En aquella época cantar era un peligro…Entrevista con José William Armijo

AYUTUXTEPEQUE, 18 de marzo de 2024 (SIEP)  Acompañados de unas deliciosas pupusas y chocolate caliente, entrevistamos al cantautor chalateco José William Armijo, uno de los pioneros de la música de protesta salvadoreña, y desde hace muchos años residente en Paris, Francia.


-Fíjate, que yo adquirí conciencia social, desde muy temprana edad, por las ideas progresistas de mi padre, de nombre Terencio Armijo, que era médico y originario de Honduras. Él nos explicaba que el país se encontraba mal como resultado de la pobreza, y de la injusticia social…El inyectó en mi persona y en mis otros ocho hermanos la idea del compromiso social.

Mi papá se vino muy joven de Honduras, era originario de Cantarranas, cerca de Tegucigalpa. Vino para terminar sus estudios de medicina en la UES, allá por la década de los años 1920; antes del triste acontecimiento del treinta y dos, en los tiempos de Martínez; creo que estuvo organizado como estudiante, en esa época… en contra de la dictadura.

Por los años 1968, o 1969 me surge la idea de venirme para la capital, para San Salvador, con el deseo de ser artista; y empujado por los conflictos de adolescencia, que todos los hombres atravesamos. Motivados, o más bien, causados por mis relaciones con las amistades de infancia, que yo mantenía, es decir, amistades con unos amiguitos riquitos del pueblo.

-Antes de venirme a la capital, en ese entonces, estudiaba el plan básico en el Instituto Francisco Martínez Suarez. La primaria la había hecho en el grupo escolar Felipe Solano…

-Convencí a mis padres que me dejaran venirme, a la capital y me vine solo, pero también, atendiendo promesas de solidaridad de ciertos amigos, promesas que no cumplieron. Mis hermanos ya estaban instalados en San salvador. Tito (Roberto) vivía aquí en la capital, así mismo, como mis hermanas: Deisy, Marta y Teresita, me ayudaron, fue donde ellas, que me vine a quedarme. Me hospedaron. Después, que me convencí, que mis amigos no podían darme ayuda.

-Por medio de amistades conseguí trabajo en la fábrica IUSA (fábrica textil) que estaba instalada en Ilopango, allá por donde estaba el viejo aeropuerto y donde tomé por la primera vez el avión para irme a Europa.

En IUSA, ganaba 30 pesos quincenales, 60 mensuales. De estos, daba una parte para el desayuno a la señora que tenía la champa, em frente de la entrada de la mentada fabrica; otros diez colones para ayudarle, a mi hermana que me había dado posada; me venían quedando unos pocos colones en mi bolsa.

Me echaron de la fábrica, porque apoye una huelga de los trabajadores, yo, si estaba sindicalizado. Me dieron unos pocos pesos, cuando me fui de la fábrica; la indemnización, parece que me dieron 60 colones. Si, parece que eso era.

-Me tocaba penqueado, porque, además, estudiaba el cuarto curso en el colegio Panamericano. (Que después, lo repetí ese año, para poder entrar al bachillerato en artes).En la fábrica IUSA trabajaba de 10 de la noche a las 6 de la mañana, luego me dormía toda la mañana y en la tarde  me ponía a estudiar, para irme en la noche a la nocturna; hasta las nueve y media de la noche, porque después pasaba el bus de la fábrica IUSA; cerca del colegio me recogía,  para comenzar a trabajar en la noche.


– Siendo obrero de la IUSA, los fines de semana visitábamos dos famosos sitios de baile de la época, el Clan y el Dancing Downtown… Eran salones de baile, y se iba a buscar novia, y a presenciar el espectáculo,  donde se presentaban los mejores grupos de rock de la época. Yo apenas iba a cumplir 19 años.

Para ese entonces nuestra vestimenta como jóvenes eran pantalones acampanados, ropa con colores psicodélicos, caites de suela de llanta, y el pelo largo, puesto que seguíamos la moda, era la causada, por el cual imitábamos al movimiento de los hippies. Así andábamos…


-Fíjate que una vez, para un 7 de mayo, caminaba hacia el bachillerato en arte, que en ese entonces, quedaba allá por donde estaba la escuela militar; era la rama de teatro (estaba instalada en el pabellón de España, de la feria internacional) caminaba solo por la calle, (era el día del soldado) veía el desfile de los militares. Tenía el pelo largo y cuando me vieron, se enojaron los policías y a la fuerza, me agarraron, con una navaja me cortaron las mechas de mi cabello, de manera brutal, y violenta…así era esa época.

-En 1971 mi hermano Roberto “Tito” (que había nacido en el año 1937 y yo en 1951… Yo era, el antepenúltimo de los nueve hermanos.)   se fue para Europa, a París. Yo siempre iba almorzar a su casa, a su apartamento que estaba en el edifico 74 de la Colonia Zacamil, si no me equivoco.

Antes que se fuera para Europa, después que me habían echado de la fábrica, fui a buscarlo para que me aconsejara que hacer, yo estaba, un poco perdido, y muy preocupado por mi devenir. No veía, en el futuro cercano, lo que yo iba hacer…. Pero eso sí, me gustaba la guitarra y quería ser cantante.  

Encontré a mi hermano leyendo el periódico, y me dijo: -mira hermanito, aquí sale y dice en este periódico, que el ministerio de educación está dando becas de bachillerato en arte, para estudiar: teatro, música, artes plásticas, y a vos, que te gusta tocar la guitarra y cantar deberías de aprovechar esta oportunidad. Recibí esta noticia con entusiasmo.

Dicho y hecho, me fui a inscribir en teatro, y días después, fui a examinarme, y fíjate, que pasé el examen. Cambio mi vida, para bien. Y entonces, en 1971 me trasladé para vivir en el Círculo Estudiantil, allá en San Jacinto, abajo del cuartel El Zapote. Los estudiantes, que venían del interior del país a estudiar arte, les daban alojamiento, es decir, una beca completa, para estudiar. Comencé el año escolar.

Imagínate… Ahí me encontré, como compañero de estudios a Carlos Aragón, conocido como “Tamba,” el autor -letra y música- del Planeta de los Cerdos y fundador miembro de la “Banda del sol” y a su inseparable amigo Julio Molina y a otros. En el mismo gran cuarto, que se situaba debajo de las gradas del “Círculo estudiantil,” estaban los dormitorios. Estuve viviendo ahí lo que duró el bachillerato en Teatro, tres años de 71 a 73.

– Con Carlos Aragón, participamos, en el segundo festival juvenil del ministerio de educación en 1972. Carlos Aragón “Tamba,” y su amigo y colega en la música Ricardo Archer, ganaron el primer lugar en composición, con la canción “El Campesino”, me parece que, “La banda del sol” los acompaño; y yo gane el tercer lugar con mi canción “Acaso no los preocupa” (Juego del alma).

 
-Al comienzo del año 1970, surge en el país un fuerte movimiento artístico, motivado y debido al surgimiento de los Festivales de Música juvenil y también de Teatro, que eran dirigidos para la juventud salvadoreña. En el circulo estudiantil y en el antiguo teatro nacional, se realizaban las actividades: las representaciones de teatrales y recitales de música y poesía, organizados por el Ministerio de Educación.

Si no me traiciona la memoria, también se llevaba, a las principales ciudades del país, y recuerdo que, parece que se efectuaban en todo el país. Todo esto pasaba en los tiempos del ministro Walter Beneke, en el marco de su “reforma educativa”. En el segundo festival juvenil: como dije arriba, gane un tercer  lugar en composición, con la canción “ Acaso no los preocupa ( Juego del alma)


-Nosotros, en el Bachillerato en Artes, fuimos una promoción que algunas personas la llamaron: la promoción de oro, porque tuvimos el privilegio de contar con docentes de alta formación académica, procedentes de Estados Unidos: Susan Leigh profesora de expresión oral, Europa los esposos Malondas: Antonio y Yolanda, también Jesús Sastre, Argentina los integrantes del grupo de teatro “Once al sur,” hasta tuvimos un profesor Japonés, que nos enseñaba hacer mascaras etc.

Nosotros fuimos educados en los diferentes menesteres del teatro: actuación, dirección, teoría, técnicas teatrales, títeres, hacer mascara, escenografía, pantomima, y hasta para ser maestro de teatro; y también nos dieron los aprendizajes: de utilería, luminotécnica, maquillaje, vestuario, escenografía, etc. Lamentablemente, la guerra termino con este grandioso proyecto y esfuerzo cultural para el bien del país.

-Debido a que la miseria, y la injusticia social, siempre ha pululado en la sociedad salvadoreña; yo tomaba, estos temas, para el contenido de mis textos, de las canciones que yo he forjado; eso era, y es, lo que yo denunciado con mis cantos, porque desde 1971 esas dos taras han estado presente: en el campo y en las ciudades de mi amado país, son problemas de todas las sociedades del capitalismo salvaje, que todavía no se han resuelto.

Yo creía que al llegar al poder los amigos de la izquierda, todos esos problemas iban a desaparecer; pero no fue así…¡Me ciento traicionado por mis canciones, porque no han cumplido, no han resuelto nada; por eso ya no canto muchas de mis canciones de esa época de loca guerra.


-Entre mis compañeros, de promoción, del Bachillerato en artes se encontraban: Ana Ruth Aragón, Juan Barrera, Carlos Velis, Francisco Cabrera, Ana Elizabeth Guzmán, Josefina Guevara, Jaime Olmedo, Noe Valladares, Denise Benavides, Angela Rodríguez, Mauricio Aguilar; también Jorge Meléndez que no termino el año, el futuro Jonás, que no se graduo, andaba metido en la guerrilla, así como nuestro recordado y querido compañero Mario Chamagua, que también no termino el año  , miembro del ERP, y murió en Cutumay Camones en 1981.


-Como estudiantes, y dirigido por los profesores se montaron diversas obras, en las que en algunas, yo participe como alumno-actor; que se presentaron unas de ellas en la” Temporada de teatro -1972” del Bachillerato en artes y son:” La excepción y la regla” de Bertolt Brecht, “Alibaba y los ladrones” Adaptación de C. Antonetti, según guion de Antonio Malonda, “pantomimas y mimodramas” según guion de Antonio Malonda,” “ La cantante calva” de Eugenio Ionesco. “El retablo de Don Cristóbal” de Federico García Lorca.

Antes que yo comenzará mis estudios en el Bachillerato en arte, ya se había montado y representado la obra: “Marat Sade” del dramaturgo alemán Peter Weiss, fue un rotundo éxito y puso en alto al bachillerato en artes.   Después ya en tercer año se presentaron “Picnic en campo de batalla” de Fernando Arrabal. “A la diestra Dios padre” de Enrique Buenaventura, “Júpiter “de Francisco Gavidia.

-Una vez, casualmente, me encontré con Tito Carías, me presente, y así como rogándole le conté, que había compuesto un par de canciones, y entonces, él me dijo, que me invitaba a que fuera al local de DICESA, para que las cantara. Lo que gane fue una gran burla. Fui, ahí encontré: a Paquito Palavicini, y otras personas, de quien no recuerdo su nombre, que era de los importantes de DICESA – que sin lugar a dudas hacían fortuna, con el creativo trabajo de los pobres artistas- yo presenté mis canciones y cante. Se burlaron de mi prestación.

Me dijeron: “tienes madera muchacho, pero tus canciones están un poco feítas, y nadie las va a comprar, además son de protesta.” A lo que se referían, era al compromiso social de la época y el contenido de mis canciones. Y entonces, pensé en silencio: un día se van arrepentir, porque yo seré cantante y viviré del canto.

Y así es mi querido amigo, he vivido del canto, desde que salí de mi amado país; pero siempre combatiendo con mis cantos, por muchos años en toda Europa. Finalmente, adopte, que, gracias a mi experiencia, me convendría vivir como cantor, y en la ciudad más difícil de Europa, Paris.

Es difícil, porque hay una competencia; muchos artistas vienen del mundo entero, sobre todo, músicos y cantantes. Pero es cierto, he tenido que trabajar mucho, aprender a cantar canciones, en francés y en italiano, pero mi repertorio es basto en español. Te cuenta esto, un artista, ya jubilado en Francia y como artista cantante. Con una pequeña pensión, pero no importa, lo interesante es vivir humildemente.


-En el tiempo del Bachillerato en Artes, junto con Carlos Aragón “Tamba” participábamos en los Festivales culturales; me recuerdo que había bastante influencia de la música sudamericana, que venía de los países andinos; como también la música que nos venia del norte de América, que tenía la gran influencia del folklor irlandés; los músicos salvadoreños, de la época, lo que hacían era imitir, hacian adaptaciones al español salvadoreño.

En el segundo festival juvenil que organizaba el ministerio de educación: yo había ganado un tercer lugar. Como ya lo dije que Carlos Aragón gano el primer lugar. No me recuerdo muy bien, si el grupo de nombre Los Pokomanes, habían ganado el primer lugar, pero en el primer festival juvenil. Ellos se integraron al movimiento musical, pero luego lamentable desaparecieron.
-Por su parte, Tamba había creado junto con Ricardo Archer el dúo musical Frijol Rojo. Por esa época, se unieron con Fernando Llort y Pedro Portillo y otros, de esta unión nació “La banda del sol” e hicieron el famoso disco “Unidad,” que les grabó Willis Maldonado. En el disco Unidad participaron: solistas y grupos de rock: Los Kiriaps, La banda del sol, Fiebre amarilla, Jorge Delgadillo, Y también estaba el cantautor de origen germano J. Mario Rof. Un trovador alemán que, en ese entonces, andaba viajando de país en país.

A Rof, yo lo conocí en una reunión para la organización de los “Rituales de música y poesía”, que organizaba el ministerio de educación. Yo lo invite, y lo jalé, para que nos acompañara a dar un recital a Chalatenango. Después seguimos tocando, y fue así que posteriormente participó en el disco Unidad, con las canciones:” La gente espera”, y “Después de la guerra”.


-Del 71 al 73, con Tamba, Ricardo  Archer, el grupo MahuCuhtah que lo dirigía Luis Díaz Herodier, Mauricio Valdez, Virginia Peña, Claudia Herodier, con otros solistas, y agrupaciones que comenzaban a darse a conocer en el movimiento musical. Recorrimos el país haciendo presentaciones, en todos  tipos de eventos, donde nos invitaban y nos programaban para ir a cantar; después de los renombrados festivales y “rituales de música y poesía” organizados por el ministerio de educación, que duraron, el periodo del señor Walter Beneke.

 -En esa época, se desprendió de lo oficial el movimiento musical y artístico.  Se comenzó a colaborar: en las actividades de la Universidad nacional, cooperativas, comunidades cristianas, sindicatos, y hasta con organizaciones políticas de izquierda.

-Se dio el nacimiento de un sindicato de artistas, me parece que era el primer sindicato de jóvenes artista en ese entonces: el Movimiento de Músicos “MUCAPAS.” Me recuerdo, que nos presentamos unas veces, en el auditórium de CAESS, -todavía tengo los afiches-, en lo que ahora es el Teatro Luis Poma. El movimiento fue creciendo y surgieron muchos más grupos.
-En muchas ocasiones, fuimos víctimas de la represión, después de nuestras participaciones artísticas, esto nos pasó en los pueblos: Suchitoto, en San Francisco Lempa. Un día de estos, me telefoneo alguien, y me dijo: ¿no te acuerdes de mí…? No, le respondí, me quedé pensando… Y me dijo: estuvimos presos juntos, allá en san Francisco Lempa, luego de que tu cantante y tocantes tu guitarra en un mitin…que hicimos. Se trataba de Ruperto Calles… amigo de infancia de Chalatenango, fue cuando apoyamos una de las huelgas de ANDES.


-Ya para esa época empezamos a recibir amenazas. Y es que, lo que yo no sabía, que ya se estaban gestando los grupos guerrilleros…


-Resulta, que, en 1973, antes de que me había graduado en el Bachillerato en Artes, el maestro Edmundo Barbero, director del Teatro Universitario, me solicitó que seleccionara a dos compañeros de mi promoción de teatro del Bachillerato en artes, para que le ayudemos a montar la Escuela Libre de Teatro, que funcionaba en el sótano de la facultad de Humanidades, donde hoy queda la escuela de relaciones Internacionales.

