CEM reproduce primer número de revista Estrella Roja de las FPL, de enero de 1975

CEM reproduce primer número de revista Estrella Roja de las FPL, de enero de 1975

SAN SALVADOR, 16 de diciembre de 2016 (SIEP) “Con mucha alegría reproducimos este valioso documento de enero de 1975, el primer número de la revista Estrella Roja, que refleja el planteamiento estratégico de las Fuerzas Populares de Liberación, FPL “Farabundo Martí” …indico Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “este documento de naturaleza teórica, incluye seis apartados, el primero relacionado con valoraciones sobre táctica y estrategia y su interrelación dialéctica; el segundo sobre el sujeto revolucionario: la clase obrera y sus aliados y además sobre sus enemigos fundamentales.”

Asimismo comprende un capitulo orientado a las características políticas, ideológicas y éticas de la vanguardia o sea de la organización revolucionaria de la clase obrera; también un capítulo sobre la combinación e interrelación dialéctica entre los objetivos revolucionarios de la clase obrera y la lucha por sus intereses socioeconómicos inmediatos.”

En su contenido está también “un análisis teórico de naturaleza leninista sobre las condiciones objetivas y subjetivas para la lucha revolucionaria y concluye con una profunda reflexión sobre el problema de las alianzas de clase, sus facetas y papel en la lucha revolucionaria” concluyó.

Palabras sobre mi vecino

Palabras sobre mi vecino
Sergio Ramírez
Jueves, 15 de Diciembre de 2016

El pasado mes de noviembre la Biblioteca Benson de la Universidad de Austin, en Texas, incorporó a su vasto y singular patrimonio el archivo personal del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, allí donde también se halla ahora el archivo de Gabriel García Márquez. Lo acompañé en la ceremonia de apertura, y previo a la magnífica lectura que hizo de sus poemas, me tocó decir unas palabras sobre su vida y su obra.

Ernesto ha sido mi vecino durante casi cuarenta años, desde el triunfo de la revolución, cuando nos mudamos al mismo barrio y a la misma calle, en Managua. Nos visitamos con frecuencia para intercambiar noticias y libros, y compartimos la pesadumbre sobre la suerte de Nicaragua. Somos dos vecinos que viven escribiendo. Sólo que él escribe poesía, y yo escribo ficciones.

Lo conocí en los años sesenta, cuando acababa de ser ordenado sacerdote. Yo era entonces un joven aprendiz en busca de un modelo, y él era el tipo de escritor que yo quería encontrar: su obra literaria no evadía la realidad de nuestro país, gobernado por una dictadura dinástica y feroz. La suya fue un nuevo tipo de poesía, abierta, lejos del modelo tradicional heredado del modernismo; una poesía que estaba muy cerca de la prosa, con una asombrosa habilidad para narrar, un contador de historias utilizando versos.

Por supuesto me impresionaron sus Epigramas, que todos los amantes de mi generación se sabían de memoria. Pero lo que ejerció una influencia muy profunda en mí fue su poema Hora cero, publicado en México a inicios de los años cincuenta, porque tenía calidad y tensión narrativa; y sus estancias, escritas en un lenguaje desnudo y directo, y a la vez nostálgico y evocador, eran como los capítulos de una novela que ocurría en las distintas capitales de Centroamérica, con los palacios de los dictadores iluminados a medianoche, “como el palacio de Caifás”.

Eran las dictaduras obscenas de Carías, Ubico, Hernández Martínez y Somoza, generales de opereta, instaladas por la United Fruit Company en las “repúblicas bananeras” centroamericanas, y apoyadas por los hermanos Dulles.

Hora Cero también es una elegía que se centra en la rebelión de 1954 en Nicaragua, cuando un puñado de oficiales retirados de la Guardia Nacional y algunos civiles, intentaron asaltar el palacio presidencial. Muchos de ellos fueron asesinados después de ser torturados, entre ellos Adolfo Báez Bone, quien escupió en la cara a Tachito, el hijo más joven del Somoza viejo, y el último de la dinastía, mientras era torturado por él.

Báez Bone participó en esa conspiración, junto con Pedro Joaquín Chamorro, el periodista asesinado por órdenes de aquel mismo Tachito, y también participó Ernesto, quien pasó varios días escondido porque lo buscaban para encarcelarlo.

No estaba destinado a convertirse en un líder político ni en un jefe guerrillero. Era un poeta. Pero desde el principio, cuando escribió Hora cero, su poesía ayudó a crear una atmósfera propicia a la acción política. Y en algún momento, cuando la lucha armada era la única alternativa que le quedaba al pueblo nicaragüense para derrocar a Somoza, sus poemas inspiraron a los jóvenes protagonistas de la revolución.

En este sentido, Canto Nacional y Apocalipsis en Managua, son dos poemas fundamentales en su obra. Son parte de su doble conversión. Su conversión a un nuevo tipo de cristianismo comprometido con los pobres y los oprimidos, como lo enunciaba el Congreso Eucarístico de Medellín de 1968, bajo las directrices del Concilio Vaticano II; y su conversión a la revolución. Ambas conversiones llegaron a ser parte esencial de su vida y de su poesía.

Ernesto se encontró para siempre con Sandino cuando escribió Hora cero. El eje de ese poema es Sandino, el artesano humilde que se rebeló contra la ocupación de su país, combatió contra esa ocupación al mando de un pequeño ejército de campesinos, y finalmente fue asesinado por el primer Somoza.

La revolución no se explica sin la poesía de Ernesto; tampoco se puede explicar sin las canciones de Carlos Mejía Godoy. Hoy aquellos ideales han sido deformados y falsificados por un poder familiar que utiliza la retórica de la revolución, pero contradice los sueños que inspiraron a miles de nicaragüenses. Esos poemas y esas canciones son la memoria de la revolución y no se pueden borrar.

No es posible contar la historia de la revolución sin la presencia de Ernesto en los campos de batalla celebrando misas de campaña, o en foros internacionales pidiendo apoyo para los jóvenes combatientes que trataban de derrocar a la dictadura, entre ellos sus hijos espirituales, los que lo acompañaron en la construcción de la comunidad campesina de Solentiname en el archipiélago del gran lago de Nicaragua. Algunos de ellos fueron muertos en combate, otros fueron asesinados en las cámaras de tortura.

Después del triunfo de la revolución asumió un papel clave como Ministro de cultura, un puesto que no quería porque rechazaba la idea de ser un burócrata. Y allí hizo un extraordinario trabajo, creando instituciones culturales en un país donde nunca había existido ninguna, y donde los gobiernos nunca tomaron en serio la cultura. Se crearon escuelas y grupos de música, teatro y danza. Se desarrollaron programas para promover y crear talleres literarios, junto con revistas y una editorial. Se rescató la artesanía popular así como las tradiciones culturales.

Fue una revolución dentro de la revolución, bajo la proclama de que el arte y la literatura no estaban sujetos a ningún régimen político. La libertad era la regla. Nunca hubo ningún tipo de “realismo sandinista”.

La poesía de Ernesto es el resultado de un don y un oficio extraordinarios. Él es nuestro poeta del siglo veinte en Nicaragua, y es uno de los poetas trascendentales de nuestra lengua. Pero su trabajo no existiría sin esa motivación superior que es el amor.

Su vida ha sido una vida de amor, y así ha sido su poesía.

Arequipa, diciembre 2016

*Sergio Ramírez es escritor y político. Fue vicepresidente de Nicaragua entre 1986 y 1990, durante el gobierno de la revolución Sandinista. Sus novelas y cuentos le han hecho ganar numerosos premios internacionales, como el Alfaguara (1980), el Casa de las Américas (2000) o el Carlos Fuentes (2014).

Posmodernos

Posmodernos
15 enero, 2015 · de observatoriodehistoria · en Historiografía, Lenguajes, Opinión. ·

por Octavio Spíndola Zago *

Recientemente, Francis Fukuyama publicó Los orígenes del orden político (2011), donde refrendó sus tesis posmodernas respecto al fin de la historia, la muerte de las ideologías y la fosilización de los monumentos traumáticos, al tiempo que reiteraba su fe en la democracia liberal como única alternativa de proyecto político. Muchas de esas ideas ameritarían sin duda una reflexión con detenimiento, pero por ahora nos detendremos en el posmodernismo, esa palabra tan incómoda para muchos historiadores. Cabe meditar acerca de los autores que abiertamente se han declarado afines a esta línea y el impacto que ha tenido en la historia y las ciencias teóricas.

Resulta provechoso realizar, en un primer momento, un acercamiento genealógico de este pensamiento fundado con La condición postmoderna, de François Lyotard (1979), cuyas raíces se extienden desde el pesimismo de Schopenhauer y Nietzsche, pasando por los neomarxistas de Fráncfort, posestructuralistas como Michel Foucault, Jacques Derrida y Judith Butler, “girolingüistas” como Ludwig Wittgeinstein, John Austin, Gilles Deleuze y Jen Baudrillard y hermenéuticos como Hans-Georg Gadamer y Paul Ricœur, hasta desembocar en los representantes del pensamiento débil: Peter Sloterdijk, Slavoj Žižek, Guy Debord, Gus Scarpetta, Gianni Vattimo y Gilles Lipovetsky.

El resultado de esta mezcla ha sido una compleja filosofía de las realidades humanas que se saben envueltas en sociedad multiculturales francamente en crisis. En general pugna por el fin de los metarrelatos, las verdades absolutas, los discursos legitimadores y el proyecto progresista moderno; a cambio privilegia la dialéctica, el proceso de personalización hedonista, lo virtual, la ética, lo multinacional, el relativismo, los microcosmos, las consignas cosméticas y la ética indolora. En otras palabras, la sensibilidad de la Ilustración se transformó en el cinismo contemporáneo.

En palabras de Daniel Innerarity, el posmodernismo ha configurado un nuevo eclecticismo en la arquitectura y un nuevo realismo-subjetivismo en la pintura y la literatura, así como un nuevo tradicionalismo en la música, impactando a las ciencias, conduciendo a la filosofía a un estado fragmentario y pluralista, amparado en la destrucción de la unidad del lenguaje. En suma, siguiendo a Adolfo Vásquez Rocca, el posmodernismo es el triunfo de la simultaneidad sobre lo unilineal, es la muerte del ser racional, del futuro cual camino esperanzador y del pasado como magister vitae, para dar vida a ese ser perdido, nihilista, corpóreo y digital que hoy habita el mundo, un mundo condenado-rescatado al eterno presentismo.
Obra de Barbara Kruger en el Museo Hirshhorn, Washington, D.C., 2012. (Foto tomada de theconversation.com)

Obra de Barbara Kruger en el Museo Hirshhorn, Washington, D.C., 2012. (Foto tomada de theconversation.com)

Pero, ¿cómo llegó a fraguarse este panorama tan complejo y que hemos intentado resumir (aclarando lo más posible sus matices)? Los autores posmodernos, disímiles y antidoctrinarios por inmanencia, son desde mi punto de vista resultado de 1989; son una generación que vio caer sus esperanzas y quedó desposeída de todo sueño al verse afianzado el neoliberalismo y los gobiernos afines al proyecto de mercado globalizado. No postulo al socialismo como un régimen ideal —nada más alejado de la verdad—, pero sí era otro camino al que las masas habían apostado para construir esa utopía que todo humano sueña con vivir —como bien señala Umberto Eco en Historia de las tierras y los lugares legendarios.

Ésta en cambio es la era de la banalidad, de la búsqueda de alternativas y el rechazo de todo intento de modelo y lección moralizante, como bien lo señala Enzo Traverso en ¿Dónde están los intelectuales? Vivimos tiempos inciertos; la sociedad no genera utopías y los intelectuales han quedado relegados, mientras, impotentes, ven su papel como “autoridades académicas” apropiado toscamente por los medios de comunicación y figuras mediáticas artificialmente construidas. Sin embargo, también es cierto que debemos distinguir a los autores críticos (como Lipovetski y Žižek) de los militantes (como el propio Fukuyama); estos últimos hoy asesores políticos en nómina gubernamental. Mientras los primeros describen con precisión la realidad que viven y observan, los segundos alaban sus beneficios. Mientras los críticos nos desafían a combatir este estado sin esencia sin recurrir a tautologías o falacias disfrazadas de racionalismo, los militantes abiertamente se deslindan de toda postura contraria y, paradójicamente, adoptan actitudes dogmáticas.

¿Por qué deben los historiadores reflexionar en torno al posmodernismo? Fundamentalmente porque es una de las maneras a través de las cuales se escriben las interpretaciones del pasado y se vincula al historiador con su área de trabajo, así como con su contexto sociocultural. Es uno de los medios teóricos a través de los cuales se construyen los esquemas epistemológicos y al público receptor del quehacer del historiador.

Como propone Mauricio Beauchot siguiendo a Heidegger, todo es interpretación; pero una demasiado abierta o demasiado cerrada sencillamente se anula por sí misma. Las posturas radicales no llevan más que a un diálogo de sordos: se ha confundido el desplazamiento teórico del archivo para dar cabida a la diversificación de fuentes, con el destierro del archivo, la banalización de la metodología y el menosprecio de la reflexión teórica.

No cabe duda que todo discurso historiográfico es en esencia ideología, pero eso no significa permitir que el pasado histórico sea altaneramente manipulado para sustentar proyectos políticos, como lo ha propuesto Fukuyama en su libro. No podemos olvidar, mucho menos en nuestro contexto histórico actual, que el historiador es ante todo un ciudadano y debe ser congruente, pero sobre todo, asumir las responsabilidades para con su sociedad.

Baudrillard advierte que el fin del milenio y los principios del nuevo siglo padecen los efectos de la “desrealizazión” producidos por las tecnologías de la comunicación: lo real y lo apócrifo se difuminan y se asimilan por la simulación. En este escenario, el historiador puede perder el camino y dejarse llevar por la corriente. El posmodernismo no es necesariamente ignominioso; es más un reflejo de nuestras sociedades, una oportunidad para reconciliar y mediar, y entablar el diálogo. Quizá sea hora de ver nuestros tiempos como un momento de transición, superar el debate modernidad-posmodernidad y —siguiendo a Rosa María Rodríguez Magda— cambiar la perspectiva por una “transmoderna”.

El balance del año político 1974 por las FPL

El balance del año político 1974 por las FPL Por Roberto Pineda 9 de diciembre de 2016

En el número 27, de enero de 1975, del periódico El Rebelde de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”, FPL, se realiza un balance del año político 1974 y se considera que “han hecho avanzar la lucha revolucionaria del pueblo” así como se mantiene la polémica ideológica tanto contra los “revisionistas” del Partido Comunista, PCS, como en este caso, contra los “oportunistas” del Frente de Acción Popular Unificada, FAPU. Realizamos un resumen de estos contenidos, que incluyen también una reseña biográfica de Agustín Farabundo Martí.

Apunta en su balance que “la tarea que corresponde a una Organización Revolucionaria que aspira a convertirse en Vanguardia de los trabajadores en su marcha hacia la Revolución Socialista es compleja, ya que debe impulsar la lucha de clase revolucionaria en su conjunto.”

Indica que “las FPL han realizado serios esfuerzos por intensificar la correcta aplicación de su línea estratégica político-militar en el sentido de orientar y hacer avanzar las luchas de las masas populares por sus reivindicaciones inmediatas, como medio para promover la conciencia y disposición del pueblo a la lucha armada, que concretamente está impulsando nuestra organización.”

Añade que “guiándonos por la estrategia de Guerra Popular Prolongada enfilamos nuestro accionar al desarrollo de la lucha militar revolucionaria a un nivel de Lucha Armada Popular, es decir, buscamos organizar en toda forma al pueblo para lograr su incorporación a nivel de masas a las tareas de la luchar armada revolucionaria, tarea que desde ya es el elemento central de nuestra estrategia.”
Considera que en 1974 “en el terreno de la lucha de masas por las necesidades económico-sociales, se ha notado el despertar de las clases trabajadoras del campo a la lucha por sus intereses inmediatos, lucha que dada la estructura de poder burgués que vive el país, altamente represiva, tiende a saltar casi de manera espontánea a la instancia de la lucha política revolucionaria.”

“En el área del trabajo político clandestino en el pueblo los resultados fueron exitosos ya que, en el periodo que analizamos, crecientes sectores del pueblo en forma organizada se han incorporado a las distintas tareas de las FPL a lo largo y ancho del país para impulsar la estrategia de Guerra Popular Prolongada.”
En “el terreno militar revolucionario el accionar popular materializado en las operaciones que ejecutaron los comandos armados (unidades militares) de las FPL, han estado orientadas a impulsar la lucha de clase proletaria en su conjunto y, por ende, son el embrión en creciente desarrollo que, a determinado nivel, le dará a nuestra sociedad las características de una sociedad en plena guerra civil.”

Posteriormente se hace un listado de las principales acciones militares realizadas entre recuperaciones de armas, ajusticiamientos, asalto y ocupación del Consejo Central de Elecciones en marzo, asaltos a bancos, reparto armado de propaganda, ataque con explosivos a la embajada de Chile, sabotaje con explosivos en comandancia local de Oratorio de Concepción; quema de buses, sabotajes con explosivos a puestos de la Guardia Nacional, PCN, FOCCO, OMCOM, etc., en protesta por la masacre de campesinos en cantón La Cayetana, San Vicente.

Asimismo, señala que “en el terreno de la comunicación con el pueblo para impulsar las tareas político-militares, los órganos clandestinos han aumentado e intensificado su labor, y nuevos periódicos clandestinos de las FPL llegan a distintos sectores. La Prensa Revolucionaria de las FPL la integran:“EL REBELDE”, “PRENSA OBRERA”, “JUVENTUD REBELDE”, “EL CAMPESINO REBELDE”, “GUERRILLERO”, “EL MAGISTERIO REBELDE”, y “ESTRELLA ROJA.”

