Schafik

Schafik

Dagoberto Gutiérrez (Colatino…diciembre de 2006)

Entró a la Facultad de Derecho como quien entraba a su casa, alto y de frente despejada, de inconfundibles rasgos árabes, cejas pobladas y ojos negros, nariz grande y labios bien formados, barbilla prominente con una leve hendidura.

En su mano derecha llevaba una bolsa de papel con algunos libros y a manera de ataché, tenía un inconfundible sabor de alguien estudioso pero absorbido por ideas poderosas. Bajo la mirada de los estudiantes, unos lo conocían y otros no, cruzó los corredores y entró a una de las aulas de los primeros años de la Facultad, aula grande, iluminada y ventilada y así, en medio de la atención y el pulso estudiantil empezó a dar su charla.
Se mantuvo de pie y se paseó de la puerta al ventanal del aula, el hombre joven y alto hablaba con voz pausada, segura y fuerte, voz grave y sin estridencias, de modo que paso a paso empezamos a escuchar sobre fuerzas productivas, relaciones de producción, lucha de clases, el Estado, la Revolución, el Socialismo y todas las figuras capaces de encender la imaginación y de echar a andar la acción que produce pensamiento y el pensamiento que produce la acción.
Eran los primeros años de la década del 60 del siglo pasado y yo empezaba a estudiar derecho, en mi pueblo en Chalchuapa era miembro de las primeras células comunistas aún sin saber mucho del Partido Comunista ni del Socialismo pero sabiendo lo más abominable del Capitalismo y esa tarde del mes de julio escuché con mucha atención y vi por primera vez al joven revolucionario, Schafik Handal, lejos estaba de saber los larguísimos años de lucha política que compartiríamos con Schafik y con heroicos luchadores del Partido Comunista y del FMLN.
Estos eran los años de la Oligarquía Cafetalera, en donde se implantaba todos los días la dictadura militar de derecha sembrada a sangre y fuego desde 1932, días de terror y persecución en donde, el régimen empezaba a ser conmovido por diversas formas de oposición política e ideológica y por un despertar inevitable de las conciencias sociales.
La Universidad de El Salvador inicia la reforma universitaria y se abren las puertas de la institución a miles de muchachos y muchachas, aquí se rompió la noción de una formación universitaria elitista y, de los talleres de la Editorial Universitaria empezaron a salir las obras científicas de Marx, Engels Lenin y otros autores, los estudiantes empiezan a trabajar en diversas formas de extensión universitaria y la realidad real empezó a llegar también a las aulas universitarias, por eso estaba Schafik Handal esa tarde en la Facultad de Derecho.
Esta década, la de los años 60, es clave par entender nuestra historia porque en 1967 se realiza una campaña electoral fundamental. Eran tres partidos políticos los determinantes: El Partido de Conciliación Nacional (PCN), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Acción Renovadora (PAR).
Los comunistas estábamos agrupados en el PAR y jóvenes, demócratas y religiosos y ateos, campesinos y obreros, estudiantes y profesionales, empresarios y trabajadores y hasta terratenientes trabajamos por la candidatura presidencial del Doctor Fabio Castillo Figueroa que había sido el rector que llevó adelante la reforma universitaria a principios de la década.
Schafik era miembro de la Comisión Política del partido y era conocido como Emilio, yo era miembro del PAR y del PC en Chalchuapa; anteriormente habíamos trabajado por un período breve con el PDC mientras organizábamos los primeros grupos de nuestro partido.
La campaña electoral del PAR fue capaz de poner en pie las fibras más intensas de la sociedad chalchuapaneca y del país entero, centenares de jóvenes, muchachos y muchachas nos lanzamos a las zonas rurales a explicar el programa de gobierno del PAR, previamente varias comisiones habían trabaja-do para elaborar este documento, Schafik había sido una fuerza de elaboración y organización de este trabajo y el Partido Comunista estaba incorporado plenamente a la campaña.
El Dr. Fabio Castillo recorrió el país esclareciendo y conmoviendo; pero el PCN ganó finalmente la campaña y llegó a la Presidencia el Coronel Fidel Sánchez Hernández.
En la evaluación de toda la campaña nos encontramos nuevamente con Schafik , él hizo una reflexión que unía lo que habíamos hecho y lo que tendríamos que hacer par darle continuidad al proceso, claro que dos años después afrontaríamos la guerra con Honduras y los acontecimientos que llevaron a la división del Partido Comunista y a la organización de las Fuerzas Populares de Liberación.
En el año 1969 participamos por primera vez en una campaña electoral como UDN (Unión Democrática Nacionalista) yo fui candidato a alcalde en Chalchuapa y de nuevo aplicamos la táctica de la Campaña del PAR; en realidad todo caminaba hacia una confrontación mayor y éstas eran, escaramuzas encendidas que atizaban un fuego mayor, no alcanzábamos a ver suficientemente toda la hoguera que se preparaba en las entrañas de la sociedad. Continuará…

La campaña electoral de 1967 fue una especie de campana que rompió el silencio represivo que venía imponiéndose desde 1932, el Partido Comunista de El Salvador recupera sus fuerzas fundamentales en la década del 50, ésta es la década en que Schafik se hace comunista y vincula su vida toda al destino de la Revolución en El Salvador; es la época del Gobierno de Oscar Osorio, cuando se inicia la construcción de la Presa 5 de Noviembre sobre el río Lempa y cuando la electricidad producida será puesta al servicio de la naciente industrialización del país.

Esta campaña animó y reanimó las filas revolucionarias, permitió al Partido Comunista entablar relaciones políticas con otras organizaciones y a los comunistas establecer relaciones personales con militantes de otros partidos y organizaciones.
En todas estas confrontaciones se estaba rompiendo la leyenda negra que sobre los comunistas se había construido desde 1932; pero la confrontación social alcanzaba una alta envergadura y los temas políticos relacionados a las formas de lucha, vías de la Revolución y la clase de revolución que se tejía, hacía cimbrar la vida política del Partido Comunista.
Entre 1967 y 1968 se trabaja intensamente en la organización de ANDES 21 de junio, esta organización (Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños) cerraba un capítulo de nuestra historia en donde el empleado público era militante del partido oficial, pero sobre todo aquí terminaba el aparato ideológico de la educación en manos de la derecha más retrógrada.
Todo caminaba hacia el estallido de la primera huelga nacional de maestros en 1968 y cuando aun estaban ardientes las brazas de la campaña de 1967 los maestros se declaran en huelga.
El año 68 fue encendido, represivo, sangriento y el gobierno del Partido de Conciliación Nacional con Fidel Sánchez Hernández a la cabeza se enfrentó a todo el pueblo y el país entero se convirtió en una caldera en donde se cocinaba todos los ingredientes que venían naciendo atropelladamente desde la masacre del 32; pero aquí se concitaba un movimiento obrero sindicalizado con un movimiento huelguístico de los sectores intelectuales de la sociedad expresados por los profesores y así las cosas, la confrontación tenía dos carriles como tizones encendidos: la clase obrera y sus patronos y los profesores y el patrón Estado y cuando en un país se cierran las fábricas y se cierran las escuelas esto quiere decir que ese Estado ya no controla a sus súbditos.
Sánchez Hernández hizo todo lo necesario para ahogar en sangre la Rebelión pero fue derrotado y los comunistas rompimos las leyendas o mitos construidas por las derechas alrededor de nuestra ideología porque en estas jornadas todo el pueblo se dio cita en las calles, escuelas, iglesias, casas particulares, sindicatos, universidades, empresas y los comunistas luchamos como revolucionarios por la democracia y como demócratas por la Revolución.
La voz de Schafik sonaba y resonaba en todas partes y ya no se trataba solamente del hombre de la clandestinidad sino de una palabra que conectaba la lucha por la Revolución con la conquista de reivindicaciones caras y sentidas por los sectores populares, por supuesto que el régimen calificó de comunista a la huelga pero nada fue suficiente para someterla. En estas jornadas aprendimos a tomar café temprano en la noche, a medianoche y en la madrugada y Schafik se destacó como un peso pesado entre los tomadores de café y este recurso, el café, aparecía en las jornadas magisteriales, en las reuniones partidarias y en las sesiones del Partido Revolucionario 9 de mayo (PR-9M).
En esos años Schafik vivía en las cercanías del parque El Roble, a dos cuadras de la entrada a la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, todavía era una zona bastante tranquila, su hogar, modesto como siempre lo fue, era una especie de secreto a voces de la vecindad pero estos vecinos tuvieron siempre una conducta ponderada y hasta comprensiva con el dirigente comunista.
El Partido Acción Renovadora fue ilegalizado después de la campaña electoral y todos los paristas fuimos excomulgados por Monseñor Arnoldo Aparicio y Quintanilla (Tamagaz) éste era Obispo de San Vicente y férreo enemigo de las ideas y las acciones emancipadoras. Inmediatamente pasamos a organizar un nuevo partido para darle continuidad al proceso y éste se llamó Partido Revolucionario 9 de mayo, su nombre hacía alusión a la huelga general contra el dictador Hernández Martínez en las jornadas de 1944.
El local del PR en San Salvador era una pequeñísima casa situada sobre la Avenida España y frente al cine Majestic, de modo que era muy fácil para la policía controlar nuestras actividades, en la esquina y sobre la Avenida España funcionaba un negocio conocido como El Viejo Pérez y nuestros militantes, amigos y simpatizantes eran los mejores clientes de esa tienda a todas horas y todos los días. Los días jueves teníamos reuniones maratónicas desde las 7:00 p.m. hasta las 2:00 a.m. aunque en ciertas ocasiones la reunión de verdad empezaba a las 9:00 p.m., Schafik fumaba en esa época pero ya preparaba café en una hornilla que era parte de un verdadero rito que, según él decía, venía de lo más ancestral de la Cultura Árabe.
En ningún momento Schafik hizo alusión preponderante a su origen y en muy rarísimas ocasiones se refería al origen de sus padres, él siempre fue un salvadoreño.
Continuará…

El local del PR-9M consistía en una pequeña sala a orilla de calle con un amplio balcón, un pequeñísimo corredor que daba a un patio aun más pequeño y una sala de reuniones en donde los asientos ocupaban prácticamente todo el espacio. Schafik tenía un escritorio en esa pequeña oficina y siempre estaba lleno de papeles y diariamente, sobre todo en horas de la tarde, se trabajaba políticamente. La capacidad enorme para trabajar era la primera característica de este hombre, nunca parecía cansarse y además siempre pareció gozar intensamente en la manufactura del trabajo político.
En estos años de semi clandestinidad pude conocer su tremenda capacidad intelectual y su memoria de corto y largo plazo, me parece que estos eran años de mucho estudio personal y de mucha reflexión. Tenía una impresionante facilidad de palabra y un vocabulario tan rico que era capaz de hablar horas interminables sobre un punto por sencillo que este fuera; pero nunca divagaba ni perdía el hilo de plata de su reflexión.
Gozaba mucho redactando textos políticos y siendo muy puntilloso en el uso de las palabras y en la puntuación de los textos, tomaba su tiempo en el horneado de documentos; en realidad necesitaba de una secretaria y su trabajo siempre tenía un cierto sabor ejecutivo en donde se atendían los más diversos conductos de la lucha social de esa época. Schafik encarnó lo que podría considerarse un revolucionario profesional. Viajaba en un carro de color verde oscuro, casi llegando a ron ron y era, por supuesto, un carro modesto y casi siempre se parqueaba en un espacio, ya desaparecido, de esa cuadra del cine Majestic en la Avenida España. Caminábamos hacía el pequeño local y los transeúntes miraban atentamente aquel hombre joven de mirar intenso que entraba en esa pequeña casa, era en realidad una manera de mirar a alguien conocido como comunista confeso y esta calidad, aun hoy, despierta las más diferentes emociones. Nadie sabía sin embargo que este era un hombre honrado por sus ideas y de ideas honradas, honesto en su convicción y totalmente incapaz de hacer o decir cualquier cosa o frase en la que no creyera. Esta convicción a toda prueba no siempre habría espacio a la discusión abundante pero si, a reuniones prolongadas.

A las dos de la mañana terminábamos la reunión, habíamos tomado bastante café y en ocasiones algunos panes; ya el local estaba desierto y la Avenida España aun más, aquí empezaba un largo viaje para dejar a cada compañero en su casa de habitación y en todo el trayecto una intensa plática retumbaba en la calle y en más de una ocasión con muchas carcajadas, o con palabras fuertes y casi siempre era una especie de prolongación de la reunión que formalmente había terminado. En estos viajes conocimos lugares recónditos, oscuros y barrancosos de la periferia de San Salvador y en todos lo lugares, sin falta, los ladridos de los perros nos recibían con miedo y hasta furia.
En una de esas casas, en el Barrio Paleca de Ciudad Delgado, nos encontramos con un perro grande de color negro, ciego de un ojo, sin cola, sin la mitad de una oreja y con la pata derecha maltrecha, en la primer noche se abalanzó contra el carro como queriendo devorar al motorista que era Schafik y que llevaba una gorra de color verde perico: a la siguiente semana el mismo día y la misma hora, este perro feo nos estaba esperando de nuevo pero nos detuvimos unos minutos para verlo detenidamente, la siguiente noche, a la siguiente semana le llevamos pan francés con pedazo de queso adentro y el perro, sin dejar de amenazarnos con sus ladridos, comió lentamente y hasta entonces seguimos nuestra ruta, al lugar le pusimos el nombre de el Fin del mundo y al perro lo empezamos a llamar El Espanto.

Pasado unos seis meses de nuestra relación nocturna con el espanto, un día domingo de un fin de año, cuando nos preparábamos para viajar al occidente del país apareció El Espanto en la puerta del local, parecía venir del cine Majestic, que estaba enfrente, y asomó lentamente su cabeza de amenaza y con el único ojo disponible, miró con detenimiento al grupo de muchachos y muchachas que trabajaban en las mantas y papeles y pinturas. La alarma hizo salir a Schafik que trabajaba en la sala de reuniones y el perro se dirigió rápidamente hacía el jefe del partido con la mayor de las confianzas y de las amistades. La dueña del perro, la niña Estebana Olmedo había llegado a saber que una vez a la semana y en horas de la madrugada su perro, siempre hambriento, era alimentado por Schafik Handal desde un carro ron ron. Ninguno de nosotros conocía a la dueña del animal; pero esa mañana ella lo llevo para que supiéramos que ella nos conocía que era amiga nuestra y de nuestro partido y que su perro era de Schafik. Para mi resulta inolvidable una plática de Schafik sobre el conflicto del Medio Oriente, nos reunimos un fin de semana con gente de todo el país para discutir los acontecimientos de la guerra del Yom Kippur en 1967, toda la exposición quedo grabada a fuego en mi cerebro, también la construcción lógica del conflicto y la cadencia histórica de los acontecimientos. Estas actividades era parte del trabajo cotidiano para construir una cultura política en los militantes y posteriormente replicábamos esta conferencia en abundante lugares del país. Basándome en las ideas fundamentales de esta charla yo prepare un trabajo de investigación y me adentré en este tema incandescente del mundo Árabe Israelita. Desde esos años, de la década del 60 y principios del 70 del siglo pasado, Schafik tenía un inmenso prestigió y autoridad por su capacidad intelectual, por su prístino compromiso y su entrega a su convicción. En realidad era una especie de imán que atrajo siempre a los amigos, aliados y militantes y también a los enemigos que respetaban en Schafik los mismos rasgos por los que el pueblo lo consideraba uno de los suyos. Estos eran los años de las manifestaciones que preparaban el escenario para las históricas huelgas de los maestros y el pueblo abría, poco a poco, el teatro político para las luchas posteriores, sin falta el local era frecuentado por sindicalistas, campesinos, estudiantes, universitarios, de secundaria y profesionales. En más de una ocasión también los visitaban empresarios y más escasamente sacerdotes.

De manera invariable en cada manifestación se daban choques con la policía y habían heridos de modo que el local fue siendo frecuentado por gente con lesiones en la cabeza, en las manos y las piernas; pero nada de esto menguaba la resistencia creciente.
Recibíamos delegaciones del extranjero y hasta luchadores de Belice, que interesados en las ideas políticas de izquierdas solicitaban nuestra colaboración, aun cuando no teníamos dinero pero si lucha y compromiso. Que era lo que buscaban.

En este hombre se concitó siempre un aspecto exterior de ensimismamiento y un mundo interior de reflexión, en una primera mirada parecía y aparecía como una persona fría; pero una vez entablada una relación resultaba ser un manojo de emociones. Esta emoción a flor de piel, no terminaba siempre en exaltación pero podía terminar y cuando esto ocurría, casi siempre se relacionaba con las aventuras del pensamiento y el cruce de las ideas.
Parecía tener la palabra a flor de piel y ésta era un instrumento muy valioso en todo su taller de recursos, abundante palabra y energía desbordante para hablar, en ciertas actividades nos dieron las once de la noche, como ocurrió en una concentración en el Parque de la Ciudad de Chalchuapa, era una campaña política que el PR desató en contra del General Alberto Medrano, conocido como El Chele Medrano y de alto renombre represivo. En este mitin nos dieron las ocho, las nueve, las diez y las once de la noche hasta la campanada del reloj de la Iglesia del Patrón Santiago, que está enfrente del parque, sonó trasnochada y el pueblo seguía, muy atento, escuchando a Schafik.
Su anecdotario siempre incluía su vida infantil en Usulután y sus inicios como expositor y todo cargado de humor.

Siempre habló muy poco de su familia pero con sus padres tuvo una relación especial, Don Jorge, su padre, era la figura de Schafik después de los 60 años, solamente que sin la facilidad de palabra porque Don Jorge era de muy pocas frases a diferencia de la madre, Doña Herlinda, de fácil y abundante palabra, chispeante y de mucho humor.
No parecía cercano a la poesía ni a los poetas, algo así como Platón que los excluía del ejercicio del gobierno; pero densamente interesado en la historia y, en todo momento, mostraba un fino pensamiento jurídico porque con toda seguridad, de no ser comunista pudo ser un brillantísimo abogado.
La tenacidad y hasta la obstinación alimentó siempre su espíritu y la manera puntillosa de ordenar su reflexión nos presentaba a una persona amante del orden aunque todo lo hacía y lo pensaba al servicio del desorden revolucionario como presupuesto para un orden socialista.

Esta relación de orden y desorden es lo que lanzaba a Schafik en el gigantesco afán de construir, fortalecer y sostener el orden político, ideológico y organizativo llamado Partido Comunista de El Salvador.
Siempre pareció pulcro en su vestido y su modestia no llegaba a la exageración de parecer o aparecer como el último de los mortales o el más pobrecito y en orfandad, y así las cosas nunca ocultaba su importante apetito a la hora de comer; pero también su capacidad para limitarla cuando era necesario e inevitable como en los frentes de guerra.
Después del triunfo de la Revolución Cubana dejó de fumar; rápida, súbita y definitivamente y también empezó a dejarse crecer la barba, a lo mejor se trató de algún juramento secreto del que no tuve conocimiento.
Exteriormente daba la impresión de ser una persona tremendamente seria y hasta formalmente formal, sin embargo una vez entablada una relación de confianza se descubría su capacidad para memorizar y contar toda clase de chistes, varios de ellos tenían, sin embargo un sentido histórico porque se trataba de un humor sobre personajes de la historia reciente y cercana y sin falta de miembro del Partido Comunista. Este humor de Schafik nos ayudaba para tomar con buen sentido y ánimo las innumerables presiones y sinsabores que la lucha política clandestina exige y cobra en un país como El Salvador.
Escuchaba atentamente y parecía no descuidar, palabra por palabra, a su interlocutor rápidamente organizaba sus acuerdos y desacuerdos y respaldaba los primeros y aislaba a los segundos, de esa manera siempre se sabía cual era su pensamiento y su posición sobre todos los temas.
Siempre, pero siempre de todos los siempre, Schafik fue exactamente riguroso en el manejo de las cosas financieras y esto ayudó mucho para que durante la clandestinidad larga del Partido Comunista las cuentas no oscurecieran nuestro ambiente de trabajo. Los recursos económicos nunca fueron abundantes pero su control siempre fue riguroso de modo que la moneda no fue nunca crematística en nuestra lucha y por eso nunca sufrimos tormento ni tormentas.
Ideológicamente era un ateo pero no practicante político del ateísmo porque el Partido Comunista tenía en sus filas a miembros de diferentes iglesias y este factor nunca fue motivo poderoso de exclusión. Aunque en realidad el estudio de la religión como factor legitimador haya sido una materia pendiente, Schafik no estimuló el anticlericalismo como línea política.
Los comunistas mantuvimos una especial relación con las iglesias porque nuestras condiciones así lo permitían y lo reclamaban. Schafik comprendía esto muy bien.
(continuara)

Semper erectus…

Semper erectus…
Entrevista con Dr. Humberto Velásquez

SAN SALVADOR; 4 de octubre de 2006 (SIEP) La conversación con el Dr. Humberto Velásquez esta siempre llena de sorpresas y acompañada por el humor y la sabiduría popular. Al preguntarle. ¿Cómo esta, Doctor? Nos responde con su sonrisa característica: semper erectus…

Al preguntarle sobre Julio Fausto Fernández nos responde: Ah, Julio “Reclinatorio” Así le decíamos porque después que aceptó un puesto diplomático en Brasil y allá escribió un libro “Del materialismo ateo al realismo cristiano” se transformó totalmente y de ser ateo empezó a asistir a misa, y a confesarse y se hizo devoto. Pedro Geoffroy Rivas le puso así, era jayán como ninguno. Algunos dicen que influyó la muerte de una hija para esta transformación, otros dicen que…allí déjemelo ¿Otra cosa?