Seleccione a los compañeros: Jaime Olmedo, que vive hoy en México y a Noe Valladares. Y empezamos a impartir clases de teatro a jóvenes universitarios y a gente que venía fuera de la Universidad. Llamamos a la escuela ELTU (Escuela libre de teatro universitario, donde tenía como alumno al gran Salvador Soliz) En esos años, los grises (policía, que las autoridades  impusieron a la UES) me sacaron violentamente del auditórium de la facultad de Derecho, donde acostumbrábamos hacer mítines y presentaciones musicales, apoyando a las organizaciones políticas estudiantiles.

Pero no obstante esto que me pasó, me mantuve trabajando en ELTU hasta fines el año 1977. Pero ya antes, había traslado a una sala que nos proporcionó el departamento de letras, la escuela – ya no teníamos salarios- debido a la represión. Últimamente, nos fuimos con todos los alumnos del ELTU. a Mejicanos, a la casa de un alumno-actor, Paquito Rivera – que lo asesinaron los escuadrones de la muerte-. Comenzamos a trabajar con el método teatral colectivo.


Por otro lado, antes y desde ya hacia tiempos habíamos adoptado en la escuela, el método de teatro de acción y de guerrillas, de Agusto Boal y sus otras técnicas propuestas en su libro “El teatro del oprimido”.  Los estudiantes de la universidad de las distintas diciplinas, nos observaban cuando realizábamos los ejercicios escénicos, que más parecían de prácticas guerrilleras; los grises también nos observaban y se alertaron se volvieron espiones, a todas las acciones culturales de ELTU; sin lugar a dudas, ellos asistían, para contrólanos.

 
Aparecieron las amenazas por escrito, y luego pasaron a los hechos: una noche penetraron en nuestro local, que nos había prestado el departamento de letras; y nos destruyeron todo, nuestros vestuarios, destrozaron o echaron abajo la escenografía, de la obra” La excepción y la regla” de Bertolt Brecht; a mi guitarra la quebraron, dejándola dañada; rompieron nuestros libros, documentos de teatro: era un gran desastre. Fue una amenaza, que había que tomarse en serio.


Y entonces, uno de mis hermanos, no sé qué le informaron unos amigos, me llamó, para decirme que yo estaba sentenciado, que mejor saliera del país para salvar mi vida. Y tuve que salir, para Europa, a Paris, Francia. (Continuara)

The Costs of El Salvador’s Crime Crackdown. Bukele Has Reduced Homicides—but Eroded Democracy. Gustavo Flores-Macías. FA. March 20, 2024

Under President Nayib Bukele, El Salvador has experienced one of the most spectacular declines in violent crime in recent memory, anywhere in the world. Despite ranking among the most dangerous countries on the planet a mere decade ago, the Central American state today boasts a homicide rate of only 2.4 per 100,000 people—the lowest of any country in the Western Hemisphere other than Canada.

El Salvador owes much of its dramatic drop in crime to Bukele’s crackdown on street gangs and criminal organizations, including MS-13 and Barrio 18. Although homicide rates were trending downward before Bukele took office in 2019, violent crime declined sharply after March 2022, when his government declared a state of emergency following a spike in murders, allowing the government to suspend basic civil liberties and mobilize the armed forces to carry out mass arrests. This state of exception granted Bukele’s administration a blank check to fight gangs and detain suspects without consideration for transparency, due process, or human rights.

Bukele’s iron-fist measures and their apparent results have not only made him wildly popular in his country—earning him a landslide reelection in February 2024—but also captured the imagination of politicians elsewhere grappling with rapidly deteriorating public safety. Members of the political elite in other states are now toying with the so-called Bukele model. In Ecuador, for instance, President Daniel Noboa has unabashedly followed in Bukele’s footsteps in response to prison riots and a major surge in homicides, declaring a state of emergency in January that gave the armed forces free rein to detain suspects and to take over control of the country’s prisons. The Bukele-style security measures appear to be succeeding there, as well: a little over a month into the crackdown, the government reported that the daily average of homicides had fallen from 28 to six. The fact that militarized public safety campaigns are proving effective outside El Salvador has only enhanced the model’s growing appeal across Latin America, which has long suffered the highest rate of violence of any region in the world.

But as appealing as a Bukele-style crackdown might seem, these punitive campaigns against organized crime come at a serious cost to democracy and human rights. These measures concentrate power in the hands of the executive, chipping away at other democratic institutions, such as Congress and the judiciary, that are critical bulwarks against governmental abuse. They also fail to solve the underlying problems, such as corruption and impunity, that generate such violence and instability in the first place.

There are alternatives to the Bukele model for reducing crime. In cities in Brazil, Colombia, and Mexico, politicians have managed to decrease homicides without eroding civil and human rights by making sustained investments in democratic policing, which emphasizes transparency, accountability, and civil liberties. These measures may not work as quickly, and they may not be as conspicuous. But they do not sacrifice democracy on the altar of public safety. Militarized states of emergency are no silver bullet: for any public safety measures to permanently succeed, they must not come at the expense of the democratic institutions that protect civilians from abuse at the hands of the government.

BUKELE’S SOCIAL CONTRACT

Iron-fist measures against crime—including armed forces assuming control of law enforcement, severe sentences, and the suspension of civil liberties—are not new in Latin America. But Bukele’s approach is notable for its duration. El Salvador’s state of emergency, which was first declared in March 2022, has been extended some 24 times, giving Bukele nearly two years of free rein.

Bukele’s suspension of civil liberties has streamlined his crackdown on gangs, allowing the military to detain suspects without hindrance, circumvent the corruption that pervades the judicial process, and sever the links between imprisoned gang leaders and their acolytes in the outside world. The emergency decree’s suspension of rights, including due process, has made it much easier to arrest suspected gang members, given that probable cause or arrest warrants are not needed and excessive use of force is not a concern. Bukele also used emergency powers to introduce indefinite pretrial detention, which means that the state does not need to present convincing evidence in court before locking a suspect up for extended periods and preempts the possibility that a corrupt judge would release the suspect. The emergency mandate also bars inmates from establishing any contact with individuals outside the prison, including lawyers, relatives, or associates, thereby preventing kingpins from continuing to run their groups from behind bars. The outcome, according to Amnesty International, has been the imprisonment of some 77,000 people, many of whom have also been subjected to systematic torture and other mistreatment.

Public safety has improved dramatically as a result. Although human rights organizations have pointed to significant underreporting of homicides and questioned the reliability of government statistics, the testimonies of Salvadoran citizens make clear that there has been a significant reduction of extortions among business owners and a newfound freedom to enjoy public spaces. Tellingly, the number of encounters that U.S. authorities had with Salvadoran migrants dropped from 97,000 in 2022 to 61,515 in 2023, signaling that violent crime as a push factor for migration may be receding.

Leaders throughout the rest of Latin America have taken notice. Elected officials in Argentina, Colombia, Guatemala, and Peru have expressed support for the Bukele model. The fact that officials in states such as Argentina have considered adopting Bukele’s system speaks to its widespread appeal, given that Argentina’s crime rate is comparatively low. The same is true for Uruguay, another country with low—albeit rising—homicide rates. One Uruguayan senator went so far as to travel to El Salvador to hear directly from Bukele.

The state that has done the most to follow Bukele’s approach is Ecuador, where Noboa has rolled out a similar set of measures dubbed Noboa’s Way. The public safety challenges in Ecuador are different from those in El Salvador, as the former’s violent crime stems from the prevalence of transnational drug trafficking organizations as opposed to more localized gangs. But the distinct security landscape has not prevented Noboa from following in Bukele’s footsteps, including by handing control of penitentiaries over to the armed forces and ordering the construction of two maximum-security prisons modeled after Salvador’s secretive Terrorism Confinement Center—which, theoretically, has the capacity to hold 40,000 inmates. (By contrast, the Louisiana State Penitentiary, one of the largest maximum-security prisons in the United States, can hold up to 6,300 inmates.) Since declaring a state of emergency in January, Noboa has overseen the arrest of over 8,000 people—and his popularity, like Bukele’s, has only risen.

THE PRICE OF SAFETY

Although Bukele’s crackdown has achieved spectacular public safety gains, it has incurred an equally sizable but less visible cost to El Salvador’s democracy. In the short term, the mass arrests have led to the incarceration of tens of thousands of people who lack legal recourse, with many Salvadorans living in fear of arbitrary imprisonment. In the long run, Bukele’s consolidation of power undermines the system of institutional checks and balances that safeguard the public against government abuse. Ahead of the country’s February elections, for instance, Bukele used the suspension of constitutional rights to modify El Salvador’s electoral rules to favor his party. Moreover, the normalization of states of emergency and the militarization of public life erodes citizens’ ability to influence policy, and it weakens trust in the capacity of civilian institutions to solve the country’s problems.

Despite these high costs, public safety has become such an overriding concern for so many Salvadorans that civil liberties and human rights have been sidelined. As Bukele’s enduring popularity demonstrates, if violent crime is severe enough people are willing to relinquish protections against government abuse in exchange for improved public safety.

The result is a paradox of punitive populism, in which democratically elected leaders with broad anticrime mandates undermine liberal democracy by adopting iron-fist policies that are not only popular but can also be effective. Iron-fist policies are widely appealing to publics accustomed to living in fear for their safety; such is the case for generations of Latin Americans, many of whom have not known a reality other than widespread extortions, kidnappings, and murders. In El Salvador, for example, anybody born after 1979 has only known life under either a brutal civil war, which lasted from 1979 to 1992, or the subsequent internecine gang warfare that has killed tens of thousands and driven many more to flee the country. Bukele came to power pledging to bring an end to this state of chaos, and he has proceeded to do so by a popular demand that has not diminished even amid his dismantling of democracy from within.

Bukele-style campaigns against organized crime come at a serious cost to democracy and human rights.

The strong desire for drastic public safety measures is understandable in a region where many proposed solutions have yielded little fruit. Governments throughout Latin America have cycled through many failed bids to counter violent crime, swinging back and forth on the centralization and decentralization of the police and facilitating the proliferation of private security firms. Officials in countries including Mexico and Brazil have shelled out millions in consultancy fees for the advice of former New York City Mayor Rudolph Giuliani on crime-fighting techniques, with few discernible long-term results. But despite the real need for increased public safety, the price of a no-holds-barred war on violent crime is too steep for Latin America, where democracies are still relatively young and fragile and where the rule of law is already elusive.

Even in countries without states of emergency, the militarization of law enforcement can have damaging antidemocratic consequences. In Mexico, for instance, the country has grown steadily more illiberal since President Felipe Calderón deployed the military in 2006 as part of an ill-fated effort to combat drug traffickers, despite a constitutional prohibition on doing so. Human rights violations have gone up in the intervening years, as has violent crime. But subsequent administrations have refused to change course, choosing instead to double down on the militarization of public safety. Amid persistently high rates of cartel violence, President Andrés Manuel López Obrador, known as AMLO, has granted the armed forces even more expansive powers, including oversight over the country’s air and sea ports. As a result, citizens are increasingly subject to the whims of the military rather than to the rule of law.

In Bukele’s case, at least, the rate of violent crime has come down. But in the long run, iron-fist approaches may not be so successful—and could simply fuel the problems that caused violent crime to spiral out of control in the first place. Corruption and impunity are the key obstacles to public safety across the region, where gangsters elude prison or run criminal enterprises from behind bars because police, judges, and prison wardens are complicit in organized crime. States of emergency and the militarization of public safety can circumvent some existing corruption, but they also bring greater opacity, remove institutional constraints against government abuse, and reaffirm the perception that only the military can solve societal problems. Addressing impunity requires more, rather than less, transparency and accountability. In the absence of a major overhaul of existing security forces, giving the same forces that operated with impunity a blank check to put the house in order invites disaster.

DEMOCRACIES THAT DELIVER

To be sure, not all aspects of Bukele’s model are detrimental to liberal democracy. Putting criminals away to keep them from terrorizing law-abiding citizens and preventing inmates from engaging in criminal activity from prison are critical to addressing the region’s violent crime epidemic, and therefore giving people freedom to go about their lives without fear of victimization. But militarized states of emergency are no substitute for a long-term public safety strategy.

Instead, governments should craft new policing strategies that are compatible with democracy and that work to overcome the obstacles that prevent publics from trusting law enforcement. Officials must invest more in civilian policing agencies to incentivize good and effective police behavior, including training and staffing new officers, adopting merit-based selection and promotion procedures, establishing more competitive salaries and benefits, and implementing rigorous evaluation programs.

They must channel more resources toward anticorruption vetting systems that include personnel screening tests and recurrent accountability checks. They need to use policing technology for real-time decision-making and intelligence, such as surveillance systems that can detect problematic areas early and generate evidence to be used in court, and they need to establish closer collaboration between police and local residents, taking cues from proximity policing models that incentivize trust and responsiveness to citizens’ concerns. Governments must also make key reforms to the judiciary and civil service, including vetting judges based on their trajectories and ability to bring transparency to the assignment of court cases. They must also establish institutionalized oversight mechanisms such as mandatory and regular disclosure of assets.

Corruption and impunity are the key obstacles to public safety across the region.

Local governments throughout Latin America have shown that such systems can work. A case in point is Ciudad Nezahualcóyotl—a densely populated suburb of Mexico City with over a million people concentrated in about 25 square miles. Once considered a large and dangerous slum, the city made a sustained effort to expand its local police force and strengthen trust in local law enforcement—and was able to cut the homicide rate in half between 2013 and 2022. Encouraging experiences can also be found in Medellín, Colombia, and São Paulo, Brazil, which have also adopted similar approaches, in addition to measures including firearms controls and recurring evaluations of police intervention. In all these places, policing has helped not only to reduce crime but also to build confidence in civilian institutions.

Despite their effectiveness at the local level, such alternative policing methods have not gained national traction because they are eclipsed by flashy and politically expedient iron-fist approaches. Given the popularity of the visible deployment of the armed forces from one emergency to the next, resources are channeled toward military budgets rather than to less sexy but crucial reforms to civilian police and the judiciary. In 2019, for example, AMLO dismantled the civilian federal police and created a paramilitary national guard that consists mainly of former soldiers. Even in places like Chile, where violent crime is relatively low and the police enjoy trust from society, the government increasingly relies on the military for public security.

But leaders should pursue the better solution, not the one that is most showy. That means they must shift their priorities and channel funds toward strengthening the police and judiciary on a national level—scaling up what has worked locally. If the region’s democracies are to survive the illiberal pressures of punitive populism, governments must prove that nonmilitary measures can be effective. Otherwise, publics across Latin America will continue to surrender their constitutional rights in exchange for authoritarian police states that maintain order. The best antidote against authoritarian populism is for democracies to deliver results.

Feminismo Latinoamericano. Francesca Gargallo. 2007

A lo largo de dos siglos, el feminismo latinoamericano ha forjado una teoría política de las mujeres que, en la última década del siglo XX, ha empezado a deconstruir el racismo de sus preocupaciones centrales, el heterocentrismo de su visión de los cuerpos sexuados en la organización social, y la aceptación supina de categorías de análisis provenientes de los feminismos occidentales.

El ideario que sostiene al feminismo latinoamericano es fruto, como todas las ideas políticas antihegemónicas, de un proceso de identificación de reclamos y de prácticas políticas que han variado durante su historia. La participación de comuneras, criollas e indígenas en la lucha contra el colonialismo fue amplia, pero no reconocida, y el triunfo de los liberales en la mayoría del continente no redundó en el reconocimiento de la igualdad de las mujeres.

El racismo heredado de la Colonia no permitió que las mujeres se reconocieran como tales, sino las relegó a categorías ligadas tanto a la clase de procedencia como a la pertenencia étnica: blancas, mestizas, indias y negras no compartían cosmovisiones ni espacios sociales, sólo el maltrato masculino que, en el caso de las últimas, sumaba la violencia machista y la violencia racista.

A fínales del siglo XIX, mujeres mexicanas, brasileñas, argentinas y venezolanas de los sectores acomodados urbanos se reunieron para publicar periódicos en los que explayaban sus ideas acerca de qué eran con respecto a los hombres, daban a conocer sus cuentos y poemas y compartían noticias sobre modas y modales.

