Los años del gran desorden

Los años del gran desorden

“La eternidad está enamorada de las obras del tiempo”. William Blake- Proverbios del infierno

Las décadas, como todos sabemos,son divisiones producto de una convención el sistema decimal y no de un ciclo de la naturaleza en cuyas mutaciones reconocemos las huellas visibles de lo que llamamos tiempo. La historia, obra del tiempo, no respeta convenciones ni décadas. Si queremos hacerla coincidir con éstas, tendremos que decir que los años 20 comenzaron en 1917/1918 (revolución rusa, fin de la primera guerra mundial); los años 30, en 1929 (la gran crisis); los años 40, en 1939 (inicio de la segunda guerra mundial); los años 50, entre 1948 y 1950 (comienzo de la “guerra fría”, guerra de Corea); y los años 60 en 1959 (triunfo de la revolución cubana). Todos esos acontecimientos marcaron profundamente los años sucesivos y, en cierta medida los tiñeron con su color.

Si esto es verdad, la década de los 70 se inició en 1968, ese año de viraje para el mundo y para México, en el cual se acumularon, entre otros acontecimientos fuera de lo común, la ofensiva del Tet en Vietnam, el mayo francés y la “primavera de Praga”.

También por aquel entonces, a finales de los años 60, se inicia un giro en la economía mundial, marcado por el fin de la fase de expansión inaugurada en torno a la segunda guerra mundial, y el comienzo de una fase prolongada de tonalidad recesiva. En 1971 el dólar se separa de su paridad oficial con el oro e inicia su larga deriva, agregando otro factor de desorden a la economía mundial. En 1973 comienzan las manifestaciones de la llamada “crisis del petróleo”. En 1974- 75 se produce la recesión generalizada en las economías capitalistas, y desde fines de 1978 se anuncia, para 1980, la posibilidad de una nueva recesión.

Todo esto no obsta más bien, a su manera, contribuye a que la década sea testigo de un continuado crecimiento de las fuerzas productivas a través de la extensión de las conquistas y las aplicaciones de la tercera revolución tecnológica (electrónica, informática, energía nuclear), tanto en los países avanzados como en los países en proceso de industrialización o relativamente industrializados. La clase obrera industrial y, más en general, la clase de los asalariados, crece en números absolutos y relativos a lo largo y a lo ancho de toda la economía mundial, mientras crecen en el otro polo los procesos de internacionalización, concentración y centralización del capital.

El dinamismo de la década, visto retrospectivamente, es asombroso. En ella se combinan y se entrecruzan mundialmente procesos económicos, políticos y sociales que podemos resumir, a grandes rasgos, en los siguientes puntos:

1) Declinación de la hegemonía del imperialismo estadunidense, sin que sea sustituido por ningún otro imperialismo en su función de eje del sistema capitalista mundial y sin que se debilite su capacidad de respuesta militar global frente a la Unión Soviética.

2) Aumento del peso específico de los imperialismos europeos y japonés, sin lograr reemplazar a Estados Unidos en su papel de centro económico, político y militar: ninguna moneda sustituye al declinante dólar ni propone su candidatura para semejante abrumadora responsabilidad.

3) Aumento del peso numérico global y del peso social del proletariado mundial y de sus aliados más cercanos, el conjunto de los asalariados del campo y de la ciudad. Este crecimiento va acompañado por un crecimiento de su conciencia como clase, que puede medirse empíricamente no sólo en sus acciones sino también, indirectamente, en el crecimiento global de sus organizaciones de todo tipo.

4) Crisis paulatina, progresiva y prolongada de la dominación burocrática en los países no capitalistas y en las grandes organizaciones de masas, sin que esta crisis llegue a traducirse en ninguna parte en una superación de esa dominación y una eliminación de las burocracias, sus privilegios, sus métodos y sus sistemas de control y dirección y en su reemplazo por formas estables de democracia obrera o democracia socialista. Hay evidentemente una relación entre esta persistencia y la persistencia de la dominación de clase del imperialismo y la burguesía en el resto del mundo, así como hay también una relación entre las crisis de ambos sistemas de dominación.

5) Multiplicación de las crisis políticas interburguesas en cada país y reaparición de las crisis interimperialistas en proporciones desconocidas en las dos décadas precedentes.

6) Crisis generalizada del sistema de dominación imperialista, que desde Vietnam hasta Irán y Nicaragua ha sufrido en estos diez años derrotas sin precedentes, por su profundidad y significación, desde el tiempo de la victoria de la revolución china en 1949. Esta década dinámica y revolucionaria ha sido también una década terrible. Si la mitad de los años 60 estuvo marcada, para las masas del mundo, por la espantosa catástrofe de Indonesia, en los años 70 los días luminosos de las victorias han estado atravesados por los relámpagos oscuros de las derrotas, desde Chile, Argentina y Uruguay hasta los monstruos gemelos de la invasión soviética de Checoslovaquia y de la dictadura enloquecida de Pol Pot en Camboya.

Pero derrotas, reveses, interrupciones y contramarchas no han alterado, creemos, el sentido general de la marcha de la década: la irrupción creciente, multitudinaria y contradictoria, de los dominados en el primer plano de la historia; y la crisis creciente, con recomposiciones y nuevos estallidos, de los dominadores que de ese primer plano, todavía sin prisa pero ya sin pausa, van siendo desplazados.

I. LA DECADA OBRERA

EL LIMO DE MAYO

En las luchas obreras, la década se abrió violenta e inconfundiblemente en 1968. Cuando desde todos los horizontes de la ideología dominante incluidas diversas versiones del marxismo afiliadas a ella se daba por concluido el papel revolucionario de la clase obrera en la crisis del capitalismo y se exaltaba, sea su supuesto “aburguesamiento” y su adaptación al “consumismo” en los países avanzados, sea su sustitución por los marginales del llamado “tercer mundo” o por los campesinos como protagonistas de la revolución (“El campo rodea a las ciudades” y otras parecidas generalizaciones improvisadas), el proletariado francés irrumpió en tumulto, ocupó en el mes de mayo le joli mois de mai de 1968 todas las fábricas y empresas, enarboló en ellas la bandera roja y realizó lo que tal vez sea todavía la mayor huelga general de la historia: diez a doce millones de asalariados, en un solo país.

Instantáneamente, la cuestión del poder quedó planteada. Lo comprendió De Gaulle, que en esos días no acudió a sus apoyos políticos sino que se replegó sobre el ejército, dispuesto a enfrentar la amenaza con la ultima ratio de las armas. Pero el proletariado francés no tenía dirección revolucionaria para resolver la misma cuestión que en los hechos su movilización había planteado (pocas dudas caben hoy sobre la parálisis, la sorpresa y la resistencia demostrada ante la crisis revolucionaria de mayo por el Partido Comunista Francés) y el poder establecido pudo hacer volver las aguas a su cauce.

Esas aguas en crecida, sin embargo, arrasaron muchos prejuicios, mitos, ideas recibidas del pasado y diversos personajes y organizaciones de la política de izquierda y de derecha que pasaron entonces a convertirse de fantoches en fantasmas; el reflujo de esa creciente dejó uno de los limos más fértiles del siglo, tanto como el que depositaron la revolución rusa o la revolución china. De ese limo brotaron (brotan aún) nuevas ideas, teorías, organizaciones, una riqueza de la imaginación revolucionaria que parecía haber desaparecido con el repliegue y la burocratización de la revolución rusa.

El mayo francés, más que ningún otro movimiento, marcó la década siguiente. Volvió a poner los problemas de la vida cotidiana en el centro de las preocupaciones de la revolución. Golpeó y se ensañó con alegría feroz sobre los dogmáticos, los burócratas, los puritanos y los hipócritas que vivían- viven todavía- de la codificación y la osificación del marxismo como una doctrina del poder y no como una teoría de la explotación, la alienación y la liberación. Mayo de 1968 fue un vasto movimiento de subversión de todos los valores establecidos y aceptados por los poderosos, que abrió las compuertas a cuantas rebeliones recorrieron la década, y particularmente a una de las más profundas y más perdurables en el tiempo venidero: la rebelión feminista, la sublevación contra las diversas, cambiantes e inmutables formas de la dominación patriarcal.

Mayo pasó, muchos de sus participantes y protagonistas se desvanecieron, se aplacaron o se desilusionaron. Pero desde entonces, nuestro mundo es diferente y nunca más volverá a ser el de antes: bien lo sabe México, que entre julio y octubre de ese año vivió, así sea en escala reducida pese a su magnitud inolvidable, su propio 1968 y fue sacudido por una corriente de cambios irreversibles.

EL OTOÑO CALIENTE DE ITALIA

El mayo francés fue seguido por un movimiento tal vez menos universal en sus repercusiones, pero no menos importante en su contenido: el “otoño caliente” de 1969 en Italia. En una ola de movilizaciones, huelgas, huelgas generales y ocupaciones de fábrica, la clase obrera italiana puso en cuestión el poder despótico del capital en la producción, la dominación del patrón en la fábrica, el autoritarismo de los burócratas en el sindicato, la división del movimiento sindical por intereses corporativos de burocracias obreras políticas o sindicales, y dio origen a una nueva forma de organización unitaria heredada de sus más valiosas tradiciones de lucha: los consejos de fábrica. A través del movimiento de los consejos, el proletariado italiano revolucionó la relación interior entre base y dirección en los sindicatos, obtuvo conquistas sin precedentes (escala móvil de salarios, extensión de la seguridad social, sindicalización masiva, reconocimiento de los derechos del sindicato en la fábrica, democracia sindical, etc.), y sobre todo puso en cuestión la organización capitalista de la producción, afirmando el derecho de los trabajadores a controlar, mediante sus delegados y sus consejos, todos los aspectos del proceso de trabajo.

Lo que vivió entonces el movimiento obrero italiano fue una real revolución, tal vez menos espectacular pero, en ciertos aspectos, más profunda y duradera que el mayo francés; particularmente en lo que se refiere a las relaciones y las libertades en el interior de las empresas, es decir, en el corazón mismo de la dictadura patronal. Toda la década ha estado atravesada tanto por las repercusiones de estas conquistas como por las reiteradas tentativas del capital de desnaturalizarlas y arrebatarlas.

LATINOAMÉRICA: SOL Y SOMBRA

También la clase obrera latinoamericana cubrió con sus iniciativas los primeros años de la década. Los trabajadores argentinos la inauguraron con el “cordobazo”, la huelga general de 1969 cuyo epicentro estuvo en la gran industria de la ciudad de Córdoba. A punta de movilizaciones arrastraron y obtuvieron el apoyo de la pequeñoburguesía urbana e impusieron la victoria electoral de Cámpora en marzo de 1973 y el retorno de Perón ese mismo año, luego de 18 años de exilio. (El momento de esa victoria fue el principio del retroceso y de la posterior derrota, con la sustitución de Cámpora por Perón, la de Perón por Isabel Perón y López Rega, y la de este dúo siniestro dejado por Perón en el gobierno, por la dictadura militar abierta).

El proletariado y las masas chilenas llevaron al poder, en 1970, a Salvador Allende y a su gobierno de socialistas y comunistas. Los obreros y campesinos bolivianos creyeron ver en el gobierno de Torres, en ese mismo año, la posibilidad de volver a impulsar el proceso interrumpido de su revolución; crearon la Asamblea Popular, reorganizaron la Central Obrera Boliviana y la dotaron, en un Congreso Nacional, de uno de los más avanzados programas socialistas adoptados por los sindicatos latinoamericanos. Los trabajadores uruguayos fortalecieron sus sindicatos y su central sindical en un proceso de luchas que culminó en las grandes huelgas generales de 1973. Los electricistas mexicanos iniciaron, también a comienzos de la década, lo que fue la más importante movilización nacional por la democracia sindical desde entonces hasta el presente en México.

La década de los 70 vio otras irrupciones de masas cuyo motor más o menos visible fue la clase obrera. Entre ellas, las más importantes tal vez sean las que acabaron, por vías diferentes, con las tres dictaduras del sur de Europa que al iniciarse esos años todavía estaban en el poder. La “revolución de los claveles” que en abril de 1974 tumbó en Portugal a la más antigua dictadura de Europa tuvo como protagonista de primera fila a los militares. Pero las fuerzas sociales que la nutrieron fueron, por un lado, la revolución de las colonias portuguesas y, por el otro, la movilización de la clase obrera que en pocos meses, con sus sindicatos, sus consejos y sus partidos, ocupó el centro de la escena. La desaparición de Franco estuvo precedida y seguida por un proceso de organización de los trabajadores españoles, primero a través de las Comisiones Obreras todavía bajo el franquismo, luego a través de la reorganización de sindicatos, centrales obreras y partidos y las movilizaciones que impidieron una continuación disfrazada o mitigada del régimen franquista con otros personajes. La dictadura de los coroneles griegos, cuya crisis final se abrió con el movimiento de los estudiantes del Politécnico de Atenas, fue también rematada por las movilizaciones del proletariado.

LA CONTRAOFENSIVA DEL CAPITAL

Pero la década marcada por grandes luchas de la clase obrera en distintos países, ha visto también la reorganización del capital y la recuperación de su iniciativa en diversos terrenos y países. La crisis, la necesidad de reestructurar el proceso de acumulación en las condiciones de esa crisis y de las nuevas conquistas obreras, la necesidad entonces de recuperar esas conquistas y el terreno perdido, disminuyendo los salarios reales y los gastos sociales del Estado, dieron forma a la contraofensiva del capital que se ha entrecruzado con las luchas proletarias en todos los años de esta década.

Desde muy temprano, con el derribamiento de Juan José Torres y el establecimiento de la dictadura de Banzer en agosto de 1971, comienza en América Latina esa contraofensiva. En septiembre de 1973 se produce la contrarrevolución chilena y el derrocamiento del gobierno de Allende. Ese mismo año, luego de una onda de grandes huelgas generales infructuosas porque el proletariado no podía darles una salida política propia, los militares uruguayos inician una de las más sanguinarias dictaduras de estos años. En marzo de 1976 se instaura la dictadura antiobrera en Argentina, preparada por el desastre de los gobiernos de Perón e Isabel Perón y la descomposición de la dirección burguesa peronista que llevó al proletariado argentino a la peor derrota de su historia. La gravedad de estas derrotas se mide por el hecho de que la década se cierra con las tres dictaduras militares Chile, Uruguay, Argentina todavía en el poder, cuando ya es obvio -Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, íNicaragua! -que el sentido de la corriente ha cambiado.

En torno a 1975 y 1976 toma formas más orgánicas la contraofensiva del capital en los países industrializados. El gobierno de Valery Giscard d’Estaing da un aspecto moderno y dinámico en Francia al proceso de reestructuración industrial cierres de fábricas, despidos (sobre todo de trabajadores inmigrantes), contención o disminución de salarios reales y de concentración del capital, mientras el fracaso de la Unión de la Izquierda establecida en 1972 entre comunistas y socialistas deja el paso a una aguda y para muchos estéril polémica entre los estados mayores de ambos partidos. En 1976 el Partido Comunista Italiano y los partidos de izquierda en general obtienen la mayor votación de la historia del país, pero esa victoria electoral, subordinada luego a la estrategia del “compromiso histórico” con la democracia cristiana, no se refleja en los avances esperados en conquistas y posiciones de las masas italianas. La decepción de éstas abre paso a un comienzo de reflujo, en el cual el proletariado italiano mantiene sus conquistas y sus posiciones a costa de duras luchas defensivas, pero se ve progresivamente aislado del sostén de otros sectores sociales, desilusionados por la política de los grandes partidos obreros. La ofensiva del capital contra las conquistas obreras en Italia, acentuada a partir de 1976, se combina con la misma ofensiva en Gran Bretaña, Alemania occidental, España, Portugal, Bélgica, el conjunto de Europa capitalista. Debe decirse que ella, en pleno desenvolvimiento en este fin de década, no ha logrado en ninguna parte una victoria decisiva sobre la clase obrera, y que en las batallas defensivas que ésta libra en toda Europa maduran también nuevas demandas- como las 35 horas semanales de trabajo en respuesta a los despidos y la desocupación- que pueden contener en germen los elementos de futuros progresos y conquistas.

La crisis, que marca con su signo el ritmo de la lucha de clases en todo el mundo capitalista, no iguala sin embargo todas las situaciones ni les da un sentido único: también aquí el desarrollo es una combinación de procesos desiguales. El año 1979 ha visto la afirmación de las luchas y la organización del proletariado brasileño, que había sufrido derrotas graves antes que otros en 1964 y en 1968 y que desde entonces se ha multiplicado en número y en peso social y político, según la lógica dictada por la impetuosa industrialización del país más grande de América Latina. Tanto el surgimiento de las oposiciones sindicales y de los comités de empresa, como la aparición de nuevos dirigentes, la reconquista de los derechos democráticos, la obtención de importantes reivindicaciones salariales y laborales a través de movimientos masivos de huelga y el comienzo de organización de un partido obrero surgido del movimiento sindical, indican el resurgimiento y la maduración del movimiento obrero brasileño y, de hecho, más que cerrar la década de los 70 están ya abriendo y, tal vez, dando la tonalidad inicial de la década obrera de los 80 en América Latina.

En uno de los países claves del mundo contemporáneo, donde se combinan todos los niveles y grados del desarrollo económico y social, esta entrada del proletariado brasileño al primer plano de la escena resume, a su modo, el proceso más general de proletarización o de asimilación al proletariado por la generalización del trabajo asalariado y su predominio absoluto sobre cualquier otra forma de trabajo dependiente como el rasgo dominante de la década que termina en el plano de las relaciones sociales y de la lucha de clases. Ese rasgo dominará también, según toda probabilidad, la década que comienza, pero es posible que entonces lo haga marcando mucho más con su sello las relaciones de fuerzas políticas.

II. LA DECADA ANTIMPERIALISTA

VIETNAM

Un acontecimiento precedió al mayo francés, y aun cuando sería aventurado establecer relaciones casuales entre uno y otro, revelaría también estrechez de juicio negar cualquier tipo de influencia: se trata de la ofensiva del Tet, a inicios de 1968, cuando las fuerzas vietnamitas se apoderaron de Hue, conquistaron una parte de Saigón, tomaron la embajada estadunidense y durante varias semanas colocaron a la defensiva al ejército de Estados Unidos y sus títeres del sur, empezando a desmontar el mito de su invencibilidad, que se derrumbaría entre 1973 y 1975.

Es también en Vietnam donde la cuna de la década alcanza su meridiano y su cenit, cuando en abril de 1975 una ofensiva final de 55 días derrota y destruye al ejército de Vietnam del Sur y obliga a retirarse a las tropas imperialistas en la precipitación del desastre militar. El mundo entero ve por televisión, como seis años antes había visto la llegada del primer astronauta a la Luna, al embajador norteamericano arriando su bandera y emprendiendo la fuga en helicóptero.

Todos podemos recordar cuál sentimiento de triunfo, cuál alegría, cuál gusto de desquite (que no de venganza) por tantas humillaciones y derrotas recorrió a los pobres del mundo cuando supieron el fin victorioso de la larga epopeya vietnamita. Junto con Vietnam, toda la península indochina había sido liberada de la presencia imperialista y, como era abril, había de verdad aire de primavera en los setentas.