¿Sobre Alejandro Dagoberto Marroquín? Se refieren ustedes a Alexevich. Así le decíamos. Fue en 1944 que lo conocí. En julio de 1944. Lo conocí estando trabajando en Mejoramiento Social, él había regresado del exilio, medio lo conocí, él dirigía una publicación, una hoja volante de Mejoramiento Social, una oficina fundada por el General Martínez y que después dio lugar al IVU y al ICR.

Lo volví a ver cuando estaba en Ingeniería, siempre en Mejoramiento Social, que era una unidad para construir vivienda popular, yo dibujaba y hacía cálculos. Sí, estudie Ingeniería hasta el 3er. Año, y después vi que no era para mi y lo deje aunque fui de los pocos que en la asignatura de Calculo Diferencial saque diez.

La Facultad de Humanidades quedaba en ese entonces en la Quinta Avenida Sur, frente al Telégrafo, donde estaba el Colegio Sagrado Corazón, en la salida de la 3ra. y 5ta. Ante estuvo viendo en frente del Palacio Nacional pero se incendió o la incendiaron y por eso se trasladó al Edificio Sagrado Corazón. Fue a esta Facultad de Humanidades que en 1957 él, Alexevich, ingresó como docente, porque ya viene graduado de México. Fue docente, Sociología daba. Regresó luego de 13 años de exilio. Me acuerdo que el Chino Rosales y Rosales detestaba a quien llamaba “ese comunista.” Marroquín era serio, se manejaba.

Cuando Marroquín regresa, viene peleado con el Partido (Comunista). Osorio había mandado a miles de gente al exilio, pero les pagaban un salario. El vivía junto con su esposa Amparo Casamalhuapa, por el Zurita, en la 10ma. Avenida Sur, entre la 4ta. y la 6ta. Calle Oriente. Era una casa de balcones, y al otro lado quedaba el Zurita. Por nuestros trabajos nos hicimos amigos y yo lo visitaba en su casa. El era muy próximo a los estudiantes. Su mujer tenía un fuerte don de mando, era dominadora. Cuando ella decía: mire Doctor, porque así lo trataba, era como que ya lo iba a cachimbear…

Alexevich como decano de la Facultad de Humanidades fundó la Escuela de Historia pero como solo llegaron 4 alumnos, tuvo que cerrarla. El Dr. Fabio Castillo Figueroa le sucedió como decano. Entre las virtudes del Dr. Marroquín citaría como primera la de la sabiduría, la de la inteligencia, tenía una mente fabulosa.

En segundo lugar, su integridad moral. Era lo contrario de Manuel Luis Escamilla, que siempre fue un corrupto, siempre andaba viendo a quien se bajaba.

Schafik Handal fui mi compañero de Bachillerato en el año 44. Lo expulsaron y se fue al Colegio Francisco Gavidia, salió el 48 y el 49 llegó a la U. Me llevaba un año, yo salí el 49 y entre el 50. Cada mediodía íbamos con Schafik y otros compañeros y nos parábamos frente a la Universidad y gritábamos: ¡Salgan boqueteros! ¡Salgan boqueteros! Schafik comandaba. El hoy magistrado Enrique Silva salía a gritar. Yo estaba en Ingeniería y Schafik en Derecho. Era para protestar contra el boquete que habían hecho Guardias Nacionales en las paredes de la Universidad para meterse. El rector en ese entonces era Napoleón Rodríguez Ruiz.

Alexevich hizo investigación sociológica en Panchimalco, fueron a trabajo de campo. Llevo para ayudarla a Lucía García de Omeany. Ella siempre fue muy cercana a él. También en San Pedro Nonualco hizo trabajo de campo. Estuve ahí. A él lo llevamos de candidato para decano de la Facultad de Humanidades.

Una vez fuimos a visitarlo a Honduras donde lo habían exilado. Estaba con Fabio Castillo Figueroa. Fuimos Lucía, Aída, el Negro Obdulio Nunfio, que era un músico sordo y yo a visitarlo a Tegucigalpa. Aída era una estudiante. Todavía no estábamos graduados para ese entonces. En ese país una hondureña le robó el corazón, era muy hermosa y además leía la mano.

Alejando tuvo un hijo y una hija. El hijo Alejandro ya murió. La hija, Rosalba vive.

En el año 1964 me gradué en la UES de Doctor en Filosofía. Y fue el torturador de la Policía de Hacienda, el Mayor Castro Sam el que me entregó el título. El Coronel Chacón Arévalo se graduó un año después. Mi tesis versó sobre “Marxismo y antimarxismo en América Latina.” Fue publicad en la Revista La Universidad en 1965. Italo López Vallecillos era el Director.

Bueno, no se olviden, que nosotros somos amigos…pero no como aquellos dos amigos que siempre andan juntos pero nunca se han hablado…Nos presenta a unos docentes de la Universidad Pedagógica y les dice: ellos son unos comanches de la Nacional…

Que lo tiren al Mapocho…

Hermanos y hermanas:
Desde el sábado me encuentro en Santiago de Chile para programar un taller en vih y sida junto con EPES y la Iglesia Evangélica Luterana en Chile. Por lo tanto debo confesar que no tengo absolutamente nada que ver con los acontecimientos que se precipitaron el domingo por la tarde. En ese momento había llegado a mi hotel después de una larga caminata por el centro de Santiago y estaba recostado comiendo deliciosos duraznos chilenos cuando comienzo a escuchar bocinas en las calles y para mi sorpresa la radia anunciaba la muerte del dictador. Sentí que no podía quedarme en la habitación de hotel en aquel momento histórico. Pense en ponerme mi camisa pastoral para ir al lugar de encuentro de la ciudadanía pero no quería desatar un conflicto eclesiástico e internacional. Era fácil decir que la muerte del dictador era un tema latinoamericano pero era más difícil justificar la presencia de un pastor luterano argentino en aquella concentración sin ningúna autorización. Era como invadir territorio y los argentinos y los chilenos somos muy susceptibles en cuestion de invasiones. Así que fuí uno de los participantes de la primera hora en la concentración en Plaza Italia, un punto intermedio e indefinido donde se termina el centro de la ciudad y donde aún no comenzó el paquetísimo barrio de la Providencia. Al llegar aún no eramos muchos ni muchas. Jóvenes, carteles y muchas banderas de Chile. El rojo era el color preferido tanto por hombres como mujeres. Muchos coches con mucha gente y todos cantando. La alegría se veía empañada por cierta tristeza al saber que la muerte fue más rápida que la justicia. La creatividad de los canticos y de los carteles improvisados y hechos con mucha rapidez me conmovieron. Además de gritar: ¡Que lo tiren al Mapocho! en varios lugares escribieron: Felíz Navidad sin Pinochet: Ha muerto Pinochet, viva la muerte; No hay mál que dure cien años!. Muchas personas de más de 40 años gritaban: Aún estamos vivos e invocaban frecuentemente los organos sexuales de la madre del dictador. Muchos jóvenes, muchas botellas de champagne que nos bautizaba a todos y nos constituia en una comunidad que miraba con mayor confianza el futuro sin olvidar el pasado. Muchas familias con sus niños y con sus perritos. Mucha alegría, mucha paz, mucha marcha. Desde la Plaza Italia nos encaminamos acompañados por orquestas diversas y cornetas múltiples hacia la Moneda, la sede del gobierno. Todo en tranquilidad y paz. La provocación de la polícia fue muy evidente. No había nada que justificara los caminos lanza agua ni los caminos que gaces lacrimógenos. La policia en Chile aún actua en forma autónoma e independiente del poder político. Los medios mostraron hasta el artazgo las escena finales olvidando la muchedumbre que recorrió la avenida principal en paz.
Seguramente esta muerte cierra el proceso de transición y el futuro será difícil pero mejor.
Un abrazo de un protagonista que no quiso ser solo un espectador.
Lisandro

Homenaje a Salvador Sanchez Hidalgo

SALVADORNCHEZ HIDALGO

Muere asesinado a la edad de 26 años por los escuadrones de la muerte el día 19 de diciembre de 1979. Su cadáver aparece en el cantón Cujucuyo de la ciudad de Texistepeque del departamento de Santa Ana. Salvador. Era originario de la Ciudad de Mejicanos, hijo de Maria Luz Sánchez y Lázaro de Jesús Hidalgo.

En el momento de su muerte Salvador Sánchez Hidalgo era militante desde los 17 años del Partido Comunista de El Salvador formando parte mas tarde del Comité Central del Partido Comunista de El Salvador, PCS.

Su vida revolucionaria comienza a la edad de 17 años cuando ejerce el oficio de sastre en una sastrería de la ciudad de San Salvador. Motivado por la organización sindical del movimiento obrero se incorpora a la edad de 16 años al sindicato de Sastres desde donde participa activamente en la organización de la Federación Sindical de trabajadores Textiles de la Industria del Vestido derivados y Conexos de El Salvador, conocida bajo las siglas de FESTIAVCES. Destacándose por sus cualidades organizativas forma parte de La Junta Directiva de su sindicato de sastres y posteriormente pasa a formar parte de la Junta Directiva de la Federación Sindical.

Siendo dirigente y formando parte de la dirección de FESTIAVCES, Salvador es capturado y desaparecido período en el cual sufre torturas y vejaciones por parte de sus secuestradores en los calabozos de las instalaciones de la Policía Nacional de ese entonces.

Por presiones del movimiento sindical es finalmente pasado a los tribunales bajo cargos de asesinato de un vigilante del montepío de la ciudad de Mejicanos. Durante el juicio es defendido por el abogado José Dagoberto Gutiérrez, la presencia del movimiento sindical durante las audiencias fueron importantes pues se demostró la unidad y la fuerza del movimiento obrero sindicalizado en ese entonces pese a la represión selectiva que se daba en su contra por el gobierno de la derecha pecenista en el poder. La defensa de Dagoberto no solamente era una defensa de carácter jurídica sino también política que fue una característica de este juicio en defensa de la clase obrera salvadoreña.

El movimiento sindical se moviliza en su defensa y después de mas de un año de encarcelamiento es puesto en libertad en condiciones deplorables de salud y bajo la amenaza que no duraría vivo por mucho tiempo. Salvador viaja a Rusia quien en solidaridad le brinda atención medica y hospitalaria. Al regreso al país sus compañeros le llamaban el “hombre biónico” por el hecho de haber estado en ese país.

Una vez restablecido de las torturas sufridas, Salvador Sánchez Hidalgo regresa al país incorporándose inmediatamente de lleno a sus labores sindicales. Como obrero consciente de sus responsabilidades civiles y ciudadanas se incorpora activamente en la campana electoral como orador político por el partido UDN representando al sector obrero en la alianza política que se denominaba Unión Nacional Opositora UNO quienes impulsaban la candidatura del Coronel Claramount . El 20 de febrero de 1977 Ernesto Claramount Rozeville es derrotado ante el mas grande fraude electoral, iniciándose así la dictadura fascista de Carlos Humberto Romero Mena, Candidato por el PCN (partido de Conciliación Nacional) el partido de los lavados de dinero que ahora dirige Ciro Cruz Cepeda y que junto a ARENA continúan practicando, el terrorismo de estado, de la manera más impune como lo hicieron en el pasado.

1979 Carlos Humberto Romero mantiene al ejercito y cuerpos policiales reprimiendo y masacrando a la población. Un grupo de militares asesorados por los Estados Unidos realiza un Golpe de estado en contra de Romero el 15 de Octubre de ese mismo año.

Mas sin embargo la represión en contra el movimiento popular continuaba agudizándose y los escuadrones de muerte se mantenían activos, todo estaba destinado a descabezar el movimiento obrero y aplastar la organización popular. El movimiento obrero se une para hacer frente a esta embestida y constituye la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños CUTS en 1979. Salvador Sánchez forma parte de la Junta Directiva de la Confederación ocupando el Cargo de Secretario General de Organización mas sin embargo su decidida participación como dirigente obrero apoyando la lucha por la reforma agraria y el desarrollo de la organización sindical le cuesta la vida en manos de los escuadrones de la muerte. Con este golpe a la dirección del movimiento sindical se pretende frenar la unidad y el auge en ascenso de La clase obrera y en general el movimiento de trabajadores salvadoreños.

Salvador Sánchez Hidalgo en ejercicio de la secretaria de organización de la CUTS asiste a una asamblea general de trabajadores municipales de la alcaldía municipal de Santa Ana. Luego del Encuentro con los trabajadores de la Alcaldía se retira aproximadamente a las 11:00 pm en compañía del Compañero Gerardo Erazo otro destacado dirigente sindical de la Federación Unitaria Sindical de El Salvador, FUSS en esta misma ciudad. Según informes los compañeros Erazo y Salvador abordaron el ultimo autobús cuando fueron interceptados a la altura del cementerio general de dicha ciudad, luego fueron capturados, torturados y posteriormente asesinados cruelmente por los escuadrones de la muerte autodenominados “Mano Blanca”. Sus cuerpos ensangrentados y horriblemente torturados fueron abandonados a orilla de la carretera a Texisteque en donde fueron encontrados por pobladores de la localidad.

Estos son dos crimenes mas que han permanecido impunes en la historia de muertes realizadas Bajo la responsabilidad de militares criminales y gobiernos representantes de las oligarquías Pro- imperialistas, criminales, terroristas y explotadores del pueblo trabajador de El Salvador.

Los gobiernos salvadoreños se han caracterizado por ser los autores directos de desarrollar este terrorismo de estado que aun se practica hasta nuestros días.

A la hora de estos horrendos asesinatos selectivos en contra del movimiento obrero los terroristas de estado, el ejercito y gobierno salvadoreño, dejaron en la orfandad a los tres hijos de Salvador Sánchez Hidalgo. No podrá haber paz en los corazones de sus hijos y sus familiares mientras no haya justicia por todos estos crímenes.

A la hora de sus funerales el Partido Comunista de El Salvador en reconocimiento a su labor revolucionaria y por formar parte de su Comité Central coloca sobre su ataúd la bandera del partido Comunista. Los símbolos de la clase obrera: La hoz y el martillo.

El cortejo fúnebre es encabezado por compañeros obreros y militantes comunistas entre los que se destacaba la figura de nuestro líder histórico Schafik Jorge Handal quien con sus palabras fraternas que quedaron gravadas en mi memoria me expresó sus condolencias mientras marchábamos por las calles de San Salvador acompañando los restos de nuestro dirigente obrero hacia el Cementerio General en donde descansan sus restos y el de tantos otros masacrados y asesinados por los escuadrones de la muerte y de los gobiernos derechistas que han gobernado nuestro país.

Ana Gladys Méndez Vda. De Sánchez Hidalgo.

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Recordando a un Compañero

A Claudia Irina, a quien el Enemigo no le permitió conocer a su padre.

En aquellos días íbamos a la universidad; pero no íbamos a clases. Junto con Ana Gladys (Yury) y Norma Guevara emancipábamos la Facultad de Humanidades de la universidad de El Salvador. Pasábamos la mayor parte del tiempo en la universidad porque la Alma Mater ofrecía protección y cobertura a nuestras actividades en los movimientos sociales. Bien recuerdo que la Negra (Gladys) no se había aparecido por la facultad por un buen número de días y como compañeros habíamos tomado el acuerdo de que si desaparecíamos sin comunicar a nadie, inmediatamente lo comunicaran a AGEUS. A AGEUS me dirigi y solo para recibir la terrible noticia de la muerte de Salvador Sanchez Hidalgo, sindicalista y compañero de Ana Gladys. Buscamos a la negra; pero ya la organización a la que ella pertenecía (FAU) le había dado la mala noticia. Con mis compañeros@ de estudio hicimos una colecta la cual me fue entregada para dársela a la Negra, de mala suerte para todos fui a chocar el fiat y ya no busque a la Negra, sino que busque escapar ya que le dimos a una van que iba cargada de televisores. El choque causo que la puerta trasera de la van se abriera y los televisores salieron volando como balas trazadoras quedando regados el la Segunda Avenida Norte que conduce a Mejicanos. De aquel suceso han pasado exactamente 27 años. La niña aquella que no conoció a su padre (Salvador Sánchez) es ahora toda una mujer, profesional y madre al mismo tiempo. Ana Gladys nunca ha sospechado porque quiero tanto a Leyla (su nieta) y ahora te lo digo Negra: porque jamás vi. a tu hija cuando pequeña. La guerra nos llevó por distintos caminos; pero al mismo puerto y después de 27 años, ya viejos, canosos; pero no cansados, continuamos con la lucha que iniciamos cuando éramos aquellos@ jovencitos@ aventados@ a quienes ni la guerra, ni el exilio, ni los traumas de la vida han logrado domeñar.

Claudia Irina, gracias por honrar la memoria de tu padre siendo lo que eres. Negra, gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno.

Compañero Salvador Sánchez Hidalgo

Hasta la Victoria Siempre!.

Ponciano Montañés

Concluyen Jornada de Hombres contra la Violencia hacia las Mujeres

SAN SALVADOR; 11 de diciembre de 2006 (SIEP) Con la presencia de las magistradas Victoria de Avilez y Mirna Perla concluyó esta mañana la Jornada de Hombres contra la Violencia hacia las Mujeres, organizada por la Unidad de Género de la Corte Suprema de Justicia.

“La masculinidad hegemónica en El Salvador se fundamenta en la violencia hacia las mujeres y hacia ellos mismos y ha provocado los niveles mayores de violencia familiar y paternidad irresponsable” indicó la magistrada Perla.

Añadió que “la masculinidad hegemónica determina que el cáncer de próstata y enfermedades coronarios sean algunas de las principales causas de mortalidad masculina. El luchar por una vida sin violencia es un derecho de todas y de todos, por lo que exhorto a sumarse a este esfuerzo…”

Por su parte, el Lic. José Luis Gálvez Trejo, Coordinador del Foro Permanente de Estudios sobre Masculinidades sostuvo que “nos une un interés común: la erradicación de la violencia de género. Por lo que impulsamos la cooperación sobre la competencia así como la valoración de las diferencias como elementos indispensables para una convivencia democrática.”

“Hemos avanzado en divulgar esta importante temática aunque debemos de reconocer que no pudimos culminar estas jornadas con una Marcha de Hombres contra la Violencia hacia las Mujeres como lo habíamos planeado. Lo haremos el próximo año.”

Concluyó afirmando que “la masculinidad hegemónica enfatiza la violencia y la competencia; ya que somos productos culturales del sistema patriarcal, por lo que debemos de impulsar una auditoría de género de la sociedad que convierta en ilegitimo el ser violento. Ese es nuestro desafío. Agradecemos a los hombres y mujeres que nos han acompañado en este esfuerzo. Gracias.”