Y plantea que para 1975 “el pueblo tiene ante sí las siguientes tareas:
lº) Desarrollar al máximo la lucha reivindicativa de masas.
2º) Ampliar la base política orgánica clandestina de la Revolución.
3º) Elevar a nuevos escalones la Lucha Armada Revolucionaria. Todo ello para hacer avanzar la estrategia de Guerra Popular hasta la Victoria Final.”

El servilismo de los oportunistas: “El gobierno de Molina “punto intermedio” entre la democracia y la tiranía.”
En una acida crítica al PCS y a su principal dirigente Schafik Handal, este artículo sostiene que “el último descubrimiento de los oportunistas criollos en sus serviles halagos al régimen, es que el actual gobierno encabezado por Molina ya no es una tiranía sangrienta, continuación del régimen militar que se instaló desde hace más de 40 años sobre una montaña de cadáveres y que se sostiene a base de crímenes, fraudes, imposiciones y atropellos de todo género; sino que ahora está en “un punto intermedio” entre los regímenes tiránicos y los gobiernos “democráticos.”

Enfatiza que “tal “caracterización” que busca adormecer al pueblo para que este no continúe con el curso de la lucha decidida que ha emprendido, es un regalo de año nuevo que los serviles oportunistas le obsequian al régimen tiránico de turno y es música muy del agrado del mismo.”

Agrega que “tal aspecto (sobre el “punto intermedio”) fue subrayado por conocido personero del partido pseudo-comunista al refutar algunas afirmaciones aparecidas recientemente en el reaccionario Diario de Hoy, refiriéndose a declaraciones hechas fuera del país por la misma persona. En las explicaciones, dadas a conocer por noticieros radiales de esta capital, refuta cuestiones secundarias tales como “que no es estudiante fósil”, que no se ha referido a diputados, que no dijo que el gobierno de Molina debe ser como los de Panamá y Costa Rica, pero deja en pie, recalcándola, su caracterización del gobierno de Molina como “punto intermedio.”

Afirma que “desde hace varios años, los sectores avanzados del pueblo, ven con asco la política que despliegan los oportunistas, revisionistas y reformistas burgueses que, para llevar a cabo su labor, tratan de encubrirse tras los honrosos nombres de revolucionarios y comunistas.”

Sostiene que “todo el pueblo se da cuenta, porque lo experimenta en carne propia, que el actual gobierno ( así como sus antecesores) es una feroz tiranía militar al servicio de la oligarquía criolla y del imperialismo yanqui, que mantiene un cerrado estado de represión sobre todos los sectores populares y que trata de aplastar a sangre y fuego todo intento de nuestro pueblo por liberarse de la opresión política y de la explotación económica, que lanza sus fuerzas represivas cargadas de bombas lacrimógenas contra los obreros huelguistas, que acrecienta el aparato de represión contra el campesinado, que le asesina masivamente cuando estos exigen tierra donde trabajar, que desaloja por millares a los campesinos de sus tierras (Cerrón Grande, Comalapa, El Litoral, etc.)…”
El FAPU trata de desacreditar acciones guerrilleras

Denuncia que “en publicaci6n fechada el 16 del presente y responsabilizada
por el FAPU a través de un “sector” del mismo, se ha incluido entre una serie de hechos criminales realizados por el gobierno, nada menos que una de las operaciones revolucionarias de las FPL.”

Agrega que “al enumerar diversos actos del gobierno y de la reacción: a) el asesinato de campesinos de “La Cayetana” c) el atentado con bomba explosiva perpetrado por fuerzas reaccionarias en casa de un maestro (enero’5); d) los ataques del “Diario de Hoy” a Monseñor Aparicio; y E) la escasez artificial del azúcar; se ha incluido en el literal B) como “uno de los hechos que repugnan a la conciencia de todo hombre”, la operación revolucionaria
(“Héroes Campesinos de La Cayetana”) realizada por las FPL el 26 de diciembre en la madrugada por medio de la cual Comando Armados de nuestra organización detonaron simultáneamente en distintas zonas del país, explosivos en locales de la Guardia Nacional, del PCN, de FOCCO y OMCOM, organismo estos últimos creados en el marco de la guerra contrarrevolucionaria para restar base social a las fuerzas revolucionarias del pueblo.”

Considera El Rebelde que “las acciones realizadas por los Comandos Armados de las FPL dentro de la “Operación Héroes Campesinos de La Cayetana” como lo puntualizo el comunicado de nuestra Organización fueron un potente llamado de atención a todo el pueblo sobre los crímenes cometidos por el gobierno en el campo y especialmente en “La Cayetana”; sobre el vital problema de la tierra que sufre el campesinado…”

Analiza que “lo verdaderamente lamentable que evidencia esa publicación
es la situación ideológico-política en que ha venido a caer el FAPU. Este frente, creado como un medio de alianza basado en el trabajo conjunto con los dirigentes oportunistas de los organismos tradicionales de masas, proclamó la necesidad de unirse en un solo canal orgánico con diversos sectores, incluyendo a los revisionistas, para la lucha por reivindicaciones económicas y
democráticas, considerando necesario hacer concesiones ideológicas a los mismos como medio para “llegar a las masas”.

Sostiene que “tales cálculos que no están basados en una evaluación realista de la situación en las fuerzas populares, en un periodo en que ya la guerra
prolongada del pueblo ha iniciado su marcha, pronto fracasaron estrepitosamente: los oportunistas, con su doble juego favorable a la burguesía, con su deshonestidad política y deslealtad característica hacia sus aliados, siguieron sus propios planes y dejaron plantado al “nuevo frente”: ni sirvieron de vehículo para que elementos más avanzados llegaran a las masas,
ni pudieron ser desenmascarados ideológicamente en el seno de las mismas como proclamaban estos. Como siempre, los oportunistas jugaron su propia carta marrullera frente a sus pretendidos “aliados” y, el aspirado frente “amplio” se estrechó y estancó.”

Asegura que “las FPL que desde un principio cuestionaron tal esquema de alianzas, seguirán insistiendo con paciencia pero con determinación:
ES NECESARIO CONSTRUIR LA MAS SOLIDA UNIDAD A NIVEL REVOLUCIONARIO PARA IMPULSAR SIN VACILACIONES LA GUERRA REVOLUCIONARIA DEL PUEBLO QUE TIENE COMO EJE FUNDAMENTAL LA LUCHA ARMADA POPULAR INDISOLUBLEMENTE UNIDA A LA LUCHA DE MASAS POR
LAS REIVINDICACIONES ECONOMICO, SOCIALES Y POLITICAS URGENTES.

Y concluye que “en esa alianza de calidad superior, es necesario garantizar que el pensamiento y la práctica proletaria revolucionaria sea el elemento determinante y no el pensamiento clasista burgués o pequeño-burgués.”

Principales visiones sobre la construcción socio-histórica de la infancia

“Principales visiones sobre la construcción socio-histórica de la infancia”, por Julio Cortés M.
(Texto escrito en el año 2000, incluido en el libro “Infancia y derechos humanos: discurso, realidad y perspectivas”, LOM/Opción, 2001).

En relación al tema de la historia de la infancia se plantean una serie de problemas a raíz de la compleja relación entre sujeto y objeto, que en el ámbito de los niños y la infancia adquieren dimensiones particulares dadas por el hecho de que todo lo que se ha escrito sobre ellos se hace desde el mundo adulto, con una visión adulta que necesariamente es externa al objeto de análisis, y en la que no siempre están claramente delimitadas la consideración hacia los niños concretos, de carne y hueso, individual o colectivamente.

De la consideración de la niñez o infancia como categoría específica a nivel de las macroestructuras sociales, y en que se confunden, con frecuencia, la consideración y análisis de la realidad vivida por los niños, con la atención a los cambios producidos a nivel de las representaciones sociales sobre la infancia en el plano ideológico, del discurso y de los sentimientos.

A efectos de este documento de estudio, nos interesa conocer las principales visiones o enfoques entre los historiadores en relación a la infancia como construcción social. Con este fin, se señalarán los aspectos centrales de los planteamientos de Philippe Aries, Lloyd Demause, Elizabeth Badinter, Linda Pollock y Hugh Cunningham.

El objetivo de este repaso, más que la definición a favor o en contra de determinadas tesis, es conocer la diversidad de opiniones acerca de un tema en el que en el ámbito del sentido común, predominan generalizaciones que universalizan el sentimiento actual acerca de la infancia. De esta forma, se pretende tener más elementos de análisis que permitan descifrar las concepciones ideológicas e históricas presentes en los discursos actuales sobre la infancia y que sirvan para el análisis de los contextos en que se ha producido en Latinoamérica la historia del control social de los niños.

Phillippe Ariès

Este autor francés es considerado un pionero de la historiografía de la infancia, y su tesis principal, que la infancia fue inventada o descubierta entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII, ha tenido una enorme influencia desde que la formulara en 1960 hasta nuestros días, así como también ha suscitado una gran sucesión de críticas en los autores posteriores.

Para entender adecuadamente la tesis de Aries es necesario tener en cuenta que su trabajo se enmarca en una corriente de revalorización de la época medieval, período comúnmente asociado a oscuridad e ignorancia, pero que de acuerdo a investigaciones de historiadores como Aries, se caracterizó por una rica vida comunitaria con altos niveles de participación en la vida pública por todas las personas y en que las instituciones propias de la vida privada, como la familia, se encontraban bastante reducidas en sus funciones e importancia.

Aries opta por una investigación que atienda no a los grandes eventos de la historia, sino que al entramado social existente a nivel popular y cotidiano, sobre el cual dichos eventos se producen. En ese marco comunitario, los niños no eran percibidos como una categoría específica, diferente, y pasaban de un período relativamente breve de estricta dependencia física, a ser socializados directamente en el mundo adulto a través del contacto con la comunidad.

Existían niños pero no infancia y, paradójicamente, los niños gozaban de mayor libertad que luego de la invención o descubrimiento de la infancia.

Las fuentes a las que acude Aries para fundamentar sus planteamientos son bastante heterodoxas, consistiendo principalmente en un análisis del arte medieval y renacentista. Durante la mayor parte de la Edad Media la infancia no era considerada en el plano de las representaciones artísticas. Hasta el siglo XIII los niños eran representados como adultos en miniatura, sin rasgos ni vestimentas propios de un infante. A partir del siglo XIII comienzan a aparecer formas de representación pictórica de niños en tres formas típicas: ángeles, el niño Jesús y niños desnudos.

Para Aries esta evolución refleja un cambio en la mentalidad colectiva dando cuenta de la aparición de sentimientos hacia la infancia. En el siglo XIV la iconografía religiosa incluye la figura del niño Jesús, la infancia de la Virgen y otros santos. La iconografía laica evoluciona posteriormente en un sentido similar, en los siglos XV y XVI, desde la representación de niños en compañía de adultos hasta la representación de niños solos, que comienza a ser usual a partir del siglo XVII. Este siglo marcaría, según el autor, el comienzo de la nueva sensibilidad colectiva hacia la infancia, expresándose en el arte en formas de representación de niños desconocidas en la Edad Media, que pasan a tener un rol predominante. Este cambio no se produjo como consecuencia de variaciones en la situación demográfica, como han afirmado varios autores, sino que por el contrario, habría anticipado dichas variaciones en más de un siglo.

El “descubrimiento” propiamente tal de la infancia se produjo, según Aries, en el siglo XVIII. En esto el autor se apoya en otro tipo de fuentes, cuales son la constancia en la literatura de referencias a la jerga y personalidad propias de los niños, alusiones que en los siglos XV y XVI eran aisladas y pasan a ser abundantes recién en el siglo XVIII.

Un elemento central en Aries se refiere a que la infancia pagó por su descubrimiento un precio bastante alto, el de su control mediante instituciones y mecanismos específicos. El proceso de moralización de la sociedad se manifestó en relación a la infancia, en la creación de un régimen especial para los niños dentro del cual debían ser preparados para la entrada en la vida adulta. La escuela, donde en la Edad Media convivían niños de diferentes edades con adultos, pasa a ser el espacio propio de los niños y jóvenes, exclusivamente diseñado para ellos.

Así la infancia es recluida en el mundo privado, en las instituciones específicas para niños, la escuela y la familia, lugares en que los niños gozaron de una libertad bastante menor que la que habían disfrutado antes de su descubrimiento, y se les asignaron roles específicos diferentes del resto de las personas. Un rol primordial lo cumplen los internados, cuyo uso comienza a masificarse desde fines del sigo XVII, separando radicalmente a niños de adultos, con lo que comienza un “largo proceso de internación de los niños (como de los locos, los pobres y las prostitutas), que no dejará de extenderse hasta nuestros días” (Aries, 1973).

Con base en esta tesis, autores como Emilio García Méndez han planteado que en el descubrimiento de la infancia se encontraban las bases de la “situación irregular”, en el sentido que se construyó culturalmente una incapacidad de la infancia que luego fue consagrada jurídicamente, y así este descubrimiento trajo aparejado no sólo la pérdida de libertad de los niños sino su posterior división entre “niños y adolescentes” y “menores”, siendo estos últimos los que quedaban fuera del circuito familia-escuela, para los cuales hubo que diseñar instrumentos específicos de control de carácter socio-penal (García Méndez, 1994).

Lloyd Demause

Compartiendo con Aries la tesis de un cambio drástico en la consideración de la infancia, Demause postula una evolución más bien inversa, en la que la consideración de los adultos hacia los niños habría avanzado desde etapas de negación y violencia a una relación cada vez más óptima y respetuosa de la infancia. Demause, cuya obra fue escrita en los 70, pertenecía a la escuela psicogénica norteamericana, que pretendió aplicar métodos psicológicos a la investigación histórica, mediante un análisis de la evolución de los sentimientos. Esta escuela propone una teoría del cambio histórico denominada teoría psicogénica de la historia, que postula que “la fuerza central del cambio no es la tecnología ni la economía, sino los cambios psicogénicos de la personalidad resultantes de interacciones de padres e hijos en sucesivas generaciones” (Demause, 1982).

En el plano de los sentimientos de los padres hacia sus hijos, Demause distinguió seis etapas que dan cuenta de un progreso lineal en las prácticas de crianza, derivadas de una superación creciente de la ansiedad originaria que el contacto con niños produce naturalmente en los adultos, y un progreso también creciente en las capacidades de crianza. Estas etapas, partiendo en la Antigüedad, serían las de infanticidio, abandono, ambivalencia, intrusión, socialización y ayuda, comenzando la sexta y última recién a mediados del siglo XX, y cada una de ellas resulta de la forma en que operan las tres reacciones posibles frente a los niños en los adultos: respuesta proyectiva, reacción de inversión, y reacción empática.

La reacción empática sería la predominante desde mediados del siglo XX, aunque según el autor aún es posible encontrar ejemplos de otros tipos de respuestas en algunas personas, que estarían ancladas en etapas anteriores. En esta etapa de ayuda los padres deben esforzarse en una crianza no dirigida a formar hábitos ni a corregir, sino a aportar todo lo necesario para el pleno desarrollo del niño, método que Demause señalaba haber aplicado a su hijo con óptimos resultados.

Los planteamientos de Demause no gozaron de mucho apoyo entre otros historiadores, lo cual se debe, en parte, a las debilidades de su método “psico-histórico”, a su evolucionismo excesivamente lineal, y a un uso arbitrario de fuentes, que habría destacado del pasado los episodios más dramáticos, sin demostrar que correspondieran a los usos generalizados de la época. La idea general tras su tesis, sin embargo, subsiste en el nivel del sentido común y los discursos oficiales, en cuanto se proclama una nueva era de respeto sin precedentes por la infancia y los derechos de los niños, que terminaría con las prácticas anteriores de indiferencia y malos tratos, visión optimista que se contrapone a la perspectiva más nostálgica y pesimista de Aries que ve un control creciente sobre la infancia en relación a la libertad pre-descubrimiento.

Elizabeth Badinter

A través de un análisis que cuestiona la existencia del amor maternal como valor universal, natural y espontáneo, Badinter, en su libro “¿Existe el amor maternal? Historia del amor maternal. Siglos XVII al XX”, explora gran cantidad de datos que revelan cambios en las prácticas de crianza influidos por ideologías o “modas” culturales y por variaciones en el contexto económico, social y político.

Las fuentes utilizadas por Badinter revelan que en Francia y otros países de Europa en los siglos XVII y XVIII existieron prácticas generalizadas de indiferencia hacia los niños. Estas prácticas y señales de indiferencia a las que se refiere la autora son básicamente la entrega de niños a nodrizas apenas producido el nacimiento, la negativa a amamantar, la poca tristeza e incluso la insensibilidad frente a la muerte de niños pequeños, el amor selectivo hacia el primogénito, la educación confiada a preceptores y gobernantas, la extensión generalizada de los internados.

Muchas de estas prácticas surgieron en las clases acomodadas, para extenderse posteriormente a otros segmentos por vía de imitación. Lo que Badinter concluye de toda esta información, es que las prácticas de crianza y los sentimientos hacia los hijos sufrieron grandes cambios como resultado de otros factores presentes en la vida de la sociedad, que fueron modificando las prioridades de los adultos, en particular de las mujeres.

Un énfasis particular está puesto en la relación de todo este tema con el proceso de emancipación de las mujeres. En los siglos XVI y XVII se verifica un creciente interés de las mujeres particularmente las de clase alta de sectores urbanos por aprovechar todos los medios a su alcance con el fin de salir de los estrechos límites impuestos a su género y adquirir notoriedad y autonomía en esferas tradicionalmente reservadas a los hombres. Luchando contra un medio hostil, muchas de ellas se dedicaron al estudio y la vida cultural de manera muchas veces autodidacta, inspirando con su ejemplo un proceso gradual de emancipación en otras mujeres. “…precisamente en los siglos XVII y XVIII la mujer que tenía recursos para ello intentó definirse como mujer. El hecho de que la sociedad no hubiera acordado todavía al niño el sitio que le otorga en la actualidad facilitó la empresa.

