La utopa del relacionamiento de iguales

La seora Garca tiene cuatro hijos. En la tarea de educar a sus nios muchas veces dice:

“Donde hay mujer, el hijo hombre no ayuda en las tareas de casa “;

“No llores hijo mo, pues los hombres no lloran”.

A partir de este pequeo fragmento, quiero tan slo provocar una reflexin sobre la utopa del relacionamiento de iguales. Antes que nada, quiero aclarar que existe detalles del texto de arriba que tienen que ser descifrados, puesto que vehiculan realidades que condicionan nuestro universo relacional. Una primera pregunta es aclarar si la mam de los cuatros nios tiene o no nombre propio. Otra sera saber si de hecho hay apenas nios a ser educados, o si dentro de la palabra “nios” estaran incluidas tambin a las nias.

El texto encima tiene la intencin de explicitar, como ya deca, el tipo de lenguaje cotidiano, donde sin darnos cuenta, somos sometidas al anonimato y a la sumisin como mujeres. El nombre propio dice respecto a nuestra identidad, sin embargo, en algunas culturas, el nombre de la esposa es suprimido por el apellido del esposo. Refirindonos al ejemplo anterior, el nombre propio de la seora Garca fue sustituido por el apellido del esposo.

No obstante, el proyecto de Dios es de parejas iguales. “… Hombre y mujer, Dios los cre a su imagen y semejanza” (Gn 1,27). Por la descripcin, la mujer tiene la tarea de educarse segn aquella otra frase que escuch cuando era nia “donde Hay mujer, el hijo hombre no ayuda en casa…”

De hecho, lo que ocurre es que dentro de la palabra “nios” tambin hay nias que desde pequeas son sometidas a la categora masculina del lenguaje y los deberes propios del hombre y de la mujer.

En lo referente a la ltima frase, a saber, “Los hombres no lloran” tambin se observa un fuerte obstculo a la formulacin de la utopa del relacionamiento entre iguales. Con todo esto, surge una tercera cuestin. Dentro de una mentalidad tal, de aparente superioridad masculina, es posible que exista un relacionamiento de iguales?

Continuando con nuestra reflexin, creo que es necesario deshacer algunos de nuestros conceptos lingsticos, an cuando con absoluta certeza, ser una tarea difcil. Sin embargo, como mujeres, debemos empezar a salir del anonimato de las terminologas masculinas que nos describen ms como “el otro” que como “mujer”.

En la primera parte, pretendo hacer una distincin bsica entre el gnero y el sexo. Pues, dentro de la perspectiva de reciprocidad en la pareja, hay mucha confusin con estos trminos. Buscando entonces en la Palabra revelada dentro de las comunidades de fe, encontramos modelos paradigmticos donde se vislumbra la posibilidad de un sano relacionamiento de iguales. A pesar del dominio del lenguaje androcntrico presente en la escritura de la experiencia de Dios vivida individual y comunitariamente.

En la segunda parte, a partir de las provocaciones hechas por la Teologa feminista, analizaremos nuestra realidad celebrativa y nuestros avances y retrocesos en la produccin teolgica.

Dentro de ese contexto, debemos insistir con firmeza en la reconceptualizacin de nuestro lenguaje y de nuestros cuadros intelectuales, de tal forma que las mujeres puedan como los hombres, transformarse como sujetos de cultura humana y de discurso cientfico.

Tenemos que hacer surgir a las mujeres, histricamente ocultas dentro de los anlisis pretenciosamente universales o genricos que vivimos, porque la manera como las mujeres y los hombres se insertan en el espacio pblico de produccin, las formas de explotacin a las que estn sujetas y las modalidades de resistencia se diferencian.

CONTENIDO

1 – PROFUNDIZANDO LA MISMA CUESTIN

Para un buen relacionamiento de iguales, se hace necesario aclarar que el trmino gnero viene siendo usado para indicar la construccin socio-cultural de la mujer y del hombre, en cuanto dependientes de condiciones sociales que determinan y explican las relaciones de ambos. Tenemos que precisar que los problemas de gnero no slo incumben a las mujeres, pues en los ltimos aos se multiplica la preocupacin masculina por este tipo de preguntas, problemas y bsquedas…

Recientemente en Mxico se llev a cabo un encuentro de hombres para discutir las cuestiones que ataen las nuevas situaciones derivadas de esta problemtica.[1]. La masculinidad como un asunto de rescate de las races del hombre y de su espiritualidad, vista como algo intrnseco, como ncleo esencial del hombre.

Desde una visin histrica social, la masculinidad es algo que se construye en lo cotidiano, y que se va haciendo constantemente en funcin de las relaciones que se establecen consigo mismo, con los otros y con la sociedad. De ah que lo masculino pertenece al campo de lo social y no al campo de la naturaleza biolgica.

La prctica de las relaciones entre los gneros implica la transformacin de las estructuras simblicas que, en este proceso, revalorizan el papel social de la mujer. De tal forma que el imaginario del masculino requiere tambin reconstruir una nueva identidad que permita a los hombres asumir una relacin equilibrada con las mujeres. Todo esto depende de la construccin de una nueva cultura que libere tanto a los hombres como a las mujeres de las estructuras sociales de poder que imponen condiciones autoritarias entre los gneros.

Lo que intento de plantear es que las transformaciones culturales que van dando forma a las nuevas identidades genricas tanto de las mujeres como de los hombres, estn ms all de una conciencia de gnero. En este sentido podemos decir que una persona nace mujer o hombre segn el sexo, pero se torna mujer o hombre segn el gnero.[2]

CONTENIDO

1.1 – GENERO Y SEXO

La distincin entre sexo y gnero es muy importante. Percibimos las caractersticas naturales biolgicas de hombres y mujeres, pero tambin las que fueron construidas por la sociedad.

El sexo se refiere a las diferencias biolgicas en los rganos sexuales, a la capacidad de engendrar una creatura y de fecundar de una mujer. En cambio, el gnero ms a los diferentes tipos de comportamiento que se esperan de los hombres y de las mujeres, desde la manera de hablar hasta el modo de vestir. No entanto, el uso “indiferenciado” del sexo o del gnero apenas como dos palabras diferentes para expresar la misma cosa es una tendencia fuertemente presente en nuestra sociedad. Dada la confusin creada por esta situacin, creemos necesario y urgente este esfuerzo de delimitacin.

El gnero es una construccin social. Al considerar nuestra propia historia personal, podemos percibir cunto fuimos condicionados socialmente. En el mundo del trabajo, por ejemplo, la discriminacin de gnero es evidente. Ciertos tipos de trabajo son determinados para ser desempeados exclusivamente por hombres y consecuentemente sucede con las mujeres. Por tanto, las mujeres como los hombres son vctimas de estereotipos del gnero.

Las creencias y los mitos con respecto al gnero pasan a ser normas aceptadas “por todos”. Ms an, muchas veces, estas creencias y mitos se justifican en la cultura o la religin, incluso mediante el uso de la Biblia para as reforzar la desigualdad en el relacionamiento de gnero.

Como los estereotipos son creados por nosotros y no por Dios, estos pueden ser cambiados. Es necesario que mujeres y hombres conjuntamente se unan para enfrentar a este dragn.

A partir de la experiencia vivida por la “seora Garca”, podemos decir que nuestra historia es predominantemente marcada por el patriarcalismo y machismo donde la mujer siempre fue considerada inferior al hombre, a quien ella debe ser siempre sumisa.

Tanto el hombre como la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios, no para entrar en una estructura de “moldes” sea sociales, sea culturales, sino para establecer relaciones de solidaridad y de reciprocidad. Por eso, la utopa del relacionamiento de iguales entre mujer y hombre servir, con certeza, en el esfuerzo por construir una sociedad ms justa e igualitaria.

CONTENIDO

1.2 – RECIPROCIDAD

…La seora Garca…

La reciprocidad entre mujer y hombre no es tanto estar frente a frente uno del otro, como seres incompletos necesitando del complemento del “otro”. El hombre tiene en su interior a “la mujer” y viceversa.

El relacionamiento entre ellos no se establece primeramente del exterior para el interior sino al contrario. Es a partir de su mujer “interior” que el hombre se relaciona con una mujer concreta y a travs de ella, encuentra un trazo de su propia profundidad. Sucede igualmente para la mujer.

En Amrica Latina y el Caribe podemos percibir la “emancipacin corporal de la mujer” como un camino de superacin del exclusivismo de la razn y de la voluntad sobre la sensibilidad y la receptibilidad. El punto de partida es la experiencia de vida y del trabajo con las mujeres pobres en su lucha por la sobrevivencia. La reflexin sobre esta emancipacin nos lleva a considerar la “corporeidad femenina” como punto de partida de una gran tarea tica que rescate el verdadero sentido de ser mujer o ser hombre, como seres creados a imagen y semejanza de Dios (Gen 1,27).

Esta emancipacin corporal se concretiza en el ideal receptivo del (de la) otro (a) dentro del sentido conceptivo del “tero” entendido como posibilidad de superar el mundo masculinizado y competitivo. Se habla ms de colaboracin que de subordinacin y ms de mutualidad que de complementaridad, sin embargo, las estructuras de toda cultura continan llevando marcada la masculinidad.

En los nuevos avances que la mujer viene haciendo, algo peculiar es que, en medio de la “ opresin de las minoras”, ella descubre que constituye “la mitad de la humanidad” presente en todas las mayoras y en todas las minoras tanto religiosas, culturales, raciales, como econmicas y sociales. A partir de esta constatacin, se hace necesaria y urgente la creacin de nuevas “claves de lectura” de la realidad social y de la Palabra Sagrada que permitan una produccin teolgica y prctica eclesial, principalmente en relacin a las cuestiones referentes al relacionamiento de gnero.

Los “patrones masculinos – blancos” – exclusivos de comprensin del mundo y de las interpretaciones de la realidad, son hoy percibidos como inadecuados para responsabilizarse de la totalidad de la experiencia humana. El discurso de mujeres en la sociedad, en general, dentro de la iglesia y en las instituciones acadmicas, en particular, constituye un discurso masculino sobre las mujeres y para ellas.

Las lgrimas de las mujeres, es decir, las experiencias diferenciadas segn su clase, raza y cultura son, por as decir, un lugar epistemolgico apropiado para hacer teologa. Percibiendo a las mujeres no solamente como oprimidas, sino tambin capaces de resistir y organizarse, de hecho, como merecedoras de sus derechos sociales y de un lugar digno dentro de las estructuras sociales existentes. Existe un gran esfuerzo de bsqueda de s misma, sea individual, sea colectiva, en la perspectiva de la comprensin de su propio “yo” independientemente de las definiciones preestablecidas.

CONTENIDO

1.3 – Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS?

Dios se revela en la persona humana que se torna un espejo Dios3. Mujeres y hombres en comunin recproca desde el inicio de la creacin; representan igualmente la imagen de Dios sobre la tierra (Gn1,27). Por tanto, siendo un Dios que se revela de manera femenina y masculina, l no puede ser representado en nuestros proyectos evanglicos nicamente mediante smbolos masculinos.

En las Sagradas Escrituras aparecen ciertos simbolismos en torno de la figura femenina para colocar en relieve la realidad de la mujer olvidada durante siglos patriarcales. Las figuras femeninas de Agar, Sara, Tamar, Hulda, Miriam, Ana, Noem, Ruth, Judith, Esther, Magdalena y por supuesto, Mara… son, al mismo tiempo, imgenes de mujeres y imgenes de un pueblo que, independientemente de la veracidad de su historia, realizaron acciones extraordinarias, contribuyendo a la salvacin del pueblo de diferentes formas y situaciones. Podemos ver como a travs de sus acciones heroicas se revela no nicamente la resistencia y el combate de las mujeres, sino de todo el pueblo excludo.

Pues la historia no es de los grandes hombres y mujeres, sino un tipo de tejido artesanal de diferentes colores, dibujos, hilos entrelazados. Es de esta forma que captamos y alimentamos el deseo, como Latinoamericanos y Caribeos, por una vida religiosa insertada en la vida del pueblo; es decir, que se exprese a travs de sus cantos, oraciones, cosmovisin y que tenga una participacin directa en sus penas y alegras.

CONTENIDO

2 – GNERO Y ETNIA- SINCRETISMO EN NUESTRAS RACES

Considerando nuestro origen mestizo del cual somos fruto, vale la pena resaltar que aceptarse como negra o negro es por sobre todas las cosas una postura poltica frente a la tentativa de “blanqueamiento”a la cual estamos sujetos. Es un hecho que la epidermis clara favorece un cierto status social, la participacin de la mujer y del hombre “negro (a) claro (a) o mulato (a)” en determinados espacios culturales, sociales, polticos y religiosos. En contraposicin, creemos que ser negra o negro implica un compromiso radical con una causa de un pueblo que es nuestro. La cuestin de la negritud est en ciernes en la formacin social y religiosa de nuestro continente y de las exigencias de los cambios estructurales que se requieren.

El racismo y el sexualismo como formas de exclusin de mujeres y negros estn fuertemente presentes en la sociedad presente5, incluso entre nosotros. No obstante, creci significativamente la conciencia de que podemos superar todas estas ideologas, mediante un serio esfuerzo de reeducacin en la perspectiva de relaciones de reciprocidad.

Si el hombre negro sufre todo tipo de discriminacin racial, las mujeres negras son an doblemente vctimas. De esta forma, ser negra es sumergirse en una realidad cruel, sobre todo frente a los modelos y referencias positivas de la mujer blanca.

Para las personas negras, es decir de piel oscura, de cabello crespo y subsecuentemente las dems caractersticas negras, relacionadas a los aspectos sociales y culturales, se genera toda una simbologa de aspecto negativo, en trminos de preto, sujo, lutuoso, triste, en contraposicin a la raza blanca asociada a conceptos de finura, pureza, bondad, paz, serenidad. Para los negros, los preconceptos de fealdad son asociados, por lo dems, sea consciente o no, a la nocin de subalternidad.

La mujer negra se sita con bastante ambigedad dentro de esa situacin. Por un lado, es excluida por causa de su piel; por otro, especialmente la morena, es vista como seductora, “buena para el amor”, en detrimento de sus sentimientos, deseos e sueos.