Estuve en 1970 en el VI Congreso del Partido Comunista de El Salvador…

Estuve en 1970 en el VI Congreso del Partido Comunista de El Salvador…
Entrevista con Víctor Gregorio Rivera (segunda parte)

SAN SALVADOR, 4 de octubre de 2006 (SIEP) El VI Congreso que fue en agosto de 1970 lo realizamos en la casa de Virgilio Guerra, de oficio carpintero, que era una venta de muebles, allá por el Cementerio de Los Ilustres…en este congreso pase a integrar el Comité Central del PCS. Y también estuve en abril de 1979 en el VII Congreso, que realizamos en Perulapìa, y fui reelecto como miembro del Comité Central…En dos ocasiones he sido miembro del CC.

El VI fue un congreso de un día, hubo muchas discusiones, estaba fresca la salida de Carpio. Fue en ese congreso que asumí la responsabilidad de conducir la Comisión Rural, luego del exitoso trabajo de organización campesina realizado en Sonsonate y la Zona Sur de Ahuachapan así como del trabajo en la Comisión Militar. El “Bache Campesino (Raúl Vargas) era nuestro asesor.

Schafik era el responsable de la Comisión Militar y en este VI Congreso es elegido como secretario general. Este VI Congreso analiza la realidad política del país, y enfatiza sobre todo en lo electoral, lo de promover una política de alianzas amplia, y fortalecer el trabajo del PAR y del UDN. Pero también decide acelerar la preparación militar de los cuadros políticos.

Personalmente lo electoral no me cuadraba mucho, pero Schafik hacía énfasis en la búsqueda de la victoria electoral. Fíjate, que como dato curioso, por este tiempo Nidia Díaz anduvo tratando de reclutarme. Sucede que habíamos metido a ATACES a FENASTRAS, federación que dirigía el ya fallecido Eleuterio de Jesús Carcamo. Entonces a FENASTRAS llegaba mucha gente a buscar contactos; a construir alianzas, a conocer la opinión sindical sobre la coyuntura, a orejear, a todo.

A Fenastras llegaba el cura Chencho Alas, el profesor Mario López de ANDES, Eliseo Ortiz y Carlos Arias de la RN. Incluso como ATACES hicimos una asamblea en Suchitoto con el apoyo de los curas Alas, Chencho e Higinio. Me acuerdo que cuando le contaba sobre todos estos esfuerzos unitarios al Chele Aguiñada, no le parecían, él me decía: “no andes pendejeando.”

Pero la jugada mía era construir puentes, forjar alianzas en lo social de la misma forma que se estaba haciendo en lo político, donde tuviera presencia el Partido. Y es en este marco que fui fundador y parte de la dirección del Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) en 1974, junto con los curas Chencho Alas y Rutilio Sánchez, un cura que estaba en Chalate de nombre Gregorio y otro cura de nacionalidad francesa.

A nivel de Comisión Rural del PCS luego del Congreso nos trazamos la línea de levantar la bandera de la reforma agraria, organizar al proletariado agrícola y campesinado, así como construir la alianza obrero-campesina.

La famosa Valeria…

Valeria era una irlandesa que vino a vivir a El Salvador, revolucionaria, feminista, que me permitió vivir en su casa. Era revolucionaria y también feminista y se manejaba un vocabulario en español motivo de envidia en cárceles, mercados y bares. Ah y en sindicatos. Conocí a esta Valeria por medio de Napoleón Rodríguez, Edgar Núñez y Ramón Portillo. Valeria era lo mismo que ellos de un movimiento cristiano estudiantil, el MEC.

En ese tiempo yo estaba viviendo en Fenastras, allí me quedaba a dormir. FENASTRAS quedaba en la esquina de la 5ta. Calle oriente y 6ta. Ave. Norte. Abajo del Parque San José. Al enterarse ella me ofreció irme para su casa que era un apartamento que quedaba unas cuatro o cinco casas arriba, sobre la 6ta. Avenida norte.

En el primer piso estaba un bar llamado La Bota y en el segundo piso el apartamento de Valeria, donde había vivido antes Napito, y que era como un local del Partido porque allí algunas células del Partido celebraban sus reuniones, o para contactos de todo tipo. Ella me llamaba “El Compa” y nos ayudaba en el sindicato. Era cervecera y media.

Para un 10 de mayo ella se enteró que no podía ir a visitar a mi madre porque me perseguían y me dijo: te invitó a unas cervezas. Y Le respondí: vaya pués. Valeria era cervecera y vegetariana, como que era coneja la babosa. Me acuerdo que a la vuelta de su casa vivía un joyero de nombre Napoleón, a este lo secuestraron y lo mataron.
Bueno, fuimos a la cervecería California y nos echamos las cervezas. Y después me queda en su casa, aclaro que como amigo porque como mujer no me gustaba. Ella tenía un colchón en el suelo y dormía y se levantaba chulona, sin inhibición alguna, muy europea. En su apartamento después tuve viviendo a mi mujer y a mis hijos por quince días. A Valeria la llevaba a reuniones de Ataces y luego a bañarse a la playa. Era bien chele y el pelo gris. En diciembre de 1977 Migración le envió una carta informándole que era una persona non grata para el gobierno de nuestro país y se fue…no me acuerdo de su apellido.

El 28 de febrero de 1977

Este es el día de la vergueada en el Parque Libertad. Estaba junto con Alberto Carrillo cuando empezó la represión, y de repente vi a un cachimbo de masa confundida con la tendencia a refugiarse y entonces le digo al Tío Julio: “agarrá la dirección…dispersémonos, yo me llevo una parte y vos te llevas la otra” Pensaba que el se fuera para Ciudad Delgado y yo agarrar para Soyapango.

Eran como unas 10,000 gentes que estaban en la plaza y rodeada por efectivos de seguridad y ejército. Fuimos saliendo del parque grupos de 25 rumbo a la terminal de Oriente, por la calle Arce, al acercarnos a la terminal nos cercaron, me acuerdo de Ramón Portillo que me acompañaba, estaba también Nora mi mujer y mis hijos, estaba Edito Genovez y Caleb, conocido como El Guardión.

Les dije quedémonos por último. Observamos como se daban gusto los guardias quitándoles el pelo a los jóvenes con los machetes. También vimos cuando capturaban a Guevara Lacayo y lo agarraban a patadas, el lloraba como un niño de la gran penqueada. Al salir del cerco luego que nos penquearon nos encontramos con Jorge Acosta, que era un mediano terrateniente de Suchitoto.

Cuando íbamos por una gasolinera ya en la Avenida Independencia un guardia me quiso dar un culatazo y le arrebate el fusil y le pegue en el pecho. Pasamos la terminal y al llegar al puente les dije: tiremonos en medio. Lo hicimos y ya abajo nos encontramos con varios compañeros del UDN que habían pensado lo mismo que nosotros.

Ya para esta hora estaba amaneciendo y teníamos que decidir que hacer les aconseje a algunos que se fueran para Ciudad Delgado bordeando el Acelhuate. Yo seguí junto con mi grupo regresando hacia San Salvador por el sur, Ramón iba sangrando, golpeado de la frente con planazos de corvo. Fuimos a salir allá por la Ilopania, abajo del cuartel de la Policía Nacional. Allí salimos y nos fuimos hacia el centro, al llegar al Banco hipotecario, un Guardia Nacional nos detuvo para interrogarnos: me preguntaron por Ramón. Es mi ayudante le dije. Al final fuimos a salir cerca de la casa de Valeria y esta nos abrió la puerta y de entrada nos dijo: ¿los pijearon? Era malcriada y media. Le dije: mírame la espalda. Estaba con las huellas de los planazos.

Rápidamente se fue para La Bota a traer una botella de guaro para desinfectar las heridas y a la farmacia a comprar alcohol para echarnos unos tragos o al revés, ya no me acuerdo. Nos confeso para tranquilizarnos que era enfermera, cuando nos estaba curando. Bueno, allí nos quedamos de refugiados hasta que se calmó la situación. Luego se fue a comprar colchas nuevas para los nuevos huéspedes.

A todo esto el Partido no sabía donde estábamos, si habíamos caído presos o estábamos desaparecidos, o muertos. Habíamos presenciado una masacre cruel, vi cuando a un obrero lo asesinaban de un bayonetazo y cuando a una mujer para ultrajarla le metían la bayoneta en una nalga, eran salvajes… La entonces diputada democratacristiana Marianela García Villas estuvo a la altura de la situación, no se atemorizó y denuncio bajo la balas, desde la tribuna a los asesinos. Fue obligada a que se refugiara en la Iglesia El Rosario para que no la mataran.

Debemos de reconocer que como Comisión Militar no contábamos con un Plan de Contingencia y nos sorprendieron. Y es que como CM únicamente preparábamos gente, pero no planificábamos acciones, tuvieron que pasar dos años más para sintonizarnos con la realidad del país. Ese 28 de febrero, esa invasión militar no la esperábamos, hay que reconocerlo. Grave error de apreciación.

El plan era ir ampliando desde el parque Libertad nuestro territorio con las masas, ir copando hasta lograr rodear y tomarnos la Policía Nacional. El punto de partida era la movilización popular lo que era correcto pero no fue suficiente. Y el resultado fue esta masacre que no pudimos prever. Posteriormente logramos desarrollar acciones insurrecciónales aisladas en Ciudad Delgado, Soyapango y Mejicanos. Pero no tuvieron continuidad. No estábamos preparados.

Con esta masacre a nuestro juicio la vía pacífica se había agotado. Era una situación crítica. El Partido se quedaba sin línea. Es de aquí que surge la demanda de convocar a congreso. En especial esta demanda surge de la Juventud, de la misma CM a la que ya pertenecía el Chelito Aguiñada, y de las comisiones sindical y rural. Pedimos que el congreso se convocara en tres meses, pero duro más tiempo la convocatoria, dos años, hasta abril del 79.

El VII Congreso

La dirección del PC nombró una comisión para organizar el congreso que sería el VII, integrada por José Luis Merino, Rafael Aguiñada Deras, y Dagoberto Sosa. Ah y también el Viejo Vanzzeti. En este Congreso fui electo como miembro suplente de CP, suplente de Mario Aguiñada, pero nunca me convocaron a una reunión. Es aquí donde considero comienzan a aflorar diferencias y contradicciones que al final me condujeron a renunciar del Partido, porque yo renuncie, no fui expulsado, me di ese lujo y en plena guerra.

Ramiro era un cipote curioso. Como a veces me quedaba en la FUSS el aprovechaba para estar platicando, me preguntaba mucho, le interesaba mucho el trabajo en el campo, era muy preguntador. Una vez Schafik me pregunto: ¿Y cómo ve Usted el panorama en la FUSS? Le compartí mis valoraciones. Le dije que Merino despuntaba. Como organizador que era, lo pude detectar…Y no me equivoque. Bernabé Cárcamo era también bueno.

Mi rol en el FAPU

Cuando se evaluó en el Partido la segunda y tercera marcha del FAPU que habían sido espectaculares, en el marco de la política de alianzas se me critica fuertemente. Acordate que yo era de la dirección del FAPU. Esto creo una crisis. Schafik entendió mi posición. Los Aguiñada y el Bache hasta me acusan de revisionista. En realidad eran electoreros. Domingo siempre había mantenido una posición radical. Estábamos discutiendo sobre la política de alianzas y las formas de lucha y la necesidad de pasar a la lucha armada.

Al final no entendieron y se me ordena que abandone el esfuerzo del FAPU por ser un esfuerzo paralelo al del Partido. En ese preciso momento tuve la intención de renunciar al Partido. Consideraba que era el momento político para dar el salto de calidad y vincular el manejo de lo electoral con la lucha social, estamos hablando del periodo después del 28 de febrero de 1977.

Me alegraba que Ramón con quien trabajaba, fuera radical y me tenía bastante confianza y con él habíamos trabajado bastante la zona sur de Ahuachapan. En lo personal siempre he sido un firme partidario de la unidad popular y si bien acate la resolución por disciplina partidaria, no lograron convencerme y ellos mismos llegaron después a esta misma conclusión de carácter estratégico.

Construyendo las FAL…

Debo señalar que Schafik desde la Comisión Militar no hizo nada para crear las condiciones para construir el ejército popular. Fue hasta después que se acordó que en los puestos de mando, los miembros del Comité Central eran los jefes político-militares de todas las unidades del ejército o las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL, tomando en cuenta la experiencia de Vietnam que por cierto el mismo Schafik fue el primero en ir allá a estudiar.

El criterio básico vietnamita es el de trabajar, comer, y dormir junto con el pueblo para así ampliar la fuerza partidaria y social. Se suponía que íbamos a ser los jefes del ejército y esto no se cumplió, al final los mandos militares se imponían sobre los mandos partidarios. El VII Congreso se realizó en abril del 79 y el 1ro. de mayo de ese año divulgamos públicamente la tesis del viraje del PCS a la lucha armada.

El viraje se definió y se empezaron a realizar acciones armadas. Desde la Comisión Militar organizamos a las FAL. Y luego la misma CM se convirtió en la Comandancia General de las FAL. En agosto del 79 el equipo militar se fue para Nicaragua. Yo me quede responsable del Frente Occidental que después se llamaría Feliciano Ama, ya cuando surge el FMLN. Me acuerdo que hicimos un intento guerrillero en el Bosque El Imposible y no nos cuajó.

Estos fueron los inicios de la construcción de las FAL. En agosto, septiembre y octubre del 79. A principios de 1980 creamos la FAL en Sonsonate, en Cara Sucia. Allí estaba, me acuerdo de Pedro, que viene de ser un obrero artesano, joven religioso de una iglesia católica. Yo lo reclute. Y después fue a la Escuela de Cuadros en la URSS. Estaba también Bartolo, que era un militante indígena que participó en la insurrección de 1932 y había sobrevivido a la represión y se incorporaba a este nuevo esfuerzo militar, vivía en una choza a la orilla del río de Caluco.

Estaba Ricardo Zelada, que después se fue para estados Unidos; el dirigente obrero Ricardo Erazo, que le decíamos El Zapatón y que murió combatiendo en Guazapa; Carlos Castro, que tenía un taller de muebles de mimbre y le decíamos El Quemado. Estaba Carmelo Jordán, que era de una célula que había en la hacienda Buenos Aires, del cantón de Metalío, que era bien apagada, casi inactiva. También penetramos en SIPES, en Acajutla. Teníamos allí una célula. También reclute a Adán Rosales de Cara Sucia.

La experiencia nos enseñó que era más fácil organizar en el sur de Ahuachapan que en el sector de pueblos indígenas de Sonsonate donde la huella de la represión de 1932 todavía pesaba fuertemente. Era también más fácil lo urbano y lo portuario (Acajutla) que lo rural. Después pusieron de responsable de Sonsonate a Cárcamo, de pseudónimo Rolando, que era del CC del V Congreso.

Siempre ha considerado la unidad popular y de la izquierda como fundamental. Fue `por eso que junto con Marcos Salazar constituimos ANTA. Y también he trabajado con Camacho, que tenía posiciones revolucionarias y fue del Partido en Santa Ana. Luego Mauricio García me busca para constituir otra organización. Y ya vez hoy sigo trabajando de manera unitaria con Carlos Rodríguez de ANTA.

(tercera sentada, 6 de diciembre de 2006)

Te habías perdido, te voy a poner falla…Acordate que tenemos que ir a visitar a Carlos Cuchilla, conocido como Carlos Marín, que era del CC del V Congreso, que esta allá por La Cima.

El VI Congreso del PCS fue en agosto, entramos a las 7 de la mañana, sin escondernos, tranquilamente, a mi me llevo un compañero de Santa Ana de quien ya te he hablado y esta todavía vivo, el Chino Mariano, y también Carlos Quijada. Schafik dirigió el Congreso. Fue en las vacaciones de agosto porque todo el mundo estaba enfiestado y el enemigo estaba más relajado…Fue en la mueblería de Virgilio Guerra, que era miembro de la CP del PCS.

Me acuerdo que al hijo de Virgilio Guerra, que tiene su mismo nombre en los años 60 lo iban a fusilar porque lo acusaban de haber puesto una bomba en el Palacio Nacional. Chema Méndez padre lo defendió y pudo probar que era una maniobra de la Guardia Nacional para afectar a su padre. El otro acusado era Miguel Ángel Martínez.

En el Congreso se discutió intensamente sobre la situación nacional. Sobre la situación sindical, agraria, sobre ATACES, la alianza obrero-campesina, sobre la unidad popular, sobre el concepto de revolución democrática, antiimperialista y antioligárquica. En las discusiones sobresalían Carcamo, Quijano, Castro Belloso, Edito Genovez.

También se revisó la renuncia de Saúl, de Carpio, que se había ido junto con Dimas Alas, Rafael Martínez y el Peche Castro Quezada para las FPL.

El VII Congreso del PCS fue en Perulapía. La entrada fue de noche. Allí dormimos y arrancamos el día siguiente. Fue un congreso de dos días. Lo clave fue la revisión de línea, reconocer que estábamos equivocados al oponernos al uso de la violencia. Fuimos los de las comisiones Sindical, Rural y Juventud los que impulsamos el viraje. Fue un viraje por presión. Los que estaban apoltronados en la Universidad tuvieron que irse del país o entrarle a la guerra. Fue notorio el acuerdo mayoritario hacia la lucha armada.

Fíjate que en este congreso Mario Aguiñada y Dagoberto Gutiérrez le disputaron la secretaría general a Schafik. Los universitarios apoyaban a Dago. Pero los del movimiento sindical y movimiento campesino nos inclinamos por Schafik. Y ganamos. No hubo confianza en los otros dos. Allí se creo una comisión para implementar los acuerdos relativos a la construcción del ejército, así se decía, que después se le puso FAL en 1980. Eran tres: Schafik, Dagoberto Sosa (Lucio) y Merino (Ramiro).

También se discutió el impulso de la unidad revolucionaria, nuestras divergencias serias con las FPL y el ERP. Se aprobó realizar una ofensiva política por la unidad de la izquierda. En la Comisión Militar quedamos Rafael Aguiñada Deras, José Luis Merino, Rafael Benavides y mi persona. Era prioridad impulsar la unidad de las organizaciones revolucionarias. Para formar el FMLN primero se comenzó con la Dirección Revolucionaria Unificada. Y luego en octubre de 1980 surge el FMLN.

La ofensiva general de enero de 1981

A mi me toco estar en santa Ana. En el recién creado Frente Feliciano Ama. En Sonsonate y en Ahuachapan no pudimos realizar ninguna acción. La guerrilla montada arriba de Atiquizaya, en El Imposible, apenas comenzaba. Nos concentramos en Santa Ana. Junto con Rona (Runita) y Ricardo, que era el secretario general del Sindicato de la Kimberly Clark y que después lo desaparecieron. A esta altura de la unidad, había mandos separados.

Nuestro partido todavía arrastraba las cargas de ser un partido electorero y sindicalista y no estaba preparado para la guerra. Un año me costó en Santa Ana que comprendieran el viraje pero sentía que no lograba avanzar, no estábamos preparados. Considero que el lanzamiento de esta ofensiva fue un error. La ofensiva la lanzamos a las 6 de la tarde del 10 de enero de 1981.

Y la guerrilla vino apareciendo a los tres días, el 13 de enero. Durante esos tres días fuimos únicamente las FAL y el ERP los que le dimos respuesta a las bandas de paramilitares que en alrededor de 15 jeeps asolaban la ciudad causando el terror y buscando a gente organizada para matarla. A nuestra militancia le aconsejamos irse para Guatemala para escapar de la represión.

Adán Chicas era el responsable de CP para Santa Ana. Yo era el responsable como CC. Pero Adán no se presentó. Yo hice una protesta a la dirección por esta irresponsabilidad. Pero Schafik salió en defensa de Abel. Alegó que hubo órdenes cruzadas. Notaba la conducta de Adán sospechosa contra mi persona.

Sobre el diálogo y la negociación

Personalmente no estaba de acuerdo con la estrategia del diálogo y la negociación. En esto me acompañaba el Oso Belloso. Esa era una estrategia que había pegado en el Vietnam que era una guerra antiimperialista, pero en nuestro caso le veía pocas posibilidades de éxito. En realidad simpatizábamos con al estrategia planteada por Carpio de Guerra Popular Prolongada. Teníamos serias dudas sobre donde iba a conducirnos la estrategia del diálogo y la negociación. Cuando se discutió esto a nivel CC Schafik nos acusó de ser ultra izquierdistas.