Contemporáneamente, grupos de maestras se organizaron alrededor de demandas cuales el derecho a la educación y a la expresión, al control de su economía y al voto. Hilanderas, tabacaleras y otras trabajadoras asalariadas fabriles empezaron a exigir salarios iguales para trabajos iguales, aunque las obreras eran una parte mínima de las trabajadoras. Así, por diversos caminos, elaboraron un ideal de igualdad entre los sexos que sólo en sus expresiones tardías y más radicales exigió la igualdad jurídica y el derecho al voto.

Las feministas latinoamericanas del siglo XIX parecen mucho más conservadoras que sus contrapartes europeas y estadounidense de la misma época, porque confiaban todavía en que la política masculina como tal nos las excluía, en un mundo donde los liberales se enfrentaban una y otra vez a conservadores católicos.

No era lo mismo vivir en un continente que en 1823 era mayoritariamente gobernado por independistas liberales, que en la Alemania de 1823 donde los liberales eran apresados, colgados o enviados al exilio. Igualmente, en México, las mujeres de alcurnia que se negaban a casar con los invasores franceses y austríacos y sostenían con sus finanzas la lucha de Benito Juárez contra Maximiliano, creían sinceramente que sus correligionarios les reconocerían derechos equivalentes a sus sacrificios.

Una visión histórica de las ideas feministas toma en cuenta las condiciones en que se formaron y los diversos aportes culturales, filosóficos y políticos de que se nutrieron. Tal y como el comportamiento “digno” o “educado” de las sufragistas del siglo XIX, el conservadurismo feminista del siglo XX es incomprensible sin un análisis cruzado de los afanes de liberación generalizados de pueblos traicionados por la emancipación colonial y por el nacionalismo revolucionario brotado de la Revolución Mexicana, de las ideas religiosas de comunidades de base educadas por la Teología de la Liberación, de los ideales autonómicos universitarios, del antiimperialismo populista y socialista y de la falta de autonomía e independencia del sistema del movimiento feminista, tal y como lo señala repetidamente Margarita Pisano.[1]

Todos estos elementos confluyeron en atrasar la organización autónoma de las mujeres, por el simple hecho que las mujeres estaban participando políticamente en organizaciones mixtas donde eran tratadas con mayor igualdad que en la sociedad que pretendían transformar con su lucha y en las que eran parceladamente legitimadas.

Sólo el encuentro de las mujeres entre sí y el descubrimiento colectivo de su condición a través del análisis de las propias experiencias vitales, permitió la constitución de un movimiento de mujeres capaz de postular su liberación, entendida como proceso de subjetivización y autoafirmación.

A principios del siglo XXI, las ideas feministas latinoamericanas se vinculan al éxito del capitalismo en la destrucción de las culturas locales (la llamada globalización), y al clima continental reactivo de profunda crítica a la occidentalización de América,[2] y a sus secuelas de racismo y colonialismo que intentan reorganizarse en las ideas y las prácticas políticas del neoliberalismo.

Según María del Rayo Ramírez Fierro, ubicar el propio análisis de la realidad desde América Latina implica hacerlo desde “todos los lugares marginales del imperio global”.[3]

Esto es, desde espacios geográficos, culturales y económicos donde los movimientos sociales más recientes han aglutinado a sectores diversos (mujeres y hombres indigentes urbanos, indígenas y campesinos, desempleados, de la tercera edad, niños de la calle, afrodescendientes, migrantes), para estructurar reclamos que tienen que ver con algo más profundo, más elemental que la lucha por la socialización de los instrumentos de producción, posiblemente con el cambio de una cultura basada en el concepto de lo superior, ejercida por los elegidos.

Se han juntado alrededor de la no privatización de recursos naturales primarios como el agua o el gas, contra el turismo trasnacional, el latifundio y la agroindustria: son los sin tierra de Brasil, los sin rostro de México, y los sin techo de toda América, es decir son los seres humanos extranumerarios para el sistema capitalista mundial que, desde sus márgenes, son capaces de ponerlo en crisis.[4]

Las mujeres que participan en el movimiento zapatista en México, las cocaleras en Bolivia, las indígenas amazónicas y andinas de Ecuador y Venezuela están denunciando la relación entre el colonialismo, el racismo y las desigualdades económicas, de oportunidades y de acceso a los servicios públicos que las marginan.

Igualmente juzgan como manifestaciones de racismo las políticas de castellanización y aculturación de los pueblos originarios: “Nos quieren desindianizar”, denuncia la maestra Perla Francisca Betanzos Gondar, de Milpa Alta. “Quien estudia español ya no quiere hablar náhuatl y lo olvida. El proceso de desindianización implica que quien habla español es gente de razón, es gente respetada. Con la lengua se pierde la cosmovisión, la relación con la naturaleza como madre, la idea que el principio creador, Ometéotl, es femenino y masculino, que las mujeres representamos a la tierra…”[5]

Según Pilar Calveiro es necesario analizar la memoria, la resistencia y la sumisión, para entender por qué en América Latina los poderes, por violentos que sean, son enfrentados por ciertas resistencias que desafían las relaciones más asimétricas.[6]

Recordar ahora el pasado indígena sería, según su planteamiento, un proceso de reconstrucción, ya que existe entre las mujeres de los pueblos originarios una “urgencia actual” de interrogar el pasado, rememorándolo. Recuperar la historicidad de una historia negada, o convertida en relato repetido, implica revisitar el pasado como algo cargado de sentido para el presente.

Mientras estas reflexiones toman fuerza, filósofas como la brasileña Sueli Carneiro, músicas activistas como la dominicana Ochy Curiel, dirigentes indígenas como la ñahño Macedonia Blas Flores, coinciden en que toda situación de conquista y dominación crea condiciones para la apropiación sexual de las mujeres de los grupos derrotados para afirmar la superioridad del vencedor.

Estas condiciones se perpetúan en la violencia contra las mujeres, en general, y en particular contra las mujeres indígenas, negras y pobres. Los feminicidios en México, Guatemala, y otros países, responden a esta dinámica de naturalización de la violencia masculina contra las mujeres sometidas. ¡Naturalización o normalización (la ley-norma que constriñe a lo que ya se ha construido como normal) del abuso masculino!

Las que podrían ser consideradas historias o reminiscencias del periodo colonial permanecen vivas en el imaginario social y adquieren nuevos ropajes y funciones en un orden social supuestamente democrático que mantiene intactas las relaciones de género según el color, la raza, la lengua que se habla y la religión instituidas en el periodo de los encomenderos y los esclavistas.

Sueli Carneiro escribió para el Seminario Internacional sobre Racismo, Xenofobia y Género organizado en Durban, Sudáfrica, el 27 y 28 de agosto de 2001:

    La violación colonial perpetrada por los señores blancos a mujeres indígenas y negras y la mezcla resultante está en el origen de todas las construcciones sobre nuestra identidad nacional, estructurando el decantado mito de la democracia racial latinoamericana, que en Brasil llegó hasta sus últimas consecuencias. Esa violencia sexual colonial es también el cimiento de todas las jerarquías de género y raza presentes en nuestras sociedades configurando lo que Ángela Gíllíam define como ‘la gran teoría del esperma en la conformación nacional’, a través de la cual:

    1. El papel de la mujer negra es rechazado en la formación de la cultura nacional;

    2. la desigualdad entre hombre y mujer es erotizada; y

    3. la violencia sexual contra la mujer negra ha sido convertida en un romance.[7]

El colonialismo europeo ha marcado América Latina con cicatrices profundas: en su mayoría es un continente católico; se rige por una economía de mercado determinada por un centro externo a la región; y su estructura social es patriarcal, racista y discriminadora.

Para el feminismo latinoamericano es muy difícil deconstruir su occidentalidad, porque ésta se impuso como sinónimo de un mundo tecnológicamente moderno y legalista que hasta las socialistas querían alcanzar. Sólo desde el análisis de la pobreza y la desigualdad como frutos de un colonialismo capitalista que necesitaba, y sigue necesitando, de la contraparte pobre de la riqueza de su lugar de origen y expansión, el feminismo latinoamericano se plantea hoy la necesidad de liberarse de la perspectiva del universalismo cultural occidental, y su construcción determinista: la organización de géneros sexuales, masculino y femenino, bipolares, binarios y jerarquizados para que el trabajo gratuito de las mujeres descanse en una naturaleza invariable, construida desde la cultura.

El poderoso movimiento sufragista del siglo XIX, y el feminista, desde la década de 1960, han llevado en efecto a las “mujeres occidentales” a visualizar la posibilidad de que gocen de los mismos derechos y obligaciones que los hombres. Corrientes de pensamiento y organizaciones políticas de mujeres discuten acerca de los derechos a y en la vida, de la moral, la libertad de movimiento, la igualdad y la diferencia, determinando por qué, cuándo y de qué forma las mujeres de todo el mundo pueden y deben liberarse del yugo de culturas que no les permiten gozar de su integridad física, moral e intelectual. De su experiencia y reflexión ha brotado la teoría feminista “verdadera”, que elabora categorías interpretativas y discute tópicos de la educación.

En América Latina, algunas mujeres de las élites blancas son “líderes” de reivindicaciones igualitarias y de los debates del feminismo acerca de la maternidad voluntaria desde mediados del siglo XX.[8]

No obstante, en la actualidad un feminismo negro y un feminismo indígena aportan crítica radicales a la tendencia colonialista del feminismo universitario y militante de inspiración europea o estadounidense. ¿Dónde ubicar a las mujeres latinoamericanas? Acaso ¿son occidentales las centenas de mujeres asesinadas en México, Guatemala, Honduras y Colombia?

Urge situar no sólo las aportaciones del feminismo latinoamericano,[9] como teoría política y como filosofía práctica, al feminismo mundial, con sus específicas reflexiones acerca de la relación polimorfa entre los ámbitos íntimo, privado y público,[10] con las reflexiones sobre el racismo del machismo y la no pertenencia de las mujeres negras al colectivo de las débiles,[11] del feminismo indígena y sus conflictos con el poder hegemónico, el racismo, los militares, el alcoholismo, la violencia de género al interior de sus comunidades,[12] sino ir más allá y encontrar los móviles colectivos por los que las mujeres latinoamericanas decidieron renovar su imaginario del ser mujer.

Imaginar implica desear una imagen de sí, una imagen utópica, diversa de la que los roles y jerarquías asignan a la persona. A la vez, el deseo no es afán de apropiación de algo o alguien exterior, sino anhelo de saber y saberse desde sí. De tal modo, renovar el imaginario del ser mujer por parte de una colectividad femenina supone la voluntad de querer revisarse en la historia, para saber si existe una posibilidad de autodefinirse como mujeres y para proponerse como miembro de pleno derecho de la comunidad humana.

Desplegar el deseo implica necesariamente un movimiento hacia un cambio del propio status quo que, como dice Marta Sánchez Néstor, se sigue de “recordar nuestras antepasadas femeninas”.[13] Por supuesto, quererse saber significa desconocer conscientemente la idea de sí que ha construido (e impuesto) la cultura del poder hegemónico, es decir no reconocerse en el género que se les ha asignado.

Los géneros son construcciones sociales que, con base en los genitales de un cuerpo humano, transforman ese cuerpo en sexuado (eso es, destinado a la reproducción) y asignado a un sistema jerárquico que inferioriza lo femenino y descarta cualquiera opción que no sea el reconocimiento de ser hombre o mujer (asignación forzada de un género a toda intersexualidad, y desnaturalización de la misma).

La superioridad del hombre es por tanto una compleja construcción cultural que se absolutiza en todos los países dominados por la cultura que la produce. A la vez, esta construcción tiene características parecidas al racismo de la conquista y a la esclavización de los vencidos, de tal forma que sistema de géneros y guerra, sistema de géneros y colonialismo se acompañan y refuerzan uno a otro, porque tienen un mecanismo de jerarquización común en su base.

Para deshacerse de la asignación del género con sus características impositivas, las mujeres empiezan a reconocerse en su historia. Exclusión y muerte, violencia y negación de su palabra, inferiorización y falta de derechos las han acompañado siempre. No obstante, no es lo mismo reconocerse en los millones de brujas asesinadas como tributo a una modernidad que quería excluirlas de su poder económico y sus conocimientos, como hicieron las europeas, en la década de 1970, que reconocerse en la masacre de las americanas, la conversión de su cuerpo en el instrumento para la sujeción y la reproducción de individuos contrarios a su cultura, en una continuidad de tiempo que no se ha detenido en el siglo XVI sino que alcanza el presente.

En Sexo y conquista, Araceli Barbosa Sánchez analiza cómo el odio de los españoles contra las mujeres y contra toda “feminidad” de los hombres, llevó a los conquistadores a prácticas de violencia extrema, tortura, muerte y degradación de los cadáveres, de las mujeres indígenas que se resistieron a la violación y contra los “sodomitas”, equiparándolos de alguna manera.[14] De las indias y los sodomitas, los conquistadores nunca recogieron testimonios, palabras, ni describieron sus actitudes y saberes, a diferencia de los inquisidores que transcribieron con lujo de detalles los saberes “perversos” de las hechiceras y herejes.

Fue relativamente fácil para el movimiento feminista europeo identificarse con las brujas, una vez que se llegó a demostrar la positiva diferencia de sus saberes con los de la cultura de la represión que sostuvo al absolutismo monárquico y al despegue del capitalismo. Pero ¿con qué diferencia positiva de sus antepasadas pueden identificarse las latinoamericanas sin pasar por una revisión antropológica de las culturas americanas actuales e históricas, y por la ruptura con la cultura mestiza hegemónica, que encubre la historia en sentido racista y sexista?

Dos figuras, en la historia andina, podrían ser símbolos de la lucha que las mujeres son capaces de conducir contra el colonialismo, pero no dejan de estar sujetas al poder real y simbólico de sus maridos.

Bartolina Ciza, esposa de Tupac Katari, ejecutada por desmembramiento como él en 1781, organizó ejércitos para la defensa india de las tierras del Alto Perú, radicalizando las posiciones antiespañolas. Micayla Bastidas, jefa de la retaguardia india, organizadora de la producción y el suministro de alimentos, vestimentas y armas, y esposa de Tupac Amaru, ejecutada por garrote al finalizar la rebelión del inca junto con toda su familia; durante la sublevación indígena peruana siempre instó a su marido a radicalizar sus posiciones y reclamar Perú para los indígenas y sólo para ellos.

En términos de ideas feministas, estas dos figuras trágicas no aportan reivindicaciones de género, pero son una real presencia histórica mitizada que, en ocasiones, repercute en la idea de sí y en el respeto social.

La dificultad mayor al rastrear la historicidad de las ideas feministas en América Latina estriba en que, si bien pueden analizarse textos literarios, testamentos, cartas y juicios en su contra, que permiten encontrar actitudes de simpatía hacia otras mujeres en criollas, mestizas y negras desde el siglo XVII (mujeres que heredan sus bienes a sus criadas, hijas y sobrinas contra la voluntad del marido y de los hijos varones, que alegan contra la injusta condición de las mujeres, o que intentan oponerse a la Pragmática Sanción), no se encuentran muchas palabras indias explícitas acerca del valor de ser mujeres.

En los 91 testamentos indígenas de Santa Fe de Bogotá, de 1567 a 1667, recogidos por Pablo Rodríguez,[15] las dos terceras partes de las legatarias son mujeres -relación que se explica por el desbalance producido por la muerte de hombres durante conquista o porque las mujeres se integraron más rápidamente a la vida de las ciudades, en el servicio doméstico o en actividades independientes-; existen testamentos de dos esposas de caciques y de numerosas hilanderas, costureras, panaderas, chicheras y tejedoras.

Muchas de estas indias habían recibido sus lotes como legado testamental de sus amos o de los padres de sus hijos naturales, otras los compraron a sus vecinos blancos, y en él construyeron varios bohíos redondos para sus hijas, hijos y para rentar, insistiendo en sus testamentos que no se vendieran esas propiedades, porque su mayor preocupación era que sus descendientes tuvieran donde vivir y donde cuidar una huerta y criar puercos y gallinas.

Los testamentos indican la habilidad con que las indígenas se integraron al sistema de intercambios y de uso de moneda: compraban, vendían, fiaban, prestaban y sabían de intereses. Asimismo hablan de lo mucho que las indias se habían vuelto católicas devotas y miembros activos de cofradías y hermandades que creaban nuevas relaciones de solidaridad en un tejido social más antiguo pero desmembrado, y aseguraban compañía en el velorio y el entierro.

