Nuestro principal desafío. Ricardo Ayala. FMLN. 5 de marzo de 2026

Para propios y extraños, el estado actual del FMLN genera muchas preguntas e incógnitas sobre su presente y futuro. Sus comentarios parten desde los intereses que persiguen, ya sean desde el campo de la izquierda o desde las filas de la derecha; o bien para intereses personales o grupales; o ya sea con incertidumbre o esperanza acerca de la lucha por la justicia social y la emancipación.

El actual régimen político de derecha y su presidente inconstitucional y fraudulento, pregonan que los resultados electorales han destruido al partido de izquierda y celebran con vítores esta que creen su mayor epopeya, copando las portadas de sus panfletos. Con ello pretenden ocultar la manipulación que hicieron antes, durante y posterior al proceso electoral, desde el abandono y desfinanciamiento de las municipalidades hasta la modificación de la organización territorial bajo fórmulas que les favorecerían.

Otros, desde la derecha, la centroderecha y la izquierda light creen aprovechar los duros resultados para el FMLN, haciendo leña del árbol caído, con el cuento que éste ahora es insignificante en el escenario político, pero su incoherencia los delata cuando lo atacan visceralmente, lo que evidencia que el FMLN sigue teniendo un peso político relevante pese a su situación actual. Para estos vendedores de encuestas “chaveleadas” y pésimos analistas, entuertos de supuestos revolucionarios, la existencia del Frente es un obstáculo para sus sueños de movimientos de izquierda, hoy que ya no pueden vivir a costillas del partido, como lo hicieron durante los 10 años de gobierno del FMLN.

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Y también están quienes con justa incertidumbre o con esperanza se preguntan sobre el presente y futuro del partido de izquierda, síntesis de la lucha popular desde hace más de 40 años. Son quienes están convencidos que la razón de luchar no se determina por la cantidad de diputados o alcaldes que se tienen, sino por la denuncia y enfrentamiento contra el capitalismo en su estado neoliberal, que pretende arrastrar a la humanidad a la barbarie antes de perder su hegemonía sobre los pueblos del mundo. Y esa cara salvaje de este capitalismo lo vimos en la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora, que reunió a la putrefacta ultraderecha que está a la ofensiva a nivel mundial, especialmente en Europa y América.

Es este sector de la izquierda coherente y comprometida la que puede ayudar a recuperar al FMLN como opción revolucionaria, como alternativa al capitalismo, no como alternancia ni menos como reciclaje.

Y son ellos quienes deben saber que la crisis que atraviesa el FMLN es el resultado de la pérdida del rumbo revolucionario en su conducción en la medida que la democracia representativa y burguesa fue absorbiendo poco a poco a los principales dirigentes a través de la maquinaria de privilegios que trituró su ética revolucionaria, forjada durante la lucha guerrillera, pero vulnerable ante las mieles de la función pública. Ahí está la raíz de la crisis actual, que se agudizó durante los dos gobiernos bajo la gestión del FMLN que, si bien impulsó una reforma social en beneficio de los sectores más pobres, pero en política económica propició el saneamiento de la economía capitalista en crisis.

Buscar la causa de la debacle del partido y su política en el quehacer reciente, o es por ingenuidad, o es por conducta maliciosa de ocultar y desviar la atención en la responsabilidad sobre la crisis actual. Dos presidentes exiliados por cargos por presunta corrupción, ya sea propia o de su círculo cercano, y la mayoría de la ex dirección partidaria en desbandada, no hacen más que comprobar que ahí está el origen de la descomposición ética y el desprestigio de nuestro partido.

Por la tanto, la salida a esta crisis pasa porque el FMLN recupere su rumbo revolucionario y estreche nuevamente relación con el pueblo, lejos del clientelismo político con el que se acercó a la gente durante los últimos 18 años únicamente a pedir el voto. Coincide este tiempo con la desaparición física de Schafik, quien a pulso se ganó la mente y el corazón del pueblo. De ahí debemos aprender.

Y para recuperar ese rumbo revolucionario del FMLN y el corazón del pueblo, quienes nos identificamos con el pensamiento y la causa por una transformación radical de la sociedad debemos aunar nuestros mejores esfuerzos, además de comulgar iguales objetivos. Ese es nuestro principal desafío.

Avances y retrocesos del proyecto Bukele en elecciones 2024. Roberto Pineda. San Salvador, 6 de marzo de 2024

Introducción

Las recién finalizadas elecciones -tanto presidenciales, como legislativas, municipales y del Parlacen- permiten concluir que sus resultados no fueron los soñados y esperados  por el presidente Bukele.

Y aunque logró la anhelada reelección presidencial en febrero, las cuentas no cuadraron en lo legislativo ni en lo municipal , pese a obtener la mayoría en ambos espacios. Y esto no obstante el férreo control – tanto legal como ilegal- ejercido sobre este proceso por parte de los operadores y subordinados del proyecto político cyan (incluyendo a TSE y FGR).

Esto hace que la voluminosa victoria en la elección  presidencial, deje un innegable y reconocido sabor de derrota, principalmente en las elecciones municipales.

Los resultados son los siguientes; en lo legislativo, de 60 diputados, Nuevas Ideas obtiene 55, PDC 2, ARENA 2, y VAMOS 1, quedan fuera GANA y FMLN.  A nivel de PARLACEN, NI obtiene 13 diputados, ARENA 2, FMLN 2, GANA,1, PDC, 1 y PCN, 1.

En lo municipal, de 44 alcaldías, la proyección otorga 28 alcaldías a Nuevas Ideas, dos de esas en coalición con Cambio Democrático (CD); seis a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), tres al Partido de Concertación Nacional (PCN), cuatro al Partido Demócrata Cristiano (PDC), una a la coalición PCN-PDC, una a Fuerza Solidaria (FS) y una a la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En lo municipal queda fuera el FMLN.

Estos resultados vinculados a lo legislativo y municipal, sacaron a relucir grietas de vulnerabilidad, ya que incluso en lo local, el proyecto Bukele tendrá la necesidad de ampliar la base política de su mandato territorial, con aliados como PCN, PDC, GANA, y FS, e incluso con el trago amargo de la ARENA rosada, tanto en La Libertad este como en la Asamblea Legislativa.  

El control férreo del proceso y estos desenlaces inesperados -en lo legislativo y municipal- reflejan políticamente, debilidad más que fortaleza de un proyecto que se asemejaba a una aplanadora que iba a derribar a los viejos partidos surgidos de la guerra y los Acuerdos de Paz, el FMLN y ARENA. No lo lograron, la memoria histórica es rebelde.

La lección es que todo lo que sube baja, aunque tarde en bajar, así como que Bukele no es todopoderoso -puede ser derrotado-aunque se encuentre en la cúspide de la colina del poder. La reelección de Claudia Ortiz como diputada- del minúsculo partido de derecha Vamos-  es por esto muy significativa, dado su papel de figura opositora al régimen.

A la vez que  la victoria de Milagro Navas de ARENA rosada – no tricolor-en la Libertad Este, sobre la principal candidata de Nuevas Ideas; la humillante derrota de Will Zalgado en San Miguel Centro por el PDC y de Cesar Godoy en La Libertad Costa (donde se encuentra Surf City) por GANA;  tienen histórica y simbólicamente en el imaginario político, mucho más peso que la raquítica conquista por Mario Duran de San Salvador centro.

Nuevas Ideas será indudablemente la fuerza política mayoritaria de esta década, como lo fueron en el pasado el FMLN -guerrilla convertida en partido político gobernante -durante la segunda década de este siglo (2009-2019); ARENA -el partido de la derecha oligárquica- de 1989 a 2009.

El PDC -el instrumento político de la guerra de contrainsurgencia-durante los años ochenta, el PCN – el viejo partido de la dictadura militar-durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, respectivamente. Para no mencionar al PRUD -años cincuenta- y a Pro-patria, el partido del General Martínez -años treinta y principios del cuarenta-. El arcoíris del poder político en las últimas décadas se ha pintado de azul, verde, tricolor, rojo y cyan.

En este contexto, a continuación exploramos algunos escenarios a futuro que se plantean para el proyecto político Bukele y sus aliados, para la derecha e izquierda partidarias, así como para el movimiento popular y social.  

El proyecto Bukele

El proyecto Bukele logra mediante estas elecciones asegurar su mandato autoritario hasta el año 2029. Y lo hace contando con cuatro pilares estratégicos; respaldo popular, control del estado, imagen mesiánica y neutralidad imperial.

La naturaleza de clase del proyecto Bukele lo separa de los intereses oligárquicos, de los cuales no es subordinado, ya que representa  los intereses de sectores emergentes de la burguesía  comercial, que surgen en el marco de la década de gobierno del FMLN. Son intereses ligados a lo urbanístico, centros comerciales, fomento del turismo, entre otros. Y lo hace en estrecha alianza con el capital transnacional.

El primer y fundamental pilar, es que goza del respaldo indiscutible de la mayoría de la población, tanto dentro del país como de la diáspora, básicamente en agradecimiento a sus políticas represivas pero eficientes de seguridad pública.

Pero por otra parte enfrenta hacia futuro la necesidad urgente de garantizar mayores niveles de bienestar popular, mediante la creación de empleos, abaratamiento de la canasta alimenticia, entre otras medidas.  En la medida que logre éxitos en este complejo terreno,  su popularidad se mantendrá, en caso que no lo haga, esta irá disminuyendo. La primera prueba de fuego será en el 2027.  

El otro factor es su control unipersonal del ejecutivo, legislativo, judicial, PNC, Fuerza Armada y de buena parte de la gestión municipal. Este factor le garantiza que se implementen todo tipo de decisiones en lo económico, político, diplomático, financiero, etc. Pero a la vez le condiciona a que el peso de cualquier tipo de decisión sea -asumida o no- responsabilidad de la administración Bukele.

El tercer factor unifica a los dos anteriores y se manifiesta como la visión mesiánica, indiscutible, de un líder bonapartista que asume la conducción unipersonal del estado. Esto le da unidad de mando, pero a la vez es inescapable la responsabilidad política que conlleva, le pertenecen las victorias, pero también  las derrotas.  

Y por último se encuentra la actitud de Estados Unidos, que ha pasado del respaldo durante la administración Trump (embajador Johnson 2019-2021); a la actitud opositora inicial de Biden (embajadora Manes 2021-2022) que luego se ha convertido – por necesidades de frenar la migración-en actitud de “neutralidad cordial”  y se materializa con el nuevo embajador Duncan (2023 a la actualidad). Esta posición a su vez incide en la actitud de la Unión Europea hacia El Salvador.

Un triunfo republicano en Estados Unidos en noviembre de este año de su “amigo” Trump -que no puede descartarse-vendría a fortalecer aun más el proyecto Bukele.  En el caso de China, su apuesta con nuestro país es más estratégica que táctica.

La derecha partidaria opositora (ARENA, Vamos, Nuestro Tiempo)

ARENA nació  en 1981 en el marco de una situación revolucionaria, en la cual los sectores de la antigua oligarquía terrateniente, construyeron un instrumento político para enfrentar este urgente peligro.

Luego el partido fue evolucionando con Cristiani hasta terminar representando los intereses de la oligarquía financiera. En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, dado entre otras causas, a la predominancia en la economía del capital transnacional -estadounidense, mexicano, suizo, colombiano, hondureño e incluso  de la Republica Dominicana (grupo Rizek recién compró AFP Crecer) -en la economía del país.  

Es evidente una ruptura en su seno entre dos sectores. Un sector que controla la cúpula del partido ( Carlos García Saade) y se ubica en la oposición al régimen, representando los intereses de algunos sectores del capital oligárquico, particularmente los vinculados con el clan Cristiani. Este sector de ARENA impulsa un frente común con los partidos Vamos y Nuestro Tiempo en oposición al presidente Bukele. Y su principal bandera de lucha es la democratización del país.  

Otro sector, en el que puede ubicarse a Milagro Navas  y los dos diputados electos, representa  a sectores del capital oligárquico interesados en fortalecer una alianza “de beneficio mutuo” con el clan Bukele, entre estos la familia Callejas, dueños de Super Selectos, que recientemente abrieron su tienda número 12 en el mall Mediterráneo de Ahuachapán, a la vez que compraron en Colombia la principal cadena de supermercados, de nombre Éxito.  

Estos dos sectores al interior de ARENA pueden llegar a acuerdos de coexistencia o enfrascarse en una batalla interna por el control del partido. Las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

Por otra parte, es muy interesante como desde hace quince años, desde el triunfo presidencial del FMLN en el 2009,  la derecha mediática (TCS,LPG,D de H) se ha convertido en la abanderada de la lucha por los derechos humanos  y en la actualidad incluso da cabida a noticias de las luchas del movimiento popular y social. Cosas veredes, amigo Sancho.

La derecha partidaria aliada ( PCN, PDC, GANA, FS,CD)

Cada uno de los cinco partido aliados de Bukele representan intereses de sectores sociales claramente definidos. En el caso de PCN  representa intereses de sectores vinculados a la agricultura, en el caso de PDC, GANA, FS y CD,  a sectores urbanos de clase media.

Pensar que el apoyo incondicional al proyecto Bukele se mantendrá inalterado por parte de estos partidos es ingenuo. Cada uno de ellos tratara mediante su practica política de ampliar su base social para garantizar su continuidad  e incluso ampliación para las elecciones de 2027. El olor de la guayaba del poder es muy poderoso.

Y esto conducirá inevitablemente a conflictos con Nuevas Ideas, lo que va conducir a pasar del actual apoyo incondicional, a un apoyo crítico y hasta a visos de independencia.  Los ritmos de este proceso lo determinaran sus propias necesidades partidarias. Y no sería extraño que al interior de estas cinco fuerzas este ya incubándose el reemplazo histórico del presidente Bukele.

La izquierda partidaria (FMLN)

El FMLN es elresultado de la unidad de cinco fuerzas de izquierda (PCS,FPL,ERP,RN y PRTC) así como de la acumulación histórica de cuarenta años de luchas populares contra la dictadura militar, que incluyeron las luchas cívicas electorales y populares de los años sesenta y setenta, la lucha guerrillera de los años ochenta, y los diez años de gobierno de este siglo.

En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, aunque esto sea bastante difícil de asimilar, dado los lideratos históricos. Es un partido dividido en tres tendencias, con diferencias programáticas y de táctica política ( política de alianzas). Una de estas plantea la necesidad de mantener su ideología marxista, otros dos se inclinan más hacia un planteamiento socialdemócrata.

