellas, manifiestan una permanencia particular de la problemática historicista.

b] Consideremos ahora la obra teórica mayor del marxismo, que es El capital. ¿Qué puede sacarse de él en lo que concierne, más particularmente, al estudio de lo político, principalmente del Estado capitalista? En realidad, El capital contiene – entre otras cosas, pero yo me limito a lo que nos interesa principalmente aquí- por una parte un tratamiento científico del modo de producción capitalista, de la articulación y de la combinación — de la matriz— de las instancias que lo especifican, por otra parte un tratamiento teórico sistemático de la región económica de ese modo de producción.

Y esto no, como se ha creído mucho tiempo, porque no suceda nada importante en las otras regiones y su examen sea secundario; sino porque, como se verá en seguida, ese modo de producción es especificado por una autonomía característica de sus instancias, que merecen un tratamiento científico particular, y porque lo económico detenta en ese modo, además de la determinación en última instancia, el papel predominante.

Así, las otras instancias -lo político, lo ideológico- están muy presentes en El capital -que no es, en ese sentido, una obra “exclusivamente” económica- , pero en cierto modo en hueco, por sus efectos en la región económica.

Así como no se encuentra en El capital una teoría sistemática de la ideología en el modo de producción capitalista — las observaciones sobre el fetichismo capitalista no pueden pretender ese título— , tampoco se encuentra una teoría de lo político. Esa presencia en hueco de lo político en El capital nos será muy útil, pero no podrá llevarnos muy lejos.

Tal presencia se encuentra a la vez en los desarrollos teóricos propiamente dichos de El capital, y en los ejemplos concretos que Marx pone a título de ilustración de dichos desarrollos: véanse los pasajes concernientes al papel del Estado en la acumulación primitiva de capital o en la legislación de fábricas en Inglaterra.

Esas observaciones constituyen ilustraciones de la presencia en hueco de lo político en lo económico – es decir, de la teoría particular del modo de producción capitalista ( m.p.c. ) – , y no están destinadas a producir conceptos más concretos para conocimientos de formaciones sociales, como ocurre en El18 Brumario.

c) Disponemos, por lo tanto, de una serie de textos que versan, parcial o totalmente, sobre el objeto de la ciencia política en su forma abstracta-formal — ya el Estado en general, ya la lucha de clases en general, ya el Estado capitalista en general— , tales como la Crítica del Programa de Gotha o La guerra civil en Francia, de Marx, el Anti-Dühring, de Engels, El Estado y la revolución, de Lenin, y las Notas sobre Maquiavelo, de Gramsci.

Sin embargo, esos textos son principalmente textos de lucha ideológica. Están concebidos como respuestas urgentes a ataques o deformaciones de la teoría marxista: sus autores se ven por eso mismo obligados frecuentemente a situarse en el terreno ideológico de los textos que refutan. Esos textos contienen con frecuencia conceptos auténticos, pero obliterados por su inserción en la ideología y que no pueden descubrirse sino por todo un trabajo de crítica.

d) Veamos, finalmente, los textos políticos propiamente dichos. Como se ve por lo que precede, su posición es muy compleja. Tratan, en principio, de objetos reales-concretos, es decir, de las formaciones sociales históricamente determinadas, por ejemplo, Francia, Alemania e Inglaterra para Marx y Engels, Rusia para Lenin, Italia para Gramsci, en un momento de su desenvolvimiento.

Más particularmente, esos textos contienen un “análisis concreto de una situación concreta”, principalmente de la coyuntura de esas formaciones. En este sentido, contienen realmente toda una serie de conceptos muy concretos relativos al conocimiento de aquella coyuntura.

Sin embargo, eso no es todo: por la ausencia de obras teóricas sistemáticas en este dominio, tratan al mismo tiempo, en una misma exposición discursiva no explicitada y analizada, de objetos abstracto-formales, y dependen de una concepción de lo político en la teoría general, y de una teoría regional de lo político en el modo de producción capitalista.

Este hecho indiscutible es muy importante: esas obras políticas contienen, en efecto, hasta los conceptos más abstractos, pero ya en el “estado práctico”, es decir, en una forma que no está teóricamente elaborada, ya en una forma más o menos elaborada pero en el estado de elementos, es decir, insertos en un orden discursivo de exposición que no es, en el orden lógico de la investigación, el suyo.

Nos damos cuenta, pues, de los problemas difíciles que plantean esos textos por razón de su contexto. Es preciso, entonces, leerlos haciéndoles las preguntas pertinentes en el orden teórico del proceso de pensamiento definido más arriba.

Se trata, dicho de otro modo, de volver a poner, por una elaboración -y no por una simple extracción-, los diversos conceptos contenidos en esos textos, en el lugar que les corresponde por derecho en el proceso de pensamiento, proceso que puede definir rigurosamente su grado de abstracción, es decir, su extensión y sus límites precisos: se verá así en ocasiones que su campo no es en absoluto el que creían asignarles sus autores.

Es evidente, por otra parte, que, por ese trabajo, los conceptos sufrirán transformaciones necesarias. En resumen, para poner ejemplos, se tratará de descubrir en qué medida ciertos conceptos, aparecidos en el estudio de lo político de una formación social capitalista concreta, funcionan realmente en el campo de lo político -debidamente transformados o no- en el modo de producción capitalista, y valen así para las formaciones sociales capitalistas en general -en realidad para todas las formaciones capitalistas posibles- (como el concepto de “bonapartismo” producido a propósito de la Francia de Luis Bonaparte y cuyo campo es el tipo capitalista de Estado); o en qué medida conceptos, expuestos en textos relativos a formaciones sociales diferentes, se aplican al modo de producción capitalista y a las formaciones sociales capitalistas (como el problema planteado por los textos de Lenin sobre el frente único o el burocratismo en la U .R.S.S. en el período de transición al socialismo); o también en qué medida algunos de esos conceptos tienen por campo lo político en general; o aun, en fin, en qué medida ciertos conceptos, a los que sus autores asignaron por campo lo político en general, de hecho sólo tienen como campo lo político en el modo de producción capitalista (como el concepto de hegemonía de Gramsci, etcétera).

Por lo demás, es inútil insistir sobre el hecho de que, en este estado de cosas, se trata con frecuencia ya de conceptos contradictorios, ya de meras palabras tomadas por sus autores en cuanto conceptos, pero que en realidad sólo pueden servir de indicadores de problemas, ya también -y forzosamente- de nociones ideológicas.

4) Algunas observaciones breves relativas al orden de exposición. En efecto, Marx lo subrayó, el orden de exposición de los conceptos es parte integrante de todo discurso científico. La ciencia es un discurso demostrativo en que el orden de exposición y de presentación de los conceptos depende de las relaciones necesarias entre ellos que conviene hacer manifiestas: ese orden es lo que enlaza los conceptos y atribuye a la discursividad científica su carácter sistemático.

Ese orden de exposición se distingue, por una parte, del orden de investigación y pesquisición, pero también, por la otra, y esto es lo que importa, del orden lógico – de derecho- del proceso de pensamiento. En otras palabras, si la sistemática del orden de exposición se refiere al enlace y a las relaciones de los conceptos en el proceso de pensamiento, ese primer orden no es ni el recorrido ni la simple reduplicación del segundo: lo que, por lo demás, está claro en el plan de exposición de Marx para El capital.

La diferencia entre los dos se debe, en nuestro caso, sobre todo al hecho de que el sistema del proceso de pensamiento, que es el objeto propio del materialismo dialéctico, no puede estar explícitamente presente en la exposición de un texto que trata del materialismo histórico, a causa de la distinción de las dos disciplinas.[5]

Si se puede así descubrir en nuestro texto un orden general de exposición, la concepción de lo político en general, la teoría particular del modo de producción capitalista, la teoría regional de lo político en ese modo de producción, el examen de formaciones sociales capitalistas concretas, su sistematicidad deberá ser considerada según su propia necesidad, y no según el grado en que reproduzca el proceso de pensamiento.

Se manifestarán diferencias entre ambas cosas: sobre todo en lo que concierne a la teoría general del materialismo histórico, cuyos conceptos se presentarán según y a medida de la necesidad del orden de exposición de un texto que trata de la teoría regional de lo político en el modo de producción capitalista. Aquí se manifestarán también diferencias en la presentación de la teoría particular de ese modo de producción que, siendo el objeto dado de ese texto, deberá estar presente ya en el examen de la concepción general de lo político.

Por otra parte, no hay que ocultarse el hecho de que esas diferencias se deben igualmente al estado actual de las investigaciones, es decir, a la coyuntura teórica del materialismo histórico, que, por lo menos, en lo que concierne a la teoría general y a las teorías particulares, aún está lejos de una elaboración sistemática satisfactoria.

5) Esas dificultades me movieron a tomar, en este texto, precauciones indispensables. Más particularmente, los análisis que tratan de lo político en la teoría general sólo pretenden una sistematicidad relativa, y no podrían, de todos modos, considerarse completos.

Debo, en efecto, señalar mis reservas hacia una tendencia, demasiado generalizada actualmente, de la que puede decirse que pone el carro antes que los bueyes, cuando confunde el orden de la pesquisa y la investigación con el orden lógico del proceso de pensamiento, y cuando sistematiza -en el vacío- la teoría general antes de proceder a suficientes investigaciones concretas, contra lo cual, sin embargo, Marx nos puso en guardia.

En tal circunstancia, me pareció particularmente ilusorio y peligroso teóricamente, -se entiende- avanzar más hacia la sistematización de lo político en la teoría general, en la medida en que se carece actualmente de suficientes teorías regionales sistemáticas de lo político en los diversos modos de producción, o aun de suficientes teorías particulares sistemáticas de los diversos modos de producción.

Si nos hemos concentrado aquí sobre la teoría regional de lo político en el modo de producción capitalista, tomamos igualmente en consideración, no simplemente en la investigación, sino también en la exposición, formaciones sociales capitalistas concretas. Esa “toma en consideración” en la exposición se operó a dos títulos distintos: ya a título de ilustración de la teoría regional, ya a título de producción de conceptos concretos, que conducen a conocimientos sobre la coyuntura política de esas formaciones: si se trata de lo uno o de lo otro resaltará claramente del contexto.

También se dejaron, con conocimiento de causa, problemas abiertos: habiendo conservado o establecido los conceptos que funcionan en el campo de lo político del modo de producción capitalista, y por consiguiente de las formaciones sociales capitalistas, o también de lo político de formaciones capitalistas concretas, no quiso entrarse en el examen de la posibilidad del desplazamiento, o de los falseamientos y transformaciones de esos conceptos en otros modos de producción y otras formaciones sociales, principalmente en una formación en transición hacia el socialismo o en el modo de producción y en una formación socialistas.

Dicho de otro modo, si se intentó situar exactamente los conceptos en el orden del proceso de pensamiento, se hizo siempre en función de los límites del objeto de ese texto. Pero dejar abierto el problema no es sólo una precaución debida al estado de las investigaciones; se debe a una actitud previa teórica, que consiste en señalar una dificultad -teórica- que con demasiada frecuencia se tiende a escamotear: la de la especificidad de la región de lo político según los modos de producción y las formaciones sociales en cuestión.

6) Necesitamos, finalmente, definir ciertos conceptos suplementarios de la teoría general del materialismo histórico, y situar el marco de la teoría particular del modo de producción capitalista, que en adelante se designará con las iniciales m.p.c. Las definiciones y observaciones quedarán justificadas después por el cuerpo mismo del texto.

Se dijo arriba que la matriz de un modo de producción, la articulación de las instancias que la especifican, está determinada, en última instancia, por lo económico.

¿Cómo funciona en general esa determinación, y en el m.p.c. en particular?

Así como para toda instancia, lo económico en general está constituido por ciertos elementos -invariantes- que en realidad no existen más que en su combinación-variable. Marx lo señala de manera clara cuando dice:[6] “Cualesquiera que sean las formas sociales de la producción, sus factores son siempre dos: los

medios de producción y los obreros [Marx añade a continuación el no obrero]. Pero tanto unos como otros son | solamente, mientras se hallan separados, factores potenciales de producción. Para poder producir, en realidad, tienen que combinarse. Sus distintas combinaciones distinguen las diversas épocas económicas de la estructura social”. Si se trata, pues, de una combinación y no de una combinatoria, se debe a que las relaciones de los elementos determinan su propia naturaleza, modificada según la combinación.[7]

Los elementos invariantes de lo económico en general son los siguientes:

1, El obrero —-el “productor directo”, es decir, la fuerza de trabajo.

2. Los medios de producción, es decir, el objeto y los medios de trabajo.

3. El no obrero que se apropia el sobretrabajo, es decir, el producto.

Esos elementos existen en una combinación específica que constituye lo económico en un modo de producción dado, combinación que a su vez está compuesta por una doble relación de esos elementos.

1] Una relación de apropiación real (designada a veces por Marx con la palabra “posesión” ) : se aplica a la relación del trabajador y de los medios de producción, es decir, al proceso de trabajo, o también al sistema de las fuerzas productivas.

2] Una relación de propiedad : relación distinta de la primera, pues hace intervenir al no obrero como propietario, ya sea de los medios de producción, ya sea de la fuerza de trabajo, o de ambas cosas, y en consecuencia del producto. Aquí se trata de la relación que define las relaciones de producción propiamente dichas.

Esas dos relaciones son diferentes: pueden tomar, por su combinación, formas diversas. En lo que respecta a la relación de propiedad, observamos que pertenece estrictamente a la región de lo económico, y que hay que distinguirla claramente de las formas jurídicas que reviste, o sea de la propiedad jurídica.

En las sociedades divididas en clases, esa relación de propiedad instaura siempre un “divorcio” entre el obrero y los medios de trabajo, propiedad del no obrero, que, como propietario, se apropia el sobretrabajo.

En cambio, en lo que respecta a la relación de apropiación real, puede instaurar, en las sociedades divididas en clases, ya la unión del trabajador y de los medios de producción – tal es el caso de los modos de producción “precapitalistas”- , ya el divorcio del trabajador y de esos medios: tal es el caso del m.p.c., divorcio que aparece en la etapa de la gran industria y que Marx designa con la expresión “divorcio entre la fuerza de trabajo y las condiciones naturales de trabajo” .

Esas dos relaciones pertenecen, pues, a una combinación única – variable- que constituye lo económico en un modo de producción – la combinación del sistema de las fuerzas productivas y del sistema de las relaciones de producción.

La combinación característica del m .p .c . consiste en una homología de las dos relaciones -la separación en la relación de propiedad coincide con la separación en la relación de apropiación real- ; la de los modos “precapitalistas” de producción consiste en una no-homología de las dos relaciones — separación en la relación de propiedad, unión en la relación de apropiación real.[8]

La determinación en última instancia por lo económico de un modo de producción, de la articulación y del índice de predominio de sus instancias, depende precisamente de las formas que reviste la combinación señalada.