Para llevarla a cabo, fue preciso olvidar las dos funciones que antes definían la totalidad de la mujer: La esposa y la madre, que sólo le daban existencia en relación con otro” (Badinter, 1981). Este proceso de emancipación no alcanzó a llegar a la dimensión del poder, este segundo paso fue obstaculizado mediante el nuevo discurso que a partir del siglo XVIII tiende a redirigir a la mujer a su rol “natural” de madre, momento en el que surge ideológicamente el mito del “amor maternal”.

Es importante aclarar que Badinter no niega la existencia del amor maternal en toda época y lugar, lo que cuestiona es su categoría de valor universal y permanente enlazado en la naturaleza humana y necesario tanto para la especie como para la sociedad. En su libro consigue demostrar que en busca de otros objetivos sociales, se dejó a los niños prácticamente abandonados a su suerte, con padres y madres que hacían lo mínimo para ayudarlos a ganar la batalla por la sobrevivencia.

Badinter invierte la explicación tradicional de la indiferencia paterna y materna hacia los niños que según algunos autores era resultado de la alta mortalidad infantil que impedía la formación de vínculos afectivos, dada la enorme probabilidad de muerte en los recién nacidos y niños pequeños. Para ella es precisamente la actitud y sentimiento de los padres hacia los hijos lo que produjo como resultado una alta mortalidad infantil. En el caso de las mujeres, señala que “ganaron las primeras batallas feministas, en detrimento, preciso es decirlo, de sus hijos” (Badinter, 1981). La extensión a intensidad de la indiferencia hacia los niños alcanzó características tales que la autora utiliza los conceptos de “sustituto inconsciente de nuestro aborto” y de “infanticidio encubierto” para calificar dichas prácticas de crianza.

En el análisis de Badinter, incluso el auge de la educación, que Ariès interpreta como muestra de una creciente valorización de la infancia, es visto como manifestación de un interés de los padres en sí mismos (tanto al ver la educación como medio de promoción social como en la idea de lucirse a través de los éxitos de los niños), y hasta como una forma especialmente apta para librarse de la preocupación por los niños, lo que explicaría el uso cada vez mayor del internado.

Junto con los factores de tipo cultural e ideológico, Badinter considera también factores de tipo político y económico. Así, señala que mientras en el Antiguo Régimen se insistía en el valor de la autoridad paterna y en la educación de los que sobrevivían a la primera etapa de la infancia, en razón de que interesaba asegurar la existencia de súbditos dóciles y leales al Rey, a fines del siglo XVIII lo que importaba era la existencia de la mayor cantidad de gente que serviría como riqueza para los Estados. En este contexto el imperativo pasó a ser la supervivencia de la mayor cantidad posible de niños, para lo cual “había que convencer a las mujeres de que se consagraran a sus tareas olvidadas” (Badinter, 1981), labor en la cual se concentraron los especialistas y moralistas, y a la cual se sumó una gran cantidad de mujeres que se mostraron sensibles a estos nuevos requerimientos.

Linda Pollock

En su libro “Los niños olvidados”, Linda Pollock hace un repaso crítico de los autores anteriores, y plantea un uso diferente y más riguroso de las fuentes, concluyendo que, en general, la relación concreta entre adultos y niños se ha mantenido invariable en lo esencial, pese a los cambios operados en el plano de la ideología o de las imágenes de la infancia. Pollock se refiere a los planteamientos anteriores como la “tesis histórica”, que habría señalado básicamente que en el pasado los padres trataron a sus hijos con indiferencia, que no se concebía a la niñez como algo diferente de la adultez, y que los niños eran severamente disciplinados como regla general.

La autora critica el uso de fuentes, que consistieron en manuales de orientación sobre educación y crianza de niños, por no distinguir si reflejaban una realidad existente o si su valor era meramente indicativo, sobre todo en una época en que la mayor parte de la gente era analfabeta y en que comprar libros era un lujo. Otra fuente usual fueron los relatos de viajes, que como fuente presenta el problema de los prejuicios culturales del viajero y suelen referirse a la vida de las clases altas, generalmente con observaciones fugaces.

El análisis de pinturas y grabados, base de los trabajos de Aries, merece severas objeciones a Pollock, que apoyándose en diversos autores plantea que no tiene por qué haber una conexión tan estrecha entre la representación y lo representado, que muchos de los cambios observados obedecen más a razones técnicas y artísticas, antes que a cambios en el modo de considerar a la infancia por la comunidad en general.

En definitiva, Pollock critica a Aries y otros autores el haberse limitado a comentar la prueba iconográfica sin analizarla. Ella prefiere el uso de fuentes más directas tales como cartas, diarios de vida y autobiografías, y utiliza todas las fuentes de forma crítica, teniendo en cuenta los defectos inherentes a cada tipo de fuente, examinándolas en conjunto para tratar de llegar a una síntesis.

Pollock considera que no está demostrado que los hechos del pasado, en los que se basan los autores para construir la tesis histórica, hayan correspondido a la conducta predominante en el común de la población. Con base en la teoría socio-biológica, la autora sostiene la existencia de una constante en el desarrollo de las sociedades humanas en cuanto a la necesidad que tienen los niños del cuidado de sus padres para paliar su indefensión originaria, y para que se les transmita la cultura de su sociedad.

Lo que cambiaría es la forma en que los padres cumplen este rol, pero dentro de metas universales a las que cada cultura da sus respuestas específicas. Un argumento de peso esgrimido por la autora contra afirmaciones relativas a la existencia de maltrato infantil generalizado en el pasado es que, estando comprobado el daño individual y social producido por estas prácticas, no hay evidencia en el funcionamiento colectivo de las sociedades que permita afirmar que estos malos tratos fueran una práctica masiva, de lo cual se concluye más bien que, en general, las distintas sociedades han dado respuestas satisfactorias en este tema.

A diferencia de los autores previamente comentados, Pollock considera que en la historia de la infancia ha existido una continuidad más que cambios drásticos, que son más los elementos comunes que las diferencias en los distintos períodos y sociedades, y que ésta no ha sabido ser explicada por los otros autores. Esta continuidad estaría dada porque la conducta normal de los padres hacia sus hijos ha sido siempre la de otorgar un cuidado adecuado. Los malos tratos y el abandono han tenido lugar aisladamente, casi siempre frente a situaciones sociales extremadamente graves. Sólo estaría comprobado que “algunos padres del pasado carecieron del concepto de niñez, y algunos fueron también crueles con sus hijos” (Pollock, 1990), y únicamente en este sentido la tesis histórica sería correcta.

Lo que sí ha experimentado cambios en el tiempo es la existencia de un discurso sobre la infancia, y el contenido del discurso, pero la conducta real de los padres hacia los hijos y la experiencia concreta de los niños y adolescentes no registran cambios tan dramáticos como los señalados por Aries y Demause. En todo caso, el análisis de Pollock, que escribió en los 80, se centra entre los años 1500 y 1900, no alcanza a referirse a los cambios más recientes.

Hugh Cunningham

Cunningham, autor de libros como “The children of the poor” y “Children and Childhood in Western Society since 1500”, es uno de los autores más recientes en el tema, y presenta la ventaja de distinguir con claridad lo que es la historia de los niños, de la historia de la infancia como concepto. Además, gran parte de su análisis se centra en cómo los cambios operados en la percepción de la infancia como concepto han afectado, sobre todo en el siglo XX, la experiencia concreta de niños y niñas.

En “Children and childhood in Western Society…” Cunningham plantea que los temas definidos por Aries fueron las relaciones entre la acción pública, el pensamiento y experiencias privadas, cuestiones que él trata de abordar en este libro. En la mayor parte de la historiografía reciente, por el contrario, el énfasis ha estado puesto en la cuestión del amor paterno-filial y la historia de la vida privada. Cunningham trata de mantener un equilibrio, teniendo en cuenta, por un lado, que ha existido una interacción entre desarrollo económico, políticas públicas y formas de imaginar el mundo y, por otro, lo que se piensa sobre la infancia y la experiencia de ser un niño.

Refiriéndose a la contradicción entre las dos tesis principales, de Aries y Pollock, Cunningham señala que, mientras el primero casi no analizó el siglo XIX y Pollock detuvo su análisis antes del siglo XX, es precisamente en el siglo XX donde se han producido los cambios más rápidos tanto en la conceptualización como en la experiencia de la infancia, cambios que para ser comprendidos deben ser considerados a la luz de las influencias del pensamiento de los siglos anteriores que han dado forma a la concepción dominante de la infancia (o “ideología de la infancia”).

En la concepción de infancia Cunningham aprecia una continuidad desde la época medieval a los siglos XVI y XVII, marcada por el predominio del cristianismo. En el siglo XVIII comienza a ser dominante una visión secular de la infancia y los niños, y comienzan a operarse cambios significativos tanto en la conceptualización de la infancia como en el trato hacia los niños. En particular, las visiones más influyentes fueron las de Locke y Rousseau, planteando la necesidad de formar hábitos y modelar la tabula rasa que cada persona era al momento de nacer, dando especial importancia a la educación (Locke), o considerando a la infancia como la etapa propia de la felicidad, que se perdería con el contacto con el mundo adulto y planteando la consiguiente necesidad de protegerla instalando barreras y dejando que los niños sean niños (Rousseau). Ambas visiones confluyen hasta el día de hoy en el pensamiento común sobre el tema.

La consideración de la infancia como etapa crucial de la cual dependería el futuro de las naciones y de la humanidad, dio paso a intervenciones cada vez más fuertes del Estado, tratando de asegurar condiciones sanitarias mínimas, legislando en materia de trabajo infantil, y asegurando la educación obligatoria. Al mismo tiempo, a principios de siglo van surgiendo especializaciones profesionales relativas a la infancia, expertos en niños (pedagogos, pediatras, psicólogos, etc.)

Estos cambios produjeron transformaciones sustanciales en la experiencia de niños y niñas, que fueron perdiendo gradualmente su valor económico, y se difundió masivamente la idea de asegurar a los niños una infancia apropiada que era concebida en la escuela. Por otra parte, recién en el siglo XX se produce una disminución drástica en las tasas de mortalidad infantil, que habría sido precedida de los cambios a nivel ideológico. El proceso operado a fines del siglo XIX y principios del XX en cuanto a la pérdida de valor productivo de los niños y la consiguiente valorización emocional de que fueron objeto en sus familias, en que los padres comenzaron a preferir tener menos niños y asegurarles un trato mejor es, según Cunningham, probablemente la transición más grande operada en la historia de la infancia pero, agrega, los niños no la percibieron necesariamente como una liberación.

Mientras a principios de siglo se producía la fijación del territorio conocido como “infancia”, con la influencia de las ideas de Locke y Rousseau y del pensamiento romántico, desde la mitad del siglo XX hasta ahora ha venido operando un proceso inverso que tiende a la desaparición de la infancia (al menos en el concepto aún predominante en el plano conceptual). Este proceso actualmente en curso estaría marcado por el juego de varios elementos que, objetivamente, tienden a eliminar las barreras tradicionales instaladas entre la infancia y la adultez. Estos elementos o fuerzas consisten principalmente en los medios de comunicación masivos, la tendencia a la transformación de niños en consumidores, y el debilitamiento de la autoridad de los adultos. En su conjunto, este proceso tiende a erosionar la idea de infancia como un “jardín de felicidad”, indefensa y necesitada de protección. Se estaría así cerrando el ciclo descubierto por Aries, volviendo a una época en que las fronteras entre ambos mundos eran tan fluidas que parecían no existir.

En cuanto al elemento comunicacional, Cunningham cita a Neil Postman en el análisis de la relación entre la forma principal de comunicación con el concepto ideal de infancia. Postman señala que con la invención de la imprenta surgió un sentido de infancia, ya que la lectura y escritura pasaron a ser habilidades centrales que debían ser enseñadas y entrenadas en una etapa específica que era la niñez, y en un lugar privilegiado que era la escuela, Para aprender a leer y escribir se necesitan atributos como la persistencia, capacidad de concentración y atención, mantenerse sentado y quieto, etc. En cambio, en una cultura audiovisual esas habilidades no son necesarias, y tampoco lo es que a las personas se les enseñe a observar.

Sumado a ello, la televisión ocupa un rol central en la conformación de los niños como consumidores de mercancías, y se ha generado un mercado especializado en la infancia (en 1933 Disney vendió más de 10 millones de dólares en mercancías ligadas a personajes de sus producciones; a fines de los 80 obtuvo unos 344 billones de dólares por licencias de sus personajes; datos señalados por Cunningham, 1995). Los medios de comunicación se instalan en el espacio privado y generan brechas en la relación padres-hijos, socavando la autoridad parental.

En los tiempos actuales, el proceso de crianza descansa cada vez menos en la imposición de la autoridad de los padres, y cada vez más en una especie de negociación entre padres e hijos.

Actualmente podemos presenciar, según Cunningham, una tensión entre la tendencia objetiva a la desaparición de la infancia y el discurso predominante aún anclado en la “ideología de la infancia”. Esta tensión se agrava con la introducción reciente de derechos de los niños, que podrían operar incluso en contra de sus padres. Cunningham señala: “cuando la gente empezó a proclamar que los niños tenían derechos, aquello que tenían en mente eran derechos a una infancia protegida. La Convención de las Naciones Unidas sobre derechos del niño de 1989 no sólo atiende a la protección del niño sino que también a su derecho a ser oído en cualquier decisión que pueda afectarlo o afectarla en su vida”.

“La peculiaridad de fines del siglo XX, y la raíz de mucha de la actual confusión y angustia en relación a la infancia, es que un discurso público que señala que los niños son personas con derecho a un cierto grado de autonomía choca con los resabios de la visión romántica de que el derecho de un niño es a ser niño. La implicancia de lo primero es fusionar los mundos del adulto y del niño, y a lo de lo segundo mantener la separación (Cunningham, 1995)

Realidad de la infancia en El Salvador (2010)

Realidad de la infancia en El Salvador
5 octubre, 2010 por pastoraldederechoshumanos

Por: Pastoral de Derechos Humanos

La infancia en nuestra sociedad está al margen de las políticas públicas de desarrollo humano de nuestro estado, no hay un verdadero interés por la población infantil y adolescente de nuestro país estas son algunas conclusiones que se hacen sobre este tema en particular. En vista de esta problemática La Pastoral de Derechos Humanos de la parroquia Cristo Salvador hace un análisis de la realidad infantil, en el contexto del día internacional de la niñez en El Salvador.
En un artículo de la prensa grafica del 3 de octubre del 2010 se señalan las siguientes cuestiones:

Las niñas y los niños de cero a seis años enfrentan serios problemas para acceder a la Atención y Educación de la Primera Infancia (AEPI). Dificultades sustentadas en la descoordinación y fragmentación institucional del sistema de protección para la niñez; la ausencia de medidas que impacten la exclusión y las desigualdades en el goce de los derechos; la vigencia de esquemas culturales y familiares que atentan contra el desarrollo integral; la tolerancia social ante las violaciones a los derechos de la niñez; los vacíos normativos, la escasa aplicación de las leyes; y el desconocimiento de la importancia que tienen los primeros seis años en el desarrollo.
Los obstáculos responden a realidades y características socioculturales, económicas y distributivas, que influyen en el sistema de protección para la infancia. Los esfuerzos impulsados por el Estado y otras instituciones no han generado oportunidades inclusivas y de cobertura universal. Tampoco modificado las relaciones adulto-niño ni impactado la amenaza de muerte, desnutrición, maltrato, agresión sexual, abandono, trabajo infantil, negligencia y escasa estimulación temprana.
En educación, de los 433,576 infantes de cero a tres años, menos del 2% recibe atención estatal, pues El Salvador no tiene un programa integral. En parvularia, solo se cubre al 51% del total de cuatro a seis años; es decir, existen más de 190,000 infantes sin cobertura. Esto sin menoscabar el esfuerzo estatal por ampliar la cobertura en parvularia, que, pese a los avances, es el segmento con la menor cobertura y calidad del sistema educativo nacional. La inversión promedio por alumno es de la más baja del sistema, aproximadamente 222 dólares por estudiante. Esto responde a las limitantes de inversión educativa nacional que representa el 18.3% del gasto público total y el 2.8% del PIB.
Es evidente la fragmentación de las políticas educativas, debido a la atomización social y a la ausencia de un enfoque integral para la primera infancia, lo que también se conoce como enfoque del Desarrollo Integral Temprano. Por ello, es necesario articular un marco conceptual, filosófico, de orden estratégico, que asuma a la infancia desde la perspectiva de derechos e integralidad. Clarificar el discurso para que sea acorde a la realidad y traducible en la AEPI. Este deberá convertirse en una visión de Estado, políticamente concertada, que asegure su sostenibilidad, mediante la participación social y un cambio cultural, que propicie el empoderamiento de las familias, comunidades, organizaciones civiles y de la niñez. Exige a los gobiernos locales liderar los programas y proyectos para la infancia, con el fin de descentralizar los procesos
El desafío es una política que garantice el pleno derecho a la educación. Implica aumentar la inversión, desarrollar programas eficaces de atención integral para la primera infancia con visión holística y buscar un consenso en las políticas de la AEPI. Además, crear un marco legal consistente –política y socialmente concertado–, articular un sistema de información actualizado, una institucionalidad sólida o un ministerio descentralizado que coordine la implementación de la política, con presencia local y alianza social.
Según nuestra investigación hay factores directos que influyen en el desarrollo social de la niñez. La niñez salvadoreña está inserta en una dinámica económica y sociocultural compleja, producto de diversos fenómenos y que tienen un impacto más allá del momento en que suceden. Se destacan: el conflicto armando, los procesos de transición, la vulnerabilidad natural (dos terremotos en 2001 y varias tormentas tropicales), además de la institucionalidad fragmentada y las variaciones del sistema financiero.
La situación de la niñez presenta marcadas diferencias a partir del tiempo en que se analice. Las oportunidades de crecimiento, los modelos de atención y las interpretaciones de la infancia no son un hecho natural, sino el producto de intensos procesos históricos. Son el reflejo de la deconstrucción y reconstrucción de las estructuras de pensamiento, que han generado cambios significativos en los estilos de vida. Sin embargo, hay que destacar que muchos elementos básicos incorporados al sistema de protección para la infancia, aún no han logrado trascender del discurso, sólo son letra muerta que descansa en los documentos nacionales. Dicho esto, se demanda la implementación de esfuerzos que lleven a la práctica los postulados, que al ejecutarse aporten progreso a la niñez salvadoreña.
Lo que sigue es un repaso por los eventos más relevantes en el trayecto que en la búsqueda de los derechos de las niñas y los niños.
Las alternativas de desarrollo, los modelos de atención y las interpretaciones de la infancia descubren marcadas variaciones a partir del tiempo que se tome como referencia para el análisis. En El Salvador, como en el resto del mundo, la imagen actual o interpretación popular de la niñez es un paradigma cultural bastante reciente.
Fue en siglo XIX cuando inició el tema de la infancia. El concepto que se conoce tuvo su origen en esa época. Las interpretaciones que entonces surgieron pusieron fin a la confusión que había entre entender a la niñez como hecho biológico, natural y concebirla como social. Incluso en los países que promovieron el debate, las innovaciones teóricas no produjeron variaciones en el reconocimiento de los derechos de las niñas y los niños; por lo que no resulta raro que, en el resto de países, las transformaciones hayan seguido un proceso más lento. En el caso de El Salvador, la búsqueda de los derechos de la infancia aún no termina, tal como se observa en el siguiente recorrido cronológico.
• 1821: Finalizada la Independencia, el país inició sus transformaciones políticas y sociales hasta convertirse en un Estado soberano e independiente casi 20 años más tarde. Liderados por los terratenientes, estos se ocuparon de poner las condiciones económicas y políticas a su favor, de modo que la agricultura y la exportación fueron las principales bases de la economía. Era un país dominado por las minorías oligarcas.
En ese tiempo, no había oportunidades de desarrollo integral para la niñez, debido a que la mayor parte de la población trabajaba en las fincas de los terratenientes, sin garantías sociales. El goce de los derechos económicos, sociales y culturales estaba lejos de plantearse como posibilidad incluso para los adultos. Las mujeres y los niños enfrentaban las mayores desventajas.
• 1860: El Código Civil que entró en vigencia incluía disposiciones sobre la protección infantil, declarando que la “existencia legal comienza al nacer”. En el artículo 73 se especificaba: “La ley protege la vida del que está por nacer. El Juez, en consecuencia, tomará, a petición de cualquiera persona o de oficio, todas las providencias que le parezcan convenientes para proteger la existencia del no nacido, siempre que crea que de algún modo peligra”. Sin embargo, en los artículos 34, 35, 36 y 37 del mismo documento se consideran discriminativos por clasificar a la niñez, en su calidad de hijas e hijos como: legítimos, ilegítimos, naturales, adulterinos e incestuosos. Esa manera de categorizarlos generaba discriminación para los niños y niñas.
• 1886: De acuerdo al MINED, los primeros reportes que corresponden al nivel de parvularia datan de 1886. Aunque en sus comienzos funcionó fuera del sistema formal.
• 1902: Cuando se fundó el Hospital Rosales, la población contó con la primera área de servicio pediátrico, atendida por un tocólogo (obstetra actualmente) y un médico general. La atención del menor era confiada a las enfermeras y cuando ellas no podían lidiar con la situación, se llamaba al doctor.
• 1904: En marzo se inauguró la primera sala cuna, en el Barrio San Jacinto. Institución que luego estuvo a cargo de la Sociedad de Hijas de San Vicente de Paul y años después al ISPM, ahora al ISNA.
• Cerca de 1915: Se abrió la Sala de Niños del Hospital Rosales. El hecho se considera el inicio de la pediatría en El Salvador.
• 1917: Por iniciativa estatal se instituyó el Servicio Médico Escolar, cuyo objetivo era atender a escolares y maestros. Años más tarde se creó la Sociedad Benéfica Pública, que concentra su labor y programas hacia la infancia, el que sobresale fue conocido como “La Gota de Leche”.
• 1923: Aunque sin mayor representación, la educación parvularia recibió más apoyo.
• 1928: El Dr. Benjamín Bloom donó el primer hospital de niños en el país, el que continúa siendo el único.
• 1940: Se habilitó la División de Higiene del Niño en la Dirección General de Salud. También la reforma educativa forjó las bases de la educación parvularia: se crearon los primeros programas.
• 1947: Se fundó la Sociedad de Pediatría de El Salvador.
• 1949: La década de los 40 terminó con la realización de múltiples campañas a favor de la niñez: Campañas de Higiene en las Escuelas, Plan Astoria, Campaña de Nutrición, Consulta Prenatal, Plan de Curación Maya, entre otras.
• 1950: Mediante el Decreto N°14 se modificó la Constitución de la República. En el artículo 180 se incluyeron especificaciones precisas para la infancia: “El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores y garantizará el derecho de éstos a la educación y a la asistencia”. Fue la primera vez que en la Constitución se abordaba el tema.
• 1951: Se abrió el Servicio de Cirugía Pediátrica, adscrito al Servicio de Pediatría del Hospital Rosales.
• 1953: En el Hospital de Maternidad se echó a andar el Servicio de Neonatología y el de Prematuros.
• 1955: El ISSS inauguró su Servicio de Neonatología. Además, en noviembre, entró en vigencia, mediante el Decreto legislativo N°1973, la Ley de Adopción de El Salvador; sin embargo, esta sólo contemplaba la adopción simple y no especificaba mecanismos de seguimiento, protección e integración familiar entre adoptado y adoptantes.
• Para la década de los 60: Se unieron los servicios pediátricos que habían estado dispersos en el Hospital Rosales y el Benjamín Bloom.
• 1962: Hasta este año a los doctores encargados de los menores se les conocía como “cuida niños”, pues no habían pediatras sólo médicos con interés por la infancia (documento histórico de la Asociación de Pediatría de El Salvador).
• 1980: Documentos de la Comisión de Derechos Humanos, Cruz Roja y otros organismos dan cuenta que durante el conflicto armado (1980-1992) la vida cotidiana de las niñas y los niños salvadoreños estuvo marcada por la violencia en distintos niveles. Muerte, mutilación, hambre, orfandad, exilio, injusticia y desprotección fue lo que las mayorías infantiles vivieron. Incluso, algunos padecieron antes del nacimiento. Las desapariciones infantiles se volvieron frecuentes. Esta realidad se mantuvo hasta el fin de la guerra.
• 1983: Entre las reformas constitucionales que entraron en vigencia se encontró que en los artículos 34, 35 y 36 se precisaron detalles sobre la protección y búsqueda del desarrollo integral para la niñez, en materia de salud, educación, asistencia, seguridad, identidad e igualdad, independiente a la condición legal de sus padres. En el artículo 56 se incorporó la educación parvularia, aunque sin un carácter obligatorio: “La educación parvularia, básica y especial será gratuita cuando la imparta el Estado”.
• 1990: El Salvador ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño. A partir de entonces se inició una revisión de la legislación interna en el tema de la infancia. Se aprobó la Ley General de Educación, la cual en el Título III, capítulo I, Artículo 12 estableció: “La educación Parvularia y Básica serán obligatorias para todos y juntamente con la educación especial serán gratuitas, cuando las imparta el Estado“.
• 1992: El 16 de enero se firmaron los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, México. Según expertos en sociología y política, estos fueron la oportunidad de oro para cambiar de fondo las estructuras sociales que promueven la exclusión y la miseria, pero no se aprovechó. Después de la guerra, junto a la reactivación económica, las reformas sugeridas se desvanecieron, desplazadas por la introducción de las nuevas políticas neoliberales. También se creó la Ley de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
• 1993: Se decretó la Ley del Instituto Salvadoreño de Protección al Menor.
• 1994: Con la entrada en vigencia del Código de Familia se derogaron las disposiciones contrarias a la Constitución de la República de 1983 y a la Convención sobre los Derechos del Niño contenidas en el Código Civil de 1860. Se derogó por este código la Ley de Adopción que entró en vigencia en el año1955 y se modificó el Código de Trabajo, vigente desde 1972, para favorecer a la infancia. Así, en el artículo 105, del Código de Trabajo, se estableció: “Se prohíbe el trabajo de los menores de dieciocho años en labores peligrosas o insalubres”.
• 1996: Se creó la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar. Además, se incluyó, por primera vez, en la Ley General de Educación información referente a la educación inicial (ver artículo 16).
• 2001: En noviembre entra en vigencia la Política Nacional para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (PNDINA), que sustituyó a la Política Nacional de Atención al Menor.
• 2005: En marzo se hizo la presentación oficial del Plan Nacional 2021, en cuyas líneas estratégicas se incluyó la universalización de la educación parvularia con énfasis en los seis años, la creación del programa Juega Leyendo, que apoya a la educación inicial y parvularia, así como Redes Solidarias que buscan llevar educación a las comunidades más pobres.
• 2006: En julio se reformó la Ley del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), aprobada en 1993.
• 2008: En octubre se presentó la propuesta Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA). También, se reformó la Ley General de Educación, en los artículos 16 y 17, donde se aborda el tema de la educación inicial.
• 2009: El 26 de marzo se aprobó la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA), documento que en sus 259 artículos recoge lineamientos que buscan proteger a la niñez.
De una manera cronológica se presenta la inclusión del tema de la niñez en el plano Social, pero en El Salvador se presenta avances en el reconocimiento de los derechos de la niñez, pero el panorama local es desfavorable para el desarrollo integral. La información muestra que los obstáculos se deben a que los esfuerzos llevados a la práctica no han partido de un diagnóstico del estado real de la infancia.
En el país hay 398 mil 608 niñas y 414 mil 634 niños, de cero a seis años. El 14% de la población total (Censo, 2007) integra un grupo heterogéneo, por la diversidad de ambientes económicos, sociales, culturales y étnicos. Por ello, a la hora de abordar el tema se deben tomar cuenta las diferencias en las condiciones de vida, las posibilidades de acceso a los recursos, servicios básicos y de desarrollo. Entre las variables se encuentran el lugar de residencia (urbano/rural), la cantidad de ingreso familiar, el modo de integración del hogar y el nivel educativo de las madres, padres o representantes. Sólo el conocimiento de las necesidades, problemas y expectativas de la niñez permitirá la creación de un sistema que responda con oportunidades de desarrollo integral en la primera infancia.
En el menor tiempo posible, la situación exige normas legales, políticas y estrategias del Estado hacia el establecimiento de compromisos, funciones y presupuestos acordes a las necesidades de la población infantil, con énfasis en los primeros seis años. El enfoque será inclusivo, bajo el respeto de los derechos ineludibles, inherentes y universales que tienen a partir de sus características.
Datos estadísticos e informes sobre la realidad nacional, de diversas organizaciones locales y extranjeras, evidencian que los niños y las niñas se desarrollan en ambientes de alto riesgo. Muerte, desnutrición, maltrato físico, agresiones sexuales, abandono, trabajo infantil, negligencia y escasa estimulación temprana son algunos de los problemas que enfrentan, sobre todo en las familias más pobres.
Por la estructura de la sociedad salvadoreña, los niveles de acceso a los recursos para la supervivencia y el desarrollo están asociados a la condición socioeconómica. En los estratos de mayores ingresos, las niñas y los niños tienen posibilidades más altas de recibir el conjunto de intervenciones ordenadas capaces de cubrir las necesidades nutricionales, de salud, protección, educación, además de la estimulación temprana. En cambio, en las clases mayoritarias, donde la pobreza y la exclusión son endémicas, se enfrentan condiciones de vulnerabilidad social. Esto entorpece los procesos de desarrollo y marca las vidas para siempre.
En las clases más vulnerables, rurales y urbanas, se requiere mayor intervención con la promoción de la AEPI, desde una perspectiva de derechos, género e inclusión social. El objetivo sería la superación de las diferencias en los estilos de vida de quienes tienen padres, madres y representantes con trabajos estables y bien remunerados, con los que perciben salarios miserables. Se lograría una desmercantilización del ejercicio pleno de los derechos humanos y de la niñez.

La producción de la subjetividad en los tiempos del neoliberalismo

La producción de la subjetividad en los tiempos del neoliberalismo: hacia un imaginario con capacidad de transformación social1
José Manuel RODRÍGUEZ VICTORIANO
Universidad de Valencia
Departamento de Sociología y Antropología social.
Jose.M.Rodriguez @uv.es

Cuadernos de Relaciones Laborales 89
2003, 21, núm. 1 89-105
ISSN: 1131-8635

SUMARIO

1. Introducción: Las identidades autistas de la post-modernidad.
2. La reducción liberal de la subjetividad humana.
3. La dimensión instituyente del imaginario social: límites y posibilidades.
4. Referencias bibliográficas.

RESUMEN

La hegemonía neoliberal de las últimas décadas ha traído aparejadas inmensas transformaciones económicas, políticas y sociales. El relativo equilibrio que se estableció en las sociedades occidentales de posguerra en la dialéctica entre ciudadanía, subjetividad y emancipación social comenzó a transformarse drásticamente a partir de los años ochenta (Santos 2000).

La reorganización del sistema capitalista que surge de este periodo se ha
concretado socialmente, en el incremento de la vulnerabilidad social y en el crecimiento de las desigualdades sociales, dando lugar a la emergencia de la llamada ‘nueva cuestión social’ (Robert Castel 1977). El territorio de la globalización, nombre que toma la etapa actual del capitalismo (Etxezarreta 2001), es un espacio de des-regularización y privatización
totalizante.

Un espacio de precarización de la condición laboral, pero también de precarización de otras dimensiones de la condición ciudadana (Alonso 2000): desde la reducción de los mecanismos de la participación política a su simple simulacro formal, hasta la trivivialización autista de las subjetividades e identidades transformadoras (Benjamín 1997). La confluencia de estas dimensiones apuntan hacia un nuevo totalitarismo social, laboral, cultural y político; una deriva hacia lo que Boaventura de Sousa Santos (1999) ha
definido como un ‘nuevo fascismo societal’.

El planteamiento que aquí se sigue sostiene que entender las nuevas formas de desigualdad que comporta esta etapa de globalización exige, necesariamente, analizar la producción neoliberal de la subjetividad humana desde sus contextos socio-históricos. Situándose en una perspectiva crítica, y desde el espacio que abre la intersección entre teoría social y teoría psicoanalítica (Castoriadis, Elliott, Guattari), analiza como la producción de la subjetividad en el neoliberalismo reduce a los actores sociales a individuos, para apuntar, por último, algunas reflexiones sobre las posibilidades de un imaginario con capacidad de transformación social.

PALABRAS CLAVE
Subjetividad. Desregulación. Precariedad. Nueva cuestión social. Conciencia
de los derechos laborales.

1 El presente artículo nace de una aportación al primer Foro Social Mundial. De Porto Alegre (Brasil). Fue presentada en el taller que llevaba por título Subjetividad y Trabajo. La atención y amabilidad de Valter

Abordamos una época en que, al diluirse los antagonismos de la guerra fría, aparecen de manera más neta las amenazas mayores que nuestras sociedades productivistas hacen pesar sobre la especie humana. Nuestra supervivencia en este planeta está amenazada no sólo por las degradaciones ambientales, sino también por la degeneración del tejido de solidaridades sociales y de los
modos de vida psíquicos que conviene, literalmente, reinventar. La refundación de lo político deberá pasar por las dimensiones estéticas y analíticas que se implican en las tres ecologías del ambiente, el socius y la psique. Felix Guattari (1992:34)

1. Introducción: Las identidades autistas de la post-modernidad

Las verdades incontestables tienen la desventaja de oscurecer la verdad embotando los sentidos. Casi nadie se verá alarmado si se le dice que en tiempos de continuidad el futuro equivale al pasado. Sólo algunos se darán cuenta de que de esto se sigue que en tiempos de cambio socio-cultural
el futuro no va a parecerse al pasado. Más aún, frente a un futuro no claramente percibido, no sabemos cómo actuar y sólo nos queda una certeza: si no actuamos nosotros mismos, alguien va a hacerlo por nosotros.

Así es como, si deseamos ser sujetos, más que objetos, lo que vemos
ahora, esto es, nuestra percepción, debe ser más una prevención que una mirada a posteriori. Heinz Von Foerster.(1991:187).

Desde la década de los setenta, la unilateral ruptura del pacto Keynesiano en la sociedades occidentales ha ido erosionando progresivamente las posibilidades del Estado de Bienestar y el proyecto ‘moderno’ sobre el que se sustentaba de una ciudadanía ‘total’.

Una ciudadanía cuyos derechos políticos, económicos y sociales estaban garantizados y reconocidos por el propio Estado (Alonso 1999). La reorganización del sistema capitalista en el posfordismo y la ‘santisima
trinidad’ de su ideario liberal: competitividad, flexibilidad y rentabilidad (Petrella 1997) han dado lugar a un nuevo Estado Mercantilizador que ha propiciado la progresiva des-regulación y precarización laboral, el correlativo aislamiento de las clases trabajadoras y la dualización
social.

El correlato de este ‘nuevo espíritu del capitalismo’ ha sido, en el plano políticocultural, la corrosión de la ciudadanía social por una constelación ideológica de carácter ultra-conservador (Ortí, 1995) en la que el mercado, la revalorización de lo individual y el desprestigio de lo colectivo han devenido los núcleos centrales de la práctica social. La idea de mercado y las de libertad, competencia, mérito, lucro o iniciativa privada, que gravitan en su
órbita, han desempeñado, (Santos 1999: 311), un papel decisivo en el desmantelamiento relativo de la mítica sociedad de clases medias del Estado del Bienestar.

En lo político, la desmovilización de la participación democrática (Rodríguez y Benedito 2000) y la emergencia de un nuevo totalitarismo o ‘fascismo societal2’ son sus rasgos más destacados.