Una de estas plantea que el enemigo principal y más peligroso a derrotar  es el proyecto Bukele, otra que lo sigue constituyendo el imperialismo y la oligarquía (posición que coincide con la de Dagoberto Gutiérrez).

A partir de estas visiones contrapuestas una de estas se inclina por una alianza política con ARENA, Vamos y Nuestro Tiempo, otra rechaza de tajo tal alianza. Una de estas mantiene su vinculo e influencia en el movimiento popular y social, mientras las otras dos se dedican exclusivamente a la institucionalidad partidaria.

Puede vislumbrarse diversos escenarios  al interior del FMLN para la resolución de estas diferencias. Un primer escenario es el de la inercia partidaria, mantener la coexistencia de las tres tendencias, realizar exclusivamente cambios formales y prepararse para la próxima derrota electoral del 2027.

Otro escenario es el de la ruptura, aprovechar los resultados electorales para pasar facturas políticas que conduzcan a un estallido, en el que cada tendencia haga tienda aparte, incluso conservando cada una las cuatro letras.

Un tercer escenario es el de abrirse a una reflexión seria, que incorpore a la izquierda no partidaria, a sector democráticos, y al movimiento popular y social en un debate que reactualice el ideario emancipador, con claros contenidos anticapitalistas y antipatriarcales.

Y que como resultado de esta reflexión surja la emergencia de un nuevo instrumento político de lucha popular y social, abierto, amplio, pluralista. Como en el caso de ARENA, las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

El movimiento popular y social

El movimiento popular y social es en la actualidad un movimiento caracterizado por la debilidad y dispersión tanto ideológica como orgánica. Cada 1 de mayo, las diversas marchas son la expresión trágica de esta situación.

Pero no obstante esto, los resultados electorales para el FMLN derivan precisamente de ese movimiento popular y social, que se identifica con un pensamiento de izquierda. Los grandes desafíos radican en lograr por lo menos la unidad de acción y una agenda común de lucha, entre sus componentes principales, entre los cuales se encuentra el Bloque de Resistencia y Rebeldía y la Alianza Nacional El Salvador en Paz.

Conclusiones

El enfrentamiento de clase en El Salvador asume nuevas características, dada la situación inédita de la hegemonía política de un sector de la burguesía, que mediante un régimen de bonapartismo político, logra el desplazamiento del aparato de estado, tanto de los sectores de la derecha oligárquica, como de la izquierda.

Son tres grandes sectores que a futuro sacaran a  relucir sus espadas.  En el caso del proyecto Bukele, para garantizar la continuidad de su mandato, en el caso de la oligarquía opositora, para aumentar cuotas de poder y en el caso de la izquierda política y social, para organizar, concientizar y movilizar a los sectores populares. La pelea esta planteada.

El Salvador: ¡Este 3M votamos nulo! PCT El Salvador-LIT. Febrero de 2024

Construyamos la alternativa política y revolucionaria de la clase trabajadora y los pueblos. Plataforma de la Clase Trabajadora-Liga Internacional de los Trabajadores Cuarta Internacional.

El 4F se consumó un fraude sistemático, descarado y burdo.

Después del histórico retroceso democrático que representaron las elecciones del 4 de febrero recién pasado, donde las evidencias de un fraude sistemático, descarado y burdo se acumulan cada día, en las que se confirmó lo que las encuestas anunciaban respecto a la facilidad con la que el presidente y a la vez candidato ganaría las mismas y dominaría la Asamblea Legislativa con un grupo de títeres que obedecen ciegamente los dictados de casa presidencial, es importante definir nuestra postura ante este nuevo evento electoral, ya que como trabajadoras, trabajadores y pueblos en lucha, no somos ni debemos ser ajenos a éste y otros eventos de la vida política del país, es falso que nuestras organizaciones no deben meterse en política, en realidad este discurso solo beneficia a la burguesía y sus partidos satélites de todos los colores y sabores.

La elección del 3M es irrelevante

El próximo 3 de marzo los salvadoreños han sido convocados nuevamente a las urnas para elegir 44 alcaldes con sus respectivos concejos municipales además de 20 diputados al PARLACEN (Parlamento Centroamericano). Si bien para las recién pasadas elecciones hicimos un llamado a votar de manera critica sin apoyo político a la oposición para conectar con el sentimiento y la conciencia de la clase (aunque ya decíamos que sería difícil y hasta imposible conseguir el resultado necesario que era equilibrar la Asamblea), en esta ocasión nuestro llamado es a ir a votar todos y anular el voto.

Esto porque creemos que en estas elecciones no hay nada en juego ni hay ninguna posibilidad de balancear nada y de mucho menos lograr alguna influencia o contrapeso al régimen de Bukele.

Todos sabemos que al reducir los municipios a 44 (antes eran 262) el gobierno solo busca consolidar su control y poder territorial. Allá donde había grandes posibilidades de perder las elecciones municipales, se deshicieron legalmente esos municipios y se integraron a otros donde ellos calculan que pueden ganar con mayor facilidad. Pero a esto también hay que agregar que desde hace un par de años se eliminó el llamado Fondo de Desarrollo Económico y Social-FODES, mecanismo de descentralización de los recursos del estado a los territorios, éste era la única posibilidad real que tenían los municipios de resolver algunas necesidades de su población. No es esta una defensa de concejos municipales corruptos sino el simple señalamiento de una realidad obvia.

Lo que queremos decir es que las figuras de los alcaldes y concejos municipales han sido limitadas a ser como meras piezas burocráticas en sus territorios totalmente dependientes del gobierno central y su Dirección de Obras Municipales(que además se convirtió en un negocio privado con la Constructora Salvadoreña) tanto es así que la propaganda del partido oficialista lo reconoce sin disimulo llamando a votar por sus candidatos para que “de la mano de Bukele” puedan gobernar con éxito en sus municipios. Gane quien gane, no cambiara nada para la gente pues actualmente el partido oficial ya gobierna alrededor de 150 municipios donde las necesidades de las personas no han sido resueltas.

En cuanto a los diputados del PARLACEN ¿qué más podemos decir?, es esta una institución inútil e intrascendente no solo para El Salvador sino para todos los países centroamericanos que en los últimos años han visto como este se ha convertido en el premio de consuelo, casa de jubilación e incluso lugar de protección de políticos delincuentes. Todas las decisiones que se toman en este lugar carecen de obligatoriedad de cumplimiento para los países pues solo son recomendables. Aunque la información de los salarios sigue siendo poco trasparente, se dice que cada diputado del PARLACEN gana aproximadamente 4 mil dólares mensuales, que cada país debe pagar a sus diputados. 4 mil por no hacer nada relevante para la vida nacional y centroamericana.

Nadie nos representa: Construyamos la Alternativa Política de la Clase Trabajadora Salvadoreña y los Pueblos.

Estas son algunas de las razones mas importantes por las que este próximo 3 de marzo debemos ASISTIR A VOTAR Y ANULAR NUESTRO VOTO. Así haremos sentir nuestro rechazo a estas instancias inútiles, arcaicas y sin posibilidad real de influencia y donde NADIE NOS REPRESENTA.

Pero nuestro voto nulo debe ser también un grito fuerte que para recordar la imperiosa necesidad de CONSTRUIR LA ALTERNATIVA POLÍTICA DE LA CLASE TRABAJADORA SALVADOREÑA Y LOS PUEBLOS.

Un instrumento que nos permita aglutinar a quienes, con un pensamiento de izquierda obrera, popular, originaria, revolucionaria y socialista, crean que las cosas deben cambiar ya. Un instrumento que no vea las elecciones como el fin ultimo sino como la palestra para elevar la voz, para denunciar y desenmascarar a quienes siguen engañando a las personas salvadoreñas. Un instrumento que nos sirva para preparar y acabar con este régimen y el capitalismo y que pueda llevar a una sociedad socialista que responda de manera autentica a las necesidades del pueblo expoliado y explotado.

¡NADIE NOS REPRESENTA!

¡ESTE 3 DE MARZO VOTAMOS NULO!

¡POR LA CONSTRUCCION DEL INSTRUMENTO POLITICO DE LA CLASE TRABAJADORA Y LOS PUEBLOS!

¡RECONSTRUYAMOS LA IZQUIERDA OBRERA, POPULAR, ORIGINARIA, REVOLUCIONARIA Y SOCIALISTA!

San Salvador 27 de febrero de 2024

Hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Juan de la Cruz. BPJ. Marzo de 2024

Desde hace un poco más de una década venimos luchando por la construcción del partido revolucionario; la marea no había sido tan favorable como lo está siendo hoy. La misma realidad está llevando a conclusiones revolucionarias a las capas más jóvenes de la sociedad salvadoreña.

El cambio de conciencia en un sector específico de la juventud es el resultado de décadas de crisis: crisis económicas y políticas, guerras en el mundo, hambre, pobreza, desempleo y exclusión, migración forzada y crisis climática por todo el planeta. Ahora no hace falta que nosotros argumentemos que este sistema está podrido, que necesitamos cambiar radicalmente esta sociedad. Creemos que la vida es mucho más contundente que miles de discursos hablando de esto.

Una juventud cada vez más comunista

La juventud actual que hoy está llegando a su mayoría de edad concluye que el capitalismo es el culpable de su desgracia. La sociedad capitalista lleva cada vez más a decenas de jóvenes en el mundo a la frustración, la decepción y, en el peor de los casos, al suicidio, atrás quedaron los sueños de que algún día si le echabas ganas podrías llegar a ser Bill Gates o Warren Buffet, los jóvenes hoy solo pueden ver un futuro miserable para sus vidas.

Y es que no puede ser de otra forma, no hay un camino alentador para la juventud. Saber que no van a poder tener un empleo exitoso a pesar de estudiar mucho más que la generación anterior, que no podrán tener casa propia, empleo, salud, educación digna y, por consiguiente, una vida digna, es algo que realmente frustra a la juventud.

Dentro de estas capas de millones de jóvenes hay un sector que, en medio de la desesperanza, se ha podido encontrar con las ideas comunistas. Las ideas comunistas se han vuelto muy populares en el mundo. Y ojo que no lo decimos los marxistas, sino diversas encuestas del mismo sistema. ¿Comunistas en Gran Bretaña, en Suiza, en EE. UU. y Canadá? es algo extraordinario. Por mucho tiempo se pensó que estas ideas sólo podrían tener un eco en los países pobres. Pero el capitalismo no sólo ha traído crisis sino también a sus enterradores en el seno de los países más desarrollados.

Comunistas en El Salvador

Según el Banco Mundial “La tasa de pobreza en El Salvador sigue siendo una de las más altas en América Latina, alcanzando un 28,4 % según datos oficiales en 2021” y “un considerable segmento de la población salvadoreña, 2,5 millones de personas (equivalente al 40 %), se encuentra en situación de vulnerabilidad”. y según datos de la Prensa Gráfica “Los hogares salvadoreños pagaron más por sus alimentos de la canasta básica en 2023. En la zona rural, el precio de la canasta básica aumentó $4.53; los frijoles y huevos subieron más” según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de 2021, alrededor del 50 % de las familias no son propietarias de sus viviendas y alrededor de un 40 % de los hogares vive en hacinamiento”. Según Fundaungo: para finales de 2018, 3 de cada 10 salvadoreños (29.9%) expresaron intención de abandonar el país. Esta potencial decisión de migrar se mantuvo para finales de 2019. La población salvadoreña que más intención de migrar reportaba correspondía a los hombres, las personas jóvenes y aquellos con mayor grado de escolaridad. Así, el 40 % de los jóvenes de 18 a 29 años expresó intención de migrar del país”.

Estas problemáticas afectan directamente y principalmente a la juventud están siendo el cimiento sobre el cual los jóvenes se están radicalizando. Tras las elecciones presidenciales, legislativas y municipales pasadas, una parte de la juventud se preguntó: “¿Si no estoy de acuerdo con Bukele, entonces a quién debería apoyar?” Las opciones que se presentaron a elecciones este 2024 no representan los intereses de la juventud trabajadora. Arena y FMLN han sido partidos que promovieron el sistema capitalista y la democracia que se ajusta a los intereses de este sistema, mientras que las nuevas y “renovadas” opciones (Vamos y Nuestro Tiempo) no son más que un refrito de estos partidos.

Por eso nosotros, Revolución Comunista, hemos decidido tomar la iniciativa hacia la construcción de un partido que represente nuestros intereses como clase trabajadora y la juventud. Este año relanzamos nuestra organización y tras este relanzamiento queremos trazar una ruta hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Por ahora, no sabemos cuánto podemos tardar en fundar el partido que necesita la clase obrera y la juventud, pero estamos seguros de que es el momento de iniciar ese camino con una actitud seria y comprometida y que entre menos tardemos en iniciar más tiempo ganaremos para su pronta fundación.

Los primeros pasos han iniciado con nuestra campaña comunista. El objetivo ha sido preguntar abiertamente a la juventud si es comunista. Todo aquel que se identifica con la idea tiene la tarea de atraer a otros comunistas en su escuela, universidad o barrio, luego formarse en las filas y círculos de nuestra organización, elevar su nivel político y ayudar a aumentar los medios materiales y humanos necesarios para el emocionante camino hacia la construcción del partido. La campaña ¿Eres Comunista? en El Salvador ha dado sus frutos al juntar a las capas más radicalizadas de la juventud. Su objetivo fundamental es unir las fuerzas comunistas de la juventud para ser la base del futuro partido comunista revolucionario, la herramienta de lucha de la clase obrera contra la barbarie capitalista.

¿Por qué luchar por el comunismo?

Todos conocemos, lamentablemente por experiencia propia, que el actual sistema nos lleva a la barbarie. No tenemos acceso a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la alimentación, ni al deporte. Todo lo que debería estar garantizado por la sociedad se ha vuelto un negocio para un puñado de personas que controlan todo: los bancos, las empresas, las tierras, los organismos internacionales y los gobiernos. Esto es vivir en el capitalismo. La participación política y la participación electoral son una farsa; al final, son los grandes ricos los que deciden lo fundamental de nuestras vidas.

Aunque parezca un poco difícil imaginarse una vida alternativa al capitalismo, lo cierto es que sí existe y es posible. Esa alternativa es el comunismo. El comunismo se plantea acabar con el privilegio de los ricos y brindar los derechos fundamentales a la humanidad: educación, vivienda, empleo, salud, deporte y recreación asequible o gratuita son posibles en las condiciones actuales, con todo el dinero que el 1 % más rico de la humanidad se apropia de nuestro trabajo es posible garantizar estos derechos y más a toda la población mundial, el comunismo pondrá toda la riqueza, las fuerzas de trabajo, la capacidad y la inteligencia humana, no al servicio del capital sino al servicio de la humanidad. Al contrario del capitalismo, que hoy por hoy significa muerte, el comunismo representa vida. 