CONTENIDO

2.1 – LA EXPERIENCIA RELIGIOSA DE NUESTRAS MADRES Y PADRES

La esclavitud vivida por nuestros antepasados en tierras extranjeras: Amrica Latina, Caribe y otros, es marco referencial en el proyecto de nuestra identidad colectiva en construccin. Somos constantemente impulsados a probar que somos capaces de enfrentar el complejo de inferioridad impuesto a la mujer y al hombres negro. Siendo as, apostando en las relaciones de intercambio, que es peculiar del ser humano, creemos firmemente en la posibilidad de un enriquecimiento mutuo. Pues la manera especfica de ser hombre o mujer influencia considerablemente nuestra visin del mundo.

Como pueblo profundamente comunitario y heredero de tradiciones matriarcales y patriarcales, nos queda a nosotros la tarea y el desafo de colocarnos con nuestra herencia al servicio de la posibilidad de recrear las experiencias vividas por nuestros ancestros, procurando crear relaciones ms armoniosas o equilibradas entre mujer y hombre.

CONTENIDO

3 – GNERO Y LITURGIA- LAS SUBJETIVIDADES EN LA COMUNIN.

En su reforma Litrgica, el Concilio Vaticano II (1962-1965) intent remontarse a la liturgia de la Iglesia primitiva, de ndole profundamente comunitaria, en sintona con la recuperacin de la imagen eclesiolgica paulina de “Pueblo de Dios”. Reformulados los libros oficiales para todas las formas de celebracin, surgirn entonces nuevos conceptos y un uso ms intenso de la Biblia. Hasta la reforma litrgica, las iniciativas accesibles a las mujeres tenan que limitarse sobre todo a formas paralitrgicas de devocin, como por ejemplo el rezo del rosario comn.

Estimuladas por la crtica que las feministas hacen a la liturgia, las mujeres comenzaron a percibir que en el lenguaje del culto, de los cantos, de las oraciones y de los textos bblicos utilizados en la liturgia, ellas nunca o casi nunca aparecan [6]…

Lo que la liturgia dice y hace en relacin a la mujer Cmo se habla de la mujer o se la ignora? Qu mujeres son recordadas y cuales son olvidadas? De qu maneras son las mujeres includas o excludas de las acciones litrgicas?

Aunque siempre se afirme la unidad bautismal de todos los cristianos, muchas veces, la liturgia siempre ha reconocido apenas los dotes de liderazgo de los hombres.

Aunque se presente una visin de integridad humana, muchas veces en trminos abstractos, el culto de la Iglesia no ha llevado en serio las luchas de da a da de la mujer por la sobrevivencia, por la dignidad, por el derecho de controlar nuestro cuerpo, nuestra sexualidad y nuestro futuro.

La liturgia ha exaltado la obediencia, la humildad y la abnegacin. Los bancos de la Iglesia son ocupados en su mayora por mujeres, pero a pesar de eso, en el lenguaje de la liturgia, lo femenino es siempre visto como una excepcin o minora.

Los textos que hablan de las mujeres fueron incluidos en el leccionario por causa del lugar de la mujer en la historia de algn hroe o actor masculino.

CONTENIDO

3.1 – IDEAS CONTRADICTORIAS, PROVENIENTES DE LAS MATRICES DISCURSIVAS HETEROGNEAS

Por un lado hay la propuesta de la Iglesia progresista proponiendo integrar a la mujer en el mundo a travs de las luchas sociales y de la participacin en la comunidad, sugiriendo la igualdad en la familia y el respeto en lugar de la sumisin. De otro lado, a travs de varias corrientes de pensamiento que reclamaron del feminismo, el tema de las mujeres como personas iguales y, sin embargo, diferentes en su cuerpo, en la maternidad, pero subordinadas en la relacin con la sociedad y en la relacin con los hombres.

Estamos convencidos de que los discursos feministas fueron importantes para llamar la atencin sobre la discriminacin social tanto cuanto para la subordinacin personal de las mujeres, en su sexualidad y en las relaciones familiares.

La liturgia es un espacio ldico que favorece experimentar anticipadamente la utopa del Reino, respetando la singularidad de cada persona, compartiendo la vida, la comida, la bebida, el perfume que sube en alabanza a Dios, y el compartir juntos el pan preparado por tantas mujeres, las cuales infelizmente en el banquete permanecen lejanas a la mesa.

Sin embargo, hemos registrado en nuestra memoria afectiva la diaconisa que fue y que contina siendo en nuestras madres que, al repartir el pan, primero alimenta sus hijos y sus hijas, y slo despus es que ella se alimenta, cuando esto es posible; pues tenemos experiencias de madres y padres que viven en condiciones infrahumanas, en que el alimento no es suficiente ni para los hijos y las hijas.

Este dato social y antropolgico nos interpela a rescatar, en nuestras experiencias litrgicas inculturadas, la presidencia compartida entre mujeres y hombres en la ardua aventura de compartir. Retomo el verso de una cancin: “pueblo negro quiere formar una rueda diferente….”, en esa rueda hay lugar para todas las personas, sin sexismo; pues nuestra historia es parte de una historia que heredamos con elementos especficos que nos particularizan frente a otros grupos.

CONTENIDO

4 – CUESTIONES DE GNERO Y TEOLOGA

En una clase de teologa con 70 alumnos, hay solamente dos telogas. Ser que la academia no es un espacio para el relacionamiento de iguales? La produccin teolgica a partir de la hermenutica femenina y masculina no sera un camino de superacin de esa crisis de identidad que vivimos?

La constitucin del saber como espacio masculino por excelencia se articula con la cuestin de la exclusin femenina del poder en la sociedad, en general, y en las iglesias, en particular. En el caso de la institucin eclesial, el hombre es el detentor del poder sagrado de establecer la mediacin entre las personas humanas y la divinidad por el sacerdocio ministerial. Con todo, heredamos de las tradiciones culturales africanas la visin del mundo en que la mujer y el hombre se comprenden como seres envueltos por Dios. Dios es madre y padre que cre de una sola vez la familia humana en su totalidad, junto con la naturaleza con la cual el hombre y la mujer establecen una relacin de interaccin.

El pensamiento androcntrico defini a las mujeres como “lo otro del hombre”, y nos redujo a meros “objetos” de la ciencia masculina. De ah la palabra recuperada por las mujeres de constituirse, como una propuesta de reformulacin de los paradigmas tradicionales y de comprensin de anlisis de la realidad.

CONTENIDO

4.1 – TEOLOGA FEMINISTA – TF

Se trata de un movimiento teolgico que surgi en Europa del Norte y en los EUA paralelamente a la teologa negra y a la teologa de la liberacin en Amrica Latina. En esa teologa, la experiencia personal es tambin un lugar teolgico y punto de partida para la teologa. La TF es un hacer teolgico abierto a la complejidad del relacionamiento humano que incluye lo plural, lo diferente, el otro, la otra.

El hacer teolgico pasa a ser marcado por el “yo” de mujeres y hombres empobrecidos, vctimas de ideologas excluyentes. La TF apunta para la necesidad de nuevos conceptos, formulacin, imgenes y lenguaje relacionados a la cuestin de Dios.

Para la TF, Dios es fuente de libertad, de inquietud, de accin creativa, de relacin amorosa e impulso a lo nuevo.

Esta teologa cuestiona la imagen del Dios viril y busca recuperar el Dios de la revelacin de ISRAEL, que se dio a conocer, Aqul que hace ser, que se desdobla en el ser creado, que se relaciona con la creacin, como un Ser Humano en una reciprocidad ofrecida y recibida. Tal una visin antropolgica de la relacionalidad, pues acoge la diversidad en el modo de creer y de relacionarse con el Misterio divino, siendo ampliamente ecumnica.

Es una teologa holstica que busca recuperar las dicotomas cuerpo-espritu, cielo- tierra, hombre-mujer, naturaleza-historia, para revelar el valor en s de cada ser existente. La TF se sustenta en una antropologa unitaria que concibe al Ser Humano como un todo.

La TF igual a otros movimientos teolgicos como el movimiento negro, el movimiento indgena y ecolgico, est sustentando una reelaboracin de las prcticas religiosas con nuevos valores con base en la vida, en los sentimientos, en la subjetividad y en las relaciones basadas en la igualdad y la reciprocidad.

En el intento de gestar una teologa en que el hablar de Dios sea una fuente de vida, emanando, brotando, cada vez, con ms fuerza, nace la necesidad de cambiar la idea de un Dios que est en nuestro imaginario religioso que heredamos. Salir de las consideraciones de principios absolutos y entrar en la relatividad, en las circunstancias; salir de la lgica del fuerte e introducirse en la existencia de la fragilidad.

De ah, la pluridimensionalidad a partir de la valorizacin de las diferencias, del dilogo y del reconocimiento de las diversidades. La salvacin como restauracin de la existencia de la historia, no como algo mas all de la historia.

“La TF es por tanto una teologa de liberacin para hombres y mujeres. La reconstruccin de las relaciones igualitarias entre mujeres y hombres tendr inevitablemente interferencia en la economa, en la poltica, en la ecologa,en la justicia, en la guerra y en la paz….”[7]

CONTENIDO

5 – VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Hablar de violencia racial en Brasil es hablar de una pasado de opresin, ms tambin de luchas, donde la mujer negra tuvo y contina teniendo una participacin decisiva para la liberacin de su pueblo.

La condicin de esclava nunca fue sinnimo de sumisin. La mujer esclavizada era, antes de todo, un ejemplo de rebelda, sea a travs de acciones organizadas o de revueltas cotidianas y espordicas.

A pesar de enfrentarnos hoy con la ausencia de datos estadsticos que nos permita calificarla, una vez que la variable tnica no es contemplada en los datos oficiales o no oficiales, tenemos elementos suficientes para considerar al racismo como un factor fundamental en la produccin de las varias formas de violencia contra la mujer negra. De las ms sutiles a las ms visibles, manifestndose a travs de:

La discriminacin en el mercado de trabajo bajo el clsico: “se exige buena presentacin”.

De la descalificacin de su imagen, vehiculada de forma negativa en los medios de comunicacin y en los libros didcticos.

De la esterilizacin masiva de mujeres negras, principalmente en el Norte y Noroeste del pas.

De la invisible violencia domstica as como tambin sexual.

La violencia debe ser combatida a un nivel pblico as como tambin privado, como forma de construir juntos, de hecho, una sociedad igualitaria y solidaria.

Para Brasil, se estima que entre 20% y 25% de las familias son dirigidas por mujeres. Los indicios de que la mayora de estas mujeres son negras son muy fuertes, en particular por el hecho de que “casi siempre las jefas de familia son empleadas domsticas y, en general, analfabetas”. Basta que crucemos los datos sobre educacin y trabajo para constatar que “ser empleada domstica y ser analfabeta” casi siempre son condiciones vivenciadas como exclusivas de mujeres negras.

Segn datos estadsticos, considerando el promedio salarial de todo el pas, los hombres blancos reciben 6,3 salarios mnimos, los negros y mestizos 2,9, las mujeres blancas reciben 3,6 salarios mnimos, y por ltimo, las mujeres negras y mestizas reciben nicamente 1,7 salarios mnimos.

CONTENIDO

6 – CONSIDERACIONES FINALES

Mujer, en tu pecho, el placer del ser.

La vida, tu historia,

marcada por el deseo de ser

Simplemente mujer!

En tu cuerpo cargas como nadie

El secreto de la vida!

En tu historia el trazo de la indiferencia,

de la discriminacin, de la opresin…,

en ti el amor ms lindo,

La belleza ms trasparente,

el afecto ms puro

Que me hace hombre!

Eliomar Ribeiro de Souza8

Muchas cosas que decimos diariamente reflejan las normas de nuestra sociedad. Sin embargo, existen reglas sociales que perjudican personas, grupos sociales, an sin haber sido creadas con este objetivo. Pues las normas adems de informarnos sobre cmo debe ser cada persona – lo que es ser una mujer, un hombre, una seora, un seor, una religiosa, un padre… – nos indican tambin los caminos de vida que debemos seguir.

Estos modos producen en nuestra sociedad valores diferenciados para lo que es masculino y lo que es femenino. Las normas de gnero producen para las mujeres pocas esperanzas y posibilidades, como por ejemplo, tener en el casamiento un destino. A pesar de todos los cambios, el casamiento y la maternidad an son dominantes en la vida de las mujeres.

Hoy en da las mujeres pueden hacer otras cosas – estudiar, trabajar, participar en el sindicato- y estas actividades pueden ser hasta valorizadas, sin embargo, todava es fundamental que sean esposas y madres. Para los hombres, las opciones son muchas y variadas. matrimonio y paternidad, ambos importantes, no son necesarios en la vida de ellos.

Con todo, la teora de las relaciones sociales de gnero que traspasa las varias formas de subordinacin de la mujer al hombre en el sentido patriarcal, en el feudalismo, en el capitalismo y en la actual divisin internacional del trabajo, est modificando incluso la prctica de los grupos feministas en el sentido de dejar de hablar de mujeres para mujeres, pero encontrar medios ms eficaces de cuestionar el poder establecido. La tendencia hoy es de que las mujeres creen espacios autnomos con conciencia de gnero y propuestas claras.

Una sociedad dividida en gnero de personas precisa de un derecho, que parta de esa realidad. En la elaboracin de ese nuevo derecho, nosotras mujeres, tendremos que participar con ms que lamentos sobre la injusticia de nuestra condicin. Precisamos de una teora jurdico feminista bien articulada, que no tenga necesidad de apelar a la buena conciencia de un juez, pero que se mantenga por su propia fuerza.

En otras palabras, precisamos reflexionar para poder crear una nueva doctrina jurdica a partir de nuestra ya vasta experiencia latinoamericana en el campo de la defensa de los derechos de la mujer. Contra el carcter machista del Derecho, las mujeres precisan de una teora jurdico-feminista articulada para mantenerse por su propia fuerza.