Vista desde el otro lado, la derrota estadunidense en Vietnam, que se llevó entre las patas a la estabilidad del dólar, a Nixon y a varias otras cosas, abrió definitivamente una crisis interior en la confianza del país en sus fuerzas y en la legitimidad de su política mundial y provocó un desgarramiento de su conciencia que, pese a todos los esfuerzos de la ideología dominante organizada, todavía no ha podido cerrarse. Sería erróneo subestimar la importancia de este desgarramiento como un factor potencial o real de desequilibrio y exasperación en momentos en que el imperialismo deba enfrentar las nuevas pruebas a que su función mundial lo someta.

LA MARCHA AFRICANA

Si algo ha progresado en estos últimos diez años, entre los avances y retrocesos naturales de todo proceso empírico, es precisamente la revolución antimperialista: de la derrota de Indonesia en 1965 a la victoria de Vietnam en 1975, parece haber transcurrido una época y sólo han pasado diez años. En 1974, la liberación de Mozambique, Angola y Guinea-Bissau luego de años de guerra colonial combinó la revolución en las colonias con la revolución en la metrópoli, Portugal, y aceleró el retroceso de las posiciones imperialistas en el continente africano. Sería injusto no mencionar aquí la audacia con que Cuba acudió en ayuda de la revolución angolesa y lanzó su peso militar en la balanza para desertar la invasión sudafricana y salvar la independencia del país.

Evidentemente, el atraso conservado en muchos de esos países por los “civilizadores” europeos durante tantos años, se paga después con la aparición de dictaduras de las capas privilegiadas locales encabezadas por figuras que no son sino la exageración caricaturesca de los rasgos esenciales de sus modelos imperiales: el espejo deformante de Idi Amin Dada, Bokassa y Macías no hace más que devolver las figuras irreprochablemente aristocráticas de Elizabeth, Philip, Charles, Juan Carlos, Sofía o su primo de rango, Valery. Pero en Etiopía, unos militares jacobinos terminan con la dinastía más antigua y con su régimen sanguinario y feudal, mientras a la izquierda de ellos los guerrilleros eritreos radicalizan su propia lucha por la independencia nacional. Y en Rhodesia, las guerrillas de los movimientos de liberación nacional obligan a retroceder y a negociar tanto a los colonos blancos como a la metrópoli británica. (Lejos, en la frontera oeste de la misma Europa, los revolucionaris irlandeses hostigaron durante toda la década al mismo antiguo y terco imperialismo).

LA REVOLUCIÓN ÁRABE

En Medio Oriente y el norte de Africa la revolución árabe atraviesa los setentas en medio de una crisis generalizada, producto sobre todo de la impotencia o de la traición abierta, como en el caso de Sadat, de sus direcciones burguesas. Esa crisis no significa, en cambio, un retorno o una recuperación de posiciones en la región por parte de las potencias imperialistas. En realidad, es la declinación final de la dominación de éstas junto con el fracaso de las direcciones burguesas y la incapacidad de las fuerzas obreras, campesinas y plebeyas para dar una dirección alternativa y una salida revolucionaria, lo que da a esta crisis su aspecto circular, repetitivo y convulso, en el cual se mezclan tanto los intereses de las grandes naciones imperiales como la desastrosa política de gran potencia de la burocracia soviética en la región, guiada ante todo por sus intereses geopolíticos y diplomáticos y no por las necesidades de los obreros, los campesinos y las nacionalidades oprimidas de Medio Oriente.

Los ejemplos más notorios de esta crisis son, entre otros, las masacres del “septiembre negro” en 1970 contra la resistencia palestina en Jordania; el combate incansable y heroico, que cubre toda la década,del pueblo palestino; la guerra del kippur en 1973 entre Israel por un lado y Egipto y Siria, con el apoyo de los países árabes, por el otro; la guerra civil intermitente del Líbano, combinada con las permanentes agresiones de Israel; la radicalización de Yemen del Sur; el ascenso y la derrota de las guerrillas del Dhofar debido a la intervención combinada de fuerzas del Cha y de Arabia Saudita; las reiteradas convulsiones políticas en Irak y en su partido gobernante, el Baas. Todo esto marcado por la llamada “guerra del petróleo” a partir de 1973, el aumento constante de los precios petroleros que da nuevos recursos a las clases dominantes locales y las entrelaza con los centros financieros mundiales, pero introduce un elemento de agudización de la crisis económica en Occidente y determina el desarrollo paulatino de un nuevo proletariado, en torno a la explotación petrolera, en varios de estos países.

Todas estas contradicciones terminan por hacer explosión, al filo del cierre de la década, en el país cuyo Estado es el gendarme de la región, el pilar militar y político de la dominación imperialista, el modelo y la vitrina de la “modernización” que el capitalismo occidental quiere imponer a los pueblos atrasados: Irán, el imperio del Cha Rehza Pahlevi, esa feroz dictadura establecida sobre 33 millones de habitantes y varias nacionalidades oprimidas.

En febrero de 1979, cae el tirano iraní bajo los golpes irresistibles de una de las grandes revoluciones de este siglo, sin duda, la más trascendente de la década junto con la vietnamita. Es la revolución que encabeza un viejo de 80 años, con mentalidad y terquedad precapitalistas, el ayatollah Jomeini, llevado al poder sin disponer de armas ni de ejércitos, literalmente “a furor di popolo”. El dispositivo político y militar del imperialismo en la región ha recibido un golpe del cual difícilmente se repondrá. La onda de choque de la revolución iraní amenaza hacer estallar otros conflictos latentes en Medio Oriente y aún más allá.

NICARAGUA

El último año de la década, finalmente, también trajo consigo una derrota más del sistema de dominación imperialista, esta vez en América Latina. El 19 de julio, bajo el efecto combinado de la ofensiva guerrillera, la huelga general y la insurrección popular, cae en Nicaragua la dictadura de Somoza y se establece un gobierno revolucionario que abre un ciclo de profundas transformaciones económicas y sociales en el país. Un nuevo ascenso de las movilizaciones populares en El Salvador y en Panamá señala el efecto más directo de la revolución nicaragüense: otros, sin duda, seguirán.

Quien quiera nombrar con una sola expresión del lenguaje de la lucha de clases a la década de Vietnam, Irán y Nicaragua, deberá llamarla “los años de la revolución antimperialista”. Pero quien quiera indagar más detenidamente en los elementos determinantes de las victorias de esa revolución, no podrá ignorar que en el centro de ellos está también la lucha, la organización y la resistencia infatigables de la clase obrera de los países imperialistas, que ha debilitado, maniatado incluso, la capacidad de respuesta social, política y militar de los Estados opresores contra las rebeliones y las guerras de liberación de los países oprimidos.

III. LA DECADA ANTIBUROCRATICA

LA PRIMAVERA DE PRAGA

En los países que unos denominan, eufemísticamente, del “socialismo real”; otros llamamos Estados obreros burocráticamente deformados, y muchos podemos coincidir en llamar, sin mayores precisiones, Estados de transición o sociedades postcapitalistas, la década de los setenta tuvo comienzo, también, en el año augural de 1968. Pocos negarán el papel iniciador de los acontecimientos de entonces en Checoslovaquia, lo que se ha dado en calificar como “la primavera de Praga”.

El movimiento antiburocrático checoslovaco representaba, en ese año, la maduración de muchos impulsos provenientes del interior y del exterior. Comenzó como una serie de cambios desde arriba, en el interior del aparato gobernante, destinados a reformar los aspectos más repudiados de la dictadura burocrática. No tardó en extenderse como una movilización cada vez más amplia desde abajo, primero de las capas intelectuales, luego de sectores obreros, finalmente de la clase obrera y las masas checoslovacas, por la democracia socialista, contra los privilegios del poder, contra la dictadura de los funcionarios del Estado y del partido.

El movimiento fue iniciado por comunistas y desde el principio hasta el fin estuvo dirigido por comunistas. En ningún momento se propuso, al menos en sus sectores ampliamente mayoritarios tanto en la dirección como en la base, retornar al capitalismo y a la propiedad privada de los medios de producción, un pasado que en Checoslovaquia y en todas las sociedades postcapitalistas está muerto y enterrado por una nueva conciencia social colectiva. Tampoco fue un movimiento revolucionario sino un movimiento reformista, en el mejor sentido de la palabra: quería introducir reformas socialistas y establecer normas de democracia obrera en los terrenos de la planificación, la distribución, la discusión de los problemas del país y la organización del Estado y de la sociedad.

Precisamente por eso, su desenvolvimiento entrañaba una amenaza mortal no sólo para la capa burocrática checoslovaca, sino para todas las burocracias privilegiadas que dirigen el Estado, el plan, la economía, la vida política y social y las fuerzas de represión en las sociedades postcapitalistas (pese a las notables y aun profundas diferencias entre unas y otras). Pocos meses bastaron a la burocracia soviética, la más antigua, sólida y experimentada, para comprender el peligro y convencer a las fuerzas del Pacto de Varsovia sobre el interés común de todas ellas en intervenir militarmente para cortar de raíz el proceso checoslovaco. Con esas fuerzas se alineó una parte de los dirigentes checoslovacos, mientras la tendencia que encabezaba las reformas quedó paralizada por su formación política anterior, que la hacía incapaz de resistir a la Unión Soviética y de llamar a los comunistas, a la clase obrera y al pueblo checoslovaco a convertir las reformas en una revolución antiburocrática y a oponerse al compromiso y al cedimiento.

Breznev creyó, sin embargo, y así lo dijo, que con sus tanques el orden no tardaría en reinar en Praga y en el movimiento comunista y que la invasión de agosto de 1968 sería olvidada de allí a poco. Más de diez años después, nadie puede dejar de ver que la contrarrevolución burocrática, impuesta desde afuera a los comunistas y al pueblo checoslovacos, inauguró una crisis interior del movimiento de los Partidos Comunistas que, lejos de cerrarse, continúa acumulando elementos de oposición y de resistencia a esos métodos de imposición y de comando.

En este sentido, la laceración abierta fue tan profunda como la que causó la contrarrevolución burocrática cuando aplastó, con los tanques soviéticos, la Comuna húngara de Budapest en octubre-noviembre de 1956. Pero al contrario de lo ocurrido entonces, esta vez no ha provocado sobre todo desprendimiento de tendencias, sino que es una crisis volcada antes que nada al interior de los partidos comunistas, el inicio de un cuestionamiento permanente y paulatinamente más coherente de los métodos, los motivos y el programa de la dominación y la dictadura de la burocracia en los partidos y en los Estados obreros.

El segundo gran movimiento antiburocrático fue la huelga de los obreros de Stettin y Danzig, a fines de 1970, que determinó la caída del gobierno de Gomulka en Polonia y arrancó, pese a la represión que sufrieron después sus dirigentes y cuadros, diversas concesiones al poder burocrático, imponiéndole además la conciencia de límites que no puede pasar en el país sin tener que enfrentarse con una reacción de masas.

CHINA-VIETNAM-KAMPUCHEA

Pero, en general, las formas políticas de la dominación burocrática conocieron durante la década un período de relativo asentamiento, en el cual pesaron tanto la derrota de los reformistas checoslovacos por la invasión soviética como la declinación final y el cierre de la revolución cultural en China a fines de los sesenta, seguida por la muerte de Mao y la lucha entre sus sucesores que terminó con la eliminación de la llamada “banda de los cuatro”. El maoísmo original, es decir, el maoísmo de Mao, fue prácticamente desmantelado, y los setenta se concluyen con el auge del viraje a la derecha encabezado por Deng Xiaoping bajo el nombre genérico de “las cuatro modernizaciones”.

En esta década llegaron también a un punto de ruptura algunas de las contradicciones más agudas de los regímenes burocráticos. El imperialismo estadunidense, e incluso los imperialismos europeos, pudieron sacar amplio provecho del conflicto chino-soviético, obtener concesiones de ambas partes y enviar incluso al presidente Nixon a Pekín mientras las bombas norteamericanas llovían sobre Vietnam.

Pero los dos momentos más terribles para el movimiento revolucionario mundial y para los comunistas de todas las tendencias fueron, sin duda, el ascenso de Pol Pot (ese hijo directo de Stalin), y de su camarilla de burócratas criminales: durante cuatro años en el poder quintearon (la expresión es suave) al pueblo de Kampuchea y asesinaron o provocaron la muerte de millones; y el estallido de la guerra entre China y Vietnam en febrero de 1979, donde la clase obrera mundial contempló atónita y desconcertada, en las imágenes de la televisión, cómo los obreros y campesinos comunistas de un país eran enviados a matar a los obreros y campesinos comunistas de otro país por dirigentes que decían obrar en nombre de los ideales del marxismo y del internacionalismo proletario.

Este crimen inaudito no sólo contra el pueblo vietnamita (y el chino) sino también contra la conciencia comunista, desciende directamente de los crímenes de Stalin, de los asesinatos en masa en la Unión Soviética de los años 30, de los procesos de Moscú, del aplastamiento de la revolución húngara en 1956 por los tanques soviéticos de Jruschov, del aplastamiento del movimiento reformista checoslovaco de 1968 por los tanques soviéticos de Breznev, de todas las manifestaciones del poder y la prepotencia burocráticas en que las discusiones y diferencias entre tendencias comunistas son resueltas por el empleo de la violencia estatal contra un hombre, una tendencia o un pueblo entero. Quienes dicen que ya no vale la pena perder el tiempo discutiendo a Stalin y analizando las razones de sus crímenes, se parecen a quienes sostienen que ya no tiene importancia leer El capital porque el capitalismo ha cambiado de fundamentos y de métodos: esos ingenuos reales o fingidos harían bien en mirarse en el espejo sangriento de Pol Pot y en la tragedia del pueblo camboyano.

DISIDENCIA Y EUROCOMUNISMO

Corrientes subterráneas de aposición o de protesta, sin embargo, atraviesan la estructura social de los Estados obreros donde mayores son la tradición y el peso específico del proletariado. De ellas se alimenta la vivacidad de la oposición checoslovaca, algunos de cuyos representantes – Vaclav Havel, Peter Uhl y otros- acaban de ser nuevamente condenados a años de prisión por pensar en forma diferente del gobierno. De ellas viene también el pensamiento que se expresa en la obra de Rudolf Bahro, quien reconoce que su extraordinario libro La alternativa la crítica más lúcida del sistema burocrático desde La revolución traicionada de Trotsky, publicado cuarenta años antes, aparecido en 1978, tuvo su origen en la conmoción que provocó en su conciencia y en la de muchos de sus compañeros comunistas la noticia de la invasión soviética a Checoslovaquia. Es lícito suponer que esta obra teórica que eclosiona sobre el fin de los setentas influirá notablemente sobre la elaboración y el pensamiento marxistas en la década de los ochenta.

Los setentas vieron, finalmente, el nacimiento del “eurocomunismo”, ese no muy bien definido movimiento de ideas que combina una revitalización del reformismo clásico y una adaptación de los partidos comunistas a sus Estados nacionales (no muy diferentes, en esto, del stalinismo de los Frentes Populares en los últimos años 30), con una resistencia a la imposición de las normas y las orientaciones de la burocracia del Kremlin sobre los partidos comunistas de otros países. Es sobre todo a través de este segundo aspecto (pero no sólo de él), es decir, del distanciamiento con respecto a la burocracia soviética y el aumento del espíritu crítico hacia sus métodos y su política interior, como el “eurocomunismo” ha obtenido apoyo en sectores de la clase obrera comunista de Europa occidental, a quienes es ya imposible ofrecer el llamado “modelo soviético” como una imagen verídica de los ideales del comunismo.

Si tuviéramos que hacer el balance de la década en el terreno de las relaciones entre las burocracias dirigentes y las masas en los Estados postcapitalistas, deberíamos decir que al asentamiento relativo del poder material de las cumbres burocráticas correspondió en cambio una declinación segura de su hegemonía sobre la conciencia de las masas y de su consenso en las filas de los militantes comunistas. En unas y otros, los setentas han sido años de crecimiento intenso del espíritu crítico y de caída y quiebra de los dogmas del poder. Algunos denominan a este fenómeno “crisis del marxismo”, cuando sería mucho más preciso llamarlo declinación del “dogma del marxismo” y resurgimiento del “marxismo de la crisis”, de aquella escuela del pensamiento, la de Marx y Engels, cuya tarea fue siempre preparar el porvenir en la crítica revolucionaria de todo lo existente.

IV. EL DESORDEN Y LA LOGICA

En ese eje en torno al cual gira el movimiento de la historia: la lucha de clases, entramos a los ochenta bajo un signo determinante: el aumento global del peso numérico de la clase obrera en el mundo; del número y peso social de sus aliados; los trabajadores asalariados de todas las categorías; y de la conciencia de esa clase con respecto a sí misma y a sus intereses históricos, sea en relación con el capitalismo, sea respecto de sus propias burocracias dirigentes.

Crecimiento de la conciencia no significa, sin embargo, conciencia nítida, sino sólo menos enajenada que en el pasado. Si el dogma stalinista ha declinado, no podría asegurarse lo mismo de las ilusiones reformistas en amplios sectores de trabajadores, sobre todo en los países avanzados. Pero poca duda cabe, en cambio, de que frente a las convulsiones y transformaciones de la última década no pueden persistir intactas muchas creencias, antes sólidamente arraigadas, en la estabilidad y la inmutabilidad de los poderes y la solidez de la dominación de clase o de casta. Esto revoluciona el espíritu de los seres humanos y los predispone a aceptar y a incorporarse a la revolución de sus relaciones sociales. Esta ha sido, por encima de todo, la década de la victoria de Vietnam.

En medio de la crisis, la burguesía de los países centrales del capitalismo mundial ha tratado de cerrar filas frente al proletariado y los Estados de transición al socialismo. Los ochenta se inician en plena ofensiva burguesa en Europa, Estados Unidos y Japón contra las conquistas obreras de la década anterior. La clase obrera resiste sin haber cedido ninguna de sus posiciones esenciales, sindicales, políticas o sociales. Todo indica, sin embargo, que será en el curso de los ochenta cuando esa prueba de fuerza llegará a su fase culminante. De su resultado dependerá en gran medida el curso sucesivo de la historia.

No es sólo el equilibrio de armamento nuclear y convencional y el riesgo cierto de perecer en la empresa junto con su enemigo lo que disuade al imperialismo de lanzarse en una aventura bélica mundial para resolver su contradicción histórica con los Estados obreros. Es también que dicha aventura es socialmente impensable mientras no haya logrado doblegar y quebrar a la clase obrera occidental, en tanto no haya podido infligirle una derrota decisiva como fueron el fascismo y el nazismo.

Y si el proletariado occidental ha sido un escudo que protegió durante los años setenta el curso de la revolución antimperialista en Vietnam, en Africa, en Irán o en Nicaragua, es cierto también que los golpes que este proceso da al imperialismo contribuyen a su vez a resguardar y defender las posiciones conquistadas por la clase obrera en los países capitalistas avanzados.