Marx lo indica de una manera general en los dos textos siguientes de El capital: “La forma económica especifica en que se arranca al productor directo el trabajo sobrante no retribuido, determina la relación de señorío y servidumbre [políticos] tal como brota directamente de la producción y repercute, a su vez, de un modo determinante sobre ella.

Y esto sirve luego de base a toda la estructura de la comunidad económica, derivada a su vez de las relaciones de producción y con ello, al mismo tiempo, su forma política específica.

La relación directa existente entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos es la que nos revela el secreto más recóndito, la base oculta de toda la construcción social y también, por consiguiente, de la forma política de la relación de soberanía y dependencia, en una palabra, de cada forma específica de Estado”.[9]

Esa combinación -lo económico- determina igualmente la instancia que, en un modo de producción, reviste el papel predominante. Veamos cómo responde Marx a las objeciones que se le hicieron:

(Según esa objeción) “mi tesis. .. de que ‘el régimen de producción de la vida material condiciona todo el proceso de la vida social, política y espiritual, era indudablemente exacta respecto al mundo moderno, en que predominan los intereses materiales, pero no podía ser aplicada a la Edad Media, en que reinaba el catolicismo, ni a Atenas y Roma, donde imperaba la política. . . Es indudable que ni la Edad Media pudo vivir del catolicismo ni el mundo antiguo de la política. Lejos de ello, lo que explica por qué en una era fundamental la política y en la otra el catolicismo es precisamente el modo como una y otra se ganaban la vida”.[10]

Pero si Marx hace en sus obras un análisis específico de los efectos de la combinación que caracteriza a lo económico del m .p .c . – homología de las dos relaciones, pues hay separación de las dos-sobre la matriz de ese modo, si constituye así una teoría particular del m .p .c ., no formula la teoría de lo que él llama modos de producción “precapitalistas” o “formas que preceden a la producción capitalista” .

Dicho de otro modo, no construye teorías particulares de esos otros modos de producción, especificados según él por formas diferenciales de una combinación de no-homología entre las dos relaciones: separación en la relación de propiedad, pero unión en la relación de apropiación real.

Los otros modos de producción sólo los examina según dos ópticas precisas: por una parte, como simples ilustraciones de su tesis general, según la cual todo el edificio social reposa sobre las formas diferenciales de esa combinación: desde este punto de vista, sus análisis no contienen más que indicaciones teóricas; por otra parte, como puntos de comparación descriptivos con el m .p .c ., es decir, a fin de mostrar las analogías formales de los modos de producción – “precapitalistas”-que descansan sobre una combinación de no-homología y situados en relación con un modo – capitalista- que reposa sobre una combinación radicalmente diferente – de homología- : habrá que volver sobre esta importante cuestión.

Observemos ya, no obstante, que el tratamiento que da Marx a los otros modos de producción, si contribuye a hacer resaltar claramente los rasgos particulares del m .p .c ., contiene graves ambigüedades: no sólo porque ese tratamiento fue tomado muchas veces por lo que no es -es decir, como un examen sistemático de las teorías particulares de los otros modos de producción- , sino porque, por ese tratamiento analógico no explícito, Marx llega a veces a hacerse ideas propiamente “míticas” sobre esos modos de producción.

7.) Veamos más de cerca el problema, no tomando esquemáticamente en consideración más que las instancias económica y política – más particularmente la del Estado-·, y dejando provisionalmente a un lado la instancia de lo ideológico.

Marx estableció, a la vez en los Fundamentos de la crítica de la economía política — los Grundrisse zur Kritik der politischen Oekonomie, más particularmente en su parte titulada “Formas que preceden a la producción capitalista” – y en El capital, las características siguientes del m.p.c.:

1) La articulación de lo económico y de lo político en un modo de producción está caracterizada por una autonomía -relativa- específica de esas dos instancias.

2) Lo económico detenta en ese modo no sólo la determinación en última instancia, sino también el papel predominante.

La primera característica la establece Marx por la oposición del m.p. c. con los modos “precapitalistas” : estos presentarían, en relación con el m .p .c ., lo que él llama “mistificación” o relaciones “materiales” y “naturales”, percibidas a veces como “simultáneas”, de lo económico y de lo político. Repitámoslo una vez más, no hay que tomar esas observaciones al pie de la letra, como se ha hecho con frecuencia, lo que condujo a toda una mitología marxista, por ejemplo, relativa al modo de producción feudal.

Por el contrario, puede retenerse, en el plano científico, que el m .p .c . está especificado por una autonomía característica de lo económico y de lo político: esto funda una diferencia radical de sus relaciones respecto de las que mantienen en los otros modos de producción, lo que no quiere decir en realidad que, en esos otros modos, esas instancias no poseen una autonomía relativa, sino que ésta reviste formas diferentes.

Esa autonomía tiene consecuencias teóricas sobre el objeto de nuestro trabajo: hace posible una teoría regional — en sentido muy riguroso— de una instancia de ese modo, por ejemplo del Estado capitalista; permite constituir lo político en objeto de ciencia autónoma y específica: Marx lo hizo ver, como es sabido, en El capital a propósito de lo económico y de la ciencia económica.

Propiamente hablando, esa autonomía legitima la ausencia, en la exposición discursiva relativa a una instancia del m .p .c ., de las teorías relativas a sus otras instancias.

Consideremos brevemente los textos de Marx, teniendo presentes estas observaciones. ¿Qué ocurre con los modos de producción  -“precapitalistas”-en que la relación de apropiación real se caracteriza por la unión del productor directo y de los medios de producción?

“…bajo todas las formas en que el trabajador directo es ‘poseedor’ de los medios de producción y condiciones de trabajo… la relación de propiedad tiene que manifestarse a la par como relación directa [política] de dominio y de servidumbre y el productor directo, por consiguiente, como un hombre privado de libertad; carencia de libertad que puede ir desde la servidumbre de la gleba hasta el deber de abonar simplemente un tributo al señor… En estas condiciones, sólo la coación extraeconómica, cualquiera que sea la forma que revista, puede arrancar a estos productores el trabajo sobrante para el terrateniente nominal.. . Son pues, necesarias relaciones personales de dependencia, carencia de libertad personal…servidumbre, en el sentido estricto de la palabra…”[11]  

Marx hasta llegará a decir que, en esos casos, “la relación [política] de amo a servidor, es una parte esencial de la relación de apropiación”, relación que pertenece a la combinación económica.[12]

En los Fundamentos de la crítica de la economía política – y en El capital en lo que concierne al modo de producción feudal— Marx va aún más lejos, dándonos indicaciones sobre lo político en los diversos modos de producción “precapitalistas” . Sus análisis son interesantes por dos razones:

Marx relaciona las diferentes formas políticas de esos modos con la combinación que especifica lo económico de cada modo. Sin embargo, esos modos tienen de común que la relación de apropiación real tiene esencialmente una forma invariante: unión del productor directo y de los medios de producción.

a)Las formas específicas que reviste el proceso de trabajo en esos modos, y que determinan las formas específicas de propiedad económica son percibidas como variaciones en los límites de esa invariante.

b)Marx atribuye la analogía de las relaciones de lo económico y de lo político en esos modos a esta característica común de sus combinaciones económicas. Esa es más particularmente percibida de la manera al contrario del m .p .c ., la pertenencia del trabajador y del no trabajador a una comunidad — entendida aquí, en el caso de las sociedades divididas en clases,  en el sentido de comunidad política, de forma de relaciones políticas—, es un supuesto previo de su inserción en las formas de apropiación real  -o de “posesión”- y de propiedad. La pretendida “mistificación” de lo económico y de lo político es catalogada como “supuesto previo” político de lo económico”. Así, en los casos de los modos “precapitalistas”:

 “La actitud hacia la tierra como propiedad del individuo . . . significa que un hombre aparece desde el comienzo como algo más que la abstracción del ‘individuo trabajador’, que tiene un modo objetivo de existencia en su propiedad de: tierra que es el supuesto previo de su actividad y no aparece como su simple consecuencia: es un supuesto previo de su actividad lo mismo que su piel o sus sentidos…Lo que es la mediación de esa actitud, es… la existencia de un individuo como miembro de una comunidad”.[13]

En el caso del modo asiático de producción, en que se trata realmente de la propiedad de la tierra por pequeñas comunidades – relación de propiedad- , pero que toma la forma de posesión hereditaria de la tierra por dichas comunidades -relación de apropiación real- :

“La unidad que comprende las otras [las pequeñas comunidades], que se encuentra por encima de todos esos pequeños organismos comunales, puede parecer como el propietario superior o único, y las comunidades reales como sus poseedores hereditarios . . . También es perfectamente posible que esa unidad parezca algo superior y separada de las numerosas comunidades particulares . . . Una parte del sobretrabajo pertenece a la comunidad superior que aparece en último análisis como una persona . . . El déspota aparece aquí como el padre de todas las numerosas comunidades particulares, como realizando la unidad común de todas” .[14]

En el modo antiguo de producción, se trata de una coexistencia de propiedad del Estado y de propiedad privada: “Ser miembro de la comunidad sigue siendo un supuesto previo para la apropiación de la tierra, pero en su calidad de miembro de la comunidad el individuo es un propietario privado . . . El hecho de que las condiciones naturales de su trabajo le pertenezcan está mediatizado por su existencia como miembro del Estado, por la existencia del Estado como un supuesto previo considerado divino. . . ”[15]

En lo que Marx llama forma germánica de producción y de propiedad, se trata de la coexistencia de propiedad comunal y de propiedad privada: “Entre los germanos, en que familias aisladas se instalan en los bosques, separadas por largas distancias, desde un punto de vista externo la comunidad existe simplemente en virtud de cada acto de unión de sus miembros, aunque su unidad existe por si misma instaurada por la herencia . . . La comunidad aparece así como una asociación, no como unión, como un acuerdo por el cual los individuos independientes son los propietarios de la tierra y no como unidad. En realidad, por esta razón, la comunidad no tiene directamente existencia como Estado, como entidad política, como sucedía entre los antiguos . . . Cuando se trata de que las comunidades adquieran existencia real, los propietarios de la tierradeben celebrar una asamblea, mientras que la existente en Roma es independiente de esas asambleas.. . ”[16]

Finalmente, en lo que concierne al modo de producción feudal: “Aquí, el hombre independiente ha desarrollado; todo el mundo vive sojuzgado: siervos y señores de la gleba, vasallos y señores feudales, seglares y eclesiásticos. La sujeción personal caracteriza, en esta época, así las condiciones sociales de la producción material como las relaciones de vida cimentadas sobre ella.[17]

En el m .p .c . asistimos, por el contrario, a una relación de homología entre la relación de propiedad y la relación de apropiación real : esta homología se instaura gracias a la separación del productor directo y de los medios de producción en la segunda relación, lo que Marx llama separación del productor directo y de sus condiciones naturales de trabajo, que se presenta en la etapa de la gran industria. De esa separación, que convierte al trabajador en un elemento del capital y el trabajo en una mercancía, nace principalmente el carácter de lo económico de ese modo como proceso de producción de la plusvalía. Esa combinación determina una autonomía específica de lo político y de lo económico. Marx lo percibe en sus dos manifestaciones: por una parte, en sus efectos sobre lo económico: por ejemplo, el proceso de producción en el m .p .c . funciona de manera relativamente autónoma, y no necesita la intervención, característica de los otros modos de producción, de “coacción extraeconómica” ; el proceso de reproducción ampliado -Rosa Luxemburgo lo hacía observar con razón- está determinado principalmente por la “razón económica” de producción de la plusvalía, aparecen las crisis puramente económicas, etc.  Por otra parte, Marx percibe esa autonomía en sus efectos sobre el Estado capitalista.

Esa combinación específica de lo económico del m .p .c ., como determinación en última instancia, atribuye igualmente a lo económico, en ese modo de producción, el papel predominante. Esto, como se sabe, fue establecido a la vez por los análisis de Marx en El capital relativos a ese modo, y por sus observaciones comparativas concernientes a otros modos de producción en que el papel predominante corresponde a lo político o a lo ideológico.

Esta introducción nos permitió definir el objeto y el método de este ensayo, así como la teoría que sirve de base a la investigación y la exposición. Nos permitió igualmente definir ciertos conceptos fundamentales y presentar así el marco teórico del texto que sigue. Estas observaciones introductivas encontrarán en él su justificación.


[1] Sobre estas materias véase Althusser: L a revolución teórica de Marx y también Para leer El capital; “ Matérialisme historique et matérialisme dialectique” , Cahiers Marxistes-Léninistes, núm. 11 ; y “ Sur le travail théorique. Difficultés et ressources” . La Pensée, abril de 1967.

[2] Precisémoslo a fin de no caer en el viejo equívoco de la “ abstracción-concretización” positivista.

[3] Teoría general que no hay que confundir con el materialismo dialéctico, pues este último no es la simple epistemología del materialismo histórico.

[4] Adoptando la terminología de Althusser con La revolución teórica de Marx y designando por g .I (generalidades I) la materia prima del proceso de pensamiento, por g .2 (generalidades II) los útiles o medios de trabajo teóricos, y por g .3 (generalidades III ) los conocimientos, puede esquematizarse el orden lógico del proceso que va de los conceptos más abstractos – relativos a objetos formales (abstractos)- a los conceptos más concretos -relativos a objetos reales (concretos y singulares)—-, en resumen, los diversos soportes necesarios del discurso teórico, de la manera siguiente:

Sea nuestro objeto la teoría de lo político en el modo de producción capitalista.

G-3: (Conocimientos ya obtenidos por el proceso de pensamiento sobre el materialismo histórico : teoría general de la que forma parte el concepto más abstracto de lo político como instancia de toda estructura.)

G-1  va hacia G-2 y luego hacia G-3:

(Informaciones, nociones, etc., sobre el modo de producción capitalista.)

(Conocimiento de la teoría particular del modo de producción capitalista.)

G-1  va hacia G-2 y luego hacia G-3:

(Informaciones, nociones, etc., sobre el Estado capitalista, sobre la lucha de clases en el modo de producción capitalista, etcétera.)

(Conocimiento de la teoría regional de lo político en el modo capitalista de producción.)

G-1  va hacia G-2 y luego hacia G-3:

(Análisis concreto de una coyuntura política concreta.)

(Informaciones sobre una formación social capitalista y su nivel político en particular.)

(Conocimiento de lo político en esa formación social.)

[5] Véase también, en este sentido, A. Badiou : “ Le recommencement du matérialisme dialectique” , en Critique, mayo de 1967.

[6] El capital (Fon do de Cultura Económica, 1959 ) , t. II 37.

[7] Véase a este respecto Balibar, Para leer El capital, y Ch. Bettelheim : La transition vers léconomie socialiste, 1967. Advierto, sin embargo, que yo expongo aquí las relaciones económicas, y su combinación, en su forma más simple. Bettelheim, en su curso Le calcul économique social, 1 9 6 7 , redactado pero inédito, que tuvo a bien comunicarme, y que es de importancia decisiva, demuestra pertinentemente la complejidad (el doble aspecto) que revisten esas relaciones y su combinación.