La sociedad ser ms justa y armoniosa cuando derechos y deberes sean igualmente compartidos por las mujeres y los hombres. Una sociedad en que los sexos-gneros viven realidades mucho distintas, difcilmente tienen condiciones de producir un derecho neutro dentro de ese mbito, especialmente si es apenas uno de esos sexos el que define el derecho o, por otro lado, la realidad de uno de ellos es llevada en cuenta como modelo para determinar las reglas de su promulgacin y aplicacin.

La quilombola madre negra Aparecida nos anteceda y nos confirme en esa largo camino por la liberacin.

BIBLIOGRAFIA

GEBARA, Ivone. As Incmodas Filhas de Eva, So Paulo, Ed. Paulinas, 1989

___________. Vida Religiosa, da Teologia Patriarcal Teologia Feminista, So Paulo, Ed. Paulinas, 1992

___________Cristologia: Ressurreio, relatrio/ Kunaite, seminrio, Faculdade N. S. da Assuno, Ipiranga, So Paulo, maio 1992

RESS, M. Judith et ali, Edits., Del Cielo a la Tierra. Santiago, Quatro Vientos, 1994

SANTISO, M.Tereza P. A mulher espao de Salvao, So Paulo, Ed. Paulinas, 1993

FIORENZA, E. S. , As Origens Crists a partir da Mulher. Paulinas, 1992

BIEL, J. G. , De igual para igual. Vozes, 1987

ALVES, Ruben. Variao sobre a vida e a morte, So Paulo, ed. Paulinas, 1982

ALCANA, Manoel “ A emancipao feminina: Desafios Teologia e a Reforma Eclesial ”, in: Concilium, 154-1980/4, Vozes, Rio de Janeiro

SALISBURY, Joyce E., Pais da Igreja, Virgens Independentes, Scritta, 1995

SOBERAL, J. D., O ministrio Ordenado da Mulher, Paulinas, 1998

REVISTAS:

_____________TEMPO E PRESENA, ano 11 n 248, Publicao do CEDI, Dezembro 1989

_____________REVISTA UTOPIAS MAYO DE 1999, AO VII N64

_____________CONCILIUM/ 202 – 1985/6 TEOLOGIA FEMINISTA

_____________RIBLA 15, Por mos de mulher, Vozes, 1993

CONTENIDO

NOTAS

[*] Snia Querino, originaria de Salvador Baha, lleva en su experiencia religiosa los trazos de la espiritualidad de los “orixs”. Ella desempea junto a las comunidades negras un trabajo de promocin de la espiritualidad litrgica afro, en diferentes rincones del inmenso quilombo denominado Brasil. Actualmente, junto con otras religiosas de congregaciones diferentes, est intentando plantear una experiencia de VR Afro en la Dicesis del Valle de Ribeira- SP, regin marcada pela presencia resistente de los resurgentes de Quilombo. En fin, ella es miembro del equipo de coordinacin de VR afroamericana e Caribea- CLAR.

[1] Rafael Montesinos. Profesor de la universidad Nacional Autnoma de Mxico – UNAM

[2] Simone de Beauvoir, O segundo sexo. Fatos e Mitos

[3] II Cor 3,18 ; Puebla 32-39

[5] Aparece “abrangente” en el texto original.

[6] Diccionario Feminista

[7] Manuel Alcana

[8] Poema extrado do Manual da Campanha da Fraternidade, ano 1990, CNBB- Brasil

Sobre Misa Revolucionaria

Jos humberto y dems compaers y compaeras, tengo una reflexin que

compartir y quisiera que la leyeran serenamente. Resulta que los franceses,

En su famosa revolucin, promova las premisas “libert, fraternit et

galt”; sin embargo, luego del triunfo de la revolucin la libertad,

igualdad y fraternidad fu slo para los machos, las mujeres quedaron por

fuera.

El Domingo de resurreccin dice el Evangelio “que los apstoles estaban

cagados del miedo encerrados en la casa” mientras que las mujeres no

acobardadas ni por la guardia imperial de la tumba, ni por la piedra pesada

que cubra el sarcfago ni por el rayo y temblor de tierra que nos narra el

Evangelio. Llenas de valor iban a ungir y mejor lavar y amortajar las

costras de sangre de su torturado y asesinado maestro. Oh dichosa ventura!

Se lo encuentran resucitado y ste les ordena ira predicar la resurreccin,

“id y decid a mis hermanos que he resucitado” Fueron corriendo a buscar a

los acobardados apstoles, Sorpresa! ellos dijeron que estaban locas.

En el camino de Emaus los dos deprimidos discpulos (no apstoles) denuncian

a Jess lo mismo “unas de nuestras mujeres vinieron con algazara a decir que

haban visto al maestro, pero nuestros lderes dijeron que estaban locas” y

se continu la tradicin machista, patriarcal y militar de dejar a las

mujeres “meando fuera del tiesto” y muy mal porque ellas no posen la

consabida “manguerita” que tenemos los varones para apuntarle al tiesto.

Hasta ahora muy pocas confesiones cristianan ordenan mujeres en el

sacerdocio y en el obispado.

Pues la MISA REVOLUCIONARIA, que masivamente nos envas adolece de lo mismo.

Se parece a los apstoles hebreos pero adems afrancesados. Es misa para

celebrar entre machos, ni siquiera andrginos caben. El la misa nos caben ni

mujeres ni nias torturadas, defaveladas, hambrientas, mineras,

explotadas,asesinadas, violadas, maquiladas, etc.

No puede haver radicalidad revolucionaria ni cristiana mientras excluyamos a

la mujer/nia.Y la inclusin empieza en el lenguaje. Donde quiera que hay

hambre la mujer pasa ms hambre, donde quiera que hay pobreza, la mujer es

la ms pobre, donde quiera que hay opresin ella es la ms oprimida junto

con los nios/as.

As que compadres y comadres, a estas alturas de tanto discurso cmo coo

seguimos hablando en macho, militar y patriarcal? Ser porque Dios es

macho? Puede ser, porque dice un refrn para ridiculizar a los engreidos

“fulano cree que tiene a Dios agarrado por los cojones!

El las marchas Chavista van miles de mujeres y nias, ellas tambien combaten

el fascimo, la opresin y la cuarta repblica. Ellas tambien construyen con

doble jornada el da a da. Cuando llegamos a casa del trabajo con nuestras

mujeres que tambin vienen de trabajar suele suceder lo siguiente,

nosotroslos compas revolucionarios nos sentamos a leer nuestros panfletos

revolucionarios y a ver nuestros programas favoritos, mientras ellas siguen

cocinanando, lavando, limpiando y despus exhaustas tendrn que calarse

posiblemente a un macho en celo que a lo mejor es ms un gallos que otra

cosa y se duerme dejando a la mujer a media asta.

La misa en latn o eucarista en griego (evxarista) significa fiesta de

celebracin y accin de gracias, celebracin de lo logrado. En latn tena

mas bien el sentido de compromissio (en romances italianos) es decir “carga

de bateras” para el compromiso de la lucha que est afuera, adems de

celebrar lo logrado en la jornada en base a ese compromiso. Mal podremos

celebrar cristianamente si dejamos a las compaeras por fuera.

Dirn que es mucha alaraca por tan slo el tema del lenguaje, pero el

lenguaje comdres y compadres consagra y codifica lo que todava no

entendemos. Que NOSOTROS Y NOSOTRAS, no slo somos la imagen de Dios sino

tambin los portadores y portadoras de los procesos de cambio.

As que a la tal Misa Revolucionaria hay que maquillarla para que de verdad

lo sea. Lo digo con responsabilidad.

Con amor cristiano y revolucionario, hasta la victoria siempres, junto con

las copmaeras!

Francisco Mendoza

Obispo de la Comunidad Cristiana Metodista de Venezuela

Schafik habla sobre el 32

SAN SALVADOR, 12 de mayo de 2005 (SIEP) El Servicio Informativo Ecuménico y Popular de El Salvador, comparte con nuestros lectores algunas opiniones del legendario dirigente revolucionario Schafik Hndal, sobre los acontecimientos de 1932.

Después del golpe de estado del 2 de diciembre de 1931 contra Arturo Araujo, Martínez que era su vicepresidente estuvo preso, no confiaban en él los golpistas. Esto lo comprobe por un informe que Ismael Hernández, como encargado del Socorro Rojo Internacional envía al secretariado. Pero había en ese época un acuerdo de no reconocer a los gobiernos que surgieran de facto, por golpes de estado y los Estados Unidos no reconocen a los golpistas. Y Martínez muy astutamente les dice a los golpistas que él tiene la llave para solucionar ese problema ya que él es el vicepresidente y lo que debe alegarse es que Araujo renunció. Araujo había desarrollado una campaña en el campo en la que ofrecía la tierra y había logrado mucho apoyo. El partido no participó en esas elecciones. Pero si decidió participar en las programadas para diciembre de 1931.

Yo hablaba con Jacinto Castellanos Rivas y con muchos otros sobre el 32. El Partido Comunista tuvo local propio, frente a una de las esquinas del Parque Centenario fue una casa que ya se cayó. Yo tuve fotos de esta casa pero en uno de los cateos la policía se las llevó. En ese entonces no había voto secreto y cada partido ponía su mesa y uno podía deducir por las filas que se formaban quien era el partido ganador. Todo mundo se daba cuenta. Era más transparente.

Había una gran efervescencia social en el campo. Y se había desatado la represión. En el Comité Central del Partido habían dos posiciones, una minoritaria que planteaba que había que unirse al pueblo y acompañarlo en la insurrección, que argumentaba que se tenía presencia en el ejército. Y otra, mayoritaria, que sostenía que como Partido no se estaba preparado, que pelear era perder todo lo acumulado hasta ahora, que había que ir a hablar con Martínez, a quien no se le miraba como asesino. En este primer momento Farabundo no estaba a favor de la insurrección. Se organiza una delegacin incluyendo a Farabundo para ir a hablar con
Martnez que los hace esperar. Y al final les informan que esta enfermo, que es mejor que se vayan que si no lo hacen los pueden capturar. La casa donde estaban es de las casas con jardín interior y observan por la ventana como pasa Martínez con vendas en la cara y agarrándose la quijada, era pícaro! Los salió a despedir Jacinto Castellanos Rivas, que después se hizo miembro del Partido, el papá de Raúl Castellanos. Esto volcó la correlación a favor de la insurrección. Solo dos se opusieron, Moisés Castro y Morales y otro. Los demás se sumaron. Allí se toma la decisión y se nombra el Comit Revolucionario.

Se eligió a Farabundo Martí para conducirlo porque era de los pocos que tenía formacin militar, había sido en Nicaragua coronel en el Ejercito Defensor de la Soberanía del General Augusto Cesar Sandino. Se designó como apoyos a Mario Zapata y Alfonso Luna, estudiantes universitarios comunistas que publicaban el periódico Estrella Roja. Se le encomienda a Farabundo para que hiciera el diseño del plan insurreccional. La insurrección ya estaba en desarrollo. Los indígenas habían ingresado masivamente al Partido Comunista en el occidente del pais. Se emite un instructivo para los Comandantes Rojos que se nombran. El plan era tomarse San Salvador.

Me contó Segundo Ramrez que cuando lo nombraron Comandante Rojo para Izalco esa noche no durmió, pensando en como iba a hacerle, al final se le ocurrió el uso de la corneta, ya que él haba hecho la platada, el servicio militar obligatorio y sabía los usos de la corneta. Y se fue a buscar a un conocido que había estado en el ejército y le aceptó participar. En el atrio de la iglesia tocó a reunión y la gente fue llegando. Llegaron centenares y él les echó el discurso y nos vamos a la insurrección, los convenció y regresaron a su casa y volvieron de nuevo ya listos.

Marchaban hacia Sonsonate, a tomarse Sonsonate, y después en el plan se iban a venirse para San Salvador en tren y en los carros que decomisaran. En el cuartel de Sonsonate haba una célula roja que se iba a tomar el cuartel. En el camino a Segundo le llamó la atencin que no haba nada de conmoción, la gente venía de Sonsonate tranquilamente. Esto le preocupó. Mandó una exploracin a averiguar que pasaba que regresaron con la noticia que la revuelta en el cuartel fue sofocada y habían fusilado a los oficiales y suboficiales rebeldes. Y es que el cambio de fecha de la insurreccin en varias ocasiones le permitió a Martínez ubicar los movimientos en los cuarteles. Ante esto, Segundo organizó la dispersión de la gente, que regresaran a sus casas.

Mientras tanto, en San Salvador capturan a Farabundo Martí, a Luna y a Zapata. El acuerdo de ir a la insurrección fue del 5 o 6 de enero y el Comité Militar puso la fecha. Farabundo Martí tomó contacto con los cuarteles, era muy prematuro, se cambió fecha, la última fue la del 22 y eso puso al descubierto a los conspiradores en los cuarteles. Esa gente no saba que la dirección estaba ya presa. Antes no habían las comunicaciones que hay ahora.

Martinez trasladó tropas de occidente a oriente y de oriente a occidente. Y desde entonces quedó la regla en el ejrcito de hacer el servicio militar lejos de su hogar, para no establecer lazos con la comunidad. Entonces empezó la derrota de la insurrección y la matanza. La insurrección triunfo en algunos lugares. Establecieron soviets, consejos, asambleas. Después dijeron que habían hecho una gran represión. En realidad los muertos fueron poquitos. Mataron a un señor de apellido Radaelli, muy represivo, terrateniente de Lourdes, fueron pocos los muertos causados por los insurrectos. No son ciertas las acusaciones.

En esos das la Internacional Comunista ni se dio cuenta de la insurreccin y cuando lo supo emitió opinión condenando la insurreccin, criticando al Partido Comunista por haber cometido un acto de aventurerismo. Fue hasta los años cincuenta que como Partido se restableció la relación internacional. El Partido Comunista no se montó en la insurreccin, como algunos pretenden argumentar, trató de darle organización a una sublevación que ya estaba en marcha y en la que participaban las bases indgenas comunistas defendiéndose de la represión. Encabezar la insurrección fue un acto de fidelidad a los trabajadores. All estuvieron los comunistas con el machete volando riata contra la Guardia. Eso no es subirse al carro. Ya me hubiera gustado ver a estos que hablan en una reunión del comité central en esa poca…

Iglesia Luterana popular celebr Da de la Madre Salvadorea

SAN SALVADOR, 10 de mayo de 2005 (SIEP) La Iglesia Luterana Popular realiz este medioda un almuerzo para conmemorar el Da de las Madres y rendir tributo a las madres que desde las organizaciones populares luchan por la liberacin del pueblo salvadoreo.