Fíjate que en este período surgió la oportunidad de ir a Vietnam a estudiar el Curso de Adiestramiento Militar y no la acepte. Alfredo Acosta (Milton) y Domingo Santacruz (Eduardo) me apoyaron para ir a Vietnam.

En 1983 estando en Santa Ana fui víctima de una maniobra que al final me llevó a renunciar al Partido. Fíjate que me encargaron de organizar un equipo de inteligencia y contrainteligencia, o sea chequear lo de afuera y también lo nuestro para detectar algún infiltre. Era algo delicado. Usaba gente que llegaba a vender lotería a los cuarteles y cuerpos de seguridad.

Y logre detectar que el Negro Mario, que era el comandante de la RN, responsable de la zona occidental era informante del ejército y de los cuerpos de seguridad. En las noches lo recogían y lo llevaban al cuartel para reuniones con oficiales. Y esto explicaba el montón de capturas que sufríamos periódicamente todas las organizaciones.

Era un asunto tenebroso. Yo tenía un sobrino que estaba de alta en el cuartel y simpatizaba con el ERP, y él me informó que el General Blandón que dirigía el G-2, tenía un listado de nombres de los integrantes en Santa Ana de las FPL, la RN y el PC. Esto lo informe inmediatamente a la dirección. Por esa época catearon el local de FENASTRAS y a los que capturaron el propio Blandón los mató con una sierra eléctrica, les cortó la cabeza, los mutiló, era bestial este militar, a lo Pinochet.

Y por eso me dio cólera cuando de la dirección me mandan a decir que tuviera cuidado que no hiciera señalamientos sin tener pruebas, que ponía en peligro las relaciones con la RN, que la unidad, etc. Y el enemigo nos estaba matando. Occidente era la retaguardia del enemigo. Era un área súper controlada por la inteligencia enemiga. Teníamos infiltrados policías. Y desde entonces empecé a caer en desgracia con la dirección. Y terminaron sacándome de Santa Ana y enviándome al campamento guerrillero que había en Cinquera, Cabañas.

Me mandaron al exilio, a hacerle compañía a Benito Lara. Allí conocí al compañero Locadio, originario del lugar. A los 4 meses me envían para Guazapa. En Guazapa cometí un error y lo reconozco, con El Zarco, que lo conocía de la época del PR, recibo la orden de irme para un curso militar en Vietnam y no quise ir, desobedecí en plena guerra.

La verdad es que me sentía ya con mis años y mejor que esos viajes los aprovechara la juventud. Entonces propusieron a Adán Rosales y el fue en lugar mío. A los dos meses de estar en Guazapa el mismo Zarco me contó que de mi hablaban babosadas por no haber ido a Vietnam. Entonces le dije a Arnulfo que necesitaba salir. Y me sacaron del cerro y me fui para Santa Ana. Hable con Américo, con Santa Cruz y con Acosta y observe frialdad.

Sentía un bloqueo. A los diez días les mande a decir que iba a entrar de nuevo. Quedamos de vernos enfrente a donde quedaba la Coca Cola en Soyapango, llevaba ropa, pistola y libros. Quedamos a las 7 de la noche y eran las 9 y no llegaban. Me dejaron tirado. Tuvo que alquilar dos taxis para llevarme las cosas de regreso.

Me puse a reflexionar. Le he dado al vida a este bolado y hoy me pagan con esto. Me puse a escribir mi carta de renuncia. La carta iba dirigida a Schafik. Le señalaba que era una gran irresponsabilidad que la CP estuviera fuera y que éramos los del CC los que ejercíamos el mando. En Guazapa los responsables eran Joel y Arnulfo. Mi renuncia era irrevocable, regresaba a la base a trabajar y me atenía a las consecuencias. Mi mujer me dijo que era un error el que estaba cometiendo. Luego de la renuncia supe que incluso algún desbocado hablo de ajusticiarme. Nunca me paso nada.

Renuncie al Partido a inicios de 1984, aunque m i mujer no quería porque decía que eran muchos años los que le había dedicado. Pero yo estaba claro que había que hacerlo y lo hice. Después que el Partido me aceptó la renuncia enviaron a Pedro y a Fidel Nieto para que me saliera del MAG, para que renunciara. No les hice caso. En 1984 inicio una nueva etapa de lucha, la que asumí con la organización ACOPAI, ya fuera del Partido.

En el 86 fui a la Unión Soviética sin ser ya del Partido

Fíjate que en el año 86, para ese entonces había establecido contactos con el ERP y estaba colaborando con ellos, pude darme cuenta de que el socialismo ya estaba agonizando. Me manda llamar Carmelo, Comandante del ERP ya fallecido y me dice: necesitamos que vayas a México para que nos lleves unos proyectos. Trato de zafarme pero me presiona que lo haga y al final acepto. Llevaba un proyecto millonario. Y aprovechas para ver el mundial me dice. Aunque a mi nunca me ha llamado la atención el fútbol.

Lo que me sorprendió fue que después me llega buscar alguien del Partido para decirme que Simón mandaba a decir que de México tenía que ir a Moscú. ¿y comos se enteraron? me preguntaba. Le digo que yo ya no era del Partido. Me responde: vos ya sabés como es Simón. Te esta enviando a una reunión sindical y dice que es orden. ¡Puta! No sabía si reírme o enojarme. Si yo ya estaba fuera.

Cuando llego a México y me instaló en el Hotel ya me estaba esperando en el Lobby el Bache, que se llamaba Alberto, y me dice: aquí te tengo una nota de Simón. Y le digo: nombre si yo vengo por un asunto del ERP y luego de turista para ver el Mundial. –No jodas, y que ¿tenes dinero? – Mas o menos, le digo. –déjate algo, me dice.

Al final me enseña la nota de Schafik, que la letra no era tan buena que digamos pero la reconozco, me enviaba como jefe de delegación a una conferencia de la Federación Sindical Mundial llamada “Las luchas sindicales por la conquista del desarme nuclear y la paz mundial.“¿Jefe de delegación? -si vas a ir con la camarada Liliam. No la conocía. Una compañera complicada.

Fuimos a la conferencia y después viajamos por tres meses en trenes por toda la URSS. Es más, estuvimos cerca de Chernobyl cuando estalló esa babosada y tuvieron que desalojarnos por la radiación. El 12 de mayo pronuncie un discurso a nombre del grupo sindical latinoamericano en Tadjikistan, era el aniversario de la gran Guerra Patria contra los nazis.
(Continuara…)

Venezuela, el socialismo del siglo XXI y nosotros, europeos

Venezuela, el socialismo del siglo XXI y nosotros, europeos

Francisco Fernández Buey
Rebelión

Hace unos años, cuando ya había desaparecido la Unión Soviética, vi un documental que me hizo repensar las largas discusiones que durante largos años habíamos tenido en Europa sobre la naturaleza del socialismo a propósito de lo que creíamos saber que estaba pasando Rusia, China, Cuba, Vietnam, etc. En el documental, un periodista, no recuerdo ahora si inglés o alemán, preguntaba a un viejo campesino de un país euro-asiático por qué en su pueblo se habían hecho comunistas al final de la primera guerra mundial.

El viejo campesino contó esta historia: “Llegaron aquí unos funcionarios de la lejana Moscú y nos dijeron que se había acabado la era del capitalismo y empezaba la era del socialismo. Y nosotros, que teníamos noticia de que allí habían acabado con el régimen de los zares, les preguntamos: Y eso del socialismo, ¿qué es? Uno de los funcionarios llegados de Moscú nos lo explicó: El socialismo –nos dijo– es vivir en comunidad, labrar las tierras en común, producir en común y repartir equitativamente lo que se produce en la comunidad. El socialismo es todo eso y –añadió– poder trabajar la tierra con tractores que nosotros os vamos a traer para ahorraros esfuerzos”.

Aquel viejo campesino concluyó instruyendo al periodista occidental: “Nos hicimos inmediatamente socialistas porque lo primero, lo de trabajar las tierras en común, es lo que veníamos haciendo desde siempre, y era bueno y justo continuar haciéndolo; y lo segundo nos pareció aún mejor: ellos nos traían los tractores que íbamos a necesitar para labrar la tierra y que produjera más”.

El viejo campesino euro-asiático no había oído hablar todavía de las polémicas que en aquellos tiempos antiguos enfrentaban a los componentes del núcleo dirigente bolchevique. Apenas sabía nada sobre la discusión, entonces en curso, acerca de cómo había que denominar lo que se estaba haciendo en la URSS, si socialismo o proto-socialismo o capitalismo de estado dirigido por la clase obrera. Por aquel entonces muchos campesinos analfabetos, o casi, tenían una noción tan elemental como sólida del socialismo; identificaban socialismo con estas tres cosas juntas: pan, paz y consejos. Capitalismo, en cambio, era para ellos lo que habían sufrido en los últimos tiempos: hambre, guerra y disolución progresiva de la propia comunidad.

Esta visión del socialismo, que a la mayoría de los europeos parecerá hoy primitiva, se parece mucho al “comunismo solar” de Chevengur, la estupenda novela de Platónov que no pudo publicarse en la Unión Soviética estalinista. Y se parece bastante a la noción de socialismo que tuvieron los primeros narodnikis o populistas rusos, luego llamados socialistas revolucionarios. Tiene poco que ver con la noción de socialismo que hay en las obras de Marx y de Engels. Apenas un punto de contacto: la defensa emotiva de los valores de la comunidad (antes de su desestructuración) y la esperanza en que la clase obrera industrial con conciencia, que estaba construyendo otra comunidad, llegara a tiempo de salvar de la ruina a la comuna rural. Por eso la mayoría de los “pingos almidonados” europeos decretaron hacia 1919 que lo que decían y hacían los campesinos euro-asiáticos no tenía nada que ver con el socialismo. Prefirieron el concepto a los hombres, a lo que decían y hacían los hombres. Y por eso mismo uno de los pocos marxistas europeos que no quiso ser “pingo almidonado” escribió aquello de que la revolución rusa era en realidad “una revolución contra El capital” para luego manifestar su preferencia por la revolución sobre El capital.

De Gramsci dijeron casi todos sus colegas de entonces que no era marxista. Y, por supuesto, de los campesinos euro-asiáticos también, aunque éstos no se enteraron de la crítica. Tuvo que pasar mucho tiempo para que otro que tampoco quería ser “pingo almidonado”, el poeta y novelista John Berger, en Puerca tierra, contara una historia de los campesinos que resisten, en la que hombres y concepto vuelven a aproximarse. Y estaba hablando de los campesinos de la Europa occidental. La historia de la vieja historia era tan nueva que John Berger se creyó obligado a poner al final de su relato un interesantísimo ensayito para explicar la supervivencia y resistencia de aquellos seres humanos que parecían haber desaparecido ya, tragados por la industria y engullidos por las megaurbes. Puerca tierra fue algo así como un aldabonazo. Y no porque cubriera de flores un mundo en disolución, sino porque, sin flores, descubrió a muchos que aquel mundo campesino no había muerto del todo y que los seres humanos que lo poblaban eran mucho menos primitivos de lo que había pensado la mayoría de los marxistas académicos.

Desde entonces, y han pasado ya varias décadas, algunos venimos pensando, por inspiración de John Berger y de Pier Paolo Pasolini, que las luciérnagas no se han extinguido del todo en todo el mundo, que las luciérnagas, si se me permite la metáfora, aún están ahí, al otro lado del mundo mediático, y son el equivalente, en un contexto que incluye la cordillera andina, el lago Titicaca, Monte Ávila y la zona amazónica, de aquello que los filósofos humanistas y urbanitas europeos suelen llamar “las Luces”. Me di cuenta de eso una noche descansando al raso y mirando al cielo en el Pantanal, en el Mato Grosso brasileño. Vuelvo a pensarlo ahora, al pie del Monte Ávila, mientras escucho al poeta y ecologista Thiago de Melo. ¿Y si el socialismo del que vuelve a hablarse ahora en Venezuela, cuyos ecos llegan a La Paz, Guayaquil, Lima y El Pantanal, tuviera más que ver con las luciérnagas que ahí se reproducen a montones que con “las Luces” de los “pingos almidonados” europeos, incluidas “las Luces” de los marxistas académicos.

No creo que el socialismo del siglo XXI, del que se habla en Caracas y en La Paz, y por impulso del chavismo y de Morales, en algunos documentos de los sin tierra brasileños y en varios papeles de Vía Campesina, vaya a tener gran cosa que ver con la noción de socialismo que hemos elaborado en Europa. Lo intuyó ya Mariátegui, que anduvo por varios países europeos y luego pensó en ello. Y seguramente lo intuyó Guevara en la aventura boliviana que le llevó a la muerte. Pero hoy en día la cosa está aún más clara. Y por eso viene a cuento la historia de la memoria del viejo campesino euro-asiático con la que empezaba esta nota. Esa historia une el principio del “siglo breve” (la ilusión socialista) con su final (la crisis terminal del neo-liberalismo y el resurgir del ideal socialista). Si hay que reconstruir la noción del socialismo habrá que empezar por ahí.

Nosotros, europeos, estamos mal preparados para eso. Aún tendemos a llamar “socialdemocracia” (que fue el primer nombre del socialismo organizado) a lo que hoy es la negación sin más de cualquier proyecto socialista. Aún dejamos que se llame “socialistas” a partidos que hace décadas que perdieron la noción de lo que eso es. Aún llamamos “comunistas” a partidos políticos que se darían con un canto en los dientes si tuvieran un programa socialdemócrata de verdad. Y aún exportamos al oro lado del Atlántico libros, revistas y periódicos que dan por supuesto que se sabe en Europa qué es socialismo y que, en base a ese supuesto (y ocultando los intereses económicos de los “dadores de trabajo”), descalifican cualquier medida que se aproxime a la noción de socialismo del viejo campesino euro-asiático.

Pan, paz, libertad, consejos, tractores , electricidad, decían las pobres gentes de 1919 cuando hablaban de socialismo en comunidades y asambleas, en las calles y plazas. No digo yo que los campesinos sin tierra, los de Vía Campesina, los cultivadores de coca, los indígenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, los ayer campesinos y hoy obreros en lo que salga, vayan a repetir esas palabras en la primera década del siglo XXI, o que tengan que repetirlas. No en la época de las parabólicas, de la robótica y de Internet. Claro que no. Pero si, como decía Juan de Mairena, hay que hablar, y hablar en serio, de “lo que pasa en la calle” y no de “los acontecimientos que suceden en la rúa”, entonces lo primero que tiene que hacer el europeo amante del socialismo es preguntar en esos sitios e intentar traducir aquellas “pobres” palabras al lenguaje de los pobres (y proletarios de hoy). Probemos.

Pan quiere decir hoy, para quienes están abajo en la pirámide social, soberanía alimentaria. La base material del socialismo es hambre cero. Para erradicar el hambre hace falta soberanía alimentaria. Y, por lo que se ve en todos los países empobrecidos, para que haya soberanía alimentaria se necesita soberanía sensu stricto (o sea, independencia para redistribuir equitativamente los recursos disponibles).

Paz quiere decir, para esas mismas gentes, lo mismo que ayer: que el nuevo imperialismo en su competición capitalista por la obtención de beneficios rápidos no nos traiga la guerra o nos lleve forzadamente a ella (inventándose, preventivamente, enemigos que son sólo resistentes frente a la homogeneización cultural).

Libertad seguirá siendo, hoy como ayer, palabra clave de cualquier socialismo que se precie. Un día alguien se preguntó con razón: ¿libertad para quién? Pero habrá que prestar atención para no preguntar esto con ánimo liberticida, sino reconociendo aquello, tan sabido y tantas veces olvidado, de que la libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos, y vinculando la libertad, como hizo el clásico, a la lucha por el pan, o sea, a la soberanía alimentaria: “Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo”. O sea, en no habiendo cielo en el sentido religioso de la palabra, a las luciérnagas de hoy.

Consejos quiere decir hoy democracia participativa. Y, como ayer, andar atentos a lo dicen los dirigidos y a lo que hacen los dirigentes. Barrio adentro y barrio atento. Consejo fue palabra grande del socialismo y el concepto que expresa se tiene que conservar. Tal vez haya que llamar a la cosa de otra manera, porque el socialismo del siglo XXI, y particularmente en América Latina, tendrá que respetar otras lenguas y otras culturas —distintas de esta en la que estoy escribiendo—, pero en su concepto (deliberar y decidir desde abajo) está la clave de la democracia socialista.

¿Y qué decir de los tractores y de la electricidad del viejo campesino euro-asiático? Que cien años después eso no basta. Y no sólo porque el ecologismo social de los empobrecidos rechaza hoy la vieja loa al viejo productivismo. También por otra cosa, que es esencial y que diferencia a los campesinos sin tierra, a los de Vía Campesina, a los cultivadores de coca, a los indígenas amontonados en los suburbios de las megaurbes, a los ayer-campesinos-y-ahora-proletarios del viejo campesino de los confines euro-asiáticos: porque nadie, en el mundo andino, caribeño o amazónico, espera ya que vengan “los funcionarios de Moscú” a salvar la comunidad. Tiempo hubo y no lo hicieron.

El estado educador puede poner las bases del socialismo a través de micro-créditos concedidos a las mujeres pobres, potenciando cooperativas y misiones sociales en los barrios periféricos de la ciudad y en el campo, como lo está haciendo ya en Venezuela. Será en ellas, en las cooperativas, en las misiones, en los barrios dónde se decida acerca de las nuevas tecnologías (equivalentes del viejo tractor y de la ya vieja electricidad) que haya que emplear respetando el entorno y sobre el uso alternativo de esas nuevas tecnologías. Socialismo es también responsabilidad, social e individual. La responsabilidad se puede fomentar desde arriba. Para lo cual hay que dar ejemplo. Se materializa por abajo cuando el ejemplo de los dirigentes es bueno. Se pierde hasta la idea de la responsabilidad cuando se llama socialismo a la burocracia y a la corrupción.

Vuelvo, para terminar, a la alegoría del viejo campesino euro-asiático. Cuando se pregunta ahora a los moradores de esos lugares que se han visto beneficiados por las misiones sociales, la creación de cooperativos, los micro-créditos y los mercados alternativos subvencionados por el Estado, tal vez digan, ellos también, que socialismo es esto. Los europeos amantes del socialismo deberíamos comprenderlos porque quienes así hablan no habían visto nunca en su vida hasta ahora un médico que les tratara con dignidad, ni apenas una escuela, ni tenían otra noción del crédito que la negativa de los grandes bancos, ni otra noción del consumo que aquello que los otros, los de arriba, podían hacer y ellos no. “Socialismo” –dijo uno de los pobres latino-americanos, hasta ahora humillado y ofendido– “es haberse pasado años sin ver nada de lo que nos rodea y empezar a verlo gracias a una simple operación de cataratas financiada por el Estado con la ayuda de los médicos cubanos”.

Marx contestaría: socialismo es mucho más que eso. Ahí falta la socialización de los medios de producción. Ahí falta la nacionalización de las grandes empresas. Ahí falta la abolición de la propiedad privada. Ahí falta una educación politécnica a la altura de los tiempos. Ahí falta empezar a superar la vieja división social entre trabajo manual y trabajo intelectual. Y, sí, falta. Pero necesitaríamos una operación de cataratas, también nosotros, si desde Europa no atendiéramos a las razones del viejo campesino euro-asiático y del pobre viejo latino-americano que se ha hecho chavista. Si el socialismo del siglo XXI quiere seguir dialogando con Marx, hay que contarle eso también a él. Ya sabemos que lo sabe, pero no en esta versión.