[8] Homología/no-homología, que no hay que confundir con correspondencia/no-correspondencia (que se encontrará en el caso de la transición), pues una combinación de no-homología muy bien puede consistir en una correspondencia de las dos relaciones. Sobre lo que abarca el término metafórico homología (que yo empleo a falta de otra mejor y que tomo de Balibar), véase Bettelheim , op. cit.

[9] El capital, t. II, p. 733.

[10] El capital, t. I, p. 4 7 (nota ).

[11] El capital, t. m , pp. 7 32-3.

[12] F u n d a m e n t o s …, p. 154. Cito este texto según la edición alem ana, R ow ohlt: K arl M arx, T e x te zur Meth od e u n d Praxis, t. ni.

[13] F u n d a m e n t o s . . . , o p . c it., p. 138.

[14] Ib id ., p. 132.

[15] Ib id ., p. 133.

[16] Ib id ., p. 130.

[17] El capital, t. i, p. 4 2 . Así, pues, si se tiene en cuenta que:a] el modo de producción es un concepto que implica la presencia de todas las instancias sociales, b] el modo de producción feudal no presenta la misma autonomía de instancias que el m .p .c ., y c] lo político reviste con frecuencia en el modo de producción feudal el papel predominante, puede fundamentarse la legitimidad de la designación de feudal que Marx da a dicho modo: en efecto, según se ha hecho observar con frecuencia, esa designación se refiere sobre todo a las relaciones políticas de ese modo “ feudal” . (A este respecto, J . Maq uet: “ Une hypothèse pour l’étude des sociétés africaines” , en Cahiers d’Ê lu d es Africains, 6, 1 9 6 1 ; M . Rodinson: Islam et capitalisme,

1966, pp. 66 ii, e tc.) Lo que, por el contrario, es un problema, es la “ representación” que Marx se hacia de’ las relaciones políticas feudales: tomada al pie de la letra, llevaría a excluir del modo de producción feudal formaciones sociales a base de servidumbre, pero cuyas relaciones políticas no corresponden a esa representación.

Carta a los militantes del FMLN: Dejen de ser obstáculos. EDH. Paolo Luers. 6 de marzo de 2024

Compañeros: Un país necesita una izquierda democrática, combativa y creativa. El desastre, que vive el país con el régimen de Bukele, en gran parte se debe a que en toda la fase de la postguerra no logramos construir una izquierda de este tipo.

Para crearla ahora, no sirve para nada la reorganización profunda del partido FMLN, como la anunció Oscar Ortiz. Se necesita una refundación de la izquierda, en base de dos ejes: la defensa de la democracia con su sistema republicano de división de poderes y la erradicación de la corrupción y de la pobreza.
Necesitamos una izquierda creíble que se desmarque claramente de las dictaduras con discurso revolucionario en Nicaragua, Cuba y Venezuela, que el FMLN defiende hasta la fecha.
Yo he expresado esto desde que terminamos la guerra. Tuve que observar que esta fuerza formidable, audaz y plural que era el FMLN insurgente era incapaz de convertirse en la izquierda democrática que necesitaba el país para su transformación sólida a la paz y la democracia.

Lo he expresado en docenas de artículos. Junto con muchos otros, que también tomaron distancia crítica al FMLN de la postguerra, abogamos por la refundación de la izquierda salvadoreña en innumerables discusiones con miembros del FMLN y personajes independientes de la izquierda. Hasta que nos cansamos. Nos cansamos, cuando vimos al FMLN gobernar manchándose con la misma corrupción sistémica heredada de Tony Saca.

Nos cansamos, cuando vimos a muchos personajes de la izquierda democrática uniéndose a Mauricio Funes, quien hundió la izquierda en la más cínica corrupción. Pero ahora, luego de que el mismo FMLN llevó al poder a Nayib Bukele, permitiéndole robarle a la izquierda gran parte de sus bases sociales, y luego de la derrota final del FMLN
en las elecciones del 2024, hay que retomar este concepto de la refundación de la izquierda.

En un país al borde de caer en una dictadura, una izquierda democrática es más indispensable que nunca. Yo digo esto con plena consciencia que todos los que hemos sido parte de la izquierda insurgente somos responsables por la incapacidad de crear una fuerza progresista capaz de defender la democracia contra el ataque de la antipolítica y del populismo autoritaria a mano de los Bukele.

Luego de 12 años de formar parte de la izquierda insurgente más formidable de América Latina, no fue fácil comprender que el partido FMLN de la postguerra era obsoleto y se estaba convirtiendo en un obstáculo para la construcción de una sociedad democrática.

Plantearlo en discusiones internas y luego en público no fue bien visto por los ortodoxos que se habían hecho del control del partido. Los más radicales de esta tendencia llamaron traidores a sus críticos. Sin embargo, era necesaria la permanente crítica a la manera del partido de hacer política y de gobernar.

Hoy ya no se trata de buscar culpables, tampoco de pelear por ideologías. Hoy se trata de cerrar filas contra la dictadura de Bukele. Pero sólo tiene sentido cerrar filas si es sobre la base de un claro compromiso compartido con la democracia, con la Constitución, con la libertad de expresión y con el pluralismo. Sólo tiene sentido, si se condena y combate el autoritarismo, sea disfrazado con un discurso de izquierda o de derecha.

Los Maduro y Ortega son enemigos de la libertad igual que los Milei y Bukele. Sin los sectores progresistas será imposible crear una alternativa democrática al modelo autoritaria, corrupto y demagógico del Bukelismo. Espero que al final el FMLN deje de ser obstáculo.

Nuestro principal desafío. Ricardo Ayala. FMLN. 5 de marzo de 2026

Para propios y extraños, el estado actual del FMLN genera muchas preguntas e incógnitas sobre su presente y futuro. Sus comentarios parten desde los intereses que persiguen, ya sean desde el campo de la izquierda o desde las filas de la derecha; o bien para intereses personales o grupales; o ya sea con incertidumbre o esperanza acerca de la lucha por la justicia social y la emancipación.

El actual régimen político de derecha y su presidente inconstitucional y fraudulento, pregonan que los resultados electorales han destruido al partido de izquierda y celebran con vítores esta que creen su mayor epopeya, copando las portadas de sus panfletos. Con ello pretenden ocultar la manipulación que hicieron antes, durante y posterior al proceso electoral, desde el abandono y desfinanciamiento de las municipalidades hasta la modificación de la organización territorial bajo fórmulas que les favorecerían.

Otros, desde la derecha, la centroderecha y la izquierda light creen aprovechar los duros resultados para el FMLN, haciendo leña del árbol caído, con el cuento que éste ahora es insignificante en el escenario político, pero su incoherencia los delata cuando lo atacan visceralmente, lo que evidencia que el FMLN sigue teniendo un peso político relevante pese a su situación actual. Para estos vendedores de encuestas “chaveleadas” y pésimos analistas, entuertos de supuestos revolucionarios, la existencia del Frente es un obstáculo para sus sueños de movimientos de izquierda, hoy que ya no pueden vivir a costillas del partido, como lo hicieron durante los 10 años de gobierno del FMLN.

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Y también están quienes con justa incertidumbre o con esperanza se preguntan sobre el presente y futuro del partido de izquierda, síntesis de la lucha popular desde hace más de 40 años. Son quienes están convencidos que la razón de luchar no se determina por la cantidad de diputados o alcaldes que se tienen, sino por la denuncia y enfrentamiento contra el capitalismo en su estado neoliberal, que pretende arrastrar a la humanidad a la barbarie antes de perder su hegemonía sobre los pueblos del mundo. Y esa cara salvaje de este capitalismo lo vimos en la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora, que reunió a la putrefacta ultraderecha que está a la ofensiva a nivel mundial, especialmente en Europa y América.

Es este sector de la izquierda coherente y comprometida la que puede ayudar a recuperar al FMLN como opción revolucionaria, como alternativa al capitalismo, no como alternancia ni menos como reciclaje.

Y son ellos quienes deben saber que la crisis que atraviesa el FMLN es el resultado de la pérdida del rumbo revolucionario en su conducción en la medida que la democracia representativa y burguesa fue absorbiendo poco a poco a los principales dirigentes a través de la maquinaria de privilegios que trituró su ética revolucionaria, forjada durante la lucha guerrillera, pero vulnerable ante las mieles de la función pública. Ahí está la raíz de la crisis actual, que se agudizó durante los dos gobiernos bajo la gestión del FMLN que, si bien impulsó una reforma social en beneficio de los sectores más pobres, pero en política económica propició el saneamiento de la economía capitalista en crisis.

Buscar la causa de la debacle del partido y su política en el quehacer reciente, o es por ingenuidad, o es por conducta maliciosa de ocultar y desviar la atención en la responsabilidad sobre la crisis actual. Dos presidentes exiliados por cargos por presunta corrupción, ya sea propia o de su círculo cercano, y la mayoría de la ex dirección partidaria en desbandada, no hacen más que comprobar que ahí está el origen de la descomposición ética y el desprestigio de nuestro partido.

Por la tanto, la salida a esta crisis pasa porque el FMLN recupere su rumbo revolucionario y estreche nuevamente relación con el pueblo, lejos del clientelismo político con el que se acercó a la gente durante los últimos 18 años únicamente a pedir el voto. Coincide este tiempo con la desaparición física de Schafik, quien a pulso se ganó la mente y el corazón del pueblo. De ahí debemos aprender.

Y para recuperar ese rumbo revolucionario del FMLN y el corazón del pueblo, quienes nos identificamos con el pensamiento y la causa por una transformación radical de la sociedad debemos aunar nuestros mejores esfuerzos, además de comulgar iguales objetivos. Ese es nuestro principal desafío.

Avances y retrocesos del proyecto Bukele en elecciones 2024. Roberto Pineda. San Salvador, 6 de marzo de 2024

Introducción

Las recién finalizadas elecciones -tanto presidenciales, como legislativas, municipales y del Parlacen- permiten concluir que sus resultados no fueron los soñados y esperados  por el presidente Bukele.

Y aunque logró la anhelada reelección presidencial en febrero, las cuentas no cuadraron en lo legislativo ni en lo municipal , pese a obtener la mayoría en ambos espacios. Y esto no obstante el férreo control – tanto legal como ilegal- ejercido sobre este proceso por parte de los operadores y subordinados del proyecto político cyan (incluyendo a TSE y FGR).

Esto hace que la voluminosa victoria en la elección  presidencial, deje un innegable y reconocido sabor de derrota, principalmente en las elecciones municipales.

Los resultados son los siguientes; en lo legislativo, de 60 diputados, Nuevas Ideas obtiene 55, PDC 2, ARENA 2, y VAMOS 1, quedan fuera GANA y FMLN.  A nivel de PARLACEN, NI obtiene 13 diputados, ARENA 2, FMLN 2, GANA,1, PDC, 1 y PCN, 1.

En lo municipal, de 44 alcaldías, la proyección otorga 28 alcaldías a Nuevas Ideas, dos de esas en coalición con Cambio Democrático (CD); seis a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), tres al Partido de Concertación Nacional (PCN), cuatro al Partido Demócrata Cristiano (PDC), una a la coalición PCN-PDC, una a Fuerza Solidaria (FS) y una a la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En lo municipal queda fuera el FMLN.

Estos resultados vinculados a lo legislativo y municipal, sacaron a relucir grietas de vulnerabilidad, ya que incluso en lo local, el proyecto Bukele tendrá la necesidad de ampliar la base política de su mandato territorial, con aliados como PCN, PDC, GANA, y FS, e incluso con el trago amargo de la ARENA rosada, tanto en La Libertad este como en la Asamblea Legislativa.  

El control férreo del proceso y estos desenlaces inesperados -en lo legislativo y municipal- reflejan políticamente, debilidad más que fortaleza de un proyecto que se asemejaba a una aplanadora que iba a derribar a los viejos partidos surgidos de la guerra y los Acuerdos de Paz, el FMLN y ARENA. No lo lograron, la memoria histórica es rebelde.

La lección es que todo lo que sube baja, aunque tarde en bajar, así como que Bukele no es todopoderoso -puede ser derrotado-aunque se encuentre en la cúspide de la colina del poder. La reelección de Claudia Ortiz como diputada- del minúsculo partido de derecha Vamos-  es por esto muy significativa, dado su papel de figura opositora al régimen.

A la vez que  la victoria de Milagro Navas de ARENA rosada – no tricolor-en la Libertad Este, sobre la principal candidata de Nuevas Ideas; la humillante derrota de Will Zalgado en San Miguel Centro por el PDC y de Cesar Godoy en La Libertad Costa (donde se encuentra Surf City) por GANA;  tienen histórica y simbólicamente en el imaginario político, mucho más peso que la raquítica conquista por Mario Duran de San Salvador centro.

Nuevas Ideas será indudablemente la fuerza política mayoritaria de esta década, como lo fueron en el pasado el FMLN -guerrilla convertida en partido político gobernante -durante la segunda década de este siglo (2009-2019); ARENA -el partido de la derecha oligárquica- de 1989 a 2009.

El PDC -el instrumento político de la guerra de contrainsurgencia-durante los años ochenta, el PCN – el viejo partido de la dictadura militar-durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, respectivamente. Para no mencionar al PRUD -años cincuenta- y a Pro-patria, el partido del General Martínez -años treinta y principios del cuarenta-. El arcoíris del poder político en las últimas décadas se ha pintado de azul, verde, tricolor, rojo y cyan.

En este contexto, a continuación exploramos algunos escenarios a futuro que se plantean para el proyecto político Bukele y sus aliados, para la derecha e izquierda partidarias, así como para el movimiento popular y social.  

El proyecto Bukele

El proyecto Bukele logra mediante estas elecciones asegurar su mandato autoritario hasta el año 2029. Y lo hace contando con cuatro pilares estratégicos; respaldo popular, control del estado, imagen mesiánica y neutralidad imperial.

La naturaleza de clase del proyecto Bukele lo separa de los intereses oligárquicos, de los cuales no es subordinado, ya que representa  los intereses de sectores emergentes de la burguesía  comercial, que surgen en el marco de la década de gobierno del FMLN. Son intereses ligados a lo urbanístico, centros comerciales, fomento del turismo, entre otros. Y lo hace en estrecha alianza con el capital transnacional.

El primer y fundamental pilar, es que goza del respaldo indiscutible de la mayoría de la población, tanto dentro del país como de la diáspora, básicamente en agradecimiento a sus políticas represivas pero eficientes de seguridad pública.

Pero por otra parte enfrenta hacia futuro la necesidad urgente de garantizar mayores niveles de bienestar popular, mediante la creación de empleos, abaratamiento de la canasta alimenticia, entre otras medidas.  En la medida que logre éxitos en este complejo terreno,  su popularidad se mantendrá, en caso que no lo haga, esta irá disminuyendo. La primera prueba de fuego será en el 2027.  