No obstante, las familias separadas, los ancestros perdidos, la reducción del parentesco, la alta mortalidad limitaban ostensiblemente la vida familiar y la comunicación de saberes ancestrales entre familiares. Los legados de madre a hija están siempre pospuestos a las necesidades del alma de la testamentaria, y se relacionan con las carencias materiales de la legataria.

Algunas de estas hijas eran indias, hijas de un esposo indio; otras eran mestizas, hijas del amo, de un vecino y en ocasiones de un marido blanco o mestizo; algunas más eran niñas recogidas, hijas de hermanas o hijas, o aun de desconocidas, a menudo blancas; unas y otras no eran “preferidas” a sus hermanos naturales, recogidos o legítimos por la madre. Asimismo, los consejos que reciben son los convencionales de una madre católica que, como muestra de amor, deja -cuando mucho-a la hija escoger el tipo de misa rezada por su alma.[16]

Las jóvenes evangelizadas y castellanizadas en los patios de los conventos, en el Colegio de Niñas de Santa María de la Caridad, o en cualquier colegio de “niñas y doncellas indias” que en México, desde 1529, se dedicó a su educación,[17] eran tan catolizadas que nunca reivindicaron nada ni de su derrotada cultura de origen ni de la tradición que en ella tenían las mujeres.[18] En la actualidad, hay más escritos de afrolatinoamericanas que de indígenas, más denuncias del racismo -aún al interior del movimiento feminista- de las primeras que de las segundas.

La historia de las mujeres indígenas, según la convención que la historia inicia con la escritura, tiene escasos asentamientos testamentarios y jurídicos en castellano, y en las dos mil lenguas americanas es tan reciente que existe un escasísimo registro anterior al siglo XX.

Seguramente, la cultura académica, que se valida por los parámetros educativos de Occidente, impide reconocer en la oralidad un medio confiable de transmisión histórica; no obstante, el mayor conflicto en la construcción del relato de América Latina es que en este continente no se elabora la muerte del noventa por ciento de la población originaria al inicio de la occidentalización de su historia.[19]

De hecho, no hay continuidad cultural posible entre el antes y después de la masacre, si tomamos en consideración que una cultura es siempre un conjunto fáctico de ideas dominantes y resistentes, de habilidades y conocimientos, que son patrimonio de un conjunto de personas, de un pueblo, porque pocos individuos no pueden contenerla, abarcarla y recordarla toda. ¿Cuántas condiciones del ser mujeres existían antes de la invasión y la masacre europea y cuántas condiciones quedaron para las mujeres después de su incorporación forzada y sometida al mundo occidental?

Más allá de las zapotecas del Istmo de Tehuantepec, que sorprenden con sus grandes cuerpos, su libertad de palabra y de movimiento y su real poder económico, la imagen que las mujeres indígenas ofrecen en México y Centroamérica es casi unívoca, a pesar de las diferencias culturales: mujeres sometidas por el padre y el marido, golpeadas, que trabajan de la mañana a la noche sin ningún reconocimiento social o económico.

Se trata, por supuesto, de un estereotipo: en realidad todas participan de una forma especial, no necesariamente protagónica, de rituales y decisiones comunitarias, son agentes de la economía de mercado y productoras, son transmisoras de conocimientos, parteras, curanderas, madres. No obstante, la teoría feminista latinoamericana no arranca de sus saberes y muy pocas mestizas se reconocen en su historia, prefiriéndose occidentales que indias, blancas que morenas, genéricamente oprimidas que miembros de una cultura de la resistencia.[20] Esta adscripción de las mestizas a lo no indio pertenece también a la estrategia de occidentalización de América, en particular a las maniobras de los criollos para mantener su hegemonía después de las Guerras de Independencia.

La relación entre mujeres indígenas y feministas hasta finales del siglo XX fue de desconocimiento colonialista. De alguna manera sigue marcando cómo se construye el discurso hegemónico, aunque sea desde una posición crítica al modelo de dominación masculino occidental. Las feministas de las élites académicas o de la clase política tienen a sus “otras”.

Y las mujeres indígenas que llegan a las capitales latinoamericanas no reconocen diferencias entre el racismo de las mujeres y el de los hombres mestizos. En mayo de 2005, un domingo por la mañana, Juanita Pérez Martínez, tojolabal de Las Margaritas, Chiapas, tuvo un día libre durante un taller para mujeres indígenas que se impartía en la Ciudad de México. Decidió salir a pasear con tres compañeras del taller, con quienes se encontró en Tacubaya.

Desde que se subieron al metro, la discriminación se hizo patente y adquirió varios matices de racismo: un grupo de jóvenes que iba rumbo a Chapultepec se mofó de ellas por su indumentaria; dos hombres mayores les instaron para no demorarse en las escaleras mecánicas; una señora les gritó desde el andén opuesto que necesitaba una sirvienta y se ofendió cuando le contestaron que no buscaban trabajo. Una vez en Xochimilco, a la más joven de ellas el lanchero intentó seducirla y hasta la jaló de un brazo; cuando ella se alejó con sus amigas, el hombre le gritó “india fea” y “desagradecida”.

El camino de descolonización de la propia teoría emprendido por grupos feministas autónomos,[21] por pensadoras como Silvia Rivera Cusicanqui en Bolivia y Ecuador, o, en México, por la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas, es particularmente importante para el pensamiento feminista latinoamericano, porque apunta al cruce, no sólo discursivo, de elementos muy diversos de la economía, la corporeidad, la política, la liberación y la diferencia.

Hace muy poco la activista nahua Lorenza Gutiérrez, de Huechapan, Puebla, declaraba en una entrevista a Melissa Cardoza que “sólo pobre un indio es el verdadero indio”,[22]  dando a entender que únicamente se comprende la realidad indígena actual si se la considera desde la falta de acceso a los bienes y servicios, consecuencia inmediata de la pobreza, hija de la discriminación racista colonial. A la vez, apunta que la pobreza es el lugar asignado a los indios por el sistema hegemónico, de modo que si un indígena se sale de su condición de pobreza se transforma en alguien “menos indio”.

La condición indígena y de género se suman, no sólo porque ser una mujer india es estar sometida a una forma múltiple de opresión,[23] sino porque la condición de género y la condición indígena son, ambas, frutos de una misma tecnología de jerarquización que confiere siempre a las mujeres y a los indios el lugar del derrotado, quitándoles su voz y la posibilidad de reconocerse positivamente en sus saberes que son incorporados en los saberes de los hombres y los occidentales (exactamente como a los derrotados se les excluye de la historia).

Algunas feministas, al plantearse la diferencia histórica, positiva, de las mujeres con respecto a la cultura hegemónica masculina (y sus aceptaciones, sumisiones, resistencias y rebeldías) se abren a la posibilidad de ver las formas de negación de la diferencia que la cultura hegemónica impone a todas las culturas que domina.

La negación del valor positivo de las diferencias (o, lo que es lo mismo, la imposición de un único modelo válido de ser) es la base misma de esa tecnología de jerarquización que, real, materialmente, confiere al mundo ex colonial el lugar de tercera hija en la redistribución de los alimentos y del acceso a la salud, y a América Latina el lugar de un continente occidentalizado sin derecho a reconocerse en su historia.

Desde una posición radicalmente lésbica, algunas feministas reivindican la libertad sexual preazteca y preincaica en América, sometida definitivamente por el cristianismo colonial. Esta libertad implica “la radicalización de la democracia”, según afirma Ochy Curiel.[24] Esto es, dejar de vivir en la mentira de la democracia como sistema que se opone a la dictadura, para mostrar su rostro patriarcal y liberalista.

“Mujeres es una categoría política que nos articula, con historias y siglos de subordinación y de propuestas. No es una identidad autodefinida, es una construcción social” que debe ser deconstruida para dar paso a “cuerpos históricos”, autónomos, políticos en sí.

Defender las vidas de las mujeres, para Curiel, implica defender los espacios de las lesbianas: “Mientras se asuma la heteronormatividad como el modelo de relaciones erótico-amorosas-sexuales… nosotras, desde una posición radical, seguiremos defendiendo los espacios políticos autónomos, aunque abiertos a la articulación con otros movimientos sociales y socio-sexuales”.[25]

El lesbianismo feminista latinoamericano tiene una ambigua relación con la crítica a la occidentalidad. No todas las lesbianas son anticapitalistas; existe un gay set, fundamentalmente masculino, pero al que pertenecen algunas mujeres de los sectores acomodados; éstas han entrado al mercado de “lo gay”, particularmente al consumo turístico: antros, playas, clubes.

No siempre se definen feministas; no obstante, influyen sobre las especialistas del mundo lésbico con poder adquisitivo que trabajan en instituciones internacionales y ONGs. Por otro lado, el actual pensamiento lésbico es deudor de una tradición internacional, tanto cuanto el mismo feminismo. Los estudios queer acerca de la no existencia de identidades fijas, de la deconstrucción de lo sexual-genérico, de la fluidez del deseo y de las representaciones, son de origen anglosajón.

Aunque en América Latina, se han encontrado con los estudios chicanos, con las reivindicaciones de las identidades indígenas y de identidades diversas, con el feminismo de la diferencia, con la narratividad de la filosofía (en particular con la necesidad queer de acabar con el principio del tercero excluido en la demostración de lo verdadero), los estudios queer ofrecen pocas manifestaciones propias.[26]

A la vez, las pensadoras lesbianas feministas latinoamericanas tienen fricciones entre sí y una muy difícil relación con el feminismo en general, pues lo visualizan como un espacio que no ha terminado de romper con la heteronormatividad.

A pesar de estas dificultades, el antirracismo feminista y el les-bianismo feminista contemporáneos comparten la idea de demarcar la cuestión racial y sexual en la configuración de la caracterización de la violencia contra las mujeres y en el estudio de qué es la democracia para las mujeres, así cómo en el compromiso de evidenciar el mecanismo que mantiene las desigualdades y los privilegios entre las mujeres blancas y las indias y las negras, entre las heterosexuales y las lesbianas.

Grupos como Mujeres Creando, Las Chinchetas, Lesbianas Feministas en Colectiva, Mujeres Rebeldes, Brecha Lésbica (de La Paz, México, Buenos Aires, Porto Alegre), y pensadoras como Jurema Werneck que se ubica en una “perspectiva de anterioridad, de una historia que no es fundada por europeos (aunque actualmente esté influenciada profundamente por ellos), de otras posibilidades interpretativas o de diferentes posibilidades de establecer otros marcos para recontar una historia”,[27] confrontan la idea liberal de democracia y piensan el feminismo como un movimiento y una teoría política radical.

Mientras el X Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (octubre de 2005, en Sierra Negra, Sao Paulo, en Brasil) se proponía discutir sobre “Feminismo y Democracia”, desde la perspectiva de las feministas que han ingresado a los partidos políticos, creando dinámicas de inclusión y exclusión entre las feministas conservadoras y las radicales (mediante el más simple proceso de invisibilización y olvido de los colectivos autónomos y de las feministas y organizaciones independientes), las feministas disidentes se asieron de tres temas -racismo, etnocentrismo y lesbianismo– para evidenciar que la democracia entendida sólo como ejercicio del voto y reparto de la representatividad es un concepto patriarcal y neoliberal.

La democracia se presenta como una matriz civilizadora, pero sólo responde al sujeto ilustrado que el feminismo de la segunda mitad del siglo XX criticó por haberse instalado desde una masculinidad blanca, heterosexual y con privilegios de clase, declaró en ese contexto Ochy Curiel.[28]

Las disidentes reafirmaron en Brasil que no puede hablarse de democracia sin abordar la lucha contra los sistemas de opresión que tocan a las mujeres, y sin criticar a fondo la perspectiva occidental del feminismo, pues éste como movimiento de reflexión urbano y académico ha disminuido su empuje emancipador (y liberador).

Considerando que es imposible disociar el patriarcado contemporáneo del racismo, el colonialismo y el capitalismo, porque toda forma racional absolutizada subordina necesariamente los pensamientos diferentes y crea jerarquías, denuncian desde su modo de vivir la política de las mujeres los encuentros conflictivos o violentos con occidente, con el patriarcado, con el racismo, con el capitalismo, con el individualismo y con el heterosexismo, como partes constituyentes de un todo opresor.

La escritora y militante hondureña Melissa Cardoza propone el “lesbianismo político” como un activismo que se explaya únicamente con mujeres para potenciar la fuerza de todas las mujeres. Sus ideas coinciden con las de Adrienne Rich cuando, en 1983, definía el feminismo lesbiano como la manifestación política del amor entre mujeres, como la lucha por un mundo en que la integridad de todas sea considerada un aspecto de la cultura.

Desde esta perspectiva, el lesbianismo político se convierte en un sinónimo del feminismo de la diferencia sexual, es decir de un feminismo que no necesita de la confrontación con los hombres para hacer política. Sin embargo, excluye la manifestación política de un deseo erótico no lésbico en las mujeres.

¿En qué momento el lesbianismo político entra en contradicción con la libertad erótica de las mujeres? ¿Acaso el deseo erótico puede considerarse a-político? ¿En qué momento el lesbianismo político se convierte en una nueva norma sexual? La diferencia sexual no puede erigirse sobre una norma de exclusión, porque es exactamente por el abandono de las morales sexuales y de las determinaciones genéricas que se propone como un elemento constitutivo de la sujetividad política latinoamericana frente al capitalismo racista y excluyente de la humanidad monosexuada en masculino.

La política global neoliberal, en sus expresiones de inversión agroindustrial, de explotación petrolera, turística y de agresión contra la economía campesina tradicional, daña a las mujeres indígenas, aumentando la inseguridad personal y familiar por los desalojos, las expropiaciones y el agotamiento del agua y otros recursos.

Fuera de sus comunidades, las mujeres se convierten en indigentes urbanas, sin redes de protección intrafemeninas, y expuestas a la agresión masculina que se acrecienta con tintes racistas. Dadas las condiciones, sólo una perspectiva feminista puede ofrecer a las indígenas la oportunidad de verse como sujetos activos de una historia de resistencia y rebelión, y no como víctimas. Y hoy esta perspectiva está siendo reelaborada principalmente por las lesbianas.

Los golpes sistemáticos de la prepotencia blanca y mestiza, la discriminación económica, la marginación social, la exclusión de la educación formal y de los sistemas de salud, son temas de la teoría feminista latinoamericana contemporánea, porque por motivos sexistas todas las mujeres los sufrieron y sufren de algún modo, sólo que las feministas blancas no los han enfrentado en su descarnada versión racista y colonialista. La participación femenina en la larga tradición de resistencias indias y luchas populares está dando una nueva voz al feminismo latinoamericano.

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16. Prada Ortiz, Grace. Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense. Ensayos femeninos y feministas, EUNA, Heredia, Costa Rica 2005.        [ Links ]

17. Rodríguez Jiménez, Pablo (edición y prólogo). Testamentos indígenas de Santa Fe de Bogotá, Siglos XVI-XVII, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.-Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2002        [ Links ]

18. Vargas Isla, Lilia Esther (compiladora), Territorios de la ética, UAM-Xochimilco, México 2004.        [ Links ]


[1] Margarita Pisano, El triunfo de la masculinidad, Surada Ediciones, Santiago de Chile, 2001, p.54

[2] Arnoldo Mora, en “Notas sobre una filosofía latinoamericana”, en Archipiélago. Revista cultural de nuestra América, n.40, México, julio-septiembre 2005, p. 6, afirma que “América Latina pertenece a las naciones periféricas de Occidente. No es, por ende, una región occidental, sino occidentalizada”.

[3] María del Rayo Ramírez Fierro, “Nuevos movimientos sociales y sus horizontes ético-políticos”, en Lilia Esther Vargas Isla (compiladora), Territorios de la ética, UAM-Xochimilco, México 2004, pp.127-141

[4] Ibid., pp. 128-129

[5] Entrevista personal, en San Juan Tepenahuac, noviembre de 2005. La maestra ha escrito la tesis de licenciatura en Pedagogía: “Enseñanza y aprendizaje de la lengua náhuatl: ¿resistencia cultural?”, Universidad Pedagógica Nacional, 2006

[6] Pilar Calveiro, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70, Norma, Buenos Aires, 2005, p. 11.