Sobre Fidel…

“Fidel es todo hombre y mujer

Que en el mundo esté dispuesto a luchar

Y luche porque un mundo mejor sea posible”

Felipe Pérez Roque

Querido Pablito Guayasamín;

Queridos compañeras y compañeros de la Presidencia;

Amigos queridos;

Compañeras y compañeros:

Queridos amigos, desde los demás diversos confines de la Tierra, han venido no solo a celebrar el cumpleaños 80 de Fidel, sino también a dar un nuevo testimonio de solidaridad y de cariño con la Revolución Cubana, con el pueblo noble y generoso que ha desafiado tempestades, bloqueos y agresiones sin perder el optimismo, sin que le hayan podido matar la esperanza y la alegría, y los recibe a ustedes, en este momento peculiar de nuestra historia en el que los cubanos, tranquilos, firmes, esperanzados, acompañamos la convalecencia de Fidel, hecho inédito en estas casi cinco décadas de bregar, porque Fidel ha tenido, además, la suerte de una salud de hierro, que probablemente es el resultado de un cuerpo obligado por la idea a ni siquiera tener derecho a enfermarse, y ha podido capear enormes tensiones, con apenas algún que otro eventual catarro o padecimiento menor. Por lo tanto, estos meses han sido para nosotros una experiencia nueva, y nuestro pueblo los ha enfrentado con una madurez y una confianza en sí mismo, que se inscribe ya también como un resultado de las enseñanzas y el ejemplo de Fidel, y como una página de aprendizaje para las actuales y futuras generaciones de cubanos; nuestro pueblo, en esta circunstancia peculiar, le da más valor a la presencia de ustedes entre nosotros.

Sabemos el esfuerzo personal que cada uno ha hecho para estar aquí, y créanme que hablando no como Ministro del Gobierno Revolucionario, sino como hijo de este pueblo, sentimos en la presencia de ustedes aquí un deseo especial de alentarnos, de darnos fuerza, además de venir a celebrar y a desear mejoría y felicidad al compañero Fidel.

Cuando pensaba qué decir aquí en esta tarde tenía dudas, porque la mayoría de los que están aquí han estado probablemente en Cuba otras veces, son cercanos al tema de las luchas de la Revolución Cubana, de la acción solidaria que desde su triunfo ha ejercitado y que desde antes de su triunfo había proclamado. Muchos han dicho aquí las palabras que yo no podría ni improvisar ni decir aunque lo intentara. Muchos nos han hecho un nudo en la garganta a los que estamos aquí y a los millones de cubanos que por la televisión han podido seguir los debates que han tenido lugar en estos paneles.

Por lo tanto, más que intentar un discurso hecho y rehecho, y tratar de revisarlo intentando la perfección, o arreglarle los mínimos detalles, decidí que mejor era abrir en torrente los sentimientos y decir lo que cualquier cubano, en cualquier esquina de Cuba, podría decirles a ustedes sobre lo que para nosotros es Fidel, la Revolución y nuestra independencia, que, a fin de cuentas, todo eso es lo mismo y está profundamente mezclado hoy y para siempre.

De ahí que garabateé estas ideas, que no pretenden, por supuesto, dictar cátedra ni dar por concluido este tema, y que tienen la virtud solo de la honestidad, el respeto y el cariño por ustedes, que han venido a testimoniar en nuestra patria sus simpatías con nuestra lucha, su firme creencia en nuestra capacidad de defender ahora y en el futuro, y de hacer trascender más allá de nuestras vidas, las ideas por las que hemos luchado.

Por eso identifiqué 14 ó 15 ideas que considero que, siendo cualidades personales de Fidel, han terminado siendo cualidades de la Revolución Cubana e incluso del pueblo cubano, porque un aporte indiscutible del bregar y el magisterio de Fidel en estos casi 50 años es que algunas de sus cualidades, de sus concepciones y de sus ideas han terminado siendo parte de una nueva nación, que es la Cuba que tomó la herencia, por supuesto, que tiene de los siglos anteriores, pero que está marcada por los últimos 50 años, en que una profunda, genuina y autóctona revolución social se llevó a cabo y se defendió victoriosa en esta pequeña isla.

La primera cualidad que considero que Fidel aportó a la Revolución y que es hoy centro y brújula de la acción de nuestro pueblo es su concepto de la unidad , el aporte de Fidel a la unidad; la unidad como condición básica para la defensa y la sobrevivencia de una revolución e incluso para el triunfo de una idea. No puede triunfar una idea, por justa que fuere, si no se unen los que creen en ella para sumar y defender juntos la idea.

La Revolución Cubana se salvó, se ha salvado y se ha mantenido victoriosa porque supo construir y defender la unidad, y solo podrá permanecer y salvarse en el futuro si conserva la unidad.

Otras revoluciones se perdieron precisamente porque faltó la unidad; porque en el momento culminante en que surgen, como es natural en procesos de tal intensidad y de tanta hondura, divergencias, puntos de vista distintos, pueden hacer que se fracture la unidad, o que no fragüe en el momento y la hora en que era necesario y pueden dar al traste con una revolución.

La unidad en Cuba es especialmente el aporte del carácter y las ideas de Fidel. No es una unidad lograda a base de la imposición de los criterios de un hombre o de un grupo, sobre otros hombres y otros grupos.

En esta sala hay sentados algunos de los protagonistas que podrían, con más autoridad que yo, dar fe de cómo surgió en Cuba la unidad de las fuerzas revolucionarias, la construcción de un solo Partido, y cómo este no es el resultado de la persecución de los que tenían la opinión distinta, o de la imposición, o del negociado de las cuotas de poder o participación, sino el resultado de un proceso que está íntimamente ligado a la personalidad y al aporte de Fidel.

Eso que surgió al calor de la Revolución es hoy cualidad de los revolucionarios cubanos y el pueblo cubano, y dondequiera que haya uno de nosotros estará propugnando siempre la unidad. Surgen, como es lógico, entre nosotros, a veces, disensiones

—broncas les llaman en Cuba—, pero siempre todos bajo la idea definitiva y clave de que la unidad es precondición para el triunfo y la victoria. Ese es un aporte de Fidel. Eso no fue así en Cuba antes de Fidel.

Anteriores guerras y jornadas de lucha por los derechos del pueblo cubano a la independencia, a la soberanía se frustraron por la falta de unidad. La primera gran guerra de los cubanos por su independencia del poder colonial español, que duró 10 años de cruenta lucha, entre 1868 y 1878, se frustró por la falta de unidad, y había en ella líderes y hombres con no menos compromisos y no menos cualidades que Fidel; sin embargo, aquella guerra heroica no terminó en el triunfo, en particular, por la falta de unidad, y muchas otras veces eso ocurrió en la historia de la Revolución Cubana hasta el momento en que Fidel convirtió, en tarea esencial, desde su modestia, desde su capacidad de escuchar a los otros, desde su capacidad de convencer, persuadir y no imponer o dictar la construcción de la unidad.

Cómo sería para que un hombre como el Che Guevara decidiera aquella noche en la casa de María Antonia, en México, sumar su vida a aquella epopeya después de conocer a Fidel, solo en la primera conversación, un hombre de la agudeza del Che, del nivel, de la capacidad, la honestidad y la pureza del Che, cómo pudo aquella noche, en la primera conversación decidir seguir a aquellos hombres que proponían la idea que parecía imposible de venir en un pequeño barco a Cuba a desarrollar una lucha guerrillera y derrotar a un ejército apoyado por Estados Unidos que tenía nada más y nada menos que 80 000 hombres, 1 000 por cada uno de aquellos expedicionarios que se lanzaron al Granma …

No sé si a ustedes les ha pasado, si alguna vez han intentado pararse frente al yate Granma y contar a ver cómo es posible que 82 hombres, más las armas y el parque quepan en aquel pequeño barco diseñado para 12 ó 15 pasajeros. Dicen que cuando el barco sale de las tranquilas aguas del río, en la noche oscura, a las 2:00 de la mañana, el Che preguntó: “¿Pero, bueno, cuándo llegamos al barco en que iremos hacia Cuba?” (Risas.) Creía que el Granma era el barquito en el que llegarían al barco más grande. Eran secretos los preparativos, lógicamente, era muy compartimentado todo, y el Che y seguro que otros lo pensaron aunque no preguntaron, creía que habría un barco más grande para viajar a Cuba.

Hoy es un día en que se cumplen 50 años de aquel navegar. Un día como hoy faltaban todavía dos días para llegar a Cuba.

La unidad es la primera idea que anoté entre mis garabatos; la segunda, la ética.

La ética. Aquí se dijo —creo que fue Gilberto López y Rivas—, que Fidel y la Revolución Cubana habían convertido la ética en razón de Estado. La ética tiene raíces en el pensamiento de Martí, pero es la práctica de Fidel a lo largo de 50 años lo que convierte la ética en una cualidad imprescindible de la Revolución Cubana. Con la práctica de Fidel y la concepción de la ética como componente esencial de la actuación política y revolucionaria, no se asume la idea de que el fin justifica los medios. Para Fidel, el fin no justifica los medios. No se puede lograr el objetivo o la victoria a cualquier precio. Es por eso que no se ha torturado nunca en Cuba a un prisionero, aun cuando su conocimiento valioso, la información que podía dar, hubiera podido evitar otros crímenes, hubiera podido evitar un nuevo ataque terrorista

Los viejos combatientes cuentan esa prédica de Fidel a los luchadores cubanos, a los combatientes de la Seguridad, muchas veces los fundadores eran campesinos que recién se alfabetizaban. Nadie recuerda nunca la idea de que se permitiera, se estimulara, se tolerara la idea de la tortura o del asesinato como método de lucha, y por eso la Revolución Cubana hizo el centro de su actuación la derrota del ejército enemigo y de sus tropas invasoras, y no acudió a otras tácticas de lucha, ni “al ojo por ojo y diente por diente”.

La ética hizo a los revolucionarios cubanos, pese a la propaganda adversa y tendenciosa, hacerse querer, y respetaron siempre la idea de que no se les podía confiscar a los campesinos lo que tuvieran, y el pequeño ejército guerrillero, hambriento y descalzo, pagaba a los campesinos la gallina o el poco de arroz y frijoles que pedían para su sustento.

La idea de que se pierde la autoridad moral si falta la ética en la actuación, es un aporte indiscutible de Fidel a la Revolución, y en momentos de enfrentamientos muy duros, porque hay que recordar que más de 3 500 cubanos cayeron víctimas de actos terroristas y que en Cuba hay más de 2 000 cubanos con limitaciones físicas debido a bombas, a actos terroristas, a bombardeos contra poblaciones civiles de la aviación o de buques en las costas, la ética presidió siempre la actuación de la Revolución.

Eso es Fidel, y por eso la Revolución se defendió, pero dentro de unos límites en los que no cupo nunca la idea de imitar los métodos del enemigo o de que, como ya dije, el fin justifique los medios. Ese es un aporte de Fidel, los cubanos lo saben bien.

Se le pueden llevar a Fidel propuestas de cómo actuar, pero se sabe de antemano que si se le propone salirse un milímetro de lo que constituye la ética, los principios, las ideas en las que la Revolución cree, se obtendrá, cuando menos, una negativa, y casi siempre un huracán de ideas.

La tercera, el desprendimiento. El desprendimiento de Fidel por las cosas materiales, por los homenajes, por las vanidades de los que todos —dicen— llevamos algo dentro, en Fidel alcanza categoría de cualidad esencial. No es solo su conducta personal, casi espartana; no es solo su total ausencia de vanidad. Dicen que pudo ser un excelente abogado, brillante estudiante; dicen sus primeros compañeros de bufete —acabados de graduar de la Facultad de Derecho, fundaron con él un bufete otros dos compañeros de estudio— que rápidamente propusieron a Fidel dejar el bufete y dedicarse a otra cosa, porque los contrataba un rico dueño de un terreno para hacer un pleito para desalojar a unos pobres que estaban en las tierras, y Fidel terminaba defendiendo a los pobres y el bufete perdía el contrato (Risas).

Pero ese desprendimiento de Fidel termino siendo cualidad esencial de la Revolución Cubana. Aquí se han dado hoy testimonios: la idea de la solidaridad entregada como deber y no como arma de influencia política. Por eso uno y otro testimoniante dijeron aquí: “Cuba ayudó sin pedir nada a cambio.”

Muchas veces en el mundo se ayudó, pero a cambio se pidieron favores o la toma de determinadas decisiones. Nadie puede decir nunca, no hay un solo ejemplo, que la Revolución Cubana pidió algo a cambio. Ejerció generosa y puramente la solidaridad; entregó no lo que le sobraba, sino compartió lo que tenía sin pedir nunca nada a cambio, y yo creo que eso explica la presencia de ustedes y de muchos como ustedes que quizás no han podido estar aquí.

Nos podemos equivocar como todo ser humano, nuestra obra no es perfecta; podemos errar y de hecho lo hacemos, pero no nos hemos equivocado nunca, pienso, en el ejercicio de la solidaridad como deber, y nunca como instrumento del interés. Esa es una cualidad que alcanza hoy al pueblo cubano, al que se le reconoce por los visitantes. Fue, quizás, cualidad en sectores de nuestra población, algunas de esas cualidades estaban en la idiosincrasia del cubano; pero en la Revolución la idea de compartir se hizo masiva. Por eso, en Cuba se hizo un festival de estudiantes y de jóvenes, en un momento de crisis muy dura del período especial, alojando a los visitantes en las casas. Por eso todo el mundo reconoce como cualidad del pueblo y de la Revolución la idea del compartir.

Tenemos otros defectos, pero no el de la falta de desprendimiento, y por eso hemos defendido como pueblo la idea de que vale más la dignidad y la independencia que las cosas materiales; por eso no hemos pactado ni hemos negociado nuestro derecho a ser libres rindiéndonos para que nos levanten el bloqueo, y por eso hemos sabido decir que no, y yo creo que eso es esencialmente el resultado de un magisterio y un aporte de Fidel.

En cuarto lugar, la coherencia. No es solo que si usted lee lo que Fidel dijo en el año 1961 sobre un tema encontrará, con admiración y sorpresa, que son ideas que volvió a repetir

muchas veces —no todas, porque hay cosas que cambian,

lógicamente—, sino que cuando hablo de la coherencia, hablo, por ejemplo, de que nunca un diplomático cubano ha tenido que defender en una tribuna una causa en la que no cree, un principio con el que no esté de acuerdo. Nunca un diplomático cubano ha tenido que pasar la dura y amarga experiencia que nosotros vemos a diario en otros diplomáticos, de tener que decirle a alguien: “Perdóname, yo no estoy de acuerdo con eso que me mandaron a decir; mi gobierno me mandó a decir eso, pero yo personalmente no estoy de acuerdo”, nunca hemos sido puestos en esa situación. Y digo un diplomático, puedo decir cualquier representante de nuestra Revolución, de nuestro pueblo.

La idea de que la Revolución ha tenido una coherencia en los principios y de que nunca nos ha puesto en la disyuntiva de si defender un principio en el que creemos o responder a una razón de Estado. La coherencia ha sido también razón de Estado en Cuba y los principios por encima de los intereses han sido también razón de Estado en la Revolución Cubana. Eso es obra de Fidel.

El ejemplo personal es la quinta de mis anotaciones.

Fidel entronizó en Cuba la idea de que no se le puede pedir a la gente lo que uno no está dispuesto a hacer antes. Quizás uno no lo hace, pero los que lo siguen tienen que saber que uno está o estuvo dispuesto a hacerlo. Por eso Fidel, desde que recibió al primer ciclón en Cuba, después del triunfo, en el lugar probable por donde el ciclón llegaría —y lo hizo así durante 45 años y el pueblo lo vio allí, en el medio del huracán, dirigiendo, arriesgándose con los que estaban ahí—, desde ese momento lo convirtió en práctica para los cubanos.

No hay un dirigente cubano que no esté cortado con esa tijera, que no entienda la idea de que el ejemplo personal es esencial y es deber, y que los jefes han de ir delante; que los jefes solo tienen derecho a más sacrificio, y que el único privilegio que puede dar un cargo o una militancia en Cuba, porque militar en nuestro Partido es resultado de un proceso que incluye también el que los compañeros, la masa de los que no son militantes, consideren que ese aspirante tiene ejemplaridad y autoridad suficientes, por eso no es masivo nuestro Partido; la idea de que militar en el Partido de la vanguardia o tener una responsabilidad da solo derecho a más sacrificios y más restricciones, es un legado de Fidel. Por eso no hubo en Cuba combate, huracán, trabajo que requiriera sacrificio y esfuerzo, en el que Fidel no estuviera.

Bueno, las misiones internacionalistas; por razones obvias Fidel no podía salir. No tuvo el privilegio que tenía el Che, era un compromiso con él desde aquella conversación de México de que un día no se le reclamarían esas razones. La misión internacionalista de Fidel fue convertir a Cuba, como se dijo aquí, no en una isla perdida en el mar, sino en tierra firme para todos los que lucharon por la justicia y la dignidad en cualquier parte del mundo.

El ejemplo personal, la autoridad que emana de ir delante, de dar el ejemplo, de guiar con la actuación propia es un aporte de Fidel; la idea de que uno no se puede quedar atrás y lanzar a los otros porque después no habría cómo mirarles a los ojos.

Recuerdo cuando Fidel dijo: “Yo veo a los hombres de mi escolta que se preparan para si un día hay un nuevo atentado contra mí; se preparan para evacuarme a mí, sacarme del lugar, y ellos quedarse allí combatiendo. Yo los dejo, no les digo nada, pero ellos no saben que el día que eso pase, a mí hay que matarme allí junto con ellos, porque después, ¿con qué cara yo podría venir a mirarlos si los dejo combatiendo por mí en el lugar?” (Aplausos.)

Esa cualidad llevada a todos los actos de la vida ha sido una de las razones esenciales de la autoridad de Fidel en Cuba y explicación del cariño del pueblo por él. El pueblo sabe, el pueblo sabe más de cuatro cosas y no puede ser engañado; y al cubano, que conoce el sacrificio, pero conoce también —y es un elemento de su nacionalidad— el disfrute del placer, que es alegre, es expansivo, le gusta la fiesta, le gusta la alegría y la disfruta, y está dispuesto a renunciar a ella, y lo ha hecho más de una vez, pero al cubano no le gusta que lo engañen, o que lo manden delante y se queden detrás.

Para guiar a este pueblo hay que encabezarlo, y encabezarlo quiere decir ir en la punta de la vanguardia (Aplausos). Ese es un legado de Fidel, es el resultado del magisterio de Fidel, porque no es que cuatro o cinco lo hagan como él, eso ha alcanzado la masividad, se ha convertido en fenómeno de masas, y vale tanto para una fábrica como para una empresa agrícola o un ministerio del gobierno. Los jefes tienen que ir delante, los jefes dan el ejemplo, guían el camino con su conducta personal.

El Che, ministro del gobierno del que Fidel era Primer Ministro, es paradigma.

En sexto lugar, la verdad. La verdad es el arma; la verdad, condición para ser respetado.

Recuerdo cuando se le propuso no decir una parte de la verdad. Él no estuvo de acuerdo, se le insistió: “Pero, bueno, no decir toda la verdad no es decir mentira.” Fidel dijo: “Bueno, cuando no se dice toda la verdad, eso es una media verdad, y estamos hablando de decir la verdad”, y por eso nunca el enemigo ha podido hacer con nosotros lo que tantas veces nosotros hemos hecho, que es decir: “Mire, miente; aquí está la prueba de que usted miente.” Nunca la Revolución ha tenido la debilidad de tener que reconocer una mentira. Esa es práctica y enseñanza de Fidel.

En séptimo lugar —escribí aquí en mis desordenados garabatos— la sensibilidad. Fidel trasladó esa cualidad personal a las políticas y a la actuación de la Revolución.

Recuerdo que cuando siendo su joven e inexperto ayudante secretario, en el año 1992 ó 1993, yo, abrumado por el hecho de que era la media noche, y había no menos de 30 visitantes que querían reunirse con Fidel, y yo veía que eso no era posible, y después de una reunión larga y agotadora, Fidel no había comido en todo el día, de una en otras reuniones; estábamos en pleno período especial, eran muy duros los años: los apagones, la falta de electricidad, de alimentos, de medicamentos, el país puesto ante el reto de enfrentar una situación inédita y repentina que cortó el 85% de nuestro comercio exterior, lo que nos hizo tener que buscar nuevos mercados, todo eso bajo la presión de un bloqueo que se hizo más duro en aquellos años, Fidel no paraba, era el día entero… Así cumplió sus 70 años en el año 1996, aquí con Guayasamín, que le hizo aquel retrato de las manos, y Fidel le protestó durante el retrato: “¡Pero, Oswaldo, esas manos que me estás pintando están muy flacas y muy pálidas!” Y Guayasamín le decía: “¿Pero es que no entiendes, Fidel? Estas no son manos, ¿no te das cuenta?, son palomas, son puras, nunca han robado ni se han manchado de sangre” (Aplausos).