El otro factor es su control unipersonal del ejecutivo, legislativo, judicial, PNC, Fuerza Armada y de buena parte de la gestión municipal. Este factor le garantiza que se implementen todo tipo de decisiones en lo económico, político, diplomático, financiero, etc. Pero a la vez le condiciona a que el peso de cualquier tipo de decisión sea -asumida o no- responsabilidad de la administración Bukele.

El tercer factor unifica a los dos anteriores y se manifiesta como la visión mesiánica, indiscutible, de un líder bonapartista que asume la conducción unipersonal del estado. Esto le da unidad de mando, pero a la vez es inescapable la responsabilidad política que conlleva, le pertenecen las victorias, pero también  las derrotas.  

Y por último se encuentra la actitud de Estados Unidos, que ha pasado del respaldo durante la administración Trump (embajador Johnson 2019-2021); a la actitud opositora inicial de Biden (embajadora Manes 2021-2022) que luego se ha convertido – por necesidades de frenar la migración-en actitud de “neutralidad cordial”  y se materializa con el nuevo embajador Duncan (2023 a la actualidad). Esta posición a su vez incide en la actitud de la Unión Europea hacia El Salvador.

Un triunfo republicano en Estados Unidos en noviembre de este año de su “amigo” Trump -que no puede descartarse-vendría a fortalecer aun más el proyecto Bukele.  En el caso de China, su apuesta con nuestro país es más estratégica que táctica.

La derecha partidaria opositora (ARENA, Vamos, Nuestro Tiempo)

ARENA nació  en 1981 en el marco de una situación revolucionaria, en la cual los sectores de la antigua oligarquía terrateniente, construyeron un instrumento político para enfrentar este urgente peligro.

Luego el partido fue evolucionando con Cristiani hasta terminar representando los intereses de la oligarquía financiera. En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, dado entre otras causas, a la predominancia en la economía del capital transnacional -estadounidense, mexicano, suizo, colombiano, hondureño e incluso  de la Republica Dominicana (grupo Rizek recién compró AFP Crecer) -en la economía del país.  

Es evidente una ruptura en su seno entre dos sectores. Un sector que controla la cúpula del partido ( Carlos García Saade) y se ubica en la oposición al régimen, representando los intereses de algunos sectores del capital oligárquico, particularmente los vinculados con el clan Cristiani. Este sector de ARENA impulsa un frente común con los partidos Vamos y Nuestro Tiempo en oposición al presidente Bukele. Y su principal bandera de lucha es la democratización del país.  

Otro sector, en el que puede ubicarse a Milagro Navas  y los dos diputados electos, representa  a sectores del capital oligárquico interesados en fortalecer una alianza “de beneficio mutuo” con el clan Bukele, entre estos la familia Callejas, dueños de Super Selectos, que recientemente abrieron su tienda número 12 en el mall Mediterráneo de Ahuachapán, a la vez que compraron en Colombia la principal cadena de supermercados, de nombre Éxito.  

Estos dos sectores al interior de ARENA pueden llegar a acuerdos de coexistencia o enfrascarse en una batalla interna por el control del partido. Las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

Por otra parte, es muy interesante como desde hace quince años, desde el triunfo presidencial del FMLN en el 2009,  la derecha mediática (TCS,LPG,D de H) se ha convertido en la abanderada de la lucha por los derechos humanos  y en la actualidad incluso da cabida a noticias de las luchas del movimiento popular y social. Cosas veredes, amigo Sancho.

La derecha partidaria aliada ( PCN, PDC, GANA, FS,CD)

Cada uno de los cinco partido aliados de Bukele representan intereses de sectores sociales claramente definidos. En el caso de PCN  representa intereses de sectores vinculados a la agricultura, en el caso de PDC, GANA, FS y CD,  a sectores urbanos de clase media.

Pensar que el apoyo incondicional al proyecto Bukele se mantendrá inalterado por parte de estos partidos es ingenuo. Cada uno de ellos tratara mediante su practica política de ampliar su base social para garantizar su continuidad  e incluso ampliación para las elecciones de 2027. El olor de la guayaba del poder es muy poderoso.

Y esto conducirá inevitablemente a conflictos con Nuevas Ideas, lo que va conducir a pasar del actual apoyo incondicional, a un apoyo crítico y hasta a visos de independencia.  Los ritmos de este proceso lo determinaran sus propias necesidades partidarias. Y no sería extraño que al interior de estas cinco fuerzas este ya incubándose el reemplazo histórico del presidente Bukele.

La izquierda partidaria (FMLN)

El FMLN es elresultado de la unidad de cinco fuerzas de izquierda (PCS,FPL,ERP,RN y PRTC) así como de la acumulación histórica de cuarenta años de luchas populares contra la dictadura militar, que incluyeron las luchas cívicas electorales y populares de los años sesenta y setenta, la lucha guerrillera de los años ochenta, y los diez años de gobierno de este siglo.

En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, aunque esto sea bastante difícil de asimilar, dado los lideratos históricos. Es un partido dividido en tres tendencias, con diferencias programáticas y de táctica política ( política de alianzas). Una de estas plantea la necesidad de mantener su ideología marxista, otros dos se inclinan más hacia un planteamiento socialdemócrata.

Una de estas plantea que el enemigo principal y más peligroso a derrotar  es el proyecto Bukele, otra que lo sigue constituyendo el imperialismo y la oligarquía (posición que coincide con la de Dagoberto Gutiérrez).

A partir de estas visiones contrapuestas una de estas se inclina por una alianza política con ARENA, Vamos y Nuestro Tiempo, otra rechaza de tajo tal alianza. Una de estas mantiene su vinculo e influencia en el movimiento popular y social, mientras las otras dos se dedican exclusivamente a la institucionalidad partidaria.

Puede vislumbrarse diversos escenarios  al interior del FMLN para la resolución de estas diferencias. Un primer escenario es el de la inercia partidaria, mantener la coexistencia de las tres tendencias, realizar exclusivamente cambios formales y prepararse para la próxima derrota electoral del 2027.

Otro escenario es el de la ruptura, aprovechar los resultados electorales para pasar facturas políticas que conduzcan a un estallido, en el que cada tendencia haga tienda aparte, incluso conservando cada una las cuatro letras.

Un tercer escenario es el de abrirse a una reflexión seria, que incorpore a la izquierda no partidaria, a sector democráticos, y al movimiento popular y social en un debate que reactualice el ideario emancipador, con claros contenidos anticapitalistas y antipatriarcales.

Y que como resultado de esta reflexión surja la emergencia de un nuevo instrumento político de lucha popular y social, abierto, amplio, pluralista. Como en el caso de ARENA, las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

El movimiento popular y social

El movimiento popular y social es en la actualidad un movimiento caracterizado por la debilidad y dispersión tanto ideológica como orgánica. Cada 1 de mayo, las diversas marchas son la expresión trágica de esta situación.

Pero no obstante esto, los resultados electorales para el FMLN derivan precisamente de ese movimiento popular y social, que se identifica con un pensamiento de izquierda. Los grandes desafíos radican en lograr por lo menos la unidad de acción y una agenda común de lucha, entre sus componentes principales, entre los cuales se encuentra el Bloque de Resistencia y Rebeldía y la Alianza Nacional El Salvador en Paz.

Conclusiones

El enfrentamiento de clase en El Salvador asume nuevas características, dada la situación inédita de la hegemonía política de un sector de la burguesía, que mediante un régimen de bonapartismo político, logra el desplazamiento del aparato de estado, tanto de los sectores de la derecha oligárquica, como de la izquierda.

Son tres grandes sectores que a futuro sacaran a  relucir sus espadas.  En el caso del proyecto Bukele, para garantizar la continuidad de su mandato, en el caso de la oligarquía opositora, para aumentar cuotas de poder y en el caso de la izquierda política y social, para organizar, concientizar y movilizar a los sectores populares. La pelea esta planteada.

El Salvador: ¡Este 3M votamos nulo! PCT El Salvador-LIT. Febrero de 2024

Construyamos la alternativa política y revolucionaria de la clase trabajadora y los pueblos. Plataforma de la Clase Trabajadora-Liga Internacional de los Trabajadores Cuarta Internacional.

El 4F se consumó un fraude sistemático, descarado y burdo.

Después del histórico retroceso democrático que representaron las elecciones del 4 de febrero recién pasado, donde las evidencias de un fraude sistemático, descarado y burdo se acumulan cada día, en las que se confirmó lo que las encuestas anunciaban respecto a la facilidad con la que el presidente y a la vez candidato ganaría las mismas y dominaría la Asamblea Legislativa con un grupo de títeres que obedecen ciegamente los dictados de casa presidencial, es importante definir nuestra postura ante este nuevo evento electoral, ya que como trabajadoras, trabajadores y pueblos en lucha, no somos ni debemos ser ajenos a éste y otros eventos de la vida política del país, es falso que nuestras organizaciones no deben meterse en política, en realidad este discurso solo beneficia a la burguesía y sus partidos satélites de todos los colores y sabores.

La elección del 3M es irrelevante

El próximo 3 de marzo los salvadoreños han sido convocados nuevamente a las urnas para elegir 44 alcaldes con sus respectivos concejos municipales además de 20 diputados al PARLACEN (Parlamento Centroamericano). Si bien para las recién pasadas elecciones hicimos un llamado a votar de manera critica sin apoyo político a la oposición para conectar con el sentimiento y la conciencia de la clase (aunque ya decíamos que sería difícil y hasta imposible conseguir el resultado necesario que era equilibrar la Asamblea), en esta ocasión nuestro llamado es a ir a votar todos y anular el voto.

Esto porque creemos que en estas elecciones no hay nada en juego ni hay ninguna posibilidad de balancear nada y de mucho menos lograr alguna influencia o contrapeso al régimen de Bukele.

Todos sabemos que al reducir los municipios a 44 (antes eran 262) el gobierno solo busca consolidar su control y poder territorial. Allá donde había grandes posibilidades de perder las elecciones municipales, se deshicieron legalmente esos municipios y se integraron a otros donde ellos calculan que pueden ganar con mayor facilidad. Pero a esto también hay que agregar que desde hace un par de años se eliminó el llamado Fondo de Desarrollo Económico y Social-FODES, mecanismo de descentralización de los recursos del estado a los territorios, éste era la única posibilidad real que tenían los municipios de resolver algunas necesidades de su población. No es esta una defensa de concejos municipales corruptos sino el simple señalamiento de una realidad obvia.

Lo que queremos decir es que las figuras de los alcaldes y concejos municipales han sido limitadas a ser como meras piezas burocráticas en sus territorios totalmente dependientes del gobierno central y su Dirección de Obras Municipales(que además se convirtió en un negocio privado con la Constructora Salvadoreña) tanto es así que la propaganda del partido oficialista lo reconoce sin disimulo llamando a votar por sus candidatos para que “de la mano de Bukele” puedan gobernar con éxito en sus municipios. Gane quien gane, no cambiara nada para la gente pues actualmente el partido oficial ya gobierna alrededor de 150 municipios donde las necesidades de las personas no han sido resueltas.

En cuanto a los diputados del PARLACEN ¿qué más podemos decir?, es esta una institución inútil e intrascendente no solo para El Salvador sino para todos los países centroamericanos que en los últimos años han visto como este se ha convertido en el premio de consuelo, casa de jubilación e incluso lugar de protección de políticos delincuentes. Todas las decisiones que se toman en este lugar carecen de obligatoriedad de cumplimiento para los países pues solo son recomendables. Aunque la información de los salarios sigue siendo poco trasparente, se dice que cada diputado del PARLACEN gana aproximadamente 4 mil dólares mensuales, que cada país debe pagar a sus diputados. 4 mil por no hacer nada relevante para la vida nacional y centroamericana.

Nadie nos representa: Construyamos la Alternativa Política de la Clase Trabajadora Salvadoreña y los Pueblos.

Estas son algunas de las razones mas importantes por las que este próximo 3 de marzo debemos ASISTIR A VOTAR Y ANULAR NUESTRO VOTO. Así haremos sentir nuestro rechazo a estas instancias inútiles, arcaicas y sin posibilidad real de influencia y donde NADIE NOS REPRESENTA.

Pero nuestro voto nulo debe ser también un grito fuerte que para recordar la imperiosa necesidad de CONSTRUIR LA ALTERNATIVA POLÍTICA DE LA CLASE TRABAJADORA SALVADOREÑA Y LOS PUEBLOS.

Un instrumento que nos permita aglutinar a quienes, con un pensamiento de izquierda obrera, popular, originaria, revolucionaria y socialista, crean que las cosas deben cambiar ya. Un instrumento que no vea las elecciones como el fin ultimo sino como la palestra para elevar la voz, para denunciar y desenmascarar a quienes siguen engañando a las personas salvadoreñas. Un instrumento que nos sirva para preparar y acabar con este régimen y el capitalismo y que pueda llevar a una sociedad socialista que responda de manera autentica a las necesidades del pueblo expoliado y explotado.

¡NADIE NOS REPRESENTA!

¡ESTE 3 DE MARZO VOTAMOS NULO!

¡POR LA CONSTRUCCION DEL INSTRUMENTO POLITICO DE LA CLASE TRABAJADORA Y LOS PUEBLOS!

¡RECONSTRUYAMOS LA IZQUIERDA OBRERA, POPULAR, ORIGINARIA, REVOLUCIONARIA Y SOCIALISTA!

San Salvador 27 de febrero de 2024

Hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Juan de la Cruz. BPJ. Marzo de 2024

Desde hace un poco más de una década venimos luchando por la construcción del partido revolucionario; la marea no había sido tan favorable como lo está siendo hoy. La misma realidad está llevando a conclusiones revolucionarias a las capas más jóvenes de la sociedad salvadoreña.

El cambio de conciencia en un sector específico de la juventud es el resultado de décadas de crisis: crisis económicas y políticas, guerras en el mundo, hambre, pobreza, desempleo y exclusión, migración forzada y crisis climática por todo el planeta. Ahora no hace falta que nosotros argumentemos que este sistema está podrido, que necesitamos cambiar radicalmente esta sociedad. Creemos que la vida es mucho más contundente que miles de discursos hablando de esto.

Una juventud cada vez más comunista

La juventud actual que hoy está llegando a su mayoría de edad concluye que el capitalismo es el culpable de su desgracia. La sociedad capitalista lleva cada vez más a decenas de jóvenes en el mundo a la frustración, la decepción y, en el peor de los casos, al suicidio, atrás quedaron los sueños de que algún día si le echabas ganas podrías llegar a ser Bill Gates o Warren Buffet, los jóvenes hoy solo pueden ver un futuro miserable para sus vidas.

Y es que no puede ser de otra forma, no hay un camino alentador para la juventud. Saber que no van a poder tener un empleo exitoso a pesar de estudiar mucho más que la generación anterior, que no podrán tener casa propia, empleo, salud, educación digna y, por consiguiente, una vida digna, es algo que realmente frustra a la juventud.