Por otro lado, el enfrentamiento político-militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética impide a Estados Unidos tener las manos libres para intervenir militarmente en otros países como podía hacerlo en el pasado. Pero ese enfrentamiento ejerce al mismo tiempo una función relativamente conservadora sobre los obreros y las masas soviéticas en su oposición a la dominación burocrática, ya que los incita a obrar con cautela en sus protestas y permite a sus dirigentes estimular la ideología nacionalista que mancomuna a dominadores y dominados frente a la amenaza real o ilusoria de un poder extranjero, mucho más si ese poder es nada menos que el del imperialismo de Estados Unidos.

Por debajo de los equilibrios y los desequilibrios con que se cierra la década y de la inmensa acumulación de armamentos y de poder en que parece polarizarse el porvenir del mundo, creemos distinguir un aumento seguro y constante del peso de lo social en la determinación del curso y la salida de los conflictos; dentro de lo social, del peso de los asalariados que crecen sin cesar en todas partes; y dentro de ellos, de la función de la clase obrera industrial, ubicada en el núcleo central de las fuerzas económicas que mueven el planeta, en el laboratorio de la producción, en las grandes y modernas fábricas de la época de la electrónica y la energía nuclear. Esa función se ejerce empírica y objetivamente, sin contar con una representación política adecuada, pero se ejerce también en un mundo cruzado por la crisis de todas las clases dominantes y atravesado por movimientos multitudinarios, incontrolables e imprevisibles, de rebelión contra todos los viejos poderes. Ella no puede aspirar a poner orden en esa rebelión, porque la rebelión es el desorden. Pero puede aspirar a darle su propia lógica, a unificar la lucha contra la dominación imperial en una lucha contra el capital, a convertir a ésta en una lucha por el socialismo y a concebir y organizar la transición al socialismo como el autogobierno democrático e igualitario de los trabajadores de la ciudad y del campo a través de sus órganos de poder libremente elegidos en la confrontación irrestricta de todas las tendencias y de todas las ideas.

Sería completamente ilusorio esperar que nadie, clase social o Estado contemporáneo, pueda imponer su lógica histórica en los próximos diez años sobre el nudo de conflictos entrecruzados con que entran en el pasado los setentas. Es posible, no obstante, vislumbrar cuál razón objetiva se abre paso en medio del desorden universal en que se está destruyendo, por la lucha de clases, la lógica del capital. Ella es, si Vietnam es realmente el signo de la década, la lógica secular del socialismo.

“Reina un gran desorden en los cielos y en la tierra: la situación es excelente”, decía Mao en uno de sus momentos inspirados. Tal vez dentro de diez años alguien diga que el desorden revolucionario con que Irán y Nicaragua pusieron su sello de fuego sobre el año que concluye, no fue el cierre de una década sino la apertura de otra. Y que los ochenta comenzaron, en realidad, en los acontecimientos augurales de Managua, San Pablo y Teherán en el curso de este año de 1979.

Algunos recuerdos sobre el compañero Roque Dalton

Resulta una labor bastante compleja elaborar recuerdos sobre nuestro inolvidable compañero Roque Dalton García, dado lo multifacético de sus actividades y de sus cualidades y la forma propia, rica, expansiva, en que el compañero Roque Dalton sabía exponer al mundo las ideas progresistas y revolucionarias que había en su cerebro, y que fueron el motor de su práctica revolucionaria.

Corrían los primeros años posteriores al triunfo de la Revolución Cubana. Las juventudes progresistas se habían radicalizado bajo el influjo de aquella tormenta revolucionaria que recorría toda Latinoamérica, inspirada en la gloriosa gesta del pueblo cubano; al mismo tiempo, en El Salvador, dentro de las condiciones creadas por una tiranía militar que ya llevaba más de 30 años, bullía la juventud en deseos de participar, con nuevas formas de lucha, en la liberación, junto con los demás sectores del pueblo. En ese hervor revolucionario, conocí a Roque.

En esos días, Roque Dalton y otros jóvenes entregados a la causa de su pueblo, estaban organizando una organización que se llamó “Juventud 5 de Noviembre”, que era podríamos decir la pionera de las organizaciones juveniles que posteriormente fueron desarrollándose en los siguientes años. Eran los primeros meses de la administración del gobierno cívico-militar encabezado por Julio Adalberto Rivera, que había derrocado mediante un golpe de estado a la Junta Democrática que tuvo presencia en el país nada más durante unos tres meses: de octubre de 1960 a enero de 1961.

Roque trabaja asiduamente desde posiciones clandestinas, tratando de organizar a los jóvenes en la lucha contra la tiranía. Su juventud, su vivacidad, su alegría, contagiaban. Naturalmente que en esos tiempos todavía no existía una práctica colectiva muy depurada; así y todo la organización tuvo expresiones bastante influyentes entre la juventud estudiantil, principalmente en acciones de calle, con publicaciones, con agitación, pero dentro de aquella característica juvenil, un poco liberal, con ideas de convertirse en una organización abierta de masas y a veces, con pocas medidas de precaución, dado el ambiente en que se movía, lo que daba bastante flanco para que el enemigo pudiera golpear.

Sin embargo, ese espíritu de cierto liberalismo juvenil, propio de aquella tanda juvenil, en la que había varios poetas, escritores, que le daban cierto sabor al trabajo organizativo, no impedía que ese esfuerzo significara, por un lado, un riesgo consciente, un compromiso consciente, de Roque y de otros compañeros, hacia los intereses fundamentales de su pueblo; un riesgo de sus vidas y de su seguridad en la lucha por organizar a la juventud. Significaba al mismo tiempo internarse cada vez más en la problemática política, en la lucha política cada vez más a fondo contra la tiranía militar, y por la liberación definitiva del pueblo salvadoreño.

La organización no duró mucho tiempo y fue sustituida después por otras organizaciones juveniles; pero el sello de audacia, de entrega, de apasionamiento en la lucha por la libertades públicas, por los presos políticos, por los derechos de la juventud salvadoreña, quedaron impresos en esos primeros años; y significaron la continuación hacia los escalones superiores de la incorporación de las grandes masas de la juventud avanzada a la posterior integralidad de la lucha político-militar.

El recuerdo que dejaba Roque en cada persona que lo conocía, en sus mismos compañeros de trabajo revolucionario, era realmente inolvidable, porque su personalidad pegaba –por decirlo de alguna manera-, influía, impactaba en su ambiente. Alrededor de él había mucha risa, mucho chiste, mucho entusiasmo juvenil, dentro de un intenso trabajo, de un dinámico trabajo democrático y revolucionario. Es decir, que Roque se venía a convertir en centro y dinamo del medio que le correspondía motivar y no lo hacía con los métodos del que viene de otro medio, sino con la propia naturalidad del medio juvenil, estudiantil; que a su vez generaba mayor y mejor ambiente para el trabajo en las condiciones tan difíciles, cuando a cada paso que daba era celosamente vigilado por la policía y cuando cada cuadra que caminaba estaba erizada de peligros de ser capturado, de ser torturado y de ser asesinado por el régimen opresivo.

En esas condiciones, hacer el trabajo con aquella alegría resultaba un ejemplo, resultaba prodigioso, ya que los revolucionarios, sobre todo entre la clase obrera, hacíamos ese trabajo riesgoso también, luchando por el ascenso combativo de los trabajadores, pero con un sello distinto, propiamente con mucha circunspección, con optimismo y entusiasmo también, con alegría, dentro de nuestros colectivos, pero con mucha gravedad –incluso en el rostro- cuando nos manejábamos frente a los peligros.

Roque era distinto. Saltaba de un peligro a otro como se salta una charca, de una piedra a otra pero con naturalidad, como si no sintiera que había peligro, y ahí era precisamente donde nosotros sentíamos cierta opresión en el trabajo. Yo personalmente recuerdo haberlo aconsejado varias veces, que era necesario seguir las normas de clandestinidad más seriamente, mostrar incluso mayor reflexión en la planificación del trabajo para poder burlar mejor al enemigo. El compañero Roque, autocríticamente, reconocía que algunas normas de clandestinidad no las seguía todo lo estrictamente que se debía; sin embargó, el fluir natural de su trabajo lo conducía siempre a saltear y sortear esos peligrosos con su propia modalidad.

Durante varios años Roque fue en la Universidad, digamos, el alma de la lucha combativa de los estudiantes, pero con un sello especial: era reconocido por la elaboración de las publicaciones picantes en contra del régimen, buscaba las formas de ridiculizar a fondo, de desenmascararlo, desacreditarlo, denunciar sus crímenes y sus intenciones políticas, su entrega desvergonzada al imperialismo norteamericano. Y lo hacía en escritos serios y profundos, pero al mismo tiempo, para él era una cosa natural criticarlo con la sátira, con la frase mordaz, con la frase hiriente, con la burla. Jamás a Roque el régimen títere le perdonó el ridículo en que lo ponía ante el pueblo.

Todo el pueblo esperaba el periódico “La Jodarria”, del que Roque, durante varios años fue el natural director. En “La Jodarria” se exhibía toda la podredumbre y la maldad del régimen, en un lenguaje saturado –podríamos- del desahogo popular, pero del desahogo más ‘mal educado’, con las palabras más picantes, más duras que tiene el vocabulario salvadoreño, el vocabulario guanaco.

Con esa sátira hiriente que hacía desternillarse de risa a los millones de gente humilde de mi pueblo, cuando ella ridiculizaba a los endiosados y poderosos, a los sanguinarios gobernantes como Osorio, como Lemus, como Adalberto Rivera y los siguientes, “La Jodarria” y el Desfile Bufo eran, precisamente, donde se mostraba toda la agudeza poética pero mordaz, de Roque.

Después de Roque, este estilo original, lacerante para los explotadores, hiriente pero con gracia, como un fino estilete que no caía en lo chocarrero, no volvió a aparecer “La Jodarria” con esa genialidad. Pero esto era coyuntural. El trabajo de Roque era más serio. En 1964 fue capturado, después se fugó de una cárcel de Cojutepeque, un calabozo inmundo en donde a mí me tocó estar algunos años antes. Roque logró fugarse de ese antro y después tuvo que salir fuera del país por medidas de precaución.

Durante esos años de permanencia del compañero en el país, ya había yo conocido a su compañera y a los niños. Recuerdo que éstos jugueteaban casi siempre cuando teníamos alguna reunión y no nos dejaban quietos durante un rato, mientras los tolerábamos dentro del local de reuniones. Todos decíamos que se parecían tanto a Roque que eran como retratos chiquitos de él; muchachos traviesos, juguetones y ya entonces los veíamos nosotros como otros Roques con su carácter vivaz, despidiendo alegría por todos los poros.

Roque hacía trabajos muy célebres en el terreno político y sabía hacer ese trabajo con la sonrisa en los labios, con el entusiasmo y el fuego, dentro de la juventud. Tenía fama de que cuando se le criticaba en las reuniones del partido, por su poco apego a las normas de clandestinidad, era muy profundo en la autocrítica, muy fácil para autocriticarse, pero muy difícil de cambiar en cuanto a esas cosas. Fue esta –repito- una de sus características durante ese tiempo dentro de la clandestinidad; porque su espíritu, su estilo, era tan expansivo que se sentía aprisionado en normas y reglas que encogían y limitaban su personalidad.

Hay que tomar en cuenta su desbordante producción literaria en todos esos años. A saber cómo tendría tiempo para elaborar, también con la misma forma natural y fluida, tánta producción. Como poeta, en esos años, se destacaba por la cualidad de que hacía versos como quien respira el aire, con la forma natural de su propia vitalidad: hacía versos como quien platica, y fluía a torrentes en la mente, la vena literaria. En ese sentido, Roque no era un poeta forzado ni mucho menos Roque era la poesía. No es que sintiera la poesía en su pecho, sino que él mismo era poesía. Tomaba el lápiz y el poema le salía como quien se toma un vaso de agua. Se sentaba un rato y ya estaba otro poema y así, su vida era entre poemas, sin que por eso su trabajo fuera menos dinámico, sin que por eso disminuyera su entusiasmo revolucionario. Por eso es tan natural la poesía de Roque, aunque en los primeros años en que yo lo conocí, su poesía era un poco difícil de entender para los obreros. Sin embargo, su estilo fluido, su sátira, su mordacidad, su belleza de expresión, su espontaneidad, prendían y cada vez prendieron más en las masas del pueblo.

Después dejé de ver a Roque varios años, hasta encontrarlo en Checoslovaquia, cuando estaba como representante del Partido Comunista en la revista Internacional. En Praga tuvimos largas conversaciones; fue en el año 1965 y se notaba que su pensamiento se iba ampliando, sus inquietudes iban creciendo en torno a una nueva problemática, se iban concentrando en lo que a él le parecía una limitación, y era que ya sentía las trabas en las líneas del partido comunista, ya que a esas alturas, comenzaba a confrontar experiencias, porque estaba en un medio en el cual le era muy fácil percibir los aires de todas las revoluciones de liberación nacional que se estaban dando en el orbe, de todos los fenómenos, de las debilidades de los movimientos, de la pasividad de muchos movimientos latinoamericanos, de las profundas debilidades en algunos países socialistas en cuanto a las deformaciones de los métodos de dirección, que daban como resultado deformaciones también en la construcción del socialismo y que daban como resultado fenómenos no deseables como los de la misma Checoslovaquia, o como los de Hungría. Podía percibir también la polémica internacional promovida por el extremismo izquierdista –el grupo de Mao Tse Tung-, las tempestades en Europa. Al ver a América Latina, se sentía insatisfecho de determinado tipo de línea no integral que impulsaban algunos partidos comunistas de Sudamérica y Centroamérica, porque daba la sensación de “vejez” de la línea, de cierto dogmatismo, de cierto entrabamiento, que ya comenzaba él a sentir que era necesario superar, romper, para poder dar a las masas causes que hicieran posible generar su propia actitud creadora hacia su liberación, dirigidos por una vanguardia marxista-leninista que tuviera una orientación integral en cuanto a la combinación de los medios de lucha.

Al hablar con él, yo sentía su sufrimiento interno en ese sentido, aún cuando todavía no encontraba fórmulas exactas de expresarlo; pero él franco conmigo –hay que tomar en cuenta que yo ya tenía algunos años de ser secretario general del PCS- y entonces él, con toda franqueza me expresaba esa misma inquietud, que a mí también, desde hacía varios años, me hacía tener una lucha ideológica interna, por hacer que nuestra línea saliera de los moldes dogmáticos y se convirtiera en una línea creadora. Sin embargo, como guardando el respeto hacia las responsabilidades que me incumbían, me mostraba sus trabajos, sus esbozos políticos, pero con mucho respeto, pensando él que tal vez podría no ser de mi agrado su audacia, su visión en ese sentido.

Roque ya en esos años de 1965-1967 tenía casi la certeza de que era posible y necesario implementar medios de lucha armada, junto a los otros medios de lucha que tiene la clase obrera y el pueblo. Sin embargo, ciñéndose a cierta disciplina, continuaba ocultando, hasta cierto punto, la ebullición de sus ideas sobre la línea político-militar, hacia una concepción integral.

Eso fue evidente cuando en el año 69 conversamos en La Habana. Ya él prácticamente se había divorciado de la línea del partido, para romper con un esquema que él consideraba unilateral de lucha, y se estaba preparando mental y físicamente para jornadas de lucha revolucionaria más integrales en nuestro país. Ya entonces sí había dado un salto en su práctica y en su pensamiento. Bullían sus ideas por los caminos –a veces- de la fantasía revolucionaria de Debray, pero al mismo tiempo trataba de ser crítico de algunas ideas que le parecían demasiado exageradas, desviadas –podríamos decir- de Debray, sobre el foco guerrillero.

Esa escuela de experiencias revolucionarias, no bien digeridas pero expuestas con brillantez por Debray y por muchos otros, sentí que le atraía enormemente. Encontré un Roque no ya tan pensativo, tan angustiado en la búsqueda de caminos, como lo había visto en Checoslovaquia, donde su eterna sonrisa casi se había opacado frente a esos problemas. Se podía decir –si eso fuera posible- que lo veía rejuvenecido. Nuevamente había encontrado el camino, ahora sí él creía que la lucha armada era la forma que, combinada con las demás formas de lucha, iba a impulsar la revolución en nuestro país.

En esa época cuando él conversaba conmigo sobre esto, estaba conversando también con otra persona: yo ya estaba convencido, y en el trajín de la lucha armada había ido encontrando mayor afinación teórica que antes, en cuanto a la combinación de los medios de lucha. Había pasado ya meses de intensos fuegos de la lucha de masas, de las huelgas obreras, de la huelga de hambre de 1967, de las huelgas de ANDES, de la autodefensa de las masas por defender sus huelgas y sus manifestaciones. Entonces yo estaba claro también para muchos salvadoreños que no había más salida para nuestro pueblo que la combinación justa de los medios de lucha, tomando la lucha armada como la fundamental para hacer avanzar el proceso revolucionario de la guerra popular prolongada hasta las etapas superiores de la guerra popular.

Roque a esas alturas era también un convencido de eso, y hablábamos en un lenguaje parecido, aunque no el mismo, ya que también a esas alturas en mi caso, estaba claro que las tesis de Debray, que habían comenzado a sufrir reveses serios en distintas partes de Latinoamérica, eran una no correcta exposición de las experiencias de la revolución en Latinoamérica.

Después de esas últimas entrevistas con el compañero, comprendía que Roque estaba ya plenamente hermanado con la necesidad de la lucha armada revolucionaria de nuestro país, e incluso estaba dispuesto a iniciarla –en caso de que no se llevara a cabo en el país- dando su esfuerzo y su sangre para la revolución en Guatemala.

Después de eso, quedaba claro para mí la imagen de un Roque nuevo: un Roque superado en cuanto a sus puntos de vista, en el sentido en que, a través de varios años de búsqueda, había logrado encontrar, por fin, las proporciones y el camino justo de la liberación de nuestros pueblos.

Tuve, en los primeros años de la formación de las FPL, aproximadamente en el año 1972, la noticia de que él deseaba regresar a El Salvador clandestinamente para ingresar al movimiento revolucionario político-militar. Sin embargo, no fue por el lado de nuestra organización por donde se canalizaron más ágilmente esas inquietudes.

A principios de 1975 tuve el conocimiento y la oportunidad de volver a darle un fraternal abrazo, en una reunión bilateral que tuvimos los dirigentes de las FPL con los dirigentes del ERP. Nos presentaron a Roque para que expusiera la parte política del informe que el ERP nos exponía en ese intercambio. Roque era, podríamos decir, como un cuadro de apoyo de la dirección del ERP para los aspectos políticos.

Recuerdo que, con muy poca prudencia de su parte, cuando me vio, en su gran sorpresa, cuando se lanzó a mis brazos en un abrazo fraternal, me dijo frente a los compañeros de su dirección: “¡Qué lástima, compañero, que no pude encontrar los canales ágiles para estar con usted, porque yo quería estar a la par suya, en las FPL!” Así era Roque. Yo consideraba aquello como poco reflexivo, porque, desde luego, lo estaban presentando como miembro de otra organización. Sin embargo, él era tan franco, tan expansivo, que no pudo dejar de exhalar esa frase.