¿Qué tipo de partido?

Para una persona común y corriente hablar de partido en la actualidad lo puede llevar a la conclusión de que esto se remite a un ambiente puramente electoral. Sin embargo, para los marxistas, el partido es más que participación en elecciones. Para los comunistas, un partido significa, en primer lugar, programa, métodos y tradiciones, y solo en segundo lugar, pero no menos importante, un aparato para llevar a cabo sus objetivos.

Nuestro programa es el programa de la revolución socialista, es decir, transformar la sociedad desde la raíz, socializar los medios de producción: fábricas, bancos y la tierra, ponerlas bajo un gobierno democrático de los trabajadores y en función no de una pequeña capa de la sociedad como funcionan hasta hoy, sino en función de la sociedad en general. En pocas palabras, queremos tumbar el capitalismo, poner el mundo patas arriba, cambiar todas las relaciones de propiedad y producción para salvar al planeta y a la humanidad.

Claro que para llegar a la consecución de semejante objetivo se necesita todo un proceso. El proceso empieza inicialmente juntando a todos los que estén de acuerdo con la idea de que para que la humanidad avance hace falta acabar con todo lo que significa un freno para la vida, la naturaleza y el planeta. El primer paso de los comunistas es juntarse bajo la bandera de la lucha por el comunismo, formarse en el seno del partido, para poder agitar en todos los espacios de la vida social y política por las ideas comunistas y organizar a las masas de trabajadores y jóvenes alrededor de estas ideas.

Un partido de y para la clase obrera

El partido comunista revolucionario que queremos construir debe, a través de sus miembros, impulsar todas y cada una de las luchas revolucionarias de los trabajadores y la juventud, en los centros de trabajo, en las comunidades, en las universidades y barrios. Allí donde esté, deberá luchar, organizar y agitar con el programa del partido. Su tarea es luchar hombro a hombro con cada joven trabajador, explicar y llegar a las causas más profundas de su miseria y ayudar a sacar conclusiones revolucionarias, contribuir a la defensa y conquista de sus derechos. Solo en la medida en que los comunistas sean parte y no espectadores externos del movimiento vivo de las masas trabajadoras podrán demostrar su convicción por la revolución comunista, ese es nuestro objetivo. Solo entonces la revolución comunista se irá convirtiendo en una realidad inmediata.

Luchamos por la democracia obrera

Los comunistas no somos enemigos de las elecciones burguesas. Aunque sabemos que son solamente una farsa para enmascarar la dictadura del capital, y que cuanto más perfeccionada, es decir, mejor funcione la democracia de los ricos, más sutil se vuelve el engaño contra los oprimidos. Creemos necesario la participación en tales instancias, no con el objetivo de conseguir votos hacia el comunismo, sabemos perfectamente que una revolución comunista no es posible a través del sistema electoral burgués. Como decía Engels, el voto masivo de la clase obrera no puede expresar más que solo la madurez del movimiento del proletariado. Los cambios no se harán desde las urnas y los salones ministeriales del gobierno. Usamos las elecciones sólo como un medio para alcanzar nuestros objetivos. Presentarse a elecciones abre escenarios que estando fuera no se podrían utilizar, espacios en los medios de comunicación, una tribuna abierta para denunciar los pactos del gobierno con los empresarios y banqueros, denunciar los frenos y obstáculos que el mismo sistema tiene para cambiar realmente las condiciones de vida. Vemos la participación electoral como un medio para demostrar su ineficacia para las soluciones que la clase obrera demanda. Para los comunistas, las elecciones no son un fin en sí mismas, sino solamente un medio para el fin, esa es toda nuestra política en la democracia burguesa.

Nosotros abogamos por una democracia obrera, donde la clase obrera sea libre de participar y decidir sobre cómo se utilizan sus recursos, que pueda participar en las grandes decisiones del país a través de asambleas democráticas con voto libre y directo. Donde los representantes delegados a decidir por otros no sean inamovibles e intocables como lo son en la actual democracia. Para evitar la degeneración, la corrupción y la traición, los comunistas abogamos por medidas básicas que rigen la democracia obrera: elecciones libres y democráticas, representante obrero (delegado, diputado o concejal), salario obrero (no mayor a $900) así evitamos hacer carrera por los cargos de elección popular, revocabilidad inmediata de todos los cargos de elección popular si la mayoría más uno lo decide en asambleas populares, así evitamos procesos burocráticos de 3 o 5 años para cambiar a los representantes traidores, rotación de todos los cargos periódicamente, así evitamos la burocratización del sistema, contabilidad y libros abiertos de los gastos estatales, ningún secreto con respecto al dinero del pueblo. Estas medidas son en esencia las que Lenin retomó de la Comuna de París y planteó para la Rusia soviética, tiene toda la validez que hace 100 años.

Un partido para el comunismo internacional

El Partido Comunista Revolucionario que queremos construir, al ser parte de una Internacional Comunista Revolucionaria, siempre mantendrá un internacionalismo proletario. Entendemos que nuestra lucha revolucionaria no es local, sino internacional. Por ese motivo, queremos trabajar siempre bajo una perspectiva internacionalista que una los lazos de las luchas del mundo, bajo los propios intereses del comunismo internacional. El partido comunista será internacionalista y antiimperialista; su lucha será contra el capitalismo internacional por el comunismo mundial.

Un partido para el trabajo práctico y teórico comunista

Lo que nos estamos proponiendo hoy, sin duda, no es una tarea fácil. Necesitaremos de todos los medios humanos y materiales posibles para lograr nuestros objetivos. Solo con tu contribución, con tu militancia y tu sacrificio, podremos construir un partido a la altura de los objetivos históricos del proletariado. Los Comunistas Revolucionarios no queremos perder tiempo. Estamos ansiosos por juntar fuerzas, formar, educar y capacitar a la ala más revolucionaria de la juventud actual. Esperamos que este mensaje llegue a las personas adecuadas. Si estás leyendo esto y te identificas con estas ideas, si eres joven y te declaras comunista, eres la persona que andamos buscando. No pierdas más tu tiempo, la revolución comunista te necesita.

Desde hace meses, nos hemos dedicado a promover el comunismo a través de la campaña internacional “¿Eres comunista? ¡Organízate!”. Esta iniciativa tiene como objetivo reunir a los comunistas de cada país para formar círculos de reclutamiento y formación. Nuestras filas están mayormente conformadas por jóvenes comprometidos como tú, quienes trabajan incansablemente para difundir las ideas comunistas y asegurar los recursos necesarios. Por ejemplo, necesitamos equipos de impresión, locales, oficinas y trabajadores a tiempo completo. Únete a nuestra causa y participa en esta lucha.

Unirse a nuestra lucha es fácil. Puedes llenar una solicitud en nuestra página web para la campaña “¿Eres Comunista?” y dejarnos tus datos. Te contactaremos de inmediato para incluirte en una célula comunista y luego formarte y reclutar a más comunistas. Si no puedes participar directamente, también puedes contribuir donando directamente a la campaña por el comunismo en El Salvador. Cualquier donación monetaria es bienvenida y será de gran ayuda para el trabajo de construcción del partido.

Construyamos ahora el partido de la revolución comunista. Únete ahora a los comunistas revolucionarios de El Salvador que se están planteando la tarea de construir un partido comunista revolucionario.

Hablemos sobre como construir una nueva izquierda. Alberto Castro. El Socialista centroamericano. PSOCA. Febrero 2024

En este último ejercicio electoral el FMLN, respecto a la elección presidencial logró alcanzar 204,107 votos, pese a la enorme diferencia con Nayib Bukele, sacó un resultado que supondría algo de aliento tomando en cuenta las desventajas en la contienda, sumado al desprecio que tiene este instituto, sobre todo por el odio fomentando por la retórica cyan.

Hasta acá, la situación del FMLN daba para recobrar un poco las esperanzas de cara al futuro inmediato, pero luego en las elecciones para diputados de la Asamblea Legislativa (AL), obtuvo un revés; quedó fuera como fracción política por primera vez desde que se firmaron los Acuerdos de Paz.

Su peor derrota electoral en su historia como partido político legal, tomando en cuenta que venía de lo más alto siendo parte del bipartidismo treinteno, gobernó desde 2009 a 2019, pero debido a los casos de corrupción y la violencia de las pandillas, entre otros, perdió credibilidad y ganó desprecio popular.

Para este periodo que casi termina (2021-2024), el FMLN aún conserva 4 diputados, pero ya era obvio su descalabro, pues de ser la primera fuerza política electoral, había caído tanto, pero aún sobrevivía dentro de la AL, para el periodo 2024-2027 las cosas son aún peor al quedarse fuera de la AL en donde tanto oficialismo como oposición son bloques de derecha, un parlamento con representación en su totalidad de la derecha, la izquierda mientras tanto sigue a la deriva.

Expresiones en su seno y orientación política

El FMLN cuando tuvo apoyo popular, no representó en sí al sentir de sus electores, aunque ejerció enorme control sobre la mayor parte del movimiento sindical y popular, solo se sirvió de estos para rivalizar mediante presión social con sus adversarios políticos representados políticamente en ARENA, partido acuerpado en aquel momento por la ANEP, ASI, ASDER, etc.

En la cima de la dirección política del FMLN se fue consolidando un sector empresarial a través de los negocios de ENEPASA con PETROCARIBE, este grupo empresarial conforme se iba consolidando como burguesía emergente, más se alejaba de las bases del partido y del mismo pueblo, en cambio procuraba ser la expresión política de algunos sectores burgueses emergentes, a consecuencia de ello fueron apareciendo los Bukele y otras hierbas.

Se siente la ausencia de la izquierda revolucionaria

En El Salvador la ausencia y casi extinción de la izquierda es tal que hasta partidos políticos de derecha como VAMOS o Nuestro Tiempo, expresan lo que socialmente debería ser la izquierda, no es para nada extraño que VAMOS tenga apoyo de sindicatos y organizaciones populares.

Pero, ojo, que no se trata en sí de un dimorfismo electoral donde estos partidos que en principio siendo derechas de poco en poco se vuelven también la expresión política de la clase trabajadora y del pueblo a través de las urnas.

Lo que en realidad pasa es que, ante una dictadura en ascenso donde impera el arbitrio, la racionalidad se encuentra en las bases más sólidas del conservadurismo constitucional, y es aquí donde la defensa de los Derechos constitucionales y sus garantías atraen a quienes las arbitrariedades les resulta un peligro o quienes la han padecido.

No se puede ocultar que este vacío no lo volverá a ocupar el FMLN, tampoco aparece a la vista otra alternativa desde la izquierda, por lo que recomponer y fortalecer las izquierdas no es algo para nada sencillo, el uso del plural es porque no existe una izquierda homogénea, tal y como lo pretendió hacer creer el FMLN, existen diversas organizaciones de la izquierda reformista y de la izquierda revolucionaria.

Diversos esfuerzos, pero poca identidad de clase

Cada organización política de izquierda tiene sus propios planes, tácticas y estrategias, pero no son muchas quienes entienden que no se trata de una disputa intransigente entre la izquierda y la derecha, sino de la lucha de clases, por lo que, aparejado a este interés por recobrar fuerzas debe ir la unidad de esfuerzos por la construcción del poder popular, nombre mancillado actualmente por una federación sindical afín al oficialismo, el verdadero poder popular es de clase.

Eurocentrismo di Samir Amin. Recensione di Monica Quirico. Jennaio 2024

Nel 1988 usciva Eurocentrismo di Samir Amin (1931-2018), che, sfidando la rappresentazione dominante della storia e della cultura occidentali (introiettata anche da una parte del marxismo), contribuiva a innovare radicalmente le categorie interpretative del capitalismo.

In un’epoca contrassegnata (in Occidente come altrove) dalla politica identitaria, la traduzione italiana della seconda edizione dell’opera, uscita in francese nel 2008 con una Prefazione e un Capitolo conclusivo che aggiornano la versione originale, invita a riflettere sulla genealogia dei fenomeni odierni, il cui punto d’arrivo Amin così sintetizza: “l’ideologia borghese, che in origine avanzava ambizioni universalistiche, vi ha rinunciato per sostituirvi il discorso postmodernista delle ‘specificità culturali’ irriducibili (e, in forma volgare, lo scontro inevitabile delle culture)” (p. 32).

Nella sua Introduzione, Riolo ripercorre la vita di Amin dalla nascita in Egitto agli studi in Francia, suo paese di adozione. Il giovane ricercatore, che a Parigi si iscrive al PCF, si trova a lavorare alla sua tesi di dottorato in una fase in cui la Conferenza di Bandung (1955) e successivamente la Conferenza di Belgrado (1961) pongono all’ordine del giorno il processo di decolonizzazione e insieme l’emergere del movimento dei paesi non-allineati.

Diventa così urgente un confronto sulle cause dell “arretratezza” (nella terminologia occidentale) del Sud del mondo. Amin figura, insieme con Giovanni Arrighi, Andre Gunter Frank e Immanuel Wallerstein, tra i fondatori della scuola che guarda al capitalismo come sistema globale, il cui centro (l’Occidente) prospera impedendo lo sviluppo dei paesi periferici, per poter estrarre valore dalla loro forza-lavoro e depredarne le risorse naturali.

Tuttavia, rispetto agli altri capostipiti di questo filone di studi Amin è quello che più si mantiene ancorato agli strumenti concettuali coniati da Marx (in particolare, quelli di modo di produzione e formazione sociale), pur ricollocandoli in una dimensione globale.

In opere come L’accumulazione su scala mondiale. Critica del sottosviluppo (1970) e Lo sviluppo ineguale (1973), l’economista franco-egiziano sviluppa la tesi che il divario tra l’Occidente e i paesi periferici non sia affatto imputabile a un ritardo di questi ultimi, bensì costituisca la condizione necessaria dell’esistenza stessa dell’ordine fondato sul mercato. Proporre di colmare lo squilibrio con l’adozione, nel Sud del mondo, di politiche modellate sul percorso dei paesi occidentali è dunque mistificatorio.