Dentro de estas capas de millones de jóvenes hay un sector que, en medio de la desesperanza, se ha podido encontrar con las ideas comunistas. Las ideas comunistas se han vuelto muy populares en el mundo. Y ojo que no lo decimos los marxistas, sino diversas encuestas del mismo sistema. ¿Comunistas en Gran Bretaña, en Suiza, en EE. UU. y Canadá? es algo extraordinario. Por mucho tiempo se pensó que estas ideas sólo podrían tener un eco en los países pobres. Pero el capitalismo no sólo ha traído crisis sino también a sus enterradores en el seno de los países más desarrollados.

Comunistas en El Salvador

Según el Banco Mundial “La tasa de pobreza en El Salvador sigue siendo una de las más altas en América Latina, alcanzando un 28,4 % según datos oficiales en 2021” y “un considerable segmento de la población salvadoreña, 2,5 millones de personas (equivalente al 40 %), se encuentra en situación de vulnerabilidad”. y según datos de la Prensa Gráfica “Los hogares salvadoreños pagaron más por sus alimentos de la canasta básica en 2023. En la zona rural, el precio de la canasta básica aumentó $4.53; los frijoles y huevos subieron más” según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de 2021, alrededor del 50 % de las familias no son propietarias de sus viviendas y alrededor de un 40 % de los hogares vive en hacinamiento”. Según Fundaungo: para finales de 2018, 3 de cada 10 salvadoreños (29.9%) expresaron intención de abandonar el país. Esta potencial decisión de migrar se mantuvo para finales de 2019. La población salvadoreña que más intención de migrar reportaba correspondía a los hombres, las personas jóvenes y aquellos con mayor grado de escolaridad. Así, el 40 % de los jóvenes de 18 a 29 años expresó intención de migrar del país”.

Estas problemáticas afectan directamente y principalmente a la juventud están siendo el cimiento sobre el cual los jóvenes se están radicalizando. Tras las elecciones presidenciales, legislativas y municipales pasadas, una parte de la juventud se preguntó: “¿Si no estoy de acuerdo con Bukele, entonces a quién debería apoyar?” Las opciones que se presentaron a elecciones este 2024 no representan los intereses de la juventud trabajadora. Arena y FMLN han sido partidos que promovieron el sistema capitalista y la democracia que se ajusta a los intereses de este sistema, mientras que las nuevas y “renovadas” opciones (Vamos y Nuestro Tiempo) no son más que un refrito de estos partidos.

Por eso nosotros, Revolución Comunista, hemos decidido tomar la iniciativa hacia la construcción de un partido que represente nuestros intereses como clase trabajadora y la juventud. Este año relanzamos nuestra organización y tras este relanzamiento queremos trazar una ruta hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Por ahora, no sabemos cuánto podemos tardar en fundar el partido que necesita la clase obrera y la juventud, pero estamos seguros de que es el momento de iniciar ese camino con una actitud seria y comprometida y que entre menos tardemos en iniciar más tiempo ganaremos para su pronta fundación.

Los primeros pasos han iniciado con nuestra campaña comunista. El objetivo ha sido preguntar abiertamente a la juventud si es comunista. Todo aquel que se identifica con la idea tiene la tarea de atraer a otros comunistas en su escuela, universidad o barrio, luego formarse en las filas y círculos de nuestra organización, elevar su nivel político y ayudar a aumentar los medios materiales y humanos necesarios para el emocionante camino hacia la construcción del partido. La campaña ¿Eres Comunista? en El Salvador ha dado sus frutos al juntar a las capas más radicalizadas de la juventud. Su objetivo fundamental es unir las fuerzas comunistas de la juventud para ser la base del futuro partido comunista revolucionario, la herramienta de lucha de la clase obrera contra la barbarie capitalista.

¿Por qué luchar por el comunismo?

Todos conocemos, lamentablemente por experiencia propia, que el actual sistema nos lleva a la barbarie. No tenemos acceso a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la alimentación, ni al deporte. Todo lo que debería estar garantizado por la sociedad se ha vuelto un negocio para un puñado de personas que controlan todo: los bancos, las empresas, las tierras, los organismos internacionales y los gobiernos. Esto es vivir en el capitalismo. La participación política y la participación electoral son una farsa; al final, son los grandes ricos los que deciden lo fundamental de nuestras vidas.

Aunque parezca un poco difícil imaginarse una vida alternativa al capitalismo, lo cierto es que sí existe y es posible. Esa alternativa es el comunismo. El comunismo se plantea acabar con el privilegio de los ricos y brindar los derechos fundamentales a la humanidad: educación, vivienda, empleo, salud, deporte y recreación asequible o gratuita son posibles en las condiciones actuales, con todo el dinero que el 1 % más rico de la humanidad se apropia de nuestro trabajo es posible garantizar estos derechos y más a toda la población mundial, el comunismo pondrá toda la riqueza, las fuerzas de trabajo, la capacidad y la inteligencia humana, no al servicio del capital sino al servicio de la humanidad. Al contrario del capitalismo, que hoy por hoy significa muerte, el comunismo representa vida. 

¿Qué tipo de partido?

Para una persona común y corriente hablar de partido en la actualidad lo puede llevar a la conclusión de que esto se remite a un ambiente puramente electoral. Sin embargo, para los marxistas, el partido es más que participación en elecciones. Para los comunistas, un partido significa, en primer lugar, programa, métodos y tradiciones, y solo en segundo lugar, pero no menos importante, un aparato para llevar a cabo sus objetivos.

Nuestro programa es el programa de la revolución socialista, es decir, transformar la sociedad desde la raíz, socializar los medios de producción: fábricas, bancos y la tierra, ponerlas bajo un gobierno democrático de los trabajadores y en función no de una pequeña capa de la sociedad como funcionan hasta hoy, sino en función de la sociedad en general. En pocas palabras, queremos tumbar el capitalismo, poner el mundo patas arriba, cambiar todas las relaciones de propiedad y producción para salvar al planeta y a la humanidad.

Claro que para llegar a la consecución de semejante objetivo se necesita todo un proceso. El proceso empieza inicialmente juntando a todos los que estén de acuerdo con la idea de que para que la humanidad avance hace falta acabar con todo lo que significa un freno para la vida, la naturaleza y el planeta. El primer paso de los comunistas es juntarse bajo la bandera de la lucha por el comunismo, formarse en el seno del partido, para poder agitar en todos los espacios de la vida social y política por las ideas comunistas y organizar a las masas de trabajadores y jóvenes alrededor de estas ideas.

Un partido de y para la clase obrera

El partido comunista revolucionario que queremos construir debe, a través de sus miembros, impulsar todas y cada una de las luchas revolucionarias de los trabajadores y la juventud, en los centros de trabajo, en las comunidades, en las universidades y barrios. Allí donde esté, deberá luchar, organizar y agitar con el programa del partido. Su tarea es luchar hombro a hombro con cada joven trabajador, explicar y llegar a las causas más profundas de su miseria y ayudar a sacar conclusiones revolucionarias, contribuir a la defensa y conquista de sus derechos. Solo en la medida en que los comunistas sean parte y no espectadores externos del movimiento vivo de las masas trabajadoras podrán demostrar su convicción por la revolución comunista, ese es nuestro objetivo. Solo entonces la revolución comunista se irá convirtiendo en una realidad inmediata.

Luchamos por la democracia obrera

Los comunistas no somos enemigos de las elecciones burguesas. Aunque sabemos que son solamente una farsa para enmascarar la dictadura del capital, y que cuanto más perfeccionada, es decir, mejor funcione la democracia de los ricos, más sutil se vuelve el engaño contra los oprimidos. Creemos necesario la participación en tales instancias, no con el objetivo de conseguir votos hacia el comunismo, sabemos perfectamente que una revolución comunista no es posible a través del sistema electoral burgués. Como decía Engels, el voto masivo de la clase obrera no puede expresar más que solo la madurez del movimiento del proletariado. Los cambios no se harán desde las urnas y los salones ministeriales del gobierno. Usamos las elecciones sólo como un medio para alcanzar nuestros objetivos. Presentarse a elecciones abre escenarios que estando fuera no se podrían utilizar, espacios en los medios de comunicación, una tribuna abierta para denunciar los pactos del gobierno con los empresarios y banqueros, denunciar los frenos y obstáculos que el mismo sistema tiene para cambiar realmente las condiciones de vida. Vemos la participación electoral como un medio para demostrar su ineficacia para las soluciones que la clase obrera demanda. Para los comunistas, las elecciones no son un fin en sí mismas, sino solamente un medio para el fin, esa es toda nuestra política en la democracia burguesa.

Nosotros abogamos por una democracia obrera, donde la clase obrera sea libre de participar y decidir sobre cómo se utilizan sus recursos, que pueda participar en las grandes decisiones del país a través de asambleas democráticas con voto libre y directo. Donde los representantes delegados a decidir por otros no sean inamovibles e intocables como lo son en la actual democracia. Para evitar la degeneración, la corrupción y la traición, los comunistas abogamos por medidas básicas que rigen la democracia obrera: elecciones libres y democráticas, representante obrero (delegado, diputado o concejal), salario obrero (no mayor a $900) así evitamos hacer carrera por los cargos de elección popular, revocabilidad inmediata de todos los cargos de elección popular si la mayoría más uno lo decide en asambleas populares, así evitamos procesos burocráticos de 3 o 5 años para cambiar a los representantes traidores, rotación de todos los cargos periódicamente, así evitamos la burocratización del sistema, contabilidad y libros abiertos de los gastos estatales, ningún secreto con respecto al dinero del pueblo. Estas medidas son en esencia las que Lenin retomó de la Comuna de París y planteó para la Rusia soviética, tiene toda la validez que hace 100 años.

Un partido para el comunismo internacional

El Partido Comunista Revolucionario que queremos construir, al ser parte de una Internacional Comunista Revolucionaria, siempre mantendrá un internacionalismo proletario. Entendemos que nuestra lucha revolucionaria no es local, sino internacional. Por ese motivo, queremos trabajar siempre bajo una perspectiva internacionalista que una los lazos de las luchas del mundo, bajo los propios intereses del comunismo internacional. El partido comunista será internacionalista y antiimperialista; su lucha será contra el capitalismo internacional por el comunismo mundial.

Un partido para el trabajo práctico y teórico comunista

Lo que nos estamos proponiendo hoy, sin duda, no es una tarea fácil. Necesitaremos de todos los medios humanos y materiales posibles para lograr nuestros objetivos. Solo con tu contribución, con tu militancia y tu sacrificio, podremos construir un partido a la altura de los objetivos históricos del proletariado. Los Comunistas Revolucionarios no queremos perder tiempo. Estamos ansiosos por juntar fuerzas, formar, educar y capacitar a la ala más revolucionaria de la juventud actual. Esperamos que este mensaje llegue a las personas adecuadas. Si estás leyendo esto y te identificas con estas ideas, si eres joven y te declaras comunista, eres la persona que andamos buscando. No pierdas más tu tiempo, la revolución comunista te necesita.

Desde hace meses, nos hemos dedicado a promover el comunismo a través de la campaña internacional “¿Eres comunista? ¡Organízate!”. Esta iniciativa tiene como objetivo reunir a los comunistas de cada país para formar círculos de reclutamiento y formación. Nuestras filas están mayormente conformadas por jóvenes comprometidos como tú, quienes trabajan incansablemente para difundir las ideas comunistas y asegurar los recursos necesarios. Por ejemplo, necesitamos equipos de impresión, locales, oficinas y trabajadores a tiempo completo. Únete a nuestra causa y participa en esta lucha.

Unirse a nuestra lucha es fácil. Puedes llenar una solicitud en nuestra página web para la campaña “¿Eres Comunista?” y dejarnos tus datos. Te contactaremos de inmediato para incluirte en una célula comunista y luego formarte y reclutar a más comunistas. Si no puedes participar directamente, también puedes contribuir donando directamente a la campaña por el comunismo en El Salvador. Cualquier donación monetaria es bienvenida y será de gran ayuda para el trabajo de construcción del partido.

Construyamos ahora el partido de la revolución comunista. Únete ahora a los comunistas revolucionarios de El Salvador que se están planteando la tarea de construir un partido comunista revolucionario.

Hablemos sobre como construir una nueva izquierda. Alberto Castro. El Socialista centroamericano. PSOCA. Febrero 2024

En este último ejercicio electoral el FMLN, respecto a la elección presidencial logró alcanzar 204,107 votos, pese a la enorme diferencia con Nayib Bukele, sacó un resultado que supondría algo de aliento tomando en cuenta las desventajas en la contienda, sumado al desprecio que tiene este instituto, sobre todo por el odio fomentando por la retórica cyan.

Hasta acá, la situación del FMLN daba para recobrar un poco las esperanzas de cara al futuro inmediato, pero luego en las elecciones para diputados de la Asamblea Legislativa (AL), obtuvo un revés; quedó fuera como fracción política por primera vez desde que se firmaron los Acuerdos de Paz.

Su peor derrota electoral en su historia como partido político legal, tomando en cuenta que venía de lo más alto siendo parte del bipartidismo treinteno, gobernó desde 2009 a 2019, pero debido a los casos de corrupción y la violencia de las pandillas, entre otros, perdió credibilidad y ganó desprecio popular.

Para este periodo que casi termina (2021-2024), el FMLN aún conserva 4 diputados, pero ya era obvio su descalabro, pues de ser la primera fuerza política electoral, había caído tanto, pero aún sobrevivía dentro de la AL, para el periodo 2024-2027 las cosas son aún peor al quedarse fuera de la AL en donde tanto oficialismo como oposición son bloques de derecha, un parlamento con representación en su totalidad de la derecha, la izquierda mientras tanto sigue a la deriva.

Expresiones en su seno y orientación política

El FMLN cuando tuvo apoyo popular, no representó en sí al sentir de sus electores, aunque ejerció enorme control sobre la mayor parte del movimiento sindical y popular, solo se sirvió de estos para rivalizar mediante presión social con sus adversarios políticos representados políticamente en ARENA, partido acuerpado en aquel momento por la ANEP, ASI, ASDER, etc.

En la cima de la dirección política del FMLN se fue consolidando un sector empresarial a través de los negocios de ENEPASA con PETROCARIBE, este grupo empresarial conforme se iba consolidando como burguesía emergente, más se alejaba de las bases del partido y del mismo pueblo, en cambio procuraba ser la expresión política de algunos sectores burgueses emergentes, a consecuencia de ello fueron apareciendo los Bukele y otras hierbas.

Se siente la ausencia de la izquierda revolucionaria

En El Salvador la ausencia y casi extinción de la izquierda es tal que hasta partidos políticos de derecha como VAMOS o Nuestro Tiempo, expresan lo que socialmente debería ser la izquierda, no es para nada extraño que VAMOS tenga apoyo de sindicatos y organizaciones populares.