Pocos meses después, cuando se precipitaron los acontecimientos dentro de esa organización, el compañero Roque murió en condiciones que todo el mundo ha sentido profundamente.

Para mí, el recuerdo del compañero Roque ha quedado como el de un revolucionario que nació a la vida revolucionaria en sus tiernos años, dentro de sus inquietudes de un intelectual que se iba forjando junto a su pueblo, de un hijo de su pueblo, cristalino, natural, que dio mucho a su pueblo y a las letras y que estaba en el camino de la lucha, sinceramente entregado a hacer avanzar la lucha revolucionaria político militar donde él consideraba que era conveniente.

Lo recuerdo, digo, como ese revolucionario que se va forjando hasta convertirse en un revolucionario maduro. Su recuerdo, su trabajo, su optimismo, sus gestos, su espíritu fraternal, son algo que no se pueden borrar en toda la vida.

La izquierda y la antiglobalización (Noviembre, 2001)

A la hora de formarnos una opinión sobre un fenómeno nuevo tendemos a interpretarlo en función de otro anterior que nos dejó un vivo recuerdo. Por ello es muy grande la tentación de pensar que el movimiento antiglobalización va a producir en la cultura de izquierda una ruptura similar a la que supuso la generación de 1968. El primer motivo para suponerlo es que ahora existe una distancia tan grande como la de entonces entre el discurso dominante y la realidad social que perciben los jóvenes. Alguien que tenga entre 18 y 22 años tiene grandes posibilidades de llevar oyendo toda su vida que el mercado y la globalización van a traer la modernización y la prosperidad a todas las sociedades, o cuando más, en la versión de la izquierda, que si bien la globalización abre tremendos retos y problemas, también ofrece grandes oportunidades. Pero desde 1995 estas oportunidades se han ido revelando cada vez más como inciertas o efímeras, y tras la crisis de la economía norteamericana y sus graves consecuencias globales ese discurso puede sonar muy falso.

La izquierda, incluso para cambiar el curso actual de la globalización, necesita ser creíble como alternativa o como realidad de gobierno, y eso es incompatible con una oposición frontal a las actuales reglas de juego de la economía mundial. Además, dentro de quienes se oponen al sistema se encuentran a su aire grupos violentos que se han enfrentado con la izquierda —y en España han asesinado a algunos de sus militantes y dirigentes—. y corrientes de pensamiento reaccionarias, aunque en algunos casos con un discurso radical, que para la izquierda representan el pasado y no un futuro de progreso.

El desencuentro, según este razonamiento, es inevitable. Sin embargo, si la evolución de la economía mundial no ofrece señales de mejora, cabe sospechar que la fuerza del movimiento antiglobalización sea cada vez mayor, y que se convierta en punto de referencia para todos los descontentos sobre el actual estado de cosas. La violencia de los choques en Gotemburgo y la muerte del manifestante de Génova significan que los medios van a dar seguimiento sin falta a futuras movilizaciones, y por tanto el peso simbólico del movimiento va a ser cada vez mayor.

De los actuales gobiernos de izquierda sólo el francés ha intentado de momento asumir parte de la racionalidad de la protesta, con la propuesta de Jospin de introducir el impuesto Tobin sobre los movimientos de capital. La lamentable respuesta inicial de Blair a los hechos de Génova —en la línea de la tolerancia cero—, en cambio, no sólo revela que hablaba sin estar informado sobre la escandalosa brutalidad policial, sino un reflejo de ley y orden que puede afectar a otros gobernantes socialdemócratas, incapaces de aceptar no sólo la violencia sino lo que ven como una descalificación irracional de sus muy sensatas propuestas para reformar la situación actual.

Esta incomunicación se apoya en una diferente percepción de la realidad. Los manifestantes contra la globalización parten de que las actuales reglas de juego son intolerables, mientras que la izquierda, aceptando que no le son favorables, considera que es imposible cambiarlas de forma radical e inmediata. La izquierda actual tiene mucha más información y es mucho más realista que los jóvenes manifestantes, por no mencionar a algunos de sus compañeros de viaje más añosos. Pero, paradójicamente, eso no significa que la izquierda tenga toda la razón. Si la situación económica se sigue deteriorando, y el malestar social sigue creciendo, podría suceder que la propia fuerza de las protestas abriera posibilidades de reforma que hoy no se vislumbran.

Dentro del movimiento hay quienes, en un exceso de ambición, quieren acabar con el orden existente, y quienes, más modestamente, querrían otra globalización. Los primeros cuentan con mayor energía e impacto en los medios, pero eso no significa necesariamente que vayan a imponer sus improbables objetivos. En cambio, es posible que su capacidad para impactar en la opinión pública favorezca a las propuestas reformistas. Por ello no sería raro que dentro de un par de décadas el movimiento fuera recordado por haber introducido una fuerte ruptura en la cultura de la izquierda, y también por ser el punto de arranque de una nueva generación de socialdemócratas.

Se habla mucho ahora de la confusión e incoherencia de! movimiento contra la globalización, y casi nadie recuerda la ausencia de objetivos globales y el enorme componente de revuelta espontánea contra un orden ajeno que caracterizaron a los movimientos de los años sesenta, de Berkeley a México, DF, pasando por París. Aquella generación que buscaba la playa debajo del pavimento descubrió después que bajo las calles están los drenajes, los conductos del gas y el agua, los cables de la electricidad y el teléfono. Y aprendió a gestionarlos y a mejorarlos, al menos en algunos lugares.

Tesis de discusión sobre el Partido de la Revolución

Tesis de discusión sobre el Partido de la Revolución

DE TRIBUNA POPULAR 8 MAYO, 2013

bandera_pcvCaracas, 8 may. 2013, Tribuna Popular TP.- A continuación reeditamos el documento emanado por el XIII Congreso del Partido Comunista de Venezuela en torno a la discusión realizada sobre el Partido de la Revolución a proposito del llamado realizado por el Presidente Chávez a conformar el Partido Unico. El congreso fue realizado el 3 y 4 de marzo del 2007.

TESIS DE DISCUSIÓN SOBRE EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN

I.- Una caracterización necesaria de la Revolución

El Partido Comunista de Venezuela (PCV), en su reciente 12 Congreso consideró que transitamos un proceso revolucionario de liberación nacional que debe culminar con éxito las tareas de recuperación plena de la soberanía e independencia nacional, avanzar en la conquista de la justicia e igualdad social; profundización de la democracia popular revolucionaria, de contenido participativo y protagónico, de transformación y liquidación del viejo Estado oligárquico burgués y que, para lograr cumplir las tareas históricas que maduran en la sociedad, tiene que avanzar necesariamente hacia la superación del injusto modo de producción capitalista, de explotación del hombre por el hombre, principal causa de todas las desigualdades y amenazas que afectan a la humanidad.

Esta definición nos permite identificar como el enemigo principal del proceso revolucionario, y por ende, de nuestro país, al imperialismo, particularmente al Estadounidense y en consecuencia, considerar las fuerzas motrices de la revolución, en su fase actual de transición, representadas por amplios sectores de la clase obrera, de los trabajadores y trabajadoras en general, del campesinado como fundamental aliado de estos, la pequeña burguesía, capas medias e intelectualidad progresista. Y la naturaleza de esta alianza que debemos construir y mantener como pueblo, movimiento popular y Estado revolucionarios, con el liderazgo indiscutible del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, para avanzar victoriosamente rumbo al socialismo.

Hemos señalado reiteradamente que la resolución definitiva de la contradicción principal de la Revolución Bolivariana y el imperialismo Estadounidense, demanda la más amplia unidad nacional, continental y mundial, de fuerzas populares y gobiernos progresistas, así como alianzas estratégicas y tácticas de alcance continental y mundial, que favorezcan la consolidación de una nueva correlación de fuerzas a favor de la lucha de los pueblos y del progreso social, consolidando la tendencia multipolar en desarrollo.

II.- La composición, carácter y contenido de la alianza antiimperialista

Esta fase del proceso revolucionario, demanda la más amplia unidad nacional antiimperialista, que objetivamente viene dada por la construcción de una multifacética alianza de clases y capas sociales, que va desde la burguesía no monopólica (la que no mantiene vínculos de subordinación al gran capital transnacional imperialista), la pequeña burguesía, las capas medias, la clase obrera y demás sectores de trabajadores/ trabajadoras, el campesinado y otras capas sociales explotadas.

Se trata de una alianza de clases y capas sociales, en torno a un programa mínimo de transformaciones democráticas y populares, comprometidas con el desarrollo socioeconómico (desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción) y la liquidación del dominio oligárquico e imperialista. Este bloque de fuerzas nacional-patriótico-revolucionario, coincide en el objetivo antiimperialista, pero a la vez, defiende intereses diferenciados y entre los factores de la alianza se desarrolla la lucha de clases por la dirección del proceso, con el fin de establecer contenidos, límites, ritmos y profundidad del mismo, según los particulares intereses de cada factor social allí representado. Es esta una alianza de clases que presenta a lo interno, contradicciones no antagónicas, que permiten su unidad táctica, y antagónicas que se definirán en el futuro.

En nuestras definiciones políticas, hemos afirmado que este bloque o alianza, por su propia naturaleza policlasista, demanda para el cumplimiento de las tareas de liberación nacional, una instancia de integración con independencia orgánica, en donde las contradicciones no impidan el cumplimiento de políticas coincidentes en lo estratégico. Esta estructura la definimos como un FRENTE AMPLIO NACIONAL PATRIOTICO, en torno a un programa, con normas estatutarias y de funcionamiento de obligatorio cumplimiento para el conjunto de sus componentes, una estructura orgánica y la dirección colectiva, liderada por el Presidente Hugo Chávez Frías.

El liderazgo del proceso es ejercido no solo por el Presidente Chávez que es consecuente antiimperialista, antioligárquico, impulsor de la democracia popular y revolucionaria, con visión y perspectiva socialista, sino por sectores de la pequeña burguesía y capas medias, militares y civiles, que mantienen una solapada y en veces abierta conducta anticomunista y oportunista, que impide y retraza el avance de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales, que han madurado en el transcurso del proceso.

Necesario es indicar que el proceso revolucionario bolivariano cuenta entre sus conquistas con una experiencia acumulada en décadas de luchas de diverso signo, que se han potenciado en estos años de gobierno del presidente Chávez, lo cual ha producido un importante salto cualitativo en la conciencia social, en el plano político y organizativo de considerables sectores populares.

III.- Acumular fuerzas populares revolucionarias por el Socialismo

En nuestro propósito de acumular fuerzas para avanzar hacia el socialismo, desarrollamos simultáneamente a la más amplia unidad nacional antiimperialista señalada; una política de articulación y unidad estratégica, entre el conjunto de los factores que integran el movimiento popular revolucionario, no solo a nivel nacional sino internacional.

Las fuerzas de clara postura marxista y marxista-leninista, estamos convencidas –tal como lo enseña la experiencia histórica de lucha de otros pueblos y la propia nuestra– que el proceso de tránsito al socialismo exacerba las contradicciones de clase, produciendo nuevas definiciones, deslindes, reagrupamientos y recomposición de alianzas, cuyo desenlace estará en correspondencia con la correlación de fuerzas que logremos construir.

De allí entonces, que ese curso y desenvolvimiento previsible de los acontecimientos de la lucha de clases, nos demande superar las inmensas debilidades presentes en uno de los sujetos fundamentales de la Revolución Socialista: la Clase Obrera y demás sectores de trabajadores/trabajadoras.

Ganar la conciencia de los diversos sectores de la clase obrera para el socialismo, elevar su nivel de organización, superar la división orgánica del movimiento obrero y sindical, y contribuir en la transformación de la clase en vanguardia de la revolución social, es la tarea más importante y urgente del Partido Comunista de Venezuela.

Solo por ese camino se podrá superar a favor de las fuerzas consecuentemente revolucionarias y en interés del pueblo trabajador, la contradicción fundamental existente en la sociedad capitalista, la que se expresa en la producción colectiva de los bienes materiales versus apropiación individual de la plusvalía, resultante de dicho proceso productivo e intelectual, creando así las condiciones materiales y espirituales, objetivas y subjetivas, para la construcción del socialismo.

Estamos, en consecuencia proponiendo la creación de los Consejos de Trabajadores, como expresión política unitaria de éstos, por encima de su condición gremial o sindical, a fin de que sus intereses se encuentren legítimamente representados y puedan actuar de manera revolucionaria en el control de los centros de trabajo, el diseño, ejecución y seguimiento de sus políticas y procesos laborales, de producción y distribución social de sus ganancias, y como expresión del poder popular que incluso trascienda el ámbito de los lugares de trabajo para que influya en los de vivienda y en los territorios de los consejos comunales para imprimirles a éstos el sello de la conducción proletaria y los cambios de conciencia necesarios para la construcción del socialismo.

IV.- Las amenazas de restauración

En esta fase de revolución bolivariana, la lucha por el poder político se ha inclinado a favor de las fuerzas patrióticas y revolucionarias. Esto quedó claramente demostrado en el referendo presidencial de agosto de 2004, con la victoria del ¡NO! y en las elecciones del 3 de diciembre pasado, que tuvieron como precedentes la lucha violenta por el control estatal, entre finales del 2001 (leyes habilitantes) y mediados del 2003, pasando por el golpe fascista de abril del 2002 y el sabotaje petrolero.

Las Misiones, la creciente inversión en educación, salud, vivienda, ciencia y tecnología, las grandes obras de infraestructura, la preocupación por el ser humano que la gente siente muy de cerca, la denuncia y superación de las deformaciones que amenazan el proceso (corrupción, burocratismo, ineficiencia e ineficacia en las instituciones del Estado, individualismo, nuevo riquismo y conformación de grupos económicos emergentes seudo revolucionarios, la mentira reiterada en cuanto al desarrollo de proyectos, el formalismo, el reformismo, la disputa interna por controlar los cargos públicos, etcétera), la apelación al pueblo para enfrentarlos, el impulso de la democracia participativa y protagónica en lo político y económico (Consejos Comunales, EPS, Cooperativas, mesas técnicas, núcleos de desarrollo endógenos, sistema micro financieros), por señalar algunas de las más relevantes realizaciones que forman parte de los diez objetivos estratégicos y, más recientemente, los cinco ejes esbozados para la campaña electoral: Ética Socialista, Modelo Productivo Socialista, Democracia Protagónica y Revolucionaria, Geopolítica Nacional y Potencia Energética Mundial, y los cinco motores constituyentes son objetivos de una inmensa trascendencia histórica y transformadora que demandan un nuevo nivel ideopolítico y organizativo en los movimientos sociales, en el Estado y en los Partidos políticos.

El liderazgo de Chávez tiene en la actualidad una proyección continental y mundial, que le impone también inmensas responsabilidades internacionales. El ser referente de pueblos y gobernantes, sirve a los intereses de la revolución bolivariana y a la consolidación de las tendencias progresistas a nivel mundial.

Superada la situación de dualidad de poderes, que subsistió hasta agosto del 2004; relanzada la economía, con tasas de crecimiento sostenido en los últimos tres años; una relativa mejoría en la calidad de vida de millones de compatriotas; con un prestigio continental y mundial y la legitimidad conferida por el pueblo al liderazgo de Chávez, afloran y se manifiestan, como es lógico, en sus más diversas formas la descomposición que se viene incubando y desarrollando en la institucionalidad contenida en el viejo Estado burgués y en el seno de una parte importante de las fuerzas políticas y sociales identificadas con el proceso revolucionario.

Es preciso destacar que en los actuales momentos se produce otro tipo de dualidad de poderes, en la estructura estatal, que responde a intereses y comandos grupales que se encuentran a espaldas de los intereses populares y se constituye en obstáculo para el despliegue de las potencialidades transformadoras de la revolución.

Esta estructura se expresa en forma de masivas y sistemáticas prácticas de burocratización y corruptelas, que en buena medida están asociadas a la existencia de un aparato estatal heredado de un sistema que se necesita sepultar y la presencia de sectores de partidos políticos y cuadros tecnócratas que ejercen el poder sin ningún tipo de compromiso revolucionario. De hecho, las debilidades institucionales que exhiben las transformaciones representan uno de los mayores problemas que debemos afrontar en la nueva fase del proceso político venezolano.

La contundencia de la victoria patriótica en las recientes elecciones (un poco más del 63% de los votos sufragados se emitieron a favor del Comandante Chávez) y las inmensas movilizaciones populares previamente organizadas, sirvieron de acciones disuasivas para impedir la activación del plan desestabilizador de la oposición oligárquico imperialista, a lo cual se suma su decisión táctico-estratégica de acumular fuerza social y política para futuros desenlaces en la confrontación de clases.

La oposición surge con un importante nivel de recomposición de sus fuerzas, que en la actualidad pasa por la definición de sus liderazgos internos, pero que no nos quepa duda vendrá a utilizar todos los resquicios constitucionales y legales para promover la presión social, incluso aprovechando los reclamos de lo que ellos denominan “chavismo popular”, para promover la desestabilización social, política y militar en procura de restaurar el régimen oligárquico burgués. Este objetivo estratégico de la contrarrevolución encuentra un marco de limitaciones objetivas y subjetivas en la misma medida que no logra superar un conjunto de debilidades políticas y orgánicas que le impiden, en la actualidad, poner en serio riesgo el proceso de cambios, entre las que se cuentan: la división, dispersión y confrontación interna, la falta de cohesión programática, el desgastado liderazgo que no logra alcanzar niveles de legitimidad social.

Forma parte de esta estrategia oposicionista la línea de acercamiento que propicia el imperialismo Estadounidense, no solo en forma directa sino a través de otros presidentes latinoamericanos (hasta ahora visualizamos principalmente a Uribe y Alan García) y europeos, con el objeto de lograr flexibilizaciones en la línea política central que orienta el proceso y facilitar la cooptación de cuadros de su propio seno.

V.- El Partido de la Revolución

Básicamente, se trata de que desde un Estado burgués como el que aun pervive en Venezuela, no se puede dirigir la revolución. Históricamente este Estado no es capaz de negarse a sí mismo, y además de su carácter y esencia, se encuentra en una situación de creciente descomposición. Éste, por tanto, es un Estado que aun no es revolucionario, por cuanto mantiene su naturaleza y valores burgueses.

Lo anterior demanda la existencia y acción de una vanguardia revolucionaria, que dirija organizada, colectiva y cohesionadamente el esfuerzo creador de las masas. Que propugne valores, principios y conductas dirigidas a superar la hegemonía cultural burguesa dominante. Que coadyuve en conjunción con el colectivo popular organizado en el ejercicio del control social y político del proceso entendido como totalidad.

Es en este contexto, en que además se ejercita predominantemente, en forma casi exclusiva, una dirección individual del proceso revolucionario desde instancias gubernamentales, en que el presidente Chávez presenta la propuesta del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Ciertamente, la revolución, en tanto hecho esencialmente político, demanda un órgano de dirección revolucionaria capaz no sólo de arrebatarle ese liderazgo al Estado burgués, sino de destruirlo y construir un Estado de4mocrático popular revolucionario.