Nel Capitolo I di Eurocentrismo, dedicato a Modernità e interpretazioni religiose, Amin discute l’eredità dell’Illuminismo, che, a differenza delle culture precedenti, riconosce all’uomo la capacità di fare la propria storia; tale libertà tuttavia è viziata dalla subordinazione alle esigenze del capitalismo.

La “ragione emancipatrice” è infatti una ragione borghese, con precise determinazioni temporali e geografiche; essa identifica la libertà con il mercato e, sul piano politico, con la democrazia, un regime in cui lo Stato ha una funzione ancillare rispetto all’economia.

Nella deriva rappresentata dall “ideologia libertaria di destra” (Hayek) scompare ogni finzione: gli esseri umani rimangono artefici della propria storia, ma il teatro in cui si muovono è una giungla. È l’epoca dell’americanizzazione del mondo. Si impone una ragione degenerata e distruttiva, che non solo rinuncia a ogni parvenza di emancipazione, ma assume la funzione di “impresa di demolizione dell’umanità” (p. 43) e del pianeta tutto.

Il marxismo è lo strumento per comprendere il mondo e trasformarlo, a patto – sul punto l’autore insiste – di partire da Marx, anziché riproporne dogmaticamente le analisi. Da Marx nondimeno Amin riprende la centralità del binomio struttura-sovrastruttura, depurandolo dalle storture deterministiche e facendone la bussola dello studio non del mero modo di produzione, ma delle formazioni sociali nella loro totalità e mutua interazione, risultato del rapporto dinamico tra l’istanza economica, quella politica e quella culturale-religiosa.

Forte di una robusta conoscenza della storia delle religioni e della filosofia (e naturalmente dell’Africa), Amin indaga il ruolo che le diverse fedi e culture hanno svolto in relazione allo sviluppo del capitalismo.

Una sensibilità decisamente sui generis, nella storia del marxismo, che porta l’autore a smontare il mito del cristianesimo in generale o di una sua specifica declinazione (la Riforma protestante) come fucina della modernità capitalistica, in virtù di peculiarità – assenti in altre religioni – che avrebbero partorito il “miracolo europeo”. È vero semmai il contrario, osserva l’autore: le religioni, tutte, si sono conformate alle esigenze del modo di produzione capitalistico, ma lo hanno fatto in modo diverso.

Perché l’Europa ha rotto con il modo di produzione tributario e il mondo musulmano no? A questa domanda, gli occidentali rispondono puntando il dito contro le specificità della religione islamica; un tema agitato anche da quello che Amin chiama islam politico, espressione che raggruppa tanto i moderati quanto i fondamentalisti, accomunati da una forma di eurocentrismo rovesciato: “I due discorsi del capitalismo mondializzato e dell’islam politico non sono in conflitto, ma perfettamente complementari” (p. 95).

Manovrato da borghesie nazionali succubi delle classi dominanti europee e nordamericane, l’islam politico (inclusa la teocrazia iraniana) addebita il degrado del mondo musulmano all’Occidente, senza mettere mai in discussione la vera causa della sua subalternità: il capitalismo, che esige l’esistenza di un centro e di periferie subordinate.

L’élite occidentale ha quindi tutto l’interesse a fomentare il fondamentalismo islamico (come si è ben visto in Afghanistan): esso non solo garantisce che i popoli periferici rimangano subalterni al capitalismo mondiale, ma può sempre essere addotto come pretesto per legittimare interventi repressivi all’estero e in casa.

Quanto al cristianesimo, esso non ha creato la società borghese; piuttosto, si è rivelato più adattabile, in virtù di due assenze, rispetto alle altre due religioni: la rinuncia a costruire il regno di Dio sulla terra e la mancanza di una traduzione giuridica dei principi del Vangelo.

Nel Capitolo II, Per una teoria della cultura. Critica dell’eurocentrismo, Amin prende di mira le due declinazioni della storiografia eurocentrica, che, nel loro apparente antagonismo, condividono un approccio teleologico. La prima è quella liberale, che istituisce una continuità fra il mondo greco-romano (arbitrariamente identificato con l’Occidente e contrapposto all’Oriente), l’età feudale (cristiana) e l’avvento del capitalismo.

La seconda è la teoria degli stadi di matrice marxista, presente negli scritti giovanili di Marx ed Engels e poi canonizzata da partiti e teorici comunisti. Se la nozione di comunismo primitivo lascia il posto a quella di comunitarismo (una rete di piccole comunità cementate dalla parentela), l’operazione più dirompente di Amin è il ridimensionamento geografico e cronologico del feudalesimo, inserito nel più ampio modo di produzione tributario, i cui elementi caratterizzanti sono una struttura politica centralizzata che estrae surplus economico da un’area agraria e il ruolo ideologico legittimante delle grandi religioni.

In esso Amin ricomprende tanto il marxiano modo di produzione asiatico, che ne costituisce il nucleo centrale, quanto il feudalesimo europeo, che del modo di produzione tributario appare come un capitolo tutto sommato marginale rispetto ai regni africani e asiatici.

Coerentemente, l’autore sovverte la periodizzazione tradizionale: la cesura fra antichità e medioevo (collocata dalla storiografia eurocentrica alla fine dell’impero romano d’Occidente) viene retrodatata all’epoca dell’unificazione ellenistica dell’Oriente (300 a.C. circa).

Muovendo da un concetto di totalità a dominante, Amin propone una tipologia dualistica dei modi di produzione: mentre in quelli precapitalistici lo sfruttamento delle classi subalterne è diretto e l’istanza dominante è quella politico-ideologica, nel capitalismo lo sfruttamento è, per così dire, mascherato dal contratto fra datore di lavoro e proletario. In esso è l’istanza economica a governare direttamente le società, attraverso una mercificazione universale che ingloba perfino la forza-lavoro.

Dopo aver analizzato l’evoluzione di cultura e religione (strettamente intrecciate) nelle società tributarie delle diverse aree del mondo, nel Capitolo III, La cultura del capitalismo, Amin ripercorre l’unificazione forzata del globo a opera del capitalismo, cui corrisponde una Weltanschauung (la Ragione) solo formalmente universalistica: un mondo in cui nove miliardi di persone godano del tenore di vita degli occidentali è semplicemente inconcepibile; il sistema pretende anzi la polarizzazione fra centro e periferia e l’eliminazione dei paesi che resistono a una globalizzazione di facciata.

“L’ideologia dominante legittima così sia il capitalismo come sistema sociale sia la diseguaglianza su scala mondiale che lo accompagna. […] Il mito filocristiano, quello dell’antenato greco, la costruzione antitetica e artificiale dell’orientalismo connotano il nuovo culturalismo europeo ed eurocentrico, condannandolo irrimediabilmente ad accettarne l’anima dannata: il razzismo ineliminabile” (p. 165). Amin si spinge oltre: il nazismo, lungi dal rappresentare un’aberrazione della storia, è una possibilità sempre attuale.

Quale contributo possono offrire Marx ed Engels a un’analisi del capitalismo realmente esistente, ossia globale ma polarizzato? Amin ritiene che, nonostante alcuni spunti fecondi, Marx non si sia affrancato dall’ottimismo evoluzionistico di matrice illuministica della sua epoca, confidando nella tendenza all’omogeneizzazione (cioè europeizzazione) del mondo, con i paesi “arretrati” che recuperano il loro ritardo, lungo una traiettoria lineare.

Sarà questa l’interpretazione prevalente nella II Internazionale. Per andare oltre Marx, Amin propone di convertire la sua legge del valore (modellata sul punto più alto del sistema capitalista, quello occidentale) nella “legge del valore mondializzata”, per dare conto di una doppia polarizzazione: quella fra centro e periferie e quella all’interno delle periferie.

Mentre nei paesi centrali il consenso alla democrazia borghese è “comprato” con un aumento costante dei salari (oggi però non è più così), nelle periferie solo le borghesie vassalle del centro vedono aumentare il proprio tenore di vita, ricorrendo a regimi autocratici per soffocare il malcontento della popolazione.

Dalle sabbie mobili del capitalismo si può uscire solo con lo “sganciamento” dei popoli delle periferie mondiali dal centro del sistema. Le rivoluzioni nazionali delle periferie, con la formazione di Stati realmente autonomi, sono il primo passo di una transizione dal capitalismo globale a un socialismo inevitabilmente altrettanto mondiale (è evidente qui la presa di distanza dallo stalinismo). La transizione sarà lunga e imprevedibile, ma l’alternativa è la “barbarie capitalistica eurocentrica” (p. 215).

Amin non è stato solo un teorico; ha partecipato attivamente, come racconta Riolo, alla fondazione e alle attività del Forum mondiale per le alternative, dove ha sollevato con forza i problemi posti dallo sviluppo ineguale, a partire dalla questione contadina e da quella ambientale. Deluso dall’eurocentrismo delle influenti ONG occidentali che partecipavano al Forum, ha invocato il lancio di una V Internazionale. È con quell’esperienza che si chiude il Capitolo V, Per una visione non eurocentrica della storia, in cui l’autore sintetizza il suo contributo al dibattito globale sul capitalismo, rispondendo altresì alle critiche mossegli da esponenti del marxismo occidentale.

Eurocentrismo è un saggio di non facile lettura. Chi legge non troverà la genealogia dei concetti che Amin impiega (evidenti, ma non esplicitati, sono i debiti verso Gramsci, Althusser e Poulantzas, tra gli altri): il suo è un testo militante, non di marxologia.

Leggendolo oggi, saltano all’occhio alcune lacune. Pur condannando a più riprese la condizione delle donne nell’islam, l’autore non fa del patriarcato un elemento costitutivo dello sfruttamento capitalistico. La sua vigorosa critica del determinismo non cancella l’impressione che il margine di manovra degli esseri umani sia limitato, al cospetto delle diverse “istanze”. Va poi rimarcato che la finanziarizzazione estrema dell’economia e l’impatto sociale e antropologico di digitalizzazione e automazione sono assenti, nelle parti aggiunte per la seconda edizione (benché Amin sia ben consapevole che finanza e tecnologia sono due degli strumenti di cui il centro si avvale per tenere soggiogate le periferie).

Pur con questi limiti, Eurocentrismo colpisce per la capacità dell’autore di cogliere, già nel 1988, la formazione di un mondo multipolare (condizione necessaria, per Amin, di una transizione al socialismo) e la resistenza che a esso avrebbero opposto gli Stati Uniti nonché la centralità di quella frattura metabolica fra umanità e natura che Marx trattava nel Capitale.

Chi ancora vede nel materialismo storico un apparato fondamentale per la comprensione del mondo non può non sentire un debito imperituro nei confronti di Amin, che ne ha smascherato il vizio eurocentrico. Leggere questo testo ci costringe a fare i conti con il “culturalismo” della stessa sinistra anticapitalista, che periodicamente grida al ritorno del fascismo senza pensare che per la maggior parte dell’umanità oppressione e discriminazione sono una costante della storia.

Samir Amin: Eurocentrismo. Modernità, religione e democrazia. Critica dell’eurocentrismo, critica dei culturalismi, a cura di G. Riolo, La Città del Sole, Napoli/Potenza, 2022, pp. 274, Isbn 9788882925529

«Stiamo assistendo alla caduta finale dell’Occidente». Alexandre Devecchio intervista Emmanuel Todd. Gennaio 2024

GRANDE INTERVISTA A «LE FIGARO» – Nel suo ultimo libro, lo storico e antropologo diagnostica La Sconfitta dell’Occidente. Nel suo saggio La Caduta finale, pubblicato nel 1976, l’autore aveva previsto con precisione il crollo dell’Unione Sovietica. «Le Figaro» spera che, questa volta, il “profeta” Todd si sbagli.

LE FIGARO. – Secondo lei, questo libro ha in particolare come punto di partenza l’intervista che ha concesso al «Figaro» esattamente un anno fa, intitolata “La Terza Guerra Mondiale è iniziata”. Ora lei constata la sconfitta dell’Occidente. Ma la guerra non è finita…

Emmanuel TODD. – La guerra non è finita, ma l’Occidente è uscito dall’illusione di una vittoria ucraina possibile. Non era ancora chiaro per tutti quando scrivevo, ma oggi, dopo il fallimento della controffensiva di quest’estate, e la constatazione dell’incapacità degli Stati Uniti e degli altri paesi della NATO di fornire armi sufficienti all’Ucraina, il Pentagono sarebbe d’accordo con me.

La mia constatazione della sconfitta dell’Occidente si basa su tre fattori.

Primo, la carenza industriale degli Stati Uniti con la rivelazione del carattere fittizio del PIL americano. Nel mio libro, smonto questo PIL e mostro le cause profonde del declino industriale: l’insufficienza della formazione di ingegneria e più in generale il declino del livello educativo, a partire dal 1965 negli Stati Uniti.

Più in profondità, la scomparsa del protestantesimo americano è il secondo fattore della caduta dell’Occidente.

Il mio libro è in fondo un seguito a L’etica protestante e lo spirito del capitalismo, di Max Weber. Egli pensava, alla vigilia della guerra del 1914, con giustezza, che l’ascesa dell’Occidente era nel suo cuore quella del mondo protestante: Inghilterra, Stati Uniti, Germania unificata dalla Prussia, Scandinavia. La fortuna della Francia fu di essere geograficamente attaccata al gruppo di testa. Il protestantesimo aveva prodotto un livello educativo elevato, inedito nella storia umana, l’alfabetizzazione universale, perché esigeva che ogni fedele potesse leggere da sé le Sacre Scritture.

Inoltre, la paura della dannazione, il bisogno di sentirsi eletto da Dio inducevano un’etica del lavoro, una forte moralità individuale e collettiva. Con, in negativo, alcuni dei peggiori razzismi mai esistiti – anti-nero negli Stati Uniti o anti-ebreo in Germania – poiché, con i suoi eletti e i suoi dannati, il protestantesimo rinunciava all’uguaglianza cattolica degli uomini. Il vantaggio educativo e l’etica del lavoro hanno prodotto un vantaggio economico e industriale considerevole.

Oggi, simmetricamente, il recente crollo del protestantesimo ha innescato un declino intellettuale, una scomparsa dell’etica del lavoro e una cupidigia di massa (nome ufficiale: neoliberismo): l’ascesa si converte in caduta dell’Occidente.

Questa analisi dell’elemento religioso non denota in me alcuna nostalgia o deplorazione moralistica: è una constatazione storica. D’altronde anche il razzismo associato al protestantesimo scompare e gli Stati Uniti hanno avuto il loro primo presidente nero, Obama. Non possiamo che rallegrarcene.

LF. E qual è il terzo fattore?