[7] Sueli Carneiro, “Ennegrecer el feminismo. La situación de la mujer negra en América Latina desde una perspectiva de género”, en Nouvelles Quéstions Féministes. Revue Internationale francophone, volumen 24, n.2, 2005, Edición especial en castellano, “Feminismos disidentes en América Latina y el Caribe”, ediciones fem-e-libros, pp. 21-22.

[8] Cf. Asunción Lavrín (comp.), Las mujeres latinoamericanas. Perspectivas históricas, Fondo de Cultura Económica, México, 1980.; Mujeres que cambiaron nuestra historia, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia/Universidad de Panamá, Panamá, 1996; Grace Prada Ortiz, Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense .Ensayos femeninos y feministas, EUNA, Heredia, Costa Rica 2005.

[9] Como vimos, el sufragismo latinoamericano tuvo particulares connotaciones nacionalistas defensivas -antiimperialistas- y de política de la educación, debido a su condición de personas que buscaban la ciudadanía plena en países que seguían defendiendo su independencia política y, en algunos casos, su territorio frente a Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos (México, Nicaragua, Panamá, etc.); su pacifismo se tiño en varias ocasiones de antirracismo (Brasil); en el siglo XX, el feminismo de la liberación de las mujeres, en sus vertientes igualitarista y de la diferencia sexual, ha defendido su autonomía sin perder su relación con las reflexiones y políticas progresistas, redistributivas, pacifistas y antiimperialistas.

[10] Cf. Julieta Kirkwood, Ser política en Chile, Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile 1990.

[11] Sueli Carneiro, “Ennegrecer el feminismo. La situación de la mujer negra en América Latina desde una perspectiva de género”, op. Cit., p. 21-26.

[12] Cf. Palabras de la Comandante Ramona en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas, Oaxaca, 1997.

[13] Marta Sánchez Néstor, “Mujeres indígenas en México: acción y pensamiento. Construyendo otras mujeres en nosotras mismas”, en Nouvelles quéstions feministas. Feminismos disidentes en América Latina y el Caribe, op. Cit., p. 41.

[14] Araceli Barbosa Sánchez, Sexo y conquista, Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos-UNAM, México, 1994, pp. 73 y s.

[15] Edición y prólogo de Pablo Rodríguez Jiménez, Testamentos indígenas de Santa Fe de Bogotá, Siglos XVI-XVII, Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.-Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2002

[16] Beatriz, india de Turmequé, ibid., p. 105.

[17] Doña Isabel de Portugal, gobernadora y esposa de Carlos V, el 10, 24 y 31 de agosto de 1529 dirigió al obispo electo de México, fray Juan de Zumárraga, cartas donde lo obligaba a fundar, proteger, apoyar a los colegios de niñas y doncellas de la aristocracia indígena. Cf. Josefina Muriel, La sociedad novohispana y sus Colegios de Niñas, I, Fundaciones del siglo XVI, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1995, p.31.

[18] Fray Toribio de Benavente, Motolinía, describe cómo las indias educadas desde niñas en la religión católica no sólo eran de increíble “pureza” y “honestidad”, sino las principales divulgadoras del Evangelio y su moral, aunque, por supuesto, no se les permitía predicar por su cuenta. En Memoriales, o Libro de las Cosas de la Nueva España y de los Naturales de ella, edición al cuidado de Edmundo O’Gorman, , tomo III, cap. XVI, UNAM, México, 1971, pp.73-75.

[19] Para los estudios de historia demográfica de la Conquista y la Colonia, Cf. Cualquier estudio de Sherburne F. Cook y Woodrow Borah. Estudiaron los efectos que la conquista europea y la subsiguiente dominación tuvieron sobre la población indígena, en particular de Mesoamérica. Entre sus libros: Ensayos sobre historia de la población: México y el Caribe, Siglo XXI, Colección América Nuestra, México, 1977.

[20] Coincido con Pilar Calveiro cuando define la resistencia como un movimiento de no confrontación, por lo tanto no heroico, que permite la sobrevivencia hasta que se den las condiciones para la visibilización y liberación. Resistir posterga la rebelión, pero mantiene viva su posibilidad. Pilar Calveiro Garrido, Redes familiares de sumisión y resistencia, Universidad de la Ciudad de México, México, 2003.

[21] Por ejemplo, Mujeres Creando se reconoce como un colectivo de “indias, putas y lesbianas” para resaltar su negativa total a incorporarse al patriarcado racista dominante.

[22] La entrevista todavía no ha sido publicada; se efectuó para la elaboración de un informe en septiembre de 2005.

[23] Marcela Lagarde insiste que una india está siempre expuesta a una triple opresión: racial, genérica y económica, no obstante no asume su situación como un cautiverio del sistema poscolonial. Cf. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, UNAM, México, 1993.

[24] Ochy Curiel, “Subvirtiendo el patriarcado desde una apuesta lésbica-feminista”, mimeo, texto presentado en el X Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, 9-12 de octubre de 2005, Sierra Negra, Sao Paulo, Brasil.

[25] ibid., p. 4.

[26] Como la de “Los Poliamorosos”, en la Ciudad de México, críticas y críticos de la normatividad en la sexualidad.

[27] Jurema Werneck, “De lalodés y Feministas. Reflexiones sobre la acción política de las mujeres negras en América Latina y el Caribe”, en Nouvelles Ouéstions feministas, op. Cit., p. 28.

[28] Ochy Curiel, “Subvirtiendo el patriarcado desde una apuesta lésbica-feminista”, op. ci..

Miguel Ángel Sáenz Varela: ¡hasta la victoria siempre!

SAN SALVADOR, 27 de abril de 2024 (SIEP) Luego de una prolongada enfermedad, falleció esta mañana Miguel Ángel Sáenz Varela (1936-2024) , dirigente histórico del Partido Comunista, PCS  y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

“Miguel fue uno de los más destacados revolucionarios salvadoreños de la segunda mitad del siglo XX y de principios de este nuevo siglo, desde adolescente abrazó las causas de la democracia y el socialismo en nuestro pais…” indicó el escritor Roberto Pineda.

Agregó que “conocí a Manuel en 1982, en la Managua sandinista, militamos en la misma célula, y disfrute de su sincera amistad así como aprendí mucho de sus extensos conocimientos sobre política internacional. Me acuerdo que mencionaba por esa época, en sus análisis, la posibilidad del derrumbe del socialismo, y yo se lo refutaba. La historia le dio la razón…”

“Me contaba Manuel que desde adolescente tenía un espíritu rebelde y que en secundaria en 1949, a las 13 años, durante el gobierno de Osorio, impulsó una huelga en el Colegio Don Bosco en solidaridad con los estudiantes de la UES, y fueron capturados con otros compañeros y ese fue su primera carceleada…”

Luego en bachillerato, que lo estudia en el INFRAMEN, continuó su proceso de formación política, en el que juega papel importante la lectura de La Madre de Gorki,  y empieza su lectura de los clásicos del marxismo, publica con otros compañeros, un periódico mimeografiado, con el simbólico titulo de Antorcha.

Además se dedica al deporte, aprende karate e integra la selección nacional de basketbol.  Y si esto fuera poco, también le dedica tiempo a la música, guitarrista de un trío que ameniza serenatas, con el nombre folklórico de Placenta.

Al llegar a la UES  en 1953, se decanta por estudiar Medicina, y organiza en la facultad el Frente Revolucionario de Estudiantes de Medicina, el FREM vinculado ya al ala juvenil del PCS. En tres ocasiones suspende sus estudios, por dos exilios a Nicaragua y uno a  Guatemala. Integra la Columna Universitaria del FUAR en 1961.

El FREM formaba parte del Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios, FEUR.  Como miembro del FEUR, Miguel  apoyó la candidatura de Fabio Castillo como Rector, cargo que asumió en 1964, y desde donde se impulsó la reforma universitaria, Luego participa en la campaña del PAR-Nueva Línea, con Fabio como candidato a la presidencia, en desafío a la dictadura militar.

En 1970 pasa a formar parte de la dirección del PCS, hasta su disolución en 1995. Ese mismo año  asume como secretario general de la UES; bajo la rectoría del economista Lito Menjívar.  Y en julio de 1972 es expulsado hacia Nicaragua y luego se establece en Costa Rica, y asume tareas de solidaridad con la lucha en El Salvador y la lucha de los sandinistas en Nicaragua.

En abril de 1984 Miguel pasa a formar parte de la Comisión Político-Diplomática del FMLN. En 1994 forma parte de la primera fracción legislativa del FMLN, luego de los Acuerdos de Paz de 1992. Sus últimas responsabilidades en el FMLN estuvieron vinculadas al trabajo municipal.

En definitiva, un gran luchador social y militante comunista, una vida dedicada a la lucha por la democracia y el socialismo en nuestro país.

Episodios de las izquierdas en abril del 1965.Narciso Isa Conde. PlazaCrítica. 2012

(Rescatando ese legado en el proceso de construcción de lo nuevo) Originalmente LA ACCIÓN MILITAR PARA DERROCAR EL RÉGIMEN GOLPISTA DEL TRIUNVIRATO fue concebida como contragolpe de Estado: un contragolpe democrático que anulara el golpe reaccionario y sus resultados políticos.

La conspiración militar democrática entró en acción antes del día acordado, cuando uno de los grupos conspiradores fue detenido y otros, situados en cuarteles de infantería se lanzaron a la acción. Tal situación fue sorpresiva y audazmente anunciada por José Francisco Peña Gómez, con una exhortación a la movilización del pueblo a través de Radio Televisión Dominicana.

El detonante y el ascenso.

El detonante fue la acción audaz de un grupo de los sargentos y unos cuantos oficiales con el capitán Peña Taveras a la cabeza, hasta lograr el despliegue de los efectivos rebeldes de dos campamentos en las calles de Santo Domingo reclamando la destitución del Triunvirato golpista. Los sargentos tuvieron el mérito histórico de apresar a lo jefes del Estado Mayor del ejercito y desatar de la rebelión.

La intervención de las masas populares en el proceso de la lucha en las calles de Santo Domingo cambió las características originales del contragolpe y éste fue transformado en una insurrección popular, en una revolución democrática de profundo contenido social. Se conjugaron así, en las calles, el movimiento de masas y la actitud patriótica y democrática de los militares, las izquierdas y las fuerzas democrático-liberales.

Despliegue constitucionalista y bombardeos de la reacción.

El 25 de abril la ciudad amaneció ocupada por las fuerzas militares insurrectas, con grandes manifestaciones de masas en su apoyo. En el curso de la mañana se tomó el Palacio Nacional, acción donde comenzó a destacarse el coronel Caamaño, que hasta ese momento era uno de los oficiales más conocidos.

Una comisión de oficiales de aviación intentó persuadir a los dirigentes insurrectos de la conveniencia para los militares de la formación de una Junta militar, al mismo tiempo que se producía un primer ametrallamiento aéreo del Palacio Nacional y de sus zonas de viviendas aledañas, seguido dos días después de bombardeos de la Marina de Guerra desde unidades navales que se sumaron a los jefes golpistas en las proximidades del Malecón.

Durante los días 26 y 27 de abril los militares derechistas siguieron bombardeando el Palacio Nacional y los barrios de la capital. Rafael Molina Ureña (Presidente designado por las Cámaras legislativas electas en 1962) y los miembros designados de su gabinete fueron llamados a la Embajada estadounidense por el embajador Tapley Bennet, donde se les pidió rendición bajo protección militar norteamericana. Molina Ureña reaccionó con moderación, pero rechazando la propuesta estadounidense, y los oficiales presentes asumieron frente a esta oferta actitudes dignas, de rechazo vigoroso, y Caamaño, presente allí, impidió que el embajador yanqui sobrepasara los límites de la injerencia a que había llegado con sus amenazas y provocaciones. ¡Lo puso en su sitio con un “coño” realmente histórico!

Vacilaciones liberales y firmeza de los líderes militares y las izquierdas.

El grupo presente en la Embajada se dividió en dos: Molina Ureña, algunos militares y casi la totalidad de los dirigentes del PRD, incluido el Dr. Peña Gómez, buscaron asilo en embajadas latinoamericanas; los coroneles Caamaño, Montes Arache, Lora Fernández, Lachapelle, Jesús de la Rosa, Sención Silverio y otros oficiales bajaron nuevamente a las calles de la ciudad a organizar la resistencia. Las masas populares del PRD y una parte de sus dirigentes nunca se replegaron. Peña Gómez y otros, horas después, superaron la vacilación temporal y se reincorporaron. Molina Ureña renunció definitivamente a la Presidencia y dejó el vacío.

Los cuadros y militantes de las izquierdas, del PSP, el 1J4 y el MPD continuaron los combates en las calles, asediando y tomando cuarteles pequeños, orientando la lucha y denunciando las posiciones de las derechas, impulsando la ofensiva de masas alrededor del Palacio Nacional al contenido de los mensajes de Radio Televisión Dominicana antes y durante los bombardeos que finalmente la inutilizaron.

Encuentro auspicioso.

A raíz de ese confuso momento tuvo lugar un encuentro fortuito de gran trascendencia. Un equipo de jóvenes dirigentes del entonces Partido Socialista Popular avanzaron hacia el puente Duarte, donde se comenzaba a librar una batalla decisiva. El coronel Francis Caamaño, acompañado de su primo, el mayor Claudio Caamaño, venía del referido lugar y nos encontramos en la entonces avenida Félix María Ruiz.

Allí se produjo un importante intercambio entre estos dos oficiales constitucionalistas y Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello, Narciso Isa Conde y Carlos Dore, los que formábamos parte de la dirección estudiantil de izquierda, dirigentes de la Federación de Estudiantes Dominicanos-FED, vinculados al Grupo Fragua y al PSP, luego PCD.

Caamaño, con la determinación que lo caracterizaba, nos habló de las vacilaciones del PRD y de su decisión de marchar junto a todos(as) los que se mantenían firmes,  “aun fueran comunistas”.

Sin más preámbulo, rápidamente, se le planteo la urgencia una orientación a nombre del Comando Constitucionalista, en la que se reafirmara la lucha por el retorno de Bosch y la Constitución de 1963, se condenara el genocidio de Wessin y las fuerzas reaccionarias, se precisara que con aviones (los cuales en ese momento ametrallaban la ciudad) no se tomaban ciudades y se indicara que la infantería del enemigo que intentaba entrar a la ciudad por el puente Duarte iba a ser derrotada por la resistencia heroica del pueblo y los militares constitucionalistas.

Caamaño captó de inmediato el valor de esa orientación, autorizó la elaboración y edición de un Manifiesto con ese contenido, así como su firma y la de otros coroneles miembros del Comando Central: Héctor Lachapelle, Manuel Montes Arache, Lora Fernández, Hernando Ramírez…

El manifiesto fue redactado in sito y con el apoyo de su personal técnico, fue “tomada” la imprenta del periódico Listín Diario (situada entonces en la calle 19 de Marzo casi esquina Luperón) para imprimir una edición de 100 mil ejemplares. Su contenido además se divulgó por la Radio Constitucionalista, con lo que el liderazgo de Caamaño y el Comando Central creció en influencia.

En ese documento la comandancia se comprometía a continuar la lucha hasta la reposición de Bosch y la reimplantación de la Constitución de 1963, al mismo tiempo que precisaba orientaciones de tipo militar a la población civil en el sentido de que “con aviones no se toman ciudades, tendrá que pasar la infantería por el Puente Duarte; hasta ahora la resistencia popular se lo ha impedido y se lo seguirá impidiendo”.

En el reverso del Manifiesto podía leerse con destacados caracteres el siguiente mensaje: “Wessin es destrucción y muerte. La Constitución del 63 es democracia y vida.”

Este Manifiesto selló definitivamente, desde el punto de vista propagandístico, a Caamaño como el principal dirigente de la lucha.

Ese, claro está, no fue el primer contacto de esa parte de la dirección estudiantil revolucionaria y de las izquierdas revolucionarias con Francis Caamaño y otros jefes militares constitucionalistas. El 1J4, principal fuerza militar de izquierda coordinó con él desde temprano múltiples acciones, también las demás organizaciones

Es justo decir que ya el PSP, por sugerencia del poeta Pedro Mir, ejecutada por el equipo de jóvenes universitarios, había denunciado la inminencia de esa intervención en un volante que fue editado en una pequeña imprenta clandestina.