Pero, ojo, que no se trata en sí de un dimorfismo electoral donde estos partidos que en principio siendo derechas de poco en poco se vuelven también la expresión política de la clase trabajadora y del pueblo a través de las urnas.

Lo que en realidad pasa es que, ante una dictadura en ascenso donde impera el arbitrio, la racionalidad se encuentra en las bases más sólidas del conservadurismo constitucional, y es aquí donde la defensa de los Derechos constitucionales y sus garantías atraen a quienes las arbitrariedades les resulta un peligro o quienes la han padecido.

No se puede ocultar que este vacío no lo volverá a ocupar el FMLN, tampoco aparece a la vista otra alternativa desde la izquierda, por lo que recomponer y fortalecer las izquierdas no es algo para nada sencillo, el uso del plural es porque no existe una izquierda homogénea, tal y como lo pretendió hacer creer el FMLN, existen diversas organizaciones de la izquierda reformista y de la izquierda revolucionaria.

Diversos esfuerzos, pero poca identidad de clase

Cada organización política de izquierda tiene sus propios planes, tácticas y estrategias, pero no son muchas quienes entienden que no se trata de una disputa intransigente entre la izquierda y la derecha, sino de la lucha de clases, por lo que, aparejado a este interés por recobrar fuerzas debe ir la unidad de esfuerzos por la construcción del poder popular, nombre mancillado actualmente por una federación sindical afín al oficialismo, el verdadero poder popular es de clase.

«(La oposición podrá hacer) una acción más simbólica»: Álvaro Artiga. DEM. Entrevista por Yolanda Magaña. 5 de marzo 2024

El politólogo Álvaro Artiga cree que la oposición actual representada en la Asamblea Legislativa «no tiene futuro» y ve posible que surja una «nueva fuerza», sin embargo, no de los partidos tradicionales que los señala de incapaces de atraer nuevos simpatizantes.

Luego de las elecciones legislativas del 4 de febrero que achicó la oposición a tres de 60 escaños legislativos, no cree que la oposición esté pulverizada, pero sí está en un proceso de «irrelevancia» en donde desde la Asamblea Legislativa podrían tener un papel más «simbólico» en el cual puedan ser la voz de personas inconformes con el gobierno y tal vez desempeñar un cierto control con limitaciones.

¿Se pulverizó la oposición, la voz de la oposición ha sido silenciada?

Yo diría que ha quedado disminuida, más de lo que ya estaba en la legislatura que está terminando. Los pocos diputados que hacen oposición prácticamente van a ser tres, van a tener dificultades para poder estar presentes en todas las comisiones y darse cuenta de algunas cosas, casi van a quedar reducidos a su presencia en las plenarias.

Si no conocen lo que está discutiendo o lo que se va a presentar, es como que van a estar ahí, al menos en la función legislativa, de adorno. Ellos tendrán que inventar, digamos, formas que les permitan tener alguna capacidad de incidencia no tanto en la legislación sino en la representación de sectores que socialmente son de oposición o que no van a estar de acuerdo de algunas medidas que adopte el gobierno, como voceros de esos sectores, que también es función de un Parlamento. En la vía inversa, ellos pueden ser voceros de lo que ocurre adentro en la Asamblea Legislativa con sus limitaciones.

Yo creo que es necesario que emerja otra fuerza a la cual no se le pueda poner el mote de que son los mismos de siempre y se les vincule con gobiernos corruptos anteriores, sino una oposición que surja de cara a las decisiones que este gobierno hace».

¿Van a poder fiscalizar?

No sé si fiscalizar, pero sí monitorear, tendrán acceso a alguna información que no les va a servir para ejercer la función de control, que es otra función que tienen los parlamentos. En el país no ha funcionado mucho porque normalmente es la oposición la que activa eso.

Aunque no puedan hacer eso, activar una comisión especial para que investigue algo, promover una interpelación, pueden tener acceso a información, por ejemplo, en el momento en que se discuta el presupuesto, esos son momentos privilegiados donde alguna palabra podrán decir, hacer una lectura crítica. La otra función es la función representativa, aunque sean tres, ellos están ahí por los votos que sumados es una buena cantidad de electores. Quizás será una acción más simbólica la que van a poder hacer que una acción con eficacia política.

¿Qué deberían hacer para aumentar esa posibilidad de control o es imposible?

En esta configuración de esta Asamblea no creo que puedan hacer algo más de lo que acabo de mencionar. Las decisiones del gobierno pueden ir afectando a otros sectores de los que pueda provenir una nueva oposición. La oposición no tenemos que pensarla solo en los términos de los partidos Arena, FMLN y Vamos.

Yo creo que es necesario que emerja otra fuerza a la cual no se le pueda poner el mote de que son los mismos de siempre y se les vincule con gobiernos corruptos anteriores, sino una oposición que surja de cara a las decisiones que este gobierno hace, no viendo al pasado, sino enfrentando las medidas de carácter económico que este gobierno va a ir adoptando. Porque, una vez bajo control el tema de seguridad, el tema que se vuelve importante es que la gente tenga mejores condiciones de vida, pero ¿podrá el gobierno mejorar sus condiciones de vida si esas condiciones de vida dependen de un modelo que favorece solo a unos grupos empresariales que tienen sus intereses en el turismo, en la construcción de apartamentos, centros comerciales, en energía, en el desarrollo del sector turístico o en la zona costera?

Yo pensaría que de la misma dinámica económica va a ir saliendo la posibilidad de una nueva oposición que no necesariamente esté vinculada a los partidos tradicionales.

Más que fortalecer a esos partidos, lo que vemos es, por los resultados electorales, no crecen en relación con las elecciones anteriores. No creo que de ahí venga de ahí una alternativa política. Creo que eso va a aparecer a partir de las mismas medidas económicas y el impacto que esas tengan sobre sectores de la población.

¿Por qué cree que Arena y FMLN perdieron tantos votos, más de 864,000 votos?

Primero en 2018 cuando ya hay un importante sector de la población que está pensando que era necesario un partido de izquierda diferente al FMLN y también en la derecha. Recuerdo una encuesta de 2017 y dos tercios decía que era necesario otro partido. Lo que ya tuvimos en 2018, en el caso del FMLN, que pierde ocho diputados, en 2019 pierde la Presidencia, Arena se mantiene, pero en 2021 ya es la debacle de los dos partidos. Y lo que hemos visto en esta elección es la continuación de eso. Es una especie, no de pulverización, pero sí de un proceso de irrelevancia cada vez mayor, en parte porque se le han ido electores que fueron hacia Nuevas Ideas, en parte porque sus votos duros por cuestiones de edad les es difícil ir a votar, se están muriendo.

Lo que le ocurre a esos dos partidos es llamativo, pensando en el PCN, que ha tenido la capacidad de sobrevivir desde los años sesentas, pasó el golpe de Estado de 1979, pasó todo el conflicto, los conflictos internos y todavía tiene presencia con dos diputados.

En el FMLN cada vez los líderes históricos tienen menos protagonismo. El problema que tienen es que no han tenido la capacidad, y dudo que la tengan, de atraer a nuevos electores, a nuevos simpatizantes.

¿Qué tanto le va a costar no estar presente en la Asamblea Legislativa al FMLN?

El problema no lo centraría tanto en el FMLN porque antes de 1994 ellos estaban fuera y, sin embargo, tenían una fuerza, la fuerza de las armas pero tenían también una fuerza social que es la que posibilita un número importante de diputados. El FMLN en ese sentido tiene su pasado y parte de su capital es la experiencia de estar fuera del Órgano Legislativo, no debería significar la muerte, creo que el problema de muerte para el partido es esa incapacidad, porque ha cambiado la sociedad salvadoreña y ellos siguen manejando unos discursos que no tienen raigambre social.

En la oposición tuvieron el dilema de llevar un candidato único y decidieron que no. ¿Qué piensa de ello?

Yo no estoy seguro de que haya sido una especie de incapacidad de hacer una candidatura única porque también podríamos leerlo como una estrategia para hacerle el juego al gobierno y legitimar el resultado participando. Porque uno podría decir, en el caso de Arena y FMLN, ¿no estarían boicoteando el esfuerzo de creación de candidatura única?

No hay que olvidarse que hay un sector en el Frente que tiene vínculos con el gobierno a través de un liderazgo histórico. Uno podría preguntarse si la candidatura que salió no era justamente para eso. No creería que solamente fue incapacidad. Por eso le digo que esa oposición yo creo que no tiene futuro.

O sea, ¿la oposición actual representada en la Asamblea Legislativa usted cree que no tiene futuro?

Yo creo que no tiene futuro.

¿Es más darle cabida a que salga para que represente a ese sector que no está de acuerdo con el gobierno?

Ahorita hay un consenso mayoritario en torno a lo que hace el gobierno pero como eso está basado en el tema seguridad, ahora le toca dar resultados en materia económica. Pero, en materia económica, desde hace cinco años quienes se están beneficiando son unos grupos empresariales a los cuales no se les ha afectado, por ejemplo, el de las Administradoras de Fondos para Pensiones (AFP), no así los trabajadores. Usted puede ver que ha crecido el desarrollo urbanístico, esos son los que están expandiendo sus negocios, pero se están haciendo en terrenos que eran de otras personas. La apuesta económica no es favorecer a la mayoría de la población. Sí puede generar empleos. Pero, para poder desarrollar económicamente el país y que la gente tenga un nivel de mejora, es otro tipo de inversiones, no centros comerciales ni hoteles porque eso lo único que hace es empleo de baja calidad. Es el mismo (modelo) y no parece que se vaya a modificar, al contrario, que se va a profundizar.

Supóngase que fuera cierto, que se permita la llamada minería verde, esos sectores que se van a ver afectados negativamente, yo no veo una política. Vemos en la zona alta de Chalatenango, volándose bosques. La apuesta económica no es para desarrollar una fuerza productiva diferente basada en otros rubros.

Puede ver lo que le ha pasado a los agricultores en este quinquenio frente a los importadores y ahora estamos que vamos a traer carne de Colombia. ¿Quiénes son los que están ganando? Entonces, a la gente le va a quedar como opción, o irse del país, que desde hace ratos es la opción; antes, muchos jóvenes, ante la falta de oportunidades, la alternativa que tenían era incorporarse a las pandillas, ahora está esa válvula cerrada. ¿Qué va quedando? No se ve que el gobierno tenga una apuesta por rubros económicos que favorezca a la mayoría de la población. Al contrario, el resultado que tenemos es un retroceso en indicadores de desarrollo económico y social.

No hay, por dónde le busque y por eso creo que es el mayor desafío que tiene el gobierno. Además, ha tenido problemas de finanzas públicas. Si acepta las condiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) eso va a llevar condicionantes que puedan llevar recorte del gasto público, ahí no veo. No estoy diciendo que el gobierno no va a ser algo, podría modificar el funcionamiento de la económico de tal manera que haya una mejor distribución de la riqueza, pero la pregunta es tiene eso en la mira.

¿Cuál es el mayor desafío en estos cinco años que vienen?

Así como hubo una reducción de homicidios, se puede discutir si eso es sostenible o no pero el hecho es que durante un buen tiempo la gente respira un ambiente de mejor seguridad, así como se enfocó en el tema de seguridad, ahora es el tema de cómo hacemos para que la gente, si ha subido la canasta básica, tenga un mejor ingreso. No es el tema de hacer crecer la economía, porque ahí puede haber una trampa, porque la parte más importante se la llevan los mismos de siempre. Nicaragua es el ejemplo que por años tuvo tasas de crecimiento del 5 % y, sin embargo, el nivel de pobreza compite con el que hay en Guatemala y en Honduras, están los tres en peor situación que El Salvador en materia de pobreza.

¿El mayor desafío es implementar un modelo económico que responda a las mayorías?

A esos que le han votado. Por eso es el desafío. Si en cinco años, estos que le han votado no ven resultados, ahí va a ir apareciendo la oposición del gobierno.

¿Cree que no les dura la «luna de miel» gracias al régimen de excepción?

Siempre salieron los dos problemas, seguridad y economía. Enfocó en seguridad, si la estrategia fue negociar con las pandillas es otra historia, después vino el tema del régimen de excepción, la cosa es que en cinco años redujo los homicidios. Si violenta los derechos humanos de algunas personas, son cosas que se pueden discutir pero lo que no se puede discutir que hay un descenso de homicidios y la gente tiene la percepción de un ambiente más tranquilo.

Pero sigue quejándose de que no le alcanza el dinero, gente que está dejando de comer, los colegios registraron un descenso en la matrícula, la misma encuesta de hogares de 2022 dio a conocer un incremento en el número de pobres, la FAO está anunciando una hambruna que puede afectar a un millón de salvadoreños, hay una especie de barómetro de progreso social donde El Salvador ha descendido en indicadores de bienestar socioeconómico. Tiene que haber respuesta ahí. Puede seguir construyendo carreteras pero eso no cambia la situación de las personas. Ya 10 años, en donde el gobierno puede agregar medidas que profundicen el deterioro económico de la familia salvadoreña. De ahí le va a venir la oposición. Si quiere permanecer, no necesariamente el presidente, la coalición que gobierna y el proyecto económico de esos empresarios, tienen que dar alguna respuesta económica.

Nuevas Ideas tuvo 500,000 votos menos en las legislativas que en las presidenciales, ¿qué mensaje da esta diferencia a los diputados de Nuevas Ideas?

Ahí lo que uno podría estar observando es que la confirmación que ese liderazgo del proyecto actual está basado en la figura del presidente, no hay otro que tenga una capacidad de arrastre y ni siquiera el partido como tal.

Lo que demuestra es que todo esto descansa en el presidente y ese es el gran riesgo del asunto, no en términos peyorativos; los empresarios, sus negocios, no deben depender de la suerte de una persona, si tienen una visión de un poquito de mayor largo plazo.

Nuevas Ideas tiene que consolidar un partido, no solo tenerlo presente en los momentos electorales. El problema es que eso significa institucionalizar el poder, mientras que ahorita esto opera a partir del carisma del presidente; y el carisma y la institución son cuestiones contrarias. Siempre ha sido un problema para los partidos institucionalizarse. Nunca hemos vivido realmente la alternancia, lo que hemos tenido es sucesión de partidos en el gobierno pero ningún partido que fue gobierno regresó al poder.

Lo que va a ocurrir es que el descontento que genere Nuevas Ideas de no resolver el tema económico de ahí va a salir el sucesor digamos. Por eso, para alargar más esa distancia y no depender solo de la figura presidencial, el partido tiene que tener fuerza y ahí es donde se necesitan liderazgos partidarios.

¿Pero podría ser un arma de doble filo?

Me imagino que por eso, para que no salgan esos competidores y porque estaba en la mirada la reelección, se encargaron de que ‘aquí nadie sobresale’. A menos que tengan pensados otros cinco años, si no, tendrán que ir potenciando nuevos liderazgos que aseguren la continuidad.

¿Cómo se llama la forma de gobierno que vive El Salvador?