Il terzo fattore della sconfitta occidentale è la preferenza del resto del mondo per la Russia. Questa ha scoperto discreti alleati economici ovunque. Un nuovo soft power russo conservatore (anti-LGBT) ha funzionato a pieno regime quando è diventato chiaro che la Russia reggeva lo shock economico. La nostra modernità culturale appare infatti piuttosto folle al mondo esterno: constatazione da antropologo, non da moralista rétro. E inoltre, poiché viviamo del lavoro sottopagato degli uomini, delle donne e dei bambini dell’ex terzo mondo, la nostra morale non è credibile.

In questo libro, il mio ultimo, voglio sfuggire all’emozione e al giudizio morale permanente che ci avvolgono e proporre un’analisi spassionata della situazione geopolitica.

Attenzione, coming out intellettuale in arrivo: nel mio libro mi interesso alle cause profonde e di lunga durata della guerra in Ucraina, piango la scomparsa del mio padre spirituale in storia, Emmanuel Le Roy Ladurie, e confesso tutto: non sono un agente del Cremlino, sono l’ultimo rappresentante della scuola storica francese delle Annales!

LF. Possiamo davvero parlare di guerra mondiale? E la Russia ha davvero vinto? Ci troviamo semmai in una forma di stallo…

Gli americani cercheranno effettivamente uno stallo che permetterebbe loro di mascherare la loro sconfitta. I russi non lo accetteranno. Sono consapevoli non solo della loro superiorità industriale e militare immediata, ma anche della loro debolezza demografica futura.

Putin vuole certamente raggiungere i suoi obiettivi di guerra risparmiando uomini e si prende il suo tempo. Vuole preservare quel che ha acquisito nella stabilizzazione della società russa. Non vuole rimilitarizzare la Russia e tiene a proseguire il suo sviluppo economico.

Ma sa anche che classi demograficamente vuote stanno arrivando e che il reclutamento militare sarà nei prossimi anni (tre, quattro, cinque?) più difficile. I russi devono quindi abbattere l’Ucraina e la NATO ora, senza permettere loro alcuna pausa. Non facciamoci illusioni. Lo sforzo russo si intensificherà.

Il rifiuto occidentale di pensare alla strategia russa nella sua logica, con le sue ragioni, le sue forze, le sue limitazioni, ha portato a una cecità generale. Le parole fluttuano nella nebbia. Sul piano militare, il peggio deve ancora arrivare per gli ucraini e gli occidentali. La Russia vuole probabilmente recuperare il 40% del territorio ucraino e ottenere un regime neutralizzato a Kiev. E sui nostri schermi televisivi, proprio mentre Putin afferma che Odessa è una città russa, si continua a raccontare che il fronte si sta stabilizzando…

LF. Per dimostrare il declino dell’Occidente, si insiste sull’indicatore della mortalità infantile… In che modo questo indicatore è rivelatore?

Fu nell’osservare l’aumento della mortalità infantile in Russia tra il 1970 e il 1974, e l’interruzione della pubblicazione delle statistiche su questo argomento da parte dei sovietici, che avevo dedotto che il regime non avesse futuro, nel mio libro ‘La Caduta finale’ (1976).

Quindi è un parametro che ha dimostrato la sua efficacia. Gli Stati Uniti sono qui in ritardo rispetto a tutti i paesi occidentali. I più avanzati sono i paesi scandinavi e il Giappone, ma anche la Russia è avanti. La Francia sta meglio della Russia, ma si sentono da noi i primi segni di un aumento. E, in ogni caso, siamo qui in ritardo rispetto alla Bielorussia.

Questo significa semplicemente che quello che ci viene detto sulla Russia è spesso falso: viene presentata come un paese in declino, enfatizzando i suoi aspetti autoritari, ma non si vede che è in una fase di rapida ristrutturazione. La caduta è stata violenta, il rimbalzo è sbalorditivo.

Questo dato può essere spiegato ma significa prima di tutto che dobbiamo accettare una realtà diversa da quella veicolata dai nostri media. La Russia è certamente una democrazia autoritaria (che non protegge le sue minoranze) con un’ideologia conservatrice, ma la sua società si sta muovendo, diventando molto tecnologica con sempre più elementi che funzionano perfettamente.

Dire questa realtà mi definisce come uno storico serio e non un putinofilo. Ogni putinofobo responsabile avrebbe dovuto prendere le misure del suo avversario. Sottolineo costantemente che la Russia ha, assolutamente come questo Occidente che pensava decadente, un problema demografico.

La legislazione russa anti-LGBT, se probabilmente seduce il resto del mondo, non porta i russi a fare più figli di noi. La Russia non sfugge alla crisi generale della modernità. Non c’è un contro-modello russo.

Creare un orizzonte sociale con l’idea che un uomo possa veramente diventare una donna e una donna un uomo, significa affermare qualcosa di biologicamente impossibile, è negare la realtà del mondo, è affermare il falso.

Tuttavia, non è impossibile che l’ostilità generale dell’Occidente strutturi e dia armi al sistema russo, suscitando un patriottismo di raduno. Le sanzioni hanno permesso al regime russo di lanciare una politica protezionistica di sostituzione su larga scala, che non avrebbe mai potuto imporre da solo ai russi, e che darà alla loro economia un vantaggio considerevole su quella dell’UE.

La guerra ha rafforzato la loro solidità sociale, ma anche loro hanno una crisi individualista, i resti di una struttura familiare comunitaria sono solo un elemento di mitigazione. L’individualismo che muta pienamente in narcisismo si sviluppa solo nei paesi dove regnava la famiglia nucleare, soprattutto nel mondo anglo-americano. Osiamo un neologismo: la Russia è una società di individualismo incorniciato, come il Giappone o la Germania.

Il mio libro propone una descrizione della stabilità russa, poi, muovendosi verso l’ovest, analizza l’enigma di una società ucraina in decomposizione che ha trovato nella guerra un senso alla sua vita, passa poi al carattere paradossale della nuova russofobia delle ex democrazie popolari, poi alla crisi dell’UE, e infine alla crisi dei paesi anglo-sassoni e scandinavi.

Questo movimento verso l’ovest ci porta per tappe verso il cuore dell’instabilità del mondo. È un tuffo in un buco nero. Il protestantesimo anglo-americano ha raggiunto uno stadio zero della religione, oltre lo stadio zombie, e produce questo buco nero. Negli Stati Uniti, all’inizio del terzo millennio, la paura del vuoto si trasforma in deificazione del nulla, in nichilismo.

LF. Parlare di democrazia autoritaria a proposito della Russia non è forse un po’ troppo lusinghiero?

Bisogna uscire dalla contrapposizione fra democrazia liberale e autocrazia pazza. Le prime sono piuttosto oligarchie liberali, con un’élite disconnessa dalla popolazione: nessuno al di fuori dai media si preoccupa del rimpasto a Palazzo Matignon. Al contrario, bisogna anche usare un altro concetto per sostituire quelli di autocrazia o di neostalinismo.

In Russia, la maggioranza della popolazione sostiene il regime, ma le minoranze – che siano gay, etniche, od oligarchi – non sono protette: è una democrazia autoritaria, nutrita dai resti del temperamento comunitario russo che aveva prodotto il comunismo. Il termine ‘autoritario’ pesa per me tanto quanto il termine ‘democrazia’.

LF. A causa della sua critica alla decadenza delle ‘oligarchie liberali’, si potrebbe pensare che lei invidi il secondo modello…

Assolutamente no. Sono un antropologo: a forza di studiare la diversità delle strutture familiari e dei temperamenti politici, ho accettato la diversità del mondo. Ma sono un occidentale, e non ho mai aspirato a essere altro.

La mia famiglia materna si era rifugiata negli Stati Uniti durante la guerra, sono stato formato alla ricerca in Inghilterra, dove ho scoperto quanto sono francese e nient’altro. Perché volermi deportare in Russia? Riesco a percepire questo tipo di accusa come una minaccia alla mia cittadinanza francese, tanto più che, mi scuso, nato nell’ambiente intellettuale, faccio parte, in un senso modesto, non finanziario, dell’oligarchia: prima di me, mio nonno aveva pubblicato pre-guerra presso l’editore Gallimard.

LF. Lei collega il declino dell’Occidente alla scomparsa della religione – in particolare del protestantesimo – e data questa scomparsa dalle leggi sul matrimonio gay…

Non ho espresso alcuna opinione personale su questo argomento sociale. Sono qui solo come sociologo della religione, troppo felice di avere un indicatore preciso per situare nel tempo il passaggio dalla religione da uno stato zombie a uno stato zero.

Nei miei libri precedenti, avevo introdotto il concetto di uno stato zombie della religione: la fede è scomparsa ma i costumi, i valori e le capacità di azione collettiva ereditati dalla religione persistono, spesso tradotti in linguaggio ideologico – nazionale, socialista o comunista.

Ma la religione raggiunge all’inizio di questo terzo millennio uno stato zero (nuovo concetto), che catturo attraverso tre indicatori – cerco sempre indicatori statistici per valutare fenomeni sia morali che sociali: sono un fan di Durkheim, fondatore della sociologia quantitativa, ancora più di Weber.

Nello stato zombie, le persone non vanno più a messa ma battezzano ancora i loro figli; oggi la scomparsa del battesimo è evidente, stato zero raggiunto. Allo stato zombie, si seppelliscono ancora i morti, obbedendo ancora al rifiuto della Chiesa della cremazione; oggi, la diffusione massiccia della cremazione diventa la pratica più generale, pratica ed economica, stato zero raggiunto.

Infine, il matrimonio civile del periodo zombie aveva tutte le caratteristiche del matrimonio religioso antico: un uomo, una donna, dei figli da educare. Con il matrimonio tra persone dello stesso sesso, che non ha alcun senso per la religione, si esce dallo stato zombie, e grazie alle leggi sul matrimonio per tutti, si può datare il nuovo stato zero della religione.

LF. Con il tempo, non è diventato un po’ reazionario?

“Sono stato allevato da una nonna che mi diceva che, sessualmente, tutti i gusti sono nella natura, e io sono fedele ai miei antenati. Quindi, LGB, benvenuti. Per quanto riguarda T, la questione trans, è un’altra cosa. Gli individui interessati devono essere ovviamente protetti.

Ma la fissazione delle classi medie occidentali su questa questione ultraminoritaria pone una questione sociologica e storica. Costituire come orizzonte sociale l’idea che un uomo possa realmente diventare una donna e una donna un uomo, significa affermare qualcosa di biologicamente impossibile, è negare la realtà del mondo, è affermare il falso.

L’ideologia trans è quindi, secondo me, una delle bandiere di questo nichilismo che ora definisce l’Occidente, questa pulsione di distruzione, non solo delle cose e degli uomini ma della realtà stessa. Ma, di nuovo, non sono in alcun modo sopraffatto qui dall’indignazione, dall’emozione. Questa ideologia esiste e devo integrarla in un modello storico. All’epoca del metaverso, non saprei dire se il mio attaccamento al reale mi rende un reazionario.

La transición política. Francisco Fermán. DEM. Febrero 2024

La transición política comprende un periodo de tiempo, pero cuya característica es que es un cambio histórico. La transición no es una idea, ni un esquema preconcebido; no es un proyecto de un grupo de poder ni partido político; no cuenta con un protagonista privilegiado ni sujeto político único, asimismo no es una fecha ni una coyuntura, una reforma ni mucho menos una campaña electoral por más importante y trascendental que esta sea constituye por sí misma la transformación política.

La transición política es la suma de todo eso y mucho más, de tal manera que toda transición política debe de ser analizada en sus alcances, significado y trascendencia, puesto que penetra de forma trasversal en la vida social y política del Estado. La transición política es un proceso que tiende a transformar y adecuar al Estado, lo cual constituye una modalidad de características de gran profundidad de los cambios, las razones y alcances son específicos a cada país y dependen del marco y de las condiciones de reinserción, y de sus tradiciones políticas. Dicho lo anterior, vemos como la transición política en la República de El Salvador se cimenta con los resultados de las Elecciones Presidenciales y Diputados del 4 de Febrero 2024.

El cambio crucial en las relaciones políticas es difícilmente reversible, la transición política salvadoreña se ha decidido y sustentado en las urnas, lo cual ha sentado las bases de una transición desencadenante, pues el efecto principal consiste en poner en ruta las futuras reformas, el resultado electoral contiene una representación política significativa en el sentido de que las elecciones se han convertido en la llave de la transición política. los códigos de entendimiento han cambiado, puesto que el partidismo ha mermado considerablemente, su representación se ha erosionado incluso sin representación en la Asamblea Nacional Legislativa. El órgano ejecutivo se constituye como el eje coordinador, cohesionador lo suficientemente fuerte para ejercer la dirección política de dominación e ideología, la vieja burocracia política ha sido completamente asfixiada convirtiéndose en una clase política fracasada.

El resultado electoral constituye la configuración de un poder hegemónico, las cláusulas de la gobernabilidad quedan claramente establecidas:
1. El presidente de la República es el máximo representante político del Estado y legitimo definidor de los asuntos del mismo. 2. No hay legitimo contradictor para disputar la presidencia de la República por largo tiempo. 3. Se ha conformado un sistema hegemónico por decisión democrática. 4. El partido oficial Nuevas Ideas se convierte en un partido dominante que unifica los intereses nacionales y abona el camino hacia la estabilidad política. 5. El régimen político le da viabilidad para manejar las riendas políticas del país y la estructura política salvadoreña ha experimentado un perfil nuevo que viene a fortalecer y cimentar el régimen político. 6. Los resultados electorales como expresión de la voluntad popular tienen la característica de ser soberana, es el ingrediente que en este caso representa el ejercicio plebiscitario por haber encontrado la formula de ser aceptado por los salvadoreños. 7. El resultado político electoral mas importante es el que conduce a las reformas constitucionales. 8. El sistema presidencial, es decir el presidencialismo es el centro de gravedad del sistema político, y que sin lugar dudas nos encontramos ante los cimientos de un cambio, en consecuencia; podemos afirmar que es una transición política que experimenta en la actualidad la sociedad salvadoreña. 9. Se ha traspuesto el bipartidismo, por un partido político capaz de aglutinar las diversas fuerzas políticas y que a la vez fortalece el presidencialismo que comprende el proceso en el que se da la institucionalización del partido Nuevas Ideas.