Gloria Rivas, dirigente comunal, expres que “ya era tiempo que nos agasajaran y reconocieran el sacrificio que realizamos para llevar a la par el cuidado de nuestros hijos y tambin la lucha por la justicia y contra este sistema caduco y represivo.”

Agreg que “nos ha costado mucho la crianza de nuestros hijos y fomentarles valores de dignidad y de lucha en un medio social que solo les ensea el individualismo y la competencia. Nuestros hijos son los que continuaran la lucha.”Por su parte, Emelina Daz, dirigente campesina de ADECRECER agradeci “este gesto, es bueno que celebremos porque la vida no es solo luchar tambien hay que celebrar, tener estos momentos de comunin, de reflexin sobre nuestro papel.”

“Yo tambin a mis hijos los he educado –dijo- en el respeto a las personas, en la necesidad de luchar contra la opresin, les he enseado las razones por las que nos fuimos a una guerra y como cuesta sangre mucha sangre todo lo que hemos conquistado y que todava el camino es largo…”

Finalmente el pastor Ricardo Cornejo hizo una resea sobre la figura de Mara y como “acompa a su hijo Jess, lo trajo al mundo, lo protegi, lo sigui en su compromiso poltico, estuvo con l en su martirio en la cruz y fue organizadora del Movimiento Popular, como miles de madres salvadoreas lo han sido.”

La lucha por un salario justo en El Salvador

A. LAS CONDICIONES SALARIALES DE LA POBLACIN SALVADOREA EN LOS LTIMOS QUINCE AOS Y LA CAPACIDAD DE ATENDER SUS NECESIDADES BSICAS.

Durante los ltimos 15 aos, la poltica salarial de los gobiernos de ARENA, ha tenido como lgica que la competitividad de las empresas est determinada a partir de reducir costos, manteniendo un proceso constante de estancamiento y deterioro en los salarios de los trabajadores. Estos as, han sido el principal factor de competencia de la economa. Por lo que su resultado es un proceso claro de detrimento del poder adquisitivo de la remuneracin al trabajador y por lo tanto su empobrecimiento constante.

En el Gobierno de Francisco Flores esto fue ms marcado, al mantener en sus primeros cuatro aos de gobierno los salarios nominales congelados y fue hasta despus de la derrota electoral que obtuvo su partido ARENA en las elecciones de marzo del 2003, que realiz un leve incremento del salario mnimo en el sector urbano, con el argumento de que “haba escuchado el mensaje de los votantes”. Para el sector Comercio y Servicios se incremento en 10%, para la Industria en un 7.5% y para Maquila Textil y Confeccin el incremento fue de 5%. Para el resto de los sectores el salario mnimo contina congelado, desde 1995 para los trabajadores de recoleccin de cosechas de caf, caa y algodn y desde 1998 para los trabajadores agropecuarios, industria agrcola por temporada en beneficios de caf, algodn y caa de azcar (ver cuadro No.4). Cabe sealar que si bien, El Salvador ha logrado el objetivo de mantener tasas de inflacin bajas e incluso negativa, como lo fu en 1999 (de -1), esto ha sido posible a expensas de un deterioro en el poder adquisitivo de los trabajadores a quienes, bajo el argumento de no generar presiones inflacionarias se les ha mantenido su salario nominal con mnimos y espordicos incrementos.

Esto hace ver claramente, que la estrategia impulsada por el partido en el poder, ha sido buscar la rentabilidad en el capital a partir de una poltica salarial de bajos costos, situacin que ha implicado, como veremos ms adelante en un deterioro de los niveles salriales y una profundizacin de las condiciones de pobreza de los trabajadores en general y los hogares a nivel urbano y rural.

Situacin de Empleo y los Salarios Mnimos Nominales y Reales

Segn datos estadsticos del gobierno, en El Salvador existe una tasa baja de la poblacin que se encuentra desempleada, ya que para el ao de 1991 la tasa de desempleo fue de 8.7% la cual disminuyo para el ao de 2003 a un 6.9%. Sin embargo, estos datos resultan engaos si tomamos en cuenta que el criterio que se toma para definir la personas ocupadas o con empleo es “que una persona de 10 aos o ms haya realizado al menos durante la semana anterior a la encuesta, alguna actividad econmica al cual dedic como mnimo una hora” . Por tanto, la tasa de desempleo anterior parece no reflejar la situacin del mercado laboral de nuestro pas, ya que gran parte de la poblacin se encuentra subempleado, es decir, que se encuentra laborando en el sector informal.

Aos 1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003

Tasa de Desempleo 8.7 9.9 7.7 8 7 7 6.9

Tasa de Subempleo 34 33.9 32 30 31.9 28.1 36.4

Total de Desempleoy Subempleo 42.7 43.8 39.7 38 38.9 35.1 43.3

Fuente: Elaboracin propia en base a datos de la Direccin General de Estadsticas y Censos DIGESTYC

El mercado laboral informal se caracteriza por no regirse a las normas de salarios mnimos, ya que la mayora de las y los trabajadores que laboran en dicho sector, trabaja ms de las 44 horas semanales y reciben ingresos menores al salario mnimo. Adems no cuentan con planes de jubilacin, seguro medico, prestaciones por desempleo, as como tambin, no recibe ayuda del Estado, etc. Durante el ao de 1990 la tasa de subempleo era de 34% y para el ao de 2003 sta llego al 36.4% lo cual es preocupante porque refleja que la economa no es capas de generar empleos formales a los que se incorporan al mercado laboral pasando as a engrosar las filas de los desocupados o subempleados y por tanto sus niveles de vida son ms precarios que los que logran emplearse en el sector formal. Veremos ahora las condiciones en que se encuentran aquellos que logran ingresar al mercado de trabajo formal y obtener almenos un salario mnimo.

Segn datos registrados por la Encuesta de Hogares de Propsitos Mltiples (EHPM) 2003, El Salvador tenia una poblacin de 6,639,010 habitantes de los cuales, el 59.2% se encuentran ubicados en la zona urbana y el 40.8% en la zona rural. La poblacin en edad de trabajar (PET) era de 5.066,918 personas y la poblacin econmicamente activa (PEA) era de 2, 707,272 personas que representa el 40.78% de la poblacin total.

Respecto a los salarios mnimos para los trabajadores del sector urbano se tiene que: el salario mnimo nominal pas de 540.00 en el ao de 1990 a 1,260.00 en el 2002. Para el 2004, debido al incremento diferenciado realizado en el 2003, en el sector de Comercio y Servicios el salario mnimo vigente es de 1,386.00 colones (el ms alto de todos), Industria con 1,354.50 colones y para Maquila Textil y Confeccin es de 1,323.00 colones. Estos incrementos diferenciados evidencian el privilegio hacia algunos sectores empresariales como la industria maquiladora, ya que es el sector donde el incremento salarial fue menor, a esto hay que agregarle que dicho sector recurrentemente ha sido criticado por las condiciones en que laboran los y las trabajadoras. Respecto a los salarios reales, estos han permanecido estancados durante los ltimos 15 aos ya que en 1990 este era de 711.00 para los sectores Comercio y Servicios e Industria, para junio del 2004 alcanza un valor de 779.44 para Comercio y Servicios, para la Industria de 761.73 y para Maquila Textil y Confeccin de 744.01 (ver cuadro No.1A y 1B).

Si relacionamos el salario mnimo actual con el costo de la Canasta Bsica Alimentaria urbana cuyo costo para octubre del 2004 fue de 1,208.7 colones tenemos que: el salario mnimo del sector comercio y servicios excede en 14.67% de dicho costo, para el sector industria en 12.06% y para maquila textil y confeccin excede en 9.46%.

En cuanto a los salarios mnimos del sector rural, se tiene que para los trabajadores agropecuarios el salario nominal en 1992 era de 390.00 colones y para el 2004 es de 648.00 ya que desde 1998 no se ha modificado. Respecto al salario real en el ao de 1992 era de 390.00 y para junio del 2004 alcanz un valor de 364.41 lo cual refleja una cada del 6.56% del poder adquisitivo respecto a los aos en comparacin (Ver cuadro No.2). Los salarios de la industria de temporada, presentan para el perodo 1990-2003 un franco deterioro, as, los salarios de temporada del caf perdieron 259.08 colones desde el punto de vista de poder adquisitivo; y los de la corta de caa 121.83, estos ltimos son los salarios ms bajos en toda la tabla de salarios mnimos. (Ver Cuadro No.3). Estos salarios se deterioraron aun ms a junio del 2004 en 20.87 (3.81 ) respecto a diciembre de 2003 para el caf y de 15.25 (3.81) a la corta de caa, es decir, los trabajadores haban perdido ms en su poder adquisitivo, en relacin a diciembre del ao 2003. Al relacionar el salario mnimo actual del sector con el costo de la Canasta Bsica Alimentaria rural de 959.7 colones a octubre del 2004 tenemos que: dicho salario solo cubre en un 67.52% el costo de la canasta. Esto es un claro reflejo de las condiciones precarias en que se encuentran los hogares en las zonas rurales ya que sus salarios no alcanzan para satisfacer sus necesidades como lo es la alimentacin de su familia. Estas condiciones han llevado a que la emigracin y las remesas se han constituido as en una estrategia antipobreza.

Costos de las Canastas Bsica Alimentara, Ampliada y de Mercado

La Canasta Bsica Alimentaria (CBA) fue elaborada a partir de una encuesta de ingresos y gastos llevada a cabo en 1991 por el Ministerio de Planificacin, a partir de los alimentos ms consumidos y asegurando la cobertura de los requerimientos mnimos de caloras. Se crearon dos CBA, una para el sector urbano y otra para el sector rural. (Ver cuadros Nos. 5 y 6)

El costo de la Canasta Bsica Alimentaria para el sector urbano pas de 515.60 colones en 1988 a 1,208.70 colones en octubre del 2004 lo cual significa un incremento del 134.43%. Para el caso de la Canasta Bsica Alimentaria rural, esta pas de 427.80 colones en 1988 a 959.7 colones en octubre del 2004 que significaEn cuanto a la Canasta Ampliada, el criterio que se utiliza para determinarla es el costo de la Canasta Bsica Alimentaria multiplicado por dos, es decir, que su valor es dos veces el de la CBA. sta, para el ao del 2003 costaba 2,310.00 colones para el sector urbano y 1,722.00 colones para el sector rural. A octubre del 2004 dicho costo aument a 2,417.40 colones y 1,919.40 colones respectivamente.

Respecto a la Canasta Ampliada de Mercado, est constituida por los siguientes rubros: alimentos, bebidas y tabaco; vivienda; vestuario, servicios relacionados y miscelneos (ver anexo 7). El costo de sta canasta pas de 3,542.62 colones en 1993 a 5,224.29 colones en el 2003 y a octubre de 2004 costaba 5,494.98 colones.

Si se compara el costo de la canasta de mercado con el ingreso que obtienen los hogares se tiene que, ms del 80% de esos hogares tienen ingresos inferiores al costo de esta Canasta Ampliada de Mercado, es decir, que la mayora de la poblacin no tiene acceso a estos bienes y servicios esenciales que les permitan un mejor nivel de vida.

Comparando la evolucin en el costo de las Canastas Bsicas Alimentaras , urbana y rural, las cuales contienen las caloras mnimas requeridas, con el costo del rubro Alimentos de la Canasta Ampliada de Mercado, que incluye adems de las caloras mnimas las proteicas, tenemos que sta ultima ha incrementado de forma ms acelerada su costo. Esto nos lleva a pensar que los costos de las Canastas Bsicas Alimentaras estn siendo subestimados y por tanto no reflejen la realidad en que viven las familias salvadoreas. Tambin existen otras crticas en cuanto a que las Canastas Bsicas Alimentaras ya no reflejan los patrones de consumo de los hogares, ya que estas fueron creadas en el ao de 1991 y los hbitos de consumo actuales son diferentes a lComo puede observarse en el grafico, las Canastas Bsicas Alimentaras tanto urbana como rural muestran disminucin en su costo a partir de 1998 a pesar de que en el 2000 se le quito la exencin del IVA a algunos productos de consumo bsico lo cual no se ve reflejado en dicho costo, es decir, no es coherente. Sin embargo, dicho incremento solo se refleja en el rubro de Alimentos de la Canasta Ampliada de Mercado. Por tanto se puede deducir que se esta subestimando el costo de las Canastas Bsicas Alimentaras. Adems, como ya se menciono antes, que estas canastas estn desactualizadas y seria mejor tomar como referencia el rubro de Alimentos de la Canasta de Mercado.

Salarios Mnimos y Costo de las Canastas Alimentaria, Ampliada y de Mercado.

Si comparamos los salarios mnimos actuales con los costos de los tres tipos de canastas que maneja de la DIGESTYC, pero ajustando stos a los precios de octubre del 2004, tenemos que en el sector urbano, todos los salarios mnimos cubren la el costo de la Canasta Bsica Alimentaria. As, tenemos que para el sector Comercio y Servicios el costo de la Canasta Bsica Alimentaria representa el 87% del salario mnimo. Si relacionamos el costo de la Canasta Ampliada respecto a este mismo sector de Comercio y Servicios, sta excede su costo en un 74% y en un 296% respecto a la Canasta de Mercado. Es decir, que para cubrir la Canasta Ampliada se necesitaran dos salarios mnimos por hogar y de cuatro para poder acceder a la Canasta Ampliada de Mercado. Respecto al sector de Maquila Textil y Confeccin que tiene el salario ms bajo del sector urbano, el costo de la Canasta Bsica Alimentaria representa el 91% del salario mnimo y respecto al costo de la Canasta Ampliada sta excede en un 82% y en 315% a la Canasta Ampliada de Mercado. (Ver cuadro No. 8)

En otras palabras, para que una familia pueda cubrir sus costos de alimentacin, vivienda, vestuario y miscelneos a nivel urbano, deberan trabajar al menos cuatro miembros de la misma familia a tiempo completo, situacin que sabemos no es real.