Ese órgano político es necesariamente un Partido, integrado por cuadros revolucionarios y revolucionarias, que visualice, conceptualice y establezca determinaciones integrales, totalizadoras y de conjunto con respecto a la sociedad y no sectoriales como acontece con las visiones que, en general, aprecian desde una posición de grupo (un ministerio o instituto) las tareas que deben acometerse, a la vez que, lógicamente, justifican acríticamente su propia actuación.

El Partido que pueda asumir este rol debe ser capaz, como vanguardia política de la revolución, de generar un enfoque global del proceso sociopolítico, que le permita articular a las masas y facilitarles no solo el control del Estado sino el ejercicio del poder directo sobre y desde las esferas estatales.

VI.- La decisión del Comandante Chávez

Con fecha 15 de diciembre de 2006, en el acto de homenaje a las escuadras, pelotones y batallones del Comando Miranda, que se efectuó en el Teatro Teresa Carreño, el presidente Chávez lanzó el decreto constitutivo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En general, de dicha exposición se desprenden los siguientes planteamientos políticos:

Decreta, en su condición de Presidente del MVR, la disolución del Movimiento Quinta República, previa explicación de que cada momento histórico demanda un nuevo instrumento político.
El PSUV se constituye a partir de las escuadras, pelotones y batallones, por tanto no debe permitirse la disolución de ninguna de estas instancias. Se orienta a los y las comandantes de éstas a levantar el censo de militantes, simpatizantes y amigos y amigas, para conocer y organizar la base organizativa del Partido.
El PSUV será una organización política democrática. Sus dirigentes serán electos en forma directa por la militancia.
Su programa es el socialismo etno-indígena, cristiano y autóctono, al cual incorpora referencias marxistas.
Invitó a los demás Partidos a discutir su decisión y a participarle lo que decidan, afirmando que en base a su experiencia pasada una discusión sobre el tema es una pérdida de tiempo y él no tiene tiempo para perder en esas discusiones.
Afirmó que el Partido que no decida disolverse e incorporarse al PSUV queda en libertad de seguir su camino, pero que saldrá del gobierno. Quiero gobernar con un solo Partido, enfatizó.
Prometió que la nueva dirección del PSUV no estará conformada a dedo ni por los mismos viejos dirigentes de los Partidos y no aspira verse en una mesa sentado con las mismas caras, porque sería una burla.
Invitó a todos los sectores a incorporarse al PSUV: pueblos indígenas, trabajadores y trabajadoras, profesionales y técnicos, jóvenes, mujeres, empresarios nacionalistas, campesinos y campesinas.
Informó que hay un equipo que viene trabajando con él en esta tarea y se encargará de coordinar el proceso en forma directa con las escuadras, pelotones y batallones.

En intervenciones posteriores efectuadas durante la primera quincena del mes de enero de 2007, el presidente Chávez, a la vez que ha ratificado su decisión de conformar dicho Partido Socialista Unido de Venezuela o de la Revolución, ha entregado nuevas opiniones en cuanto a la necesidad de discutir democráticamente su planteamiento en el seno de todas las organizaciones del proceso, precisando que dicho objetivo requiere ser conversado, discutido y acordado.

En una primera aproximación al carácter y contenido de clase del PSUV, con la lectura que realizamos de las intervenciones del presidente Chávez, podríamos indicar que el mismo cuenta entre sus características con las siguientes:

Un gran Partido de masas, que intenta integrar orgánicamente a todos los movimientos sociales y agrupaciones políticas, a todos los ciudadanos y ciudadanas sin distingo de ideología que se identifican con Chávez, iniciando por aquellos que estuvieron articulados en la estructura del Comando Miranda a nivel de escuadras, pelotones y batallones.
Un Partido policlasista, que incorpora en su seno a ciudadanos y ciudadanas provenientes de las distintas clases y capas sociales que deseen integrarse, que con ellos y ellas se integran también las ideologías, postulados y cultura política en las que fundamentan su práctica concreta, reproduciendo en su seno los antagonismos de las diversas clases.
Un Partido cuyo carácter ideológico se expresará mayoritariamente en la identidad con el líder, en las ideas que conforman el árbol de las tres raíces, pero que también contará con una franja de militantes con conciencia antiimperialista y hasta marxista.

VII.- Lo que hemos venido planteando desde el PCV

Como es del conocimiento general, numerosos Partidos y movimientos que apoyan al Comandante Chávez han informado su inmediata adhesión a dicha decisión y, consecuencialmente, la disolución de los mismos, posición que saludamos toda vez que contribuye a facilitar los procesos de integración de fuerzas sociales y políticas ideológicamente afines.

El Partido Comunista de Venezuela (PCV), en cumplimiento de sus principios y normas de vida interna, heredero de una cultura comunista que privilegia el debate y las decisiones colectivas, decidió en sus organismos de dirección nacional, desde un primer momento, adelantar la más profunda discusión interna en el marco de un proceso congresual que defina la postura oficial de la organización.

En lo que respecta a la construcción del instrumento ideológico, político y orgánico de la revolución, nos hemos pronunciado en diversas oportunidades en el Partido Comunista de Venezuela (PCV), afirmando que es oportuno, pertinente y necesario avanzar en la construcción de la vanguardia colectiva y unificada de la revolución.

Demanda en tal sentido presentamos ya para el año 1998-99, cuando planteamos que el “Polo Patriótico” se transformase en un frente político y social, con normas precisas de funcionamiento y una instancia colectiva de dirección, que permitiese transitar desde la unidad de acción el camino de la unidad orgánica. Igual planteamiento levantamos con los llamados Comando Ayacucho y Comando de la Revolución. En todas las oportunidades no recibimos respuesta del liderazgo del proceso, ni mucho menos acciones concretas en la dirección planteada.

Partimos de la convicción de que un proceso revolucionario sin la existencia de un Estado Mayor, de una dirección colectiva y unificada, pese a las inmensas cualidades del líder, no está en condiciones de cohesionar las fuerzas, alinearlas en la dirección principal de la acción, dirigir y controlar el plan concreto de acción política y, en consecuencia, adelantar las tareas que demanda dicho proceso.

Por tanto, respaldamos por principio y necesidad política objetiva de la revolución el planteamiento formulado por el Comandante Chávez, en el entendido que a partir de éste se abría un fructífero debate ideopolítico y orgánico que debía llevarnos a un Congreso Ideológico en el cual se perfilasen las bases ideológicas, programáticas y orgánicas de la nueva organización, que debía ser el producto de la más amplia discusión democrática en el seno de las organizaciones y del conjunto del pueblo.

Ese debate, a su vez, nos permitiría abordar en profundidad el tema del Socialismo, que es uno de los objetivos fundamentales, estratégico, de nuestra existencia en tanto Partido Comunista, así como un imperativo histórico de la revolución de liberación nacional.

Manifestamos que la construcción de este Partido implica un proceso, expresado en una gran movilización ideológica que requiere fuerza, madurez y voluntad política, que al definir el perfil conceptual de la organización prefigure la condición de militante, entendiendo que un Partido revolucionario debe estar formado por revolucionarias y revolucionarios.

Este proceso implica maduración y culminación de fases que deben desarrollarse: 1) Definición del carácter ideológico del Partido; 2) Determinación de su programa; 3) Definición de su línea política (táctica); 4) Forma y principios organizativos; 5) Carácter de cuadros y de masas del Partido; 6) Su disciplina, deberes y derechos; 7) Carácter revolucionario y de clase de la organización. Estos son aspectos fundamentales que debían darse en el debate que en su momento planteó el Presidente Chávez.

De la misma manera se considera que la propia composición del Partido exige un nivel de depuración, pues no es posible aceptar en calidad de militantes personas de conductas corruptas, burocráticas o ajenas al proyecto estratégico de país, que es el socialismo.

Afirmamos que para el Partido Comunista de Venezuela, la iniciativa presidencial, dada nuestra concepción marxista-leninista, fundamentada en el centralismo democrático, exige el mayor debate interno dentro de la organización, de los colectivos de la Juventud Comunista y fuerzas amigas del movimiento popular y revolucionario para tomar una decisión final en un Congreso nacional partidista.

Consideramos que el proceso avanzaría en base a una metodología sustentada en la conformación de una instancia unitaria que, liderada por el Comandante Chávez, impulsaría la creación de los espacios para el debate y la construcción colectiva, cuya primera fase culminaría con la realización este año del Congreso ideológico propuesto por el Presidente, para definir el rumbo de la nueva organización, su carácter y forma organizativa y para su estrategia y su táctica.

Ello implicaba la conformación de espacios de articulación en todos los niveles y esferas de la sociedad, tanto en lo territorial como sectorial, en cuyo seno y de cara a las masas populares se desarrollaría un proceso de intenso y fructífero debate de las tesis de los diversos movimientos. Constituir una organización con cuadros y activistas de diversas agrupaciones exige un nivel de encuentro en lo concreto, reconocimiento e incluso construcción de afectos mutuos.

VIII.- El Partido que necesitamos para avanzar hacia el Socialismo

El PCV es consciente que en una sociedad dividida en clases (y Venezuela lo es), los Partidos políticos representan los intereses de esas clases y que tales Partidos son las herramientas más importantes para la lucha por acceder al poder o por mantenerse en él. La importancia de esto ha quedado demostrada en más de ocho elecciones que han sido ganadas a la oposición, elecciones en las cuales el papel fundamental de organización, movilización y legitimación ha Estado a cargo de dichos Partidos.

La existencia de Partidos políticos está vinculada a la división de la sociedad en clases y a la heterogeneidad de éstas, a las diferencias de intereses de las clases y los grupos que las forman. El Partido político es uno de los instrumentos más importantes de los que una clase (o uno de sus sectores) utiliza para combatir por sus intereses.

La Primera Conferencia Nacional del PCV, llevada a cabo en 1937, estuvo signada por el dilema de ser un Partido con claro perfil clasista, asumiendo el Marxismo-leninismo, como nuestra base ideológica y orgánica y como teoría para la praxis revolucionaria y la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista o nos manteníamos militando al interior de los Partidos policlasistas.

En aquel histórico debate optamos por “Dar la cara”, asumiendo el reto de transitar y asumir consecuentemente las diversas formas de lucha que nos demandó la historia en procura de los objetivos que nos planteamos: ser parte de la vanguardia colectiva de la revolución venezolana, aportando nuestro esfuerzo y voluntad consciente en la lucha por liberar a la patria de la dominación oligárquico-imperialista y romper las cadenas de la explotación capitalista, contribuyendo a la definitiva liberación de la clase obrera y con ella de toda la sociedad, y avanzar en la construcción del Socialismo.

Cuando afirmamos nuestra voluntad consciente de transitar un camino de unidad orgánica de las fuerzas revolucionarias y populares, sin hacer dejación de nuestros principios fundamentales y nuestros objetivos estratégicos, nos estamos pronunciando por un instrumento revolucionario que tenga en cuenta que para construir la nueva sociedad requerimos de un Partido con las siguientes características:

En lo ideológico:

En virtud de la amplia gama de postulados teóricos o la ausencia de estos en las fuerzas “chavistas”, se prevé una larga discusión teórica. A pesar de ello, su definición es de vital importancia. Para nosotros, los comunistas, es evidente que, partiendo del carácter antiimperialista y el rumbo socialista de esta revolución, el partido socialista unido debe fundamentarse en el marxismo -en el entendido de que ser marxista en los actuales momentos significa, a su vez, ser leninista. Asimismo, el fundamento ideológico debe recoger lo más avanzado del pensamiento revolucionario de nuestro pueblo, empezando por el bolivarianismo. Pero la esencia ideológica debe ser el marxismo.

Este planteamiento es producto de una realidad ampliamente comprobable a lo largo de la historia que indica, que solo el marxismo da respuestas científicas a la búsqueda de estrategias para derrotar al capitalismo y construir una sociedad socialista.

La constitución del partido debe representar el rompimiento definitivo con toda manifestación de reformismo y colaboracionismo de clase, con proyectos socialdemócratas de maquillaje de un sistema de injusticias, que proponen cambios subalternos que dejen intacta su esencia explotadora. Este programa debe también constituir la superación de concepciones nacionalistas que ofrecen respuestas parciales a los problemas del desarrollo social en la actualidad.

Bajo cualquier circunstancia, se debe tratar de un partido ideológicamente unido

En lo programático:

La definición del fundamento ideológico debe ir de la mano con la formulación de un programa revolucionario que tenga como objetivos estratégicos la lucha antiimperialista con una definida orientación socialista.

En relación a las vías para alcanzar esas metas, en la identificación de las contradicciones del proceso, en la forma de abordar la lucha en el momento concreto, en el contenido que se le da a estos objetivos, en su caracterización conceptual, debe existir una orientación consecuentemente revolucionaria para la acción transformadora. Se deben garantizar claridad y objetividad en la formulación de políticas y vías para alcanzar los objetivos estratégicos. Debe existir una absoluta coherencia entre la doctrina, la línea política y las propuestas programáticas.

En tal sentido, la discusión en torno a la definición del socialismo del siglo XXI es de crucial importancia porque sintetiza el complejo de objetivos que perseguimos. Al respecto, presentamos más adelante en este documento los rasgos fundamentales de ese socialismo desde la óptica de los y las comunistas venezolanos/as.

En lo organizativo:

A este debate, los comunistas traemos la propuesta leninista de organización. Pensamos que sin unidad interna, sin centralismo democrático, sin disciplina revolucionaria, sin identificación plena con una línea política, sin crítica y autocrítica, sin dirección colectiva, sin presencia orgánica en el seno de las masas, no será posible construir la vanguardia de la revolución bolivariana y avanzar en su perspectiva socialista.

El partido de la revolución no puede constituir un híbrido de organizaciones partidistas, una amalgama de estructuras, aunque es preciso advertir que, al menos al inicio, será difícil evitar la actuación de grupos, corrientes y fracciones internas. Este no es el mejor de los escenarios, pero es una posibilidad real.

En tal sentido, la tarea de quienes coincidimos en un partido orgánicamente unido, sin fisuras ni fracciones, consistirá en explicar que la unidad tiene algún sentido sólo si es consecuente con los objetivos estratégicos.

Por supuesto, la unidad no excluye la posibilidad y necesidad de discutir y debatir siempre sobre la base de los principios democráticamente a todos los niveles y a profundidad los asuntos que aquejan al partido y a la sociedad en su totalidad. Pero una vez tomada la decisión se deberá garantizar la unidad de acción.

¿Partido de “masas” o de “cuadros”?

Este partido deberá estar conformado por los mejores cuadros de la revolución, por sus mejores exponentes, los/as más claros/as ideológicamente, los/as más honestos/as y los/as más abnegados/as, los/as que cumplan con las mayores exigencias en cuanto a la conciencia revolucionaria, la disciplina, la actuación práctica y, por supuesto, la ética. El fundamento ético del partido será de fundamental importancia para cumplir con su misión de dirigir al pueblo venezolano en la construcción del socialismo.

No tiene que ser necesariamente un partido muy numeroso para que pueda cumplir con su misión. Debe predominar la calidad. Esto significa que no todos podrán ingresar. Deberán existir criterios y parámetros para la incorporación, lo cual permitiría la depuración de las fuerzas revolucionarias de arribistas, burócratas, corruptos.

De tal manera que lo que estamos proponiendo es un partido revolucionario de cuadros y de masas, en el sentido que sus miembros serán cuadros probados de la revolución que, en un contexto de desarrollo de la conciencia revolucionaria del pueblo como el actual, permitirá la conformación de un destacamento numeroso de militantes. La masificación de los cuadros se irá incrementando al calor de las luchas de clases, lo cual permitirá el engrosamiento de sus filas.

La actuación revolucionaria.

El partido socialista unido tendrá como principal tarea conquistar la vanguardia de las luchas populares y, de esa forma, nutrirse de lo mejor de sus representantes, lo que a la postre significaría un enorme salto cualitativo en términos del fortalecimiento de la revolución venezolana.

El partido debe ser una manifestación consecuente de la unidad entre teoría y práctica revolucionaria. No puede ser un proyecto político basado en la formulación de estrategias acertadas, de propuestas inobjetables desde el punto de vista de los retos que enfrenta la revolución, pero que en su accionar se encuentra divorciado de aquellos.

Debe garantizar la ejecución de una gestión ajustada a los principios programáticos, evitando cualquier fricción y contradicción entre las medidas adoptadas y los intereses fundamentales del pueblo. No podrá seguir los pasos de partidos que se autodenominaron (y autodenominan) populares que instrumentan gestiones gubernamentales que lesionan los intereses del pueblo, vergonzosos muros de contención de la protesta popular.

Un elemento muy significativo en este contexto lo representa el rol del partido de la revolución en la construcción del Estado democrático popular revolucionario.

El partido debe exhibir un accionar en el actual período de transición al socialismo, que permita inclinar la balanza en la lucha por el control del poder político a favor de las fuerzas más consecuentes de la revolución bolivariana. Este partido debe ser un destacamento fundamental en la construcción del Estado socialista.

El apoyo popular capaz de desplegar el partido de la revolución no sólo depende de la buena gestión administrativa al frente del gobierno a todos los niveles, luchando contra la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo.

Más aún, este debe convertirse en un modelo de eficiencia revolucionaria en todos los frentes de las luchas populares. Se tienen que establecer las más estrechas relaciones con las masas populares. En estos momentos no hay organización política capaz de hacerlo, por lo que se torna inaplazable la tarea de crear la estructura de dirección de las masas.

El partido no será una alcabala de las instancias del poder ni intermediario en su ejercicio, sino el principal promotor de la participación democrática de las masas mediante la educación y organización del pueblo, todo ello en función de desarrollar el poder popular, convertir al pueblo en protagonista conciente de la construcción de la nueva sociedad. En una revolución pacífica y democrática como la nuestra, este elemento adquiere un valor especial, pues no es la violencia revolucionaria la que establece el nuevo orden mediante la imposición abrupta de nuevas realidades, sino el constante accionar revolucionario del pueblo trabajador organizado, lo que permitirá el desplazamiento progresivo de las viejas estructuras.

El carácter de clase.

Al referimos a la vinculación con las masas, tenemos que hacer un énfasis especial en el vínculo con la clase obrera. Si nos planteamos erradicar el capitalismo, debemos convertirnos en la organización política, en el interprete genuino de los intereses de la clase social que, por su posición en la estructura socioeconómica no sólo resulta directamente afectada por la explotación capitalista y, por lo tanto, objetivamente interesada en la supresión de la esclavitud asalariada, sino que con la consecución de este último objetivo libera al resto de la sociedad del régimen de explotación, pues al estar desprovista de medios de producción, objetivamente no aspira a conquistarlos para la explotación de otras clases sociales.

Esta clase social no es otra que la clase obrera, por lo que el partido de la revolución deberá ser por su contenido, por su política, por su composición, por su ideología, por los intereses que encarna el partido de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador. Por supuesto, a este partido también entrarán miembros de otras clases y capas de la sociedad, pero los intereses que éste encarnará deberán ser los de la clase obrera, si queremos ser consistentes con el objetivo programático de naturaleza estratégica que perseguimos: el socialismo.