Los días 26, 27 y 28 de abril se produjeron en las calles de Santo Domingo las batallas decisivas contra la reacción. El 27, Wessin logró pasar 23 tanques a través del Puente Duarte, pero no pudieron resistir el asedio de las masas que los abordaron. Se ganó la gran batalla del Puente Duarte, y después se tomó la Fortaleza Ozama, donde el armamento de las masas se produjo en grandes cantidades. Previamente, fueron tomados todos los cuarteles pequeños.

En la toma de la Fortaleza Ozama jugó un papel destacadísimo el 1J4 y dieron un aporte significativo los combatientes del PSP, especialmente su Comando de Dirección, situado en la calle Espaillat con la participación de Alfredo Conde Sturla, Antonio Isa Conde, Manolo González (El Gallego), Getulio de León y otros camaradas de esa organización.

La intervención yanqui.

Luego del heroico triunfo en el Puente Duarte y de la destrucción del equipo blindado de Wessin, la maquinaria represiva heredada de Trujillo había saltado hecha pedazos. Se aprestaba así el pueblo a la liquidación del último reducto de la resistencia golpista: la Base Militar de San Isidro, cuando se produjo el desembarco yanqui.

El imperialismo envió sus propias tropas a sustituir el aparato militar represivo que dejó en 1924, que Trujillo desarrolló y perfeccionó y que en ese momento había sido demolido por la acción de las masas populares y los militares constitucionalistas. En esos términos lo explicó en la dirección del PSP el poeta e historiador Pedro Mir.

Costosas fueron esas vacilaciones iniciales para el desarrollo de la insurrección, pero no tardaron en ser superadas cuando los hechos demostraron los verdaderos fines de la intervención imperialista. De todas maneras nos hicieron un daño irreparable: los gringos aprovecharon el momento para dividir la ciudad, acordonarla y rearmar a las fuerzas reaccionarias en desbandada, modificando a su favor la correlación de fuerzas.

En el orden de recuperar la línea de combate contra el invasor, el 1J4, el PSP y el MPD, por sus intensas convicciones antiimperialistas, jugaron un importante papel. Igualmente en todo el curso de la resistencia armada contra el invasor.

El PRD, por su parte, después de las vacilaciones señaladas, se incorporó con Peña Gómez a la cabeza a la resistencia antiyanqui. Bosch desde Puerto Rico se mantuvo firme.

La intervención militar yanqui, dentro de esas circunstancias, cambió decisivamente la correlación de fuerzas y posibilitó el aplastamiento de la resistencia en la Zona Norte de la Capital (a través de la llamada Operación Limpieza conducida por los coroneles Salvador Lluberes Montás y Enrique Pérez y Pérez con el apoyo gringo). Imbert Barreras estaba ya al frente del llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional y avaló ese genocidio. La revolución y su gobierno, presidido por Caamaño luego de la propuesta de Bosch, quedó cercada en un área pequeña de la ciudad (Zona Colonial, Ciudad Nueva, parte de Gazcue, San Carlos, San Miguel, San Antón, Borojol y parte de Villa Francisca). Allí se escenificó un hermoso ensayo de democracia tipo Comuna de París con órganos centrales de dirección, en el que las izquierdas jugaron roles relevantes; experiencia que es preciso rescatar tanto en cuanto a la recreación de una vanguardia unitaria y compartida, como en cuanto a unidad patriótica y poder popular.

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De Pedro Mir a Guillén con parada en Neruda. Diario Libre. 2014

Corría 1948. Pedro Mir se hallaba en Cuba, a donde había llegado en 1947 tras cerrarse en nuestro país, con la reelección de Trujillo y el inicio de la Guerra Fría, el “interludio de tolerancia” que permitió la actuación pública de Juventud Democrática y el Partido Socialista Popular, la celebración del Congreso Obrero en el Teatro Julia y un respiro de prensa patente en el diario La Opinión. Antes, había compartido oficina de abogados con Tulio Arvelo y participado en 1947 como diputado constituyente en la reforma financiera a la Carta Magna que consagró el peso oro dominicano y el Banco Central. Al igual que otros juristas disidentes designados, como Francisco del Castillo -“yo conspiré mucho con tu padre, a quien quise; te veo y lo veo a él”, me espetó un domingo en la peña de Los Imperiales-, Eduardo Read Barrera y Eurípides Roques Román, quienes mantenían bufete junto a Emilio de los Santos, donde el 27 de febrero de 1944 se reunió el congreso clandestino del Partido Democrático Revolucionario Dominicano. Cucho Álvarez Pina -primo de mi padre y cabeza del Partido Dominicano- había desplegado su acción protectora para “incorporarlos”, como sucediera con Tulito Arvelo y Horacio Julio Ornes, nombrados en puestos consulares en Puerto Rico y Costa Rica.

Ya en la tierra de Martí abonada por el machete máximo de Gómez, Pedro se enroló raudo -como lo hicieran Chito y Gugú Henríquez, Dato Pagán, Mauricio Báez, Tulito, Horacio Julio y otros- en la fuerza expedicionaria multinacional acantonada en Cayo Confites para derrocar a Trujillo. Expedición abortada en septiembre de 1947 por el ejército y la marina cubanos antes de abandonar los buques aguas territoriales, abordo Juancito Rodríguez, Juan Bosch, Rolando Masferrer y un joven universitario llamado Fidel Castro. El exilio dominicano había recibido apoyo de los gobiernos de Grau en Cuba, Betancourt en Venezuela, Arévalo en Guatemala y Lescot en Haití. En Cuba, el Partido Socialista Popular -al que pertenecía el prestigioso poeta Nicolás Guillén- editaba el diario Hoy y operaba la radiodifusora Mil Diez, controlando la Central de Trabajadores. Antes, bajo el gobierno constitucional de Batista (1940-44), dirigentes del PSP ocuparon posiciones ministeriales.

En el peregrinar de los exiliados, Pericles Franco Ornes -dirigente del PSP dominicano- había logrado en 1946 que la Federación de Estudiantes de Chile editara La tragedia dominicana con prólogo compromisario de Pablo Neruda, el poeta militante chileno entonces senador del Partido Comunista. Tras ponderar el triunfo de Arévalo en Guatemala, Neruda acotaba: “El caso de la República Dominicana, como el de Nicaragua, continúa en el mapa, mostrando su lámpara apagada en el continente. Las comitivas presidenciales pasan por entre los dominicanos ultrajados, son recibidas y festejadas por el tirano Trujillo, se condecoran mutuamente representantes de regímenes incompatibles, y luego el gran silencio que ya conoce toda la América Central, cae sobre la pequeña república sojuzgada, cubriendo de sombra el calvario aterrador”.

El bardo abogaba porque “estas páginas del joven y bravío luchador Franco Ornes lleguen a las abogatadas conciencias de los que gobiernan las relaciones exteriores de nuestros países hermanos”. Señalando que, “mientras tanto los muertos, los martirizados, los encarcelados, los desterrados de la República Dominicana hacen preguntas mortales a toda nuestra América, y estas preguntas deben, alguna vez, ser contestadas”. A diligenciar respuestas en Cuba se dedicó en septiembre 1948 Pedro Mir-que al año siguiente daría a la estampa su poemario Hay un país en el mundo-, al procurar una versificación solidaria del gran Nicolás Guillén que resaltara nuestra causa, motivo de una apasionada carta del dominicano al cubano. Ahora revelada por el Archivo General de la Nación en la obra Pedro Mir en Cuba, de la autoría de Rolando Álvarez Estévez, su amigo y compañero de trabajo en Cadena Oriental de Radio, empresa en la que nuestro poeta se ganó las habichuelas como contable y periodista. En la extensa comunicación -que publicaremos en dos entregas- Mir dice a Guillén.

“Amigo mío: Si Nietzsche no hubiera sido un pobre diablo, habría sido un gran filósofo. Sabemos que no lo fue. Pero sigue siendo poeta en la medida en que la poesía siga siendo un ámbito verbal. Decía Nietzsche: “¿Qué son las palabras sino arco iris o puentes de ilusiones, entre seres eternamente separados?” Y, aunque esta separación sea superada en la práctica de la vida, como nos enseña Engels, la verdad es que, tomando el momento que no funciona dialécticamente, los seres están, sino eternamente, por lo menos curiosamente separados.

Te sorprenderá que esta carta se introduzca con esta sofocación filosofante. Es natural la sorpresa. Y también la sofocación, puesto que lo escribo bajo la impresión de nuestra inquietante charla de las otras noches en tu casa. Lo de la charla, claro está, lo digo por defender mi dignidad. Prácticamente quien charló fuiste tú. Yo me quedé con mis papeles de notas, mitad aturdido por tus opiniones, mitad fascinado por tu talento. Además, había un bonito coñac y me dijiste los poemas más hermosos del mundo. Fue después, cuando ya pude recuperarme y rescatarme en la soledad, cuando adquirí la perspectiva necesaria para orientarme. Pero ya tú te habías ido…

Como balance de tus palabras yo he sacado en limpio dos actitudes: una dominicana, una hacia mí.

La dominicana fue ilustrada con aquel ejemplo: Martí luchó en el extranjero a base de un movimiento articulado en el interior del país. Culminada aquella lucha vino a morir a Dos Ríos. Es decir, habían dos hechos: un líder honrado y un movimiento concreto. En el caso dominicano, los líderes son unos explotadores de la tragedia de su pueblo y no existe en el país ningún movimiento formalizado. Por tanto, no hay nada que hacer.

El objeto de la presente es darle a este planteamiento la respuesta que mis convicciones personales, tanto como mi sanidad personal exigen. Al mismo tiempo, explicar el carácter de mi visita, teniendo en cuenta que el Partido del cual eres miembro prominente, tiene que adoptar una conducta tan revolucionaria con los burgueses como intransigente con los oportunistas.

Nuestra conversación tuvo su origen en aquellas palabras dichas al pasar, probablemente mal interpretadas por mí, en una acera de Carlos III: “Le debo un poema a Santo Domingo, pero yo no veo la lucha de ese pueblo”. Yo fui a convencerte de que el pueblo dominicano SI lucha. Y me señalaba esta tarea -palabra que provocó aquello de que los dominicanos oportunistas que antes se acercaron a ti, también tenían una tarea…- me la señalaba, te digo, como vía hacia crear en ti el estado emocional, el entusiasmo lírico, previo a toda creación poética, que podría llevarte a escribir el poema que tú considerabas una deuda contraída con el pueblo dominicano. Por consiguiente, no era yo un dominicano más que iba a exigir de los cubanos una determinada contribución material en nombre del pueblo dominicano. Nada de esto. Tengo que reconocer que solicité tu concurso para hacerme de una voz cuya sonoridad pudiera llegar a ser útil a mi país. Creí que era evidente que tratábamos de hombre a hombre, no de pueblo a pueblo. De haberlo sabido me hubiera colocado en pose histórica. Hubiera mostrado el hombro épico…

Tú me ofreciste las páginas de HOY. Luego me ofreciste Bohemia, cuya colaboración es pagada. Al declararte que prefería Bohemia tu risa o sonrisa me impidió explicar que la revista, por su género, ofrecía más campo para mis posibilidades periodísticas y además abarca un sector de circulación más amplio que el periódico. Hubiera querido mostrarte mi amor por HOY, el periódico decente. Pero estaba el sucio dinero por medio y no nos podríamos entender. Sin embargo, yo debo insistir, por más arco iris o puente de ilusión que sean las palabras, que yo no iba en busca de esto. Yo iba hacia un poeta cubano, que es una voz continental, a hacerme su amigo, a buscarle el corazón para clavarle allí, hasta donde me fuera posible, la emoción dominicana que nosotros los dominicanos honrados llevamos clavada en el nuestro. Por eso en más de una ocasión dejé que mis opiniones fuera apabulladas sin defenderlas. No me importaba eso. Quería el poema. Nada más.

Por ejemplo. En cierta ocasión tú dijiste de paso: …yo soy miembro del Comité Nacional. -No lo comprendo, dije yo. Entonces tú me explicaste cómo el poeta moderno que comprende su papel debe estar en el centro de los acontecimientos. Yo callé. Sabía muy bien que esa tesis había sido formulada por Mayakowski, que era el primer poeta comunista, el más grande poeta de la Unión Soviética, el poeta que mejor había comprendido su función en el mundo moderno. Y sabía también que Mayakowski, no sólo no había sido miembro del Comité Central, sino que ni siquiera del Partido Comunista. En su condición de poeta -explicaba en sus conferencias- no podía someterse a la disciplina férrea del Partido. Stalin, que es un genio, lo comprendió. La Unión Soviética, que es un pueblo, lo honró…”

Mayakowski -un vanguardista en la poesía- dominó varias artes, incluido el cartel publicitario. Puso fin a su existencia en 1930 dándose un pistoletazo, cuando contaba 37 años, ya Stalin dominando. En su credo, que alimentó al afiliarse al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso antes de la Revolución de Octubre de 1917, había consignado que “hay que negarse a admitir la superioridad moral de quien manda y da órdenes precisas acerca de cómo vivir, cómo amar, como comportarse, qué leer, qué aplaudir, cómo vestirse. Había que echar abajo todo eso, destruir todos los detalles del mundo heredado e inventar un nuevo territorio de libertad absoluta”. En su entusiasmo, bajo el régimen de los soviets cuyas bondades exaltó por el mundo, expresó: “quiero que mi pluma sea una bayoneta”. Nuestro Pedro Mir andaba en Cuba tras la escopeta poética de Guillén, para tirarle a Trujillo.

Elon Musk vs Mark Zuckerberg: quién gana la batalla de los multimillonarios . The Economist. 2 de marzo de 2024

La rivalidad típica del patio del colegio entre Mark Zuckerberg y Elon Musk se remonta a años atrás, y en términos de quién es más genial que quién, el dueño de Tesla generalmente gana fácilmente. Como innovador, Zuckerberg, cofundador de Facebook y jefe de Meta, un gigante de las redes sociales, a menudo ha sido desestimado como una suerte de aficionado nerd.

Nunca ha recibido los elogios superlativos que tiene Musk por convertir a Tesla en un pionero de los autos eléctricos (VE) y a SpaceX en una sensación de la industria de los cohetes. Zuckerberg es conocido por su lema “muévete rápido y rompe cosas”, que puede haber ayudado a Facebook a conquistar el mundo, pero dio licencia a los críticos para presentarlo como una amenaza social. Musk es venerado por romper las reglas, exagera su imagen de chico malo y, en la mayoría de los casos, se sale con la suya.

Tal era el tenor de su relación cuando Musk propuso una pelea en una jaula con Zuckerberg en junio del año pasado, justo antes de que Meta lanzara una aplicación de mensajería corta, Threads, para competir con el Twitter de Musk (ahora X).

La pelea física nunca sucedió, pero incluso en términos comerciales, entonces Musk corría la ventaja. Era el hombre más rico de la Tierra. El valor de mercado de Tesla, aunque estaba cayendo, era más alto que el de Meta. Sus ingresos estaban creciendo más rápidamente.

Sin embargo, desde entonces, no podría haberse dado una patada más fuerte en los dientes. En las últimas semanas, Tesla ha sorprendido a los inversores con una presentación de resultados aterradora. El paquete salarial de US$56.000 millones de Musk de 2018 fue rescindido por un juez, lo que redujo drásticamente su patrimonio neto. Desde Estados Unidos hasta China, sus vehículos eléctricos han sufrido fuertes retrocesos en sus ventas.

Mark Zuckerberg está festejando. El 1° de febrero, Meta publicó sus resultados que mostraban un aumento asombroso en ventas y márgenes. Su valor de mercado ha alcanzado los 1,2 billones de dólares, exactamente el nivel que Tesla alcanzó en su punto máximo en 2021, y más del doble de lo que vale ahora el fabricante de vehículos eléctricos.

Sin duda, las medidas a corto plazo del desempeño financiero no lo son todo. Pero si se analizan los factores a más largo plazo, como la forma en que ambos dirigen sus negocios, tratan a sus accionistas y clientes y responden a sus propios fracasos, queda claro que la lucha está prácticamente terminada. Zuck ha ganado.