En el sector rural la situacin es ms grave an, dado que el salario mnimo de los trabajadores agropecuarios, no cubre en un 48% la Canasta Bsica Alimentara; y el costo de la Canasta Ampliada y de Mercado es superior en un 196% y 748% respectivamente, al salario mnimo que es de 648 colones mensuales.

De los diferentes salarios mnimos pagados en el sector rural, ninguno es suficiente para pagar el costo de la Canasta Bsica Alimentaria y mucho menos a la Canasta Ampliada de Mercado. En el caso de los salarios de cosecha, los ms graves son el referido a la corta de la caa de azcar y de algodn. Esto demuestra que los trabajadores rurales viven en una situacin de pobreza generalizada.

Es oportuno sealar que existen propuestas de reforma laboral por parte de algunos sectores como lo es la “Ley de Reactivacin del Empleo” cuyo propsito es flexibilizar el mercado laboral, que en lugar de potenciar el desarrollo de la fuerza laboral salvadorea rebaja los derechos laborales en materia de contratos, salarios, periodo de prueba, trabajo extraordinario y jornada de trabajo ya regulados en la actual legislacin nacional. Estas propuestas, en esencia, buscan legalizar las prcticas de flexibilizacin laboral que de hecho o encubiertas ya existen el pas. Si bien de momento pareciera que las propuestas de reforma laboral pblicamente han perdido impulso, aun persiste el inters del sector privado empresarial de concretarlas .

CONCLUSIN PRIMERA: Los salarios en El Salvador en primer lugar, no tienen como objetivo remunerar al trabajo de acuerdo a su esfuerzo y productividad, ni a sus necesidades, sino que su objetivo central es garantizar las ganancias para el capital. Adems, el nivel de salarios permite establecer claramente, con relacin al costo de vida de los hogares, las condiciones de pobreza y marginacin que viven las clases trabajadoras y sectores medios.

  • Servicio Informativo Ecumnico y Popular inicia publicacin de estudio sobre Salario e Ingresos realizado por Dr. Salvador Arias, miembro del Movimiento Salvadoreo por la Paz (MSP) y diputado del FMLN.

Honduras: A 50 aos del alzamiento popular de 1954

Entre el 1ro y el 2 de mayo de 1954, los trabajadores bananeros de Honduras se fueron a una huelga que, despus de un semana, cubrira el pas en un gran alzamiento que involucrara a casi la totalidad de los trabajadores del pas. Nunca los huelguistas se imaginaron que estaban partiendo la historia de Honduras y formando un movimiento social sin precedentes.

Para entender este fenmeno, hay que recordar lo que eran los monopolios bananeros que, como la Unidad Fruit Co. y la Standard Fruit Co., no slo dominaban la economa de Honduras y el Caribe, sino que eran un “Estado dentro del Estado”, ponan y quitaban presidentes, controlaban el Congreso Nacional, y las leyes estaban a su servicio. Los trabajadores sufran una explotacin sin limites, no gozaban de ningn derecho laboral o social. El pas estaba sometido desde hacia 25 aos a una terrible dictadura que no permita libertades polticas y no haban elecciones.

Los sindicatos y toda organizacin social haban sido disueltos al noms llegar al poder poltico de Honduras el general Tiburcio Carias Andino. Lo mismo aconteca con los partidos polticos, en particular el Partido Comunista de Honduras de gran influencia entre los trabajadores bananeros. 1932 marca el inicio de esta dictadura.

Al derrumbarse el fascismo europeo con la segunda guerra mundial (1939-1945), las dictaduras centroamericanas son estremecidas por el auge de las luchas populares. Se derrumban Ubico en Guatemala y Martnez en El Salvador, pero Carias sale indemne despus de masacrar al pueblo. Carias, ms por la presin de las luchas en el contexto internacional, cede el poder a Juan Manuel Glvez, viejo abogado de la United Fruit. Se inici as una leve apertura poltica que aprovechan los trabajadores e intelectuales progresistas. En 1948 se organizan en un partido poltico, el Partido Demcrata Revolucionario Hondureo (PDRH) que el 10 de abril de 1954 dara origen a la reorganizacin del Partido Comunista de Honduras (PCH), y aparecen embriones de organizaciones sindicales como el Comit Coordinador Obrero (CCO) que al ser reprimido por Glvez se transformara en Comit de Unidad Sindical (CUS) y luego en Comit de Lucha Obrera (CLO).

El PDRH y el PCH, as como el CCO, el CUS y el CLO se dan a la tarea de organizar en las ciudades principales: Tegucigalpa, San Pedro Sula, Progreso, Puerto Corts, La Lima, Tela y Ceiba, unos “crculos de estudio” del partido poltico y otras pequeas organizaciones sindicales. Estas agrupaciones en los campos de trabajo de los obreros bananeros eran clandestinas. Los “crculos” educaban a los trabajadores en literatura poltica y los defendan de los desmanes de las compaas bananeras, exigan horarios de 8 horas de trabajo, seguridad social, pago de das festivos. Esta labor se realizaba desde los aos 1945, era un trabajo riesgoso, clandestino, lento, se le llamaba “trabajo de hormiga”.

Para 1953, en Honduras se presentaban dos coyunturas favorables a las luchas de los trabajadores. Por un lado, las compaas bananeras, para salir de una crisis en el cultivo y exportacin del banano, estaban reorganizando las formas de trabajo y de pago: se cambiaban las jornadas de trabajo, se rebajaban los salarios, se acentuaba la explotacin. Al mismo tiempo, el pas entraba en un ao electoral. Para octubre de 1954, se debera de convocar a elecciones de Presidente. En el seno del partido gobernante, el Partido Nacional, se inici una disputa por el poder poltico, entre los seguidores de Carias y Glvez que intentaba reelegirse y continuar con un “reformismo en el Estado”. La oposicin se reorganizaba alrededor del Partido Liberal y su candidato Ramn Villeda Morales. La lucha poltica y por reivindicaciones econmicas se agudiz. Por un lado los trabajadores pedan salarios, un cdigo de trabajo, seguridad social, y el pueblo en general peda “elecciones libres”.

Miles de hondureos se lanzan a las calles entre 1953 y 1954. Los comunistas y sus organizaciones clandestinas ante esta coyuntura favorable decidieron celebrar el 1ro de mayo de 1954 acatando las consignas del III Congreso de la FSM que fueron transmitidas a los trabajadores en manifiesto redactado por Rigoberto Padilla Rush, quien asisti a ese congreso por el CCO.

En abril de 1954, se dan dos protestas que seran como un “embrin” de la huelga. En Tela, Atlntida y Puerto Corts, dos puertos de la costa atlntica de Honduras y que eran lugares de embarque del banano de la United Fruit Co., a los trabajadores se les obliga a cargar los barcos sin pagarles como trabajo doble, sin reparar que era domingo da de descanso. Los trabajadores se niegan y hacen un paro, el gobierno interviene y manda soldados, y mientras se firma una acta de suspensin del paro, y los juzgados conocen del caso.

Por otro lado, el CCO y el PCH convocan a los trabajadores bananeros a la ciudad de Progreso a celebrar el primero de mayo que estaba prohibido por el gobierno. Los trabajadores presentan tambin a la compaa un pliego de peticiones protestando por el cambio en el modo de trabajar y de pagar el salario. Los trabajadores acuden al llamado, se realiza una manifestacin de protesta. Los trabajadores deciden irse a una huelga ante la negativa de la empresa a sus reclamos. Miles se incorporan a la huelga el 3 de mayo, se paralizan Tela, Batan, Progreso, despus se agregara Puerto Corts y la Lima.

Lo que haban hecho los comunistas durante casi diez aos, con su labor educadora y organizadora, a travs de sus “clulas” y la difusin de sus peridicos “Vanguardia Revolucionaria” y “Voz Obrera” se estaba realizando: parar los desmanes de las bananeras con una huelga nunca vista en Honduras desde 1932. Lo objetivo, lo consciente, lo espontneo y lo planeado, encontraron en 1954 las condiciones para realizar la huelga.

Ya para el 5 de mayo, la huelga se expando al otro monopolio bananero, la Standart Fruit Co. con sede en el Puerto de la Ceiba. En junio la huelga se extendi a las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa, se paralizaron fbricas, aserraderos, ingenios de azcar y minas. Era un alzamiento popular, ya de todo el pas.

En la ciudad del Progreso se form un Comit Central de Huelga encabezado por Cesar Augusto Coto. Mientras en la Lima empezaron a surgir la intervencin de los bananeros y el gobierno, al quedar en ese sector el maestro Manuel de Jess Valencia, dirigente de formacin anticomunista.

Los bananeros lograron tambin aplacar a los de Ceiba y firmaron un acuerdo de regreso a las labores. Mientras con los obreros de Progreso se inici una negociacin y a la vez una labor de represin.

En el Progreso, los trabajadores formaron un “pequeo gobierno” que el gran novelista social Ramn Amaya Amador, autor del libro “Prisin verde”, catalog de “Comuna de Paris en embrin”. Los trabajadores formaron comits de apoyo, de vigilancia y la ciudad empez a ser dirigida por los obreros en huelga.

Para el 5 de junio, la United Fruit Co., con el auxilio del gobierno y de traidores, reprime y organiza otro Comit Central de Huelga. Son encarcelados por “comunistas” Cesar Augusto Coto y otros, la represin se extendi a otras ciudades. El gobierno de Glvez en ese momento se haba aliado con el gobierno estadounidense para invadir a Guatemala y no queran tener el “patio trasero” con un problema como era ese alzamiento popular. La guerra fra haca sentir su garra en Honduras.

El 9 de julio, se logra terminar la huelga firmando un acta que no cumpla con lo que los huelguistas queran. Pero an con la represin y la traicin, la huelga logra, en lo general, sus objetivos. El Partido Nacional en el poder entra en crisis y le es imposible seguir gobernando, an imponiendo una dictadura con Julio Lozano Daz que sustituye a Glvez que se retir “por enfermedad”, despus vendra un golpe militar reformista y convoca a elecciones que les gana a la oposicin con Villeda Morales.

Villeda Morales aprueba en 1959 un Cdigo de Trabajo, legaliza el sindicalismo, da el seguro social y una reforma agraria. Los estudiantes ganan la autonoma de la Universidad Nacional y las mujeres su derecho al voto. Nace todo un marco jurdico y una Constitucin de avanzada. Eso son los logros de este alzamiento popular.

A 50 aos de este fenmeno de 1954, que no se ha vuelto a repetir, los trabajadores hondureos ven amenazados sus conquistas por el neoliberalismo que quiere hacer retroceder todo lo conquistado en 1954.

El movimiento sindical y campesino est en crisis. La mayoria de sus organizaciones han sido coptadas por el oportunismo, se quiere imponer leyes represivas, con el cuento de reprimir al terrorismo y la delincuencia.

Una nueva estrategia se est haciendo necesaria para dar una nueva visin del pas que tenemos y queremos. Nuevas formas de organizacin y lucha son necesarias, sin abandonar lo viejo y la experiencia. Los trabajadores bananeros casi han desaparecido, son una minora, el obrero industrial est siendo sustituido por el trabajador de la maquila. As aparecen nuevos “embriones” de organizacin y lucha: nace en el 2001 el Bloque Popular, luego el 2003, la Coordinadora Nacional de la Resistencia Popular. Miles de trabajadores salen a las calles a protestar dirigidos por estas organizaciones. El 26 de agosto de 2003, los trabajadores se movilizan y se toman por 24 horas a la capital del pas.

La consigna de crear un nuevo poder popular est surgiendo desde abajo, surgen asambleas populares en todo el pas y se organiza la protesta y la propuesta. Aunque el fenmeno de 1954 no se puede repetir, se est vislumbrando y creando una nueva lucha.

Los trabajadores hondureos se aprestan a celebrar con jbilo y con movilizaciones los 50 aos de la gloriosa huelga de 1954.

Nota final. La CTAL y Vicente Lombardo Toledano con el apoyo de la Federacin Sindical Mundial jugaron en 1954 un papel vital: organizaron a nivel continental y mundial un movimiento solidario tambin sin precedentes. Justo es reconocerlo en los 110 aos de su nacimiento. La Universidad Obrera como educadora dio su aporte.

Abril 2004

Bernas Gustavo Hernndez Reyes

Las luchas populares en El Salvador

ENCUENTRO SOBRE EXPERIENCIAS DE PODER POPULAR EN AMERICA LATINA

Sao Paulo BRASIL, 26 AL 30 DE OCTUBRE

INTRODUCCION

A diferencia de pases de Amrica Latina en donde la importancia organizativa y movilizadora de los pueblos originarios es significativa, en El Salvador no ha sido as. La razn de ello se remonta a la insurreccin indgena y campesina de 1932 que derrotada derivo en un feroz embestida reaccionaria que termino con la vida de 30,000 personas en su mayora pertenecientes a comunidades indgenas, la persecucin llevo a desarticular comunidades, al abandono de la tierra, idioma, vestimenta, etc., de los smbolos que les volvan sospechosos.

De ah que para entender la lucha popular que realiza posteriormente el pueblo salvadoreo es necesario ubicar ese punto de partida y reconocer el nutriente principal de su desarrollo en las clases y sectores explotados y/o excluidos en el proceso de implantacin del capitalismo en el pas.

EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO POPULAR

A partir de la segunda mitad del siglo pasado gradualmente empieza a crecer el nmero de obreros con el modelo de sustitucin de importaciones que se impulsa en toda la regin dando lugar a la legalizacin de los sindicatos obreros y a su impulso como maniobra mediatizadora desde el gobierno, mientras simultneamente se reprime selectivamente el desarrollo de la organizacin de los trabajadores que busca emerger por sus intereses, sin lograr que esta desaparezca, pero s afectando su desarrollo. Esto en un contexto predominantemente campesino de un pas que ya esta fuertemente articulado al sistema capitalista mundial en su rol agroexportador; el campesinado a esas alturas carece de mecanismos legales para hacer valer formas de organizacin que reivindiquen sus derechos fuertemente afectados por el despojo de la tierra, el salario y el trato en el trabajo.