Este contenido clasista bien definido del partido socialista unido es una necesidad histórica y no está reñido con el carácter antiimperialista de la revolución bolivariana en la actualidad. Esta fase de nuestra revolución exige, efectivamente, una amplia alianza de clases y factores en torno a los objetivos de la liberación nacional. Aprovechar todas las contradicciones y divergencias que puedan existir entre sectores de la burguesía grande y pequeña, por un lado, y el imperialismo, por el otro, es una de las tareas primordiales, pero esta alianza no debe producirse en el seno del partido de la revolución, especialmente cuando reconocemos que el rumbo de esta revolución apunta al socialismo.

Esto implica que entre las tareas de mayor trascendencia del partido socialista unido, se encuentra el diseño de una política capaz de conquistar el movimiento sindical para adecentarlo, para erradicar los enormes vicios incubados como consecuencia de las tremendas perversiones del reformismo, de las prácticas desarrolladas por los sindicatos patronales y de los efectos del clientelismo, para romper definitivamente con su atomización, para convertirlo en una fuerza de primera línea en la construcción de una nueva sociedad.

El partido no puede convertirse en un partido policlasista. Las limitaciones de este tipo de partido son ampliamente conocidas en nuestra historia: se diluye el carácter revolucionario del partido, se subordinan los intereses anticapitalistas del pueblo trabajador a los intereses del capital sobre la base de reacomodos, concesiones y dádivas, se suplanta la lucha de clases como mecanismo de transformación por la conciliación de clases con la finalidad de estabilizar el sistema, se sustituye la revolución por la reforma, se desdibuja el horizonte histórico socialista, con el cual solo la clase obrera está orgánicamente vinculada.

Las amplias alianzas clasistas tendrán otros escenarios distintos al partido, como por ejemplo, los frentes.

Uno de los muchos aspectos que involucra el contenido clasista del partido es su carácter internacionalista. La clase obrera es una clase social con poderosas ramificaciones a lo largo del planeta y, de la misma manera, con una plataforma internacional de lucha contra la dominación planetaria del capitalismo. En el contexto actual de la expansión global de las corporaciones trasnacionales con devastadoras repercusiones en los pueblos del mundo, esto juega un rol de primer orden. De tal forma que deberán existir no sólo relaciones de amistad con los destacamentos de trabajadores en todo el mundo, sino una amplia coordinación de acciones conjuntas en contra de la dominación imperialista.

El debate.

Estos son elementos que consideramos de fundamental importancia para el diseño del partido que requiere la revolución venezolana, los cuales sometemos a la más amplia discusión del pueblo bolivariano y, especialmente, de nuestros aliados, confiados en que la racionalidad revolucionaria, y no la fortaleza electoral, se impondrá en la búsqueda de consenso.

En todo caso, la construcción del nuevo partido no será un acto único, sino un proceso muy dinámico.

En síntesis:

Un Partido selectivo, integrado no por quienes lo deseen solamente, sino por las mujeres y los hombres que cumplan con un determinado perfil para convertirse en cuadro revolucionario, lo cual implica valores ético-morales, principios y conductas en correspondencia con la nueva sociedad socialista que luchamos por construir.
Un Partido construido al calor de la lucha de las masas, en consulta abierta con ellas, en cuyo proceso se exprese la más amplia crítica y autocrítica.
Un Partido al cual se pertenezca no por simple voluntariedad, sino por meritos, al cual sea difícil entrar por sus elevadas exigencias de cualidades morales hacia sus integrantes y que por esa razón sea aun más difícil mantenerse en sus filas.
Un Partido que exija a sus miembros como único privilegio ponerse a la vanguardia en las diversas luchas de clases.
Un Partido que sepa aplicar con suficiente rigor y flexibilidad, según las circunstancias, el principio del centralismo democrático y que jamás lo convierta en centralismo burocrático.
Un Partido con elevada capacidad crítica y autocrítica, individual y colectiva.
Un Partido cuya autoridad esté sustentada en el carácter ejemplar individual y colectivo de sus integrantes.
Un Partido que asuma a las organizaciones sociales como sujetos activos de participación, protagonismo y transformación revolucionaria de la sociedad y no como simples instrumentos de aplicación de las definiciones que establezcan sus órganos dirigentes y militancia.
Un Partido que tenga como fundamental misión la promoción de la educación, formación, organización y participación del pueblo para su autogobierno Socialista. Que combine la teoría con la práctica revolucionaria.
Un Partido que vele en primer lugar por los intereses generales del pueblo venezolano y se proponga eliminar todas las formas de explotación del ser humano engendradas por la sociedad dividida en clases, particularmente las generadas por el capitalismo.
Un Partido con capacidad práctica y teórica para proponer y convencer de la justeza del proyecto Socialista para el pueblo venezolano. Que se haya forjado en las luchas del pueblo, compartido sus sacrificios, sus triunfos y sus derrotas.
Un Partido con sólida unidad ideológica, política y orgánica.
Un Partido con clara definición de carácter estratégico, cuyo programa se haya confrontado y se confronte en la dura lucha de clases.
Un Partido internacionalista que de y reciba la solidaridad de las fuerzas progresistas y democráticas del mundo.
Un Partido con dirección colectiva, definida ideología Marxista-leninista, fuente de inspiración incluso de la teología de la liberación y método del conocimiento que ha probado históricamente ser la más consecuente para aproximarse al conocimiento de la realidad y transformarla.
Un Partido con clara definición de clase y con capacidad de liderar los procesos de liberación del pueblo, sus aliados y a la patria.
Un Partido con independencia frente al Estado y a la burguesía.

IX Tesis Programáticas del XII Congreso Nacional del PCV

El socialismo es una formación socioeconómica que tiene una serie de rasgos generales pero que, en su concreción práctica, tiene que considerar las condiciones históricas, la totalidad de condiciones objetivas y subjetivas concretas, imperantes en cada uno de los países.

En cuanto a sus rasgos generales tenemos:

a) la socialización de la propiedad sobre los principales medios de producción, sin que se excluya la posibilidad de convivencia de otras formas de propiedad, social o privada;

b) el régimen político debe estar caracterizado por la democracia socialista, esto es, un sistema de amplias libertades políticas y civiles, que le permitan al pueblo una intensa y amplia participación en la toma de decisiones y en la concreción de las mismas a todos los niveles gubernamentales;

c) el Estado debe adquirir un nítido carácter socialista. Esto significa que el desarrollo del poder popular conduzca a su fusión con el ejercicio del poder desde las estructuras del Estado. En pocas palabras, el Estado socialista como forma de realización del poder popular;

d) el desarrollo de una verdadera revolución cultural, que tenga como centro el marxismo y otras corrientes del pensamiento revolucionario y progresista, nacional e internacional;

e) la presencia de una verdadera vanguardia revolucionaria que sirva de guía al pueblo en la construcción de ese sistema social;

f) el despliegue de los mecanismos de defensa militar y político-militar de las conquistas revolucionarias.

En tal sentido, la transición al socialismo en Venezuela, proceso que se concretará a partir del impulso de las luchas de la clase obrera y demás sectores populares, requiere de las siguientes condiciones:

a) desarrollo de la vanguardia política de la clase obrera;

b) conquista del poder político a través del Estado por parte del pueblo trabajador;

c) desarrollo de las fuerzas productivas, especialmente en la industria, con la finalidad de desplegar la base material de la sociedad y desarrollar a la clase obrera como clase social fundamental en el tránsito al socialismo;

d) fortalecimiento de la propiedad estatal como expresión futura de la propiedad socialista;

e) debilitamiento y posterior supresión de los mecanismos de explotación y dominación imperialista;

f) instauración de mecanismos de planificación de la economía nacional, que estén en capacidad de controlar las fuerzas del mercado;

g) erradicación de las relaciones de producción latifundistas en el campo;

h) desarrollo de la educación del pueblo trabajador para colocarlo en capacidad de dirigir política y económicamente a la sociedad;

i) estímulo a formas de propiedad social, que en una primera fase adoptará formas colectivas como las cooperativas, la cogestión, la autogestión, etcétera.;

j) integración económica sobre la base de la cooperación con economías de la región latinoamericana y del Caribe;

k) fortalecimiento de la capacidad de defensa del gobierno revolucionario.

Uno de los aspectos más relevantes de la transición tiene que ver con el contenido, ritmo, forma y tiempo de duración. Es decir, la esencia e intensidad de los cambios en ese período, los mecanismos concretos para transitarlo y los espacios de tiempo requeridos. Estos aspectos expresan claramente la dialéctica existente entre las leyes generales de la transición, por una parte, y las condiciones históricas de su materialización, por la otra. En tal sentido, podríamos destacar un grupo de factores que inciden en buena medida en estas variables:

a) el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas;

b) el grado de desarrollo de la clase obrera y de su vanguardia revolucionaria;

c) el grado de descomposición de la clase dominante y sus instrumentos de dominio;

d) los niveles de resistencia a los cambios hacia el socialismo por parte de la reacción;

e) los niveles de dependencia y formas de intervención del imperialismo;

f) los niveles culturales y educativos alcanzados por el pueblo;

g) la situación económica, tanto en lo estructural, como en lo coyuntural;

h) el desarrollo alcanzado por la propiedad estatal y colectiva.

IV y V Plenos del Comité Central

del Partido Comunista de Venezuela (PCV)

Caracas, 21 de diciembre de 2006 y 18 de enero de 2007

Segundo congreso de la UST: un paso más en la construcción del partido revolucionario

17 de Abril de 2013 El pasado 16 y 17 de marzo la Unidad Socialista de los Trabajadores, sección salvadoreña de la LIT-CI, realizó su segundo congreso como parte fundamental del proceso de construcción de una nueva alternativa clasista, revolucionaria y socialista, para la clase trabajadora de nuestro país.

Lo consideramos como un nuevo paso hacia adelante en la construcción de nuestra organización; la presencia de militantes de diferentes departamentos del país, puso de manifiesto el entusiasmo y convicción con la cual encaramos esta gran tarea.

Como parte de nuestra tradición internacionalista, contamos con la participación de delegados de los partidos hermanos de la región; el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) de Honduras, el Partido de los Trabajadores (PT) de Costa Rica y delegados de la LITCI, quienes fueron parte de las discusiones que se dieron en el marco de los documentos políticos y programáticos del congreso.

Las principales discusiones

Una de las discusiones centrales del congreso fue la caracterización y el balance del gobierno Funes-cúpula FMLN durante estos 4 años de gobierno. Pese a las ilusiones que ha despertado en las mases, y de proclamarse como profundamente opuesto a los mandatos del partido ARENA, su mandato ha comprobado que es claramente un gobierno burgués.

Luego del desgaste del proyecto tradicional burgués arenero, este gobierno ha servido para que la burguesía implementara políticas que en un gobierno burgués normal no podía, como la militarización de las cárceles y del país en general, incrementar los impuestos, atacar las mínimas conquistas y derechos de los trabajadores con reglamentos como el de recursos humanos para el Ministerio de Salud y el actual paquetazo de leyes, entre las que destaca el Anteproyecto de Ley de la Función pública.

Otro tema importante el cual se plasmó en el debate y en el documento nacional fue las repercusiones de la crisis económica mundial en El Salvador. La dolarización, las consecuencias de la implementación del TLC con EE. UU., así como la grave crisis financiera del Estado, han profundizado la dependencia y el carácter colonial de la economía salvadoreña, el alza generalizada en el costo de la vida para los trabajadores, pero a su vez se han aumentado las ganancias de los empresarios y las transnacionales.

En relación con la dinámica del movimiento de masas, concluimos que después de más de cuatro años de gobierno de Funes- FMLN, este ha hecho retroceder las luchas de todos los sectores populares, ocasionando que no se vivan en el país grandes movilizaciones por la defensa de los derechos de la clase trabajadora; este retroceso se debe a que en primer lugar el gobierno se aprovechó de las ilusiones para anestesiar al movimiento de masas que venía en ascenso y en segundo lugar creó las mesasde negociación con sindicatos y organizaciones populares, donde ha diluido las movilizaciones, desgastado dirigencias y generado cansancio y frustración de las bases.

Otra discusión de mucha importancia tiene que ver con la reorganización del movimiento de masas, la cual tiene su reflejo en la formación de una pequeña vanguardia de sindicatos, la cual se ha mantenido en la lucha y que, como decíamos, se expresa en la creación de organizaciones como la Coordinadora Sindical Salvadoreña.

Algunos elementos de balance en nuestra construcción

Es importante destacar que, pese a los altibajos que hemos tenido, nos hemos mantenido firmes en la batalla contra el oportunismo y el sectarismo, lo cual se refleja en el mantenimiento de una política principista frente al gobierno de frente popular. Esto no es cosa menor: ante la presión de un gobierno que se reivindica de izquierda, nuestra organización mantuvo una política independiente y de denuncia del carácter antipopular y antiobrero, cuando buena parte de esa izquierda capitulaba a su proyecto político de conciliación de clases.

Esto, por supuesto no se ha hecho en abstracto: sabemos que cualquier partido trotskista serio y consecuente debe volcarse hacia el movimiento de masas a desarrollar y construir su programa con los sectores explotados. Por eso nuestra organización, con todas sus debilidades, ha sido partícipe en este periodo del incipiente proceso de reorganización a nivel sindical, expresado en la Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS). En este espacio es vital en un marco de agravamiento de los ataques por parte del gobierno y de traición de las cúpulas sindicales; por eso continuaremos apoyando y fortaleciendo la CSS como alternativa clasista e independiente a la patronal y a la burocracia.

Tareas y resoluciones del II congreso.

Uno de los mayores éxitos del congreso lo constituyen sin lugar a dudas, el poder discutir fraternalmente y votar de manera democrática las tareas organizativas y políticas desprendidas del análisis que hacíamos de la situación de la realidad nacional, es decir, el qué hacer ante esta realidad. Por eso, hubo acuerdo en que la principal tarea del partido para el próximo periodo es la lucha por la independencia de clase, política y sindical, tanto a nivel propagandístico como en las luchas concretas, en la organización sindical, en el ejercicio de la democracia obrera, en las elecciones burguesas, es decir en la lucha política y demás terrenos específicos.

Otra tarea importante se relaciona con la respuesta de la clase trabajadora a los distintos aspectos de la crisis que se está descargando sobre sus hombros; en este sentido, la necesidad de construir y discutir un plan obrero y popular ante la crisis capitalista se hace urgente. Dicho plan debe incluir los siguientes elementos: aumento general de salarios, moratoria al pago de la deuda externa, estatización de empresas privatizadas, defensa del derecho de huelga y organización sindical, entre otras medidas.

Por otro lado, las principales resoluciones se enfocaron en lo siguiente:

● Luchar junto con los sindicatos para promover y fortalecer espacios unitarios del movimiento de masas, dotándolos de un programa clasista, independiente y de lucha, para que se conviertan en un polo alternativo para organizar al sindicalismo clasista y aquellas organizaciones que enfrenten al gobierno y rompan con su política.

● Promover la defensa de los derechos de los estudiantes y la creación de asociaciones estudiantiles de manera democrática y con participación de las bases estudiantiles, teniendo como base la construcción de un tercer polo estudiantil independiente del gobierno y la derecha. Este polo se abocará, entre otras cosas, a defender la educación pública, gratuita y de calidad, así como la alianza obrero estudiantil.

● Se impulsará la conformación de secretarías de mujeres en los colectivos y asociaciones estudiantiles y sindicatos con el objetivo de incorporar las demandas de las mujeres en nuestro programa y acción cotidiana hacia el movimiento de masas, de modo que permita combatir el machismo y la opresión al interno de las organizaciones de la clase trabajadora y en el conjunto de la sociedad.

● De cara a los procesos electorales presidenciales del 2014 y legislativos del 2015, se acordó iniciar la discusión a lo interno del partido, que lleva a la caracterización concreta de dichos escenarios y defina las tácticas más apropiadas para la intervención.

El congreso sin duda fue un paso hacia adelante con miras a fortalecer nuestra organización, la cual, tiene como referente obligado a la LIT-CI. Por eso, al concluir el siempre emotivo canto a la internacional, nos vamos con la claridad de que, de la mano con las tareas de construcción de la UST, está la construcción del partido mundial que luche por la revolución socialista.

50 AÑOS DE REFORMA UNIVERSITARIA NO SON NADA PARA LAS MENTES DOLARIZADAS

1.EL PRIMERO DE MARZO DE 1963, el Dr. Fabio Castillo Figueroa, fue elegido Rector de la Universidad de El Salvador, único centro de estudios superiores que existía en el país desde 1841. Desde su fundación la UES, no había sido reformada en 122 años.

2.EN 1963 LA CORPORACION UNIVERSITARIA eligió Rector, al Dr. Fabio Castillo Figueroa, a fin de que emprendiera el desarrollo académico, renovara la docencia y propiciara con su experiencia de educador universitario, la creación y científica que no se practicaba en la UES, o era casi inexistente.

3.EL NUEVO RECTOR COMPRENDIÓ de inmediato que sobre las precarias bases académico-docentes que había en la UES, sería imposible obtener resultados importantes, sino se reformaba aspectos fundamentales de la misma; era indispensable formar al profesorado en el exterior, con estudios avanzados en ciencias sociales, ciencias naturales y matemática, con nivel científico.

4. EL AÑO 1963 FUE EMBLEMÁTICO en la historia de la educación universitaria de El Salvador. En abril de aquel año, el Consejo Superior Universitario, nombró la Comisión de Reforma Universitaria, que fue integrada por los Doctores, Fabio Castillo Figueroa; Alejandro Dagoberto Marroquín, decano de Humanidades; Mario Flores Macal, Profesor de Derecho; Alfonso Trejos Willis, conocido Educador costarricense; y los representantes de la Asociación General de Estudiantes Universitarios, AGEUS, Víctor Manuel Valle y Albino Tinetti.

5. LOS OBJETIVOS DE LA REFORMA UNIVERSITARIA fueron expuestos en tres secciones: “A) Sección de reformas pedagógico-técnicas, y comprendía, “Organización y desarrollo del sistema de ciclos; Establecimiento de calendario escolar, uniformidad en todas las facultades; Departamentalización de las facultades; concentración de la Docencia; Nueva orientación de la docencia; Establecimiento del sistema de unidades de mérito, etc.

6. EN LA SECCION B, de Democratización de los servicios universitarios, se planteó la creación del desarrollo de bienestar universitario; Servicio de asistencia a profesores; Oficina central de Becas; Residencias universitarias y comedores.

7. EN LA SECCION C, se planteó una amplia reforma administrativa, empezando por la creación de la carrera del personal administrativo universitario; Reglamentación del sistema de trabajo; Capacitación del personal bibliotecario, etc. “ (Siembra de Vientos, El Salvador 1960-69, Dr. Víctor Valle,( Costa Rica, 1993)

8. AL FINALIZAR EL PRIMER AÑO de la Reforma Universitaria, la UES contaba con la cantidad de 3.263 alumnos, y en al año 1972, nueve años después del inicio reformista, los militares invadieron la UES; ésta ya contaba con 13.000 alumnos, o sea que experimentó un notable crecimiento de 10.000 nuevos alumnos, en los rectorados de los Doctores, Fabio Castillo Figueroa, José María Méndez y Rafael Menjivar. La UES ya había superado el elitismo, y recibía estudiantes de clases pobres.