2 El concepto, como señalábamos en el resumen procede de Santos (1999:22). Su novedad tiene dos características. no es un regimen político, a diferencia del de los años treinta y cuarenta, sino un régimen social y de civilización y, en segundo lugar es pluralista esto es, no sacrifica la democracia ante las exigencias del capitalismo sino que: «la fomenta hasta el punto que ya no resulta necesario, ni siquiera conveniente sacrificarla para promover el capitalismo».

Las identidades que produce la hegemonía de esta constelación están deliberadamente separadas de la posición social que ocupan en el espacio de la producción. Las identidades ‘post-modernas’ se construyen en detrimento de la ciudadanía social, son subjetividades sustancialmente autistas y narcisistas, perfectamente compatibles con la des-regulación, fragmentación y precarización de las condiciones laborales y los derechos de ciudadanía social.

Los elementos más emancipadores de la subjetividad construidos en las décadas anteriores, es decir, las aspiraciones hacia la autonomía, creatividad y reivindicación de la igualdad desde la diferencia que conformaron los Movimientos Sociales han sido corroídos por la subjetividad neoliberal.

El desmantelamiento de los vínculos sociales, el narcisismo y la reivindicación de la privacidad son los productos centrales de esta nueva alquimia neoliberal; elementos que acoplados al productivismo proporcionan una integración mucho más efectiva de los individuos en la compulsión consumista3.

3 La publicidad de finales de los noventa de un operador bancario sintetizó magníficamente esta dimensión, su eslogan, anunciado por una gloria de la canción protesta de los sesenta rezaba: «Libertad, igualdad y rentabilidad».

En paralelo, el mayor peligro en términos colectivos que conlleva la producción de las identidades de la subjetividad neoliberal es su concepción de la diferencia como un riesgo para el ‘yo’, su rasgo más inquietante es la tendencia hacia el rechazo radical de la alteridad, su concepción dominante del ‘otro’ como una amenaza.

Visto así, la trivialización o, como lo llama Elliott el ‘anti-pensamiento’ —su expresión en lo individual—, y el ‘pensamiento único’ —su expresión en lo social— serían dos de sus síntomas más significativos:
«Es claro —escribe Elliott— que el rechazo de la alteridad, como Bion lo ha demostrado, a menudo puede conducir a una eliminación de la misma capacidad psíquica de pensamiento. El antipensamiento, el bloqueo y la eliminación de la experiencia y el afecto, abren el camino para una traducción, en términos de acción de los estados psíquicos aterradores y destructivos.

Cuando el espacio simbólico es excluido violentamente, pueden aparecer la proyección excesiva, la paranoia y la disociación psicótica, y bajo condiciones contemporáneas, en las que existe una autorización ideológica para canalizar el odio, esto a menudo conduce a la deshumanización, y al efectivo asesinato de los otros» (1997:63).

En el ámbito de las ciencias sociales, la literatura sobre las fracturas en lo económico, en lo social, en lo político y en lo existencial que produce la actual fase del capitalismo es abundante. Se han analizado con profusión las tres primeras dimensiones y sus relaciones internas, sin embargo, el análisis de la última dimensión y su relación con las otras tres han sido más bien escasos. Profundizar en la investigación teórica en torno a las condiciones de la producción de la subjetividad humana en un contexto socio-histórico atravesado y sugestionado por el mito neoliberal del mercado mundial es una tarea necesaria.

Sostiene Félix Guattari (1996:162) que la subjetividad contemporánea sólo podrá salir del repliegue sobre sí misma, de la infantilización masmediática y del desconocimiento de la alteridad en el dominio humano cuando aparezcan a su alcance objetivos creadores, cuando se consolide, más allá del ethos posmoderno, la aspiración a una reapropiación individual y colectiva de la producción de la subjetividad. Esta reapropiación se vincula necesariamente con el horizonte de un imaginario con posibilidades de transformación social, con sus posibilidades teórica y sus concreciones en la realidad social.

En los siguientes apartados, se enlaza con la propuesta anterior; se introducen algunas consideraciones. En términos teóricos, dichas consideraciones están inscritas dentro de la tradición de la sociología crítica. Una teoría que, siguiendo la concisa definición de Boaventura Sousa Santos (2000:23), no reduce la realidad a lo que existe, va más allá. Cómo se sabe, el análisis
crítico de la realidad social se asienta en el presupuesto de que la forma concreta de existencia social no agota sus posibilidades de existencia real; su tarea consiste precisamente en definir y evaluar las alternativas de lo empíricamente dado.

A su vez, se inscribe en una tradición de saber socialmente comprometido (Bourdieu 2001), que, frente al ‘fin de la historia’ de la Post-modernidad, constata empíricamente las promesas incumplidas de la modernidad y da
cuenta cuantitativa y cualitativamente de sus efectos perversos. En términos teóricos, esta tradición ha incorporado a las fuentes clásicas de las ciencias sociales críticas —marxismo, psicoanálisis y lingüística—, las perspectivas de los desarrollos contemporáneos de la física, la biología.

Este cruce de líneas se ha ubicado, en mayor o menor medida, en el marco epistemológico del llamado paradigma de la complejidad4.

4 Una excelente presentación, en sentido didáctico, del pensamiento sistémico se encuentra en el libro de Fritjof Capra (1998) titulado «La trama de la vida. una perspectiva de los sistemas vivos», publicado en la editorial Anagrama. Una presentación de sus últimos desarrollos en Ciencias Naturales se puede encontrar en la Revista Métode de la Universidad de Valencia en su número de otoño de 2002, titulado precisamente ‘Sinfonía del caos. Un paseo por la complejidad’. Por otra parte, es ya un clásico el suplemento de Anthropos nº. 22, que lleva por título: ‘Nuevos avances en la investigación’, en él se puede encontrar una presentación exhaustiva de la epistemología de la complejidad desde la perspectiva de la investigación social. En cuanto a la
sociología de inspiración ecológica, se puede destacar la presentación que hace Morin (1983) en ‘El Metodo. La vida de la vida’, en ediciones Cátedra, en particular, los capitulos IV,V y VI de la primera parte. Unas fundamentaciones más completas, en el sentido de integrar junto al desarrollo epistemológico las implicaciones políticas—, se pueden encontrar en el texto clásico de Enrique Leff «Ecología y capital. Racionalidad ambiental,
democracia participativa y desarrollo sustentable», publicado por siglo XXI; así como en la obra de Jesús Ibáñez (1985, 1985Ì), en particular, en el artículo: «Hacía una ética de la (eco)responsabilidad»,incluido en la recopilación de textos de Jesús Ibáñez (1997), que con el título de «A contracorriente» ha publicado la editorial fundamentos. Por último, una pequeña observación: el paradigma cibernético no está reñido con el pensamiento simple; uno de los abusos en el uso del paradigma de la complejidad dentro de las ciencias sociales es su doble derivación, por una parte, hacia la simplificación del ‘a-historiscismo’, que concede máxima prioridad a la sintaxis y olvida la semántica; y, por otra, a la trivialidad del ‘individualismo metodológico’. De ambas es un buen ejemplo la introducción que a la obra de Jean-Pierre Dupuy (1997) «El sacrificio y la envidia» realiza desde la mismísima Universidad Europea de Madrid, Juan Gutiérrez. «Una cultura de la imaginación sin ilusiones, un espacio cultural que admite la forma provisional y contingente de las estructuras del imaginario. La posmodernidad es un mundo reflexivo, un mundo en el cual estamos cada vez más sujetos a nuestro propio y múltiple ser.»

Un paradigma que sustentado en la epistemología política ha pasado del presupuesto de la objetividad al de la reflexividad y que, frente a la retórica de la sociedad de la información (Castells 2000), tiende a explicitar los proceso de vinculación entre los intereses de los sujetos y los procesos de conocimiento.

A partir de aquí, el planteamiento que sigue analiza en primer lugar la reivindicación neoliberal de la subjetividad humana, para en segundo término revisar los límites y posibilidades de la dimensión instituyente de lo imaginario basándose en la concepción teórica del imaginario social de Cornelius Castoriadis (1975, 1994, 1998),y en la revisión que de su propuesta realiza Anthony Elliott (1995, 1997), sintetizando las posibilidades de el principio productivo de lo imaginario para la subjetividad humana y para la vida social.

En los tiempos de la post-modernización neoliberal la obra de estos autores contiene, en mi opinión, unas claves conceptuales importantes en la tarea de fundamentar la reivindicación teórica del imaginario social, su dimensión instituyente para la subjetividad humana y sus potencialidades para la transformación social. En suma, como sostiene Elliott (1997:64), en contraste con la ‘muerte de la imaginación’ predominante en la teoría contemporánea, nuestro presente está mejor caracterizado como:

2. La reducción liberal de la subjetividad humana

Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tan firmemente a la realidad como la insistencia en el trabajo, que al menos lo inserta en forma segura en un fragmento de la realidad, a saber, la comunidad humana. La posibilidad de desplazar sobre el trabajo profesional y sobre los vínculos humanos que con él se enlazan una considerable medida de componentes libidinosos, narcisistas, agresivos y hasta eróticos le confiere un valor que no le va en zaga a su carácter indispensable para afianzar y justificar la vida en sociedad. Sigmund Freud. El malestar en la cultura. Amorrortu editores, Buenos Aires, 1988, p. 80.

La elaboración de un relato con afán de rigor sobre lo imaginario y de nexos entre psique y cultura, requiere como condición indispensable reconducir la subjetividad humana a los contextos sociales e históricos desde donde emerge. Situándonos en una escala histórica amplia podemos constatar como la índole cada vez más instrumental y mercantilizada de los procesos
capitalistas obliga a los sujetos a declinar su auto-conciencia, perdiendo autonomía y encerrándolos en la virtualidad ilusoria de la autosuficiencia5 narcisista.

5 En términos psicoanalíticos, la represión y la disociación son los mecanismos que permiten esta operación. Según Freud (‘La escisión del Yo en el proceso de defensa’, 1938) La función del YO es integradora, asociativa, busca la síntesis, sin embargo, ante el conflicto, dicha función puede escindirse; aceptando, por un lado, las exigencias de la realidad —mediante la represión pulsional que puede dar lugar al síntoma—, y por otro, permitiendo que la pulsión consiga su satisfacción mediante el repudio y negación de la realidad, la ilusión narcisista. En definitiva, represión y repudio son respuestas contrapuestas y coexistentes. En términos sociales el orden neoliberal impone drásticamente sus exigencias, y trata de reducir las resistencias frente a
dicha normatividad al espacio individual de su negación y repudio narcisista; perfectamente compatible, por otro lado, con dicho orden.

El individualismo metodológico es el necesario correlato teórico dentro de las ciencias sociales de dicha autosuficiencia narcisista. Su supuesto teórico: el sujeto radical y antropológicamente libre actuando en situaciones
artificialmente simplificadas y a-históricas se extiende, a partir de la crisis de los setenta, a los diferentes campos del conocimiento: filosofía, politología, psicología, sociología. Sin menospreciar su hegemonía en todos ordenes sociales y el alto valor de cambio del que ha gozado en los círculos académicos, en términos teóricos, a pesar de sus juegos, no va mucho más
allá. Se trata —como han observado Luis Enrique Alonso y Javier Callejo (1994:38)—, de una reedición del viejo liberalismo mercantilizador asentado en un individualismo posesivo:

Frente a la visión grupalista y convergente de la mesocratización social de la era Keynesiana y social demócrata, la nueva retórica de las ciencias sociales tiende a estar presidida por las cajas negras y las construcciones formalizadas de inspiración micro-económica, precisamente para que los grupos reforzados por la economía financiera de los años ochenta encuentren en su retórica
abstrusa y en su apelación a la cientificidad —y a la tecnología— su dinámica propia de elitización y separación social. Visión que tiende a consagrar una percepción absolutamente micro de la sociedad y de las relaciones de su grupo de referencia con la sociedad y lleva asociada, lógicamente, la desconfianza hacia cualquier tipo de acción colectiva comunitaria6….

De este modo, el orden social queda atrapado en el registro de lo real que instituye la teoría dominante del imperialismo económico —un orden económico cuyo delirio comporta la aspiración totalitaria a un mundo puro y perfecto—, quedan espurgados —etimológicamente esporgar alude a la perdida de los árboles o de las vides su fruto naciente—, y disociados de dicha realidad los componentes imaginarios y simbólicos vinculados a la transformación social.

Desde dicha norma, que imperativamente rige la corrección política contemporánea, se sanciona socialmente tanto el salirse de las soluciones tópicas como la búsqueda especulativa o teórica de otros caminos. La máximización de los rendimientos económicos deviene la única
ley de valor:
No hay más valor —escribe Jesús Ibáñez (1994:250) preguntándose por la responsabilidad de los intelectuales— que la performatividad: el rendimiento, la correlación entre inputs o inducciones y outputs o deducciones… así nos lanzamos por todos los atajos: por el atajo de las violaciones de los derechos humanos (el fin justifica los medios), por el atajo de la industria armamentística (es más rentable), por el atajo del respeto a los poderes fácticos (no comprendo cómo hay gente de izquierdas cuando los de derechas vivimos también), una inmensa tautología amenaza con
deglutirnos. No importa a dónde vamos importa lo deprisa que andemos (el ritmo de la modernización.

6 Luis Enrique Alonso y Javier Callejo: «consumo e individualismo metodológico: una perspectiva crítica» en Politica y Sociedad, nº 16, mayo agosto 1994, pág 118.

2.1. El homo oeconomicus: un Mr. Hyde individualista y mercantilizador

Aunque, no forma parte de los objetivos de artículo profundizar en la crítica al liberalismo económico, resulta necesario mostrar los trazos con los que desde su misma génesis socio-histórica ha tratado de reducir la subjetividad humana y la exploración imaginaria de lo posible en la vida social a la estricta racionalidad económica de la doctrina liberal.

De la mano de Karl. Polanyi y Pierre Bourdieu, seguiremos, desde la génesis socio-histórica del liberalismo, el proceso de reducción de la subjetividad humana y su concreción actual.

En ‘La Gran Transformación’ Karl Polanyi (1989) amplia y fundamenta desde la antropología económica, la noción clave de fenómeno social total de Marcel Mauss (1974), un concepto que, como es sabido implica un análisis cada vez más profundo (completo) de fenómenos sociales concretos, y que, en última instancia, busca acrecentar el número de realidades conocidas en la intersección entre lo individual y lo colectivo.

La perspectiva histórica de la investigación de Polanyi7, le conduce a una conclusión rotunda: el determinismo económico que desde el siglo XIX caracteriza a las sociedades occidentales europeas, es un hecho único y excepcional en la historia de la humanidad: se trata del intento de institución por el estado de un mercado económico autorregulador. ¿Cúales son las consecuencias de este hecho?

En primer lugar, la aparición de una esfera económica autónoma como consecuencia de la transformación conjunta (también por primera vez) en mercancías del trabajo, la tierra y el capital. Significa, en segundo lugar, y como efecto de esa transformación en mercancías del trabajo, la tierra y el
capital la sumisión de la sociedad a las leyes del mercado económico con la consiguiente destrucción de todas las formas pasadas de vida comunitaria. Significa, en tercer lugar, la creencia en el progreso, entendido como crecimiento y acumulación económica ilimitada, medido en el
incremento constante del consumo de energía, como objetivo social último. Supone, finalmente, la preeminencia teórica y práctica del individualismo moderno8.
7 En su repaso histórico de las sociedades y los sistemas económico escribe K. Polanyi: «Se puede afirmar, en general, que todos los sistemas económicos que conocemos, hasta el final del feudalismo en Europa occidental, estaban organizados siguiendo los principios de la reciprocidad, de la redistribución, de la administración doméstica, o de una combinación de los tres. Estos principios se institucionalizaron gracias a la ayuda de una organización social que utilizaba los modelos de simetría, de la centralidad y de la autarquía entre otros.» (1989:100).
8 A este respecto resulta muy instructiva la crítica al individualismo metodológico que desde la ecología política realizó Martinez-Alier (1984) en su obra clásica L’cologisme i L’economia, Barcelona, Edicions 62, 1984.

El individuo —entendido como ser moral, independiente, autónomo y previo a lo social— se convierte en el valor máximo a cuyo servicio debe ponerse la sociedad. Desde esta concepción devienen inseparables el desarrollo social, la realización de la sociedad, y la doctrina económica liberal expresada
en la economía de mercado capitalista. El fascismo será para Polanyi una expresión extrema y dramática de la filosofía económica liberal.

Hacia finales de la década pasada, Pierre Bourdieu (1998:109), al preguntarse sobre la esencia del liberalismo escribía:
Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática basada, desde su mismo origen, en una formidable abstracción, que, en nombre de una concepción tan estrecha como estricta de la racionalidad, identificada con la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales respecto a las normas racionales y de las estructuras económicas y
sociales que son la condición de su ejercicio.

Sin embargo, esta teoría ‘des-socializada’ y ‘des-historizada’, tiene efectos devastadores posee, siguiendo el análisis de Bourdieu, hoy más que nunca los medios de convertirse en verdad empíricamente verificable, ya que no es un discurso ideológico más, es un discurso fuerte y difícil de combatir porque:
dispone de todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerzas que él contribuye a hacer tal y como es, sobre todo orientando las opciones económicas de los que dominan las relaciones económicas y sumando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza.

En nombre de ese programa político de conocimiento convertido en programa político de acción, se lleva a cabo un inmenso trabajo político… un programa de destrucción metódica de los colectivos. Un escenario social, en suma, en el que a la auto-explotación (Ibáñez, 1994)9 desbocada del sistema por si mismo se ha añadido la creciente explotación cuantitativa y cualitativa de los seres humanos y la naturaleza. La inseguridad en lo individual, en lo local y en lo global deviene la norma para sectores cada vez más amplios.