La lgica del desarrollo industrial centralizado en la capital combinado con la precariedad de la vida en el campo fue generando migraciones de poblacin rural hacia la ciudad bajo el espejismo de la mejora de las condiciones de vida, desarrollndose crecientes cinturones de pobladores en condiciones de miseria que llevaron al surgimiento de un sector cada ves ms numeroso, el de los marginados urbanos.

Estas condiciones difciles para amplios segmentos de la poblacin no son exclusivos de ellos, los bajos salarios, la falta de seguridad social tambin afectan a los maestros de educacin bsica y empleados pblicos, y en general el descontento social repercute en la Universidad de El Salvador y en los estudiantes de secundaria y universitarios, la respuesta del rgimen militar siempre fue la indiferencia ante los problemas o la represin.

Como en toda Latinoamrica el triunfo de la Revolucin Cubana fue un tremendo estmulo para los sectores populares dinamizando los esfuerzos de organizacin, pero sobre todo estimulando el debate entre las fuerzas progresistas sobre la estrategia y la tctica para arrancar reivindicaciones y conquistas laborales, as tambin sobre la va para llegar al poder y llevar adelante los cambios.

En ese perodo y con poca diferencia en el tiempo se libran en El Salvador luchas importantes desde dos sectores, uno de ellos el de los maestros de educacin bsica y media, el otro el de los trabajadores de la fbrica Acero S.A., luchas que desatan con fuerza nunca antes vista el fenmeno de la solidaridad de los grupos y organizaciones populares con ellos.

Estos esfuerzos culminaron con victoria para los trabajadores y trabajadoras, a pesar de su costo de varios muertos, heridos, capturados y torturados por haber sido parte de la huelga o haberla apoyado; pero adems las principales y mas grandes lecciones que dejaron estos eventos tienen que ver con la reafirmacin de la importancia de la organizacin para conquistar derechos vulnerados, el enorme valor de la solidaridad y de la accin unificada de todos en funcin de la victoria de uno, el uso de nuevas formas de ejecutar la huelga y de hacer la propaganda, lecciones sobre el papel del gobierno y sus rganos de represin, alrededor del papel de los medios de comunicacin, todo lo cual paso a convertirse en insumo importante en la reflexin del liderazgo popular y revolucionario que pronto le aportan bases para la definicin terica de las nuevas formas de organizacin y lucha.

La ruptura del Mercado Comn Centroamericano en 1969 agravo las condiciones econmicas del pas, la crisis e inviabilidad del desarrollismo industrial vinculado a ese proceso golpeo fuertemente a los sectores populares y ante el incremento previsible del descontento social, se endurece la dictadura militar con evidente incremento de la represin sobre los grupos organizados en el campo y la ciudad, as como tambin se profundizan los mecanismos de fraude en los ya desacreditados procesos electorales.

En el seno de las fuerzas de izquierda el debate sobre la va para las transformaciones produce rupturas que dan origen al surgimiento de nuevas organizaciones revolucionarias que logran construir a la luz de la experiencia histrica reciente, planteamientos que le dan viabilidad a la lucha popular.

As surgen novedosos enfoques organizativos que se dirigen a construir agrupamientos populares donde convergen organizaciones de diferente naturaleza alrededor de una plataforma comn de lucha reivindicativa y poltica que incluye las principales demandas de cada sector: son los frentes de masas. Frentes que agrupan en su seno organizaciones campesinas, obreras, estudiantiles, magisteriales, empleados pblicos, pobladores de tugurios, trabajadores de la cultura, grupos cristianos, vendedoras de los mercados.

En El Salvador de los aos 70 del siglo anterior las organizaciones revolucionarias se van convirtiendo en articuladores de ese trabajo y dan vida cada una de ellas a un frente popular: Las Fuerzas Populares de Liberacin crean el Bloque Popular Revolucionario que llega a ser la mas grande organizacin de masas, el Ejercito revolucionario del Pueblo construye las Ligas Populares 28 de Febrero, la Resistencia Nacional el Frente de Accin Popular Unificada, el Partido Comunista desarrolla la Unin Democrtica Nacionalista y el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos desarrolla el Movimiento de Liberacin Popular

Es comn a cada uno de estos frentes la lucha por el derecho a la tierra para los campesinos (reforma agraria), mejoras salariales en el campo y la ciudad, respeto a derechos laborales, derecho a la educacin, el cese a la represin etc. Y mas tarde se incluir la bandera de la libertad a los presos polticos y el respeto a los derechos humanos.

El ascenso de la represin con el propsito de acabar con la resistencia popular solo logro mayor radicalizacin y la profundizacin de la organizacin del pueblo, a finales del ao 79 se vuelve evidente que la salida pacifica del conflicto poltico es inviable. En ese periodo la represin de los dirigentes y bases organizadas en la ciudad y el campo provoca decenas de asesinatos diarios, se producen continuas ocupaciones militares en zonas rurales identificadas como poblacin organizada. En este marco las organizaciones populares responden con el acuerdo de unir sus esfuerzos y se crea la Coordinadora Revolucionaria de Masas –CRM- que agrupa los cinco frentes populares como instancia superior para la conquista de sus demandas, poco mas tarde las organizaciones poltico militares acuerdan la formacin del Frente Farabundo Mart para la liberacin Nacional –FMLN-, definindose los instrumentos de lucha del pueblo para enfrentar los acontecimientos.

El preludio de la guerra en El Salvador se marca por la represin mas salvaje, centenares de dirigentes y pobladores son capturados, otros cientos son desaparecidos, decenas de sacerdotes incluido el Obispo Oscar Arnulfo Romero, monjas, delegados de la palabra, miles de campesinos y obreros, maestros, profesionales y estudiantes son asesinados; los escuadrones de la muerte operan en el campo y en la ciudad, la consecuencia fue el paso a la clandestinidad de cientos de militantes, y la incorporacin de otros tantos a los emergentes frentes de guerra en todo el pas; las organizaciones dejan de lado la actividad pblica y mantienen un nivel de funcionamiento bsico.

EL PERIODO DE LA GUERRA

El perodo de 1981 a 1984 es a nivel de las organizaciones populares de resistencia subterrnea en la ciudad y de aportar todo el acumulado de organizacin social rural a la consolidacin de las fuerzas militares revolucionarias en sus diferentes componentes: combatientes, logstica, inteligencia militar, produccin, avituallamiento, propaganda etc.

Es ese poderoso nivel de organizacin social y de experiencia lo que hace fracasar la estrategia norteamericana de “sacar al pez del agua” a pesar de los costos en vidas y de los costos sociales que significo.

Con el paso a la ofensiva de las fuerzas del FMLN, se plantea en 1984 como elemento fundamental de la estrategia poltico militar, la recuperacin del movimiento de masas. Decenas de cuadros retornan a la ciudad para contribuir a reconstruir el tejido organizativo sindical, barrial, muy pronto a pesar de las condiciones, este trabajo unido a la base campesina organizada en los frentes de guerra y su periferia, junto a una parte del movimiento cooperativista campesino dan lugar al lanzamiento de la Unidad Nacional de los Trabajadores Salvadoreos –UNTS- que pasa a retomar las calles levantando banderas contra la represin, el respeto a los derechos humanos, la libertad de los presos polticos, el salario mnimo en el campo y la ciudad, la solucin poltica al conflicto, en contra de la ayuda militar norteamericana y por la soberana nacional.

Esas banderas de lucha resumen inquietudes generales del pueblo en la coyuntura concreta y permiten la adhesin y movilizacin popular ascendente que lleva a derrotar la maniobra gubernamental y norteamericana de construirle base de sustentacin social al rgimen por medio de lo que llamaron Unin Nacional Obrero Campesina UNOC cuyo propsito adems era aislar polticamente al FMLN de los sectores populares y mostrar al gobierno a nivel internacional con slidos apoyos en el pueblo.

El alargamiento de la guerra a pesar de las crisis del ejrcito salvadoreo que es puesto al borde del colapso ms de una vez por el FMLN, es explicable por la continuada y ascendente ayuda militar norteamericana que sirve de flotador militar y poltico al gobierno. Esto quedo de manifiesto particularmente durante la ofensiva guerrillera del 11 de noviembre de 1989 y del mes de noviembre de 1990. el alargamiento del conflicto es explicable tambin por la imposibilidad de la derrota del FMLN como resultado de su vigorosa fusin con el pueblo salvadoreo y sus organizaciones populares.

En esas condiciones el escenario de empate militar se va consolidando y se abre paso a la solucin poltica del conflicto con la mediacin de la ONU, nuevamente las organizaciones populares en atencin a las necesidades fundamentales de la coyuntura hacen centro en la movilizacin y presin por construir una solucin poltica que no sea la paz de los cementerios, sino una solucin que rompa con la dictadura y abra paso a un nuevo pas.

Se puede decir finalmente, a este respecto que los acuerdos de paz en su contenido modificaron la fisonoma poltica de El Salvador abriendo paso a la democratizacin de la vida poltica nacional.

LA ETAPA DE LA POST GUERRA

La paradoja de El salvador de post guerra es la contradiccin entre los contenidos democratizadores de los acuerdos de paz y la lgica antidemocrtica del modelo neoliberal impulsado desde el gobierno que han llevado al pas a avanzar en “las formas democrticas” mientras crece la exclusin social.

En otras palabras hoy tenemos libertad de reunin, de formar partidos polticos, un sistema electoral menos fraudulento, libertad de movilizacin, existe la Procuradura de Derechos Humanos, pero crece la pobreza y la exclusin social a niveles nunca vistos.

El movimiento social y popular en los primeros aos despus de la guerra sufre un reflujo natural luego de dcadas de tensionamiento. Por otra parte se plantean nuevos debates sobre el rumbo, la cada de Europa del este obliga a replantearse el horizonte de la lucha en los sectores revolucionarios y progresistas; surge el debate dentro del movimiento popular y del FMLN sobre la autonoma del movimiento respecto al partido.

En 1994 el FMLN resuelve replantear la relacin con el movimiento social y popular estableciendo la horizontalidad de las relaciones y el respeto a su autonoma como norma bsica. Esto deriva en un fenmeno nuevo, el de la dispersin del movimiento que tiene a la base en algunos casos la bsqueda por las organizaciones de su propio espacio, en otros la neutralizacin o cooptacin de organizaciones por medio de algunas instancias de cooperacin internacional y en otros es la consecuencia del vaci que deja el ente aglutinador en este caso el FMLN. La dispersin debilita al movimiento y favorece la implementacin del modelo neoliberal.

Es hasta mediados de 1997 que se marca una tendencia de recuperacin progresiva de la lucha popular que aun sigue siendo dispersa pero expresa continuidad en el accionar. La nueva realidad a permitido el surgimiento de actores como organizaciones ambientalistas, de mujeres, del sector informal, pero adems se va produciendo la movilizacin de grupos que en el pasado fueron base de la derecha y que hoy ahogados por la crisis salen a reivindicar sus derechos como los ex patrulleros o empresarios del transporte pblico y los agropecuarios, cada uno con sus propias demandas.

Mas adelante empiezan a surgir esfuerzos de reagrupacin como el Foro de la Sociedad Civil o la Concertacin Laboral con algn nivel de incidencia, mantenindose la dinmica ascendente aunque limitada de la movilizacin.

En septiembre del 2002 la huelga de los trabajadores de la salud en el Instituto Salvadoreo del Seguro Social marca un salto de calidad en la lucha y conduce a una amplia movilizacin de diferentes sectores en contra de la privatizacin de la salud, la huelga se convierte en el catalizador del rechazo social al modelo neoliberal y es precisamente por el amplio respaldo del pueblo y la correcta combinacin de lucha masiva en las calles y lucha parlamentaria que culmina 9 meses mas tarde en victoria en cuanto a detener la privatizacin de la salud por este momento.

A estas alturas del proceso nuevos factores aparecen consolidados, la concepcin de autonoma tanto en el FMLN como en el movimiento social y popular a madurado y se encamina correctamente en una fluida comunicacin y relacin que permite compromisos en torno a la lucha por reivindicaciones inmediatas y a la definicin de elementos programticos, a compartir la visin de la construccin de alianzas mas all de lo popular para aislar a la derecha neoliberal lo cual es fundamental en este momento.

Pero adems, orgnicamente en el seno del movimiento popular y social esta surgiendo un nuevo instrumento unificado que cuenta con importante base social de diferentes sectores que es el Bloque Popular Social por la Democracia Real que surge por la necesidad histrica de reagrupar las organizaciones y sus demandas en un solo torrente que supere la accin cuasi espontnea de la reciente jornada de la salud. El Bloque, como popularmente se le denomina a definido su plataforma en cuatro temticas: La lucha por el salario y el ingreso, la reactivacin del sector agropecuario, el rechazo a las privatizaciones y el rechazo al TLC y ALCA, que a su juicio sintetizan las preocupaciones principales en la sociedad salvadorea de ahora.

Se agrupan en el Bloque sindicatos de salud como STISSS, del sector elctrico SIES y STESEL, de telecomunicaciones SUTTEL, aeroportuarios SITEAIES, del magisterio ANDES 21 de JUNIO, campesinos como ANTA, organizaciones comunitarias urbanas y rurales MCS, CCC, ACCL, CORDECOM, la Coordinadora del Bajo Lempa, Comunidades de Fe y Vida, de veteranos de guerra como AVEGSAL, Bloque de Las Maras y otras organizaciones cooperativas que dan sustento a un proyecto organizativo que puede convertirse en jalonador de la lucha popular y social de El Salvador alrededor de una estrategia de cambio hacia la democracia con justicia e incluyente.

Guerra Civil: movimiento sindical y popular

En El Salvador el movimiento sindical est ntimamente ligado al movimiento popular. El movimiento popular est formado por trabajadores asalariados vinculados al sector capitalista de la economa, por trabajadores no asalariados, cooperativistas del sector agropecuario, minifundistas, trabajadores del sector pblico, estudiantes, micro y pequeos empresarios del sector de manufacturas, comercio y servicios, miembros de organizaciones humanitarias y religiosas, habitantes de zonas marginales del rea urbana, etc…

En 1985, la poblacin econmicamente activa ocupada se estim en 660.992 trabajadores. De ese total, trabajaban bajo relaciones salariales de manera permanente o temporalmente nicamente el 48%. Esta situacin se refleja en la baja proporcin de la poblacin activa ocupada, que se encontraba oficialmente organizada en sindicatos a nivel nacional. El Ministerio de Trabajo registr en 1989 103 sindicatos que afiliaban a un total de 72.769 trabajadores.