En esos años duros era uno de esos días, y yo le dije: “Mire, tiene estos visitantes, le propongo ver a este mañana, a este otro…, y ahora le propongo que vaya a descansar. Solo quedaría sin resolverse este señor, Trudeau, que se va mañana, a primera hora” —el exprimer ministro canadiense, había venido a Cuba, lo unió siempre una amistad con Fidel—, y dice Fidel: “Pero, ¡cómo! ¿Está aquí Trudeau y tú no me lo has dicho? Y se va mañana, ¡tengo que verlo!” Digo: “Pero, bueno, es que son muchos; además, usted no ha comido hoy en todo el día.” Dice Fidel: “No, hay que verlo.” Digo: “Pero, bueno, mire, además, él no es ya Primer Ministro”, dije yo. Aprendí ese día para siempre la lección (Risas); pero ese día dije: “Si en definitiva él es un exprimer ministro. Si él fuera el Primer Ministro… pero él fue, ya no es…” Y Fidel dio media vuelta y a dos milímetros de mi cara me dijo: “Nunca más me propongas eso; no me interesan los cargos, sino los hombres. Es más, me interesan más los hombres cuando no están en los cargos” (Aplausos).

Esa sensibilidad no es la cualidad de un hombre o de unos pocos hombres o mujeres, me refiero a cómo eso caló profundamente junto con la obra social de la Revolución.

Esa sensibilidad fue la que hizo a Fidel entrar al cuarto donde Ana Fidelia Quirot, la corredora destacada, la campeona cubana de atletismo, se debatía entre la vida y la muerte y llevó a Fidel a ocuparse con pasión de salvarle la vida a Ana Fidelia. Esa sensibilidad personal, esa capacidad de sentir por los otros, de sentir como propio el dolor o la angustia de otros es una cualidad que Fidel convirtió en patrimonio de millones en Cuba.

En octavo lugar —no sé si demoro y abuso de ustedes, no están organizadas estas ideas y me da pena (Aplausos)—, la modestia y la ausencia total de vanidades. Por eso Fidel usa en lo esencial el mismo uniforme, muchas veces raído. Por eso no hay una condecoración en el pecho de Fidel, por eso nunca ha tenido una condecoración, y solo su autoridad personal hizo que compañeros con muchos méritos en Cuba aceptaran recibirla; por ejemplo, Raúl y Almeida aceptaron solo la estrella de Héroes de la República de Cuba que llevan hoy en sus pechos, porque Fidel impuso su argumento y su persuasión, porque no la querían recibir, decían: “Si Fidel no la ha recibido”, y Fidel los convenció. Bueno, se sabe que el que se deje tirar el brazo de Fidel por el hombro y oiga sus argumentos, con mucha probabilidad será convencido (Risas).

Fidel ha hecho de esa modestia, de esa ausencia total de vanidad una aspiración para nosotros.

A Tomás Borge, que está sentado aquí y que dijo en la mañana palabras que nos emocionaron a todos, Fidel le recordó la frase de Martí: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.” Esa ha sido su brújula, esa ha sido la frase siempre lista para ser citada de memoria por Fidel, no como consigna vacía, sino como práctica permanente en su vida. Por eso su grado es el que tenía en la Sierra, grado de Comandante; por eso el pueblo le dice Fidel, y es cuando él se siente más cómodo, cuando le dicen Fidel, no cuando le citan los cargos.

Por eso Fidel se ha enfrascado en una discusión profunda sobre un tema de medio ambiente con el chofer de un automóvil, o con el camarero de un hotel a donde ha ido, tomándolo totalmente en serio.

Por eso Fidel nunca ha dicho: “No, esta persona no está a mi nivel para discutir conmigo”; Fidel está ausente de todo eso. Por eso Fidel nunca ha creído en ningún protocolo y por eso el protocolo que se usa en Cuba más o menos es el que acomoda a esta sensibilidad. Hoy está más organizado, pero, bueno, Fidel nunca ha aceptado la idea de que no se puede ir a ver a un visitante, por razones protocolares, por eso se apareció la noche antes en que el visitante iba a ser recibido oficialmente y por eso esa cualidad de tener una ausencia total de vanidades. La modestia como conducta diaria, que millones de cubanos aspiramos a imitar y tomamos como modelo hoy, es un aporte de Fidel también a las cualidades de nuestra Revolución, diría que de nuestra nación.

En noveno lugar escribí: “El deber de un político revolucionario es aprender” , por lo tanto, en Fidel la curiosidad infinita, las cien y mil preguntas de un tema hasta saber los detalles; el afán de leer que llevó a que siempre haya un libro a mano en su auto con una pequeña lamparita. El afán de leer, de estudiar; no es solo afición por los libros o por un tema, sino deber de revolucionario y de político.

En Fidel aprender, saber, leer, estudiar, es deber y no solo afición o hobby, y por eso dondequiera que él esté hay libros, pero en la oficina usted puede abrir los libros que dicen: “Teoría del pasto y el forraje para el ganado”, porque era pueblo en el gobierno intentando mejorar la ganadería, producir, multiplicar los panes y los peces. Usted toma cualquiera de esos libros y tiene las anotaciones de Fidel: “Ojo, revisar; debo ver esto con Fulano; preguntar en la universidad el resultado del estudio.” Así ve: Teoría del pastoreo , André Voisin; Mejoramiento de suelos ; Indicadores principales de la industria mecánica . Cualquier tema de la biología, la química está ahí, no como afición para tiempo libre, sino como escalón de aprendizaje para un revolucionario que considera aprender y saber, un deber y no una afición.

En décimo lugar escribí: “El rigor personal”, la aspiración a la perfección no como asunto de vanidad personal, sino de deber con sus responsabilidades. Por eso en lo que esté involucrado Fidel, él tratará de que eso sea lo mejor. Muchas veces lo que él hizo no se sabe; muchas veces me han felicitado por un discurso, la mitad del cual o las dos terceras partes las escribió Fidel; claro, no lo puedo decir ahí donde lo digo, porque sería un problema, pero… (Aplausos).

Muchos de nosotros hemos sido testigos de esa aspiración de Fidel, muchas veces anónima, no ligada a la vanidad ni mucho menos, y que no es ni será reconocida, porque no se sabe.

Su aspiración a que las cosas queden bien; ese rigor, ejemplar para nosotros, de hacerlo bien, porque es el compromiso con el pueblo, porque es la manera de ayudar a la causa que estamos defendiendo, porque es lo que nos toca hacer como revolucionarios o como cuadros en la Revolución.

En onceno lugar: “La derrota no es tal hasta que no es aceptada”, mientras que no se acepte se está en plena lucha para revertir la derrota y es solo episodio temporal que podrá ser convertido en victoria. Esa es una cualidad —en Cuba dicen: “A Fidel no le gusta perder ni a las postalitas”—, la idea de que no se acepta la derrota, y yo creo que eso es cualidad hoy, más allá de Fidel, de los revolucionarios cubanos, de nuestro pueblo. Por ahí se dice: “Ustedes los cubanos son como son”, y por eso los atletas y por eso nuestro pueblo, y la idea de que se puede hacer más, de que no se acepta la derrota.

García Márquez escribe en su prólogo al libro de Gianni Miná, al que veo allí en el público, que la idea de Fidel de no aceptar la derrota es lo mismo si es para ensartar una aguja que para librar una batalla en Angola a 10 000 kilómetros, y lo intentará una y otra vez hasta que logre hacerlo. Ese no es el ejemplo que él cita, pero es algo así como eso. Eso ya es una cualidad de la Revolución.

Si no hubiéramos creído en que la victoria es posible mientras se luche por ella y se crea en ella, quizás no estaríamos aquí, no habríamos resistido casi 50 años de bloqueo, agresiones, actos terroristas; la agresión de la potencia imperial más poderosa que ha existido en la historia.

A la pregunta de cómo pudo resistir el pequeño país cuando se quedó solo —porque durante 30 años hubo el apoyo de la Unión Soviética, pero después, en los últimos 15 años, solos nosotros aquí; muchas veces los amigos creían que no era posible que pudiéramos enfrentar la adversidad que vino ante nosotros—, habrá que responder: Porque Fidel convirtió en patrimonio de millones en Cuba la idea de que la derrota no es tal hasta que no se acepta, de que siempre existe la posibilidad de revertir una derrota temporal. Por eso el Granma no terminó en derrota final, fue solo derrota temporal, como antes lo había sido el Moncada. Y siempre fue el volver a empezar, el empezar de cero otra vez, y por eso estamos aquí.

Número doce, escribí: “La aspiración a la justicia para todos”. Hay quienes aspiran a la justicia solo para sí mismos, luchan quizás por ser ricos o por alcanzar una determinada meta personal; hay quienes piensan en la justicia para su familia o para su entorno más cercano, digo la justicia entendida como el logro de las metas. Hay quienes la han aspirado incluso para su pueblo, para su nación; pero para Fidel la idea de luchar por la justicia no tiene fronteras y por eso ha luchado por ella no solo para los cubanos, que ya era bastante: el sentido de dedicar su vida a la lucha por la justicia de un pueblo, sino la ha convertido en causa universal.

Por eso cuando en Cuba había 6 000 médicos y 3 000 se fueron, estimulados, pagados por el gobierno de Estados Unidos que trató de que no quedara ninguno, quedaron 3 000 médicos en Cuba en el año 1959 —eran 6 millones los cubanos—, ayer se recordaron aquí las palabras de Fidel: “Formaremos muchos médicos.” Hoy tenemos 25 médicos por cada uno de aquellos que se fueron, y Fidel dijo: “Formaremos, porque los necesitaremos en Cuba y en el resto del mundo.” Si esa idea de aspiración universal a la justicia no hubiera estado presente, Cuba no tendría hoy casi 30 000 colaboradores de la salud, de los cuales 21 000 son médicos, trabajando en 69 países.

Por eso esa aspiración a la justicia para todos, más allá de nuestra tierra, de nuestra nación, de nuestra condición de Estado, hace que los científicos cubanos trabajen arduamente, y Fidel ha estimulado todos esos proyectos personalmente, por una vacuna contra la malaria, que es una enfermedad que no existe en Cuba.

Las transnacionales no gastan dinero en investigación para eso, porque dan más dinero los productos cosméticos o las pastillas para bajar de peso, que las vacunas contra la malaria, porque esas son medicinas de pueblos pobres y, por lo tanto, no están destinadas a tener un gran mercado. Los científicos cubanos han trabajado por vacunas para curar enfermedades que no existen en Cuba, y trabajan hoy bajo la idea de que la aspiración a la justicia es a la justicia para todos, y creo que eso es una enseñanza y un aporte también de Fidel.

Número 13, escribí aquí, “la fuerza de las ideas”. La convicción personal, que es martiana también, de que una idea justa, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército. Por eso nuestra batalla se llama batalla de ideas, el terreno clave donde librar la lucha.

En el número 14 escribí otra cualidad de Fidel que se ha trasladado, digamos, como patrimonio de nuestro pueblo, “la idea de que nunca ha dejado de sentirse un ser humano”. A Fidel, ni el reconocimiento, ni el apoyo, ni el mito en que terminó siendo convertido, en particular, por el acoso enemigo; ni su autoridad inmensa, emanada de su ejemplo; ni su experiencia, ni su conocimiento superior a los que le rodean, nunca lo hizo, ni lo ha hecho, dejar de sentirse un ser humano capaz de ponerse en el lugar del otro, de imaginar lo que el otro está pensando o sintiendo, de compartir y comprender el dolor, la duda, el temor de los otros.

Recuerdo bien también el día en que yo, abrumado por un error que cometí —yo había cometido un error, no me había dado cuenta— al tramitar una indicación de Fidel, me había equivocado, y Fidel me vio tan abrumado, y de pronto empezó: “¿Quieres que te diga una cosa, ahora que lo veo bien? Al final creo que ha sido muy positivo esto que ha pasado, y esto que tú has hecho me parece que va a terminar ayudándonos.” Mi depresión aumentaba, porque veía que él trataba de convencerme de una cosa distinta a lo que era evidente para mí. Ahí no estaba actuando el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, ahí no estaba actuando el Presidente del Consejo de Estado de nuestro país, ahí no estaba actuando siquiera el luchador curtido, que sabe que un error en un pequeño detalle puede dar al traste con un gran proyecto; ahí estaba actuando el ser humano que comprendía que yo quería que me tragara la tierra, pero la tierra no me acaba de tragar como yo quería, y yo me moría de la vergüenza y ya no podía arreglar aquello que había pasado, y Fidel se empeñó —muchas veces lo he visto también con otros compañeros— en demostrarme a mí que mi error, a fin de cuentas, iba a ser muy positivo para el resultado final del trabajo. Ese es el Fidel ser humano, que aun cuando él se propone la perfección para sí y se flagela si no la obtiene, sin embargo es capaz de no exigírsela a un grado de injusticia a los otros, y es capaz de comprender que el otro puede equivocarse y Fidel tiene una frase de aliento para él. Y eso es su magisterio, porque en Cuba el que no haga eso, que los cubanos en millones han visto hacer a Fidel, es un “pesado”, un atorrante, los cubanos no lo aceptan, porque eso es cualidad ya hoy, derecho, digamos, que reclama el pueblo en la conducta de los demás.

Por último, escribí el número 15, “la ausencia total de odio hacia cualquier persona”. El Che había dicho que una revolución es una profunda obra de amor. Fidel solo tiene odio para la injusticia, odio profundo hacia la injusticia, hacia el hambre, hacia la discriminación racial, pero no hacia las personas, aun si han sido o son sus enemigos. No ha actuado nunca la Revolución Cubana llevada por sentimientos de odio, como no sea odio a la injusticia, pero no hacia los que han provocado, digamos, o son responsables de la injusticia. La Revolución cubana, por eso, no se basa en odios, ni siquiera para los traidores. Hay que ver a Fidel respondiéndole a Ramonet —que lo veo también ahí en el público—, cuando Ramonet le pregunta por traidores. No destila odio, no hay una palabra de odio en más de 700 páginas de respuestas de Fidel a Ramonet. Y así es en el libro de Gianni Miná y así es en el de Tomás Borge. Le pregunta por traidores, le pregunta por hombres que atentaron contra su vida, y Fidel apenas dice una frase. No es en eso donde se concentra, no hace la gran descripción de ese que mereció el castigo.

Por eso viven muchos de los terroristas que hicieron sufrir y todavía hoy son responsables del sufrimiento de miles de familias cubanas. Porque la Revolución ha sido muy fuerte; y podía ir, guiada por el odio, a perseguir a hombres que cometieron asesinatos muy graves y actos de terrorismo contra nuestro país, y la Revolución no lo ha hecho, no lo hizo. Esa es una herencia del pensamiento de Fidel, la idea de que no hay que intentar ajusticiar a los instrumentos, pues al final pueden surgir otros, sino que hay que derrotar al imperialismo, que es el que los creó y los apoyó. Y, por eso, asesinos, torturadores que escaparon de Cuba en la alborada del Primero de Enero, la Revolución no los persiguió, e incluso no los ajustició cuando regresaron como invasores a nuestra patria. Algunos están vivos y lo pueden testimoniar. Hay ausencia total de odio en Fidel.

Se le pregunta a Fidel por los presidentes de Estados Unidos, se le pregunta por Kennedy, por su hermano Robert. Kennedy fue el Presidente de la época de la Operación Mangosta, de los planes —no fue el único, porque eso duró décadas, no ha terminado hasta hoy—; usted no ve odio en Fidel.

Recuerdo el día en que la hermana de John y de Robert, Eunice, pidió a Fidel que diera un testimonio, porque se cumplían 30 años de la Crisis de Octubre. Fidel tenía mucho trabajo, no quería, y ella le dijo: “Se lo vengo a pedir en nombre de nuestra familia, Presidente, que, sabiendo la manera en que nuestros hermanos lo adversaron a usted, y no estando de acuerdo con algunas cosas de las que ellos hicieron, respetamos en usted su ausencia total de odio, y el hecho de que usted nunca ha tenido hacia nuestros hermanos, que le dieron motivos para ello, sentimientos de odio.” Fidel terminó accediendo y dio una entrevista que es uno de los testimonios más completos sobre la Crisis de Octubre y sus antecedentes.

Fidel ha sembrado esas cualidades en nosotros, eso no es patrimonio sólo de la conducta de Fidel. Los revolucionarios cubanos no actúan llevados por el odio, aun cuando fueron más de 350 000 cubanos a luchar en el sur de África —aquí se habló de eso—, a enfrentar a las tropas poderosas del apartheid, que tenían incluso varias armas nucleares. Dos mil cubanos cayeron allí. Nuestros combatientes enfrentaron allí un ejército poderoso. Quince años duró aquella guerra que se selló con la integridad territorial de Angola preservada y la independencia de Namibia. No existiría hoy Angola y hubiera demorado mucho más la derrota del apartheid, si las tropas cubanas no hubieran enfrentado allí, en el sur de África, a miles de kilómetros de nuestra patria, que tiene más mérito todavía cuando eso se hizo en un momento en que ya se derrumbaba la Unión Soviética, se desintegraba el campo socialista, solos.

Piero Gleijeses habló aquí y escribió un libro revelador sobre esos temas, y cuando esa guerra terminó y regresaron nuestros combatientes, y se cumplió lo que había dicho Amílcar Cabral: que los cubanos regresarían de África llevándose solo los huesos de sus muertos, porque no somos allí dueños de minas, ni de pozos petroleros, ni de tierras, ni de bosques, porque no fuimos allí buscando diamantes, petróleo, fuimos luchando por una idea de justicia, cualidad y herencia de Fidel a nuestro pueblo, se puede decir que no hubo ni un solo momento de odio, ni nuestras tropas actuaron, sino con un gran altruismo. Así había sido en la Sierra Maestra, donde se curaba primero a los heridos del ejército enemigo. Así fue en Girón, así fue siempre, y así fue en Angola.

Esa ausencia total de odio, como no sea odio a la injusticia, al imperialismo, a la exclusión, como fenómenos, es una cualidad también de Fidel. Por eso, esa ausencia total de rencor. Usted le pregunta y él no dice una frase de odio al que traicionó, al que agredió. Yo creo que ese es otro legado de Fidel.

No he querido —ya lo dije— que esto se vea como un ensayo, ni una pieza académica o rigurosa. Si tiene una virtud, es su honestidad total.

Yo no diría estas palabras aquí si no fuera por creer, como cualquier otro cubano lo haría, profundamente en ellas, porque Fidel también nos ha enseñado el rechazo total a todo lo que sea vanidades, adulonerías. No hay nada que moleste más a Fidel que un adulón. Y si tienen otra cualidad estas palabras, es un profundo cariño que es, diría, el sentimiento mayor que nuestro pueblo siente por Fidel, en el que ve al padre, hermano mayor, familia propia, más allá de sus responsabilidades y de sus méritos.

Los enemigos de la Revolución Cubana, que es decir los enemigos de la justicia, de la verdad, de la dignidad, los enemigos cuentan los minutos esperando y deseando la muerte de Fidel, sin comprender que Fidel ya no es solo Fidel, que Fidel es su pueblo y que Fidel es, a fin de cuentas, todo hombre y mujer que en el mundo esté dispuesto a luchar y luche porque un mundo mejor sea posible.

Los enemigos sueñan y se equivocan con la idea de que la ausencia de Fidel puede significar la ausencia de sus ideas, y que las convicciones y los principios que Fidel ha sembrado a nivel masivo en su pueblo y en el mundo pueden desaparecer; Fidel, que aspira a que de él solo queden las ideas y que, convaleciendo, recuperándose y regresando al combate propinará a esos enemigos asentados en el odio y la mediocridad una nueva derrota.

Gracias a todos por venir.

Gracias por habernos permitido celebrar de esta manera el cumpleaños de Fidel. A los cubanos solos, Fidel no nos lo hubiera permitido.

Gracias a la Fundación Guayasamín, a Pablito, al resto de sus familiares, a Cachito Vera.

Gracias a la Fundación que, como lo había hecho antes, logró imponerle a Fidel la celebración de su cumpleaños y convencerlo de que su cumpleaños no era solo su cumpleaños, sino una oportunidad para dar otra vez, en el terreno de las ideas, una batalla a favor de la justicia y la solidaridad.