Emergencia, pues, de la ‘sociedad del riesgo’ (Beck 1997) que amenaza ‘transversalmente tanto lo social, lo cultural y lo económico, como lo local y lo global. Amenaza civilizatoria en lo macro, expresada privilegiadamente por la crisis ecológica; y amenaza individual y colectiva en lo micro expresada económica y socialmente en la creciente vulnerabilidad y fragmentación social que salpican y amenazan la inmediata cotidianidad (Montes, 1996, Poveda y Santos, 1998)10: especulación financiera y constante riesgo de quiebra del capitalismo financiero o de ‘casino’, reducción del coste de la mano de obra, flexibilización, precarización y desregulación del mercado de trabajo, unilateral imposición mass-mediatica del llamado pensamiento único, conformismo generalizado.
9 Desde el planteamiento de Ibáñez, la autoexplotación supone la explotación reflexiva del organismo o texto o sistema por si mismo. Trata a los fines de modo que les impide seguir siendo fines. Este tipo de explotación produce un exceso de ligadura de la información por la información y conduce a un cierre del sistema sobre sus límites. Se produce este tipo de explotación cuando el sistema tiende a cerrarse a la búsqueda de nuevos fines y a la transformación de sus estructuras. La teoría psicoanalítica a nivel individual-micro y la teoría
marxista a nivel social-macro dan cuenta de este tipo de explotación. El sistema social es un sistema abierto a la búsqueda de nuevos fines y a la transformación de sus estructuras, los individuos humanos son los operadores
de esa abertura. La abertura del sistema se refleja en los individuos como poder de hacer preguntas que nadie puede responder: la autoexplotación implica el cerramiento del sistema reflejado en los individuos como
sometimiento a las respuestas que obturan el poder de preguntar.(Ibáñez: 1994 a:147-167).
10 Ignacio Ramonet ha contribuido a divulgar la noción de ‘Pensamiento único’, una suerte de terrorismo del pensamiento, cuya singularidad radicaría, de acuerdo con Castoriadis, en que es el primer pensamiento que propone y busca la desaparición integral del pensamiento. Por citar sólo dos análisis de interés, a modo de ejemplos de la dimensión económica y su traducción al estado español vale la pena ver el libro de Pedro Montes El desorden Neoliberal, Trotta, Madrid, 1996, donde desarrolla teóricamente la incapacidad del neoliberalismo para dar una respuesta económica a los problemas de los países y de la economía internacional. También, el artículo de Maria Poveda y Antonio Santos en su artículo: «El mercado de trabajo devastado: procesos de flexibilización a la española», en el segundo número de la revista ‘Arxius de sociologia’ realizan un recorrido sistemático por la cara oculta de la modernización española, describiendo las transformaciones del neoliberalismo en el mercado laboral y sus vínculos con los procesos de exclusión social.

Amenazas todas ellas enmarcadas, como señalábamos más atrás, dentro de programado desmantelamiento de importantes espacios de seguridad pública que garantizaba el Estado de Bienestar.

En el plano del imaginario social instituido y la vida política, el ascenso de la insignificancia, la reducción neoliberal del imaginario social, el aumento, en definitiva, de la heteronomía individual y colectiva, y la correlativa disminución de la la democracia participativa y la libertad son algunas de sus concretas expresiones actuales. La ficción de la autonomía del individuo liberal, arrastra un creencia implícita, la igualdad. Igualdad ante Dios, ante la Ley, ante el Mercado. Esta creencia es fundamental para el funcionamiento de las sociedades occidentales reguladas por luchas de clases; por un lado potencia el funcionamiento de la democracia formal y representativa, pero por otro, bloquea los caminos hacía una autonomía real de los sujetos y las colectividades.

Veamos esta cuestión más en detalle siguiendo la perspectiva de Ibáñez
(1997). En el artículo titulado ‘Nada para el pueblo, pero sin el pueblo’ reflexiona sobre los límites y posibilidades de la democracia formal y representativa. Para Ibáñez, la propuesta que hacen —en las sociedades reguladas por lucha de clases—, los que mandan a los mandados se
condensa en la siguiente frase: «Mañana, cadáveres gozaréis». Un contrato leonino, a través del cual, los que mandan proponen intercambiar el hecho del sufrimiento de los vivos en el presente, por un dicho sobre el goce de los muertos en el futuro. Esta propuesta se formula desde tres lenguajes: religioso, jurídico-político y publicitario.

En los tres lenguajes subyace una creencia implícita: todos somos iguales, ante Dios, ante la Ley, ante el Mercado. Veamos su formulación. En el lenguaje religioso, se asume la propuesta completa: «Mañana, cadáveres, gozaréis», el goce se pospone para después de la muerte. En la propuesta jurídico-político, se afirma el goce pero diferido a un futuro en la vida: «Mañana gozaréis». Por último, en el lenguaje publicitario, propio del capitalismo de consumo, la propuesta acentúa el «Gozaréis»; un gozaréis que, en su radical inmediatez virtual, cambia el presente por el futuro, se apropia de la realidad y deja los sueños.

La interiorización del sentimiento de deuda de los mandados, la secularización del agradecimiento cristiano, con los que mandan es el mecanismo que permite mantener el pacto. En definitiva, aunque formalmente todos somos individuos iguales, en la práctica unos pueden y otro deben, los primeros monopolizan los derechos, los segundos las obligaciones. La profundización en la democracia supone intentar alcanzar una autonomía individual y colectiva real, recuperar nuestro imaginario de transforrmación social.

Hacer real la propuesta de una igual libertad para todos. Teniendo en cuenta que la autonomía efectiva del conjunto social, debe ser una preocupación fundamental de cada uno, la tarea consustancial de los ciudadanos. El olvido de esta evidencia, en palabras de Castoriadis, es una de las innumerables estafas del individualismo contemporáneo.

La ideología neoliberal, en el terreno de la política social, se caracteriza por presentar unas propuestas que buscan resolver con soluciones individuales y culturales, los problemas públicos y socio-económicos. Su propaganda vende soluciones individuales y privadas a problemas sociales y públicos. De este modo, la propaganda neoliberal postula la buena voluntad individual como la respuesta a la precarización y la pérdida de los derechos sociales de los ciudadanos: salud, vivienda, educación o prestaciones sociales.

Sin embargo, estamos lejos de la conclusión de que el imaginario neoliberal se haya impuesto de modo totalitario en el espacio social. Las resistencias son cualitativamente importantes, el nuevo cosmopolitismo de los Movimientos Sociales es, entre otras cosas, una muestra de lo contrario. Expresa una voluntad de ciudadanía constructiva que supone una respuesta concreta a problemas concretos. Así, en palabra de Alonso (1998:55):
Lejos del fin de la historia, o mejor utilizando el fin de la historia para regresar a ella trasformándola…hoy se está difundiendo cada vez más la visión de que realmente ser espacios de seguridad, cooperación y reflexión constructiva en una sociedad cada vez más anómica y productora de riesgos.

En resumen, el conjunto de transformaciones económicas, políticas y culturales que ha acompañado el proceso de reestructuración del sistema capitalista de las tres últimas décadas ha acelerado la descomposición de las fuentes de legitimidad de las identidades de la modernidad.

Los conceptos de ‘postmodernidad’ (Lyotard, Lyon, Jameson, Harvey), sociedad de la Información (Castells), o era ‘Postsocialista’ (Frazer) remiten a la progresiva corrosión de las instituciones y organizaciones que construidas en torno al Estado democrático y al pacto Keynesiano entre capital y trabajo les servían de soporte.

Las identidades ‘sólidas’: trabajo, familia, Estado del Bienestar, juventud, masculinidad y feminidad… han quedado a la intemperie. Su tendencia a desvanecerse en el aire obliga, a cada vez más hombres y mujeres convertidos
en ‘sujetos en proceso’ (Kristeva), a cruzar la frontera de la posidentidad (Jarauta). Un territorio donde los sujetos producen su continuidad identitaria mediante la reflexividad y la negociación intersubjetiva y la radicalización de la democracia participativa (Genro, 2000).

La posidentidad es un territorio fractal, ambivalente, frente al desmoronamiento angustioso de las certezas que proveían las identidades modernas, frente a la muerte del sujeto y de la imaginación en la teoría social contemporánea; emerge un espacio de apertura, un espacio para una
imaginación radical, que huye de las ilusiones narcisistas totalizadoras, capaz de abrir nuevas posibilidades para la intervención y la transformación social.

Desde esta subversión imaginaria emergen las apuestas por la producción de identidades nómadas, híbridas y ambivalentes, identidades capaces de poner en cuestión, mediante su propia práctica, los procesos de dominación
social. En el siguiente apartado se vuelve sobre esta cuestión de subversión imaginario desde las aportaciones de Castoriadis y Elliott.

3. La dimensión instituyente del imaginario social: límites y posibilidades

Imaginario y realidad, en su inestabilidad permanente, constituyen las condiciones de posibilidad de aquello que se acordado en llamar existencia. Ambos soportan el trabajo, están preñados de aquello que los constituye (que ellos constituyen): el devenir… La distancia respecto del principio de realidad, facultad que Freud atribuye a lo imaginario, es también una distancia táctica y subversiva; para expresarlo en términos corrientes: se trata de retroceder para poder saltar mejor. Michel Maffesoli (1977:83).

La intersección entre las teorías sociológicas y las psicoanalíticas es especialmente fecundas cuando ambas perspectivas comparten al menos dos supuestos (Zaretsky, 2001): la radicalidad historicidad de sus formulaciones y el punto de vista de que las categorías y las distinciones
dominantes y socialmente impuestas se disuelven dentro del individuo y son reelaboradas (subjetivadas) como deseos únicos del propio sujeto. Los autores que comento a continuación comparten ambos supuestos. En las primeras páginas de su obra central, La institución imaginaria de la sociedad, Castoriadis sostiene que la operación básica de lo imaginario consiste en la
producción de imágenes y de formas, escribe (1975: 7-8):
Lo imaginario no nace de la imagen especular ni de la mirada del otro. Más bien, el ‘espejo’ mismo y su posibilidad, y el otro como espejo, son obra de lo imaginario, que es creación ex nihilo.

Los que hablan de lo ‘imaginario’y por tal entienden lo ‘especular’, el reflejo de lo ficticio, no hacen sino repetir, por lo general sin saberlo, la afirmación que desde siempre los encadenó al sótano de la famosa caverna: es necesario que este mundo sea una imagen de algo. El imaginario
del que yo hablo no es ‘imagen de’. Es creación incesante y esencialmente indeterminada (histórico- social y psíquica de figuras/formas e imágenes…

En consecuencia, para Castoriadis lo imaginario no significa ilusorio, ficticio o especular, sino producción de nuevas formas, una producción no determinada sino determinante: «Lo que denominamos ‘realidad’ y ‘racionalidad’ son obras suyas». Del mismo modo entenderá que la producción, como obra de lo imaginario social de la sociedad instituyente, es el modo propio de ser del campo histórico-social. La sociedad es auto-producción que se despliega como historia. Una auto-producción semejante a la que preconizan para el mundo biológico Varela y Maturana (1990), pero con una diferencia sustancial, en el mundo social la autonomía no es un cerco, sino una apertura (1994:76-77):
La autonomía del ser vivo es su cerco, su cerco de organización, de información de conocimiento. Ese cerco significa que el funcionamiento del ‘si mismo’ vivo y su correspondencia con las diversas ‘cosas’ que son exteriores a él, están gobernadas por reglas, por principios, por leyes,
por sentidos que son dados por el ser vivo pero que una vez dado lo son de una vez por todas y cuyo cambio cuando sobreviene (parece aleatorio). Pero eso es lo que llamaríamos —que yo llamo— heteronomía en el mundo histórico-social: el estado en que son dados de una vez por todas los principios, los valores y las leyes, las normas y las significaciones y en que la sociedad o el individuo, según los casos, no tiene ninguna posibilidad de obrar sobre ellos.

Por el contrario, la autonomía del mundo social es una creación histórica que tuvo su origen en la antigua Grecia y supone una nueva forma de ser que pone en tela de juicio su propia ley de existencia y su propio orden dado:
La autonomía —concluye Castoriadis— toma aquí el sentido de una auto-institución de la sociedad, auto-institución, en adelante, más o menos explicita: nosotros hacemos las leyes, lo sabemos, y somos responsables de nuestras leyes, de modo que debemos preguntarnos cada vez: ¿Por qué esta ley y no otra? Esto implica evidentemente la aparición de un nuevo tipo de ser histórico en el plano individual, es decir, la aparición de un individuo autónomo que puede preguntarse y también preguntar en voz alta: ‘Es justa esta ley’.

Por su parte, Anthony Elliott, en su contribución a la tarea de reformular las relaciones teóricas entre la teoría social y el psicoanálisis, aborda en profundidad los procesos psicológicos del sujeto y las relaciones sociales humanas, así como, las manifestaciones de la ideología y el poder y sus concreciones sobre la sexualidad y las divisiones de género. En este contexto sostiene que la teoría social, a diferencia de los planteamientos contemporáneos dominantes, debe reconocer que la naturaleza del inconsciente es una fuente constitutiva y creadora de la subjetividad humana.

Desde estas coordenadas, Ellliott indaga sobre el principio productivo
de lo imaginario para la subjetividad humana y su paralelo desempeño en la vida social, delimitando su sentido y sus diferencias con otras corrientes teóricas. Así, frente al pos-estructuralismo de inspiración lacaniana que entiende lo imaginario como una ilusión y al sujeto como un ‘significante’ sometido a la fuerza hegemónica de la ley; presenta la naturaleza imaginaria
del inconsciente como una fuente productiva de la subjetividad, la imaginación y la auto-transformación.
Lo imaginario toma, como en Castoriadis, una doble vertiente, por una parte, constituye una base de innovación y creación; por la otra, es la inscripción del sujeto en la opresión y dominación del orden social:
El inconsciente —escribe Elliott (1995:28)— es más cuestión ‘de actividad’ de representación individual y colectiva que de lenguaje, es más efecto productivo de formas de representación, de impulsos y de afectos que de significación. En tanto es la otra cara del lenguaje, el inconsciente hace un papel de eje organizador en la constitución y reproducción de la subjetividad dentro de las relaciones de poder y de los intereses sociales contemporáneos.
Pero ello no obliga a verlo como un subproducto pasivo del campo social.

En suma, a diferencia del modelo pos-estructuralista de inspiración lacaniana, Elliott propone un modelo afirmativo de la producción psíquica. Esta perspectiva la completa con su visión de conceptos y relaciones claves como inconsciente, imaginario, sujeto y dialéctica autonomía/ heteronomía.
A grandes rasgos, en el planteamiento de Elliott, lo relevante del inconsciente no es su carácter de estructura organizada como un lenguaje, sino su dimensión de sistema psíquico distinto que produce representaciones, impulsos y afectos.

En cuanto a su concepción de lo imaginario, como hemos visto más arriba, se separa de la definición de lo imaginario como ocultaciones alineantes e ilusorias generadas por una falta ontológica más profunda, y lo aproxima
a una definición que entiende lo imaginario inconsciente como un rasgo constitutivo y creador de la vida psíquica.

La naturaleza del inconsciente es una dimensión imaginaria constitutiva de la vida psíquica, y la subjetividad, una dimensión por la cual el sujeto se «abre» a sí mismo, a otros, a la razón, y a la sociedad. En esta misma línea, el sujeto no se percibe como un objeto narcisista de desconocimiento imaginario, descentrado por el poder determinante de lo simbólico; al contrario la identidad del sujeto se caracteriza por el entrelazamiento de una actividad representativa imaginaria y de formas simbólicas lo que supone tanto autonomía como heteronomía.

En otras palabras y, esto es lo importante desde una perspectiva crítica, en el plano individual y colectivo, los sujetos humanos nunca son plasmados pasivamente por las formas simbólicas de la sociedad, sino que ellos reciben esas significaciones activamente y las replasman de manera creadora a través de una actividad de representación.
En consecuencia, la dialéctica entre autonomía y alineación que resulta de este planteamiento está más abierta, menos sobre-determinada internamente y más susceptible a la posibilidad de actuar para transformar las limitaciones exteriores procedentes del campo social. En suma, frente a la consideración
de la alienación del sujeto como un rasgo necesario para la entrada en el orden simbólico del lenguaje, Elliott destaca como las sendas libertaria y represiva de la identidad propia se dan en el interior de específicas relaciones sociales e ideológicas de dominación y poder; la autonomía individual y colectiva es el resultado de la relación trasformada entre intención consciente y representación inconsciente.

En el interior de esta nueva reorganización de la economía del sujeto la capacidad de transformación social de lo imaginario juega un papel decisivo; en otro orden de cosas, en el orden externo de la organización social, su reivindicación deviene necesaria. Sobre todo, en los actuales
contextos socio-históricos dominados por la hegemonía del imaginario neoliberal en la producción de la subjetividad humana.

Cuando dominan los aspectos destructivos y anti-productivos en términos colectivos de este imaginario de ‘segundo orden’11 o neoliberal que caracteriza nuestra actual experiencia contemporánea —y los riesgos reales de aniquilación total de la especie humana que conlleva, vía holocausto nuclear por el totalitarismo del control militar o vía destrucción ecológica por el totalitarismo del control económico del capital—, es necesario insistir, en términos teóricos y prácticos, en el carácter abierto de las posibilidades colectivas; sostener que la realización de un futuro deseable, sólo pueden brotar sobre el cañamazo de la capacidad imaginaria de los seres humanos para la reflexión crítica y la transgresión12.

11 El concepto de imaginario de ‘segundo orden’ proviene de Castoriadis, alude a la restructuración de lo imaginario en la modernidad bajo formas destructivas, señala como las representaciones culturales y simbólicas utilizan lo imaginario y lo replasman de manera corrosiva y destructiva; sin embargo, y este es el hecho decisivo, el grado en que lo imaginario se inscribe en el interior de formas socio-simbólicas no es un proceso totalizante o unilateral.
12 El fundamento último del planteamiento se asienta en la relación entre necesidades humanas y trasformación social. La existencia de ciertas necesidades humanas trans-históricas —alimento, abrigo, separación
e individuación…—, es la que da nacimiento a un nexo vital entre los intereses materiales de los seres humanos y el espacio creador donde se despliega el deseo inconsciente y la simbolización. Dichas necesidades están mediadas, naturalmente, por la sociedad y la historia, y son el punto de partida de la crítica social y el juicio político.