Antes del 1 de junio, independientemente si aquí había una democracia que se estaba debilitando o un régimen híbrido, no hay duda, para cualquier analista de la política salvadoreña, medianamente serio, que trate de ser objetivo, de que, D, o sea, el régimen es no democrático. Ahí hay variedades, necesitamos tener más información para saber qué tipo de régimen no democrático es el que se ha instaurado.

Cuando le digo variedad es porque Cuba tiene un régimen no democrático, Nicaragua tiene tiene un régimen no democrático, Venezuela tiene un régimen no democrático, Rusia tiene un régimen no democrático, Irán tiene un régimen no democrático, pero no son iguales.

¿Qué lo hace no democrático?

Ah, dos cosas: que no hay manera de controlar a los gobernantes, un gobernante puede saltarse las normas, nadie le hace el control de cuentas; y el otro elemento, el piso de la democracia, es que haya elecciones bajo estándares democráticos, con reglas claras y una de las reglas que no se cumplió es el tema de la candidatura inconstitucional. Analizando, usted puede llegar a la conclusión de que los organismos de gestión electoral que se integran con el principio de la desconfianza recíproca eso se anuló (en las elecciones del 4 de febrero).

Que el presidente iba a ser reelecto, ahora 2.7 millones, a saber, no hay manera de saber qué pasó con el voto electrónico y puede ser que sea correcto, pero no hay manera. Esto es como que hubiésemos vuelto al Consejo Central de Elecciones antes de 1994, el CCE hacía elecciones, que haya elecciones no quiere decir que son elecciones democráticas, esa historia la tiene el país y en parte era por esa integración de los organismos de gestión electoral.

Eurocentrismo di Samir Amin. Recensione di Monica Quirico. Jennaio 2024

Nel 1988 usciva Eurocentrismo di Samir Amin (1931-2018), che, sfidando la rappresentazione dominante della storia e della cultura occidentali (introiettata anche da una parte del marxismo), contribuiva a innovare radicalmente le categorie interpretative del capitalismo.

In un’epoca contrassegnata (in Occidente come altrove) dalla politica identitaria, la traduzione italiana della seconda edizione dell’opera, uscita in francese nel 2008 con una Prefazione e un Capitolo conclusivo che aggiornano la versione originale, invita a riflettere sulla genealogia dei fenomeni odierni, il cui punto d’arrivo Amin così sintetizza: “l’ideologia borghese, che in origine avanzava ambizioni universalistiche, vi ha rinunciato per sostituirvi il discorso postmodernista delle ‘specificità culturali’ irriducibili (e, in forma volgare, lo scontro inevitabile delle culture)” (p. 32).

Nella sua Introduzione, Riolo ripercorre la vita di Amin dalla nascita in Egitto agli studi in Francia, suo paese di adozione. Il giovane ricercatore, che a Parigi si iscrive al PCF, si trova a lavorare alla sua tesi di dottorato in una fase in cui la Conferenza di Bandung (1955) e successivamente la Conferenza di Belgrado (1961) pongono all’ordine del giorno il processo di decolonizzazione e insieme l’emergere del movimento dei paesi non-allineati.

Diventa così urgente un confronto sulle cause dell “arretratezza” (nella terminologia occidentale) del Sud del mondo. Amin figura, insieme con Giovanni Arrighi, Andre Gunter Frank e Immanuel Wallerstein, tra i fondatori della scuola che guarda al capitalismo come sistema globale, il cui centro (l’Occidente) prospera impedendo lo sviluppo dei paesi periferici, per poter estrarre valore dalla loro forza-lavoro e depredarne le risorse naturali.

Tuttavia, rispetto agli altri capostipiti di questo filone di studi Amin è quello che più si mantiene ancorato agli strumenti concettuali coniati da Marx (in particolare, quelli di modo di produzione e formazione sociale), pur ricollocandoli in una dimensione globale.

In opere come L’accumulazione su scala mondiale. Critica del sottosviluppo (1970) e Lo sviluppo ineguale (1973), l’economista franco-egiziano sviluppa la tesi che il divario tra l’Occidente e i paesi periferici non sia affatto imputabile a un ritardo di questi ultimi, bensì costituisca la condizione necessaria dell’esistenza stessa dell’ordine fondato sul mercato. Proporre di colmare lo squilibrio con l’adozione, nel Sud del mondo, di politiche modellate sul percorso dei paesi occidentali è dunque mistificatorio.

Nel Capitolo I di Eurocentrismo, dedicato a Modernità e interpretazioni religiose, Amin discute l’eredità dell’Illuminismo, che, a differenza delle culture precedenti, riconosce all’uomo la capacità di fare la propria storia; tale libertà tuttavia è viziata dalla subordinazione alle esigenze del capitalismo.

La “ragione emancipatrice” è infatti una ragione borghese, con precise determinazioni temporali e geografiche; essa identifica la libertà con il mercato e, sul piano politico, con la democrazia, un regime in cui lo Stato ha una funzione ancillare rispetto all’economia.

Nella deriva rappresentata dall “ideologia libertaria di destra” (Hayek) scompare ogni finzione: gli esseri umani rimangono artefici della propria storia, ma il teatro in cui si muovono è una giungla. È l’epoca dell’americanizzazione del mondo. Si impone una ragione degenerata e distruttiva, che non solo rinuncia a ogni parvenza di emancipazione, ma assume la funzione di “impresa di demolizione dell’umanità” (p. 43) e del pianeta tutto.

Il marxismo è lo strumento per comprendere il mondo e trasformarlo, a patto – sul punto l’autore insiste – di partire da Marx, anziché riproporne dogmaticamente le analisi. Da Marx nondimeno Amin riprende la centralità del binomio struttura-sovrastruttura, depurandolo dalle storture deterministiche e facendone la bussola dello studio non del mero modo di produzione, ma delle formazioni sociali nella loro totalità e mutua interazione, risultato del rapporto dinamico tra l’istanza economica, quella politica e quella culturale-religiosa.

Forte di una robusta conoscenza della storia delle religioni e della filosofia (e naturalmente dell’Africa), Amin indaga il ruolo che le diverse fedi e culture hanno svolto in relazione allo sviluppo del capitalismo.

Una sensibilità decisamente sui generis, nella storia del marxismo, che porta l’autore a smontare il mito del cristianesimo in generale o di una sua specifica declinazione (la Riforma protestante) come fucina della modernità capitalistica, in virtù di peculiarità – assenti in altre religioni – che avrebbero partorito il “miracolo europeo”. È vero semmai il contrario, osserva l’autore: le religioni, tutte, si sono conformate alle esigenze del modo di produzione capitalistico, ma lo hanno fatto in modo diverso.

Perché l’Europa ha rotto con il modo di produzione tributario e il mondo musulmano no? A questa domanda, gli occidentali rispondono puntando il dito contro le specificità della religione islamica; un tema agitato anche da quello che Amin chiama islam politico, espressione che raggruppa tanto i moderati quanto i fondamentalisti, accomunati da una forma di eurocentrismo rovesciato: “I due discorsi del capitalismo mondializzato e dell’islam politico non sono in conflitto, ma perfettamente complementari” (p. 95).

Manovrato da borghesie nazionali succubi delle classi dominanti europee e nordamericane, l’islam politico (inclusa la teocrazia iraniana) addebita il degrado del mondo musulmano all’Occidente, senza mettere mai in discussione la vera causa della sua subalternità: il capitalismo, che esige l’esistenza di un centro e di periferie subordinate.

L’élite occidentale ha quindi tutto l’interesse a fomentare il fondamentalismo islamico (come si è ben visto in Afghanistan): esso non solo garantisce che i popoli periferici rimangano subalterni al capitalismo mondiale, ma può sempre essere addotto come pretesto per legittimare interventi repressivi all’estero e in casa.

Quanto al cristianesimo, esso non ha creato la società borghese; piuttosto, si è rivelato più adattabile, in virtù di due assenze, rispetto alle altre due religioni: la rinuncia a costruire il regno di Dio sulla terra e la mancanza di una traduzione giuridica dei principi del Vangelo.

Nel Capitolo II, Per una teoria della cultura. Critica dell’eurocentrismo, Amin prende di mira le due declinazioni della storiografia eurocentrica, che, nel loro apparente antagonismo, condividono un approccio teleologico. La prima è quella liberale, che istituisce una continuità fra il mondo greco-romano (arbitrariamente identificato con l’Occidente e contrapposto all’Oriente), l’età feudale (cristiana) e l’avvento del capitalismo.

La seconda è la teoria degli stadi di matrice marxista, presente negli scritti giovanili di Marx ed Engels e poi canonizzata da partiti e teorici comunisti. Se la nozione di comunismo primitivo lascia il posto a quella di comunitarismo (una rete di piccole comunità cementate dalla parentela), l’operazione più dirompente di Amin è il ridimensionamento geografico e cronologico del feudalesimo, inserito nel più ampio modo di produzione tributario, i cui elementi caratterizzanti sono una struttura politica centralizzata che estrae surplus economico da un’area agraria e il ruolo ideologico legittimante delle grandi religioni.

In esso Amin ricomprende tanto il marxiano modo di produzione asiatico, che ne costituisce il nucleo centrale, quanto il feudalesimo europeo, che del modo di produzione tributario appare come un capitolo tutto sommato marginale rispetto ai regni africani e asiatici.

Coerentemente, l’autore sovverte la periodizzazione tradizionale: la cesura fra antichità e medioevo (collocata dalla storiografia eurocentrica alla fine dell’impero romano d’Occidente) viene retrodatata all’epoca dell’unificazione ellenistica dell’Oriente (300 a.C. circa).

Muovendo da un concetto di totalità a dominante, Amin propone una tipologia dualistica dei modi di produzione: mentre in quelli precapitalistici lo sfruttamento delle classi subalterne è diretto e l’istanza dominante è quella politico-ideologica, nel capitalismo lo sfruttamento è, per così dire, mascherato dal contratto fra datore di lavoro e proletario. In esso è l’istanza economica a governare direttamente le società, attraverso una mercificazione universale che ingloba perfino la forza-lavoro.

Dopo aver analizzato l’evoluzione di cultura e religione (strettamente intrecciate) nelle società tributarie delle diverse aree del mondo, nel Capitolo III, La cultura del capitalismo, Amin ripercorre l’unificazione forzata del globo a opera del capitalismo, cui corrisponde una Weltanschauung (la Ragione) solo formalmente universalistica: un mondo in cui nove miliardi di persone godano del tenore di vita degli occidentali è semplicemente inconcepibile; il sistema pretende anzi la polarizzazione fra centro e periferia e l’eliminazione dei paesi che resistono a una globalizzazione di facciata.

“L’ideologia dominante legittima così sia il capitalismo come sistema sociale sia la diseguaglianza su scala mondiale che lo accompagna. […] Il mito filocristiano, quello dell’antenato greco, la costruzione antitetica e artificiale dell’orientalismo connotano il nuovo culturalismo europeo ed eurocentrico, condannandolo irrimediabilmente ad accettarne l’anima dannata: il razzismo ineliminabile” (p. 165). Amin si spinge oltre: il nazismo, lungi dal rappresentare un’aberrazione della storia, è una possibilità sempre attuale.

Quale contributo possono offrire Marx ed Engels a un’analisi del capitalismo realmente esistente, ossia globale ma polarizzato? Amin ritiene che, nonostante alcuni spunti fecondi, Marx non si sia affrancato dall’ottimismo evoluzionistico di matrice illuministica della sua epoca, confidando nella tendenza all’omogeneizzazione (cioè europeizzazione) del mondo, con i paesi “arretrati” che recuperano il loro ritardo, lungo una traiettoria lineare.

Sarà questa l’interpretazione prevalente nella II Internazionale. Per andare oltre Marx, Amin propone di convertire la sua legge del valore (modellata sul punto più alto del sistema capitalista, quello occidentale) nella “legge del valore mondializzata”, per dare conto di una doppia polarizzazione: quella fra centro e periferie e quella all’interno delle periferie.

Mentre nei paesi centrali il consenso alla democrazia borghese è “comprato” con un aumento costante dei salari (oggi però non è più così), nelle periferie solo le borghesie vassalle del centro vedono aumentare il proprio tenore di vita, ricorrendo a regimi autocratici per soffocare il malcontento della popolazione.

Dalle sabbie mobili del capitalismo si può uscire solo con lo “sganciamento” dei popoli delle periferie mondiali dal centro del sistema. Le rivoluzioni nazionali delle periferie, con la formazione di Stati realmente autonomi, sono il primo passo di una transizione dal capitalismo globale a un socialismo inevitabilmente altrettanto mondiale (è evidente qui la presa di distanza dallo stalinismo). La transizione sarà lunga e imprevedibile, ma l’alternativa è la “barbarie capitalistica eurocentrica” (p. 215).

Amin non è stato solo un teorico; ha partecipato attivamente, come racconta Riolo, alla fondazione e alle attività del Forum mondiale per le alternative, dove ha sollevato con forza i problemi posti dallo sviluppo ineguale, a partire dalla questione contadina e da quella ambientale. Deluso dall’eurocentrismo delle influenti ONG occidentali che partecipavano al Forum, ha invocato il lancio di una V Internazionale. È con quell’esperienza che si chiude il Capitolo V, Per una visione non eurocentrica della storia, in cui l’autore sintetizza il suo contributo al dibattito globale sul capitalismo, rispondendo altresì alle critiche mossegli da esponenti del marxismo occidentale.

Eurocentrismo è un saggio di non facile lettura. Chi legge non troverà la genealogia dei concetti che Amin impiega (evidenti, ma non esplicitati, sono i debiti verso Gramsci, Althusser e Poulantzas, tra gli altri): il suo è un testo militante, non di marxologia.

Leggendolo oggi, saltano all’occhio alcune lacune. Pur condannando a più riprese la condizione delle donne nell’islam, l’autore non fa del patriarcato un elemento costitutivo dello sfruttamento capitalistico. La sua vigorosa critica del determinismo non cancella l’impressione che il margine di manovra degli esseri umani sia limitato, al cospetto delle diverse “istanze”. Va poi rimarcato che la finanziarizzazione estrema dell’economia e l’impatto sociale e antropologico di digitalizzazione e automazione sono assenti, nelle parti aggiunte per la seconda edizione (benché Amin sia ben consapevole che finanza e tecnologia sono due degli strumenti di cui il centro si avvale per tenere soggiogate le periferie).

Pur con questi limiti, Eurocentrismo colpisce per la capacità dell’autore di cogliere, già nel 1988, la formazione di un mondo multipolare (condizione necessaria, per Amin, di una transizione al socialismo) e la resistenza che a esso avrebbero opposto gli Stati Uniti nonché la centralità di quella frattura metabolica fra umanità e natura che Marx trattava nel Capitale.