Para entender por qué, hay que comenzar con la interacción entre la forma en que ambos multimillonarios controlan y dirigen sus empresas. Cada uno de ellos domina sus empresas de una manera que hace palidecer a los defensores del gobierno corporativo: Zuckerberg a través de una estructura de acciones duales que le otorga el control mayoritario de Meta, mientras que Musk apela a un modelo en el que se somete prácticamente a la esclavitud a todos en Tesla. Pero a medida que Zuckerberg se ha vuelto más sensible hacia sus compañeros accionistas, Musk está yendo en el camino inverso.

El cambio de Zuckerberg comenzó en 2022, cuando los accionistas retrocedieron ante la forma en que estaba desperdiciando su dinero (y el suyo) en proyectos como el metaverso, justo cuando el negocio principal de Meta se estaba desacelerando. En lugar de ignorarlos, escuchó al mercado.

Desde entonces, ha cambiado de opinión para centrarse en reducir costos, aumentar las ganancias y usar el efectivo para invertir en inteligencia artificial (IA) y el metaverso de una manera que mejore los productos existentes y financie apuestas futuristas. Además, para convencer a los accionistas de que no está desperdiciando su dinero, Meta les devolverá más efectivo mediante la recompra de acciones y pagará el primer dividendo de la empresa.

Musk no ha tenido tal epifanía. En los dos años transcurridos desde que el precio de las acciones de Tesla alcanzó su punto máximo, parece haber duplicado su apuesta por decepcionar a otros propietarios de las acciones de la compañía. Los sensatos anhelan un modelo barato y de mercado masivo.

En cambio, Tesla está vendiendo autos caros con un descuento que destroza los márgenes. Quieren que pase más tiempo en Tesla, pero lo divide con SpaceX y lo desperdicia en X. Anhelan autos totalmente autónomos como catalizadores de una revolución de los robotaxi. En cambio, incluso los fanáticos más acérrimos quedaron atónitos recientemente cuando Musk amenazó con alejar sus esfuerzos de inteligencia artificial y robótica de Tesla a menos que se le diera un control del 25% de los votos.

Eso lleva a una segunda gran diferencia: la motivación, que fue el quid de la decisión del juez en Delaware el 30 de enero de despojar a Musk de su gigantesco bonus. Zuckerberg, como se señala en la sentencia, no recibe salario ni opciones sobre acciones de su empresa. Su tenencia del 13% en Meta es el principal incentivo para venir a trabajar cada día.

Musk, sin embargo, es diferente. Aunque su participación en Tesla en ese momento significaba que se haría US$10.000 millones más rico cada vez que el valor de Tesla aumentara en US$50.000 millones, eso no fue suficiente. La junta directiva de Tesla (muchos de los cuales, según dictaminó el juez, eran demasiado amigables con Musk para ser independientes) convenció a los accionistas de mantener el mayor pago en la historia de los mercados . Ahora que ha sido anulado, su motivación para seguir trabajando, presumiblemente, está aún más en duda.

Luego están las actitudes de ambos hombres hacia los clientes, que también han evolucionado en direcciones opuestas. Zuckerberg fue vilipendiado por su enfoque inicial en Facebook respecto de los datos de los usuarios, la moderación de contenidos y la privacidad. Las preocupaciones siguen siendo fuertes, especialmente cuando se trata de jóvenes en las redes sociales. Pero Facebook ahora tiene una junta de supervisión independiente para dictaminar sobre las decisiones de contenido, y Meta dice que ha invertido US$20.000 millones desde 2016 en seguridad online.

Sin duda, Musk todavía tiene algunos clientes leales. Pero considerando cuántos propietarios de vehículos eléctricos estadounidenses se inclinan por los demócratas, cuanto más despotrica en X, más claro es que desdeñan sus opiniones políticas. Además, en China, un mercado enorme, se enfrenta a una dura competencia.

En pocas palabras, a medida que Zuckerberg crece, parece haber aprendido de sus errores. A medida que Musk crece, se vuelve más infantil y distraído. Su reacción de enfado ante la sentencia del tribunal de Delaware, amenazando con levantar el campamento y trasladar la corporación de Tesla a Texas, es un ejemplo de este comportamiento y representa una señal de que buscan que los accionistas de la empresa tengan aún menos protección que de costumbre contra sus caprichos. Si alguien debería subir al ring, son los propios accionistas de Tesla.

En vez de carta, un cuento: ¿Una cáscara de plátano o un golpe de Estado? Paolo Luers. Abril de 2024

Había una vez en un país imaginario un hombre, igualmente imaginario, que había llegado a la vicepresidencia de la República. Era un tipo mediocre y débil, que por si solo nunca hubiera llegado tan cerca del poder. Pero era sumamente ambicioso. Hubiera ido de vice con cualquier hombre fuerte, sea de izquierda o de derecha, demócrata o autoritario, con tal que fuera capaz de llevarlo consigo a la cima del poder. Era dispuesto de hacer un pacto con el diablo, si éste le hubiera ofrecido derrocar al presidente y elevar a él a la gloria.

Mientras esto no se daba, apoyaba al presidente en todo, incluyendo sus maniobras muy cuestionables y sus violaciones a la Constitución. Pero en el fondo, sintió un profundo resentimiento, porque nadie en el gobierno lo tomó en serio.

En esto, le contactaron unos militares de alto rango, que estaban insatisfechos con el rumbo que el presidente daba al país. En especial estaban furiosos por los cambios inconsultos en la cúpula militar. Le dijeron al vicepresidente que estaban listos para dar un golpe de Estado, agarrando la bandera de defender la Constitución.

El vicepresidente, cuando vio que los militares estaban listos a actuar, vio la oportunidad de su vida. Así que cuando le preguntaron si estaría dispuesto a asumir la presidencia, no dudó en ofrecer sus servicios. Por la patria y mi carrera, todo….

Los señores militares ya se habían asegurado el apoyo de un prominente empresario, que a la vez era uno de los dirigentes del principal partido de oposición, ahora desplazado del poder y bajo fuerte ataque. Este hombre, que bajo la presión y las amenazas del presidente y las primeras persecuciones jurídicas contra él se había visto obligado a renunciar a la dirección de su partido, les ofreció a los conspiradores gestionar el apoyo del sector privado.

Acuérdense que estamos hablando de un país imaginario y de personajes inventados y que sería pura casualidad si se parecieran a personas reales en un país real.

Todo esto es obra de la imaginación de un malpensado…

Entonces, otro empresario, un hombre muy reconocido entre sus pares y declarado opositor a las políticas antidemocráticas del presidente, recibió una llamada de su colega, el exdirigente partidario. Una llamada que le hizo parar los pelos.

“Estoy con el vicepresidente y él quiere ir a visitarte para hablar de algo urgente”.

“No. No es posible. Ni lo conozco. No tengo nada que hablar con él. Olvidate”,

“No te preocupés de la seguridad, nadie va ver al señor entrar a tu casa. Iría escondido en mi camioneta.”

“Te dije que no. No quiero esta reunión. No lo conozco y punto”.

“No te preocupés. Los militares ya están de acuerdo”.

En este punto el empresario cortó la llamada. El que le habló nunca había sido de su plena confianza y al vicepresidente lo detestaba. No quería tener nada que ver con lo que estos dos estaban haciendo con los militares. Por más que estaba opuesto a presidente, a quien vio como un peligro para la democracia, consideraba un golpe de Estado como la peor solución.

Se reunió con un amigo cercano, le contó de la extraña llamada y le dijo: “Jamás me voy a reunir con este hombre detestable que tenemos de vicepresidente. Ni loco me iba a meter en una locura como esta. Tengo décadas de luchar por la democracia. Me quedé con una duda: ¿Fue real esta propuesta que me querían hacer? ¿O fue una cáscara que me querían poner?”

Su amigo, sin pensarlo mucho, le contestó: “Puede haber sido una locura, pero muy real. Entre los militares hay descontento. Y nuestro vicepresidente es tan oportunista, que no dejaría escapar ninguna oportunidad de llegar adónde por méritos propios nunca llegaría.”

“Entonces, no es una cáscara que me querían poner?”

Los dos amigos nunca salieron de esta duda. Nunca se hizo ninguna reunión. Otros empresarios, que recibieron llamadas parecidas, igual les colgaron los teléfonos a los conspiradores.

Unos meses después, el empresario y ex dirigente opositor murió. Según las autoridades, fue un suicidio. No hubo testigos…

Nunca hubo un golpe de Estado. Los militares se plegaron al nuevo orden de las cosas. El vicepresidente sigue defendiendo, luego de este episodio con aun más servilismo, las políticas de su jefe.

Todo quedó como si nada hubiera pasado. Los empresarios, que recibieron estas llamadas extrañas, nunca salieron de la duda si todo fue real o solo una trampa de bobos. Se quedan con la duda – y callados. En el país imaginario reina la tranquilidad.

Espero que hayan disfrutado de esta fantasía de un malpensado.

Saludos,

Paolo Lüers

Oswaldo Escobar Velado. Manlio Argueta. 1989

Nació en Santa Ana, 1916, murió en San Salvador en 1961. Es, junto con Alfredo Espino, Roque Dalton y Claudia Lars uno de los cuatro poetas de leyenda
en El Salvador. Ligados indisolublemente a la historia cultural del país, se autocomplementan en un espectro de variables sobre la poesía.

De diferentes generaciones, a Escobar Velado le corresponde iniciar el movimiento de vanguardia en El Salvador. Romántico en su adolescencia, Julio Herrera y Reissig estuvo presente en sus poemas, nos muestra desde entonces, ser una persona de sueños inalcanzables, o de pretender realidades que pertenecen a sueños de difícil realización. Con ello se inclinó mucho al
romanticismo, al igual que en sus pretendidas aspiraciones para lograr transformaciones civiles en su patria.

Pero es con el descubrimiento de Neruda que va hacia el vanguardismo, que a la postre, esa irresistible influencia del poeta chileno es una de sus fallas, pues no le permite ahondar la problemática interior que casi afloraba en Escobar Velado; entre otras cosas, la impotencia de un poeta centroamericano, en típicas “bananas republics” de entonces, militarismo, impunidad e intolerancia, que le causó separaciones tempranas de los seres amados, confusiones a su temperamento sensible.

Por eso lo sentimos mejor poeta cuando se desliga del nerudismo; es entonces cuando se percibe la entera emoción de Escobar. Algo de la sencillez del poeta y de su bondad extrema que lo llevaba a sufrir más allá los problemas que aquejaban a su país. Indefenso, en cierta manera, pensó que la poesía era su arma solitaria para apoyar la creación de una sociedad justa:
“Solitario y enfermo hizo de la poesía un ariete contra el despotismo y la injusticia social, aunque nunca llegó a inscribirse en una doctrina específica ni a militar en un partido proletario, su obra contiene una potente dosis de rebeldía contra el mal poder, de adhesión a la lucha contra los oprimidos”, así dice Italo López Vallecillos quien llegó a conocerlo de cerca y admirarlo, como casi todos los de las promociones que surgimos poco después.

Oswaldo encontró en la poesía su mejor combate y fue vencido antes de terminar la obra que le desesperaba escribir. Le costaba encontrarse, de ahí sus desigualdades creativas, a veces encubiertas en un colorido que él explicaba era por estar dirigido a niños, aunque era consciente que los niños no lo leerían en un tiempo cercano mientras fuera un poeta prohibido. Padre cercano e inspirador de la “Generación Comprometida”, ahí estaba ofreciendo fuerzas en su bufete de abogado sin clientela, leyendo sus poemas en proceso, a quienes le escuchábamos con devoción, mientras en sus manos se aferraba un cigarrillo incansable y en su cara una sonrisa de niño buscando aprobación a sus imágenes radiantes.

A excepción de Roque Dalton, con quien lo separaba una diferencia de temperamentos, la amistad fue más que cercana con los que formaban el Círculo Literario Universitario. Seguridad en Dalton. Timidez en Escobar Velado. Los dos fueron víctimas propiciatorias de una realidad que quisieron cambiar. Escobar Velado, asistido por su propio corazón que nunca creció; Dalton, expresando siempre madurez criticaba la ingenuidad. Sin embargo, ambos son blanco de la incomprensión hacia la sensibilidad universal, víctimas de una cultura autoritaria unida en sus dos polos. Dalton y Velado mostraron que la poesía era capaz de hacer todo, pero que nunca perdería su fragilidad. Dalton, haciéndo ver que la poesía no estaba hecha sólo de palabras.

Oswaldo, dando un primer puesto a la palabra; aunque combativa, desarmada.
Matilde Elena López, escritora salvadoreña de la misma generación del 44, y quien conociera al Oswaldo joven, traza algunos rasgos peculiares en E. V.: “Es el cantor más identificado con su pueblo, más extrañablemente unido a sus lucha y a sus dramas históricos… este muchacho extraño y sensitivo, el último juglar vagabundo que retorna del exilio con una guitarra entre la manos para decir su protesta”.

Y luego, habla el poeta, citado por M.E. López: “El exilio y la cárcel me enseñaron a querer al pequeño poeta que en mí se iniciaba agitando banderas…”.

Oswaldo y Dalton son parte del drama que significaba carecer derechos civiles y que pensaron resolverlo con la poesía, armada o desarmada.

De diferentes maneras, a ambos, la muerte les llegó por anticipado, antes de entregar lo que les correspondía como seres privilegiados que nacen una vez cada siglo. Oswaldo, más solitario, quiso encubrir con la bohemia lo que le hacía débil frente a la realidad sombría. El último poeta inocente, por pretender encontrar en el poema la fuerza espiritual necesaria para luchar por los pobres, objeto de su expresión poética. Dalton, con más lucidez para encontrar los nuevos caminos de una América Latina expandiéndose hacia el ejercicio de sus derechos, también encontraría las puertas cerradas.

Roque Dalton, 30 años más tarde, moriría solitario en manos de sus propios acompañantes de lucha, como el Oswaldo enfermo de cáncer. En ambos casos el fanatismo y la incultura política tuvieron la palabra. El tiempo había seguido inmóvil para los poetas. E. V., escribe en su lecho de enfermo terminal: “No tengo a nadie/ que comparta conmigo/ la mesa de mi angustia; mi rodaja/ de luna que en mis sueños/ había; ardo en mi soledad/ como una lámpara; lloro/ como el viento llora/ pasando entre los árboles”. Dalton, en sus poemas de joven, que fueron los de siempre: “… Los pobres locos que hasta la risa
confundimos/ y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,/ ¿cómo vamos a andar con los nombres a rastras,/ cuidándolos,/ puliéndolos como mínimos animales de plata,/ viendo cómo estos ojos que ni el sueño somete/ que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?”.

Oswaldo quiso hacer de la poesía el fundamento de transformación de la sociedad. La utopía estaba más lejana de lo que aparentaba. El poeta, como lo soñara otro discípulo cercano de Escobar Velado, Roberto Armijo, seguiría siendo por mucho tiempo el ciervo perseguido, sin posibilidades de convertirse en perseguidor. Su poesía era el instrumento más apropiado para las
mordazas de su tiempo, en tanto por medio de aquella fue arrebatado el derecho a debatir, en una sociedad de disparos y silencios, donde se compró esta complicidad; desde ese punto de vista, Escobar Velado fue un activista dentro de su poesía, aunque a veces estuviera disfrazada de inocencia y compasión. Bondadoso hasta para seguir la ruta de sus maestros, a quienes no
abandonaba: Neruda, Nazim Himet, León Felipe, Miguel Hernández, Maiakovski. Quizás si Oswaldo Escobar Velado (poeta) hubiera seguido a Vallejo habría tenido los elementos interiores más cercanos a su personalidad.

No soltarse de aquellas influencias le acarrearon el costo de la incomprensión para que su poesía siguiera permaneciendo en el silencio que era precisamente lo que él nunca hubiera deseado, ni aun para sus expresiones cercanas al romanticismo: “Es el pueblo como una mariposa/ que ha salido volando de tu mano/ y se quedó dormida con las alas celestes en el cerro/”. O bien sus primeros poemas de amor: “Yo te fui amando, poco a poco amiga,/ así como
la hiedra va subiendo en las paredes húmedas húmedas”.