La importancia del planteamiento anterior para la sociología crítica, radica en la conceptualización dinámica de la relación entre lo imaginario y la actividad social con su potencialidad emancipadora individual y colectiva. Desde este lugar podemos sostener que la relación entre lo imaginario y la actividad social está unida por la aptitud de los seres humanos para ejercer una reflexión crítica sobre las fuentes profundas de su actividad de representación, su sexualidad, sus necesidades y sentimientos.

En términos individuales, la dimensión terapéutico individual en la práctica clínica del psicoanálisis ejemplifica esta reflexión crítica que supone, en
ocasiones, una transformación entre el yo consciente y la representación inconsciente; en palabras de Elliott:
… las posibilidades de autonomía individual y colectiva en manera alguna nos están predestinadas, el psicoanálisis nos ofrece una doble lección. Si la teoría del inconsciente demuestra que el sujeto humano no está unido consigo, sino enconado interiormente, también descubre en los rincones de la psique las semillas de la creatividad, la innovación y la renovación (1995:347).

En términos sociales, encontramos que es el aspecto reflexivo de autocrítica el que capacita tanto para interpretar y transformar los nexos entre experiencia humana e instituciones sociales; así como, —y este es un hecho central para una transformación del imaginario neoliberal—, para detectar las modalidades mistificadas que reprimen o desplazan sobre otros, la actividad humana. Un proceso, en resumen, donde existen tareas, riesgos y posibilidades de cambio.

Frente a la dispersión y la fragmentación de la subjetividad posmoderna aparece una reivindicación del carácter instituyente de lo imaginario y una apuesta política (Fraser 1997): La articulación política de esta propuesta va más allá de la lucha por el reconocimiento cultural de las diversas identidades en juego: género, nacionalidad, etnia… se complementa con la denuncia
de la radical desigualdad socio-económica que caracterizan la fase actual del capitalismo y la exigencias de políticas de redistribución igualitarias.

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Las FPL y los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo (agosto de 1974)

Las FPL y los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo (agosto de 1974)

En el número conjunto 20-21 y 22, del periódico El Rebelde de las FPL, de doce páginas, correspondiente a los meses de junio, julio y agosto de 1974, aparece un interesante artículo acerca de Los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo en el que se analiza las tácticas contrainsurgentes de la dictadura militar. En este mismo número aparece un comunicado oficial de las FPL sobre la caída en combate de JUAN SEBASTIAN y ALBERTO, un manifiesto del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP y “Pensamientos del Che.” A continuación reseñamos estos materiales.

En Los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo se indica que “en las últimas semanas las medidas antiinsurgentes del enemigo se van intensificando. Los dispositivos militares de control de la población y de pesquisa contrarrevolucionaria cobran dimensiones cada vez mayores. Los cercos y rastrillos de colonias, poblaciones y regiones enteras, los cateos cada vez más frecuentes, los “ensayos” en gran escala de las fuerzas represivas combinadas han pasado a la orden del día.”

Agrega que “en el mes de julio y agosto las fuerzas represivas realizaron el cerco y peina de los volcanes de Santa Ana y San Salvador después de acciones guerrilleras, utilizando gran cantidad de efectivos; la ciudad de Suchitoto fue ocupada y rastrillada por una fuerza de aproximadamente 500 soldados, que prácticamente encerró a la población en sus casas; centenares de soldados, policías y guardias cercaron y rastrillaron las colonias Zacamil, Santa Lucía y otras en operativos militares en gran escala.”

Analiza que “el rasgo característico de este nuevo nivel de la guerra de contrainsurgencia es al gradual entrada en combate del fuerzas del Ejército contra la población y la guerrilla. Durante varios años el mando militar reaccionario ha utilizado principalmente a los otros cuerpos represivos como la fuerza de choque para detener la acción guerrillera y destruir a las fuerzas revolucionarias. Pero en este momento, ese esquema está sufriendo una modificación importante: es la fuerza estratégica del enemigo, el ejército, que hasta ahora se ha mantenido actuando a través de sus cuerpos auxiliares la que está entrando cada vez más frecuentemente y en mayor escala (aunque ahora todavía limitada) a la lucha contra las fuerzas armadas del pueblo.”

Subraya que “en Santa Ana y Santa Tecla unidades del ejército en combinación con sus fuerzas auxiliares, entraron en combate contra los revolucionarios. En los rastrillos, cada vez más sistemáticamente entran unidades del Ejército. Eso está indicando la ampliación de la guerra de contrainsurgencia, frente a la intensificación de la guerra revolucionaria del pueblo.”
Comunicado oficial de las FPL sobre la caída en combate de Juan Sebastián y Alberto

El 9 de agosto de 1974 durante una acción de recuperación de fondos efectuada en la agencia de Santa Tecla del Banco Agrícola Comercial, cayeron en combate dos destacados combatientes de las FPL, de pseudónimos Juan Sebastián (Alejandro David Ramírez Acosta), hermano de Clara Elizabeth y Alberto (Ernesto Avalos) estudiante de secundaria.

Consideran que “la muerte de los compañeros JUAN SEBASTIAN y ALBERTO es una gran pérdida para las FPL y para todo el movimiento revolucionario y ha llenado de luto a nuestra Organización. Ambos eran revolucionarios ejemplares en todo sentido, forjados en el sacrificio, en el amor y lealtad a los intereses del pueblo trabajador, dedicados incansablemente a la lucha contra los enemigos del pueblo. Encarnaban las cualidades que se están forjando en el hombre nuevo, en el revolucionario verdadero que está naciendo de la entraña de nuestro pueblo en el combate contra los explotadores opresores: gran arrojo, técnica y valentía en la lucha, modestia, elevada conciencia revolucionaria, visión política y decisión inquebrantable de trabajar calladamente hora tras hora y, llegado el caos, de dar su vida y su sangre por los intereses del pueblo trabajador.”

Agrega que “en su intento de detener la retirada de las fuerzas revolucionarias, los cuerpos de represión lesionaron a varios civiles ajenos a la lucha. Encolerizados pro su fracaso de impedir la operación de retirada de la guerrilla, los cuerpos represivos se dedicaron durante varias horas a atropellar a la población, deteniendo y golpeando a peatones, disparando sobre los vehículos y aterrorizando al pueblo.”

Concluye el comunicado expresando que “con renovado amor al pueblo, pero con renovado odio contra los explotadores y los opresores de las clases trabajadoras, las FPL elevan sus niveles de lucha y hacen un llamamiento a los obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados y demás sectores populares a incorporarse gradualmente a la Guerra Revolucionaria Prolongada, hasta alcanzar a victoria definitiva de los explotadores y opresores, y la victoria de la revolución popular.”

Comunicado del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP

“A continuación insertamos en EL REBELDE el siguiente comunicado “¡A VENCER O MORIR! El día 19 de julio una escuadra del Ejército Revolucionario del Pueblo, E.R.P. realizó en la ciudad de Santa Ana una expropiación económica de C. 15,000.00 a los conocidos oligarcas santanecos Álvarez Meza. Dos elementos de la Guarda Nacional, encargados de defender el dinero de estos millonarios fueron muertos durante la acción y sus fusiles G-3 recuperados por las fuerzas revolucionarias.”

Añade que “poco después se registró un choque armado entre dos guerrilleros del E.R.P. y dos policías motorizados, efectivos de la Guardia Nacional y elementos de la 2da. Brigada de infantería. En este combate cayó nuestro compañero JUAN, uno de los mejores luchadores que ha dado nuestro pueblo. Quedaron heridos los dos policías motorizados, un mayor del ejército y varios soldados.”
Reconoce que “la colaboración del pueblo santaneco facilitó la retirada ordenada de los demás integrantes de la escuadra guerrillera. El EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO, E.R.P. advierte a los guardias, policías, orejas, etc., que si siguen defendiendo a los ricos y a la tiranía fascista lo que les espera es la muerte.”

Concluye el comunicado afirmando que “los guerrilleros del EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO estamos dispuestos a ¡VENCER O MORIR! Julio de 1974.”

Retos actuales del marxismo: Una perspectiva desde Cuba

Retos actuales del marxismo: Una perspectiva desde Cuba
Felipe de J. Pérez Cruz 16.11.16

La crítica al marxismo dogmático que se enraizó entre nosotros, aún carece de consenso dentro de las comunidades académicas cubanas. Aferrarse al viejo enfoque no sólo implica una elevada dosis de ineficiente e ineficaz autoritarismo gnoseológico, sino una pérdida efectiva de la fe en la capacidad creadora de la propia teoría revolucionaria.

Se suma que a nivel internacional las demandas de desarrollo constructivo de la teoría social, deben enfrentar las concepciones teórico-metodológicas y de naturaleza ética e ideológica del orden neoliberal, que han logrado impactar significativamente en el pensamiento científico contemporáneo, y generalizar una visión negativista de “crisis irreversible del marxismo”, en un frente que en tanto global, se manifiesta simultáneamente al interior de las naciones –en Cuba en lo que nos corresponde-, y en el más amplio sistema de escenarios mundiales.

Pienso que se hace necesario abrir un debate que llegue e incorpore a todos los trabajadores, a la intelectualidad artístico y literaria, a los cientistas y académicos del sistema de ciencia e innovación tecnológica y a los profesores, en particular a los que llevan la compleja tarea de explicar qué es el marxismo, en nuestras aulas de la enseñanza media y universitaria.

La llamada “crisis” del marxismo

Después del derrumbe de la URSS, se produjo un aluvión triunfalista de propuestas –viejas, nuevas y novísimas—, que con el slogan de “la crisis del marxismo”1, fluyeron a la superficie del movimiento científico, cultural y político mundial, con el propósito de desconocer, sustituir, revisar y anular, la universalidad propositiva de la teoría revolucionaria fundada por Marx y Engels,

La intensa propaganda que se implementó, hizo mella en amplios círculos intelectuales y en las fuerzas populares, y realmente el imperialismo a escala global, logró generalizar una matriz de rechazo –visceral en algunos casos– al marxismo, entendido como marxismo-leninismo.

“Los críticos del marxismo –precisa Atilo A. Borón-, y en general de cualquier propuesta de izquierda, no ahorran energías para señalar que las deformaciones cristalizadas en el “marxismo-leninismo”, no son sino el producto necesario de las semillas fuertemente dogmáticas y autoritarias contenidas en la obra de Marx y potenciadas por el “despotismo asiático” que supuestamente se alojaba en la personalidad de Lenin. Para ellos, el estalinismo con todos sus horrores no es sino el remate natural del totalitarismo inherente al pensamiento de Marx y a la teorización y la obra práctica de Lenin. Nada más alejado de la verdad”2.

Dentro del movimiento marxista y leninista se produjo –y continúa- un proceso de transgresiones disciplinares crecientes, que ocasionaron colisiones, reacomodos abandonos epistemológicos y no pocas deserciones. Es característica de tal situación una inusitada carrera por desligarse de Marx, Engels y Lenin y buscar otras paternidades para la “criatura epistemológica”.

Abundan las subvaloraciones kantianas y hegelianas sobre Marx y Engels, en colosal e interesado ejercicio de desconocimiento de la obra de creación macro teórica de ambos fundadores. Se han hecho “norma” las autoproclamaciones gramscianas –de la llamada filosofía de la praxis- o vigostskianas, en colosal intento de negación de la filiación marxista de Antonio Gramsci y L. S. Vigotsky, menos aún reconocer que tanto uno como otro, forman parte de la etapa leninista del marxismo. Realmente el paradigma cualitativo fue muy atractivo para muchos marxistas, que decidieron reciclarse a través otro epistema.

La confrontación de la ofensiva liquidacionista contra el marxismo transcurre además, en nuevas circunstancias históricas. Hoy estamos en una nueva época de la humanidad. Lo que fue la revolucionaria matematización newtoniana para el capitalismo, que Marx sometió a insuperable crítica histórica; se ha pluridimensionado a la luz de los desarrollos científicos del siglo XX, con la teoría de la relatividad de Einstein -Albert Einstein (1879-1955)-, el psicoanálisis de Freud, el principio de complementariedad de Heisenberg -Werner Karl Heisenberg (1901-1976)-, la ingeniería genética, la nanotecnología y muchos otros avances, en medio de la revoluciones científico-técnicas contemporáneas, y de la informatización de las sociedades.

Asistimos a un momento histórico en que la imagen filosófica de la relación hombre-mundo, concretada con la relación sujeto–objeto, se ve por un prisma más universal y multifacético, aportado por el desarrollo del pensamiento humano en su penetración de la realidad y en primer lugar por el conocimiento científico, que produce con una rapidez cada vez más inusitada, nuevas aristas. También vivimos en un mundo donde la irracionalidad y la anticultura han puesto como nunca antes, en grave peligro a todo el género humano. En tal contexto se han ensanchado los tradicionales y contradictorios enfoques materialistas e idealistas, su interpretación mecanicista o dialéctica, y sus posibles herramientas de lo cognoscible en la eterna búsqueda de la verdad. Asistimos en el pasado Siglo XX y en esta compleja aurora del XXI, a la emergencia y re-emergencia de viejas y nuevas tesis, escuelas, corrientes y paradigmas: positivismo, constructivismo, neopositivismo, pragmatismo, neokantismo, neotomismo, existencialismo, fenomenología, y por supuesto la investigación cualitativa… Una gama de términos y conceptualizaciones cada día más amplia y retadora, con la introducción de formalizaciones procedentes de la Epistemología, la Lógica, la Matemática y la Cibernética. En este punto ha emergido el paradigma de Complejidad 3.

El paradigma de Complejidad

Bajo el liderazgo del ex marxista francés Edgar Morín (1921- )4, la teoría de la complejidad propone entre otros interesantes puntos, el estudio de lo que se denomina salto cualitativo, y como a la luz de esta nueva categoría, se siente la necesidad de cuestionar la conocida frase de que el desarrollo de la sociedad se mueve en zigzag. Sin embargo no está suficientemente clara en la propuesta de la complejidad, cómo incorporar la investigación social. También tendrá que dilucidarse el significado del fractal cuando se trata de la sociedad.

El marxismo no es un contendiente de la teoría de la complejidad, por razones de esencia: El marxismo es por naturaleza pensamiento complejo. De lo que se trata es que la complejidad nos propone un cambio de nomenclatura científica que a no pocos marxistas nada esencialmente nuevo nos dice. Tampoco el método resulta una novedad. El denominado Triple modo de análisis del sistema realidad-conocimiento: a) Socio-psicoanálisis del sujeto investigador sobre sí mismo, b) sobre el objeto/sujeto de la investigación y 3) sobre las condiciones de posibilidad del proceso investigativo, constituye una recreación de la propuesta marxista5.

Abrirse a todo lo progresivo

Frente a quienes han decretado más que la muerte de Carlos Marx, la de la historia, esta nueva hora precisa la evaluación y el análisis sin exclusiones, con una visión amplia, profundamente crítica, que sea, a la vez, tolerante, articuladora y sobre todo, propositiva. Que manifieste en definitiva, la relación orgánica entre la explicación “científica” y la práctica de la transformación revolucionaria. “El marxismo afirmaba Wenceslao Roces, tiene que interesarse por todo, abrirse a todo y con una gran generosidad, con un gran entusiasmo“6.

Si la actividad práctica y transformadora del hombre, es la base del conocimiento y criterio de la verdad, y en tanto sustento de la axiología revolucionaria, tal enfoque debe prevalecer en ciencia, ética y política, para juzgar la práctica investigativa de quienes no parten de los presupuestos marxistas, incluso de los que se declaran contrarios al paradigma fundado por Marx.

Tanto en ciencia como en política, estamos abocados a ratificar las esencias de los clásicos, y desde las praxis del hacer comprometido, sistematizar e incorporar los nuevos conocimientos y enfoques. Precisamos de una teoría que no pretenda tener un único punto de vista, sino unos mismos principios y valores. Y tal como Marx y Engels lo hicieron, buscar las nuevas fuentes del marxismo y el leninismo, del socialismo en el Siglo XXI.

No cabe dudas de que Julio Antonio Mella, Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui tienen su lugar en este esfuerzo, que desde la historia contemporánea del socialismo en el Sur aparecen aportes inobjetables en Mao Zedong, Ho Chi Min, Amílcar Cabral, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro. Pero como lo hicieron Marx y Engels en su época, nuestra mirada debe ser mucho más abarcadora: ¿Podrá también ser uno de ellos Max Weber (1864-1920) en su crítica infructuosa, pero incisiva del marxismo? ¿Sigmund Freud? ¿Thomas Samuel Kuhn?….

Hay que sistematizar el presente y a la vez, volver al pasado con una mirada cada vez más descolonizadora. Para los latinoamericanos y caribeños, el reto de búsqueda y reencuentro con lo mejor de la cultura científica Occidental y mundial, no puede, por demás, seguir postergando el estudio de la historia de la ciencia en nuestra tierra, lo que heredamos de las grandes culturas americanas, lo que llegó desde Europa y definitivamente pasó a ser sangre e inteligencia de este nuevo y pluricualitativo ente social del que somos parte. Hay que comprender y sistematizar las creativas formas en que los “ismos” europeos fueron asumidos, repensados, reformulados y definitivamente transculturados. Este metabolismo conceptual7 como lo define Alcira Argumedo y su praxis renovadora, constituye una clave histórica que tiene mucho que decirnos aún.

Pensar o no como marxista, es una opción libérrima de cada persona, y el marxismo si bien es el más certero de los paradigmas cienciológicos contemporáneos, no excluye el avance de la investigación, el conocimiento y el hacer comprometido con la dignificación humana, a partir de otras teorías y concepciones. Lenin siempre criticó como uno de los principales males, el engreimiento de los comunistas, y es que querámoslo o no, siempre habrá una cuota de vanidad y petulancia, cuando nos comunicamos con quien no sabe, quien duda, o tiene otro punto de vista, desde una afirmación rampante sobre la cientificidad y la superioridad del marxismo. Los marxistas si contendemos con el oportunismo y el engaño de utilizar a sabiendas del marxismo, en negación de renuncia, en actos de plagio, vulgarización y/o ocultamiento.