La vieja burocracia política no contó con el apoyo de la expresión de la voluntad popular que tiene como función principal la estructuración de las relaciones políticas. El arreglo institucional para garantizar, fortalecer, consolidar la transición política es un reto para el gobierno central, puesto que todo gobierno debe de estar dotado de una gran sensibilidad política y además contar con la capacidad para pulsar el sentir de los diferentes actores sociales en el ejercicio de la toma de decisiones; es diferente la reforma política que la reforma de Estado.

La historia cultural en El Salvador: Un campo de estudio en ciernes. Carlos Gregorio López. Diálogos. 2005

Hacer un balance de la historia cultural en El Salvador, puede parecer un optimismo desmedido o una ignorancia extrema. Eso pensé cuando luego de haber comenzado a elaborar este trabajo, al darme cuenta de la magnitud del problema en que me había metido.

Y es que todos sabemos que la historia no ha sido una disciplina muy favorecida en El Salvador. Un balance general deja ver las carencias historiográficas que enfrentamos en el país, estas falencias se hacen más evidentes cuando se trabaja un campo histórico en específico. En todo caso este artículo tiene un carácter muy preliminar, y en tal condición deberían entenderse sus vacíos, que seguramente son muchos.

No entraré a discutir las especificidades de lo que debiéramos entender por historia cultural; me es más conveniente entenderla en su sentido más amplio, de tal manera que pueda aprovechar el mayor número de posibilidades. En cuanto a las definiciones, me remito a lo planteado por Juan José Marín.

Este autor advierte que en historia cultural los límites son sumamente difusos, “pudiéndose entremezclar con otras demarcaciones propias de la historia de la literatura, la antropología cultural, de las mentalidades, la social, la microhistoria, o de las ideas, sólo para nombrar algunas. Asimismo, la pluralidad de marcos teórico metodológicos, a veces antagónicos entre sí, complican una descripción homogénea de esta área historiográfica. Igualmente, los terrenos de trabajo de la historia cultural son múltiples y diversos por lo cual los investigadores adscritos a este campo recurren con frecuencia al diálogo interdisciplinario.”[1]

Partiendo de una definición tan amplia las posibilidades de conformar un corpus historiográfico aumentan, por supuesto existe el riesgo de incluir trabajos cuyos autores a lo mejor nunca los consideraron como tal. Con esa advertencia en mente se hará una revisión siguiendo una línea cronológica.

1. El debate cultural del último tercio del siglo XIX

Una preocupación por los temas culturales se hace evidente en El Salvador hacia el último tercio del siglo XIX, cuando un dinámico e interesante grupo de intelectuales, muy identificado con el pensamiento modernizante del grupo liberal dominante, comenzó a discutir sobre la manera más expedita de acoplar a la sociedad salvadoreña a los cambios en curso.[2]

Puede afirmarse que en alguna medida, las reflexiones de este grupo orientaron las acciones de los gobiernos. Esta relación no era de absoluta armonía; rupturas y disidencias no faltaron, pero en general predominó la tolerancia y la cooperación, aunque en no pocas ocasiones los intelectuales se mostraron desencantados con los gobernantes, pues consideraban que no les tomaban en cuenta a la hora de tomar decisiones y asignar recursos.

El trabajo de esos intelectuales abarcó desde la educación, el periodismo, la historia, la investigación científica hasta la literatura. A pesar de la diversidad, el denominador común fue el peso del pensamiento europeo, que los llevó a compartir la fe en el progreso, así como el rechazo a la tradición cultural indígena, considerada como muestra de atraso y, en consecuencia, un freno al desarrollo.[3]

Para los años en que los liberales se apoderaron definitivamente del poder, ya existía un pequeño núcleo de intelectuales, que se ensanchó gracias a la bonanza cafetalera y —lo que es más significativo— encontró un ambiente propicio para su trabajo.

Entre los más destacados intelectuales de esos años se pueden mencionar a: Darío González, Jorge Lardé, Santiago I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y Francisco Gavidia.

La importancia de estos hombres, no reside en su número, si no en el peso que su pensamiento tuvo para justificar y promover el proyecto que el grupo en el poder impulsaba.[4]

Una de las condiciones que facilitó la labor de estos individuos es que casi siempre estuvieron vinculados a instituciones públicas y contaron con el apoyo del Estado.

En general, no ocuparon puestos de poder importantes, pero contaron con un empleo relativamente seguro y pudieron dedicarse sin mayores preocupaciones a sus estudios. Los cambios políticos no les afectaban mayor cosa, a menos que estuvieran directamente involucrados.

Además, en aquellos tiempos los hombres ilustrados eran escasos, así que ningún gobierno podía darse el lujo de prescindir de ellos. Por otra parte, tuvieron la ventaja de contar con periódicos y revistas en los que publicaban sus trabajos, además de que casi todos ejercieron en algún momento la docencia.[5]

Por lo tanto, es plausible creer que, por lo menos en el medio urbano contaron con una audiencia considerable.

David Joaquín Guzmán, fue uno de los pensadores más influyentes de esa época. Sus escritos reflejan una preocupación que, desde perspectivas diferentes, parece haber sido común a los intelectuales contemporáneos: la civilización de los indios y su incorporación a la sociedad, un tema que obviamente estaba relacionado con el campo cultural.

Hacia 1883, Guzmán publicó Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador, un libro que deja ver claramente su posición al respecto. Sus planteamientos eran muy pragmáticos, consideraba que si El Salvador quería progresar debía lograr que los indígenas renunciaran a su cultura ancestral.

Era consciente de que las condiciones de vida de los indígenas, en comparación con tiempos pasados, habían desmejorado notablemente; valoraba que en tales circunstancias estos grupos aportarían muy poco al progreso del país, pues la anterior práctica gubernativa y social los había convertido en ciudadanos de segunda categoría.

«Es necesario que el espíritu realmente liberal y humanitario de nuestras instituciones penetre por todos lados en el hogar del indígena, instruyéndole, sacándole de la apatía, y si es posible haciéndole desaparecer gradualmente en la masa de la civilización actual que es por una parte la suerte reservada á los vestigios espirantes (sic) de otras civilizaciones ya muertas y por otra la gloriosa misión encomendada al apoyo paternal de los gobiernos liberales e ilustrados[6]

En la medida en que los patrones culturales tradicionales eran incompatibles con el proyecto modernizante de la elite se hacía necesaria la imposición. A Guzmán no le interesó preguntarse cuáles eran los intereses de los indígenas, mas creía que al final estos serían beneficiados al ser absorbidos por el mestizaje, borrando de ese modo, las antiguas diferencias. «Su porvenir está en la fusión con la raza criolla ó con la ladina y por consiguiente su incorporación forzosa en el gran movimiento civilizador del siglo.»[7]

La educación era vista como un instrumento idóneo para acelerar la “ladinización” de los indios; Guzmán se dio a la tarea de escribir un voluminoso libro, en el cual hacía un diagnóstico — nada halagador, por cierto— del estado de la escuela salvadoreña y proponía las medidas a tomar para superar las falencias encontradas. Según sus cálculos la población analfabeta alcanzaba el 80%. Esta situación era alarmante para un intelectual que cifraba sus esperanzas de desarrollo del país, precisamente en la educación.

«¡479,217 ignorantes es una cifra terrible para un país que pretende marchar por el camino del adelanto!».[8] Buscando elevar el nivel educativo propuso un impuesto del 1% al valor de la propiedad territorial. Lo recaudado sería destinado exclusivamente a educación y agregado a la suma ya establecida al efecto en el presupuesto ordinario. Según Guzmán, de este modo, se tendrían los 300,000 pesos que se necesitaban para mejorar el sistema educativo.[9] Tal propuesta nunca fue considerada seriamente.

Como buen liberal, Guzmán no ocultaba su deseo de acelerar todo lo posible la marcha del progreso en El Salvador y se impacientaba ante la perspectiva de tener que esperar a que sus compatriotas, especialmente los indios, se convencieran de la necesidad de subirse al carro del progreso. De allí su insistencia en la necesidad de promover la llegada de colonos.

“La inmigración á nuestro suelo está reducida a la que espontáneamente arriba á nuestras playas; esta se dedica especialmente al comercio, con muy pocas excepciones que profesan las artes liberales. Pero no es esta la inmigración que necesitamos, sino que la que saliendo de los campos de Europa, se dirige á los nuestros á darles nueva vida, á ponerse en contacto con nuestra población rural trayendo su contingente de brazos, de industria, de actividad y de conocimientos.”[10]

Otro tema de discusión entre los intelectuales de finales del XIX fue el relacionado con el mundo de las letras, tal y como entonces se entendía lo relacionado con el periodismo y la literatura. Una revisión del clásico trabajo de Ítalo López Vallecillos deja ver que en el último tercio del siglo XIX la publicación de periódicos y revistas pasó por un buen momento en el país.[11]

Las Sociedades Literarias, la Academia e incluso las fiestas particulares brindaban oportunidades para que periodistas, poetas, educadores y escritores — que lo eran todo a la vez — discutieran e intercambiaran puntos de vista en torno a la evolución cultural del país. Afortunadamente ya comienza a estudiarse este tipo de sociabilidad.[12]

Tentativamente, puede afirmarse que el debate intelectual de finales del siglo XIX tuvo entre sus principales ejes, el progreso — entendido a la europea —, la incorporación del indio a la sociedad, mediante el mestizaje biológico y cultural, sin que faltara el debate en torno a los modelos políticos.[13]

A pesar de que se ha avanzado un tanto en el estudio de las elites políticas y culturales de finales del siglo XIX y principios del XX, queda mucho por conocer acerca de la cultura de los sectores sociales subalternos.[14] En este punto, vale destacar los trabajos pioneros de Víctor Hugo Acuña, sobre artesanos y obreros; y los de Patricia Alvarenga sobre el mundo rural, los cuales tienen la ventaja de haber sido elaborados con un marco teórico explícito que vuelve más interesante la discusión de sus hipótesis.[15]

2. La historia cultural en la primera mitad del siglo XX

La incorporación del indio a la república cafetalera fue uno de los temas de discusión de los intelectuales finiseculares, para quienes el indio podía ser a lo sumo un vestigio curioso del pasado que buscaban dejar atrás. Es decir, el único espacio admisible para los indios era el de la leyenda; esta fue la opción que tomó Francisco Gavidia, en la literatura, pero también en la historia.

Gavidia y Roque Dalton resultan autores interesantes para entender cómo en El Salvador, algunas de las más interesantes interpretaciones de la historia se han hecho desde la literatura. Vale decir que ambos escribieron historia, pero que su fuerte fue la literatura.

En 1912 el Subsecretario de Instrucción Pública comisionó «a las más distinguidas personas en asuntos históricos» para que escribieran sobre historia salvadoreña. Los designados fueron Santiago I. Barberena, Alberto Luna y Francisco Gavidia. Este último escribió un libro que abarcó desde los tiempos más antiguos hasta los años anteriores a la declaración de la independencia y que fue publicado en 1917. Combinando relatos mitológicos con datos históricos y sin preocuparse demasiado por el rigor metodológico, Gavidia buscó las raíces de El Salvador en un pasado legendario y heroico.

«Núcleo de la región nahuat en los tiempos legendarios cuando emigran sus habitantes y fundan la Tula famosa; centro a que vuelven en varios éxodos desde climas remotos conservando su lengua y su religión… combatiente a través de los siglos contra sus hermanos los Quichés conservando así su personalidad; triunfante en la primera expedición de Alvarado, autónomo cuando obtiene que el Rey de España nombre directamente su alcalde Mayor.»[16]

Sobra decir que la mayor parte del texto anterior fue producto de la imaginación del autor; sin embargo, él mismo hace una aclaración al respecto: «La Historia, sobre todo cuando está por desenvolverse, tiene prolongaciones en otras ramas de los conocimientos, que a su vez se desenvuelven sucesiva o paralelamente. (…) Nuestra Historia ofrece a las letras —la poesía, en especial, a la narración y el teatro— asuntos en que pueden emplearse los buenos ingenios.»[17]

Más dado a la literatura que a la investigación histórica, pocas veces señala las fuentes que podrían respaldar sus afirmaciones y, algunas veces, como lo hace cuando intenta explicar la vida de los primeros pipiles, se apoya en cierto “documento», a pesar de admitir que: «No se conoce aún hoy día el Manuscrito pipil; sin embargo varios cronistas lo tuvieron a la vista».[18]

Mario Hernández Aguirre destaca el aporte de Gavidia en tanto que «quiso dar al país —y se lo dio en compañía de Jorge Lardé P. — una prehistoria, una mitología, una edad heroica[19] Lo anterior fue posible gracias a una reelaboración literaria del pasado precolombino. «Llevado siempre por su entusiasmo, habla de los años anteriores a la conquista y para ello mezcla los hermosos mitos pipiles del Popol-Vuh con suposiciones de las más variadas»[20]

No obstante, también señala: «El indio de la poesía gavidiana es un indio mítico, tan lejos de lo real como el escudo de oro que le sirve en los combates o como los rebaños de pavorreales que conduce a las orillas del río.»

Sin embargo, reconoce que el mérito del trabajo histórico y poético de Gavidia reside en el hecho de «haber dado los moldes necesarios y el camino para el culto a los héroes, tan necesario a los pueblos que en ello cultivan una de las razones para sentirse orgullosos de sus destinos».[21]

Un detalle que escapa a Hernández Aguirre es que si bien es cierto que Gavidia creó un mito indígena, este no fue favorecido inmediatamente con el necesario patrocinio de las esferas oficiales e intelectuales, para que fuera internalizado y reconocido entre las masas populares. Para entonces la tendencia era precisamente lo contrario: superar el pasado para acercarse cada vez más a la modernidad de los modelos europeos.

Los liberales salvadoreños prefirieron elaborar otros mitos más acordes con sus ideales. En realidad, el discurso dominante fue aquel que propugnaba por la modernización y el progreso. Los mitos indígenas a lo sumo podrían ser aceptados como accesorios, pero no iban a ser incorporados como parte fundamental de la cultura.

Debieron pasar varios años para que se tuviese una concepción diferente del indio y de las posibilidades que este ofrecía para enriquecer la cultura salvadoreña. Este cambio se dio en la década de 1920, cuando un grupo de intelectuales intentaron reformular la idea de nación liberal.

Esta vez se trató de construir una imagen individualizada de El Salvador, recurriendo a elementos culturales. Para ello se reelaboró la imagen del indio, principalmente por medio del rescate y mitificación del cacique Atlacatl. El mundo rural se volvió centro de interés, especialmente para la literatura.