9. EN EL AÑO 1962 LA UES ofrecía 21 carreras, casi todas liberales o sea que graduaba profesionales para que fueran al mercado a venderle al pueblo, conocimientos aprendidos en la universidad pagada por el pueblo; al momento que los militares invadieron la UES, ya ofrecía 40 carreras balanceadas para el desarrollo nacional de la economía y la sociedad.

10. LA REFORMA UNIVERSITARIA fue la más grande obra académica, educativa y cultural de El Salvador en todo el siglo XX; sin embargo, en el mes de marzo de este 2013, cuando se han cumplido 50 años de aquel gran acontecimiento académico, ni los estudiantes beneficiados con la Reforma que ahora suman alrededor de 50.000, ni los 2.000 profesores, etc., han tenido ni una sola palabra que valore aquellos grandes esfuerzos reformistas que le costaron al pueblo, centenares de vidas de luchadore

s asesinados .

11. USTEDES NO PREGUNTEN en qué lugar se levanta el obelisco conmemorativo de los 50 años del inicio de aquel gran acontecimiento que se denominó Reforma Universitaria, porque no existe eso, ni siquiera existe una placa recordatoria en alguna esquina por tal motivo. Tampoco pregunten qué fue de la autoestima de aquella formidable Comunidad Universitaria de los domingos de trabajo voluntario que encabezó el Dr. Fabio Castillo Figueroa, porque nada de eso existe. Tampoco pregunten ¿qué fue de los valores patrióticos que en el pasado enarboló la UES, donde estudió Farabundo Martí?; aquellos que ayer fueron valores patrióticos para la mayoría de estudiantes, profesores, etc., terminaron siendo artículos de segunda categoría, igual que la moral revolucionaria, en el mercado neoliberal dolarizado. La actual UES, es un fiel reflejo de la putrefacta situación política del Estado salvadoreño y los partidos políticos que lo dominan.

¿QUÉ COSAS PERMANECEN COMO CERTEZAS? Entrevista a Paulo Freire

¿QUÉ COSAS PERMANECEN COMO CERTEZAS?

Entrevista a Paulo Freire por Susana Villarán, Gloria Helfer y Manuel Iguíñiz realizada en la televisión peruana y posteriormente publicada en Tarea. Revista de educación y cultura, núm30, Lima, diciembre de 1992. En, p.213-220

(…)

Susana Villarán: Hay algo que me llamó la atención desde la primera vez que leí tus escritos y que ayer volví a leer en la Pedagogía del oprimido: que hay mucha violencia hoy en día en nuestro país; estamos viviendo un momento de extrema violencia y de una violencia que a veces supera nuestra capacidad de resistir y de comprender. Es la oposición entre sectarismo y radicalidad. Yo quería que dijeras algo a este pueblo, a nuestro país, a nosotros, a mí, a todos los que estamos viviendo esta búsqueda de radicalidad, pero que estamos luchando contra el sectarismo, que hoy en día está encarnado tal vez por uno de esos grupos más criminales que la América Latina y el mundo ya han conocido. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?

Paulo Freire:

Tú sabes que concuerdo contigo. Ahora, en este libro que estoy terminando sobre la Pedagogía del oprimido, dediqué algunas páginas a esta cuestión de lo nuevo, a la radicalidad y al sectarismo. Ahora soy todavía más radical, estoy más distante de cualquier posición sectaria, considero destructivo el sectarismo.

El sectario es un enfermo, es un caso absolutamente patológico, es la distorsión de la realidad.

No es posible concebir este comportamiento en término de normalidad psíquica. No es posible que en un estado de normalidad alguien se arrogue tal derecho de juzgar, de sancionar al mundo, como el sectario se arroga. El sectario no tiene un milímetro de capacidad para convivir con el diferente, y esto no es normal.

Para mí, una de las construcciones que tenemos que enfrentar es esta virtud fantástica, la cual no es solamente una virtud teológica, sino revolucionaria, que es la virtud de buscar la unidad en la diversidad.

El sectario es incapaz de vivir cinco minutos con una persona que piense diferente a él. Esto es absurdo, es realmente enfermizo.

Como educador y político –porque como educador yo no podría dejar de ser político-, en mi país soy militante de un partido progresista que, para los sectarios, no lo es. Es un partido de los trabajadores, un partido que tiene sueños ideales socialistas, pero que, para los sectarios, traicionó a la revolución.

A nosotros nos parece que somos revolucionarios, y no hay por qué no decir la palabra: somos revolucionarios, pero no somos sectarios, aunque también tengamos, entre nosotros a personas sectarias.

Yo haría una especie de llamado a todos los jóvenes que me escuchan para que cuenten hasta diez antes de tomar una posición sectaria. Radicalicen –esto es otra cosa-, pero jamás se entreguen a la locura, porque eso los frena, los separa de la historia.

Distorsionar la realidad histórica es una enfermedad que les da a aquellos que sufren nla convicción de que son dueños de la verdad y, que no hay una posición individual de la verdad.. Que esa gente medite para reconstruirse como revolucionarios.

Gloria Helfer: (GH): ¿Y en cuanto a la radicalidad?

PF: La radicalidad, al contrario, se nutre precisamente de una posibilidad extraordinaria de convivir con el contrario, de aprender con el diferente, de hacer esfuerzos.

La radicalidad no significa que yo no acepte discutir con el oponente, con auqel que es contrario a mí. NO significa que yo ceda a las posiciones contrarias; significa que incluso estando contra él, reconozco también su derecho a expresarse.

Para mí, ese respeto a la diferencia identifica, reconoce a la persona radical. Es aquella que va hasta las raíces y después vuelve con la fuerza de las raíces, pero rebasa sus límites. El radical jamás se atribuye así mismo la posesión de la comprensión del mundo. Para el sectario, solamente él es infalible; para el radical, puede ser que haya otras verdades.

Gloria Helfer: En esta situación sobre la cual estamos hablando, tan terrible, háblenos de sus sueños y de las esperanzas. ¿Cómo es la esperanza en estos momentos?

Paulo Freire: A veces parece difícil tener esperanza en momentos difíciles de la historia, pero es exactamente en esos momentos cuando la esperanza hace falta.

Ayer por la noche dije que una esperanza sin compromiso, una esperanza que simplemente es lírica, resulta en nada. Hay que tener esperanza viviendo, tiene que ser una esperanza militante. Necesito militar mientras espero un futuro diferente.

Los tiempos de crisis son exactamente los tiempos en que tenemos que estar esperanzados. Insisto y digo a los educadores jóvenes de este país, como hombre experimentado que vivió momentos de mucha dificultad: individual, política, socialmente en el país, históricamente, que jamás me permití no tener esperanza, porque la muerte de la esperanza, en muchos sentidos, ¡es nuestra propia muerte!

Lección 0: Bienvenido a esta aventura

Qué bueno que te diste a la tarea de estudiar esta lengua… Seguro que has llegado acá por algunas razones:-Tu novi@ es vasc@.-Tienes orígenes vascos y quieres entender esa lengua que le oías a tus antepasados y no le entendías.-Eres open-mind.-Te encantan los idiomas.-Estás hasta el gorro de inglés, francés, alemán e italiano.Si es así, bienvenido a esta aventura.

Ahora te voy a dar una breve introducción de lo que es el euskera. Verás… es una lengua que es completamente diferente al español, pero lo es también del inglés; es más, no tiene que ver con ninguna lengua romance ni indoeuropea. Se podría considerar que es una lengua aislada. Hay muchas teorías para esta lengua: que salió del Cáucaso (donde están Armenia, Georgia y Azerbaiyán), que ya estaba ahí, que surgió del norte de África… nunca se ha aclarado esta teoría. Esta lengua tiene más de 5 000 años. Creo que ustedes han oído hablar de las Glosas Emilianenses, documento que se creía era el origen del español. Resulta que este monje Manuel Gómez Moreno, también hizo anotaciones en euskera. En las glosas 31 y 42, que dicen así:
jzioqui dugu/guec ajutu ez dugu (hemos prendido, no nos hemos arrojado). Esto allá por los siglos X y XI. De ahí en adelante, se empezó a desarrollar, primero en monasterios y luego por todo el País Vasco… hasta el siglo XIX, que con la hegemonía del español, el euskera se empezó a ver como lengua de los estratos bajos de las zonas del País Vasco y Navarra, y comenzó a perder fuerza. Posteriormente tenemos la Guerra Civil Española, que dio freno al desarrollo del euskera so pena de muerte. Cuando acabó la dictadura franquista, hubo un resurgimiento, aunque no ha sido tan fuerte como en el caso del catalán. Ante esto, han surgido varios intentos por normalizar la lengua, como es el caso del euskera batua, que es de lo que hablaremos ahora.

El euskera batua es el euskera que se usa oficialmente en publicaciones, en televisión y en ikas-tolas (escuelas donde el euskera es lengua oficial), lo cual no nos quita hablar de los euskalkis (o dialectos) del euskera. En euskera, batua es unificado, lo cual nos puede hablar de lo que trata. El euskera batua viene principalmente del euskera de Guipúzcoa (más adelante hablaremos del País Vasco).

No sé si has estudiado lenguas como latín o griego. Es que en estas lenguas hay casos; es decir, todo se declina y estas declinaciones dan un sentido de preposiciones. Como después podrán ver, la pronunciación es muy fácil. Lo realmente interesante es cuando se viene la gramática… Ahí si se verá, como decimos los mexicanos, lo que es amar a Dios en tierra de indios.
Ahora bien, ¿cómo vamos a trabajar? Miren, cada lunes, miércoles y viernes habrá una nueva entrada al blog, y tratando de poner tantos ejercicios como sean posibles. Ante la imposibilidad de hacer una conversación oral por aquí, lo recomendable sería encontrarte con un vasco para practicar, lo cual si eres vasco ya lo tienes de gane…

En la siguiente entrada…comenzaremos a aprender el alfabeto;también veremos un poco de vocabulario,y concluiremos con una breve descripción de Euskadi.
Eroriz ikasten da oinez (Proverbio vasco: Cayendo se aprende a andar)
Lección 1: Alfabeto vasco, vocabulario y Euskadi
Primero hagamos una recapitulación de la lección pasada:
Hicimos un repaso de las causas del por qué llegaste aquí, vimos un poco de historia del euskera, la situación del euskera, la variante que vamos a aprender, algunas advertencias y la forma de trabajar… Ahora sí, vamos a trabajar.
Alfabeto vasco

El alfabeto vasco consta de las siguientes letras.
A a B be D de DD de bikoitza E e F efe G ge H hatxe I i J iota K ka L ele M eme N ene Ñ eñe O o P pe
R erre S ese T te TT te bikoitza U u X ixa Z zeta

Los sonidos son muy similares al español, salvo en estas letras G: siempre tendrá sonido suave ante todas las letras, incluída la e e i.
H: en Iparralde (más adelante veremos a qué parte corresponde) suena aspirada; en el resto de Euskadi, no.
J: puede sonar como la j de jeep, aunque en zonas como Guipúzcoa, suene como la j del español.
S: como la s española.
Z: muchos dirán que es como la s de nosotros los mexicanos, pero yo creo que es más suave, pues aquí la lengua al tocar el paladar deja pasar lo menos posible de aire.
X: como sh del inglés.
TS: como la ch pero un poco más suave.
TX: como nuestra ch.
TZ: como la tz nuestra, en Azcapotzalco.
DD y TT: es una palatización. Para entendernos, basta recordar cómo pronuncian los estadounidenses la d y la t para recordarnos. Estas letras tienen un sentido de carácter diminutivo.
I ante L y N: las palatiza. Esto quiere decir que si va il, sonará a ll y si va in, sonará ñ.
Las letras C, Ç, CH, Q, V, W y Y se emplean solamente en préstamos.

Ahora, seguramente te estarás preguntando: ¿cómo se acentúa esta lengua? ¿Cómo le doy ese carácter para pronunciarlo? Ahora te voy a dar una noticia: no existe acento gráfico. Esto tiene su ventaja y su desventaja: nos facilita la lectura, pero no quiere decir que no haya entonación; al contrario, ésta varía según la zona. Por eso mi encominación a oír todo lo que puedas en euskera. Lo que puedo hacer es dar una acentuación orientativa: que te señale dónde por principio de cuentas se acentúa. Ya cuando vayamos avanzados, si lo quito no habrá problema.

Vocabulario básico
Ya visto el abecedario, toca saber algunas palabritas que te ayudarán en tu próximo viaje hacia el País Vasco y/o a saludar a un vasco:
Kaixo: Hola (notar que la vocal acentuada va en negrita).
Aupa o Epa: Hola (más informal).
Ongi etorri: Bienvenido.
Agur: Adiós
Ondo ibili: Que te vaya bien (lit: que andes bien).
Ondo izan: Que estés bien.
Ondo pasa: Que te la pases bien.
Berdin: Igualmente.
Egunon: Buenos días (lit: buen día).
Eguerdion: Buenas tardes (solo se aplica cuando es medio día, pues lit: buen medio día).
Arratsaldeon: Buenas tardes (cuando es la tarde, lit: buena tarde).
Gabon: Buenas noches (lit: buena noche). Nota: no confundir con el país africano Gabón.
Eskerrik asko: Muchas gracias.
Mila esker: Mil gracias.
Ez horregatik: De nada (lit: no por eso).
Bai: Sí.
Ez: No.
Agian: Tal vez.
Euskal Herria
Ahora que hemos visto lo básico, toca ver lo que es el contexto geográfico. Euskal Herria (quiere decir: el pueblo vasco) es un espacio cultural situado a ambos lados de los Pirineos, entre los estados español y francés. Tiene una extensión de 20 664 kilómetros cuadrados, y cuenta con tres millones de habitantes, de los cuales, dos millones y medio tienen ciudadanía española. Comprende siete territorios de tres comunidades: dos de España y una francesa. Las comunidades son, en España: Navarra (Nafarroa). La comunidad y el territorio más grande de Euskal Herria. Su capital es Pamplona (Iruña).
País Vasco (Euskadi). La comunidad más poblada. Su capital es Vitoria (Gasteiz). Cuenta con tres territorios: Álava (Araba), cuya capital es Vitoria-Gasteiz; Vizcaya (Bizkaia), cuya capital es Bilbao (Bilbo), y Guipúzcoa (Gipuzkoa), cuya capital es San Sebastián (Donostia).
País Vasco Francés (Iparralde, que quiere decir: lado norte). La comunidad más pequeña y menos poblada. Desgraciadamente aquí no cuenta con reconocimiento oficial. Cuenta con tres territorios: Labort-Labourd (Lapurdi), cuya capital es San Juan de Luz- Saint-Jean-de-Lux (Donibane Lohizune); Baja Navarra- Basse-Navarre (Nafarroa Beherea), cuya capital es San Juan Pie de Puerto- Saint-Jean-Pied-de-Port (Donibane Garazi), y Sola-Soule (Zuberoa), cuya capital es Mauleón-Licharre – Mauléon-Licharre (Maule-Letxarre).
En la siguiente entrada: Comenzaremos a ver el verbo ser (en su forma singular), los pronombres, veremos más vocabulario, el artículo y la orden de las oraciones.
Mila esker
Lección 2: Verbo ser, demostrativos y adjetivos
Primero que nada, veamos lo que estuvimos haciendo la lección pasada: Vimos el alfabeto y su pronunciación, también vimos vocabulario básico y cerramos hablando de Euskal Herria.
Ahora, vamos a empezar lo bueno: Empezaremos con los demostrativos. Cabe mencionar que en el vasco no hay sexo (en Euskadi tampoco ;)), sino que se basan en la cercanía (no sé si han aprendido japonés, que es el mismo sistema):
hau: este, est@ (o sea, algo cercano al que habla)
hori: ese, es@ (o sea, cercano al escucha)
hura: aquel, aquell@ (algo distante).
Ahora bien, el verbo izan (ser, estar, y también tener, como veremos más adelante) tiene las siguientes formas con las personas en singular:
NI naiz (yo soy, yo estoy)
ZU zara (tú eres, tú estás)
HURA da (él es, él está)
Normalmente para verbos se usa el pronombre HURA. También, como en el inglés, ZU puede significar tú o usted. Ya mucho más adelante comenzaremos a ver el trato de HI, que es un trato de camaradería.
El verbo izan normalmente responder a los interrogativos nor (quién), zer (qué) y/o zein (cuál). Lo bueno de esto es que ya podemos hacer oraciones básicas con estos conocimientos; pero, como dijera Raúl Velasco (q.e.p.d.), aún hay más.
Es muy diferente el orden de las palabras en el euskera, sobre todo si es afirmativa la oración. En el caso de las oraciones afirmativas, el elemento clave de la oración viene inmediatamente antes del verbo. Como en el alemán, usualmente tenemos este orden:
Sujeto-Complemento-Verbo.
Ejemplo: Hura, Izaskun da
Sin embargo, en el caso de la oración negativa, toma este orden:
Sujeto-Ez (recordar que ez es no)-Verbo-Complemento
Ejemplo: Hori ez da gizona.
También, cabe mencionar que ez seguida de algunas consonantes provoca cambios (esos los veremos más adelante). Por lo pronto, ez da se pronuncia ezta (ezta)
Para las oraciones interrogativas (oséase preguntas) viene este orden:
Nor/Zer-Verbo-Sujeto?
Ejemplo: Nor da hau?
En preguntas que respondemos con Bai/Ez, toma el mismo orden que las afirmativas (y como veremos más adelante, algunas otras partículas):
Sujeto-Complemento-Verbo?
Ejemplo: Hau, Koldo da?
Ahora tenemos el primer vocabulario. Trata de memorizarlo bien:
gizon: hombre
emakume: mujer
mutil: chavo, chico
neska: chava, chica
buru: cabeza
begi: ojo
esku: mano
liburu: libro
herri: como vimos en la lección anterior, pueblo
bide: camino
mendi: monte
auto: coche (aunque también lo encuentran como kotxe)
etxe: casa (como veremos más adelante, tiene un sentido muy fuerte para los vascos).
Ahora te preguntarás, ¿por qué tenemos gizon en el vocabulario pero en uno de los ejemplos viene Hori ez da gizona? Esto es porque tenemos la palabra diciendo: el hombre, que es algo que trabaja el caso nor (recordar que en el euskera todo se declina, y cada declinación aquí se le llama caso). El caso nor nos va a responder qué o quién y lo reconocemos llanamente como el artículo. Lo reconocemos porque al final se le agrega una a. Las palabras generalmente las vas a encontrar en un diccionario como te las estoy dando, o mejor dicho, las palabras estarán en mugagabe (de muga: límite, y gabe: sin). Ejemplo:
gizon: hombre ——> gizona: el hombre
Otra pregunta frecuente es: ¿entonces por qué aparece neska? Porque así es su mugagabe, y si la palabra termina en a queda una única a. O sea que dependiendo el contexto, neska puede significar tanto chava como la chava.
El artículo se usa mucho más en euskera que en español. También funciona como determinante. Los determinantes son, además del artículo, los demostrativos. Y también un determinante es bat (significado: un, un@); sin embargo, bat lo ocupamos generalmente cuando queremos indicar que hay una, y sono una cosa. Estos determinantes van al final del sintagma (nombre o grupo). En el sintagma podría ir también un adjetivo, que generalmente va después del nombre, y así sería un sintagma:
Nombre-Adjetivo-Determinante
Ejemplos:
emakumea: la mujer
gizon hau: este hombre
berria: el(la) nuev@ (aunque también es la noticia)
neska txikia: la chava pequeña
etxe handi hura: aquella casa grande
mutil gazte bat: un chavo joven.
Y para hacer el ejercicio siguiente vamos a echar mano de otro vocabulario. Apréndetelo bien:
gazte (o gazte): joven.
zahar: viejo
berri (o berri): nuevo
polit: bonito
itsusi: feo
handi: grande
txiki: pequeño
luze: largo
gauza: cosa
Este es el ejercicio. Las soluciones vendrán dos lecciones después (para no hacer trampa). No te pido que me las mandes, pues estoy seguro que no eres un niño chiquito que necesita que te arreen, pero intenta hacerlos porque es una buena forma que aprender el idioma.
El ejercicio es: Traduce en euskera las siguientes oraciones.
1.- El libro. El libro pequeño. Este libro pequeño.
2.- La chava. Esa chava. Esa chava joven.
3.- El chavo. Este chavo. Este chavo feo.
4.- El hombre. El hombre viejo. Aquel hombre viejo.
5.- La casa. La casa nueva. Aquella casa nueva.
6.- Un pueblo. Un pueblo bonito. Ese pueblo bonito.
7.- Una cosa. Una cosa grande. Aquella cosa grande (caballero, jejejeje).
8.- Un camino. Un largo camino. Este camino largo.
9.- Un auto (¿recuerdan Atínale al precio? Yo sí, jejeje). Un auto nuevo. Ese auto nuevo.
En la siguiente entrada:
Seguiremos con más ejercicios,
Comenzaremos a responder textos en euskera
y veremos unas cosas más de fonética.
Mila esker

La huella ecológica de la industria turística

Entrevista con Ivan Murray del Grupo de Investigación en Sostenibilidad y Territorio (GIST) Por Giorgio Trucchi | ALBA SUD-Rel-UITA Ivan Murray es doctor en geografía, docente de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y miembro del Grupo de Investigación en Sostenibilidad y Territorio (GIST).