Existan tres centrales sindicales: La Confederacin General de Sindicatos (CGS) que agrupa a 18 sindicatos pertenecientes a tres federaciones con un total de 32.515 afiliados; la Confederacin Unitaria de Trabajadores Salvadoreos (CUTS) a la que pertenecen tres federaciones con 21.416 afiliados, y la Confederacin General del Trabajo(CGT) que posee slo dos sindicatos con un total de 1750 afiliados. Estas tres centrales sindicales agrupan al 75% de los trabajadores afiliados.

Otras agrupaciones eran la Asociacin de Sindicatos Independientes de El Salvador que posee la representacin de tres sindicatos y de 3.137 afiliados; la Federacin de Sindicatos de la Industria de la Construccin, Transportes y Otras Actividades (FESINCONSTRANS) con 13 sindicatos y 2.880 afiliados; la Federacin Sindical Revolucionaria (FSR) con cuatro sindicatos y 1.719 afiliados y la Federacin de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreos (FESTRAS) con tres sindicatos y 1.315 afiliados.

Finalmente, existan 21 sindicatos independientes que, en su conjunto, aglutinan a 8.037 afiliados.

PRECEDENTES

Sin embargo, en un pas de gobiernos represivos y de marginacin social, el movimiento obrero y popular salvadoreo se ha mantenido flexible y vital, con una gran voluntad y una capacidad organizativa excepcional.

El proceso de integracin regional del Mercado Comn Centroamericano facilit el desarrollo numrico de la clase obrera en Guatemala y El Salvador. Se intent aprovechar este proceso para crear formas organizativas unitarias. En octubre de 1965, se crea la Federacin Unitaria Sindical Salvadorea (FUSS), que adopta la iniciativa de crear una Central nica para los trabajadores y se acelera el movimiento reivindicativo de los trabajadores. En octubre de 1966, se consigue la jornada de 8 horas. La huelga general de 1967 marca el momento de mxima influencia social del movimiento sindical de oposicin. Entre 1957-58 y 1967, son los trabajadores urbanos quienes encabezan la protesta y la oposicin social al sistema. A partir de ese momento, y sobre todo con la ruptura del MCCA en 1969, el movimiento sindical decae, al menos hasta 1975. En el periodo intermedio, la accin reivindicativa ms importante fue la protagonizada por los maestros. Los maestros comienzan un periodo reivindicativo en junio de 1967, que da lugar al nacimiento de la Asociacin Nacional de Educadores Salvadoreos (ANDES 21 de junio) y convierte a este sector en el principal bastin de la oposicin al rgimen imperante. En los primeros meses de 1968 los maestros inician una huelga que dura 56 das. En El Salvador el tener unos estudios representa un gran privilegio, por ello los maestros son uno de los sectores ms estructurados e influyentes de la sociedad salvadorea, y estn sometidos a un frreo control del gobierno. Los maestros, con estas huelgas consiguieron un gran xito, casi obtuvieron todos sus objetivos, y a partir de ese momento se convirtieron en el mejor grupo de oposicin al rgimen y fueron los canalizadores del gran descontento social.

La Iglesia Catlica, a raz del fuerte impacto del Concilio del Vaticano II, llev a cabo una importante actividad de organizacin, sobre todo en los trabajadores del campo, creando la Federacin Cristiana de Campesinos Salvadoreos (FECCAS). En 1969, esta organizacin contaba con unas 20 ligas, de unos 500 miembros cada una, y entr cada vez ms en una dinmica que la aproximaba a las luchas de otros sectores (obreros, maestros,…) de oposicin al rgimen.

Por estos aos, la administracin de EE.UU., a travs del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL), comienza a organizar, en clara oposicin a la actividad de la FECCAS, a grupos de campesinos, fundando en 1969 la Unin Comunal Salvadorea (UCS). Pero gracias a la pujanza del movimiento reivindicativo esta organizacin escapar de las influencias de los EE.UU., incorporndose a las manifestaciones populares de masas.

La dcada de los 70 comienza con las primeras acciones armadas de las organizaciones revolucionarias, con un proceso de organizacin que lleva, a partir de 1974 y 1975, a dar el protagonismo a las organizaciones populares Frente de accin Popular Unificada (FAPU) y Bloque Popular Revolucionario (BPR), dos de las organizaciones populares de masas ms importantes de toda la historia de El Salvador. Su desarrollo e influencia se extiende cada vez ms, dando por primera vez un protagonismo a los sectores populares que asusta hasta el lmite a la clase dominante. Desde mediados de los setenta, hasta la insurreccin del 81, las luchas populares adquieren cada vez ms un carcter poltico y confrontativo, reclamando la participacin de los marginados. El perfil reivindicativo sindical pasa a un segundo plano. Las propias organizaciones sindicales y campesinas pasan a incorporarse a los frentes FAPU y BRP, en una reivindicacin global.

En 1973, a partir de una escisin de los sindicatos controlados por el gobierno, se organiz la Federacin Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreos (FENASTRAS), surgida por la contradiccin entre los intereses de los trabajadores y el sindicalismo bajo control patronal, pronto pasa a constituirse en un referente fundamental del sindicalismo de izquierdas, siendo desde 1975 una de las principales organizaciones fuera del control de la patronal y agrupando, durante los aos de gobierno de Duarte, a alguno de los principales sindicatos de la oposicin.

LA GUERRA CIVIL

En 1984, tras los aos de la represin y el inicio de la guerra civil, se reactiva el movimiento reivindicativo de los trabajadores con diversas huelgas en los servicios pblicos, banca y otras ramas. Diversos sectores, vinculados a la Democracia Cristiana, participan en un proceso reivindicativo y organizativo que va a recomponer el mapa sindical del pas en poco tiempo. Los sectores ms progresistas entran tambin en un proceso de desarrollo organizativo que constituye todo un entramado orgnico entre los trabajadores del campo y los urbanos. El IADSL sigue intentando dividir y cambiar la orientacin del movimiento obrero salvadoreo, diversas organizaciones, campesinas, obreras, cooperativas, etc…, son creadas y financiadas por el Instituto como refuerzo de masas al proyecto contrainsurgente que estaba intentando aplicar la Democracia Cristiana de Jos Napolen Duarte. La Unidad Popular Democrtica (UDP), que en 1982, disueltos por la represin el FAPU y el BPR, era la organizacin sindical urbana y rural mayor del pas y columna vertebral del apoyo social del PDC, a partir de 1984 comienza a distanciarse del gobierno ante las dificultades puestas por la oligarqua y su ejrcito a los elementos reformistas del plan contrainsurgente terminando, en 1986, por incorporarse a la fundacin de la Unin Nacional de Trabajadores Salvadoreos (UNTS). La UNTS se organiz a partir de la Confederacin de Organizaciones Cooperativas de El Salvador (COACES), constituida en marzo del 84, del Sindicato del Ministerio de Hacienda (AGEMHA), del Coomit y Primero de Mayo, que agrupan las principales centrales sindicales de izquierda y de la Central de Trabajadores Salvadoreos, de orientacin socialcristiana y afiliada a la CLAT/CMT.

El 21 de febrero de 1986 la UNTS organiz la mayor manifestacin callejera desde enero de 1980, con casi 80.000 manifestantes. Fuera del marco unitario de la UNTS solo quedaba la Unin Nacional Obrera y Campesina (UNOC), apoyo sindical de las reformas de Duarte, constituida por la UCS, las cooperativas de la reforma agraria y la otra central afiliada a la CLAT, la Confederacin General de Trabajadores (CGT). Las presiones sobre el grupo sindical de orientacin social-cristiana fueron muy fuertes para que rompiera el marco unitario de la UNTS. La CTS y la UPD abandonan la UNTS, entrando en un proceso de decadencia de su influencia social.

La recuperacin del control del gobierno por parte de la oligarqua en 1989, impuso una orientacin neoliberal y antiobrera a la poltica oficial y de regresin sobre las reformas parciales implementadas por la Democracia Cristiana. Esta situacin facilit el acercamiento entre las dos grandes agrupaciones de organizaciones sindicales y cooperativas, la UNTS y la UNOC, que comenzaron en estos aos a plantear de forma unitaria la necesidad de enfrentarse a las contrarreformas de ARENA, instaurando un marco de negociacin global. De esta forma ambas organizaciones recogan las demandas de democracia y de justicia social de la mayor parte de la poblacin y establecan las condiciones unitarias que llevaron a la constitucin en 1991 de la Intergremial de Trabajadores Salvadoreos.

La constitucin de la Intergremial represent un importantsimo avance hacia la consolidacin del movimiento sindical y popular salvadoreo como interlocutor cualificado, tanto del gobierno como de la empresa privada. En los aos 90 la Intergremial estaba constituida por cinco grandes organizaciones: La Unin Nacional Obrero Campesina (UNOC), la Unidad de Trabajadores Salvadoreos (UNTS), la Central de Trabajadores Salvadoreos (CTS), adems, la Alianza Democrtica Campesina (ADC) est vinculada a la Intergremial a travs de sus organizaciones campesinas afiliadas a la vez a la UNTS o a la UNOC.

Un breve perfil dentro de estas organizaciones nos muestra un panorama diverso dentro del movimiento popular. La UNOC es una organizacin de sindicatos de orientacin social-cristiana formada en 1986 para apoyar el proceso de reformas contenidas dentro de la estrategia contrainsurgente de USA en El Salvador, la cual fue implementada a travs del gobierno de Jos Napolen Duarte. La UNOC est integrada por las siguientes organizaciones que se dividen ideolgicamente por estar orientadas hacia la ORIT o hacia el IADSL:

-Unin Comunal Salvadorea (UCS), creada en 1969 bajo los auspicios norteamericanos como alternativa a las organizaciones campesinas de izquierda.

-La Central de Trabajadores Democrticos (CTD) afiliada a la CIOSL/ORIT.

-El Sindicato Unido de Trabajadores de la Construccin (SUTC), mayoritario en el sector.

-La organizacin de Sindicatos Independientes y Libres Salvadoreos (OSILS), estrechamente vinculado al Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL/AFL-CIO).

-La Asociacin de Cooperativas de Produccin Agropecuaria (ACOPAI) vinculada al IADSL.

En su conjunto las organizaciones de la UNOC aglutinan a unos 70.000 afiliados del rea urbana y rural, las cuales en su mayora continan siendo la base popular del Partido Demcrata Cristiano.La UNTS fue constituida en 1986 en el momento de mayor impacto social de la poltica econmica de estabilizacin del gobierno de la Democracia Cristiana. La aplicacin de un programa de Emergencia econmica en enero de 1986 desat una fuerte movilizacin popular que desemboc en la decisin de unificar bajo un mismo organismo (la UNTS) a un conjunto heterogneo de agrupaciones populares. Un proceso posterior de decantacin dej bajo la UNTS nicamente a las organizaciones ms progresistas, muchas de ellas con fuertes vnculos con la estructura de la izquierda salvadorea. La UNTS lleg a estar compuesta por unas 276 organizaciones que, en su conjunto, movilizan a casi 300.000 personas. Entre las principales organizaciones que conforman la UNTS se encuentran las siguientes:

-La Asociacin Nacional Campesina (ANC).

-La Asociacin Nacional de Trabajadores Agropecuarios (ANTA).

-La Confederacin de Asociaciones Cooperativas de El Salvador (COADES). Sin duda la organizacin con mayor base social de la UNTS a la cual se afili tambin la Federacin de Cooperativas de la Reforma Agraria (FESACORA) anteriormente vinculada a la UNOC.

-El Comit Coordinador de Trabajadores Estatales y Municipales (CCTEM), que incluye entre otras a la Asociacin Nacional de Educadores Salvadoreos (ANDES 21 de junio) y al Sindicato de Trabajadores del Instituto salvadoreo del Seguro Social (STISSS).
– La Federacin Unitaria Sindical Salvadorea (FUSS).

-La Federacin de Sindicatos de Trabajadores Salvadoreos (FESTRAS).

_Algunos de los sindicatos de la Federacin de Asociaciones y Sindicatos Independientes de El Salvador (FEASIES).

-La Federacin de Sindicatos de la Industria de la Construccin, similares, transportes y otras actividades (FESTIAVTCES).

-La Federacin Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreos (FENASTRAS), la m s importante organizacin de trabajadores industriales del sector privado afiliada recientemente a la CIOSL/ORIT.

-El Comit de Despedidos y Desempleados de El Salvador (CODIDES).

-La Asociacin Nacional de Indgenas Salvadoreos (ANIS).

-El Comit Cristiano Pro-desplazados (CRIPDES).

-La Unidad Nacional de Desplazados de El Salvador /UNADES).

-El Comit de Madres y familiares presos, asesinados y desaparecidos polticos (FECMAFAN).

-La Unidad Universitaria, que agrupa a las organizaciones de docentes, trabajadores y estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador.

La CTS es una central sindical formada principalmente por asociaciones sindicales de trabajadores del sector pblico e instituciones autnomas. Estaba afiliada a la CLAT y fue una de las organizaciones laborales que fundaron la UNTS en 1986, lo cual le vali la expulsin de la regional de la CMT. Posteriormente, debido a presiones de EE.UU. y de la Democracia Cristiana salvadorea, abandona la UNTS y se adscribe formalmente a la UNOC, aunque mantiene posiciones independientes. Su Secretario General es diputado del PDC.

La AGEPYM aglutina a la mayor parte de empleados que trabajan dentro de los ministerios del sector pblico y de las alcaldas municipales del pas. Tiene una orientacin gremialista y reivindicativa.

La CGT, afiliada a la CLAT, mantuvo durante toda la guerra posiciones favorables al gobierno y a las Fuerzas Armadas. Es la organizacin tradicionalmente asignada por el gobierno para “representar” a los trabajadores en eventos internacionales como la Asamblea General de la OIT y otros. Form parte de la Intergremial, lo cual refuerza el carcter unitario de sta.