Con el pretexto de proteger al comercio en pequeño se tomaron actitudes discriminatorias contra algunos grupos de inmigrantes, especialmente los procedentes de Asia y medio oriente. Esto último dio espacio para que algunos sectores desarrollaran actitudes de clara xenofobia.

Los trabajos de intelectuales como Miguel Ángel Espino, María de Baratta, Juan Ramón Uriarte, Jorge Lardé, Arturo Ambrogi y otros, muestran los cambios del discurso nacional en la década de 1920. Sus obras tienen como denominador común la revalorización del pasado indígena, de la vida en el campo y de los atributos culturales que podían definir al salvadoreño.[22]

A diferencia de los liberales de finales del siglo XIX, que consideraron al indio como un obstáculo al progreso y vieron en el mestizaje la única opción para aceptarlo dentro de la sociedad, esta vez se hacía énfasis en la conservación de lo indígena. Y basándose en esta herencia se buscaron elementos que ayudaran a redefinir los atributos de la nación salvadoreña, que adquiría así los componentes culturales que los liberales habían rechazado.[23]

Pero, paralelamente a dichas iniciativas, otro grupo de intelectuales, liderados por Alberto Masferrer, comenzaba a reflexionar sobre la problemática social salvadoreña, a la vez que incursionaban en los terrenos del espiritismo y la teosofía.

Inicialmente, los estudios sobre intelectuales en la década de 1920 comenzaron desplazamientos que se han dado en los estudios sobre Alberto Masferrer, abordando sus trabajos en el diario Patria, sus colaboraciones en revistas de la región como Repertorio, sus críticas al sistema social vigente en aquellos años y su doctrina del Mínimun Vital, sus posibles vínculos con corrientes de pensamiento socialista, o las diatribas que en su contra lanzó Roque Dalton.[24]

Actualmente la tendencia es estudiar las redes sociales y las formas de pensamiento que articularon el trabajo de Masferrer, no solo a nivel local, sino regional. En tal sentido vale señalar los trabajos de Carlos López, Marta Cassaus Arzu, María Teresa Giraldes y Carlos Cañas Dinarte.[25]

Una diferencia significativa entre estos trabajos y los mencionados anteriormente, radica en el hecho de que los primeros hacían énfasis en la cuestión social, las corrientes ideológicas y en la viabilidad política de las propuestas masferrerianas. Análisis que indefectiblemente chocaban con el levantamiento de 1932.

Tales perspectivas no permitían una cabal comprensión del pensamiento del maestro que, en el mejor de los casos aparecía como un ingenuo bien intencionado, pero con poco sentido político; o como sucedió con Roque Dalton, ser condenado ipso facto, como aliado e instrumento de la oligarquía salvadoreña.

En la tendencia actual no se insiste tanto en la viabilidad política de las ideas de Masferrer, sino en las redes intelectuales que logró articular y en las influencias espiritistas y teosóficas que nutrieron las propuestas unionistas tales grupos impulsaron, así como los mecanismos mediante los cuales se vincularon con grupos sociales más amplios.

3. La historia cultural en la segunda mitad del siglo XX

En la segunda mitad del siglo XX, algunos intelectuales militantes de izquierda, como Pedro Geoffroy Rivas y Oswaldo Escobar Velado, desde la poesía, y Jorge Arias Gómez, incorporaron a los sectores subalternos, especialmente a los indígenas en la historia nacional, como una forma de rechazo a la tradicional historia liberal que daba todo el protagonismo a los próceres independentistas y a los caudillos.

Los resultados más conocidos de esos esfuerzos son los trabajos de Arias sobre Anastasio Aquino y Farabundo Martí.[26] Pero definitivamente quien más impactó en el imaginario popular fue Roque Dalton, y lo hizo siguiendo un modelo historiográfico muy poco apegado al canon de la historia marxista clásica. La primera obra sobre historia de Dalton, fue una monografía sobre El Salvador.[27]

Esta es una versión más bien convencional de la historia elaborada desde una perspectiva marxista. A pesar de las limitaciones metodológicas y de fuentes, esta obra sigue siendo usada como libro de texto en el país.

Mario Vázquez Olivera, sostiene que en El Salvador el escaso desarrollo de la historia, ha dado lugar a que buena parte de la interpretación de la historia nacional, se haya hecho desde la literatura. Vázquez trabajó como caso paradigmático a Roque Dalton y su particular “re-interpretación” de la historia de El Salvador.

Para entender el planteamiento de Vázquez debe aceptarse que en la obra literaria y poética de Dalton — amén de la propiamente histórica — existe una profunda reflexión sobre la cultura salvadoreña.[28]

Para los fines de este trabajo resultan especialmente interesante Las historias prohibidas del Pulgarcito, “una compleja reflexión acerca de la historia y la identidad de El Salvador, en la que a más de intentar deconstruir la narrativa dominante, de cuño oligárquico, y proponer una nueva genealogía de la patria, se postula el advenimiento de una nueva edad de la nación salvadoreña, un alumbramiento fincado en la valoración de la cultura popular y el impulso del proyecto nacionalista-revolucionario que enarbolaba la izquierda armada”.[29]

Esta cita tomada del estudio de Mario Vázquez resume brillantemente esa obra de Dalton, quien según Vázquez, realizó metódicamente dos trabajos: deconstruir una narrativa nacional comprometida con los sectores dominantes y construir a la vez otra enraizada en lo popular y obviamente revolucionaria.

Resulta interesante constatar que esa subversiva propuesta historiográfica de Dalton, ha logrado arraigar en ciertos sectores sociales ligados a la izquierda revolucionaria e incluso se sigue usando en algunas cátedras universitarias, lastimosamente a veces de manera tan esquemática y doctrinaria, rayana en la castración intelectual del autor y de los estudiantes.[30]

En cierto modo, la obra intelectual de Dalton que más ha trascendido ha sido aquella menos compleja: en historia es la Monografía de El Salvador y en poesía el Poema de amor.

A nivel de divulgación, los trabajos del Equipo Maíz, dejan ver cómo Dalton sigue presente en la historiografía salvadoreña. En 1989, cuando todavía se peleaba la guerra civil, dicho grupo publicó su “Historia de El Salvador”, que usaban en los cursos de historia, desde la perspectiva de la “educación popular”, impartían para sindicalistas, comunidades eclesiales de base, maestros populares y organizaciones de algún modo vinculadas a la izquierda.

Haciendo un uso mínimo de textos, acompañados con ingeniosas caricaturas — a veces fuera de contexto — el folleto da una visión sintética de la historia de El Salvador, que tiene como principal protagonista al “pueblo” y sus luchas de resistencia y liberación.[31]

En cierto modo es una versión jocosa de la Monografía de El Salvador de Dalton. Este libro ha tenido muy buena acogida entre los maestros de educación básica y media, e incluso se usa en cátedras universitarias, al grado de que para 1998 había alcanzado cuatro ediciones. En 1995, se le agregó un capítulo para cubrir los Acuerdos de Paz. Entre 1995 y 2001 se hicieron tres ediciones más. En 2003, se hizo una edición revisada y aumentada.[32] El equipo editor afirma que uno de los factores de su éxito es que el libro tiene poco texto y resulta ameno y divertido. Obviamente es consumido mayoritariamente por sectores afines a la izquierda, que hacen una lectura de la historia en blanco y negro; es decir, una historia de buenos contra malos.

3.1 Estudios sobre la violencia y la delincuencia

Un campo que apenas comienza a explorarse, pero que se muestra muy prometedor es el de la violencia y la delincuencia. En tal punto merece destacarse el trabajo pionero de Patricia Alvarenga, sobre la construcción del aparato represivo a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, el uso de la violencia y los mecanismos de resistencia, pero también de colaboración por parte de los sectores sociales subalternos en el campo salvadoreño.

Uno de los méritos de Alvarenga, es la consistencia entre el marco teórico adoptado y el contenido del trabajo. La veta descubierta en este trabajo puede seguir siendo explotada para años posteriores, o adaptarse a otras temáticas similares.[33]

Cercano al tema de la violencia, se encuentra el de la delincuencia, el cual ha sido más trabajado desde una perspectiva sociológica, mediante consultorías o proyectos de investigación específicos asociados con los procesos de pacificación y democratización que siguieron a los Acuerdos de Paz. La espiral de violencia que siguió a los Acuerdos de Paz, dio lugar para que diferentes instituciones auspiciaran foros para discutir el problema, de los cuales a menudo surgieron publicaciones.[34]

Estas son obras colectivas, que combinan investigaciones de campo con ensayos específicos de especialistas en violencia social. Todos asumen que la violencia es un producto cultural, pero no profundizan en sus raíces históricas.

La mayoría de los trabajos antes citados se centran en la delincuencia de posguerra, situación entendible por el contexto en que se producen: el auge de la delincuencia post Acuerdos de Paz, y aunque en algunos se intenta “historizar” el fenómeno, generalmente no van más atrás de la pasada guerra civil. Diferente es el caso de Ellen Modie, quien estudia la manera cómo a lo largo del siglo XX, en El Salvador se va construyendo “un perfil” del delincuente y cómo esa construcción va siendo asumida por la población en general.

Resulta interesante constatar como la imagen del delincuente se va transformando, sin que pierda su esencia de antisocial; desde el ratero de la década de 1930, al guerrillero de los años 70 y 80, hasta el pandillero de la posguerra. En todo caso, a partir del perfil que elaboran los cuerpos de seguridad y transmiten los medios de comunicación, y las experiencias cotidianas de la gente, la población termina por asumir una imagen del delincuente, del peligroso, del marginal.[35]

3.2 Estudios de género y feminismo

Este tipo de trabajos resultan muy útiles debido a que rebelan aspectos de la cultura salvadoreña. Al revisar la bibliografía al respecto se pueden encontrar distintas vertientes que convergen hacia la situación actual de la mujer, mediante el rastreo histórico de sus acciones y los movimientos asociados a ellas. Se pueden encontrar estudios sobre los movimientos sufragistas y de organización femenina, a menudo liderados por mujeres vinculadas al ámbito intelectual.[36]

En los años ochenta y noventa, se realizaron investigaciones sobre la participación de las mujeres en la guerra civil, tanto en la experiencia de los desplazados como en la lucha armada. Sin embargo, estos trabajos consideran a las mujeres víctimas de la guerra y a las militantes de izquierda, sin darle mayor tratamiento a la población civil y menos a las que pudieron simpatizar y apoyar al ejército salvadoreño y los paramilitares.[37]

En la posguerra, y acompañando a los proyectos de reinserción y desarrollo aparecen trabajos en torno de la organización y participación de las mujeres de cara a los nuevos espacios políticos, económicos y sociales abiertos en el contexto de la democratización.[38]

Una vertiente sumamente interesante que apenas ha comenzado a ser explorada, y con muy buen éxito por Patricia Alvarenga, son los estudios de las mujeres como parte de los marginados sociales. Los trabajos de Alvarenga se han centrado en el últimos tercio del XIX y las primeras décadas del XX, periodo excepcionalmente provocador, no solo por los cambios estructurales que se dieron en el país, sino por las profundas transformaciones sociales que lo acompañaron y que condicionaron las percepciones y valoraciones sobre los hombres y mujeres que transgredieron las normas morales establecidas.[39]

Como contraparte, hay algunos trabajos que exploran a las mujeres de finales del XIX incursionando en el mundo académico y a través de los cuales se puede hacer un acercamiento a la cultura de elite decimonónico. Un contraste entre ambas tendencia arrojaría mucha luz sobre la sociedad salvadoreña.[40]

Conclusiones

Si se compara El Salvador con otros países del área centroamericana, se hace evidente que en este país los estudios históricos tienen mucho camino por andar. No obstante, una revisión como esta -que tiene un carácter muy preliminar – también demuestra que en el campo de la historia cultural, se han logrado avances significativos.

Se tiene un panorama aceptable, y en condiciones de ser comparado con el de otros países de la región, en el caso de la cultura de elite de finales del siglo XIX y principios del XX. Ya se cuenta con algunos estudios sobre identidad nacional y nacionalismo, así como algunos trabajos sobre sectores sociales subalternos del mismo periodo.

En el caso de los estudios sobre el papel jugado por los intelectuales en la configuración de la cultura, la identidad y la interpretación histórica, se cuenta con trabajos sobre la intelectualidad liberal y sobre los intelectuales “autoctonistas” de la década de 1920.

También se ha estudiado con alguna profundidad a Francisco Gavidia, Alberto Masferrer y Roque Dalton. Gavidia y Dalton son importantes no solo por sus trabajos literarios, sino por la influencia de sus interpretaciones de la historia de El Salvador.[41]

Asimismo, han comenzado a explorarse temas como violencia y delincuencia; feminismo y género; y marginados sociales.

Este balance da lugar para pensar que los estudios de historia cultural en El Salvador tienen un futuro prometedor. En los últimos años, algunos organismos internacionales han comenzado a mostrar mayor interés por los estudios culturales; esa tendencia comienza a sentirse en el país; por ejemplo, el “Informe sobre desarrollo humano. El Salvador, 2003”; por primera vez incluyó un capítulo sobre identidad y cultura, el cual pretende sensibilizar sobre la importancia de conocer las raíces culturales del país y su diversidad cultural.[42]


[1] Juan José Marín. ¿Historia cultural: un campo de trabajo en perspectiva o un espacio trabajo histórico?. Ponencia presentada en el Seminario Entre dos siglos: la investigación histórica en Costa Rica, 1992-2002. (Museo Histórico Cultural Juan Santamaría 13 y 14 de noviembre, 2002 Alajuela, Costa Rica).

[2] Palmer, estudiando el caso guatemalteco y costarricense, define a los intelectuales como “individuos ocupados principalmente en la articulación de una cultura nacional.” Ver: Steven Palmer. Racismo intelectual en Costa Rica y Guatemala, 1870-1920. En: Mesoamérica, año 17, N° 31, junio de 1996, pág. 100.

[3] Entre los más destacados intelectuales de esos años se pueden mencionar a: Darío González, Jorge Lardé, Santiago I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y Francisco Gavidia.

[4] Para más detalles al respecto, véase E. Bradford Burns. La infraestructura intelectual de la modernización en El Salvador, 1870-1900; En: Cáceres, Luis René (editor). Lecturas de Historia de Centroamérica. (San José, BCIE-EDUCA, 1ª edición, 1989); y Carlos Gregorio López Bernal. El proyecto liberal de nación en El Salvador, 1780-1932. (Tesis de maestría en historia, Universidad de Costa Rica, 1998), cap. 2

[5] Características similares son señaladas por Palmer para el caso guatemalteco y costarricense. “El objetivo general de sus esfuerzos consistió en secularizar y civilizar sus respectivas culturas populares a fin de adelantar el progreso y la modernización.” Steven Palmer. Racismo intelectual… Op. Cit. Pág. 101.