Desde esos poemas se iba configurando quien no encontraría reposo en la búsqueda de su propio yo para entregarse a los otros. Pero fue la época del fascismo triunfante y de su desacertada presencia en nuestros regímenes militares. Los poetas de España estaban muertos o en el exilio. La diáspora hispana de los años 40 había traído herencia de poesía a nuestra América. La voz emotiva de Oswaldo se alza junto con otros jóvenes y fundan el grupo de
escritores anti-fascistas. Surgen la alianzas mundiales para defender la democracia y las libertades ante las amenazas de Alemania, Italia y Japón. Para los poetas de América Latina era la oportunidad de demostrar que desde antes del fascismo en el otro continente, las libertades de la Carta del Atlántico eran desconocidas en nuestro suelo, en especial, en los países de América Central. El poeta entonces debería confundirse con el ciudadano.

En esas circunstancias se genera el llamado Grupo Seis, entre los cuales estaba Escobar Velado y el Comité de Escritores y Artistas Anti-fascistas. Las luchas populares van al ritmo de las noticias que anuncian el retroceso de las unidades militares alemanas a su refugio de fuego en Berlín. Escobar Velado publica entonces su primer libro de contenido social: Rebelión de la sangre rebelde (1945). Pero el fascismo no fracasó en América Latina, perdió la guerra en
Europa, ganó la guerra fría en los países de América Latina. Habría fascismo por 40 años más. No podríamos entender a Escobar Velado, y años después a Roque Dalton, sin tomar en cuenta la prolongada época histórica y específica de El Salvador.

Escobar Velado continúa su linea: escribe Diez Sonetos para mil y más obreros y Arbol de lucha y esperanza. La propia realidad hace tan fresco y vivencial el poema que no hay tiempo para detenerse en expresiones ajenas, no obstante andar merodeando el romancero español:
“Valiente la policía,/ orden de los coroneles,/ en la noche más amarga/ mataron a dos mujeres.” Su aprehensión de la realidad trágica del trabajador rural marginado no le llegó por medio de la teoría sociológica, sino del convivio con los propios hombres del campo o de sus largas conversaciones con los obreros de las zonas inter-urbanas de San Salvador -dice Matilde E. López. También le cantó a algunos compañeros que, habiéndose quedado en el país habían
olvidado sus ideas revolucionarias para convertirse en diputados y ministros. En todo caso, dio su tributo a quienes lucharon a su lado, entregó su humanidad en poemas, aunque esto fuera una actitud que hasta ahora cierto pragmatismo político califique como propio de los “poetas”, esgrimiendo el término como insultante, aun por revolucionarios, sin darse cuenta que tal actitud proviene de una concepción de la cultura fascista impuesta por varias generaciones.

En todo caso, Escobar hace el poema político más directo en El Salvador, aunque fue en los últimos años de vida que descubrió su mejor poesía: “A esta mesa no llegan/ las hormigas; ni las cucarachas/ a la azucarera. Aquí sólo el maíz/ cocido en la olla primitiva/ llora; de aquí los perros/ se fueron, huéspedes desahuciados/ cuando llegó la lluvia” . Es la misma tesitura de sus otros poemas del mismo período: “Patria exacta” , “Tekij” , o ese poema conversacional a la
muerte de su madre: “La elegía infinita” , la frescura de sentimientos, hacia su próxima muerte que se le avecinaba sin saberlo. O bien su poema “Moriré… morirá” : “Moriré no hay duda, pero quedará mi grito/ como tambor sonando./ Moriré y en mi muerte os invito/ a continuar gritando”. Los poetas decidirán el rumbo de la palabra.

Crisis in the CPUSA. Interview with Charlene Mitchell. African Communist. 1993

Charlene Mitchell is an African American. A former leading member of the Communist Party of the United States and CPUSA Presidential candidate, she is currently involved fulltime with the Committees of Correspondence. She has also had a long association with the anti-apartheid solidarity struggle and other anti-racist struggles.

In 1992 Charlene Mitchell visited South Africa with Angela Davis. In the course of 1992 the CPUSA suffered a major blow when Mitchell, Davis and numerous other leading members left the party. In this interview with The African Communist (conducted by Raymond Suttner on 23 July 1993), Mitchell traces the background to the crisis in the CPUSA. The African Communist attempted also to interview a representative of the current leadership within the CPUSA, but we were told “it would be pointless”.

AC: Comrade Charlene Mitchell, after many years as a leading CPUSA member you have left the party, along with others, including Herbert Aptheker, Angela Davis, Gil Green, Michael Myerson, to cite a few names that are familiar to me. Could you please give us some background to the crisis in the CPUSA?

CM: Well, of course we can’t go back all the way into the history of the matter, it would be like trying to write a book about the Communist Party in the United States. But it is important to say that there were some very serious problems that developed with the changes in leadership in the Communist Party after the death of our party chair, Henry Winston.

Comrade Winston acted as a brake between the membership and the top leadership. When the top leadership got too top heavy, cde Winston would call a halt and insist, you know, that we have to discuss whatever was unresolved. I don’t want to make out as if his death was THE only important thing, but it set in motion certain events…all of which related to the question of democracy within the Communist Party.

Directly related to the absence of inner party democracy was our inability as a party leadership to discuss and deal effectively with a number of critical strategic questions related to the approach to mass movements and the relationship with mass movements; the question of electoral politics; the relationship of the class struggle to the question of the struggle for African-American equality; the question of the relationship to the working class itself and to its organisation, the trade union movement.

So, after the death of cde Winston a number of questions came to a head.

International developments also began to impact on our party. You will recall the change in leadership in the Soviet Union with Andropov, there were signs of a new openness. In our party ranks there was a general acceptance, a joyful acceptance of the direction in which it seemed Andropov was travelling. But the sense that now we could open a little more in our own party, also set off the question: Well if we can do this now, why should we have not done it before?

Questions began to emerge around some of our own policies, around the policies in the Soviet Union, and policies in the rest of the socialist world. But all of this discussion took place on a very low level, very quietly, but it was part of the whole background of the international discussion. The question of the two Germanys and whether there should be a single Germany was a hidden discussion. We never really got to discuss it openly within the leading party structures. When the Wall came down and Gorbachev made his point welcoming reunification it was felt, officially, that it was a betrayal of the socialist movement. But there had never been any real discussion about it, it was just labelled a betrayal.

You’re saying that international events in the socialist world high-lighted a lack of glasnost within the CPUSA, a failure to open up discussion on matters that were crucial to the party?

Exactly…

I gather cde Joe Slovo’s pamphlet, “Has Socialism Failed?” was regarded as “unhelpful” by the top leadership…

Definitely it was regarded as unhelpful as far as some of our leadership was concerned. But it is that kind of an article, that kind of an opening up of discussion which made an important contribution. Whether one agreed or didn’t agree, or agreed partially or not so much with comrade Slovo was no longer the question. The question was that he posed questions that deserved discussion. But instead of encouraging discussion, the top party leadership dismissed Slovo’s views as anti-socialist, anti-marxist, anti marxist-leninist.

It was an essential discussion, but the top party leadership in the CPUSA tried to stifle it for as long as possible. So that by the time that this discussion opened broadly…I should say that Slovo’s article was not circulated officially within the party, it was circulated circuitously you know, people xeroxed it all over the country and sent it, and so on. (Which is another way of not understanding today’s modern communications, and modern technology, because the top leadership should haveknown that it would have been transmitted across the country.)

But even this kind of debate was perhaps not the most central. Theoretical matters are important, but a party might have some time to get itself together and come hack and discuss unresolved theoretical questions.

But at the same time that all this was going on, there was also discussion on two questions directly affecting the day-to-day existence of the party.

One had to do with the character of the US labour movement. Many of us argued that there were fresh winds blowing within the labour movement, and that our old concept of a left-centre coalition within the union movement was no longer a correct way of placing the issue. That there really was no centre any more within the trade union movement, that most of the rank and file and the good leadership was going towards the left. A coalition between the left and the centre could no longer be the main aim of the policy.

That was a discussion that only took place in trade union circles. It was not a main discussion within the party. But even if it had been, no-one would have challenged the old position, because to have challenged it would have been to be “anti-working class” leadership.

The other issue, closely related to the first, was the composition, the new composition of the working class in the US. In the midst of the scientific technological revolution, there has been the growth of what we call the Rust Belt in mid-West (the Rust Belt meaning all of the industrial areas that have been shut down, like in Cleveland, Akron, Chicago, Gary, Indiana, just whole areas of the country).

Now this Rust Belt had been the heart of industrial trade unionism in the US. And it was being shut down rapidly, with industries moving to other areas of the country. There has been an absolutely dramatic impact on trade unions. In the US today less than 15% of the work force is organised into trade unions.

Well, not to see that as being a major problem, and not to have a discussion about what you do about that, beyond the slogans of organising the unorganised, not to take note that something fundamental was taking place here, was a disaster. So, that’s what I mean when I say that the shutting off of discussion on international questions reflected a more immediate shutting off in terms of our own questions in the United States.

Matters were coming to a head and the death of cde Winston was a blow to the party’s ability to open up discussion. On several organisational questions, for example, he would do his best to get more openness into discussion.

For instance, when the demand was made that we tell the size of our membership…(the political bureau never knew how many members were in the party!! We never knew what the exact clues payments were!) When we asked the question, they would say we’ve recruited 500 members. Cde Winston would say: How many initiation fees do we have? We don’t know. Well how do you mean you’ve recruited 500 members if you don’t have 500 initiation fees?! That’s not important, these people were all at a meeting and they said that they were interested in joining the party, therefore they must be in the party. I mean those kind of organisational problems, which represented the failure to keep, not only the membership, but even the leadership, abreast of what the problems were.

Hang on, at what level was this occurring? In other words, it’s hard to understand, at the PB level someone makes a report as an organiser, or whatever..

…the organisational secretary…

…and the organisational secretary, cannot be held accountable for his/her job, did the organisational secretary fall under the general secretaryship..?

Well, yes, the general secretary of course was the highest, there was supposed to be, in our party, an equal relationship between the chair and general secretary. That was not always the case, but … the organisational secretary was responsible to the political bureau…

Yet there was no way of compelling the information from the individual?

No, the underlying thesis was that the less we knew the better we worked. And a lot of it was excused by invoking the McCarthy period, that our numbers were wanted by the enemy, and so on. So that was a major problem in terms of honesty. Most comrades felt that we had far more membership, and therefore that we could call on more resources than we could. To be able to call on 20 000 disciplined members is a lot more than being able to call on 3 000 not necessarily disciplined members! This kind of information must obviously impact directly on your own strategy. When we were asked by the party membership to be more evident in certain movements, we couldn’t do it because we didn’t have it to be there. But most of us didn’t know why.

But we also couldn’t do it because we didn’t see the importance of it, of working in mass movements.

After the death of cde Winston building the party was everything, and if one did not build the party, one was not accomplishing anything at all. The question was not: How do you build the party? It was all more mechanical than that. The main question was to go out and ask people to join the party. Not what the party did to attract people to it. The idea was to have parlour meetings, living room meetings, or passive street corner meetings, or whatever.

But our activity within the mass movement that would bring people to us was nothing. Yet, the times that we have recruited the most people and had the most impact was when we were most active in the mass movement, around the Angela Davis case, around work in the anti-Vietnam movement, you know, within the Peace Movement itself, this was the time that we had recruited more people than ever before.

So these were some of the real questions that were up for discussion. Now, the Stalin type organisational structure was very much in operation, not only in our party, all around the world. But in our party it was more one-man leadership that really began to take hold.

It, took hold so firmly that we would not hear, the PB would not hear an outline of the report to the National Committee before the report was given. On the basis of, well, we’ve been discussing these things for a long time, so you people know what’s going to be in the report!!

But then it would be given as a collective report, and it was not a collective report, and then after the report the age-old summary would be given, and the report and the summary would be adopted and that would be the line of the party. But there was never any real debate of that line.

The debate was: how to carry out that line. The debate was: what didn’t we do to carry out the last part of the line as summarised in the last National Committee meeting? You know, that kind of thing. And so this lack of democracy was undermining the party, because you can’t have a structure that really works (unless, perhaps, it’s an army) if people don’t have some input into it.

When cde Winston died, and cde Gus Hall became chairperson, the general secretary’s post was…

Was done away with..

So this was a structural reinforcement of this tendency as well..?

Yes, and then the other thing was that there was to be an executive of the PB. You have a PB that is the executive of the National Committee, and then you have an executive of the executive!

To an outsider, building socialism in the biggest industrial country of the world, connotes essentially a mass effort, even if the party is a small communist party, it’s got to reach very, very far. From some of the examples you have given me, and other things I have read, in a sense the party leader-ship seems to have been very suspicious of broadening its ranks, or broadening its influence in fact, because the reciprocal effect of broadening influence is that others try to influence you. In some ways it’s almost a caricature of what we used to say small trotskyite groupings used to do, this attempt to close off from all influences, safeguard the purity of some vision…

James Steele, who was on the Political Bureau and who has now left the party, used to make a statement in the PB when things REALLY got tight, he would say, are we willing to be a small fish in a big pond, or do we want to be the biggest fish in a small pond? … But that was exactly the problem.

If we couldn’t speak on a platform, we didn’t take part in it. If we were not considered the vanguard, at least by ourselves, whether other people did or not, it was not worthwhile. So, for example, there is a small Socialist Scholars Conference organised regularly in the US. Rather than trying to take part in one of the workshops and so on, if we couldn’t be one of the main panel speakers, we didn’t do it.

The concept of the unique role, the historic role of the party, and the concept of vanguard role, was one that we HAD it, that we automatically had it. To in any way act as if we were not permanently the vanguard was unthinkable. So you can understand the problem that presented.

I understand that some of the tensions within the party have also related to the race question?

Yes, this was another issue that came to a head when the National Committee discussed replacing Henry Winston and Gus Hall became the national chair. Our party has always had a leadership of black and white, and we fought for that. I believe that if that kind of leadership is not seen, then it shows that there is not the same interest in this question.

Historically the African American question has been a very special question, central to all democratic struggles in our country. Gus Hall, giving the leadership, began to challenge the centrality of this issue. He argued that the class struggle was central and nothing else could be central.

I am not suggesting that all of a sudden there was racism in the party, or that some people were mean, or anything like that. You had a situation where attention to certain questions that African American comrades felt were important, was downgraded.

We used to have a magazine, a party magazine, called Black Liberation. Gus Hall was opposed to the term “liberation”, on the grounds that “liberation” was “tantamount to self-determination”. He argued that liberation was for nations, it was an “inexact” term in the US situation.

It was at that time that Angela argued that the concept “liberation” was a more total concept than just equality, that it meant that there was a whole cultural identity that had to be plugged for, that the African American movement itself was a movement and it brought through to African Americans the whole question of freedom and not just of formal equality (because that was the position of any administration, that we all needed equal opportunity, and that was as far as we needed to go.) But that was never won.

Could you provide some background to the formation of the Committees of Correspondence with which you are now associated?

At the party convention, as you might know, a number of party districts had been denied their full complement of delegates. It was also decided by the outgoing top leadership of the party that anybody who (like myself) had signed a document entitled “The Initiative to Renew and Unite the Party”, could not be in party leadership. As a result of that decision, a number of people who had heretofore been members of the CC were not nominated by the leadership to be part of the CC (National Committee, as we call it)…

The leadership nominates?

Yes, this is the “slate” system. And everytime I, along with most of the PB, had been part of this nominating system. But on this occasion we were excluded, although I was a delegate. So all of the leadership that had challenged the remaining leadership was denied. People like Herbert Aptheker, Franklin Alexander, Angela Davis, Danny Ruben, James Jackson, a good healthy part of the PB, were denied nomination.

After the convention was over, we came together to assess what had happened at the convention. We agreed that we needed to find a way to keep together people who were so absolutely frustrated they would be leaving the party. And there would be other people who (like myself initially) would be staying on in the party, but didn’t know what to do in the coming months. Then there were others who had not necessarily been in the party, but who were very close to the party, and whom we wanted to keep abreast. So we agreed to continue a network, to tell people what was going on in different parts of the country.

Herbert Aptheker made the proposal to call the network Committees of Correspondence, a name that goes back to 18th century and the time of the American Revolution. So we held a meeting, I think it was in February of 1992, and agreed to call a meeting in the summer of 1992. At that point we thought we would have about 400 people at such a meeting, in the end there were 1300. The Committees of Correspondence network is based around a newsletter, and our principle objective is to begin the patient task of re-building and reconnecting the left in the US.