Si ustedes no estuvieran aquí, nuestra celebración habría tenido que ser íntima y modesta, y Fidel no la habría permitido; pero un deber de caballerosidad, de simpatía y agradecimiento con los que vienen, le ha impedido a él oponerse a esta celebración nacida del —nosotros lo sabemos bien— más puro cariño y solidaridad con nuestro pueblo y con Fidel.

Les damos las gracias a ustedes y les prometemos que nosotros seguiremos luchando por las ideas y los sueños a los que Fidel ha dedicado su vida. Que lo haremos con él otra vez al frente de nuestro pueblo; pero que cuando él y los hombres de su generación no estén, nosotros tenemos la convicción de que nuestro pueblo habrá hecho para siempre ya suyas esas ideas y esos principios.

Ese es nuestro regalo mayor a Fidel: defender y combatir cada día de nuestra existencia por esas ideas.

Muchas gracias.

Dalton: ¿miente o malinterpreta?

Dalton: ¿miente o malinterpreta?
Álvaro Rivera Larios
cartas@elfaro.net
Publicada el 04 de diciembre – El Faro
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Se asusta el profesor Lara-Martínez, se indigna del modo en que extraigo una posible interpretación de su ensayo Indigenismo y encubrimiento testimonial, pero no debería asombrarse de tales lecturas porque ya el escritor y crítico literario Giovanni Galeas, en una entrevista que le hizo y publicó este mismo semanario (Dalton-Mármol, 1932: ¿testimonio o novela?), elaboró una serie de preguntas sintomáticas, reveladoras de cómo su ensayo puede ser leído en nuestro medio.

Aquí están las palabras de Galeas: “Escuchándolo a usted uno puede preguntarse si el libro en cuestión es una ficción genial o una burda manipulación histórica” y unos párrafos más adelante Galeas se vuelve, le vuelve a preguntar si ¿estamos frente a una interpretación de los hechos o ante una simple mentira? Las respuestas que da el profesor son contradictorias, por un lado le confirma que en el libro sí existe “la manipulación” y por otro le sugiere que fue la teoría marxista de Dalton la causante de que no pudiese distinguir la naturaleza étnica que tuvo el conflicto de 1932 y que por eso presupone que el poeta no trataba de mentir, sino que más bien estaba obnubilado por sus creencias, por esa verdad única a través de la cual observaba el mundo.

Su segunda respuesta, que comparto, debería plantearle dudas sobre la naturaleza de la primera. Si Dalton estaba obnubilado y solo veía aquello que su teoría le permitía ver, hasta qué punto puede decirse que manipula, porque claro Lara Martínez de ninguna forma sugiere que el poeta manipule (de esa interpretación yo soy el culpable), pero afirma en cambio que Miguel Mármol es un libro donde existe la manipulación ¿en qué quedamos? ¿No será que el mismo lenguaje de su ensayo nos tiende una trampa?

Antes que responda, y para que no se me olvide, me gustaría preguntarle a Lara Martínez si no cree que las preguntas de Galeas (con insistencia no velada) se deducen con naturalidad de cierto planteamiento que late al fondo de Indigenismo y encubrimiento testimonial. Esas preguntas son reveladoras y anuncian quizá una interpretación, una consecuencia no querida de su texto, pero yo, en su caso, no le echaría toda la culpa al intérprete, sino que revisaría cuidadosamente cada palabra del ensayo y la naturaleza del público que busca. Vivimos en una sociedad alerta, divertida, trágica, minada, en la que un tema literario, un ejercicio académico, pueden deslizarse sin querer hasta el fondo de un debate ideológico. Y eso no es culpa suya ni mía, así es.

Me sorprende esa ingenuidad académica que levanta los brazos con el gesto de yo no fui ¿en qué mundo viven nuestros especialistas del lenguaje que todavía ignoran cómo se las gastan las palabras en El Salvador? Aquí hay un nexo profundo entre palabra y moral. A Roque lo prestigiamos no por su poesía, sino porque su poesía es un comportamiento ético. Su prestigio cívico, dado su carácter sacrificial, forma parte de lo que ha dejado escrito, es lo que hay. Ese Roque-emblema tras su muerte trágica ascendió a los cielos para convertirse en un nudo-signo estratégico de la cultura de izquierda en El Salvador. Su naturaleza doble de poeta y mártir cívico pueden convertir una disputa filológica en una batalla escalonada que implique territorios extraños, pero anejos, como son los de la ética y la ideología.
No deberían extrañarse, por lo tanto, nuestros académicos de algo que los antiguos griegos y romanos ya sabían: el prestigio de un orador forma parte de la fuerza que tiene su verbo.

El hombre se proyecta en su discurso, si desmontamos al emisor desmontamos su mensaje (los territorios de la famosa falacia ad-hominen). A la filología no le interesa valorar moralmente las alteraciones que alguien como Dalton pudo introducir en las verdaderas palabras de Mármol, pero hablamos de un libro que no duerme su gloria en las estanterías de una biblioteca, sino de un texto que se ha transformado en un eslabón de nuestra memoria colectiva y ahí sí, en ese plano, “las alteraciones” que Dalton impuso al testimonio pueden ser objeto de una valoración y de un debate que incorporen las preguntas sobre su ética, sobre su verdad. Y como no hablamos de un escritor confinado en los límites de la historia literaria, sino de un mito cuya palabra permanece, es normal que al debate sobre una presunta “manipulación” que hizo el poeta-mártir concurra gente con diversos y enfrentados intereses ideológico-político-literarios.

Lara Martínez asumió desde el inicio, en esta polémica, el papel del hereje provocador que denuncia los vicios del santo. Las palabras de su ensayo no iban sólo tras la verdad, denunciaban un presunto ocultamiento. Si el santo denunciado oculta y niega la verdad para servirle a otro señor y no al pueblo divino, resulta obvio que tras el análisis filológico al que sometemos su palabra existe un impulso moral y que el ensayo que porta la denuncia pertenece simultáneamente a los campos de la ética y del estudio literario. Todo el señalamiento a las ocultas operaciones del santo atrás de su libro conduce a una palabra que el profesor se cuida de no pronunciar abiertamente: manipulación. Por un lado el profesor nos empuja a que hagamos ese juicio y por otro se retracta si lo hacemos suyo ¿en qué quedamos?

Las palabras son como insectos de diferente tamaño, sus colores (tabulados en el registro estético de nuestra cultura) pueden afectarnos: hay palabras- mariposa deslumbrante y las hay oscuras como cucarachas con vello turbio en sus patas nerviosas. Un ejemplo de estas últimas es la palabra manipular. Uno va al diccionario para descubrir lo que lleva dentro y ahí consta que una de sus acepciones la define fríamente como “Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc. con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”. Disecada en el diccionario es una palabra fea, pero inofensiva. Viva es otra cosa. Viva requiere de una manipulación, en su sentido de maniobrar con las manos, bastante cuidadosa.

Y ese es el problema que ha tenido Lara Martínez con ciertos verbos y sustantivos, los ha dejado demasiado cerca de la superficie moral y su halo turbio acabó infectando la parte válida de su tesis. Para empezar, y lo vuelvo a repetir por enésima vez, lo subrayo, lo enfatizo, el problema radica en que no ha sabido diferenciar claramente “los límites de la intencionalidad” y “los mecanismos con que la ideología oscurece nuestra percepción de las cosas y el modo en que las representamos”. Lo que me resulta extraño de esta indefinición conceptual es que Lara Martínez distingue claramente la naturaleza de lo intencional y la trama compleja de lo ideológico, pero no ha sabido distribuirlas equilibradamente en la forma de construir su razonamiento. De ahí que la oscilación entre el panfleto y el ensayo desemboque en lecturas morales ahí donde debía prevalecer el análisis frío del punto donde se cruzan la decisión conciente y las pulsiones ideológicas que suelen ser, a veces, un automatismo subterráneo.

El acto de manipular presupone la “mala intención” de alguien que, a sabiendas, distorsiona u oculta “una verdad que conoce” para perjudicar a un tercero con el fin de obtener ventajas particulares. No creo que Dalton tuviese la mala maña de querer negar el papel de los indígenas en 1932 (de todos es conocida su visualización del indio como símbolo de resistencia), lo que ocurre es que su marco doctrinal y sus intereses partidarios lo llevaron a introducirlos en lo que a su entender era una “categoría de análisis” más adecuada (el campesinado). En ese sentido Dalton, en Miguel Mármol, no distorsiona u oculta adrede una verdad conocida ¿la de Lara Martínez? ¿La de Luna?, al contrario, defiende lo que juzgaba cierto, su verdad partidaria, y “se equivoca” (defender ideas erróneas, bajo el convencimiento de que son verdaderas, es muy distinto a querer imponer de forma conciente una mentira). Roque no sabe todo lo que treinta años después sí sabe Lara Martínez. Mueve sus ideas en una partida donde la verdad no era sólo un problema académico (y quizá ese sea el problema, que los razonamientos del poeta no lo llevan tanto al mero saber como a una conclusión política donde el horizonte de su militancia se haya implicado; la fidelidad a la causa y al conocimiento histórico ¿objetivo? no son dos pájaros que se puedan matar de un sólo tiro), muchas cosas, entre ellas su cuerpo, están de por medio y Roque tira sobre la mesa, en aquél escenario del que ya tanto nos separa, su carta. Y lo que sucede después, tal como ahora podemos ver desde el guión que nos proporcionan otras teorías y una distinta perspectiva histórica, es que la acción de Dalton, objetivada en un libro, pudo tener “implicaciones y efectos” que él “ni gobernó ni calculó por completo”. El resultado no querido, “no intencional”, de su análisis fue convertir a Feliciano Ama en un actor secundario y borroso (dice Lara, con cierta lucidez, que Miguel Mármol es un anti-Luna; es eso y más, pero que lo sea no supone que por “lógica”-no siempre lo lógico acaba siendo real- “se proyecte” como un anti-Ama).

En todo proceso de abstracción se aíslan rasgos, propiedades de la realidad, por considerarlos de importancia para definir un objeto y las posibles relaciones causales donde una hipótesis pueda enclavarlo. Cualquier teoría es una “construcción” en la que algo se hace presente y significativo en detrimento de otras zonas de lo real que son excluidas por estimarse que no determinan aquellos fenómenos para los que buscamos una explicación.

En toda teoría hay un silencio, algo que no se convoca a su respuesta, algo que se calla. Esos silenciamientos, que son un paquete asociado al producto, algunos autores los disponen como un síntoma que puede a su vez interpretarse desde una perspectiva cercana al psicoanálisis que le otorga otra razón a las omisiones del “modelo teórico”. Pero el “arte” de juzgar las normas que regulan lo que se deja fuera del concepto y la explicación es bastante difícil, se corre el peligro de atribuir mecánicamente “lo silenciado por el discurso” a las contingencias del interés y la voluntad personales, olvidando que las doctrinas poseen un estatuto supraindividual que piensa a quienes las piensan. Esa inercia prefigurada en principios es una corriente simbólica que puede modelar lo visto o no visto, lo dicho o no dicho por los individuos. Es evidente que el pensar autónomo se rebela contra ella, pero es evidente que los lugares comunes de una teoría, tan poderosos, son el paradigma que condiciona y del que parte un pensar autónomo. No siempre uno es el padre de todos sus silencios. Que la teoría de Dalton “borre” al indio no significa que él “deliberadamente quiera” borrarlo. Atribuirle al poeta la “posible culpa” por los silenciamientos de su ideología significa elevar lo reprimido por la conciencia general en “el discurso” al estatuto de una idea clara y distinta en la volición de una persona. Así lo que oculta la teoría se torna en lo que pretende ocultar de forma conciente Roque Dalton, quien “calla” lo indígena para privilegiar el papel de su Partido. Del anti-Luna al anti-Ama.

Esta es la carga mayor de la prueba en un listado de acusaciones: aparte de no admitir la verdadera naturaleza de su libro (es propaganda, ficción, novela y no testimonio) para así engañar, coartar, despistar al lector ingenuo con el fin de proteger la imagen del PCS ( la tesis de su rol dirigente en 1932, padece el ataque de David Luna), además de eso, y lo peor, a Dalton se le acusa por los daños que provoca una acción suya no intencionada: “Es claro que se trata de una manipulación, tanto más grave cuanto que el pueblo mismo, el indígena Izalco, queda en el silencio”, palabras del profesor. Uno comienza tergiversando la voz del testigo y acaba silenciando a una de las victimas: al indio. Del anti-Luna al anti-Ama, el viaje interpretativo de Lara que va cayendo del ensayo lúcido al panfleto.

Se puede interrogar por qué el indígena pierde su perfil en la narración de Dalton, por qué lo reduce a su condición campesina, por qué borra su peso e iniciativa en el fenómeno histórico. Es posible que la cuestión fuese subsidiaria y que observar detenidamente el rostro de Ama le interesase menos que descubrir por qué falló la vanguardia (Dalton es conciente de que las masas arrastraron al Partido). El rostro curtido del indio se confunde con “la masa”, se queda al fondo, borrado, diluido en ella, pero no porque se quiera silenciarlo. “No hay una omisión alevosa”. En la épica del relato el brazo del indio aparece, pero mezclado con el grito unánime que reúnen la palabra “pueblo” y las gruesas categorías de una sociología militante, esquemática, de urgencia. “No hay una omisión alevosa”.

Uno puede trasladar esas “omisiones” al marco que propone otra teoría que luego las interpreta como un signo de la voluntad del intelectual metropolitano de querer suplantar/representar a la verdadera voz del subalterno. Pero tengamos cuidado, esa voluntad de “usurpación simbólica” (que ya existía en 1967) no era conciente, era subterránea, carecía de una palabra que la nombrase y le diese rango teórico. Si existió fue como una pulsión latente no como parte de un proyecto o accionar claramente deliberados. Aquí debemos estar alertas contra el puritanismo moral de ciertos enfoques que, en su análisis del pasado, reducen lo ideológico a una especie de teleología maniquea objetivada en personajes de doble fondo cuyo propósito oscuro es desplazar a los grupos subalternos que dicen representar y para los que supuestamente luchan. “El análisis válido de un discurso ideológico latente” se convierte así en un conflicto de contorno moral claro entre manipuladores y manipulados, entre quién dice y quién calla, entre lo dicho y lo silenciado; en un dualismo que borra complejidades de forma semejante al “explotadores y explotados” de Dalton. Así el obrero y la gran masa de los subalternos se convierten en victima de esos intelectuales perversos que, al mismo tiempo que los quieren liberar, pretenden silenciarlos. En nombre de la voz pura del aborigen, que ha sido mancillada ¿a drede? por el intelectual ventrílocuo, se nos ofrece otra versión maniquea de la historia donde la ideología es un personaje con anteojos, bigote y malas intenciones. Si al introducir perspectivas y problemas de su época, Dalton altera el horizonte de 1932; Lara, por no calibrar bien las distancias y matices, corre el peligro de hacer lo mismo con la trama y la compleja intencionalidad de los sujetos que allá por 1970 condicionaron la hechura de Miguel Mármol.

Teóricamente el marxismo ponía a los intelectuales al servicio de los subalternos. Sabemos que en la realidad no era así, pero esa circunstancia personas como Dalton no fueron capaces de verla. Se interpretaban a sí mismos como gente al servicio de la gran causa de los oprimidos. Todos los datos que opusiese la historia descarnada para desmentir la imagen que de si mismos se habían forjado quedarían neutralizados por el velo ideológico. Si Dalton, desde sus valores éticos más profundos, hubiese percibido que al final su razonamiento desembocaba, sin querer, en una injusticia contra los indios, lo más probable es que hubiese rectificado.

Si es posible que no hubiese intención expresa de distorsionar la verdad para dañar a los indígenas, deberíamos buscar un lenguaje más técnico y hacer un razonamiento más minucioso para describir y explicar las alteraciones que Dalton introdujo en la Historia y en las palabras de Mármol. Esto es (lo repito, lo subrayo, lo enfatizo) lo que se echa en falta en el ensayo del profesor y lo que, por no haber esclarecido sus categorías de análisis (intencionalidad/ideología), da pie al tipo de preguntas que le hizo Galeas. Preguntas que me parecen perfectamente deducibles de la lectura de Indigenismo y encubrimiento testimonial donde algunas premisas pueden llevar a conclusiones en las que el profesor no se ve reflejado, pero eso, repito, ya no es culpa tanto del intérprete como de la estrategia discursiva sesgada y beligerante que eligió Lara para exponer una tesis que desarrollada con mayor serenidad y cuidado filosófico le habría hecho justicia a sus grandes meritos, que los tiene.

Admitamos la valentía que tiene el profesor para mirar de frente al mito. Lara Martínez tiene razón en muchos puntos y lo que es mucho mejor: plantea un problema que nos empuja a continuar pensando, pero debe reconocer también que su indignación es algo apresurada, que se ha dejado llevar por un rechazo ideológico (nada reprobable por cierto) que, si no toma plena conciencia de el, le puede hacer mucho daño a su razonamiento. Ya se lo hizo.

Si Lara Martínez me pregunta le diré que valoro su trabajo, si no fuese por él no estaríamos en debate.