[6] David J. Guzmán. Apuntamientos sobre la topografía física de la República de El Salvador. (San Salvador, Tipografía El Cometa, 1ª edición, 1883), pág. 507. El énfasis es mío. Actitudes similares se encuentran en los escritos de Santiago I. Barberena y José Antonio Cevallos

[7] Idem. Pág. 517.

[8] David J. Guzmán. De la organización de la instrucción primaria en El Salvador. (San Salvador, Imprenta Nacional, 1ª edición, 1886), pág. 198.

[9] Idem. Pág. 208.

[10] David J. Guzmán. Apuntamientos topográficos… Op. Cit. pág. 406.

[11] Italo López Vallecillos. El periodismo en El Salvador. San Salvador, UCA Editores, 2ª edición, 1987.

[12] Véase, María Tenorio. Hacia un imaginario salvadoreño en los discursos periodísticos de la década de 1840. Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003.

[13] Ejemplo de ello son algunos trabajos de Francisco Gavidia, Juan José Samayoa, Francisco Esteban Galindo y otros. Estos autores se preocuparon mucho por las flagrantes contradicciones entre el ideario liberal y las prácticas políticas de los liberales decimonónicos, especialmente por las recurrentes violaciones a los preceptos constitucionales. También discutieron muchos sobre la inculcación de valores ciudadanos y lealtad nacional por medio de la escuela, ejemplo de ello es el trabajo de Francisco Esteban Galindo. Cartilla del ciudadano. (San Salvador, s/e, 1874).

[14] Un panorama de la cultura salvadoreña de finales del XIX se encuentra en Carlos Castro. Sociedad y cultura en siglo XIX. En Alvaro Magaña (coord.) El Salvador; la república. Tomo I, (Fomento Cultural Banco Agrícola, 2000).

[15] Véase Víctor Hugo Acuña. La formación de los sectores medios urbanos en El Salvador: La sociedad de artesanos “La Concordia” (1872-1940). 2001, inédito; Clase obrera, participación política e identidad nacional en El Salvador (1918-1932). Ponencia presentada en el Seminario “Estado Nacional y Participación Política en América Central”. San José, febrero de 1995; Patricia Alvarenga. Cultura y ética de la violencia. El Salvador. 1880-1932. (San José, EDUCA, 1995).

[16] Francisco Gavidia. Historia moderna de El Salvador. Vol. 1. (San Salvador, Ministerio de Cultura, 2ª edición, 1958), pág. 32.

[17] Idem. Págs. 32-33.

[18] Idem. Pág. 22.

[19] Mario Hernández Aguirre. Gavidia. Poesía, literatura y humanismo. (San Salvador, Dirección de Publicaciones, Ministerio de Educación, 1ª edición, 1968), pág. 389.

[20] Idem. Pág. 392.

[21] Idem. Págs. 157-158 y 404. En el fondo Gavidia fue un incomprendido. Su vasta erudición causaba admiración, pero nada más. Los homenajes que recibió de ningún modo significaron una justa valoración y comprensión de su obra.

[22] “La patria, en poesía y en prosa, fue tomando forma en los escritos de Alfredo Espino, de Miguel Angel Espino y de Arturo Ambrogi. A través de su lectura, varias generaciones de salvadoreños sintieron su patria, se identificaron con sus gentes y sus costumbres y se comenzaron a interesar en sus problemas.” Historia de El Salvador. Tomo II (Ministerio de Educación, 1994), pág. 105. entre las obras más destacadas de estos autores se pueden mencionar: María de Baratta. Cuzcatlán Típico. 2 vol., (San Salvador, Ministerio de Cultura, 1951), Miguel Ángel Espino, Mitología de Cuzcatlán y Cómo cantan allá. (San Salvador, UCA Editores, 4ª edición, 1976); Juan Ramón Uriarte. Cuzcatlanología. (San Salvador, Imprenta Cuscatlania, 1926). En esta corriente que buscó afianzar lo autóctono del país debe considerarse además a Salvador Salazar Arrué (Salarrué), Alfredo Espino y Arturo Ambrogi.

[23] Carlos Gregorio López. Identidad nacional, historia e invención de tradiciones en El Salvador en la década de 1920. Revista de Historia, # 45, 2002, Universidad de Costa Rica.

[24] Véase por ejemplo, Jaime Barba. Masferrer: vitalismo y luchas sociales. En Revista Cultura, CONCULTURA, Nº 80, septiembre-diciembre de 1997, Ricardo Roque Baldovinos. Reinventando la nación. Cultura estética y política en los albores del 32. En Revista Cultura, San Salvador, Nº 77, sept.- dic. 1996; Carlos Gregorio López Bernal. Alberto Masferrer y el vitalismo. En Oscar Martínez Peñate (coord.) El Salvador. Historia General. (San Salvador, Editorial Nuevo Enfoque, 2002); Matilde Elena López. ¿Masferrer socialista utópico, reformista o revolucionario? En Revista La Universidad, # 5, septiembre-Octubre de 1968; y Luis Melgar Brizuela. De cómo y por qué Roque Dalton llamó “viejuemierda” a don Alberto Masferrer. En Revista Humanidades, IV época, # 2, 2003.

[25] Véase, Carlos Gregorio López Bernal. Alberto Masferrer y Augusto César Sandino: Espiritualismo y utopía en los veinte. En Revista Humanidades, IV época, # 2, 2003; Marta Elena Casaús Arzú. La disputa de los espacios públicos en Centroamérica de las redes unionistas y teosóficas en la década de 1920: la figura de Alberto Masferrer. En idem., La formación de la nación cultural en las elites teosóficas centroamericanas 1920-1930: Carlos Wyld Ospina y Alberto Masferrer. Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003; Teresa García Giraldes. La patria grande centroamericana: la elaboración del proyecto nacional por las redes políticas unionistas. Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003; y Carlos Cañas Dinarte. Redes teosóficas en El Salvador a través de la revista Cypactly. Ponencia a presentarse en el VII Congreso de Historia de Centroamérica, Tegucigalpa, julio de 2004

[26] Jorge Arias Gómez. Anastasio Aquino, recuerdo, valoración y presencia. (San Salvador, Editorial Universitaria, 1963); y Farabundo Martí. Esbozo biográfico. (San José, EDUCA, 1972). En 1996 Arias Gómez publicó con EDUCA una versión ampliada y mejorada de esta última obra; que sigue siendo él estudio más completo sobre la vida y obra de Martí.

[27] Roque Dalton. Monografía de El Salvador (San Salvador, UCA Editores, 1984). La primera edición se hizo en Cuba. El Salvador (La Habana, Casa de las Américas, 1963).

[28] En este punto me apoyo en las sugerentes ideas de Mario Vázquez Olivera. “País mío no existes”. Apuntes sobre Roque Dalton y la historiografía contemporánea de El Salvador. Revista Humanidades, IV época, # 2, 2003.

[29] Idem. Pág. 95.

[30] Al revisar programas de estudio de cátedras de historia de El Salvador, es frecuente encontrar en la bibliografía la Monografía de El Salvador y Las historias prohibidas del Pulgarcito.

[31] Equipo Maíz. Historia de El Salvador: De cómo los guanacos no sucumbieron a los infames ultrajes de españoles, criollos, gringos y otras plagas. (San Salvador, Asociación Equipo Maíz, 1989).

[32] Equipo Maíz. Historia de El Salvador: De cómo la gente guanaca no sucumbió ante los infames ultrajes de españoles, criollos, gringos y otras plagas. (San Salvador, Algier’s Impresores, 2002). Los cambios en el título evidencian cómo en esta última edición se incluye la perspectiva de género. Esta última edición consta de 208 páginas; la de 1995 tenía 156.

[33] Patricia Alvarenga, Cultura y ética de la violencia… Op. Cit.

[34] Véase por ejemplo, PNUD, Programa El Salvador. Violencia en una sociedad en transición. (San Salvador, PNUD, 1998), Carlos Guillermo Ramos (et al) Violencia en una sociedad en transición. Ensayos. (San Salvador, PNUD, 2002); PNUD, Programa El Salvador. Dimensiones de la violencia. (San Salvador, PNUD, 2003); y PNUD. Armas de fuego y violencia. (San Salvador, Talleres Gráficos UCA, 2003).

[35] Ellen Moodie. Como rastrear al delincuente salvadoreño en el siglo veinte. Ponencia presentada en el Primer Encuentro de Historia de El Salvador, Universidad de El Salvador, julio de 2003;

[36] En esta vertiente destacan los trabajos pioneros de Sonia Ticas. “Intelectuales salvadoreñas de los cuarenta: negociando lo privado y lo público”. Istmo, Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos, No. 6 (July – December 2003), http://www.wooster.edu/istmo; “Hacia una historia del feminismo salvadoreño en los años 20 y 30”. Revista Humanidades, IV época, # 3, 2003, Universidad de El Salvador; “Las escritoras salvadoreñas a principios del siglo XX: expectativas y percepciones socio-culturales”. Eugenia Rodríguez, ed., Historia, Política, Literatura y Relaciones de Género en América Central y México (siglos XVIII, XIX y XX). Edición Especial, Diálogos Revista Electrónica de Historia, Vol. 5, No. 1 (Marzo – Agosto 2004). San José: Escuela de Historia, Universidad de Costa Rica, ISSN 1409-469X, http://historia.fcs.ucr.ac.cr; Fidelina Martínez Castro. Feminización de la educación superior en El Salvador. En Revista Humanidades, IV época, # 4, 2004.

[37] Véase Patricia Hipsher. «Rigth- and Left-Wing Women in Post-Revolutionary El Salvador. Feminist Autonomy and Cross-Political Alliance Building for Gender Equality». En Victoria González y Karen Kampwirth. eds., Radical Women in Latin America. Left and Right. (Pensylvannia: The Pennsylvannia State University Press, 2001); Karen Kampwirth. Women and Guerrilla Movements. Nicaragua, El Salvador, Chiapas, Cuba. Pennsylvania: The Pennsylvania State University Press, 2002; Ilja A. Luciak. After the Revolution. Gender and Democracy in El Salvador, Nicaragua, and Guatemala. Baltimore-Maryland: The Johns Hopkins University Press, 2001; María Candelaria Navas. “Los movimientos femeninos en Centroamérica: 1970-1983”, En Daniel Camacho y Rafael Menjívar, coord., Movimientos populares en Centroamérica. San José: EDUCA, 1985; Norma Vázquez. Las Mujeres Refugiadas y Retornadas. San Salvador – El Salvador: Las Dignas, 2000; Norma Vázquez, Cristina Ibáñez, y Clara Murguialday. Mujeres Montaña. Vivencias de Guerrilleras y Colaboradoras del FMLN. Madrid: Horas y HORAS, 1996.

[38] María Candelaria Navas, y Liza María Domínguez. La Experiencia Organizativa de las Mujeres Rurales en la Transición Post-Conflicto: 1992-1999. San Salvador: UCA, Ayuda Obrera Suiza, 2000; “Las organizaciones de mujeres en El Salvador y sus aportes a la historia socio-política (1957-1999)”. En Eugenia Rodríguez, ed., Mujeres, Género e Historia en América Central durante los Siglos XVIII, XIX y XX. San José: UNIFEM, Plumsock Mesoamerican Studies, 2002; Sonia Ticas. “Compromiso social y discurso profético en la poesía de Liliam Jiménez y Mercedes Durand”. Istmo, Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos, No. 3 (January – June 2002), http://www.wooster.edu/istmo; y Norma Vázquez. De Sueños y Realidades. Una Experiencia de Capacitar Mujeres en Oficios no Tradicionales. San Salvador – El Salvador: Las Dignas, 2000.

[39] Patricia Alvarenga. “Los marginados en la construcción del mundo citadino. El Salvador, 1880-1930”. Revista de Historia, No. 9, 1997; (Instituto de Historia de Nicaragua, UCA); “Prostitución y control social en El Salvador1900-1930”. En Iván Molina y Francisco Enríquez. eds., Fin de siglo XIX: Identidad Nacional en México y Centroamérica. Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, 2000.

[40] Véase. Carlos Cañas Dinarte. Las hijas de Minerva. Hacia una historia educativa y cultural de las mujeres salvadoreñas. Inédito, 1999.

[41] Una reflexión interesante sobre la influencia de estos tres escritores en la cultura salvadoreña se encuentra en Giovanni Galeas. Cultura contemporánea. La entrada a un nuevo siglo. En Alvaro Magaña (coord.) El Salvador, la república. Tomo II. (Fomento Cultural, Banco Agrícola, 2000).

[42] Véase. Carlos Lara Martínez, Carlos G. López y Ricardo Roque. Identidades, cultura nacional y diversidad cultural: las dimensiones olvidadas del desarrollo humano. En PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano: El Salvador 2003. (San Salvador, Impresos Múltiples, 2003).

Califican de “telúrico” nuevo poemario de Luis Antonio Chávez, A golpe de fuego

SAN SALVADOR, 8 de febrero de 2024 (SIEP) El escritor salvadoreño Roberto Pineda calificó al nuevo poemario de Luis Antonio Chávez, titulado A golpe de fuego de “telúrico, ya que se aferra la tierra que lo vio nacer y luchar…”

Explicó Pineda que “este poemario es además rupturista porque rompe con los esquemas académicos y se lanza desde la espontaneidad de lo cotidiano a describir la realidad vital que siempre lo acompaña…”

Agregó que “rescato el poema Presagio de un desenlace, en el cual se le rinde merecido homenaje a nuestro Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “porque silenciaron al hombre/ pero no apagaron la antorcha.”

Otro poema que me impactó fuertemente-subrayó- fue el titulado Raíces 3, en el q         ue el poeta regresa a su infancia, al afirmar que “mis raíces vienen de otras lluvias/traen la fuerza de la arcilla…/En mis venas/ llevo impresa la sangre pipil.”

En Soliloquio con mi patria, el poeta desde su visión telúrica y de denuncia social, nos revela que en este país “hasta la luna tiene miedo salir/ para no ser confundida con una tortilla/ es que el hambre es hambre / y ni Roma se escaparía de mi canto.”

Finalizó Pineda saludando a este bardo proletario, originario de Apopa, y deseándole que nos siga con sus versos “sacudiendo el corazón.”