Para los marxistas, la posición que refiero, la asunción creativa y el estímulo de lo universal positivo, debe tener como eje de articulación, el dominio del sistema cienciológico, epistemológico y valorativo de Marx, Engels, Lenin y sus más genuinos seguidores. La defensa de lo que Pablo Guadarrama llama los núcleos duros de nuestra teoría revolucionaria es una condición de partida.

Si del amplio paradigma cualitativo se trata, es tan importante no ceder terreno ante los presupuestos que cuestionan las esencias del marxismo, como buscar qué se aportó de novedoso, que podemos incorporar, y sobre todo qué nos une cada día a las mejores opciones de pensamiento con enfoques renovadores, de búsquedas objetivas de la verdad.

Los retos cubanos

La perplejidad y el caos que creó el desmoronamiento de la URSS en el seno del movimiento revolucionario y progresista mundial, en medio de la violenta ofensiva ideológica del capitalismo que le siguió y de los colosales recursos propagandísticos puestos en función de la campaña antisocialista, incentivaron la renuncia al marxismo, la satanización del leninismo y la aceptación del paradigma demoliberal, motivaron la desorientación ideológica y filosófica junto a toda suerte de eclecticismos estériles, pero también condujo a ratificaciones y nuevas búsquedas creativas. Los marxistas cubanos nos colocamos en esta última posición. Para quienes vivíamos en un país cercado, a punto de ser invadido por la potencia imperialista más poderosa de la historia, el problema del socialismo no sólo solo representaba “opción” de ciencia, era –y hoy lo es también- una opción de vida. La resistencia cubana se explica entre otros factores, por el papel que en Cuba han jugado las ideas, hechas movimiento y conciencia de las masas.

La Revolución Cubana no fue ajena a los impactos y avatares negativos del modelo de marxismo dogmático 8. Repercutió esta situación en el dominio teórico-filosófico y metodológico del marxismo en la formación universitaria y en la investigación social. Debilitó el estudio de la tradición nacional y fracturó el diálogo con los pensadores y especialistas que en América Latina y el mundo, no compartían los posicionamientos soviéticos. Nos salvó a plazo histórico, la fortuna de contar con el acervo extraordinario del pensamiento de José Martí –un extraordinario dialéctico9-, la impronta antidogmática con que nació el marxismo cubano10 y la excepcionalidad del liderazgo teórico-práctico de los dos marxistas y leninistas más sobresalientes de la segunda mitad del Siglo XX y principios del XXI: De Ernesto Che Guevara y Fidel Castro Ruz.

No fue casualidad que en la Tesis del Primer Congreso del PCC “Sobre los estudios del marxismo-leninismo en nuestro país”, señale que

“el fin, el propósito y el contenido de trabajo del investigador marxista-leninista consiste entre otras cosas en “adelantar los resultados de su estudio al criterio oficial para servirle de apoyo y base orientadora o presentarlos a posteriori del establecimiento del criterio oficial para ofrecerle sustentación teórica a éste o para aportar juicios, argumentos y conclusiones que pudieran contribuir a modificaciones o rectificaciones necesarias”. “El único criterio rector que debe guiar la actividad del investigador marxista-leninista subrayaba la Tesis es el de la búsqueda y el encuentro de la verdad objetiva, de la esencia y las leyes del problema objeto de estudio”11.

El contradictorio epistemológico entre la utilización de la categoría consensual marxismo-leninismo, y el contenido teórico y praxiológico-valorativo que a tal concepto le otorgó el Partido Comunista de Cuba y el líder de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, recuperó por las esencias, el enfoque del partidismo objetivo leninista, y nos abrió la posibilidad de avanzar en relecturas más certeras. No podía ser de otra forma dado que la tendencia prevaleciente, marcada por el liderazgo de Fidel, Che Guevara y Raúl Castro, ha sido la inconformidad, la autocrítica y la búsqueda constante de nuevos espacios de realización revolucionaria 12. Creación heroica, vaticinó José Carlos Mariátegui para el hacer socialista en América 13, y los cubanos y las cubanas, más allá de incorporaciones miméticas, hemos sido consecuentes con este fundamental presupuesto revolucionario.

Tampoco fue casual, que un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, que llevaba en su seno una profunda revolución conceptual, fortaleció en Cuba el camino socialista a partir de 1985-1986, cuando ya se anunciaba el proceso de renuncias y traiciones, en que poco después devino la llamada perestroika soviética. Un momento definitorio, para la recuperación de la tradición más autóctona del socialismo cubano lo fue, ya abocados a la crisis económica y al doble bloqueo del periodo especial, la realización del IV Congreso del PCC en 1991 14. Reverdeció entonces el debate nunca abandonado sobre la temprana articulación del pensamiento nacional revolucionario cubano, del pensamiento martiano, el marxismo y el leninismo15, frente a las incorporaciones acríticas del marxismo-leninismo de matriz estalinista.

Las búsquedas y rectificaciones en las que hemos estado enfrascados en los últimos lustros, para “cambiar todo lo que deba ser cambiado”, “por nosotros mismos”, “con nuestros propios esfuerzos”; en desafío “a poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional” 16, han sido condición y resultado de debates intensos y profundos al interior de la sociedad y el movimiento revolucionario cubano. El hecho de que los delegados al VII Congreso del PCC (abril del 2016), hayan aprobado ratificar la autoctonía del socialismo cubano, con el abandono del término de marxismo-leninismo, marca un momento importante de madurez del Partido en el liderazgo del proceso de profundización y actualización socialista, que resuelve a nivel teórico el contrasentido histórico de afirmarnos en un concepto que no reflejaba nuestra tradición y praxis revolucionaria17.

El desarrollo epistemológico que encierra el acuerdo de referencia del VII Congreso, no resuelve por su sola proclamación el triunfo del enfoque más progresivo. He podido constatar que existe entre no pocos colegas cubanos, una notable resistencia al cambio epistemológico. Nuestros compañeros no entienden aún, que el debate y la construcción epistemológica como asuntos eminentemente científicos, se resuelven desde el partidismo objetivo leninista, con los métodos de ciencia. Dado que las categorías expresan un conocimiento de lo esencial, de la esencia más profunda del objeto, el problema central de la epistemología ha sido siempre –y hoy no deja de serlo-, el del aumento del conocimiento científico, y en tanto el logro de la más exacta correspondencia del conocimiento con su objeto. Precisamente la epistemología permite pasar de un conocimiento menos verdadero a un conocimiento más verdadero, a través del descubrimiento de la lógica del posible error, para hallar la verdad objetiva y así exponer los resultados y métodos de la ciencia a las correcciones que se precise. Lenin con razón declaraba que hay que hay que considerar “el infinito proceso de profundización del conocimiento de las cosas por el hombre,… que va de la apariencia a la esencia y de la esencia menos profunda a la más profunda” 18.

La mejor metódica para entender el cambio epistemológico está el estudio histórico del propio proceso de construcción del conocimiento, en medio de las circunstancias que se configuran en las interconexiones del movimiento científico y el movimiento ideológico y político. Y junto con la investigación se impone un espacio pedagógico de explicación y formación. Sacudirnos del lastre del marxismo dogmático resulta una tarea fundamental, pero no dejan de percibirse otros retos no menos importantes.

Al debilitamiento del dominio teórico-filosófico y metodológico del marxismo, que incubamos –y que la rectificación de los ochenta no tuvo tiempo para resolver19-, se añadió la influencia en el país de la eclosión de propuestas fabricadas en y alrededor de la cienciología burguesa contemporánea. Entre otros males asistimos a nuevos mimetismos acríticos, ahora bajo el signo de la ideología capitalista, el conservadurismo neoliberal y el reformismo impregnado en sectores de izquierda.

Como afirma Miguel Limia, la sociedad cubana es penetrada sistemáticamente por la ideología liberal, no como un panfleto político, sino a partir de la cultura de la imagen, de la cultura del placer, de la recreación; a través de símbolos que empujan a conductas hedonistas, consumistas, centradas en la satisfacción del placer. Esa orientación es una vía para transformarse en persona del mercado, para permanecer prisionero de la red del mercado, para la inactividad social por descomprometimiento con lo público, para el aislamiento individual y la degradación personal20.

El entusiasmo por “las novedades de la modernidad”, encandiló a no pocos estudiosos y tesistas, en un acrítico transvertismo de paradigmas, lo que puede constatarse en no pocas de las menciones que aparecen en las tesis de maestría y doctorado aprobadas en nuestros tribunales, y que citan a los autores y sistemas categoriales de moda en las plataformas de la UNESCO, la Secretaria de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el Banco Mundial. Mientras eclecticismo y pretendidos enfoques mixtos, nos dan la medida del punto de desencuentro teórico en que se encuentran un grupo de colegas, que pugnan con honestidad por avanzar desde una insuficiente comprensión del universo teórico metodológico marxista y leninista, también martiano y fidelista.

Precisamente en la cienciología marxista la articulación se debe producir por las esencias, en el proceso interno, por la negación dialéctica que forja lo viejo-nuevo como conquista histórica, que permite profundizar y renovar las principales direcciones cognoscitivas y praxiológico valorativas. Se trata entonces de una obra de creación junto a nuestros padres teóricos, compartiendo sus sueños y compromisos éticos con la ciencia y por lo tanto con las praxis de redención humana.

Notas

1 Hago referencia al ámbito de la propaganda anticomunista. El debate sobre la crisis del marxismo es una propuesta de interés académico.
2 Atilio A. Boron: Actualidad del ¿Qué hacer? Estudio Introductorio a la edición argentina del ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento de Lenin. Ver: “Estudio introductorio: ‘La actualidad del ¿Qué hacer?” En: ¿Qué hacer?, Editorial Luxemburg, Buenos Aires, 2004, http://juventud.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/05/actualidad-que-hacer-atilio-boron.pdf
3 Ver: Edgar Morín: Introducción al pensamiento complejo”, Editorial Gedisa, Madrid, 2001; Repensar la reforma, reformar el pensamiento, Cuadernos de Pedagogía. No. 342 enero, 2005.
4 Morín militó en el Partido Comunista Francés hasta que por sus discrepancias con la línea estalinista fue expulsado en 1951, lo que no le impidió continuar con una activa militancia de izquierda. Ver: “Biografía autorizada de Edgar Morín y su obra, pensamiento complejo”, http://www.edgarmorin.org/biografia-edgar-morin.html
5 El marxismo no es un contendiente de la teoría de la complejidad, por razones de esencia: El marxismo es por naturaleza pensamiento complejo.
6 Gabriel Vargas Lozano: ¿Qué hacer con la filosofía en América Latina?, México, DF, Casa abierta al tiempo, UAM, Traxcala, 1990, p. 219-220.
7 Ver: Alcira Argumedo, Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1992.
8 Ver: Thalía Fung Riverón: “Problemas de la apropiación del marxismo después del ’59. El marxismo en Cuba. Una búsqueda”. En: Filosofía, teología, literatura: Aportes cubanos en los últimos 50 años .Edición de Raúl Fornet Betancourt. Aachen: Wissenschaftsverlag Mainz (Concordia Serie Monografías, tomo 25), 1999, http://www.ensayistas.org/filosofos/; Miguel Limia David: Hacia un nuevo episteme de la transición socialista en Cuba, Instituto de Filosofía, La Habana, Junio de 2006 (inédito).
9 En su concepción, el hombre, como sujeto socio-cultural, reproduce de forma compendiada la totalidad del Universo. El hombre en Martí es por sobre todas las cosas, un ser activo, hacedor de historia y cultura y condicionado socio-históricamente, pues “nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo”. Ver: José Martí: “Henry Ward Beecher”. En: Obras Completas (Tomo13), Editora Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 34
10 Del autor: Julio Antonio Mella y los fundamentos del marxismo en Cuba. Contracorriente. La Habana, enero – febrero – marzo 1997, Año 3, número 7, p 27- 55.
11 Partido Comunista de Cuba: Tesis y resoluciones. En Memorias. Primer Congreso del PCC, Editado por el DOR-CC del PCC, La Habana, 1976, t. 2, p. 283
12 Ver del autor: “Cuba: Utopías, realidades y posibilidades”. En: Jiménez M., Carolina y Aaron Tauss (Eds.): ¿Pensar el fin del capitalismo?, Universidad Nacional de Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 2015
13 José Carlos Mariátegui: “Aniversario y Balance”. En Ideología política, Editora Amauta. Lima, p. 287-268.
14 Ver: IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Discurso y documentos, Editora Política, la Habana, 1991.
15 Ver: Olivia Miranda, Tradiciones nacionales revolucionarias, marxismo y leninismo en el pensamiento revolucionario cubano. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2005; Caridad Massón Sena (Comp.): Comunismo, socialismo y nacionalismo en Cuba (1920-1958); Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, 2015.
16 Fidel Castro Ruz: “Concepto de Revolución”. En: Discurso pronunciado el 1º. de mayo del 2001. Granma, 2 de mayo de 2001, p.4.
17 A partir del VII Congreso el Partido asume como componentes teóricos: “el legado martiano, el marxismo y el leninismo, el pensamiento y la acción de nuestro líder histórico, la obra del Partido Comunista de Cuba y la Revolución. Ver: Partido Comunista de Cuba: Conceptualización del modelo económico social cubano de desarrollo socialista, Congreso PCC Plegable, Talleres Poligráficos Granma, La Habana, 2016, p 6
18 En: V. I: Lenin: Cuadernos filosóficos, Editora Política. La Habana. 1979, p 251-252, 311, 213-214.
19 Gilberto Valdés Gutiérrez: “Ideología y ciencias. Nota para un debate actual”. Cuba Socialista La Habana. Año IX No.3 (39). Mayo-junio 1989.
20 De Miguel Limia David: “Fidel Castro y la irreversibilidad del socialismo” (inédito).

Ante qué coyuntura nos encontramos

Ante qué coyuntura nos encontramos
Wim Dierckxsens

ALAI AMLATINA, 29/11/2016.- Parece que hemos entrado en el Imperio del Caos, entendido como lo que resulta de la negativa a aceptar el propio declive hegemónico. Parece que Obama lidió con la decadencia de Estados Unidos, como Gorbachov en la ex URSS. Con la paliza que recibieron los Demócratas en EE.UU., los perdedores principales son los globalistas, con los banqueros de Wall Street (City Bank, los Rothschild, etc.) y sus empresas transnacionales que operan en los países emergentes así como los principales medios masivos bajo su control (CNN, etc.).
Con la pretensión de California, Hawai y Puerto Rico de separarse de la Unión de Estados parece anunciarse incluso la Perestroika en Occidente. Las tendencias nacionalistas amenazan también la desintegración de la Unión Europea y se vislumbra un retorno al proteccionismo y nacionalismo. Al no prosperar los tratados de libre comercio empujados por Obama (ATP, el TTIP y TISA) un proceso de des-globalización se pone en marcha a menos que se lo impongan a la fuerza.

Es preciso saber que en Estados Unidos existe un Estado profundo o gobierno de sombra. Así como Clinton sufrió un ataque del Estado Profundo en la recta final de las elecciones cuando el FBI presentó nuevos correos electrónicos relacionados con el mal manejo de información clasificada, también Trump puede ser comido por el omnipotente ´Deep State´ e incluso antes de asumir la presidencia.

Ya seis miembros del Colegio Electoral estadounidense, han anunciado que no tienen intención de votar en línea con los resultados pero hacen falta 21 para evitar que Trump asuma la presidencia. Todo sucede en un paisaje económico con alto riesgo de otra crisis financiera mundial. Si Trump asume la presidencia las tasas de interés subirán porque necesita dinero rápido para su proyecto de invertir un millón de millones de dólares en infraestructura. Es un proyecto que constituye un genuino neo-keynesianismo anti-neoliberal que conllevaría a la des-globalización.
Con aumento en las tasas de interés, en el entorno de una inmensa pirámide invertido de crédito y deudas, otra gran crisis financiera global se pondrá en marcha. La nueva política económica no podrá evitarla, pero los globalistas sí podrían hacerle responsable a la administración Trump por el caos que resulte de ello. En semejante coyuntura el capital financiero globalista (el verdadero responsable de la especulación financiera) se presentará como los salvadores del caos global.
Ante la tesis que los nacionalismos solo generan caos, racismo, xenofobia y hasta fascismo, trabajan para poner nuevo orden en el mundo, con un proyecto del Estado Global que estaría por encima de las naciones e incluso por encima de los EE.UU. Para lograr su cometida no se puede descartar en este contexto un golpe, la ley marcial para no mencionar la eliminación física del nuevo presidente.
Lo prioritario en este contexto es lograr que se conserve la paz. No se olvide que ahora, si algo se rompe, estamos en pie de guerra, todos contra todos. No está nada claro que exista una red de seguridad internacional. Y ni Trump ni nadie puede estar seguro de que no la necesitará. La salida más sensata en el momento parece ser ir por un nuevo orden multipolar con diferentes regiones en el mundo sin guerra. La paz mundial tiene también su precio cuando China y Rusia, deberían ser solidarios y ayudar incluso a Estados Unidos a salir de su marasmo civilizatorio y económico.
En un mundo multipolar más proteccionista se erosiona el comercio internacional. La suma de las cuentas nacionales daría negativa, o sea, habrá decrecimiento económico a escala mundial y sin mayor perspectiva que lo habrá en el futuro. Tal vez se anuncia una nueva era de decrecimiento estructural sin otra salida que la lucha social por otra civilización donde la re-producción de la vida colectiva está en el centro de nuestros valores y para lograrlo hemos de dar vida colectiva a las cosas que producimos. Solo así también podamos devolver la vida a la naturaleza y saber ser parte de ella.
San José 25.11.2016

– Wim Dierckxsens, sociólogo-economista, de origen holandés, radicado en Costa Rica.