Bienvenidos a la anarquía global

IMMANUEL WALLERSTEIN

BIENVENIDOS A LA ANARQUÍA GLOBAL

La Administración de Bush disfruta de una posición de cómoda ventajacon la conquista de Iraq. Piensa que puede obrar a su antojo y proba-blemente se comportará de acuerdo con esta creencia en el futuro próximo. Es comprensible que los halcones del Pentágono, que durantemucho tiempo han defendido que el militarismo rendiría sus dividendos,sientan que en estos momentos sus tesis están siendo validadas. Es igual-mente natural que quienes se oponen al imperialismo estadounidense sesientan desmoralizados por el evidente éxito de Estados Unidos. En miopinión, ambos razonamientos no tienen en cuenta los parámetros defi-nitorios de la situación ni aferran lo que está sucediendo realmente en elámbito geopolítico. En este artículo construiré mi análisis alrededor detres periodos: el momento álgido de la hegemonía estadounidense duran-te el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, que abarcó desde1945 hasta 1967/1973; el momento de los últimos resplandores de esahegemonía, que se extendió desde 1967/1973 hasta 2001; y la época quese abre ante nosotros, que arranca de esta última fecha y llegará hasta2025 o 2050, y que se caracterizará por ser un periodo de anarquía queEstados Unidos no puede controlar. Distinguiré tres ejes dentro de cadauno de estos periodos: las luchas competitivas internas de las sedes másimportantes de acumulación de la economía-mundo capitalista; la lucha«Norte-Sur»; y la batalla para determinar el sistema-mundo futuro libradapor los dos grupos que yo metafóricamente denomino los campos deDavos y de Porto Alegre.Durante el periodo comprendido entre 1945 y 1967/1973, Estados Unidosfue incuestionablemente la potencia hegemónica en el sistema-mundo, ya que se hallaba en posesión de una combinación de ventajas económicas,militares, políticas y culturales que excedía la poseída tanto por cual-quiera de los restantes Estados como por el conjunto de todos ellos. Alfinalizar la Segunda Guerra Mundial, era la única potencia industrial quehabía eludido la destrucción bélica y había incrementado de modo nota-ble sus recursos productivos en comparación con los niveles alcanzadosantes del conflicto mundial. Las empresas estadounidenses podían pro-ducir bienes con una eficiencia tan por encima de la de sus competido-res que estuvieron en condiciones de penetrar los mercados nacionales
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En realidad, la situación era tan desigual que EstadosUnidos tuvo que acometer la reconstrucción de Europa occidental y deJapón para constituir una demanda de consumo razonable a escala mun-dial.Esta aplastante ventaja económica se combinaba con una neta superiori-dad militar. Después de 1945, la opinión pública estadounidense insistió,como es sabido, en una reducción inmediata de las fuerzas armadas, quecristalizó en la expresión «que los chicos vuelvan a casa». Estados Unidos,sin embargo, poseía la bomba atómica y una fuerza aérea capaz de arro-jarla en cualquier punto del mundo. La única fuerza militar realmenteequiparable era el ejército de la Unión Soviética, que en 1949 poseía yaarmas nucleares. Estados Unidos no tuvo más remedio que sellar un trato.Aunque los acuerdos de Yalta suponían tan sólo una pequeña parte deunos pactos mucho más amplios, la negociación alcanzada entre las gran-des potencias ha sido conocida por ese nombre desde entonces. Conteníantres cláusulas primordiales: conservación del statu quo en Europa deacuerdo con los límites definidos por la presencia de tropas soviéticas en1945; la compartimentación económica de las dos zonas mundiales y lalibertad de utilizar recíprocamente una retórica de denuncia frente a laotra parte.Estos tres puntos fueron más o menos respetados hasta 1980 y, en ciertamedida, hasta el colapso de la Unión Soviética. El statu quo fue puesto aprueba por el bloqueo de Berlín en 1949, pero salió reafirmado por eldesenlace de la crisis. Posteriormente, Estados Unidos se abstuvo riguro-samente de prestar su ayuda, más allá de la denuncia retórica, a ningunode los levantamientos que se produjeron en la zona soviética. En Yugoslaviay en Albania, los dos disidentes del bloque soviético, la URSS no tenía tro-pas estacionadas. Sin embargo, estos Estados, en vez de integrarse en laesfera estadounidense, tuvieron la libertad de permanecer «neutrales» fren-te a ambas superpotencias durante la Guerra Fría. Si se pretendió aplicarel acuerdo de Yalta a la guerra de Corea es algo que no estuvo claro ini-cialmente, pero su resultado –una tregua armada en la línea de partida–colocó la península coreana rotundamente dentro del marco de aquélla.La compartimentación económica persistió también durante las primerasdécadas de posguerra, aunque comenzó a resquebrajarse después de1973. La retórica estridente de la denominada Guerra Fría fue la única res-ponsable de transmitir la impresión de que se estaba librando una seriabatalla. Evidentemente, muchos todavía creen que así sucedió en reali-dad; pero contemplado con la perspectiva que da el paso del tiempo,podría igualmente describirse como un conflicto coreografiado en el cualrealmente nunca sucedió nada. Políticamente, los acuerdos de Yalta permitieron que ambas partes alinea-ran una serie de leales aliados en sus bandos respectivos. Ha sido cos-tumbre referirse a los de la Unión Soviética como países satélites; pero losclientes de Estados Unidos –en Europa, los países de la OTAN; en Asia
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7ARTÍCULOSoriental, Japón, Corea del Sur y Taiwán– apenas fueron menos serviles.Nueva York se convirtió en el centro mundial del arte, mientras la cultu-ra de masas se «americanizaba» cada vez más. Finalmente, en cuanto a ladominación ideológica, el concepto de «mundo libre» funcionó tan biencomo la noción de «campo socialista».En el Norte, por consiguiente, Estados Unidos fue capaz de imponer susdeseos tanto sobre sus competidores capitalistas como sobre la superpo-tencia rival con un 95 por 100 de éxito y en el 95 por 100 de las ocasio-nes. Esto era evidentemente una hegemonía. El único contratiempo queexperimentó la maquinaria fue cierta resistencia por parte del Sur a esteorden mundial definido por Estados Unidos. En teoría, la superpotenciaamericana postulaba «el desarrollo y la liberación del Sur del dominiocolonial» la Unión Soviética entonaba la misma canción en tonos todavíamás estridentes. En la práctica, sin embargo, ninguno de los dos tenía nin-guna prisa por fomentar dichos objetivos, y se dejó que los pueblos delSur persiguieran sus propias causas con grados diversos de militancia yenergía política. Se produjeron algunas luchas célebres y revolucionesviolentas –fundamentalmente, en China, Vietnam, Cuba y Argelia– que secolocaron al margen de las coordenadas marco de Yalta. Estados Unidoshizo lo que pudo por suprimir tales movimientos y cosechó algunos éxi-tos significativos: el derrocamiento de Mossadegh en Irán y la expulsiónde Arbenz en Guatemala en 1954, entre otros muchos. Pero el Norte tam-bién experimentó un puñado de importantes fracasos: la Unión Soviéticaen China; Francia en Argelia; Estados Unidos en Cuba; y Francia, prime-ro, y Estados Unidos, después, en Vietnam. Tanto Occidente como laURSS se vieron obligados a ajustarse a estas «realidades», es decir, a absor-ber los acontecimientos en el ámbito de su retórica, mientras intentabancooptar a estos nuevos regímenes limitando así su impacto geopolítico ysus consecuencias sobre la economía-mundo. Durante este periodo, elresultado de lo que puede denominarse la lucha de clases mundial pare-ce haber sido de empate. Por un lado, se había extendido por todo elmundo, especialmente en el Sur, un sentimiento antisistémico que tuvoun efecto de autocumplimiento y que se tradujo en un triunfalismo gene-ralizado. Por otro, este levantamiento comenzó a apagarse cuando elNorte consideró que ya había satisfecho suficientes de sus demandas.Últimos resplandoresEl periodo 1967-1973 representa el momento en el que los trente glorieu-ses llegaron a su fin y la economía-mundo entró en una larga fase B deKondratieff. Con toda probabilidad, la causa inmediata fundamental de laralentización fue el auge económico de Europa occidental y de Japón, queinevitablemente provocó una situación de sobreproducción en los secto-res industriales anteriormente punteros. Política y culturalmente, el levan-tamiento revolucionario de 1968 –en realidad, de 1966-1970– representóun desafío integral al periodo anterior. Se desencadenó por una combina-
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8ARTÍCULOSción de resistencia a la hegemonía estadounidense y de desilusión con losmovimientos antisistémicos tradicionales. En el plano militar, la ofensivadel Tet en febrero de 1968 fue el toque de difuntos para la intervenciónestadounidense en Vietnam. Aunque la guerra todavía se prolongó otroscinco años agonizantes antes de la retirada final de 1973, la cuestión esque Estados Unidos perdió la guerra contra una pequeña nación del TercerMundo. La combinación de estos tres sucesos –la ralentización de la eco-nomía-mundo, el levantamiento de 1968 y la derrota de Estados Unidos enVietnam– transformó la escena geopolítica y señaló el inicio del lentodeclive de la hegemonía estadounidense. Estados Unidos ya no sería capazde cumplir sus objetivos con el 95 por 100 de éxito mencionado anterior-mente, ni siquiera en el Norte. Pero el control hegemónico no se desva-nece de la noche a la mañana y todavía se produjo un último resplandor.Los fundamentos económicos de este periodo no son difíciles de compren-der. Una fase B de Kondratieff presenta determinadas características típicas:• el declive en la rentabilidad de las empresas productivas –especial-mente en aquellas que habían sido más rentables previamente– y laconsecuente reorientación de los capitalistas desde la actividad pro-ductiva a la financiera;• la huida de industrias cuyos beneficios están disminuyendo –porquesus ventajas monopolistas han desaparecido– de las zonas del centrode la economía-mundo capitalista a los países «en vías de desarrollo»semiperiféricos, en los que los salarios son menores aunque seansuperiores los costes de transacción; • el incremento significativo de las tasas de desempleo y, por consi-guiente, el esfuerzo acometido por parte de las áreas más importantesde acumulación de capital para «exportarlo» a las restantes en granmedida para minimizar las repercusiones políticas derivadas del mismo.Todos estos procesos hicieron su aparición puntualmente. Los aconteci-mientos espectaculares del declive –aunque no sus causas– fueron losaumentos de los precios del petróleo de 1973 y 1979 y una serie de devas-tadoras crisis provocadas por los alto niveles de endeudamiento: la crisis dela deuda del Tercer Mundo y del bloque socialista durante la década de 1980;la crisis del gobierno de Estados Unidos y de las corporaciones transnacio-nales durante la de 1990; la crisis de los consumidores estadounidenses, asícomo la provocada por las devaluaciones que tuvieron lugar en Asia orien-tal y en otros lugares a finales de esta misma década; y otra ronda de exce-sivo endeudamiento público protagonizada por la segunda Administraciónde Bush. En cuanto al bienestar comparativo de las áreas más importantesde acumulación podemos decir que Europa se comportó mejor en la déca-da de 1970, Japón en la de 1980 y Estados Unidos a finales de la de 1990,pero que todos ellos se han comportado pobremente desde 2000. En elresto del mundo, la promesa de «desarrollo», tan activa y optimistamente per-seguida en el periodo anterior, se reveló como el espejismo que siemprehabía sido, al menos para la gran mayoría de los Estados.
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9ARTÍCULOSPolíticamente, el orden centrado en Estados Unidos comenzó a desinte-grarse. Europa occidental y Japón ya no deseaban ser tratados como saté-lites, sino que exigían, por el contrario, ser tratados como socios. EstadosUnidos intentó aplacarles con nuevas estructuras –la Comisión Trilateral ylas reuniones del G-7–, desplegando además dos argumentos fundamen-tales para mantener el orden entre sus aliados: la Unión Soviética seguíaconstituyendo una amenaza para sus intereses y una posición de unidadfrente a un Sur cada vez más levantisco era esencial para mantener susventajas colectivas. Estas líneas de razonamiento cosecharon un éxito tansólo parcial. La zona soviética, entretanto, también estaba comenzando afragmentarse tras el espectacular ascenso de Solidaridad en Polonia y lasreformas de Gorbachov. Su disolución se aceleró por el colapso del desa-rrollismo, paralelo a sus fracasos en el Tercer Mundo, lo cual puso en evi-dencia que los Estados del bloque del Este nunca habían dejado de sercomponentes periféricos o semiperiféricos de la economía-mundo capita-lista. En el Sur, la posición de debilidad mostrada tanto por EstadosUnidos como la URSS pareció que dejaba cierto espacio para la resolu-ción parcial de un determinado número de conflictos seculares existentesen América Central, Sudáfrica y el sudeste de Asia, pero cuyo desenlacerepresentó a la postre una u otra forma de compromiso político.El levantamiento revolucionario de 1968 y el colapso del desarrollismo enla fase B de Kondratieff erosionaron severamente la legitimidad moral dela vieja izquierda –los movimientos antisistémico clásicos–, que ahoraparecía que tan sólo ofrecían en opinión de la mayoría de sus antiguospartidarios poco más que un electoralismo defensivo. Sus sucesores –enparticular, los múltiples maoísmos y la denominada nueva izquierda, losverdes, las feministas y los muchos movimientos basados en las diferen-tes formas de identidad– tuvieron breves y brillantes impactos en algunospaíses, pero no lograron adquirir ni nacional ni internacionalmente laposición central que habían adquirido los movimientos de la vieja izquier-da durante el primer periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial.Desde la perspectiva de la lucha de clases mundial, el debilitamiento de losmovimientos antisistémicos –viejos y nuevos– permitió a las fuerzas de lospoderes dominantes lanzar una contraofensiva de considerable magnitud.Inicialmente, ésta se materializó en los regímenes neoliberales de GranBretaña y Estados Unidos; en el auge del «consenso de Washington», queenterró el ideal del desarrollismo y lo reemplazó por el de la globalización,y en la vigorosa expansión del papel y de las actividades del FMI, del BancoMundial y de la recientemente creada Organización Mundial de Comercio,instituciones, todas ellas, que intentaron achicar el poder de los Estados peri-féricos de interferir el libre flujo de bienes y, sobre todo, de capitales. Estaofensiva de alcance mundial tenía tres objetivos primordiales: reducir elnivel de los salarios, restaurar la externalización de los costes de producciónponiendo fin a las serias constricciones que pesaban sobre los abusos eco-lógicos, y reducir los niveles de fiscalidad desmantelando los dispositivos delEstado del bienestar. En un primer momento, este programa pareció que
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10ARTÍCULOShabía sido coronado con éxito, y que el eslogan de Thatcher –«no hay alter-nativa»– se imponía sin contemplaciones. A finales de la década de 1990, sinembargo, esta ofensiva había alcanzado sus límites políticos. Las devaluaciones monetarias que afectaron a las economías de Asia orien-tal y sudoriental y a Brasil a finales de esta década auparon al poder a unaserie de líderes –Roh en Corea del Sur, Putin en Rusia, Megawati enIndonesia, Lula en Brasil– cuyos programas electorales o actuacionesgubernamentales no siempre han seguido las prescripciones de Washington.El colapso de Yugoslavia y de la Unión Soviética provocó una serie deconflictos nacionales, que fueron testigos de una «limpieza étnica» deenvergadura, amplias zonas de inestabilidad y escaso crédito político paraEstados Unidos o Europa occidental. La deuda y la guerra civil agarrota-ron a un buen número de Estados africanos. El predomino cultural e ide-ológico del «campo» de Davos se topó con un desafío inesperado enSeattle en 1999, cuando los muy tradicionales y moderados sindicalistasestadounidenses en conjunción con los grupos de la nueva izquierda con-siguieron forzar la suspensión de las negociaciones de la OMC, de la cualésta todavía no ha logrado recuperarse. Después, el ímpetu se tradujo enuna coalición mundial de movimientos laxamente organizada, que hamantenido una serie de encuentros exitosos en Porto Alegre y que se hanautoproclamado como contrapunto de la cumbre de Davos. CuandoGeorge W. Bush optó a la presidencia de Estados Unidos, las perspectivasno eran halagüeñas para la única superpotencia en activo. Uno de lostemas de su campaña había sido el ataque a la política exterior de Clinton,aun cuando ésta había estado orientada por las mismas premisas que habíanseguido todos los presidentes estadounidenses desde los tiempos de Nixon:es decir, intentos de parchear el renqueante globo de la hegemonía esta-dounidense mediante negociaciones recurrentes con sus supuestos alia-dos, así como con Rusia y China, combinados con esporádicos recursos ala fuerza en el Tercer Mundo. Desde 1970, la política exterior estadouni-dense ha tenido indefectiblemente dos objetivos primordiales: impedir laemergencia de una entidad europea políticamente independiente y man-tener el predominio militar mediante la restricción de la difusión de lasarmas nucleares en el Sur. En 2000, el balance de situación de estos dosobjetivos estratégicos era en el mejor de los casos mediocre y el futuro seantojaba preso de una gran incertidumbre.La estrategia de la guerra interminableFue en este momento cuando Bush llegó al poder. Su Administración sedividió entre aquellos que deseaban proseguir la política exterior vigenteen el periodo 1973-2001 y quienes defendían estrepitosamente que éstahabía fracasado y era la causa –no meramente el resultado– del decliverelativo de la hegemonía estadounidense. El grupo que adoptaba la últi-ma de las posiciones mencionadas está constituido por tres áreas princi-pales: los neoconservadores, como Wolfowitz y Perle; la derecha cristia-
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11ARTÍCULOSna; los militaristas «clásicos», como Cheney, Rumsfeld y otros, cuyas opi-niones fueron secundadas por McCain aunque él mismo estuviera ene-mistado personalmente con Bush. Los motivos, las prioridades y las bazaspolíticas de estos tres grupos son muy diferentes, pero pese a ello hanconseguido formar un bloque políticamente muy cohesionado a partir deciertas premisas comunes que comparten todos ellos:• el declive estadounidense es una realidad, y ha sido causado por latorpe timidez de los sucesivos gobiernos estadounidenses; podría serrevertido, sin embargo, acometiendo acciones militares preventivas,contundentes, explícitas y rápidas en una zona tras otra;• cualquier reticencia o incluso oposición iniciales mostradas por elestablishment estadounidense, por la opinión pública nacional o porlos aliados europeos y asiáticos será neutralizada por las demostra-ciones exitosas del poderío armado estadounidense, lo cual hará quelos aliados de Estados Unidos acepten su línea de conducta;• el modo de manejar a los regímenes recalcitrantes del Sur es la inti-midación y, si ésta falla, la conquista.Había otra lectura de la historia sobre la cual los halcones se mostraba deacuerdo: nunca habían conseguido que una Administración estadounidenseadoptara sus razonamientos y siguiera sus prescripciones en la medida queellos deseaban. Como grupo se hallaban frustrados, y cuando Bush ocupóel poder, no estuvieron del todo seguros de que el presidente estuviera desu lado. Temían más bien que sería una réplica de su padre –aunque se abs-tuvieron cuidadosamente de decirlo– o de Reagan, que había cometido elimperdonable pecado de intentar firmar un acuerdo con Gorbachov. El 11de Septiembre fue un increíble regalo para este contingente. Catapultó aBush a su campo, aunque tan sólo fuera porque ser un presidente en gue-rra que libraba una campaña interminable contra el «terrorismo» parecíagarantizar su futuro político. Esta guerra interminable legitimaba el uso de lafuerza militar contra un oponente ultradébil, los talibanes, en una operaciónque recogió una legitimidad mundial de tal amplitud como nunca la habíaalcanzado una acción de tales características. Tras este paso, los halconespercibieron que podían poner toda la carne en el asador: Iraq. Sabían quesería más difícil políticamente, pero también que ésta era una oportunidadirrepetible no únicamente para conquistar Bagdad, sino para aplicar la tota-lidad de su programa geopolítico. Se encontraron muchas más dificultades de las que habían previsto. En primerlugar, los veteranos de la Administración de Bush senior –probablemente conla aquiescencia de su anterior empleador– persuadieron al presidente de queadoptase un planteamiento «multilateralista». Tras este paso, las profecías delos halcones parecía que se estaban materializando. Francia anunció que uti-lizaría el veto frente a una segunda resolución del Consejo de Seguridad deNaciones Unidas que autorizase el uso de la fuerza y se mostró capaz de queAlemania y Rusia se unieran a ella, lo cual provocó en marzo de 2003 la humi-llación de Estados Unidos, quien a pesar de ejercer toda la presión a su alcan-
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12ARTÍCULOSce no pudo conseguir la mayoría simple del Consejo de Seguridad y tuvo queretirar su resolución. Entretanto, el 15 de febrero de 2003, las fuerzas de lo quehe denominado el campo de Porto Alegre movilizaron una protesta globalcontra la guerra que no conocía de precedentes en la historia mundial.Finalmente, incluso la leal Turquía no cumplió los deseos de Estados Unidosa pesar del enorme soborno que se le ofreció a cambio. La invasión de Iraq,por supuesto, se produjo y el régimen de Sadam Hussein colapsó. Rumsfeldy Powell están lanzando ahora nuevas amenazas a Oriente Próximo, Asianororiental e incluso a América Latina. Están convencidos de que su estrata-gema ha tenido éxito y de que la hegemonía estadounidense ha sido restau-rada. Hablan explícitamente, y sin vergüenza, de la función imperial deEstados Unidos. Pero, ¿han intimidado ellos a alguien más?Creo que no. En estos momentos, avanzamos hacia un futuro inmediatoincierto, y en momentos de anarquía sistémica como el actual puede sucedercasi cualquier cosa. Sin embargo, parece posible discernir ciertas tendencias:• el actual gobierno estadounidense se halla comprometido con unapolítica exterior unilateralista y en verdad muy agresiva;• la integración europea proseguirá –sin duda con dificultades, pero impa-rablemente– y Europa se distanciará cada vez más de Estados Unidos;• China, Corea y Japón darán los primeros pasos para aproximar posi-ciones, proyecto éste cargado con muchas más complicaciones que elde la integración europea, pero preñado de consecuencias geopolíti-cas mucho mayores;• la proliferación nuclear en el Sur continuará y probablemente seexpandirá;• la asunción del manto imperial por Estados Unidos erosionará toda-vía más sus pretensiones de arroparse de legitimidad moral en el sis-tema-mundo;• el campo de Porto Alegre se hará más sólido y probablemente másmilitante;• el campo de Davos puede muy bien dividirse de un modo cada veznítido entre quienes deseen unirse, llegar a un acuerdo o cooptar alcampo de Porto Alegre y quienes estén determinados a destruirlo;• Estados Unidos puede no tardar en lamentar el torbellino que hadesencadenado en Iraq.Hemos entrado en una transición anárquica desde el sistema-mundo exis-tente hacia uno diferente. Como todos los periodos de tales características,nadie controla la situación en un grado significativo y menos todavía unapotencia hegemónica en declive como Estados Unidos. Aunque los partida-rios del imperium estadounidense piensen que tienen los elementos de suparte, soplan fuertes vendavales en todas las direcciones y el problema realva a ser –para todos nuestros barcos– evitar el naufragio. Si el resultado últi-mo de todo ello va a ser un orden más o menos igualitario y democrático,es totalmente incierto. Pero el mundo que emerja será consecuencia decómo actuemos, colectiva y concretamente, durante las próximas décadas.