La Rel aprovechó su presencia en Nicaragua, donde impartió un seminario organizado por Alba Sud y la Carrera de Turismo Sostenible del Departamento de Francés de la UNAN Managua, para conversar con él sobre la sostenibilidad y los impactos globales de la industria turística.

-Se escucha frecuentemente hablar de la industria turística como una industria “amigable con el ambiente”. ¿Cuál es tu opinión?
-Hay que desmitificar todo eso y mirar qué es lo que se esconde detrás de este planteamiento. Para hacer eso, es fundamental hacer una aproximación profunda y lo más verificable en cuanto a información contable posible.

-¿En qué se basa esta metodología?
-Se basa en conceptos como el metabolismo socioeconómico, que lo que intenta hacer es abordar el análisis de los flujos de materiales y energía que hay detrás de un organismo social, ya sea una región, una ciudad o una actividad industrial, como puede ser el turismo. En el caso de Baleares, la industria turística y el lobby pro-turístico han logrado mantener ese mito de una industria ‘amigable con el ambiente’, distanciándola, por ejemplo, de la minería como fuente real de graves impactos ambientales.

-Sin embargo, la industria turística es más compleja
-Es mucho más compleja, porque no se trata solamente de la actividad hotelera, sino de todo lo que va más allá de un Resort turístico. Vemos, por ejemplo, como las economías turísticas son extremadamente dependientes de los recursos naturales procedentes de otras zonas de extracción y también de los vertidos de residuos. En este sentido, necesitan mantener una imagen y continuar con la reproducción de un sueño, evocando paraísos detrás de los cuales se ocultan procesos espaciales de carácter global.

-¿Qué tipo de procesos?
-Cuando hablamos de turismo internacional, debemos tomar en cuenta, por ejemplo, que detrás de cada turista hay miles de kilómetros recorridos, y que por cada kilómetro hay un consumo de unos 40 litros de combustible. Los requerimientos energéticos y las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del turismo global se sitúan por encima de las de Alemania y España 1,400 y 739 millones de toneladas de CO2 respectivamente y son casi 300 veces superiores a las de Nicaragua.

-Es un impacto brutal
-Al estar pensada la industria turística en forma de monocultivo, está desplazando otras actividades y desmantelando el tejido productivo, social y de abastecimiento de recursos desde la proximidad, para ir hacia los mercados globales de producción de recursos. Esto significa que estamos desplazando las zonas de extracción de recursos a otros puntos del planeta. Se desmantela toda la actividad productiva en las áreas de influencia turísticas y se crea una creciente dependencia de los recursos procedentes del exterior. Asimismo, ya que el turismo busca crear una burbuja de la realidad, un paréntesis en la vida ordinarias de las personas, se genera una situación de hiperconsumismo, con impactos elevadísimos. Sin embargo, estos impactos mantienen un carácter abstracto y muy poco perceptible, en cuanto la fuente material de los recursos ya está lejos de donde se produce la actividad turística. Transparentar y visibilizar estos procesos es clave para desmantelar esta dinámica.

-¿Qué futuro le ves a ese tipo de industria turística?
-Si consideramos la huella ecológica como la expresión territorial del metabolismo socioeconómico, es decir el área de tierra y mar ecológicamente productiva que se requiere para proveer la energía y los recursos materiales consumidos y absorber los residuos producidos, resulta que la industria turística va a necesitar de un cambio radical. De no darse ese cambio y en medio de un escenario de final del petróleo barato, a mediano y largo plazo la industria turística está condenada a no tener viabilidad.

Discurso en Conferencia Internacional de Partidos Comunistas y Obreros. Moscú. 1969

Queridos camaradas: En nombre del Comité Central del Partido Comunista de El Salvador, saludamos a todos los partidos hermanos aquí representados. La Conferencia Mundial de los Partidos Comunistas y Obreros constituye uno de los acontecimientos de mayor trascendencia en la historia del Movirniento Comunista Internacional. Ella constituye un rudo golpe al imperialismo, responde a las aspiraciones de la humanidad progresista y esta a tono con las responsabilidades que el movimiento comunista tiene como la fuerza dirigente de los pueblos en las tareas revolucionarias.

Al impulsar la unidad del movimiento comunista internacional y la unidad de todas las fuerzas antiimperialistas y progresistas del globo, al orientar la actividad de todos los comunistas hacia el apoyo efectivo alas luchas revolucionarias de los pueblos, la Conferencia Mundial de los Partidos Comunistas y Obreros realiza una tarea de trascendencia incalculable para los destinos de la humanidad. Por ello, el Partido Comunista de El Salvador ha apoyado con todas sus fuerzas la idea de la celebración de esta Conferencia, ha participado en la medida de sus posibilidades en todas las etapas de su preparación y ha enviado su representación, con el encargo de dar su máxima aportación para lograr el fortalecimiento del movimiento comunista en base a los principios inmortales del marxismo-leninismo.

Tiene una gran significacion el hecho de que esta Conferencia se realice en visperas de la celebración del Primer Centenario del nacimiento de Vladimir Ilich Lenin, fundador del Partido Comunista de nuevo tipo y del Primer Estado socialista de la historia: la gran Unión Soviética, piedra angular de la fortaleza de todas las fuerzas revolucionarias y progresistas del mundo, en la lucha hacia un futuro de felicidad para el género humano: el socialismo y el comunismo. Por nuestra parte, creemos que esta Conferencia debe ser dignamente consagrada al gran Jefe del Proletariado Mundial: VLADIMIR ILICH LENIN, ,en cuyas enseñanzas encuentra su firme basamento la unidad del movimiento comunista internacional, para que resista inquebrantablemente los embates de todos los enemigos de la clase obrera- en dimension mundial y alcance las victorias definitivas.

La gran importancia de esta Conferencia estriba en el hecho de que está llamada a convertirse en el punto de viraje en la unidad del movimiento comunista mundial. Sobre la base de la unidad de acción en la lucha contra el imperialismo, se ha de fortalecer cad a vez más la cohesión del movimiento comunista y quedarán claras las vías para la superación definitiva de las divergencias que en los últimos años están dificultando el esfuerzo común en el arduo camino que aún está por delante.

Para los pueblos que aún no se han liberado del yugo imperialista, la Conferencia es de una trascendencia incalculable; porque, al promover la unidad de las tres fuerzas fundamentales revolucionarias en un solo torrente dirigido contra el enemigo común, contribuye a organizar un incontrastable poder de apoyo al esfuerzo interno de los pueblos que llevan a cabo la lucha nacional-liberadora.

Nuestro Partido, que ha participado en la preparación de los materiales que se han presentado a consideración de esta magna Conferencia y que, por consiguiente, está en capacidad de comprender el valor de su excepcional trascendencia; ha dado a nuestra delegación el encargo de firmar entodas sus partes el Documento fundamental, así como el llamamiento a la celebración del Centenario de Vladimir Ilich Lenin, el llamamiento en defensa de la paz mundial y la Resolución en apoyo del pueblo en lucha de Vietnam.

Claro está que no es posible esperar que los documentos que son producto del trabajo colectivo de tan gran número de partidos, puedan contener al pie de la letra todas las ideas y deseos que todos y cada uno de los partidos participantes estimen como el ideal. Por otra parte, a veces se opina que no hay que aprobar más que el III Apartado del Documento fundamental. Sin embargo, nosotros nos pregutamos: ¿cómo van a entender los pueblos una escueta plataforma, sin fundamentarla teóricamente? ¿Estaríamos cumpliendo nuestro. deber de comunistas para con las amplias masas? Lo que necesitamos es mostrarles toda la crueldad del imperialismo, inyectarles odio y combatividad a las masas contra el imperialismo. Y eso no se podría hacer si presentamos sólo una seca plataforma sin vida, sin vigor, sin.entusiasmo. La idea de despedazar el documento es completamente inaceptable para nuestro Partido porque aquel forma un todo único, armónico e indivisible. El Documento fundamental: “Las tareas actuales de la lucha antiimperialista y la unidad de accion de los Partidos Comunistas y Obreros y demás fuerzas antiimperialisras” es el fruto del arduo trabajo de mas de 70 partidos hermanos durante un año, y representa el denominador común para la unidad de acción contra el imperialismo, el camino para fortalecer la unidad del movimiento comunista mundial sobre la base del marxismo-leninismo y la unidad de todo el movimiento antiimperialista. Todos los partidos, en plano de completa igualdad y en ambiente verdaderamente democrático, hemos tenido oportunidad de exponer nuestras ideas, de escuchar las ideas de los demás, de defender las nuestras, de aquilatar las otras; y de toda esta labor ha resultado ese magnífico instrumento para las luchas revolucionarias de los pueblos, al que damos nuestra aprobación en todas sus partes, al mismo tiempo que pedimos a todos los partidos hermanos que lo aprueben entusiastamente.

Al igual que para todos los pueblos, para el salvadoreño, la Conferencia Mundial de los Partidos Comunistas y Obreros constituye un gran estimulo en sus luchas revolucionarias. El pueblo de El Salvador sostiene una intensa y constante batalla contra el dominio económico, político y social del imperialismo yanqui, que se apoya en la oligarquía interna y en el régimen militarista antidemocrático. Los monopolios yanquis penetran cada vez mas en las diversas ramas de la economía: en la industria, en el comercio, en la banca y en la agricultura. El imperialismo yanqui está utilizando como un instrumento de su penetración económica en nuestro país y en el resto de la América Central al Mercado Común y a la Integración Económica Centroamericana. A traves de ellos, se apodera de las industrias, ahoga al capital nacional, explota en forma directa la fuerza de trabajo de nuestra clase obrera y se convierte en un factor directo de la lucha de clases interna. En virtud de este proceso, la lucha directa entre los obreros y los patronos no está circunscrita al terreno del capital interno, sino que, cad a vez en mayor medida, está entablada contra los monopolistas yanquis que, ya sea solos o en compañía de la oligarquía interna, a través de las sociedades de capital mixto, exprimen el sudor de la clase obrera y de los campesinos pobres.

Los imperialistas yanquis ejercen creciente dominio sobre la política interna del gobierno, sobre su política económica, sometiendola a planes ligados estrechamente a los intereses de los monopolios yanquis y controla, a traves de la ejecución de tales planes y del control directo de sus técnicos y comisiones, muchas instituciones del Estado.

Sobre todo, el imperialisrno ha logrado unificar a los ejercitos de América Central en el llamado Consejo de Defensa Centroamericano, instrumento antipatriótico que tiene el objetivo de unificar sus acciones para intervenir conjuntamente contra el movimiento popular en cualquier país de Centro América en el momento en que los imperialistas lo consideren necesario. Junto a esto, ha unificado la acción de los cuerpos policiales centroamericanos bajo su directo asesoramiento. La CIA ha creado organizaciones fascistas como la llamada “Mano Blanca” y la “ORDEN”, para asesinar a los comunistas y demás patriotas. Los instrumentos de la CIA han asesinado ya a varios compañeros en el tiempo reciente, entre ellos, a los camaradas SAUL SANTIAGO CONTRERAS, OSCAR GILBERTO MARTINEZ Y JUAN ALBERTO, VASQUEZ CARCAMO, brutalmente asesinados por la Guardia Nacional en colaboración con las bandas fascistas. Son frecuentes los ametrallamientos y la colocación de bombas en las casas de los comunistas y demás patriotas, así como en los locales de las organizaciones populares.

El pueblo de El Salvador, así como los otros pueblos centroamericanos están unificando en forma creciente sus “fuerzas en la lucha contra el enemigo común, ya que, separados unos de otros, sin coordinar sus esfuerzos comunes, les será más difícil romper las cadenas imperialistas y la opresión de las oligarquías internas. La heroica lucha del pueblo hermano de Guatemala, que combate al imperialismo con las armas en la mano, es nuestra propia lucha; y lo mismo decimos respecto de las valientes luchas que llevan a cabo los.hermanos pueblos de Costa Rica, Panamá, Nicaragua y Honduras que forman la América Central. Estimamos que la acción de nuestros pueblos debe coordinarse cada día más estrechamente, para liberarnos del imperialisrno yanqui.,

El pueblo de El Salvador y su clase motriz fundamental: la clase obrera, saben que en las condiciones de nuestro país, con más de 37 años de dictadura militar prooligárquica y proimperialista, es necesario utilizar todos los medios de lucha adecuados a cada momenta dado. Se organiza, moviliza y lucha diariamente por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales inmediatas y, en el fuego de esas luchas, eleva su conciencia, su organización y su disposición revolucionarias, pues esta completamente claro en nuestro país que debido a las condiciones que han creado los enemigos de su desarrollo independiente el pueblo salvadoreño podrá llegar al Poder sólo a través de la lucha armada, íntimamente ligada a otros medios de lucha política. El Partido Comunista de El Salvador pone todo su empeño en colocarse al frente de las luchas de las masas populares, las conduce en sus combates por las demandas inmediatas y prepara al pueblo para las batallas decisivas por su liberación definitiva.

En otro orden de cuestiones, los comunistas salvadoreños valoramos muy en alto el hecho de que el proyecto de Documento fundamental de la Conferencia señala la enorme trascendencia de la Revolución Cubana, que ha abierto una nueva etapa histórica en América Latina como Primer País Socialista de América. Nuestro Partido ve en la Revolución Cubana el faro que ilumina los caminos futures de nuestros países, fuente de inspiración creciente para los revolucionarios de todo el Continente. Los comunistas salvadoreños consideramos, al mismo tiempo, que uno de nuestros deberes internacionales básicos es la defensa común de la Revolución Cubana frente alas provocaciones y agresiones del imperialismo yanqui, y entendemos que este es un deber de primera importancia para todos los pueblos del mundo. El hecho de que el Documento subraya este deber es, a nuestro juicio, de gran importancia.

Creemos necesario expresar que nosotros tenemos una totalmente diferente concepción sobre los problemas de Checoslovaquia en relacion con lo expuesto por el compañero de Australia; tal vez porque sentimos en carne viva todo el peso de la explotación del imperialismo yanqui; pero no creemos que deba discutirse aquí esa ayuda dada oportunamenre de parte de los hermanos países socialistas a otro país socialista. Despues de conocer la apelación dirigida a todos los partidos hermanos por los cornpañeros checoslovacos, en el sentido de que no perjudiquemos con discusiones prematuras el proceso de normalización de ese país, creemos que es nuestro deber respetar la voluncad y la petición concreta de ese Partido hermano.

Para terminar, cornpañeros, consideramos que la verdadera unidad se basa en los principios marxistas-leninistas, en lucha tanto contra las desviaciones de derecha, como contra las de “izquierda”. Por otra parte, para nosotros esta completarnente claro que el antisovietismo es precisamente el pantano hacia el que han convergido las corrientes antileninistas de ambos tipos, dañinas a la unidad del movimiento comunista internacional. Creemos que es necesario recalcar en este instante, que nuestro partido desde el primer momento se pronunció en contra de las dañinas tendencias de “izquierda” del grupo de Mao Tse-tung, -que ahora se ha convertido en una fuente agresiva de provocación creciente contra la Unión Soviética y otros países socialistas y contra muchos Partidos Comunistas y Obreros. Ha abandonado, prácticamente, la lucha primordial contra el imperialismo, al que objetivamente proporciona gran servicio, al tratar de impedir la unidad de acción de todo el movimiento comunista internacional y de las fuerzas progresistas del mundo. Estamos seguros, al mismo tiempo, que el gran pueblo chino estará en no lejano día en la misma barricada de combate contra el enemigo común.

Compañeros: Con fraternal camaraderia pedimos una vez mas a todos los partidos hermanos aprobar sin vacilaciones los documentos que son base de esta Conferencia, en aras de la unidad de todos los comunistas. En nombre del Partido Comunista de El Salvador, de la Juventud Comunista, de las mujeres progresistas, de la intelectualidad avanzada y de todo el pueblo salvadoreño, saludamos con entusiasmo a esta histórica Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros, que abre nuevas perspectivas para las luchas revolucionarias de todos los pueblos; por la liberación nacional, el socialismo, el progreso social y la paz mundial. Bajo las banderas del Internacionalismo Proletario y en el espíritu de las palabras del “Manifiesto Comunista”: “¡Proletarios de Todos los Países, Uníos!”, adelante, hacia la unidad del movimiento comunista y de todas las fuerzas progresistas del mundo.
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Fuente: Conferencia Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros, Moscú, 1969. Praga, Editorial Paz y Socialismo, 1969, pp. 143-147.

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