La ADC es una convergencia de las principales organizaciones campesinas cuyo factor aglutinante es la defensa del proyecto original de Reforma Agraria. Surge en octubre de 1989 en respuesta a los intentos del gobierno de ARENA de revertir el proceso de reforma agraria mediante el desmantelamiento de cooperativas y la parcelacin de las grandes haciendas expropiadas. Desde el punto de vista de las distintas corrientes de pensamiento que confluyen en la ADC, se aprecia que esta alianza cubre un amplio espectro de las tendencias socio-polticas:

-Unin Comunal Salvadorea (UCS) y la Asociacin de Cooperativas de Produccin Agropecuaria Integradas (ACOPAI), miembros de la UNOC.

-La Unin Nacional Campesina (UNC) y la Confederacin de Asociaciones Cooperativas de El Salvador (COACES), miembro de la UNTS.

Un variado sector de organizaciones que en el pasado pudieron estar cercanas a la Democracia Cristiana o fueron impulsadas por la AID o el IADSL, y que en la actualidad mantienen posiciones intermedias o independientes entre las dos corrientes anteriores. En total, la ADC agrupa a 23 organizaciones campesinas, de distinta importancia pero, sin lugar a dudas, las ms representativas del pas.

Ruth o la amistad entre los pueblos

La solidaridad entre los pueblos que luchan contra el imperio es una de las manifestaciones ms profundas de la resistencia a los poderosos, y es por esta razn que a lo largo de la historia estos han tratado de ocultar o de distorsionar esta situacin y de promover la desconfianza, el odio y la discriminacin.

En la Biblia nos encontramos con distintas expresiones de este sentimiento de amistad entre los pueblos, que se convierte en solidaridad al vincularse a la lucha por la justicia y la liberacin. Las parteras egipcias Sifr y Pa, la prostituida Rahab y el testimonio de Ruth son parte de esta historia de resistencia.

La historia de Ruth es muy significativa. Es la historia de una mujer que decide integrarse a otro pueblo, y lo decide con todo el corazn, y su compromiso es firme, le da sentido y rumbo a su vida. La solidaridad con otros pueblos enriquece nuestra vida, fortalece nuestra esperanza que otro mundo es posible.

El comienzo de la historia de Ruth esta marcado por el hambre. El hambre, siempre presente en la vida de los pobres, obliga a una familia a huir de su tierra en busca del pan, en busca de la vida. Eran de Beln de Jud. El padre se llamaba Elimelec, la madre Noem y sus dos hijos, Majaln y Guilyn. Se fueron al norte buscando mejor fortuna. Se fueron mojados con sueos de comida y seguridad.

Al poco tiempo Elimelec muri de hambre. Fue sacrificado por los dioses del imperio que se cobran sus vctimas en el desierto de la necesidad. Elimelec muri combatiendo en la guerra por el pan y la alegra. Su mujer y su hijos continuaron la lucha. En la lucha surge la esperanza.

Noem le hizo frente al imperio. Construy su hogar en Moab, lejos de su tierra pero cerca de sus sueos. Los sueos son las races de nuestras vidas. Y mientras mantenemos nuestros sueos la victoria nos acompaa. La dignidad de la lucha acompaaba a Noem, a sus hijos y a sus nuevas hijas, Orfa y Ruth, esposas de estos. El hogar se haba ampliado y enriquecido.

El imperio es cruel. La vida es dura. La lucha es larga y sacrificada. Luego de diez aos tambin los hijos de Noem murieron emboscados por el hambre, el enemigo de los pueblos los acribill en un enfrentamiento. Haban resistido por diez aos, murieron luchando, murieron con dignidad.

Noem qued sin esposo y sin hijos, pero con familia y con muchos sueos. Estaba golpeada pero no fue derrotada. Estaba triste pero con decisin de vencer. Cuando se pierde la perspectiva de la lucha se pierde todo. En nuestras vidas y en la vida de nuestros pueblos sucede lo mismo.

Noem convoca a una reunin familiar y propone regresar a Beln de Jud. Era dar un viraje en sus vidas. Era una propuesta audaz. El tiempo haba pasado y era hora de regresar a casa. Todos debemos regresar a casa algun da. Casa y hogar son seales que nos marcan la vida. La casa es lo material, las paredes y los techos. El hogar es la comunidad de vida. No siempre coinciden. Noem iba de nuevo en busca del pan.

El hogar se construye desde la amistad y la confianza. Noem les plantea a Orfa y a Rut el proyecto de regresar a Beln de Jud. Les consulta. Les propone. Incluso les explica que para ellas lo mejor sera quedarse y buscar reconstruir sus vidas en su tierra.

Noem no les impone el rumbo de sus vidas. Orfa, dndole un beso, se fue a su casa.. Orfa la acompa un trecho del camino de su vida. Ruth, en cambio, se quedo con ella. Ambas decidieron con base en sus proyectos de vida. Ambas respuestas fueron vlidas.

La respuesta de Ruth nos interesa porque aborda el problema de la solidaridad entre los pueblos. Noem le pregunta a Ruth porque no se iba tambin “para que as regreses a tu casa y a tus dioses.” Era regresar a los dioses de la opresin, a los dioses del imperio.

Ruth da una respuesta que es paradigmtica. Es un ejemplo del compromiso internacional de los oprimidos en su lucha contra los imperios de todas las pocas y naciones. Le dice: No me obligues a dejarte, yndome lejos de ti, pues adonde tu vayas, ir yo; y donde tu vivas, vivir yo; tu pueblo ser mi pueblo y tu Dios ser mi Dios. Donde tu mueras, all tambin quiero morir yo y ser enterrada. Que el seor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.”

En la historia de todas las revoluciones que han hecho los pobres contra sus opresores encontramos a personas como Ruth. La ecuatoriana Manuela Saenz nos sale al encuentro en las guerras de independencia, las hermanas dominicanas Minerva, Patria y Mara Teresa Mirabal siguen desafiando a los tiranos, la puertorriquea Lolita Lebrn nos envuelve en su bandera de dignidad y Tania La Guerrillera nos comparte la alegra del compromiso.

Durante la guerra popular revolucionaria que vivimos en los aos ochenta, fueron decenas de internacionalistas dominicanos, colombianos, argentinos, chilenos, de todas partes de Amrica Latina y del Caribe, que en el espritu de Ruth regaron con su sangre generosa las montaas de nuestra patria.

El Espritu de Ruth que es el mismo espritu de Jess de Nazaret, sigue impulsando a centenares de combatientes internacionalistas, que en Irak resisten la intervencin militar norteamericana. El Espritu de Ruth es el espritu de Dios que nos convoca a la amistad y la solidaridad. Amn.

Rev. Roberto Pineda, Iglesia Luterana Popular de El Salvador

San Salvador, 20 de abril de 2005

Jess nos abre las puertas del compromiso poltico

Los Evangelios fueron escritos en un ambiente de represin y persecucin poltica contra el Movimiento Popular de Jess de Nazaret. Los imperios a lo largo de la historia de la humanidad siempre han utilizado la represin de sus opositores para asegurar su poder. La Palestina de Jess no fue la excepcin. El imperio romano fue un imperio cruel y sanguinario.

En Palestina, el imperio romano a la vez que permiti la presencia de un gobernante ttere, de nombre Saca, perdn, Herodes, garantizaba con sus legiones de soldados y sus ejecuciones, la estabilidad poltica y su dominacin. La cruz de madera era el castigo que aguardaba a aquellos que osaban rebelarse contra la voluntad del Cesar y sus sirvientes locales.

Y an as no lograron los norteamericanos, perdn, los romanos, doblegar el Espritu de resistencia del pueblo judo. La lucha por la justicia y la independencia siempre termina rompiendo las cadenas del temor. La luz de la esperanza siempre logra filtrarse por los barrotes de las crceles. Los sueos al final transforman las realidades. Los oprimidos escucharon y comprendieron que su liberacin estaba cerca. Aqu radica el corazn del mensaje de Jess de Nazaret.

Como nos ensearon los mismo romanos, guta cava lapida. La gota rompe la piedra. La gota de los humildes, cada marcha, cada manifiesto, cada puo alzado, cada charla, cada reunin, termina por romper la piedra de la dominacin de los poderosos. En esto consiste la historia de la salvacin, perdn, de la revolucin.

La represin del imperio romano y la resistencia del pueblo judo, fueron las experiencias fundantes del compromiso poltico de las primeras comunidades cristianas, que proclamaron con fuerza, que por encima del Cesar romano se encontraba el Seor Jess, el rebelde crucificado que resucit al tercer da y subi a los cielos. El rebelde de rebeldes. El subversivo de subversivos. El agitador de agitadores. El rey de reyes. El Mesas esperado. El organizador y maestro popular.

La resistencia popular contra el imperio de estas primeras comunidades, se sostuvo y creci sobre la base de la fe en Jess como Seor y Liberador. A partir de esta conviccin de fe se construy la esperanza en un mundo nuevo, con valores nacidos en la lucha, con una espiritualidad de la resistencia, a esto se le llam el reino de Dios, una sociedad superior a la sociedad esclavista, clasista, racista, sexista, egosta, del imperio romano. Esta ruptura con la ideologa dominante no fue un proceso sencillo, lineal, fueron momentos muy difciles.

Este texto nos permite asomarnos a esos momentos iniciales. Acompaamos a estas primeras comunidades en sus temores y desafos. Es una lectura que se comprende con mayor facilidad desde la experiencia de la represin del imperio, desde el horizonte de la resistencia popular, desde el compromiso poltico con la revolucin, desde la perspectiva de una iglesia necesaria.

Nos informa Juan:“la tarde de ese mismo da, el primero de la semana, los discpulos estaban a puertas cerradas por miedo a los judos. Jess se hizo presente all, de pie en medio de ellos”El entorno es de represin. Acaban de crucificar a Jess. Los discpulos estan escondidos. Estan encerrados. Estan atemorizados. Guardan silencio. Estan derrotados. Cuando el enemigo nos impone el silencio es que hemos sido derrotados. La palabra es la seal de que estamos resistiendo. Los discpulos haban sido silenciados, haban cerrado sus corazones a la esperanza.

Me acuerdo la primera vez que me enfrente a la muerte por represin. Fue en abril de 1974. Llegue a un local sindical donde nos reunamos, la FUSS, llamada tambin 6-30, sobre la Avenida Cuscatlan. Los observe nerviosos. Algunos lloraban. Me entere que haban matado a un sindicalista, militante comunista, Jorge Alberto Moran Cornejo, su cadver lo haban tirado al ro Acelhuate. Un par de veces lo salude.

Me dio mucho miedo. Pens en salir huyendo. Me sent impotente, derrotado, silenciado, como los discpulos. Al final me quede. Fuimos a ver donde lo haban matado. Hicimos un boletn de denuncia y salimos a repartirlo. Lo velamos y lo enterramos con una grandiosa marcha para un digno martr popular. Luego vinieron muchos ms muertos, y tambin mucha ms resistencia.

Me acuerdo tambien que en los momentos ms difciles de la represin, en los setentas, cuando la dictadura militar, bajo Estado de Sitio, bajo Ley Marcial, salamos por las noches a hacer pintas en las paredes, y superando el miedo, gritbamos con la fuerza de nuestras manos locas: gobierno asesino!

El miedo es natural, ayuda a protegernos. Pero el seguir a Jess, el compromiso poltico de seguir a Jess, pasa en nuestros pases ineludiblemente por vencer el miedo y recuperar la dignidad de gritar. El grito por la justicia es una seal divina. La protesta social es historia de salvacin.

Regresando al texto. En esta situacin de derrota estratgica Jess se hace presente. Jess no se ausenta, no se pierde en los cielos. Jess siempre nos acompaa, en las buenas y en las malas. Estaban los discpulos encerrados y con temor, y Jess se aparece de pie, en medio de ellos. Jess llega de pie, con dignidad, con la frente en alto, erguido. Su sola presencia inspira confianza, respeto, seguridad, cario. Es la experiencia de la comunidad de fe, de la comunidad de vida, de la comunidad de lucha. No estaban solos.

Nosotros como iglesia hemos vivido esta experiencia de la presencia de Jess muchas veces, cuando se acompaa a las luchas populares la presencia de Jess es muy intensa, cotidiana. Jess nos da la fuerza y nos indica el camino. Jess les dice a sus militantes: la paz este con ustedes. Es un saludo subversivo. Los tenan acorralados, los buscaban para matarlos, estaban derrotados y Jess les dice: la paz este con ustedes. Jess es nuestra paz. Y luego los enva a la misin. Los enva a la revolucin. Los enva a construir iglesia, a organizar, a educar, a movilizarse contra el imperio.

En febrero del 2001, una tarde con mi amigo Ricardo venamos de una reunin, cuando escuchamos gritos cerca de la 49 avenida, decidimos ir a ver que pasaba, era una marcha de familias campesinas, muy pobres, que venan a pedir comida al COEN, y la PNC no los dejaba pasar, y ante sus insistencia, los antimotines empezaron a reprimir, vimos como le disparaban a una anciana. Y llegamos y exigimos respeto a sus derechos.

Los antimotines nos apuntaban con sus fusiles y la gente nos miraba sorprendida. Nuestra presencia les dio a la gente seguridad y empezaron a gritar con ms fuerza. Tenamos miedo, estabamos orando y sentimos la presencia del Espritu de Jess dndonos fuerza, hicimos la denuncia. Fuimos iglesia, discpulos de Jess, militantes del reino. Nunca lo olvidaremos. Vimos la gloria de nuestro Seor en los rostros curtidos y dignos de esas familias campesinas.

La lucha por la justicia, por los derechos humanos, por la dignidad de nuestros pueblos es la expresin de la voluntad divina de que “tengamos vida y la tengamos en abundancia.” Jess nos abre las puertas del compromiso poltico con la paz y la justicia. Jess nos abre las puertas de su reino. Amn.

Rev. Roberto Pineda, Iglesia Luterana Popular de El Salvador

San Salvador, 9 de abril de 2005