Chi ancora vede nel materialismo storico un apparato fondamentale per la comprensione del mondo non può non sentire un debito imperituro nei confronti di Amin, che ne ha smascherato il vizio eurocentrico. Leggere questo testo ci costringe a fare i conti con il “culturalismo” della stessa sinistra anticapitalista, che periodicamente grida al ritorno del fascismo senza pensare che per la maggior parte dell’umanità oppressione e discriminazione sono una costante della storia.

Samir Amin: Eurocentrismo. Modernità, religione e democrazia. Critica dell’eurocentrismo, critica dei culturalismi, a cura di G. Riolo, La Città del Sole, Napoli/Potenza, 2022, pp. 274, Isbn 9788882925529

«Stiamo assistendo alla caduta finale dell’Occidente». Alexandre Devecchio intervista Emmanuel Todd. Gennaio 2024

GRANDE INTERVISTA A «LE FIGARO» – Nel suo ultimo libro, lo storico e antropologo diagnostica La Sconfitta dell’Occidente. Nel suo saggio La Caduta finale, pubblicato nel 1976, l’autore aveva previsto con precisione il crollo dell’Unione Sovietica. «Le Figaro» spera che, questa volta, il “profeta” Todd si sbagli.

LE FIGARO. – Secondo lei, questo libro ha in particolare come punto di partenza l’intervista che ha concesso al «Figaro» esattamente un anno fa, intitolata “La Terza Guerra Mondiale è iniziata”. Ora lei constata la sconfitta dell’Occidente. Ma la guerra non è finita…

Emmanuel TODD. – La guerra non è finita, ma l’Occidente è uscito dall’illusione di una vittoria ucraina possibile. Non era ancora chiaro per tutti quando scrivevo, ma oggi, dopo il fallimento della controffensiva di quest’estate, e la constatazione dell’incapacità degli Stati Uniti e degli altri paesi della NATO di fornire armi sufficienti all’Ucraina, il Pentagono sarebbe d’accordo con me.

La mia constatazione della sconfitta dell’Occidente si basa su tre fattori.

Primo, la carenza industriale degli Stati Uniti con la rivelazione del carattere fittizio del PIL americano. Nel mio libro, smonto questo PIL e mostro le cause profonde del declino industriale: l’insufficienza della formazione di ingegneria e più in generale il declino del livello educativo, a partire dal 1965 negli Stati Uniti.

Più in profondità, la scomparsa del protestantesimo americano è il secondo fattore della caduta dell’Occidente.

Il mio libro è in fondo un seguito a L’etica protestante e lo spirito del capitalismo, di Max Weber. Egli pensava, alla vigilia della guerra del 1914, con giustezza, che l’ascesa dell’Occidente era nel suo cuore quella del mondo protestante: Inghilterra, Stati Uniti, Germania unificata dalla Prussia, Scandinavia. La fortuna della Francia fu di essere geograficamente attaccata al gruppo di testa. Il protestantesimo aveva prodotto un livello educativo elevato, inedito nella storia umana, l’alfabetizzazione universale, perché esigeva che ogni fedele potesse leggere da sé le Sacre Scritture.

Inoltre, la paura della dannazione, il bisogno di sentirsi eletto da Dio inducevano un’etica del lavoro, una forte moralità individuale e collettiva. Con, in negativo, alcuni dei peggiori razzismi mai esistiti – anti-nero negli Stati Uniti o anti-ebreo in Germania – poiché, con i suoi eletti e i suoi dannati, il protestantesimo rinunciava all’uguaglianza cattolica degli uomini. Il vantaggio educativo e l’etica del lavoro hanno prodotto un vantaggio economico e industriale considerevole.

Oggi, simmetricamente, il recente crollo del protestantesimo ha innescato un declino intellettuale, una scomparsa dell’etica del lavoro e una cupidigia di massa (nome ufficiale: neoliberismo): l’ascesa si converte in caduta dell’Occidente.

Questa analisi dell’elemento religioso non denota in me alcuna nostalgia o deplorazione moralistica: è una constatazione storica. D’altronde anche il razzismo associato al protestantesimo scompare e gli Stati Uniti hanno avuto il loro primo presidente nero, Obama. Non possiamo che rallegrarcene.

LF. E qual è il terzo fattore?

Il terzo fattore della sconfitta occidentale è la preferenza del resto del mondo per la Russia. Questa ha scoperto discreti alleati economici ovunque. Un nuovo soft power russo conservatore (anti-LGBT) ha funzionato a pieno regime quando è diventato chiaro che la Russia reggeva lo shock economico. La nostra modernità culturale appare infatti piuttosto folle al mondo esterno: constatazione da antropologo, non da moralista rétro. E inoltre, poiché viviamo del lavoro sottopagato degli uomini, delle donne e dei bambini dell’ex terzo mondo, la nostra morale non è credibile.

In questo libro, il mio ultimo, voglio sfuggire all’emozione e al giudizio morale permanente che ci avvolgono e proporre un’analisi spassionata della situazione geopolitica.

Attenzione, coming out intellettuale in arrivo: nel mio libro mi interesso alle cause profonde e di lunga durata della guerra in Ucraina, piango la scomparsa del mio padre spirituale in storia, Emmanuel Le Roy Ladurie, e confesso tutto: non sono un agente del Cremlino, sono l’ultimo rappresentante della scuola storica francese delle Annales!

LF. Possiamo davvero parlare di guerra mondiale? E la Russia ha davvero vinto? Ci troviamo semmai in una forma di stallo…

Gli americani cercheranno effettivamente uno stallo che permetterebbe loro di mascherare la loro sconfitta. I russi non lo accetteranno. Sono consapevoli non solo della loro superiorità industriale e militare immediata, ma anche della loro debolezza demografica futura.

Putin vuole certamente raggiungere i suoi obiettivi di guerra risparmiando uomini e si prende il suo tempo. Vuole preservare quel che ha acquisito nella stabilizzazione della società russa. Non vuole rimilitarizzare la Russia e tiene a proseguire il suo sviluppo economico.

Ma sa anche che classi demograficamente vuote stanno arrivando e che il reclutamento militare sarà nei prossimi anni (tre, quattro, cinque?) più difficile. I russi devono quindi abbattere l’Ucraina e la NATO ora, senza permettere loro alcuna pausa. Non facciamoci illusioni. Lo sforzo russo si intensificherà.

Il rifiuto occidentale di pensare alla strategia russa nella sua logica, con le sue ragioni, le sue forze, le sue limitazioni, ha portato a una cecità generale. Le parole fluttuano nella nebbia. Sul piano militare, il peggio deve ancora arrivare per gli ucraini e gli occidentali. La Russia vuole probabilmente recuperare il 40% del territorio ucraino e ottenere un regime neutralizzato a Kiev. E sui nostri schermi televisivi, proprio mentre Putin afferma che Odessa è una città russa, si continua a raccontare che il fronte si sta stabilizzando…

LF. Per dimostrare il declino dell’Occidente, si insiste sull’indicatore della mortalità infantile… In che modo questo indicatore è rivelatore?

Fu nell’osservare l’aumento della mortalità infantile in Russia tra il 1970 e il 1974, e l’interruzione della pubblicazione delle statistiche su questo argomento da parte dei sovietici, che avevo dedotto che il regime non avesse futuro, nel mio libro ‘La Caduta finale’ (1976).

Quindi è un parametro che ha dimostrato la sua efficacia. Gli Stati Uniti sono qui in ritardo rispetto a tutti i paesi occidentali. I più avanzati sono i paesi scandinavi e il Giappone, ma anche la Russia è avanti. La Francia sta meglio della Russia, ma si sentono da noi i primi segni di un aumento. E, in ogni caso, siamo qui in ritardo rispetto alla Bielorussia.

Questo significa semplicemente che quello che ci viene detto sulla Russia è spesso falso: viene presentata come un paese in declino, enfatizzando i suoi aspetti autoritari, ma non si vede che è in una fase di rapida ristrutturazione. La caduta è stata violenta, il rimbalzo è sbalorditivo.

Questo dato può essere spiegato ma significa prima di tutto che dobbiamo accettare una realtà diversa da quella veicolata dai nostri media. La Russia è certamente una democrazia autoritaria (che non protegge le sue minoranze) con un’ideologia conservatrice, ma la sua società si sta muovendo, diventando molto tecnologica con sempre più elementi che funzionano perfettamente.

Dire questa realtà mi definisce come uno storico serio e non un putinofilo. Ogni putinofobo responsabile avrebbe dovuto prendere le misure del suo avversario. Sottolineo costantemente che la Russia ha, assolutamente come questo Occidente che pensava decadente, un problema demografico.

La legislazione russa anti-LGBT, se probabilmente seduce il resto del mondo, non porta i russi a fare più figli di noi. La Russia non sfugge alla crisi generale della modernità. Non c’è un contro-modello russo.

Creare un orizzonte sociale con l’idea che un uomo possa veramente diventare una donna e una donna un uomo, significa affermare qualcosa di biologicamente impossibile, è negare la realtà del mondo, è affermare il falso.

Tuttavia, non è impossibile che l’ostilità generale dell’Occidente strutturi e dia armi al sistema russo, suscitando un patriottismo di raduno. Le sanzioni hanno permesso al regime russo di lanciare una politica protezionistica di sostituzione su larga scala, che non avrebbe mai potuto imporre da solo ai russi, e che darà alla loro economia un vantaggio considerevole su quella dell’UE.

La guerra ha rafforzato la loro solidità sociale, ma anche loro hanno una crisi individualista, i resti di una struttura familiare comunitaria sono solo un elemento di mitigazione. L’individualismo che muta pienamente in narcisismo si sviluppa solo nei paesi dove regnava la famiglia nucleare, soprattutto nel mondo anglo-americano. Osiamo un neologismo: la Russia è una società di individualismo incorniciato, come il Giappone o la Germania.

Il mio libro propone una descrizione della stabilità russa, poi, muovendosi verso l’ovest, analizza l’enigma di una società ucraina in decomposizione che ha trovato nella guerra un senso alla sua vita, passa poi al carattere paradossale della nuova russofobia delle ex democrazie popolari, poi alla crisi dell’UE, e infine alla crisi dei paesi anglo-sassoni e scandinavi.

Questo movimento verso l’ovest ci porta per tappe verso il cuore dell’instabilità del mondo. È un tuffo in un buco nero. Il protestantesimo anglo-americano ha raggiunto uno stadio zero della religione, oltre lo stadio zombie, e produce questo buco nero. Negli Stati Uniti, all’inizio del terzo millennio, la paura del vuoto si trasforma in deificazione del nulla, in nichilismo.

LF. Parlare di democrazia autoritaria a proposito della Russia non è forse un po’ troppo lusinghiero?

Bisogna uscire dalla contrapposizione fra democrazia liberale e autocrazia pazza. Le prime sono piuttosto oligarchie liberali, con un’élite disconnessa dalla popolazione: nessuno al di fuori dai media si preoccupa del rimpasto a Palazzo Matignon. Al contrario, bisogna anche usare un altro concetto per sostituire quelli di autocrazia o di neostalinismo.

In Russia, la maggioranza della popolazione sostiene il regime, ma le minoranze – che siano gay, etniche, od oligarchi – non sono protette: è una democrazia autoritaria, nutrita dai resti del temperamento comunitario russo che aveva prodotto il comunismo. Il termine ‘autoritario’ pesa per me tanto quanto il termine ‘democrazia’.

LF. A causa della sua critica alla decadenza delle ‘oligarchie liberali’, si potrebbe pensare che lei invidi il secondo modello…

Assolutamente no. Sono un antropologo: a forza di studiare la diversità delle strutture familiari e dei temperamenti politici, ho accettato la diversità del mondo. Ma sono un occidentale, e non ho mai aspirato a essere altro.

La mia famiglia materna si era rifugiata negli Stati Uniti durante la guerra, sono stato formato alla ricerca in Inghilterra, dove ho scoperto quanto sono francese e nient’altro. Perché volermi deportare in Russia? Riesco a percepire questo tipo di accusa come una minaccia alla mia cittadinanza francese, tanto più che, mi scuso, nato nell’ambiente intellettuale, faccio parte, in un senso modesto, non finanziario, dell’oligarchia: prima di me, mio nonno aveva pubblicato pre-guerra presso l’editore Gallimard.

LF. Lei collega il declino dell’Occidente alla scomparsa della religione – in particolare del protestantesimo – e data questa scomparsa dalle leggi sul matrimonio gay…

Non ho espresso alcuna opinione personale su questo argomento sociale. Sono qui solo come sociologo della religione, troppo felice di avere un indicatore preciso per situare nel tempo il passaggio dalla religione da uno stato zombie a uno stato zero.

Nei miei libri precedenti, avevo introdotto il concetto di uno stato zombie della religione: la fede è scomparsa ma i costumi, i valori e le capacità di azione collettiva ereditati dalla religione persistono, spesso tradotti in linguaggio ideologico – nazionale, socialista o comunista.

Ma la religione raggiunge all’inizio di questo terzo millennio uno stato zero (nuovo concetto), che catturo attraverso tre indicatori – cerco sempre indicatori statistici per valutare fenomeni sia morali che sociali: sono un fan di Durkheim, fondatore della sociologia quantitativa, ancora più di Weber.

Nello stato zombie, le persone non vanno più a messa ma battezzano ancora i loro figli; oggi la scomparsa del battesimo è evidente, stato zero raggiunto. Allo stato zombie, si seppelliscono ancora i morti, obbedendo ancora al rifiuto della Chiesa della cremazione; oggi, la diffusione massiccia della cremazione diventa la pratica più generale, pratica ed economica, stato zero raggiunto.

Infine, il matrimonio civile del periodo zombie aveva tutte le caratteristiche del matrimonio religioso antico: un uomo, una donna, dei figli da educare. Con il matrimonio tra persone dello stesso sesso, che non ha alcun senso per la religione, si esce dallo stato zombie, e grazie alle leggi sul matrimonio per tutti, si può datare il nuovo stato zero della religione.

LF. Con il tempo, non è diventato un po’ reazionario?

“Sono stato allevato da una nonna che mi diceva che, sessualmente, tutti i gusti sono nella natura, e io sono fedele ai miei antenati. Quindi, LGB, benvenuti. Per quanto riguarda T, la questione trans, è un’altra cosa. Gli individui interessati devono essere ovviamente protetti.

Ma la fissazione delle classi medie occidentali su questa questione ultraminoritaria pone una questione sociologica e storica. Costituire come orizzonte sociale l’idea che un uomo possa realmente diventare una donna e una donna un uomo, significa affermare qualcosa di biologicamente impossibile, è negare la realtà del mondo, è affermare il falso.

L’ideologia trans è quindi, secondo me, una delle bandiere di questo nichilismo che ora definisce l’Occidente, questa pulsione di distruzione, non solo delle cose e degli uomini ma della realtà stessa. Ma, di nuovo, non sono in alcun modo sopraffatto qui dall’indignazione, dall’emozione. Questa ideologia esiste e devo integrarla in un modello storico. All’epoca del metaverso, non saprei dire se il mio attaccamento al reale mi rende un reazionario.